Por Tendencia Trabajadores Trotskistas dentro de la COR
Este no es un día festivo, es un día de lucha. Hace más de un siglo que este día pasó a la historia, a propuesta de las revolucionarias rusas, conmemorando la memoria de las obreras textiles de la fábrica Cotton que fueron asesinadas por hacer una huelga por mejores condiciones de trabajo. La fecha fue tomada en todo el mundo como símbolo de la lucha por la liberación de las mujeres, transformándose en el día en que se vuelve a poner sobre la mesa la desigualdad y la doble opresión que el capitalismo ejerce sobre las mujeres, y que tiene su origen material en la explotación capitalista, pero se remonta a los orígenes de la propiedad privada, y se basa fundamentalmente en el rol asignado a las mujeres en general y a las trabajadoras en particular.
Hace más de 100 años que las mujeres en el mundo luchan por la igualdad, pero hubo un lugar y un momento histórico en el que se concretaron muchas de sus reivindicaciones acercándose como nunca en la historia reciente a esa igualdad: la Revolución Rusa en sus primeros años. Y esto no fue casualidad, porque esa revolución fue una revolución obrera que cambió de raíz lo fundamental, la propiedad privada de los medios de producción, para empezar el camino de dar fin a la explotación y a todo tipo de opresión. Ese camino fue truncado por la burocracia estalinista, traidora y contrarrevolucionaria.
Si bien es cierto que las mujeres, como mayoría oprimida de la sociedad capitalista, desde hace más de un siglo dan importantes muestras de fuerza cuando se disponen a pelear contra la opresión y en defensa de lo conquistado, también lo es que toda conquista que se le arranca al yugo del Capital siempre está amenazada y en riesgo debido a las necesidades cambiantes del sistema y de los gobiernos que lo administran, más en estos momentos de crisis y descomposición.
Este 8M será la segunda vez que se conmemore el día de la mujer trabajadora bajo el gobierno reaccionario de Milei, que desde que asumió aplica una política de ajuste brutal y ataque a las conquistas contra toda la clase trabajadora, justificándose en un supuesto combate a “la casta” y a lo “woke” para intentar dividir a los trabajadores.
Así tenemos a los despidos en el Ministerio de la Mujer, los ataques a la comunidad LGBT (que legitiman las agresiones físicas a ese colectivo), la destrucción de la salud y la educación pública (cuya mayoría trabajadora son mujeres), vía recortes de presupuestos y despidos, la informalidad laboral femenina que trepó al 38,7% (lo que significa otra generación que no podrá jubilarse), el incremento de la brecha salarial entre hombres y mujeres (que pasó del 25,3% en 2023 al 27,7% para este año), la caída de la moratoria que hizo que cerca del 90% de las mujeres no puedan jubilarse, etc.
Pero no hacemos este raconto para desanimar. A pesar de los atropellos, el gobierno no pudo evitar la respuesta de la clase trabajadora en las calles –muchas veces debilitada por sus direcciones–: las marchas universitarias, el 8M del año pasado, la marcha antifascista y antirracista de febrero, la toma del Hospital Bonaparte contra los despidos, fueron todas acciones contra las que el gobierno no pudo aplicar el protocolo antipiquetes. Y allí donde lo aplica (como contra los jubilados) no logra derrotar la movilización. En las provincias hay motosierras de todo tipo, y todas apuntan su filo hacia el mismo lado, replicando la ofensiva general contra la clase obrera y los sectores más empobrecidos de la sociedad.
No hay que caer en la falsa dicotomía que plantea el peronismo, de “democracia o fascismo”: por más reaccionario que sea su discurso no estamos frente a un gobierno fascista. Se trata del bonapartismo al que tiende la democracia burguesa para perpetuar la defensa de sus intereses de clase. Si se ha llegado a esta situación se debe a que al peronismo, que es el que controla casi todos los sindicatos y que ha cooptado buena parte del movimiento de mujeres, le viene bien que Milei haga el trabajo sucio de ajustar a los trabajadores, de atacar las concesiones arrancadas con la lucha y la movilización de las mujeres, de una manera que ellos no podían hacer sin entrar en crisis con su base política (de paso aprovechan para hacer negociados, como Kueider por plata, o Sáenz para presupuesto para obras). Mientras tanto, contra lo que denominan fascismo, llaman a prepararse para las elecciones, desviando todo proceso de lucha y reivindicación a la salida electoral.
