El jueves 17/9, el Director General de Escuelas de Mendoza, José Thomas, presentó en el Consejo General de Educación su proyecto de ley de Educación Pública. Con el argumento de cumplimentar la adecuación de la normativa provincial a la Ley Nacional de Educación, puesto que la ley provincial actual, la N° 6970, se enmarca en la derogada Ley Federal. El 18/9, la DGE emitió un memorándum para todas las escuelas, donde declama “Que la pandemia no paralice el debate”, sin embargo, la pandemia es la excusa del gobierno de Mendoza para no abrir las paritarias ni debatir con el sindicato docente tanto los reclamos salariales como no salariales, de condiciones de trabajo y de gastos de conectividad, enteramente descargados sobre trabajadores y estudiantes.
La promesa vacía de un amplio y democrático proceso de debate del proyecto de ley, incluye un “congreso pedagógico virtual” donde sólo hablarán expertos a sueldo del gobierno, mientras los docentes sólo tenemos una dirección de correo electrónico para enviar nuestra opinión, ya genera el rechazo de las escuelas. Con la restricción del Ministerio de Trabajo nacional que prohíbe el funcionamiento sindical de base, la arbitrariedad provincial para imponer fase 1 intermitentes, en el séptimo mes de trabajo domiciliario 24 x 7 impuesto a los docentes, está claro que los trabajadores de la educación no somos los interlocutores del Thomas en este debate. Al punto que las 29 escuelas de educación artística vocacional de la provincia, tomaron conocimiento de que el borrador no prevé su existencia, completando el ataque iniciado bajo la gestión Cornejo, el cual fue resistido por un proceso de lucha que tuvo su punto más álgido en la toma de la junta calificadora.
La reforma educativa fue la LEN, esto es una reforma laboral
La estructura y modalidades del sistema, la municipalización y descentralización, la apertura al arancelamiento, las evaluaciones de calidad educativa, la continuidad de la educación privada y confesional, el desfinanciamiento sostenido, la apertura del sistema educativo público al festival de negocios de las grandes empresas de tecnología digital, internet y comunicación, ya están instituidas en la LEN 26206 que tanto defiende el kirchnerismo, y que ningún sector de la oposición burguesa cuestiona. Al contrario, con total consenso, vienen implementando sus lineamientos en el consejo federal de educación desde 2006 en adelante, plan maestro y secundaria 2030 mediante.
Este proyecto de ley provincial recoge la tarea inconclusa de la Ley Federal y pendiente con la LEN: avanzar sobre el convenio colectivo del sector, el estatuto del docente. El proyecto de Thomas lo dice explícitamente en su artículo 142, como una tarea unilateral del director general de escuelas, excluyendo de dicho proceso cualquier instancia de negociación colectiva.
Enteramente encuadrado dentro de la Ley Nacional de Educación 26206, que modificó la estructura del sistema educativo que había establecido la Ley Federal menemista, pero manteniendo sus principios rectores, este proyecto de ley provincial, es su complemento de reforma laboral. Establece las bases normativas para:
-eliminar el derecho de huelga, al contraponer los derechos docentes con los derechos de los niños;
-eliminar la “libertad de cátedra” y restringir la libertad de expresión de los docentes (y estudiantes);
-modificar el régimen de ingreso, movimientos y estabilidad en el cargo, condicionándolos a resultados de los estudiantes en operativos de evaluación y otras variables (también contempladas en la LEN);
-modificar el régimen salarial, atando la remuneración a criterios de desempeño y evaluación personal, institucional y de los logros de los estudiantes en los operativos de evaluación;
-imponer la bimodalidad (presencial/virtual).
Este punteo no exhaustivo, señala algunos ejes del “espíritu” de la ley que se materializarán en la modificación posterior del Estatuto del Docente, y en leyes específicas para niveles y modalidades del sistema, y la creación de un instituto provincial de evaluación educativa, etc., que ya anticipa este proyecto. Es central entender que NO SE PONE A DISCUSIÓN UNA REFORMA EDUCATIVA, SINO UNA REFORMA LABORAL. Esta ofensiva busca cristalizar en una ley, una nueva relación de fuerzas impuesta por el Estado como patronal, a partir de la derrota que significó el ítem aula.
Cristalizar en ley el régimen laboral del ítem aula
La imposición del ítem aula en 2016 constituyó una fuerte derrota para los trabajadores de la educación. Este adicional de productividad impuesto por ley, estableció un doble presentismo que castiga salarialmente la adhesión a la huelga. No se ha logrado aún revertir este golpe, lo cual se expresa en que los mandatos de paro no lograron, desde entonces, el número suficiente para su votación en plenario del SUTE.
La crisis de dirección en el sindicato, conducido por un frente multicolor sin delimitación de clase que abarca incluso a una tendencia que integra el Frente de Todos (PCR), y sumido en una fuerte tensión interna; el rol de la vieja burocracia celeste, dividida en dos listas pero unificadas en la defensa de la tregua de CTERA a Alberto y la colaboración de clases con el ajuste en curso, ha sido claramente leído por el gobierno de Suárez, que busca cristalizar esta nueva relación de fuerzas en una normativa que siente las bases para el desarme conquistas del sector e imponga un nuevo régimen laboral basado en la flexibilidad e inestabilidad laboral, la remuneración variable según productividad, y elimine las instancias de negociación colectiva de las condiciones de trabajo y concursos.
Esta ofensiva no es una acción aislada. Forma parte de una tendencia internacional que, ante la crisis estructural del capitalismo desatada en 2008, ha llevado a los gobiernos burgueses a buscar imponer otra relación de fuerzas entre el capital y el trabajo, mediante reformas laborales, previsionales, educativas. Lo vimos en casi toda América Latina, con hitos en el ataque al magisterio mexicano que impuso a sangre y fuego Peña Nieto, o la “escuela sin partido” de Bolsonaro y su ofensiva privatista. La pandemia ha sido un acelerante de estos procesos, pero también del estallido de las contradicciones irresueltas de la política capitalista de salida a la crisis y de manejo de la pandemia. Los crímenes raciales de la policía yanqui, levantaron una ola de protestas masivas, que calaron hondo en los sindicatos docentes que luchan por la expulsión de la policía de las escuelas, y de los sindicatos policiales de las centrales. Así también, mediante huelgas enfrentan la orden unilateral de los gobiernos de volver a la presencialidad en medio de la pandemia.
Estos métodos y tareas programáticas, debemos discutir en las asambleas escolares y plenarios, y dar la pelea ideológica y programática porque el SUTE y los sindicatos y seccionales recuperados, se pongan a la cabeza de una campaña por la expulsión de los sindicatos policiales de la CTA. Por imponer a CTERA un paro general educativo por la reapertura de paritarias nacional y provinciales, y para frenar los intentos unilaterales de Larreta y demás gobernadores de imponer la vuelta a la presencialidad sin condiciones de higiene y seguridad.
ABAJO LA REFORMA LABORAL DOCENTE DE SUÁREZ
El gobierno de Suárez, aprovecha la cuarentena como medida de control exacerbado de la población, para tratar de recuperar la iniciativa política tras la derrota en las calles que significó la lucha por el agua en diciembre pasado. Su proyecto de reforma constitucional y su plan de reforma laboral docente, se inscriben en ese objetivo de intentar fortalecer el aparato estatal de cara a los procesos más críticos del ajuste por venir en el marco de la negociación de la deuda pública provincial, y a nivel nacional con el FMI.
Es central plantear con claridad el rechazo a este proyecto de reforma laboral. Derrotar la ofensiva de Suárez, NOS PONE ANTE EL DESAFÍO DE LEVANTAR A LAS ESCUELAS CONTRA EL ÍTEM AULA, por ello impulsamos de cara a los plenarios de delegados, mandatos de paro educativo y de congreso provincial de delegados de base, para preparar un plan de lucha provincial con el conjunto de los estatales hasta forzar a Suárez a retirar el proyecto de ley, y a reabrir paritarias.
Durante los últimos meses, y sobre todo ante el agravamiento de la pandemia, asistimos a masivas ocupaciones de tierras por parte de algunos sectores de la clase obrera: desocupados, precarizados y de las franjas más empobrecidas de la población, se asientan en grandes extensiones de tierra (algunas de propietarios privados, otras fiscales, muchas en litigio), con el objetivo de acceder a una pequeña parcela, la que en algún futuro indeterminado les permita el acceso a la construcción de una vivienda propia.
Si bien el proceso es de extensión nacional, el epicentro y la mayor masividad de dichas tomas se da en diferentes zonas de Provincia de Buenos Aires. Sólo en la región de La Plata hay al menos 20 tomas. Y en la toma del distrito de Pte Perón, en la localidad de Guernica, hay más de 10.000 personas. Al menos cuatro tomas ya fueron desalojadas mediante la brutal represión de la Policía Bonaerense, y sobre la toma de Guernica está pendiente una orden de desalojo, a efectivizarse a partir del 23 de septiembre.
"No hay grieta en la defensa de la propiedad privada de la tierra"
Algo significativo ha sido la defensa cerrada de todas las corrientes burguesas respecto a la propiedad privada de las tierras ocupadas.
En el peronismo gobernante, desde el fascistoide Berni (que responsabilizó de las tomas a sectores de la izquierda e incluso a integrantes del Frente de Todos, como el Movimiento Evita y el M.t.e. de Grabois); pasando por el "progresismo" de Kicillof y la Ministra de Seguridad de la Nación, Silvia Federici; hasta los intendentes pejotistas del Conurbano bonaerense, todos coinciden en la necesidad de "imponer orden" y avanzar con el desalojo de las tomas de tierras.
Mención aparte merece el Frente Renovador de Massa, quién solicitó que la Anses dé la baja de los planes sociales (AUH, IFE) a quienes incurran en ocupaciones. Hace pocos días, a instancia de un diputado del F.R., la Cámara de Diputados de Mendoza dio media sanción a una ley que establece no sólo la baja de los beneficios sociales, sino el impedimento de acceder a cualquier plan de viviendas del IPV, a aquellos que participen de "usurpaciones ilegales de terrenos".
Por el lado de la oposición burguesa de Juntos por el Cambio, referentes y dirigentes tanto del Pro como de la UCR han levantado sus voces para condenar las tomas y defender el derecho propietario de los "dueños" de las tierras. Incluso acusan al Gobierno y a sectores de la Justicia por "dilatar los tiempos" y no avanzar de inmediato con el desalojo y la represión a los "ocupantes".
Todo esto demuestra que cuando se trata de defender los intereses de clase, y la sacrosanta propiedad privada, no hay grietas entre las diferentes facciones burguesas.