En ese sentido para poder luchar por las reivindicaciones de las mujeres y las disidencias sexuales no se puede poner ninguna confianza en las corrientes burguesas, porque las reivindicaciones sociales que se conquistan no perduran si el capitalismo continúa. El hecho de que Cristina Fernández de Kirchner que es presidenta del PJ, se dedique a chicanear por X mientras los organismos del PJ y toda la burocracia obtura y dilata el enfrentamiento abierto contra las políticas de Milei, sirve para ilustrar que siempre los intereses de clase van a pesar más, sin importar cuántas mujeres ocupen cargos de dirección o cuántas mediaciones del estado burgués surjan.
Por eso mismo defendemos cualquier concesión que se le pueda arrancar al estado burgués con la lucha y sea una legítima conquista del movimiento de mujeres. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es generar expectativas en que las reformas de un estado burgués en decadencia puedan terminar con los padecimientos y la opresión de las mujeres y de la comunidad LGBT.
La marcha de febrero convocada bajo la consigna “antifascista y antiracista” demostró que el gobierno puede recular frente a una acción de masas (pues desistieron, por ejemplo, de eliminar la figura del femicidio) pero no es suficiente.
Las mujeres, como parte considerable de la clase trabajadora, tenemos un puesto en este combate para terminar no sólo con la explotación sino también contra todo vestigio de opresión.
En todos los ámbitos de debate y organización de lucha de las mujeres, es necesario pelear por un programa que rompa con la conciliación de clases. La burguesía en tanto clase explotadora, junto a todas sus corrientes políticas, aun las que se reivindiquen feministas, es enemiga de las mujeres y su liberación. Este es el principal escollo que aparece por ejemplo en el ENM, cuya composición policlasista determina los límites de sus definiciones políticas, aunque muchas veces la fuerza de las mujeres que se organizan en él dan impulso a la movilización.
Es un desafío de las organizaciones políticas que se reivindican revolucionarias, pelear por el programa de la revolución socialista en toda lucha de las mujeres –sin por eso dejar de impulsar aquellas reivindicaciones que tengan fuerza, como la defensa del derecho al aborto, y signifiquen un alivio o mejora en las condiciones de vida de la mujer trabajadora en esta sociedad–. Luchar contra la utopía reaccionaria de la vía reformista, explicar pacientemente que el machismo no terminara si no terminamos primero con el capitalismo en el que se apoya. La lucha contra la opresión a la mujer trabajadora debe ser tomada por toda la clase obrera, por eso hay que llevarla a nuestra intervención cotidiana: la recuperación de los sindicatos para desorganizar a la burguesía y construir el partido revolucionario, tomar el poder y comenzar la construcción del socialismo.
Por último, este 8 de Marzo no podemos olvidar que la lucha por la liberación de la mujer trabajadora también es parte de la pelea por derrotar al capitalismo en todo el mundo. En ese sentido, y como parte del homenaje a las obreras y mujeres revolucionarias que dedicaron su vida a esta pelea, levantamos las banderas de los pueblos oprimidos del Mundo, desde las mujeres de Gaza resistiendo el genocidio de Israel y el imperialismo, las mujeres latinas expulsadas por Trump, el “amigo” de Milei, hasta cada uno de los procesos de lucha en los que siempre las mujeres de nuestra clase cumplen un rol fundamental.
¡VIVA LA LUCHA DE LA MUJER TRABAJADORA!
¡VIVA LA CLASE OBRERA!
¡POR LA DERROTA DEL CAPITALISMO EN TODO EL MUNDO!
¡POR EL FIN DE LA EXPLOTACIÓN Y TODO TIPO DE OPRESIÓN!
Por COR Chile
Preparemos a nuestra clase en la lucha contra el capitalismo imperialista
El 8 de marzo es el día internacional de la mujer trabajadora. Conmemoración forjada con la lucha valerosa de cientos de miles de mujeres activistas y revolucionarias desde los inicios de la actual etapa de descomposición del capitalismo, el imperialismo. Ora por los derechos políticos, por los derechos reproductivos, por la igualdad social y contra la explotación del capital, fuente de esa doble opresión. Fue la revolución de febrero en Rusia (el 8 de marzo para el calendario gregoriano) la que coincidió con la conmemoración del día Internacional dela mujer trabajadora, que tuvo como protagonista indiscutible a las obreras rusas, cuyo impulso puso en marcha el derrocamiento del zar que inició el proceso que llevara a la victoria al proletariado, inaugurando la era de la revolución proletaria.