"La discusión respecto a la vivienda obrera"
Si se tienen en cuenta los datos manejados por los organismos estatales dedicados a la problemática, antes del inicio de la pandemia se registraba un "déficit habitacional" de más de 3,5 millones de familias. Esto da nota de que la imposibilidad del acceso a la vivienda obrera, es sin dudas uno de los mayores problemas sociales en la sociedad capitalista, lo que se ve agravado en países semicoloniales como Argentina.
Desde algunas corrientes de la izquierda se intenta desarrollar una discusión programática al respecto. En este sentido, el PO plantea: "creación de un banco de tierras disponibles, expropiación de la tierra ociosa e improductiva, reconocimiento de la tierra de las comunidades originarias, por un plan de viviendas con trabajo genuino y bajo convenio para la construcción de un millón de viviendas populares, con recursos del no pago de la deuda externa y un verdadero impuesto a las grandes fortunas y rentas".
El problema que no resuelve este planteo, ni intenta hacerlo, es la imposibilidad de reformas profundas y duraderas en el tiempo, dentro de los márgenes del Estado burgués y la sociedad capitalista. La idea de “un plan” al que hay que buscarle financiación capitalista, es una falacia; es alimentar ilusiones de que el capital puede de la mano del estado burgués, como milita Grabois, cumplir un rol progresivo.
Desde la COR sostenemos que el problema de la vivienda y la propiedad de la tierra no está escindido del problema general de propiedad privada de los medios de producción y de subsistencia. Por lo tanto, la única forma de dar resolución a la acuciante necesidad de acceso a la vivienda de grandes sectores de la clase trabajadora, es la perspectiva de que los sectores de la vanguardia obrera incluyan en su programa la lucha por la expropiación de las grandes extensiones territoriales, hoy en manos de los capitalistas y terratenientes; también de las casas de lujo o con capacidad para a alojar allí a los obreros sin vivienda o que viven hacinados.
Dicha lucha debe ir de la mano de la pelea por la expropiación de los grandes medios de producción, incluidos los de la producción de viviendas (construcción y materiales), disputando el control de los mismos en el corazón del poder capitalista, la economía.
Todo el apoyo a las tomas. No al desalojo. Abajo la represión.
Por un programa obrero.
C.O.R.
Desde el inicio de la pandemia a nivel mundial y con las medidas adoptadas por el gobierno nacional a mediados de marzo, las condiciones laborales y económicas de los trabajadores han empeorado, las patronales aceleraron las medidas de presión para recortar sus costos salariales y en condiciones de trabajo. La burocracia sindical ha sido cómplice den este ajuste plegándose a la política del “Quedate en casa”.
Han habido procesos de resistencia en el movimiento obrero, por el momento moleculares. Pero la clase obrera de a poco va despertándose y tensando sus músculos.
Se viene una gran batalla contra las políticas de Reformas laborales y previsionales pedidas por el FMI y los organismos de crédito internacionales y cuyo brazo ejecutor será el Gobierno Nacional, los provinciales y las instituciones del Estado.
En San Luis luchas como la de los trabajadores de Tyrolit, Plastiferro, Dánica son ejemplos y la de las compañeras y compañeros de la ex Panadería Las Camelias, ocupando su lugar de trabajo y organizándose para poner a producir la Panadería después de años de super explotación patronal marcan el camino.
Los Gobiernos “combatiendo” al Covid
A nivel nacional la política de la Cuarentena preventiva lejos de servir para prevenir los contagios de COVID, sólo ha servido a las patronales y al Defensor de sus ganancias y la explotación obrera, El Estado, para controlar la circulación de mercancías y de la mano de obra.
En seis meses de cuarentena, en distintas fases Argentina, ha pasado a ocupar el puesto número 10 a nivel mundial, con más de 577mil contagios y en franco aumento.
Esta política fue tomada en San Luis por el Gobernador Rodríguez Saá con los brazos abiertos ya que siempre fue su sueño mantener el control sobre todo movimiento en el territorio provincial.
Así tuvimos que escuchar cada noche su famoso reporte diario, donde daba cátedra e imponía sus preceptos y sloganes reaccionarios: “A la luz del sol y a los ojos de dios”, “el que rompe paga” y “de la casa al trabajo y del trabajo a la casa”, jactándose de lo mucho que se estaba fortaleciendo el sistema de salud provincial para cuando llegara el pico de contagios a la provincia. Puro humo para la tribuna.
En estos seis meses hemos visto como el “cuidado” y los controles de la policía acabaron con la vida de Florencia Magalí Morales y Franco Maranguello, sumado a las denuncias de torturas y vejaciones en comisarías de muchos trabajadores por violar la cuarentena para ir a ganarse su sustento diario. La censura a los pocos medios de comunicación no oficialistas ha estado a la orden del día.
Los trabajadores transportistas han sufrido las peores penurias para ingresar y egresar de la provincia, llegando a tener que costearse el hisopado de su propio bolsillo y también como los trabajadores de la salud de muchos lugares de la provincia, denuncian que no les han llegado los elementos de protección. Han gastado mas en publicidad en las redes sociales de como el Gobierno “combate” al virus, que en el sistema sanitario.
El Sistema sanitario de San Luis
Ya con circulación comunitaria del CoVid prácticamente en todo San Luis, está quedando al desnudo la mentira de que “lo que importa es cuidarnos la salud”, sino que la vuelta a la famosa fase 1 sólo es por el miedo que tienen a que quede expuesto el colapso del sistema de salud, que es una realidad.
Hasta el momento (y sólo si creyeramos ciegamente en las estadísticas oficiales) ha habido 585 contagios, con 277 altas y 299 casos activos, con 9 fallecimientos.
Éste numero ha hecho que el sistema de salud se desborde, el resultado de los hisopados demoran mas de tres días, no se hacen los mismos para todos los casos sospechosos, ni las denuncia de contacto estrecho con casos ya diagnosticados positivos porque no da a basto el laboratorio de diagnóstico. Han cerrado hospitales como en Tilisarao, mezclando en el mismo lugar casos sospechosos, con pacientes con cargas virales leves y otras mas agudas, con muchas denuncias de que no son atendidos como es debido. El Gremio Apts esta reclamando desde hace semanas por la incorporación de mas profesionales al sistema, aun sin ser escuchados.
En Villa Mercedes se están multiplicando los contagios por negligencia del mismo Gobierno, con su famoso “Comité de Crisis”, las patronales con sus protocolos fantasmas, y también con la ayuda de la burocracia sindical.
En la metalúrgica Kohinor, a partir de los dos primeros casos, los trabajadores tomaron la decisión, pese a las presiones patronales para continuar la producción, de no trabajar por una semana y aislarse a la espera de los resultados del resto de los hisopados, la conducción intervenida de la UOM ante la situación le ofreció a la patronal que hiciera un acuerdo de suspensiones (o sea legalizar una rebaja salarial) y la patronal les contestó una semana de vacaciones adelantada, por suerte los compañeros no convalidaron una semana de vacaciones haciendo cuarentena y se arriesgaron a la amenaza patronal de no pagarles los sueldos.
Finalmente estará cerrada la planta una semana mas (saltó otro contagio) y les terminarían pagando el sueldo.
En el frigorífico Marfrig, ante los primero contagios confirmados, la decisión de la empresa fue continuar trabajando con un día de asueto previo para la desinfección, sin esperar el resultado de los hisopados.
El mismo Secretario General del gremio y al mismo tiempo concejal municipal por el Partido gobernante, Periale, instó a los trabajadores a concurrir a trabajar ya que sino la empresa “no podría pagar sueldos”, además los trabajadores contratados han seguido trabajando y la excusa de Periale es que el gremio no puede defenderlos por su situación de contratados, una gran muestra del rol pro-patronal que juega la burocracia sindical.
El resultado de esto ha sido mas de diez contagios y ahora esperando mas por confirmarse.
En Cramfsa ya hubo contagios y se sigue trabajando, inclusive la patronal convoca a trabajar a los compañeros con factor de riesgo y este derrotero seguirá en otros lugares de trabajo.
Hay ya casos sospechosos aislados en Bagley, pero se continúa trabajando como si nada ocurriese hasta que pase. Se deben exigir testeos masivos ante la realidad de la circulación comunitaria del virus.
Es un gran problema para nuestra clase la infección con Covid ya que la explotación que sufrimos a diario en nuestros lugares de trabajo, hace que muchos de nosotros arrastremos enfermedades de base, producto de la explotación a la que nos somete la patronal. Además del riesgo de llevar el virus a nuestro hogar y a nuestros seres queridos.
Pero no será el Gobierno, representante de las patronales, ni ellas mismas que inclusive dependen de nuestro trabajo para enriquecerse, quienes cuidarán de nuestra salud.
Organizarnos contra los ataques patronales
Los trabajadores debemos organizarnos, hacer asambleas por sector de trabajo o por planta, elegir delegados de Higiene y Seguridad, para definir protocolos obreros votados en asamblea para cuidar nuestra salud y avanzar en el control obrero de la Producción.
Debemos imponer nuestras exigencias a la burocracia sindical, que actúa generalmente del lado patronal, en el camino de recuperar nuestras comisiones internas y sindicatos y ponerlas al servicio de nuestros intereses que nunca seran los mismos que los de la patronal.
Un buen inicio sería organizar un plenario de delegados del sector industrial, de servicios y estatales, delegados con mandato de base de sus asambleas para votar un plan de Lucha contra las consecuencias de la crisis económica y del Covid.
Tenemos que deliberar como primero ponemos freno al ajuste y luego avanzamos para recuperar todo lo que nos quitaron en la cuarentena y en los últimos años para, ya no sólo mejorar las condiciones de vida que se han pauperizado, sino para enfrentar el nuevo ataque que preparan contra nosotros, ellos (Patronal y Gobiernos) quieren que seamos los trabajadores otra vez los que paguemos la crisis.
COR Regional San Luis
La Justicia ha dado un paso más en la persecución política a los estudiantes de la UNC que protagonizamos la lucha del 2018. El pasado 10 de septiembre se conoció que la cámara de apelaciones rechazo la defensa presentada por los abogados de los estudiantes y la causa pasará a Juicio Oral. Debemos organizarnos para derrotar este ataque.
Asistimos a un reforzamiento del aparato represivo del Estado y sus instituciones, en un año en que los acuerdos con los acreedores y el FMI solo pueden significar mayor ataque a los trabajadores y la juventud. La cuarentena impuesta desde el gobierno ha sido el mecanismo que han encontrado ante la desorientación que genera la pandemia, no para preservar la salud, sino para ejercer mayor control sobre los trabajadores ante los efectos inmediatos de la crisis: colapso en los sistemas de salud, despidos, desocupación, congelamiento salarial y una larga lista de etc. Por eso Alberto y Kicillof aceptan prestos las extorsiones de la policía y, al igual que Schiaretti, aumentan el sueldo a los represores que van a necesitar para tratar de meter su plan de ajuste. Tenemos que decir bien claro: los policías no son trabajadores, son represores que garantizan la explotación de la clase obrera. ¡Por la disolución de la policía!