Durante decenios el capitalismo ha intentado cooptar, absorber, domesticar esta conmemoración, con el fin de confundir a la mujer trabajadora en las filas de la mujer burguesa. Los feminismos de conjunto, como una expresión pequeñoburguesa, han diluido el carácter de clase de la luchas de la mujer, levantando reivindicaciones propias del arribismo burgués (participación de la mujer en directorios de empresas o en instituciones burguesas) o con expresiones separatistas para fragmentar las filas obreras.
Cientos de organizaciones autodenominadas revolucionarias, abandonaron sus larvados programas para levantar la bandera “feminista”, provocando la disgregación de los programas y las luchas políticas, para sumarse a las agendas identitarias quitando el filo revolucionario a la lucha por la liberación de la mujer de toda forma de opresión.
El regreso de Trump a la presidencia de EEUU, con su línea de imponer un reordenamiento mundial, deja al descubierto el carácter del imperialismo que es reacción en toda línea. Una reacción que se juega a asestar duros golpes sobre el proletariado internacional, pauperizando a la clase de conjunto y empeorando las condiciones sociales de la mujer obrera.
Ante esto se levantan voces de que la lucha es “contra el fascismo” o contra una supuesta “restauración conservadora”. Estas consignas encubren el carácter reformista de su orientación, pretendiendo una vez más diluir la lucha contra la descomposición capitalista y la ofensiva imperialista en una lucha por maquillar el régimen burgués.
En Chile, luego de más de 3 años de un gobierno “feminista”, el carácter reaccionario de este bonapartismo pequeñoburgués, nos recuerda el apoyo dado de amplios sectores a esta farsa de “lucha contra el fascismo”. El balance vuelve a ser que se perdió la oportunidad de “conquistar derechos” con la derrota del proceso constituyente. Preparan un escenario preelectoral donde los actuales administradores, y parásitos menores, de los negocios capitalistas, posen de abanderados de los derechos democráticos. Los mismos que blindaron con impunidad a represores y asesinos, que encarcelaron a luchadores, que despojan a pobladores de sus viviendas, que militarizan el país ante cada oportunidad, que criminalizan la protesta y la pobreza, que encubre desapariciones como Julia Chuñil, volverán a mostrarse como la alternativa o “mal menor” ante el fortalecimiento electoral de tendencias ultrareaccionarias. Tendencias que, como la de Milei en Argentina, se van debilitando al calor de su propia decadencia y de las luchas obreras.
Es necesario recuperar el 8 de marzo como un día de lucha de la mujer trabajadora, un día de nuestra clase en su lucha por la emancipación.
Paso a la Mujer trabajadora
Recuperemos nuestras organizaciones para la lucha
Por un Congreso de delegados de base de la clase trabajadora
Luchemos por la aparición con vida de Julia Chuñil
Las calles de las grandes capitales del mundo se inundaron de manifestantes en solidaridad con las mujeres palestinas, uno de los sectores de la clase obrera mundial más oprimido y vulnerado de los últimos tiempos, con quienes expresamos nuestra solidaridad y levantamos como bandera del proletariado revolucionario internacional por el fin de la explotación y la opresión en todo el mundo. ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Medio Oriente!
Estos actos progresivos, sin embargo, también se encuentran atravesados de múltiples contradicciones. La decadencia imperialista y los elencos dirigentes de sus Estados a nivel mundial están intentando desarrollar una nueva polarización ideológica entre los “woke” y la “ultraderecha”. Sin duda, los ataques de personajes como Trump o Milei a los colectivos que se identifican con las minorías son aberrantes y los repudiamos, pero entre sus “enemigos” se encuentran otros opresores disfrazados como amigos de las luchas contra la opresión: los imperialistas del PD norteamericano, las burocracias sindicales adictas a los Estados imperialistas y semicoloniales y todo tipo de variantes de conciliación de clases. Estas pantomimas de enfrentamientos de la “batalla cultural” ocultan sistemáticamente el carácter de clase de la opresión y la explotación y buscan confundir al proletariado en cuanto a quiénes son sus verdaderos enemigos: las burguesías y sus Estados. Quedan muy atrás las demandas de reformas para “conquistar derechos” de los márgenes de una democracia burguesa cada vez más podrida y represiva. Los movimientos estatistas en los que pretenden encorsetar a las minorías identitarias no pueden ofrecer concesiones estables dentro de esta situación. Mientras tanto, las consecuencias de la crisis económica y el recrudecimiento de las tendencias guerreristas de la situación mundial son siempre descargadas sobre las espaldas de la clase obrera.