En el 2018 las tomas de facultades surgieron al calor de la lucha docente por su paritaria y en la pelea por el aumento de presupuesto universitario, en un año en el que la devaluación post acuerdo de Macri con el FMI dejó a la universidad en la quiebra. Dos años después, y con un cambio de gobierno en el medio, esta situación no ha hecho más que agravarse. Las paritarias docentes y no docentes siguen congeladas, la deserción estudiantil, por el paso forzado a la virtualidad, ha escalado y la precarización laboral sigue en aumento.
Las autoridades universitarias vienen siendo las garantes de administrar la miseria universitaria y son la correa de transmisión de las políticas del gobierno nacional para la educación. Este avance en la causa es un recordatorio de que pondrán a disposición todos sus recursos para intentar disciplinarnos a quienes osemos cuestionar sus políticas de ajuste. Claro que para ello también cuentan con la inestimable ayuda de las conducciones de los centros de estudiantes y la FUC que en todo este proceso no han sacado más que tibias declaraciones sin mover un dedo para enfrentar el ataque.
Debemos responder enérgicamente. Necesitamos romper la parálisis que las corrientes pro patronales a la cabeza de nuestras organizaciones han impuesto en el movimiento estudiantil. Estas conducciones por acción u omisión son cómplices de la política de las autoridades, si no están a la altura del ataque deben ser barridas de la dirección. ¡Recuperemos nuestras organizaciones para la lucha! Impulsemos asambleas interclaustros en todas las facultades para discutir las medidas a tomar para enfrentar este avance en la criminalización de la protesta y conquistar el desprocesamiento de los estudiantes de Córdoba y Rio Negro.
Necesitamos organizarnos con independencia de clase, imponiendo a la FUC y a los sindicatos de trabajadores universitarios (ADIUC, AGTUNC, ATE) el llamado a un Plenario Universitario de delegados docentes, no docentes, investigadores y estudiantes para deliberar sobre todos los problemas de la universidad y que nos permita definir un pliego único de reivindicaciones, donde se incluya la reapertura inmediata de las paritarias docente y no docente, el aumento del presupuesto universitario, el no pago de la deuda externa, el salario inicial igual a la canasta básica con clausula gatillo, el pase a planta permanente de los precarizados, partidas específicas para las obras edilicias y la provisión de equipos y materiales para garantizar las condiciones mínimas de seguridad y salud, horas de estudio bancadas por las patronales, el triple turno de cursado, el ingreso irrestricto, la expulsión de la policía de Córdoba de la UNC y demás reclamos. Un Plenario donde votemos un plan de lucha con paros, movilizaciones y toma de edificios para imponer nuestras demandas.
Este 16 de Septiembre se cumplen 44 años de La Noche de los Lápices, es imperioso que nos encuentre en la calle movilizados enfrentando junto a los compañeros secundarios y a los trabajadores las políticas de ajuste.
¡Desprocesamiento de los 27 estudiantes de la UNC!
¡Fuera la policía de la UNC!
COR - Rama Universitaria
Al momento de fundarse la IV internacional, un 3 de septiembre de 1938, el mundo vivía una situación de reacción en todos los frentes. En 1936 el proletariado español comenzaba una sangrienta guerra contra el fascismo, que culminaría en 1939 con la derrota de la revolución, debido a la traición de las direcciones reformistas y centristas del movimiento obrero. En Alemania, país que antes de la Primera Guerra Mundial había visto erigirse a la organización obrera más poderosa del mundo, sufría el ascenso implacable de Hitler y sus organizaciones criminales, cuyo principal objetivo de estrangular a la Revolución proletaria comenzaba a plantearse como irreversible. También en este caso la adaptación de las burocracias de la II internacional al Estado burgués imperialista y el giro contrarrevolucionario de la III internacional dirigida por el stalinismo había abierto el camino al ascenso del fascismo, dejando al proletariado desarmado en su lucha práctica y frontal contra la burguesía. Trotsky en su lucha fraccional desde la Oposición de Izquierda venía denunciando la política errática del por entonces denominado “centrismo” burocrático encarnado en Stalin, que pasará de una política zigzagueante entre las facciones de izquierda y derecha del Partido a una posición abiertamente contrarrevolucionaria. En 1933 Trotsky, ante el ascenso de Hitler y la incapacidad de la burocracia de revertir el proceso comenzaba a vislumbrar la necesidad histórica de crear una nueva internacional. Cabe destacar que siempre la visión de Trotsky estuvo guiada por el análisis minucioso de la realidad objetiva del capitalismo mundial, ninguna táctica definida por el gran revolucionario ruso obedecía al voluntarismo. Es por esto que Trotsky planteaba que “Los numerosos intentos realizados hasta ahora de crear un "segundo partido" o una "cuarta internacional" fueron producto de la experiencia sectaria de grupos aislados y de círculos "desilusionados" del bolchevismo; de ahí que su fracaso haya sido, en todos los casos, inexorable. Nuestro punto de partida no es la "insatisfacción" y "desilusión" subjetivas sino la marcha objetiva de la lucha de clases. Todas las circunstancias del desarrollo de la lucha de clases exigen imperiosamente la creación de una nueva organización de vanguardia, y sientan las premisas necesarias para hacerlo” (https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1933/julio/15.htm).
Como se puede advertir, la marcha de la lucha de clases, las relaciones de fuerzas, el estado de descomposición del capitalismo y sus estados; junto al proceso de degeneración de las organizaciones revolucionarias eran puestas sobre la mesa para definir una política correcta. En este sentido, la crisis internacional que sufría la clase obrera se expresaba también en los países de oriente y América, cuya principal causa era la descomposición de las direcciones proletarias, cuya máxima expresión estaba dada por el ascenso de Stalin en el país de la Revolución triunfante. La expulsión de Trotsky, los juicios de Moscú, el amordazamiento de las organizaciones obreras por parte de la burocracia en el poder fueron las bases para hacer retroceder el ímpetu revolucionario en la URSS y permitir el avance de un proceso de consolidación de una casta burocrática en el poder, prerrequisito para el posterior desarrollo de la contrarrevolución y la restauración capitalista.
En este panorama internacional de reacción y ante el peligro inminente de una nueva guerra, producto de las contradicciones del capitalismo mundial y las disputas entre los países imperialistas, Trotsky y los núcleos revolucionarios resistentes en el mundo corrían a contrarreloj y se disponían a preparar las condiciones para la fundación de una nueva organización con una nueva dirección que pudiese revertir el procesos de derrotas que venía sufriendo el proletariado internacional, y colocarse a la clase obrera “en los umbrales de la toma del poder”, tal como será planteado en el programa de transición.
En el marco de esta lucha fraccional que se venía dando desde la Oposición de Izquierda, en mayo de 1935, Trotsky volvía a discutir la necesidad de fundar una nueva organización porque consideraba que “No se puede improvisar la revolución proletaria bajo las órdenes de una dirección en bancarrota. Es menester preparar la revolución mediante la incesante e implacable lucha de clases, en el curso de la cual la dirección se gana la confianza inconmovible del partido, une a la vanguardia con el conjunto de la clase y convierte al proletariado en dirección de todos los explotados de la ciudad y del campo” (https://ceip.org.ar/escritos/Libro4/html/T07V103.htm#_ftnref4). Esta conclusión, hecha a la luz de la experiencia de las traiciones de las direcciones internacionales de ese entonces se tornaba más evidente con el avance de la descomposición del orden imperialista, que derivó en la fundación de la IV internacional, un año antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, catástrofe histórica ya anticipada por León Trotsky, gracias a la comprensión de los desequilibrios y contradicciones irresueltas por el orden mundial capitalista.
Como se señaló, la IV internacional es previamente alentada por la formación de organizaciones revolucionarias en distintos países, a raíz de la lucha de tendencias que el trotskismo venía llevando a cabo pese a las persecuciones. En el marco de esta lucha política, el método de elaboración teórica de los marxista debía ser “de acuerdo con la situación nacional, con el grado de descomposición de las viejas organizaciones de la clase obrera y, por último, con el estado de sus propias fuerzas en el momento dado, los marxistas (socialistas revolucionarios, internacionalistas bolcheviques-leninistas) pueden constituirse en organización independiente, o bien en fracción de alguno de los viejos partidos o sindicatos” pero “cualquiera sea el terreno y los métodos de funcionamiento, deben hablar en nombre de principios sin tacha y de consignas revolucionarias claras. No juegan al escondite con la clase obrera; no ocultan sus fines; no sustituyen la lucha principista por la diplomacia y las maniobras. En todo momento, y cualesquiera sean las circunstancias, los marxistas dicen abiertamente la verdad.” (op. cit.) Esta lucha principista se tornaba una necesidad ineludible ante las traiciones evidentes de la burocracia de la II y III internacional.
La IV internacional surgió, al igual que las viejas internacionales, producto de la pérdida de la razón de ser de las direcciones y programas que habían caducado ante las tareas de preparar las condiciones orgánicas para que el proletariado se hiciera del poder y estableciera su dictadura revolucionaria. En palabras de León Trotsky “La Primera Internacional elaboró el programa científico de la revolución proletaria, pero fracasó al carecer de una base de masas. La Segunda Internacional sacó de las sombras, educó y movilizó a millones de obreros, pero, en la hora decisiva, se vio traicionada por la burocracia parlamentaria y sindical corrompida por el capitalismo en ascenso. La Tercera Internacional dio el primer ejemplo de revolución proletaria triunfante, pero fue aplastada entre las ruedas de molino de la burocracia del estado soviético aislado y de la burocracia reformista de Occidente. Hoy, en el marco del derrumbe definitivo del capitalismo, la Cuarta Internacional, parada sobre los hombros de sus antecesoras, enriquecida por la experiencia de sus victorias y derrotas movilizará a los trabajadores de Occidente y Oriente para el asalto victorioso a las fortalezas del capital mundial.” (op.cit.).
El arduo proceso de preparación de los cuadros, las organizaciones y su vínculo con las masas dio su fruto aquel 3 de noviembre de 1938 en los suburbios de París, cuando los revolucionarios fundaron la nueva organización, a pesar del hostigamiento y el terror desplegado por el aparato de persecución stalinista y de los Estados imperialistas. La gran conquista teórica fue la redacción del Programa de Transición, que condensa las principales lecciones de la experiencia revolucionaria acumulada desde la revolución de octubre de 1917, combate las visiones mecanicistas y etapistas de las direcciones reformistas y prepara las condiciones para llevar al proletariado al umbral de la toma del poder.
2020 el año de las “esperanzas frustradas”.
A 82 años de la fundación de la IV Internacional, el orden capitalista mundial se halla en una profunda crisis y la burguesía no consigue establecer un nuevo equilibrio entre las clases que le permita asegurar su dominación indiscutida. Las bases económicas del régimen están carcomidas por una crisis de magnitud colosal que viene desarrollándose desde 2008, y este año se manifiesta de manera aún más dramática con la pandemia de COVID-19, la cual viene a acelerar los desequilibrios preexistentes. Hoy el capitalismo muestra un escenario de crisis reconocido por todos los analistas burgueses. El Banco Mundial considera al respecto que esta crisis será “la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, y la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una disminución del producto per cápita” (https://www.bancomundial.org/). Esta situación se ha traducido en la pérdida de millones de puestos de trabajo, al aumento de la pobreza y el incremento del control policial de los estados burgueses, que mediante la política de cuarentenas han dado mayor protagonismo a las fuerzas represivas, con el fin de disciplinar a las masas, que vienen de un proceso de movilizaciones masivas que se venían acumulando desde el 2019 en América Latina, en los EE.UU., Francia y recientemente en países de la ex Unión Soviética como Belorrusia. A esto hay que agregar los procesos de huelga en Italia que son una muestra de cómo la combinación de la crisis de las relaciones de producción capitalista junto al cuestionamiento de las formas de dominación que la propia burguesía presenta como su mayor conquista: la democracia.
Al mismo tiempo, el mundo observa procesos novedosos, tales como la acelerada restauración en curso en los ex- estados obreros, cuyo caso más significativo lo constituye el proceso de restauración que viene llevando a cabo la burocracia del PC en China. Estas transiciones demuestran por un lado el fracaso de los programas nacionalistas de construcción del socialismo, rehabilitando la visión permanentista e internacional del análisis materialista que León Trotsky desarrolló con una agudeza inigualable. En pleno siglo XXI, retomar las conquistas teóricas del marxismo revolucionario nos permitirá analizar las nuevas coyunturas para encarar la lucha por el socialismo.
Ante semejante descalabro, que pone en jaque el orden mundial, las salidas a la crisis que se proponen las distintas expresiones de la clase dominante y el reformismo buscan ante todo preservar el orden de relaciones sociales existentes basadas en la conservación del Estado y el régimen de propiedad capitalista. Ante la crisis en curso, los sectores de ultraderecha buscan radicalizar a las masas desesperadas de la pequeña burguesía, usándolas como base de maniobra contra el proletariado, azuzando discursos nacionalistas y racistas. Por otro lado, los sectores del reformismo pretenden conservar la idea de un Estado de Bienestar caduco mediante políticas distribucionistas que busquen aumentar impuestos sobre el capital o aplicar subsidios como una renta básica universal. Si bien no se pueden igualar, lo que tienen en común dichas tendencias es que se oponen a la Revolución como salida a la crisis, buscando preservar el orden capitalista. El centrismo coquetea con los grupos reformistas y cede ante las presiones del movimiento espontáneo de las masas, y ensaya líneas de compromiso entre las ideas revolucionarias y las reformas sociales a través de la introducción de leyes “progresivas” para las masas o la adaptación del Programa de Transición a un lenguaje jurídico a ser votado en un parlamento.
Los revolucionarios no sembramos un ápice de esperanza en que las reformas consigan mejorar la situación desesperante de los millones de trabajadores ocupados y desocupados, formales e informales, migrantes o nativos, ya que mediante el análisis objetivo de la crisis en curso advertimos que las reformas que se apliquen desde la superestructura política no pueden detener las fuerzas destructivas desatadas por la crisis, que ponen una vez más a la clase obrera y a la humanidad al borde del abismo de la miseria extrema. Creemos que la única salida progresiva para la humanidad puede desarrollarse siempre y cuando se restablezca el hilo de continuidad de los fundadores de la Cuarta Internacional, luchando por la imposición de la dictadura del proletariado a través de la Revolución socialista, la cual no puede lograrse sin partido mundial de la Revolución, sin destrucción del Estado y sin una dirección y cuadros preparados para las tareas de la Transición al socialismo.
Juan Manuel Tornello
A pagar la cuarentena
El motín policial de la maldita bonaerense pidiendo aumento de sueldo y mejores condiciones para reprimir es la demostración de la descomposición de un semi Estado y de la debilidad del gobierno de Fernández, que no puede garantizar que las fuerzas represivas que responden al Estado sean leales al aparato burocrático militar.
El método de cuarentena era obvio que debía garantizarse con la policía, el ejército y la gendarmería, no para preservar la salud de la población, sino para salvaguardar los intereses de la burguesía nacional y extranjera en la desorientación ante la pandemia. En medio de la cuarentena hubo más de 90 muertos en manos de las fuerzas represivas, con los casos más emblemáticos de Luis Espinosa en Tucumán, de Florencia Morales en San Luis y el de Facundo Astudillo Castro a manos de la policía bonaerense.
Ahora esa policía exige que se le pague por los servicios prestados y por los servicios por venir ante el acuerdo con el FMI y la política de ajuste. Reprimir las tomas de tierra, ingresar a las fábricas para dispersar asambleas, como en Arcor en Córdoba, desalojar el acampe de los trabajadores de Vicentin y tantas otras tareas de orden.
Cuando la policía pide aumento salarial es para estar mejor preparada para reprimir, es vital que el conjunto de los trabajadores saque conclusiones de esta situación. Debemos prepararnos para enfrentarnos con las fuerzas auxiliares del Estado y derrotarlas para que no sigamos siendo nosotros los que paguemos el costo de la pandemia, que ya venimos sufriendo.
La burocracia sindical, que se quedó en casa en la pandemia, llama a defender el gobierno ante el avance de la derecha y una asonada golpista. En su disputa para definir cómo hay que hacer el ajuste, si con más engaño o con mano dura, las distintas fracciones burguesas y pequeño burguesas no tienen diferencia en lo esencial, que es atacar a los trabajadores para descargar la crisis. Se pelean por puntos de coparticipación para ver de dónde sacan la plata para pagarle a los policías. El discurso de Alberto fue de un profesor asustado que va a pagar lo que pidan. Alberto intenta salvar a Kicillof – Berni. Larreta, ante la quita de la coparticipación, apelará a la Corte. La crisis económica, política e institucional se expresa de forma descarnada.
Ningún apoyo a este gobierno ni a la oposición burguesa, ninguna solidaridad con las fuerzas represivas. Debemos impulsar asambleas en cada lugar de trabajo, recuperar nuestros métodos y organización que han intentado quitarnos con la cuarentena, preparar la condiciones para imponer un paro general a las centrales sindicales para recuperar lo perdido en la pandemia y organizar la autodefensa ante el avance represivo.
Somos parte de los miles de trabajadores y luchadores que en EEUU y otros lugares, como ahora Colombia, levantan la disolución de la policía, consigna que ya en la Comuna de París fue parte de las reivindicaciones y se convirtió en programa de los revolucionarios. Es inadmisible la sindicalización de la policía o su apoyo para que triunfe, no pertenecen a nuestra clase no son trabajadores, son los garantes de la explotación y la ganancia de los capitalistas. Peleamos por su disolución, la incomprensión de la teoría del estado por algunos grupos de izquierda y algunos que son parte del FITU generan confusión en las filas de los trabajadores y hay que combatirlos con todas las fuerzas. No apoyamos al ala K de la coalición de gobierno contra la derecha como hace el PTS o sembramos expectativa en que la pelea supuestamente salarial de la policía nos permite a los estatales pelear por aumento salarial, lo que colocaría a los policías como trabajadores estatales un delirio. O del manual del morenismo como el MST que dice que un triunfo de las reivindicaciones de la policía nos ubica mejor para la lucha, siguiendo a su maestro Moreno que si es contra el gobierno tiene un lado bueno progresivo. El FITU homenajea a Trotsky virtualmente, pero en la arena presencial olvida sus lecciones.
No es un problema menor qué política tener ante las fuerzas represivas en la perspectiva de las tareas que tenemos en la destrucción del Estado. Como hace muchos años planteó Marx: “Para nosotros no se trata de reformar la propiedad privada sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva”.
Charla-Debate:
Un mundo convulsionado por la Pandemia
Perspectivas para la revolución
Un aporte para avanzar en un necesario debate entre la izquierda obrera y los luchadores en una situación inédita.
Te esperamos este sábado 12/9 a las 17hs
Lugar por MP a nuestro e-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
El cuerpo hallado en Villarino el 15/8 pasado, es de Facundo Astudillo Castro. El EAAF confirmó su identidad, y su madre recibió hoy la información oficial de parte de la jueza, luego de soportar una nueva operación del aparato de la inmundicia policial/judicial/servicios y sus voceros a sueldo el lunes pasado.
Desde el 30/4 Cristina Castro busca a su hijo Facundo, señalando claramente la responsabilidad de la policía bonaerense en su desaparición forzada, la responsabilidad del Fiscal Ulpiano Martínez, de la jueza María G. Marrón y del ministro Berni en el entorpecimiento de la investigación y en el amparo e impunidad del accionar policial. Y en cada acción de la Justicia y del poder político, confirma lo que venimos denunciando en las calles: FUE LA POLICÍA.
La muerte de Facundo es responsabilidad policial, pero hay que ser muy claros en esto: el accionar policial es el resultado de la implementación en todo el territorio de una política estatal reaccionaria de control de la circulación de las personas, la cuarentena. La decisión del gobierno del Frente de Todos de hacer frente a la pandemia, imponiendo el control estatal de la circulación de la población mediante el despliegue de sus fuerzas represivas y de seguridad en rutas, calles y barriadas, tuvo como resultado más de 100 muertes por gatillo fácil y en custodia de fuerzas de seguridad (muerte en comisaría), incluyendo desaparición forzada seguida de muerte como en el caso de Facundo, y antes de Luis Espinosa en Tucumán.
Esto es central porque, para contener la crisis política que implica la responsabilidad estatal en la desaparición y muerte de Facundo, desde la coalición de gobierno barajan desde una purga en la conducción de la bonaerense, que puede incluir la salida de Berni para descomprimir la bronca, hasta un proyecto de reforma policial. Para eso Alberto ya tienen en marcha una inyección millonaria de recursos para fortalecer el aparato policial, que necesitan apuntalar para afrontar la crisis social en el conurbano y en las provincias frente a la aceleración de la pauperización y las tensiones a que da lugar el descalabro económico y sanitario.