El único programa capaz de llevar hasta el final la liberación de la opresión contra la mujer y las minorías es el de la revolución socialista. De lo que se trata no es de “fortalecer los Estados” burgueses, sino de destruirlos en forma revolucionaria. Es necesario recuperar el 8M como un día de lucha, organización y combate de nuestra clase, con la mujer trabajadora en la primera fila, por la liberación de la mujer de toda forma de opresión que inscribirá la clase obrera en la tumba del capitalismo. ¡Paso a la Mujer Trabajadora! ¡Por la revolución socialista mundial!
El presidente Milei dio su discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso con la mitad de la sala vacía por la ausencia de los legisladores de Unión por la patria, la izquierda y varios gobernadores. De la UCR el único que se presentó fue Manes, quien tuvo un escandaloso cruce con Santiago Caputo.
La llegada al Congreso fue acompañada por cacerolazos en las inmediaciones de la plaza dos Congresos y una casi nula concurrencia de simpatizantes para saludar el paso de la comitiva presidencial. En la transmisión de cadena nacional se llegó al ridículo de decir que los ruidos de cacerola eran las fanfarrias de la banda de los granaderos del alto Perú.
Lo que demostró el discurso del presidente es que aun no logra salir del escándalo de la estafa de la criptomoneda, lo que le ha hecho perder autoridad y poder ante un régimen político decadente. Se ha vuelto a poner en cuestión la relación del régimen con las masas y este escenario debilita aún más las posibilidades de negociar con el imperialismo como garante del orden institucional y pagador de deudas. Su discurso se centró en llevar a la Argentina a una mayor sumisión al imperialismo norteamericano, vía acuerdo con el FMI, ruptura con el Mercosur y tratado de libre comercio. Es decir, intenta preparar al régimen político y sus instituciones para una relación más directa de dominación del imperialismo, en su fase más decadente. Esto lo demuestra, por ejemplo, la designación de los jueces a la corte por decreto, recordando que Mansilla es un representante directo de las petroleras y las mineras.
Todos los indicadores de mejoras económicas fueron un verdadero delirio de fake news, colocó a Kicillof como opositor y dejó en claro que la apertura de las sesiones en el Congreso eran a la vez apertura y clausura: sólo va a habilitar el Congreso para intentar aprobar el acuerdo con el FMI. Prometió hacer miles de reformas, apelando a la frase de Macri de “reformismo permanente”, pero aclaró que había que esperar los resultados electorales de este año para ver si había “más violetas” en el Congreso.
Su discurso mostró lo acorralado que está ante la estafa del criptogate, pero también desnudó la decadencia y complicidad de la oposición burguesa y la burocracia sindical, que ante un escenario de crisis política apuestan a sostener al gobierno y ganar tiempo para rearmar un recambio burgués que llegue a contener desbordes de lucha de clases más agudos.
Esta crisis no puede ser resuelta dentro de los límites del régimen burgués, debemos intervenir como clase y dar una salida obrera a la crisis. Es decir, enfrentar de forma revolucionaria a este semi Estado burgués y al imperialismo con la fuerza de la clase obrera en las fábricas y lugares de trabajo. Hay que preparar las condiciones para un paro general activo que se vote en la base, expulsado a la burocracia sindical de nuestras filas, para golpear en la producción a la clase parásita que es la burguesía.
No va a ser con la sumatoria de movimientos o sólo en las calles donde vamos a derrotar al gobierno de Milei. Tenemos que destruir al Estado, desorganizar a la burguesía y organizar a los trabajadores detrás un partido revolucionario con un Programa de Transición que contenga las demandas inmediatas unidas a una salida revolucionaria y socialista.
Hay que ocupar los lugares de trabajo ante los despidos en estatales y ocupar las fábricas ante los ataques de la patronal en complicidad de la burocracia sindical. Control obrero, escala móvil de horas de trabajo y salario, monopolio del comercio exterior son parte del programa transicional que condensa lo más avanzado de la experiencia histórica de la clase obrera y apunta a desarrollar la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista para sentar las bases del futuro poder obrero. Tenemos que abrir este debate entre los activistas y luchadores que se forjaron en los últimos años y combatir la perorata de conciliación de clases a la que nos quiere llevar con estupideces como “democracia o fascismo”, “el amor vence al odio”, un “ajuste amigable” o “derecho al futuro”. Todo eso es una estafa a nuestra conciencia y debemos dar lucha política para que no confunda a nuestra clase.