La línea de fortalecer y preservar el aparato burocrático militar es una tendencia internacional de la burguesía, para afrontar los agudos procesos de masas más abiertos, o más en ciernes, que amenazan su dominio. En oposición, el planteo de DISOLUCIÓN DE LA POLICÍA que discuten los sindicatos y el movimiento Black Lives Matter en EEUU, y la exigencia de expulsión de los sindicatos policiales de las centrales obreras, son discusiones programáticas centrales del proletariado a nivel internacional, que deben orientar la discusión de la vanguardia respecto a cómo derrotar los planes de los gobiernos burgueses de preservar sus sistemas, de patear la crisis para adelante, y de avanzar con sus planes de reformas antiobreras. La consigna “Fuera Berni” es errada, porque centra el accionar político de las organizaciones políticas, sindicales y sociales en un cambio de fusible político, que en lo inmediato sólo serviría para descomprimir, preservando incluso a la coalición gobernante.
Los revolucionarios tenemos la responsabilidad de llevar al interior de las organizaciones obreras y sociales nucleadas en la CTA, la tarea de expulsar los sindicatos policiales de la central. Tenemos la responsabilidad de batallar por conquistar verdad y justicia para Facundo con nuestros métodos, imponiendo con un paro general, la creación de una comisión investigadora independiente.
El gobierno del Frente de Todos no puede garantizar independencia de poderes, imparcialidad, ni ninguna otra abstracción burguesa en su promesa de castigo a los responsables de la muerte de Facundo. No será el peronismo que ayer forjó la Triple A, que tiene una larga lista de desaparecidos en democracia bajo su gobierno y responsabilidad, que abrazó genocidas como Milani, y que hoy unta con miles de millones a una policía que suma un centenar de pibes asesinados por gatillo fácil, quien pueda garantizar verdad y justicia para nuestros muertos, como tampoco lo hizo el alfonsinismo de las leyes de impunidad a genocidas. No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.
No permitamos que el gobierno use el caso de Facundo para justificar cínicamente una reforma de su policía y su justicia de clase. Ni un pibe más muerto por la policía, nunca más desaparecidos a manos de las fuerzas de seguridad. Lograr verdad y justicia para Facundo y el castigo a los responsables, es una tarea que sólo puede resolverse desde la independencia de clase, con los métodos de la clase obrera: PARO GENERAL YA. Extendamos internacionalmente la bandera de lucha que ya levantan en las calles, las organizaciones obreras y la juventud negra norteamericana: ¡DISOLUCIÓN DE LA POLICÍA y de todas las fuerzas represivas del estado!
Ya contamos 3 semanas de intensa agitación en Bielorrusia, motorizada por el rechazo al fraude electoral con que el presidente Lukashenko pretenden prolongar su mandato. Ya van 26 años desde que asumiera por primera vez, en 1994. Las movilizaciones callejeras vienen marcando el pulso desde el 9 de agosto, y la bestial represión del régimen, lejos de debilitarlas, ha producido lo contrario. En las calles, la juventud de clase media tiene un papel importante, pero todos los observadores destacan la irrupción del movimiento obrero, especialmente sus batallones más concentrados de la industria.
Las marchas y protestas, que llevaron a unas 100.000 personas a las calles de Minsk el domingo 23 de agosto, son muestra de un movimiento espontáneo, con confusión de objetivos y con una dirección debilitada por la poca estructuración de la oposición nacionalista/liberal, pro reformas de mercado, que tiene como figura electoral a la candidata opositora, Svetlana Tijanóvskaya, actualmente exiliada en Lituania. El movimiento tiene extensión nacional, y no se concentra sólo en la capital, Minsk.
Bielorrusia es un país de 9,4 millones de habitantes, ex integrante de la URSS y luego histórico aliado de Rusia. En esa alianza, es el socio menor, pero no debemos pensar la relación cómo estamos acostumbrados: Bielorrusia concentra importantes centros de industrialización de materias primas rusas. Un elemento que alienta la actual crisis es la depresión del precio del petróleo a principios de año, ya que las refinerías bielorrusas exportan petróleo procesando el crudo que obtienen a precios subsidiados de Rusia. Además de esta estrecha relación económica, que ha tenido sus altibajos en los últimos años, también unen a ambos países acuerdos militares y elementos culturales históricos.
Es por esta relación con Rusia que muchos, incluido el bonapartista Lukashenko, etiquetan a las recientes protestas como “pro-occidentales” o pro Unión Europea, tratando de igualarlas al llamado Euromaidán que irrumpiera en Ucrania en 2014, llevando a la dimisión del presidente, y más tarde a una guerra civil. Lo cierto es que las movilizaciones no reivindican la entrada del país en la UE, cosa que era explícita en 2014 en Ucrania, y ni siquiera levantan consignas anti rusas. La propia Tijanóvskaya, desde Lituania, se ha cuidado de desmarcar las posiciones de la oposición de un enfrentamiento con Moscú, dejando claro que se trata de protestas que se limitan a defender la democracia a secas, es decir, la democracia burguesa de la cual la única experiencia que tiene el país son… los gobiernos de Lukashenko, vaya paradoja.
La Unión Europea (UE) viene de años de aflojar las sanciones que aplicaba a Bielorrusia por las violaciones a las libertades políticas del llamado “último dictador de Europa”, en un cuadro de revisión de relaciones con la propia Rusia, país con el que Alemania tiene importantes vínculos productivos, sobre todo por la provisión de materias primas, especialmente hidrocarburos. Frente al actual proceso, las autoridades de la UE se han limitado a emitir declaraciones y el viernes 28/8 votaron sanciones para algunas figuras del régimen.
Por su parte, Putín tiene que manejarse con prudencia en su relación con el país. Si bien apoyó a Lukashenko y la última semana avanzó en amenazar con una intervención directa en la crisis, tiene que, por un lado, mantener su relación con Trump y la UE, y por el otro, pondera más la estabilización de Bielorrusia que al propio Lukashenko, por lo que un sector de su partido político tiende lazos con los sindicatos bielorrusos que participan de las movilizaciones a través de la burocracia sindical de la Federación de Sindicatos Independientes de la Federación Rusa (FNPR).
EEUU, por su parte, no ha tomado una postura clara, y es que el peso de la crisis interna del imperialismo no sólo puede explicar esto, sino que es un elemento determinante en la serie de crisis políticas, de régimen y Estados, y los procesos de lucha de clases que están atravesando el mundo. La desorientación imperialista, de cara a las elecciones presidenciales de Noviembre y con un gobierno de Trump bastante golpeado por las consecuencias de la recesión económica, el mal manejo de la pandemia y el proceso de lucha contra la brutalidad policial y el racismo, son un elemento central de la coyuntura internacional.
Toda una serie de corrientes políticas, la resaca del estalinismo y todo tipo de populistas, se centran en el antagonismo entre EEUU y la UE, por un lado, y Rusia y China por el otro, para condenar las movilizaciones en Minsk y otras ciudades y dar su apoyo al Lukashenko y su régimen, que viene de arrestar a 7.000 manifestantes, matar a más de 3 y que cuenta todavía con desaparecidos en las últimas represiones. El basurero de la historia es el único sitio donde pueden ser bienvenidos estos nostálgicos del Gulag, nada tienen que ver con la izquierda revolucionaria y la vanguardia del movimiento obrero internacional.
La ofensiva imperialista sobre Rusia, y sobre todo sobre China, tiene que apreciarse desde el punto de vista del proceso histórico, no desde la lógica burguesa de la geopolítica. Se trata del problema de la asimilación de los ex Estados obreros, cuyas contradicciones explosivas se desarrollan en todo tipo de manifestaciones especificas en diversos territorios nacionales, con características determinadas. Estamos hablando de procesos tan disímiles como los de Hong Kong, Ucrania y ahora Bielorrusia, pero que son expresión de toda una etapa histórica. Volveremos sobre este problema nodal de la situación mundial más abajo.
Bielorrusia, como otros ex Estados obreros, sufrió un proceso de privatización de la industria a principios de los años 90. Sin embargo, este proceso de restauración capitalista “en frío” tuvo límites tempranamente, llevando a la renacionalización de gran parte de las empresas ya en 1994. Actualmente, el capitalismo de Estado en la industria alcanza entre el 75% y 80% del sector. Se trata de un proceso de renacionalización que también realizó, aunque más tarde, Rusia bajo el comando de Putín. Estos elementos sirven para señalar que la protoburguesía bielorrusa es particularmente débil, y no existen los llamados “oligarcas”, que monopolizan ramas industriales enteras (aunque no de la industria pesada) como fue el caso en Ucrania. Los sectores de esta protoburguesía junto a capas pequeñoburguesas son la base de la candidata opositora, que en realidad viene a reemplazar a su marido, un empresario detenido por el régimen.
Otra diferencia con Ucrania, importante desde el punto de vista sociológico, es la relativa debilidad del sector agrícola y en general de producción de materias primas, en relación a la industria. La industria heredada de la URSS se mantiene en Bielorrusia, mostrándose competitiva en algunas ramas como la de fabricación de maquinaria pesada y tractores, y en la semielaboración de productos primarios. Esta relación es bastante elocuente llevada a cifras: la agricultura, pesca y actividad forestal representan un 6,6% de la producción bruta, mientras la industria significa el 26%. El sector servicios, el de mayor peso en la economía, sustenta a otra fracción importante de la clase obrera, que incluso ha tenido un papel activo en las protestas como es el transporte, y también a amplios sectores pequeñoburgueses.
Cuando hablamos del peso económico de la industria, esto también se refleja en la política. Porque todas las facciones en pugna tienen un activo interés en ganar para sí la simpatía de la clase obrera. Ya hablamos de la federación sindical rusa, pero una actividad similar lleva a cabo la burocracia de la Confederación Sindical Internacional (CSI, a la que están afiliadas las CTAs y la CGT argentinas), sobre todo sus seccionales europeas ligadas por mil y un lazos a los Estados y patronales imperialistas de la UE. También la oposición nacionalista/liberal lanza llamados a la huelga para apoyarse en las fábricas, mientras Lukashenko tuvo una desagradable sorpresa cuando intentó darse un baño de popularidad en su visita a la fábrica de tractores de Minsk, y ahora envía a las autoridades locales a negociar con los trabajadores.
Las acciones obreras han sido importantes, incluyendo paros, asambleas en portones, columnas obreras en las marchas y reuniones con las gerencias y las autoridades locales para exigir la liberación de detenidos y rechazar las sanciones a trabajadores participantes de las movilizaciones, aunque no se terminó de concretar el llamado a huelga general. Tal es el peso de las medidas sindicales que tras las primeras manifestaciones de este tipo Lukashenko tuvo que liberar a los primeros detenidos. Lo novedoso es que estén desarrollándose este tipo de luchas en un país donde el derecho a huelga no está reconocido legalmente y donde la represión está a la orden del día. Mientras la propiedad estatal de las empresas se ha mantenido, Lukashenko viene aplicando un programa, en acuerdo con el FMI, EEUU y la UE, de sucesivas reformas, liquidando la negociación colectiva, imponiendo contratos laborales a plazo fijo, aumentando la edad jubilatoria e impulsando una constante baja del salario real por efecto de la inflación y la devaluación.
Por el momento, las acciones del proletariado van en contra de tener que pagar por las peleas entre las fracciones dirigentes. Utilizan a la oposición para enfrentar a su patronal. Las organizaciones sindicales, estatizadas, no cumplen un rol por lo que los trabajadores han constituido comités obreros, que buscan ser influenciados por la oposición. La lucha por una dirección que permita la intervención de forma independiente de la clase obrera se hace urgente, y es a la vez una tarea internacionalista que los revolucionarios de Europa, Rusia y del resto del planeta debemos apuntalar con toda seriedad y audacia.
La caída de la URSS significó para muchas corrientes la restauración capitalista plena y la reversión histórica total de la Revolución de Octubre. Sin embargo, el proceso resultó mucho más tortuoso para los capitalistas, porque se produjo en una etapa avanzada de la descomposición imperialista. Las privatizaciones, como proceso de reforma económica sin recurrir a una contrarrevolución abierta para destruir los cimientos del aparato estatal surgido de Octubre, y de las sucesivas revoluciones que expropiaron a la burguesía acabando con su dominación en determinados territorios a lo largo del siglo XX, demostró ser un fracaso como apuesta del imperialismo. Entonces, ese proceso de asimilación al capitalismo continúa en desarrollo, sin haber logrado tampoco las protoburguesías de los diferentes ex Estados Obreros, sobre todo Rusia y China, convertirse en nuevas clases propietarias dominantes. Esto no se define nacionalmente, sino en la arena mundial. El proletariado, a su turno, constituye aún una reserva para enfrentar los procesos de restauración en curso, aun cuando haya sido utilizado en diferentes oportunidades como base de maniobra de uno u otro sector de la burocracia restauracionista y/o de las capas pequeñoburguesas aliadas al imperialismo. Esta tragedia tiene como principal causa la crisis de dirección revolucionaria del proletariado internacional.
Es curioso cómo volvemos a leer sobre las situaciones revolucionarias objetivas, esta vez de manos del PO (t) y Altamira, un declarado viejo enemigo de Nahuel Moreno, al discutir los procesos en los ex Estados Obreros. Lo que olvida Altamira es que, para establecer tendencias objetivas, que no están descartadas, es necesario definir cuáles son las transiciones. Cuando Lenin discutía este problema, ya había definido a la fase superior del capitalismo, el imperialismo, como transición entre el capitalismo y el socialismo. En el proceso Bielorruso, debemos considerar el problema de la asimilación, que complejiza la discusión de transición mucho más. No sólo porque no está definido el papel de los ex Estados Obreros en el sentido de si las protoburguesías serán o no capaces, a partir de un ineludible conflicto violento, conquistar una posición como clase capitalista en el mercado mundial y el sistema de Estados o quedarán relegadas como lamentables subburguesías semicoloniales (y este es el programa del imperialismo), sino que también podemos incluso tomar la hipótesis de León Trotsky, que discutía que la dirección contrarrevolucionaria que dirigiera los procesos de restauración, en su contradicción de no poder conformarse en clase, generaría, en su relación con las leyes tendenciales de la economía mundial, un caos capitalista. Esta última hipótesis es para nosotros la que más se acerca al proceso real. Y frente a este caos, lo que se impone es torcer esta tendencia a partir de una dirección revolucionaria consiente.
Alejadas de esta discusión, las organizaciones del trotskismo centrista latinoamericano en sus notas hacen abstracción del carácter de clase del Estado en Bielorrusia, del proceso de asimilación y de las contradicciones establecidas por la descomposición imperialista, para repetir lo que dicen en cualquier otro lugar: se trata de un proceso “por la democracia” donde la clase obrera debe intervenir “de manera independiente”. Continúan atrapados en el esquema del transcrecimiento de la revolución democrática en revolución socialista que les enseñaron Moreno o Guillermo Lora. Pueden incluso levantar consignas como el “fuera Lukashenko”, como hace el Nuevo MAS, donde se impone preguntarse ¿para que venga quién? El Partido Obrero (oficial) nos habla de impulsar “una alternativa política propia de los trabajadores”, mientras el PTS ni siquiera hace referencia a los trabajadores, hablando simplemente de “la independencia política que logre el movimiento respecto de la oposición liberal y populista” ¿nos están hablando de una candidatura independiente en las próximas elecciones? Las discusiones de la conferencia latinoamericana del FIT-U así nos lo hacen pensar.
La crisis abierta por el fraude electoral en relación a la democracia como forma política es un punto de partida para impulsar la lucha obrera contra la restauración capitalista y sus aplicadores, cuyas diferencias en todo caso son en la velocidad de esta restauración. La dictadura de Lukashenko es represiva, encarcela a los luchadores y los reprime, ¿no pueden plantear los trabajadores de Francia y los chalecos amarillos, el movimiento negro del BLM y los obreros chilenos que la democracia burguesa hace exactamente lo mismo? El problema de la relación de las masas con la política está planteado a partir de la relación del proletariado con las palancas de la economía. No es necesario dar rodeos, el carácter histórico de la Revolución de Octubre sigue vivo. La democracia obrera es mil veces superior a las elecciones parlamentarias burguesas, y si los trabajadores, que se han convertido en eje de la situación en el país, pueden desarrollar esta experiencia, es a partir de golpear a Lukashenko y la oposición pro imperialista en la producción, con la huelga general y avanzando en el control obrero de las ramas económicas. Es claro que semejante proceso no puede detenerse en Bielorrusia, porque hasta el final la contradicción del imperialismo y la propia supervivencia de Putín pasa por el proceso de asimilación de Rusia. Por eso, es necesario que la lucha se fortalezca a partir de la intervención del proletariado ruso y de toda la región, con el apoyo decidido de la clase obrera europea y norteamericana, denunciando a viva voz el real contenido de explotación de la democracia imperialista. Es en ese sentido que el proletariado bielorruso debe pelear por su independencia, independencia de clase en tanto sujeto en el proceso histórico, no sólo levantando demandas “sociales y económicas” sino postulando su dirección política a partir de la administración de las cosas, de la que brota de verdadera democracia, la democracia proletaria. La lucha por una Federación Socialista, recuperando lo mejor de la experiencia de la URSS, como forma política de la dictadura del proletariado en su desarrollo internacional. Hasta el final, la lucha de los revolucionarios es por la regeneración de la vanguardia comunista, retomando las tareas que nos legó León Trotsky, luchando por la reconstrucción de la IV Internacional. A la luz de los complejos y riquísimos procesos que se desarrollan ante nuestros ojos es que llamamos a las corrientes que se reivindican por la dictadura del proletariado a una Conferencia Internacional para discutir los desafíos urgentes que tenemos planteados.
El 19 de Agosto, el rector de la Universidad Nacional de Cuyo Daniel Pizzi emitió una resolución que adopta “la definición de “antisemitismo” aprobada por la Alianza para el Recuerdo del Holocausto (IHRA). Esta disposición está en consonancia con la resolución N°114/2020 del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación, que invita a los organismos públicos y privados a que la adopten, y en sus fundamentos plantea que “El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto"(http://www.uncuyo.edu.ar/prensa/resolucion-ejemplar-la-uncuyo-adopto-la-nueva-definicion-de-antisemitismo )
Esta definición, que para el lector incauto puede parecer inocente y justa, en tanto condena una evidente aberración como lo fue el holocausto cometido por los nazis, en el contexto actual responde al lobby sionista al cual se rinde tanto Pizzi como el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y al que vienen adhiriendo distintos gobiernos latinoamericanos y de las principales potencias imperialistas. Querer endilgar el antisemitismo a quienes cuestionen a las “instituciones de las comunidades judías” es la forma predilecta que el sionismo ha encontrado para encubrir las atrocidades cometidas por sus “instituciones”, principalmente el Estado de Israel. Este enclave imperialista en Medio Oriente, responsable de cientos de miles de palestinos masacrados, desplazados y privados de sus derechos humanos más elementales, dirigido por el criminal Netanyahu, viene avanzando a paso firme no solo con sus mortíferas bombas, sino también con un permanente proceso de colonización sobre territorios palestinos. El holocausto del siglo XXI es precisamente el que sufren los palestinos en Franja de Gaza y que enfrentan dando su sangre por conquistar su libertad e independencia.
Para muestra de lo canallesco del accionar sionista, cabe destacar los recientes bombardeos a escuelas, la demolición de hospitales en medio de una pandemia, el asesinato de activistas y un sinnúmero de atrocidades cometidas día a día por este enclave genocida apoyado por los principales países imperialistas. El gobierno de Fernández, que en su primera salida al exterior como primer mandatario visitó a su par israelí y adhirió a dicha campaña sionista, sigue el camino de defender la impunidad imperialista en Palestina y en la misma línea se ha pronunciado en la UNCuyo el rector Pizzi.
Es por esto que rechazamos enérgicamente esta nueva avanzada sionista que busca convertir los actuales victimarios en víctimas y a acusar a toda organización que ose cuestionar las evidentes atrocidades cometidas por los sionistas como “antisemita”. Es por eso que levantamos bien alto las banderas del pueblo palestino y luchamos por la destrucción del Estado de Israel y la construcción de una Federación de Repúblicas socialistas del Medio Oriente que plantee como tarea ineludible la lucha antiimperialista y la eliminación de los gobiernos reaccionarios de la región como parte de un plan de edificación de las bases de una nueva organización social y económica basada en la dirección de la clase obrera. Luchamos por la revolución socialista como forma de acabar con las atrocidades de un capitalismo en descomposición, que se sirve de las ideas más reaccionarias como forma de defender los intereses de la burguesía.
Desde la COR siempre hemos denunciado el accionar genocida del Estado de Israel, mediante campañas públicas y promoviendo acciones de solidaridad internacional proletaria, las que, con motivo de repudiar el bombardeo de Israel al Líbano, nos valieron el accionar persecutorio del régimen universitario mediante imputaciones de militantes por realizar acciones de protesta en la UNCuyo.
Es por eso que llamamos a las organizaciones de izquierda a levantar una campaña común contra esta nueva avanzada del sionismo, exigiendo a los centros de estudiantes, a la FUC y a la FUA la lucha por la derogación de dicha resolución. Instamos a los sindicatos docentes y no docentes a pronunciarse en este sentido, y a unificar acciones en pos de la anulación de la resolución de Pizzi.
Debemos continuar este camino de lucha antiimperialista y para eso convocamos a las organizaciones revolucionarias para realizar una campaña común.