Por un paro contundente de la docencia en todo el país el 5 de marzo.
Por un paro de todas las universidades con toma para el 17 y 18 de marzo.
Por un congreso de delegados de base con mandato, para preparar un paro general activo.
Tenemos que echar a Milei. Por una revolución obrera y socialistas. Por un gobierno obrero.
El gobierno de estafadores libertarios comenzó el año elevando la presión para mantener los salarios obrero por debajo de la inflación. Ni hablar de la recuperación de lo perdido desde diciembre de 2023. Su discurso anti Estado es otra de sus estafas: a través de la secretaría de trabajo, aplica todo el peso de la legislación laboral para negar la homologación de todo acuerdo de rama que no sea del gusto de Caputo y Milei. Todo en beneficio de las patronales, que así no están obligadas a pagar incluso los míseros acuerdos que negocia con las conducciones sindicales.
El caso más resonante es el de los metalúrgicos. El secretariado nacional, con Abel “Chamullo” Furlán a la cabeza, bajó tres veces las pretensiones para cerrar el acuerdo salarial pendiente desde noviembre de 2024. Sin embargo, aún cuando luego de esas agachadas las cámaras patronales firmaron el acuerdo paritario, a la fecha la secretaría de trabajo alega “cuestiones de forma” para no habilitar la homologación. Así, los metalúrgicos no recibimos aumento nominal de nuestros magros sueldos desde octubre del año pasado. Esto significa que el salario en términos reales, es decir, medidos por su poder adquisitivos, se reducen mes a mes al ritmo de la inflación. Y hace rato están en la lona.
La burocracia sindical patalea y saca comunicados. Lo mismo que hace con la denuncia de las decenas de miles de despidos y suspensiones en la rama producto de la crisis económica a que lleva la política recesiva del gobierno nacional, bancado por los gobernadores y la casta del congreso. Y nada más que eso, ni una medida de fuerza para imponer a las patronales el aumento que necesitamos los metalúrgicos, sobre todo los de la rama 17 que no llegamos a la mitad de la canasta de consumos mínimos mensuales calculada por ATE INDEC en $1.600.000 al mes de enero.
En la seccional Córdoba, Urbano no se sale del libreto: los reclamos y quejas abundan pero a la hora de pelear contra los despidos en las diferentes empresas, no saca ninguna medida conjunta y deja a los compañeros y delegados peleando fábrica por fábrica, ¡como si la crisis no fuera generalizada para toda la rama! Ni hablar de salir a pelear por el aumento igual a la canasta básica, como se ha planteado en los congresos seccionales; ni siquiera hay voluntad de imponer el pago de lo ya firmado a las empresas.
Cuestionar la intervención del Estado en las relaciones laborales va en contra de la ideología y de los propios intereses de la burocracia sindical peronista. Por eso, no pueden enfrentar el techo salarial impuesto por Milei y su gobierno a través de la no homologación de acuerdos, ni la imposición de conciliaciones obligatorias para bloquear las medidas de fuerza de los trabajadores. El Estado juega para las patronales, la burocracia sindical que dirige los gremios es la tercera pata de esa Santa Alianza.
La situación no da para más. No podemos permitir más despidos, ni acuerdos de rebajas salariales y suspensiones para que la crisis la paguemos los metalúrgicos, ni seguir viviendo con un salario de miseria. Es hora de enfrentar la injerencia del estado en la paritaria y sacarnos de encima a los burócratas como Furlán que no mueven un dedo para mejorar nuestra situación.
Impulsemos asambleas en las fábricas, mocionemos la necesidad un congreso de delegados metalúrgicos con mandato de base para votar un plan de lucha por la reincorporación de todos los despedidos, basta de despidos y suspenciones, efectivización de los contratados y trabajadores de consultoras, pago inmediato de todos los montos acordados, pase al básico de los premios (presentismo, productividad, incidencias, etc). Para enfrentar los planes de crisis de las empresas, impongamos las escalas móviles de horas de trabajo y salario, con un salario inicial mínimo igual a la canasta básica. Si las empresas lloran que están en crisis, impongamos la apertura de los libros contables.