CORRIENTE OBRERA REVOLUCIONARIA- RAMA UNIVERSITARIA
El 21 de agosto de 1940, en la ciudad de México, era asesinado por un agente del stalinismo León Trotsky. Pero a pesar de este brutal atentado contra el desarrollo de la línea revolucionaria liderada por Trotsky, el imperialismo y sus agentes no han logrado deshacerse de él. Hoy, a 80 años de su muerte, cuando en el mundo se desarrolla una crisis económica de características históricas, en medio de una pandemia producto de la relación del capitalismo con la naturaleza, la burguesía sigue viéndose acechada por los fantasmas que creía ya bien muertos y enterrados. En su decadencia actual, una clase tan parasitaria como la burguesía vuelve a sentir que está en peligro. Y en cierta medida está en lo cierto, porque se ha comenzado a romper todo el andamiaje de posguerra y las instituciones y pactos con distintos Estados que sostenían su equilibrio mundial. Asistimos actualmente a una descomposición del imperialismo. Los procesos radicalizados que se dieron en EEUU después del asesinato de George Floyd por parte de la policía y que expresó una crisis política en el corazón del imperialismo, aún no se han podido resolver. Las ideas y acción revolucionarias de Trotsky siguen estando hoy vigentes como guía para los marxistas revolucionarios del siglo 21, que asumimos las tareas históricas de la lucha contra el capitalismo.
El legado teórico y político de Trotsky nos permite encarar estos desafíos desde una perspectiva revolucionaria. Es decir, aplicar el marxismo en tanto método de análisis de las relaciones sociales con el fin de transformarlas; o sea, en tanto guía para la acción revolucionaria.
Actualizar la teoría marxista implica avanzar en el recorrido hecho por Trotsky en cuanto a la Teoría de la Revolución Permanente. Esto es, así como él mismo decía: desarrollar el carácter de la revolución, su nexo interno y el método de la revolución internacional en general. Este último punto es el que debemos desarrollar al calor de los elementos de descomposición del capitalismo y los procesos de asimilación en los ex Estados obreros.
La idea permanentista que incorporó y desarrolló Trotsky es uno de los aportes más importantes a la teoría marxista. Ésta permite entender el desarrollo de los conceptos y sus transiciones, para el estudio científico de las leyes de la economía capitalista, sus instituciones -el sistema de Estados y las formas de Estado, como el bonapartismo-, los procesos de la lucha de clase en la relación con la revolución socialista y las etapas de la dictadura del proletariado. Esta teoría ha quedado tan olvidada, que quienes intentaron “actualizarla” lo que hicieron fue actualizar de forma reformista las tácticas para aggiornarse a la época de posguerra entre dos sistemas y así adaptarse a la conciencia vigente en ese periodo.
Trotsky tuvo que discutir, ante la traición de la III Internacional stalinizada, la recuperación del método y la mecánica del programa. Es por eso que elaboró el Programa de Transición, que, como él decía, nos deja en el umbral de la revolución. Hacía mucho hincapié en mostrar que este programa era un sistema de reivindicaciones transitorias que se proponía atacar las bases del régimen burgués. O sea, desarrollar una de las premisas estratégicas de la III Internacional en su fase revolucionaria, que era la de desorganizar a la burguesía.
La formación de la IV Internacional intentó crear una nueva dirección revolucionaria, con un programa de transición, que fue la expresión de las conclusiones de la Revolución rusa generalizada para todo un proceso. Planteó las tareas históricas del proletariado para destruir el sistema capitalista. Y lo expresó de esta manera: “La Cuarta internacional se puede definir en tres palabras: ¡Por la dictadura del proletariado!”
Sacar las lecciones programáticas de las distintas tendencias centristas que dirigieron la IV Internacional hasta su virtual desaparición es una tarea necesaria para recuperar el Programa de Transición de la influencia estatista, sindicalista y reformistas que llevaron a que muchas corrientes degeneraran y se adaptaran al sistema capitalista.
Reconstruir la IV internacional es intentar saldar la crisis de dirección revolucionaria y preparar la lucha por el poder, recuperar el programa de transición y desplegar la acción revolucionaria ante una crisis mundial que sigue su curso.
Los revolucionarios nos encontramos ante procesos históricos inéditos, un proceso de descomposición del imperialismo y un proceso de asimilación de los ex estados obreros. Pero tenemos herramientas teóricas y políticas legadas del marxismo. La teoría de Marx y Engels, la teoría de la revolución permanente, la teoría del imperialismo, la teoría del partido revolucionario, el programa de las internacionales en su fase revolucionaria, el programa de transición y tantas lecciones programáticas de procesos vivos de lucha de clase.
La TRCI intenta avanzar en el plano de la teoría y la práctica con la firme convicción de que debemos intervenir como una nueva generación de revolucionarios que rompa con las ideas de los centristas trotskistas de posguerra en la necesidad de regenerar al movimiento obrero y forjar una vanguardia revolucionaria que pelee por la reconstrucción de la IV Internacional, ya que opinamos que es la única forma que se puede recuperar la estrategia marxista.
Ante este escenario de crisis mundial, pandemia y crisis política en las principales potencias imperialistas llamamos a reorganizar las fuerzas del trotskismo que aun sostienen la necesidad de la dictadura del proletariado. La Conferencia Latinoamericana y de EEUU, llamada por el FIT-U (Argentina) mostró un gran límite, ya que en sus resoluciones no figuran ni la perspectiva de la dictadura del proletariado, ni la pelea por la reconstrucción de la IV. La aceleración de la crisis impone el llamado a una Conferencia Internacional, pero es imperativo que retome las tareas históricas e intente abordar la crisis de dirección revolucionaria al calor de la situación mundial convulsiva.
Nitrato de amonio, abandonado en cantidad de 2.750 toneladas, desde hace 6 ó 7 años según la fuente, en el puerto y a corta distancia del centro de la ciudad más importante de un pequeño país del mediterráneo oriental. Fue la causa inmediata de la voladura de Beirut, el martes 4 de agosto, que tuvo como saldo al menos 220 muertos, 7.000 heridos y la destrucción de viviendas de unas 300.000 personas. Entre los muertos, muchos trabajadores y la destrucción total de la oficina del Sindicato de Marinos del Líbano; aunque no se trata solamente de una masacre laboral: es la expresión cruda de la descomposición de las estructuras de un semi-Estado burgués. El puerto, manejado conjuntamente por 2 organismos estatales, la Autoridad del Puerto de Beirut y la Autoridad Aduanera, albergaba los silos de trigo con que se alimenta gran parte de la ciudad, que fueron destruidos. Y era la principal vía de comunicación del país. La anarquía capitalista y un Estado descompuesto son la explicación de la deflagración.
Luego de la conmoción inicial, las calles de Beirut volvieron a la efervescencia que viven desde septiembre del año pasado. Las movilizaciones, atizadas por la destrucción de la ciudad que endilgan correctamente al gobierno burgués y sus funcionarios, llevaron al enfrentamiento con las fuerzas represivas, a la toma de ministerios durante el fin de semana, hasta la caída del gobierno del primer ministro Hassan Diab el lunes 10/8. Aunque también se pide la cabeza del presidente Michel Aoun y del parlamento en pleno, lo que habilitaría el adelanto de las elecciones. Este “que se vayan todos”, que se identifica con el carácter espontaneo y con falta de claridad de objetivos de las movilizaciones con elementos semi-insurreccionales, no constituye un programa y deja abierto el debate sobre cómo debemos responder los revolucionarios y la vanguardia ante el problema del poder.
En El Líbano, el proceso de lucha se viene dando desde septiembre del año pasado, llevando a la caída del anterior primer ministro, Saad al-Hariri, en noviembre. No se trata de dos procesos independientes: la crisis económica y social en el país detonó en simultáneo con las movilizaciones en Irak, y también en otras regiones del globo, donde se destacan los procesos en Ecuador, Chile y otros países de Latinoamérica y el Caribe. Estos procesos, impulsados por el inicio de una caída acelerada del crecimiento de la economía mundial y un endurecimiento del mercado crediticio, que llevó a la crisis de deuda en El Líbano y Ecuador, no fueron derrotados. La pandemia y el ensayo general reaccionario de las políticas de cuarentena de los diferentes Estados, a lo sumo marcaron un impasse pero para nada cerraron los procesos y mucho menos solucionaron los elementos estructurales que los determinaban. Por el contrario, la pandemia aceleró de manera explosiva la crisis del capitalismo mundial. En El Líbano, de hecho se produjeron las primeras movilizaciones en medio de la cuarentena. Todo esto, mucho antes de la masacre del puerto de Beirut, que es un elemento que inflama aún más el estado de ánimo de los sectores en lucha.
Para comprender las fuerzas elementales que se debaten en El Líbano, debemos dimensionar la situación de la región del llamado Medio Oriente en su conjunto. El estallido de la crisis de 2008, de la cual la actual es continuidad pero no de forma lineal, produjo un proceso de lucha de clases en la región por el quiebre de las viejas instituciones estatales, que llevaron a la caída de dictaduras de décadas (Mubarak en Egipto, Ben Alí en Túnez, Gadafi en Libia). Este proceso de luchas fue derrotado y desviado hacia enfrentamientos fratricidas encabezados por direcciones contrarrevolucionarias como el islamismo o el nacionalismo burgués, por un lado, y la intervención abierta del imperialismo y sus agentes, en particular del gendarme israelí, enclave impuesto por el imperialismo para mantener el orden en la región. La derrota de estos procesos no significó una solución de los viejos problemas, todo lo contrario. El imperialismo, en el avance del proceso de su putrefacción estructural, agudizó todas las contradicciones, deteriorando aún más las estructuras de los semi-Estados, que en Medio Oriente en particular son aberrantes construcciones impuestas en el período de entre guerras por componendas entre las viejas metrópolis coloniales: Francia e Inglaterra. La actual etapa de la crisis, agudizada por la pandemia, acelera las tendencias centrífugas que presionan a cada semi-Estado de la región. Y sobre esas tendencias es que podemos entender la influencia de Irán, Turquía y Arabia Saudita, y otros tantos semi-Estados que defienden intereses de sub burguesías que intentan acomodarse ante el tambalear del equilibrio del sistema de Estados y la anarquía económica y social determinada por la descomposición imperialista.
En particular, la crisis abierta del semi-Estado libanés se tornó en fractura expuesta a partir de una aceleración de la fuga de capitales del sector financiero a mediados de 2019, que condujo a la devaluación de la libra y a una inflación del 60%, aumento del desempleo y del hambre, a partir del encarecimiento de los alimentos básicos como el trigo y el pan. Esta situación social se torna en un cuadro dantesco si le sumamos la cantidad de refugiados palestinos y, más recientemente, provenientes del éxodo sirio provocado por la guerra civil. Luego de la caída de Hariri, el gobierno de Diab decretó el default de la deuda, que alcanza la friolera del 170% del PBI del país. Las negociaciones con el FMI para habilitar uno de sus créditos de rescate, condicionados por las conocidas medidas de ajuste, cruza la situación, hasta la actualidad. Luego del estallido del puerto, Macron también aparece como supuesto benefactor, condicionando a su vez un rescate de donantes de la ONU a una comisión investigadora independiente, es decir, manejada por la ex metrópoli con sede en París, para la reconstrucción. Desde el aspecto militar, el asedio de las fuerzas de defensa israelíes en la frontera son una constante, más después de la guerra de 2006.