En cada seccional, cómo es el caso de Córdoba, podemos iniciar la lucha impulsando congresos regionales de delegados con mandato para romper la pasividad de los burócratas cómo Urbano, que se escudan en la inoperancia de Furlán y el secretariado nacional y esperan que los problemas se resuelvan por la buena voluntad de un gobierno nacional que odia a la clase obrera y no da pisada sin pedir permiso a EEUU y el FMI.
Recuperemos la UOM y la CGT. Impongamos la voluntad de las fábricas para acabar con este desastre. Vamos al paro nacional metalúrgico y a un plan de lucha por el salario y contra los despidos.
El reparto de Ucrania y la decadencia del imperialismo
El imperialismo norteamericano intenta, de la mano de Trump, dar por terminado el conflicto entre Rusia y Ucrania para enfocar toda su política exterior a enfrentar a China. Abriendo negociaciones con Rusia para neutralizar su alianza con China, acelerando el proceso de asimilación de Ucrania colonizándola y desmembrándola, dándole un papel secundario a la UE, intenta recuperar poder imperialista disminuido en los últimos años. Ese sería, a grandes rasgos, el plan, pero la situación mundial es mucho más compleja que una mesa de negociación empresarial, ya que están en juego relaciones interestatales, equilibrios económicos y lucha de clases. No es tan fácil el escenario para un imperialismo que está en crisis y en decadencia.
El espectáculo que se vivió en estos días en el salón oval, donde Trump intentó mostrar el poderío imperial ante Zelensky, fue la expresión de la decadencia imperialista en estado puro, porque mostró el verdadero rostro del imperialismo, de rapiña y coloniaje. Querían cobrar la plata invertida en la guerra y quedarse con el negocio de las “tierras raras” en Ucrania, que son ricas en minerales, dejando en claro que no van a compartir el botín con la UE, ni con nadie. Imperialismo explícito.
Este escenario planteado por el imperialismo, que es reacción en toda la línea, muy probablemente abra procesos más agudos de lucha de clase, no sólo al interior de Ucrania, sino en los países de la UE. Los europeos deben prepararse para seguir apoyando a Ucrania sobre la base de mayor ajuste a su población, en medio de una situación en la que todos los objetivos que los llevaron a crear la Unión Europea están en cuestionamiento y en crisis.
Por eso es central que impulsemos la intervención del proletariado de forma independiente, centralmente el proletariado ucraniano y ruso para parar la guerra, enfrentar a sus gobiernos restauracionistas y convertirla en una guerra revolucionaria que enfrente al imperialismo y el proceso de asimilación en curso. El proletariado europeo también tiene importantes tareas, enfrentando a sus gobiernos y partidos imperialistas, frenando la maquinaria bélica, que apunta no sólo hacia los ex Estados obreros sino contra los palestinos, mediante el envío de armas al enclave de Israel. Luchar para parar la guerra, con los métodos de nuestra clase, esa es la tarea del momento. Para eso es necesario recuperar el internacionalismo proletario, como base para formar partidos revolucionarios como secciones de la IV internacional reconstruida.
Debemos llamar a una Conferencia Internacional a las corrientes trotskistas que aun levanten la dictadura del proletariado para discutir las directrices de una intervención revolucionaria ante este escenario.
El pasado noviembre el gobierno liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz se vio obligado a llamar a elecciones anticipadas ante la debacle de la “coalición semáforo” (SPD, FDP, Grüne) en medio de una crisis histórica de la Europa capitalista.
Las elecciones se celebraron el domingo 23 de febrero de 2025 y arrojaron como fuerza ganadora a CDU/CSU, los conservadores de la democracia cristiana, liderados por Friedrich Merz, el sucesor de Angela Merkel al frente de ese espacio político. Un dato no menor fue el crecimiento en la cantidad de votos (+21%) de AfD, la fuerza ultranacionalista y xenófoba que viene en un crecimiento sostenido, sobre todo en el territorio de la que se conoció popularmente como “Alemania del Este”. Por su parte, la socialdemocracia sufrió un golpe electoral importante, perdiendo casi 20% de votos y llegando a su menor nivel de la historia. También bajaron en cantidad de votos sus ex socios liberales y verdes. La fuerza reformista de Die Linke (“la izquierda”) aumentó la cantidad de votantes en un 9% y el partido que se escindió de este partido, BSW (“por la razón y la justicia”) hizo un debut con el 5% de los votos. Con estos resultados, sólo se podrá formar gobierno mediante una coalición, por lo que ya se especula con la posibilidad de un acuerdo entre CDU y SPD, aunque hay otras variantes. La gran preocupación entre las distintas fracciones burguesas es que se llegue a un “gobierno viable” y que no vuelva a fracasar como lo hizo la coalición saliente. El único partido que, pudiendo armar gobierno, no aceptaría acuerdos es AfD, ya que pretenden mostrarse como la “nueva derecha” que enfrenta las instituciones de la “vieja política”.