La incapacidad para controlar el puerto y la banca, los dos pilares económicos del país, por parte de la sub-burguesía libanesa, demuestra su grado de parasitismo, y la descomposición absoluta del Estado que dirigen. Las fuerzas centrífugas determinadas por la anarquía capitalista y la descomposición imperialista lo carcomen desde los cimientos. El movimiento obrero debe oponer a esta tendencia a la barbarie el control obrero de las ramas, empezando por la necesaria reconstrucción de la infraestructura. Claramente, esto no es posible sin enfrentar hasta el final las fuerzas del aparato burocrático militar que siguen en pie.
Sectores de la izquierda, como el Nuevo Mas o el PTS, soslayan estos elementos estructurales que determinan la actual crisis en El Líbano. O sólo consideran las determinantes internacionales desde un punto de vista geopolítico, típicamente el PO. Es innegable que El Líbano está atravesado desde su constitución como Estado burgués por un mosaico de comunidades étnico-religiosas que han llevado a un engendro de régimen político en su cima. El régimen libanés es un acuerdo entre facciones político-religiosas que pretende asegurar un “equilibrio” entre las diferentes direcciones burguesas y pequeño-burguesas: el presidente debe ser cristiano maronita, el primer ministro suní y el presidente de la Asamblea Legislativa un chiíta. Es una ilusión resolver este problema a través de una reforma de tipo constitucional (Asamblea Constituyente), democratizando el régimen a partir de un sistema de voto proporcional “a la francesa”. Aunque parezca contradictoria, fue la Francia de la revolución burguesa y su igualdad ante la ley (igualdad abstracta) la que determinó que el régimen burgués en su ex colonia tuviera esa forma determinada, pero no lo es: la semicolonia no se desarrolló a imagen y semejanza de la metrópoli, sus deformaciones bajo la ley del desarrollo desigual y combinado están determinadas por el desarrollo (descomposición) del sistema imperialista. Y esto sucede con el conjunto de la región. No hay que olvidar que la creación de estos semi-Estados “independientes” y separados en Medio Oriente es un aborto imperialista, coronado en 1948 por la creación de Israel.
Para acabar con la dominación imperialista en la región, con los mandatos de Francia y demás potencias europeas, de EEUU y el FMI, que negocian sus términos de dominación sobre terreno literalmente arrasado, el programa es el de la destrucción de Israel y la lucha por una Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente, como forma estatal de la dictadura del proletariado. Es necesario preparar una dirección obrera a la altura de los procesos que seguramente se profundizarán. Es lo que fundamenta el llamado que desde la COR Argentina y la TRCI venimos haciendo a una Conferencia Internacional de aquellas corrientes que defiendan la dictadura del proletariado, que intente abordar la crisis de dirección revolucionaria al calor de la situación mundial convulsiva.
El festejo del conjunto de las fracciones burguesas, pequeño burguesas y toda la burocracia sindical por el acuerdo de la deuda con los acreedores privados muestra una vez más -si hacía falta- el parasitismo de una clase que no produce nada y que debe vivir a expensas de la explotación de los trabajadores. Debe ser servil al capital extranjero para sostener al semi Estado. Para pagar la deuda con los fondos privados y con el FMI en un futuro acuerdo, el gobierno ya se prepara para algunas reformas como la laboral, previsional y la recién presentada reforma judicial. En el plano económico es un ajuste en todas las líneas, devaluación, acuerdo de precios y salarios, liberación de tarifas, entre otras medidas.
El festejo se produce en medio de un aumento de contagios y muertes por la pandemia, en que el gobierno se jacta de haber invertido 200 pesos por día con el IFE para más de 9 millones de trabajadores desocupados y un subsidio sideral a las empresas para garantizar parte de los salarios. Y gran parte de esa plata para subsidiar a los empresarios y las migajas para el conjunto de la población salió de los fondos de la ANSES, es decir, de la plata de los jubilados y de los futuros jubilados. Todo un mensaje.
Todas las alas de la burguesía y los partidos patronales estaban a favor de que se llegara a un acuerdo con los fondos privados. Una vez acordada la entrega, las distintas fracciones capitalistas también llegaron a la conclusión que se puede presionar y conseguir todo lo que pidan, después de conocer cómo negocio la deuda el gobierno. Y en esta conclusión no se equivocaron. El gobierno cedió en absolutamente todo, por eso no pueden ni siquiera presentar como una quita de deuda, sino sólo una extensión de los plazos de pago y una reducción de intereses. La euforia del acuerdo les duró poco, ya que la brecha del tipo de cambio siguió en aumento. Además, el supuesto ahorro que dicen haber conseguido es ficticio, porque esa plata no la tenía el Estado para pagar. Simplemente.
La oferta original de Guzmán, allá por abril de este año, comprendía reconocer alrededor de U$S 40 por cada U$S 100 adeudados. Ahora, el Gobierno está reconociendo U$S 54,8 de cada U$S 100 adeudados. Podría decirse que logró reducir un 45% la deuda, pero eso no es así, ya que se comprometió a pagar el 98% del capital de los títulos de propiedad de la deuda y, si los bonistas pretenden capitalizar el acuerdo, esos bonos los adquirieron en el mejor de los casos a U$S 30. Fenomenal ganancia.
El peronismo quiere mostrar este acuerdo como un acto de soberanía e intenta presentar que tuvieron que hacerlo por el endeudamiento de Macri. Pero debemos recordar que la reestructuración de Guzmán comprende una parte importante de deuda emitida durante los gobiernos kirchneristas. Ambas fracciones burguesas han demostrado su subordinación al imperialismo. La relación de una semicolonia como la Argentina, no es de dominación, sino de dominado, es por esto que no existe una burguesía independiente, sino que depende de los designios de los países imperialistas.
Lo que debemos dejar en claro es que un Estado burgués se financia con impuestos y deuda pública. El mecanismo de la deuda externa implica tomar capital a préstamo y pagar anualmente a sus acreedores cierto interés por el capital prestado, en este caso, los fondos privados y, dentro de poco el FMI. En este caso hay una particularidad entre el Estado y el prestamista, el acreedor no puede romper con su deudor, sino vender el crédito, su título de propiedad, ya que el capital ya ha sido consumido, gastado por el Estado, ya no existe. Para este tipo de capital ficticio es, como diría Marx, valor pasado. El capital de la deuda pública sigue siendo capital puramente ficticio cuyo valor no corresponde con algún capital real.
Otras de las características del Estado burgués es que mediante las actividades de este no se produce ningún plusvalor. El estatismo es una política que intenta negar esta característica de los Estados tratando de que éste salve ramas de producción para seguir manteniendo a capas parasitarias. Por ejemplo, la estatización de empresas. Para pagar la deuda estatal, es decir, los intereses de los bonos que los acreedores logran capitalizar, ese dinero sólo puede salir de un sólo lugar, que es donde se produce el valor y el plusvalor. Nos referimos a la producción, a la explotación de los trabajadores. El canje por nuevos bonos, sus intereses y sus plazos están determinados por el nivel de ajuste a la clase trabajadora que está dispuesta a implementar nuestra clase enemiga. Es, en realidad, un derecho sobre el trabajo futuro que producirá supuestamente el plusvalor del que el interés (una retribución por la pura propiedad) será una parte.
Así se pagan las deudas en el sistema capitalista, creer que esa plata que destinan los gobierno para pagar la deuda externa se podría destinar para otras cosas, es totalmente delirante, es plata que no existe. Por eso no pagar la deuda externa significa una pelea por la destrucción del Estado burgués, atacando al régimen burgués en su base, en la producción.
Esta semana, la ciudad de Córdoba fue testigo de un nuevo asesinato a manos de la nefasta policía de la provincia. Blas Correas, joven de 17 años, fue acribillado por la espalda por agentes apostados en un control de circulación, de los que abundan en los barrios, rutas y en cada puente de la ciudad desde que se dictara la cuarentena por el gobierno de Fernández. Incluso, este control represivo del territorio viene de mucho antes, a partir de la política de seguridad del gobierno de Schiaretti. Tal es la conmoción generada por el caso, que el gobierno se vio obligado a relevar a la cúpula policial de Córdoba Capital, un cambio cosmético para sostener la política represiva de siempre.
Los asesinados durante la cuarentena a manos de las fuerzas represivas ya cuenta 5 en la provincia. Se suman a muchos otros casos a nivel nacional, como el de Luis Espinoza en Tucumán y la desaparición de Facundo Astudillo Castro en Provincia de Buenos Aires. En nuestra ciudad, las detenciones arbitrarias y los “verdugueos” a la juventud de los barrios son moneda corriente, ahora “legalizada”, y apuntalada por la presencia de la gendarmería y el ejército. Venimos de una importante marcha por la aparición con vida de Facundo, a 3 meses de su desaparición, y se prepara una nueva marcha nacional contra el gatillo fácil.
Mientras los sindicatos siguen en su tregua permanente, dándole la espalda a la juventud que sufre los abusos de las fuerzas represivas en los barrios, tenemos la responsabilidad de llevar el reclamo por justicia para Blas Correas, Luis Espinoza y tantos más, y por la aparición con vida de Facundo, al interior de las organizaciones obreras. Las fuerzas represivas del Estado, con la policía de Córdoba a la cabeza, son las mismas que reprimieron a los trabajadores de la UTA, del SUOEM, del sindicato de municipales Jesús María y de la Bagley de capital. Sólo por enumerar las represiones recientes, sin olvidar el histórico rol antiobrero de estos perros guardianes del capital. Impulsemos en cada plenario y asamblea de los sindicatos de base de la CTA una exigencia contundente: los policías no son trabajadores. ¡Fuera los sindicatos policiales de la Central! ¡Disolución de la policía! Extendamos internacionalmente el ejemplo de los sindicatos estadounidenses los que, tras el asesinato de George Floyd, exigen la expulsión de las organizaciones policiales de las centrales obreras.
También el movimiento estudiantil debe tomar en sus manos esta pelea. Que la FUC y los centros de estudiantes abran sus puertas y organicen la lucha contra la represión. ¡Que la policía se vaya de la UNC!
Ni un pibe más muerto por la policía, nunca más desaparecidos a manos de las fuerzas de seguridad. Lograr verdad y justicia es una tarea que sólo puede resolverse desde la independencia de clase, con los métodos de la clase obrera: ¡Paro General ya! Justicia para Blas Correas.