Crisis económica, política y social muestran la debacle imperialista
En numerosas oportunidades hemos dado cuenta de la tendencia irremontable del imperialismo a su decadencia y descomposición, marcada por la incapacidad de la burguesía imperialista de dar una salida estable a una crisis abierta hace ya más de una década. En esa tendencia mundial, Alemania, como tercera economía del mundo y potencia líder de Europa, ha absorbido gran parte de las contradicciones de la situación internacional en su acotado territorio. En el trasfondo de la colisión de la coalición “semáforo” se encuentran la contracción industrial, la inflación ingobernable, la acuciante situación de los trabajadores migrantes, el envejecimiento de la población y reducción de los económicamente activos, la irrupción de la guerra en Ucrania y las consecuencias económicas en sus lazos con Rusia, las políticas norteamericanas en su laberíntica guerra comercial con China, la inestabilidad de Medio Oriente y el Norte de África. A ninguno de estos “puntos calientes” el imperialismo alemán le ha podido dar una respuesta en favor de los intereses de su clase dominante (obviamente no de su población). El rearme militar alemán luego del comienzo de la guerra en Ucrania implica también un intento de disciplinar a su propio proletariado. El histórico proletariado industrial alemán, en particular de las automotrices, ya está pagando las consecuencias del ajuste con cierres y despidos.
A esto se suma el experimento de una asimilación de una parte de Alemania que fue saqueada luego de la caída del Muro de Berlín, en cuyo territorio se siguen imponiendo las condiciones de opresión económica de la burguesía imperialista de la parte occidental. Además, tenemos que contemplar que sus socios de la UE no están en mejores condiciones como para salir al rescate y, mucho menos, los va a ayudar el imperialismo norteamericano, que sólo está viendo cómo vuelve a recuperar terreno en la arena mundial, aunque eso implique dejar a Europa librada a su propia suerte.
Una salida obrera es la única opción viable
El hartazgo de amplios sectores de los trabajadores se manifiesta de forma distorsionada en las elecciones parlamentarias, que mostraron enorme fragmentación de los votos. A esto se suman nuevas generaciones que ya están perdiendo confianza en la democracia burguesa. En cierta forma esto puede explicar parcialmente el ascenso de AfD, que intenta posar de fuerza “renovadora” del capitalismo (reviviendo así sus peores calamidades del pasado como el nazismo), pero también vemos cómo enormes sectores de la juventud trabajadora comienzan a aumentar su interés por la izquierda y las ideas revolucionarias. Aunque las mediaciones (cada vez más débiles) intenten encauzar esta crisis a través de las instituciones, invocando un refrito de la falsa dicotomía entre “democracia y fascismo” (para soslayar el carácter imperialista de ambas partes), resultan cada vez más impotentes ante la falta de respuestas concretas a la cada vez peor situación de las masas.
La lucha por el futuro no se dirimirá en las elecciones, ni creando corrientes de opinión como aspiran las cada vez más insípidas fuerzas políticas reformistas, sino que se verá en la capacidad de las fuerzas revolucionarias de organizarse para disputar el poder a la burguesía en la dirección de la economía, hoy sin rumbo. Es una tarea urgente agrupar a las corrientes que se reivindican del marxismo revolucionario y levantan la necesidad de la reconstrucción de la IV Internacional para desarrollar una influencia efectiva en los sectores de vanguardia que están enfrentando el ajuste, los despidos, la desocupación y las miserias a las que se somete a los sectores del proletariado migrante. Con este propósito insistimos en nuestro llamado a una Conferencia Internacional que plantee los lineamientos para desarrollar estas tareas. El camino pasa por plantear la necesidad de recuperar las organizaciones obreras, especialmente los sindicatos, y dotarlos de una dirección revolucionaria capaz de poner en marcha un programa de transición hacia la toma del poder y la construcción del socialismo. Claro que estas tareas exceden las fronteras de Alemania, por eso el proletariado europeo debe levantar la voz al unísono para proclamar los Estados Unidos Socialistas de Europa.
Milei fue parte de una estafa con criptomonedas. El 14 de febrero recomendó invertir en $Libra, pero a las pocas horas esta moneda ficticia se desplomó y dejó a miles de inversores estafados y unos pocos recogiendo las ganancias de su timba.
Este caso muestra con enorme nitidez y al desnudo la decadencia y descomposición de un sistema capitalista y sus agentes de negocios como el presidente Milei. El capitalismo en su decadencia intenta crear mecanismos de valorización de capital y sólo logra timbear en el sistema financiero y especulativo la plusvalía arrancada a los trabajadores de forma parasitaria y descompuesta.
Es evidente que tenemos que echar a Milei, enfrentar al imperialismo y a todos los partidos del régimen que reivindican este sistema capitalista como el PJ, la UCR, el PRO, la coalición cívica (y todas sus variantes refritas en nuevas coaliciones). Todos estos sectores están debatiendo si se hace una devaluación o se sigue con la timba del carry trade, es decir, se pelean por ver quién se beneficia con la crisis. Pero en lo que sí tienen acuerdo es en quién debe pagarla: los trabajadores y el pueblo en general.
Echar al gobierno burgués implica que tenemos que gobernar los trabajadores, que somos los únicos que creamos valor y se nos expropia para que subsista una clase reaccionaria como la burguesía y sostenga de forma artificial a gran parte de la pequeña burguesía y sus formas de dominación como el Estado burgués. No lo vamos a echar con juicios políticos o interpelaciones en el Congreso, sino con los métodos de la clase, que no tienen nada que ver con las instituciones burguesas. Desde que asumió este gobierno han salido distintos movimientos a la lucha contra Milei, pero para arrancar su podredumbre de raíz no alcanza la lucha callejera. La clase obrera es la única clase que puede mostrar una salida revolucionaria expropiando a la burguesía. Tenemos que prepararnos en las estructuras obreras abriendo debates en asambleas para impulsar una salida obrera de independencia de clase huyendo de los frentes policlasistas “anti-Milei”.
Mocionemos en los lugares de trabajo impulsar un Congreso de delegados de base con mandato para expulsar a la burocracia sindical de nuestras filas y preparar un paro general para que triunfen todas las luchas en curso. Luchemos para crear las condiciones revolucionarias para que irrumpa el movimiento obrero industrial, que está siendo atacado en este momento, mostrándose como dirección revolucionaria y caudillo de todos los oprimidos. Tenemos que impulsar la irrupción de nuestra clase para que se desarrolle una vanguardia que tome como tarea la construcción del partido revolucionario, como sección de la IV Internacional reconstruida.
Dicen que Cristina es presente, y el futuro es con Axel. Pero la burocracia sindical peronista no quiere que las y los trabajadores discutamos el pasado reciente, para que no pongamos sobre la mesa todo lo que nos arrebató el ajuste y la aceleración inflacionaria de Alberto y Massa, ni la motosierra y la megadevaluación de Milei.
El gobierno nacional, todos los gobernadores y la burocracia sindical quieren cerrar la discusión salarial rápido, por plazos de 4 a 6 meses y porcentajes irrisorios, para dedicarse a las campañas electorales legislativas y sindicales. La paritaria bonaerense es el ejemplo más elocuente de que la burocracia quiere atar a la docencia al tren fantasma de un frente amplio que sostenga a un peronismo en crisis. Baradel y compañía, co-administran con Kicillof la reforma educativa y laboral, el ajuste salarial, y refuerzan la descomposición de la organización sindical docente a fuerza de estatización y colaboración de clases, que degrada la democracia sindical, los ámbitos de deliberación y decisión y causa profunda desconfianza de la base hacia la conducción.
En las provincias con gobernadores con peluca como Mendoza, la burocracia del SUTE se cruzó de brazos mientras Cornejo impuso una reforma laboral que barre con los convenios colectivos estatales, aumenta la jornada laboral, potencia el ítem aula e impone adicionales atados todos a criterios de productividad. En un ataque inédito en el país, Cornejo cerró y fusionó de un plumazo 120 escuelas de jóvenes y adultos, en un tendal de cierres de cursos y despidos, frente a la total inacción de la burocracia, que ahora se sienta a negociar migajas en paritarias sin decir una palabra al respecto.
No podemos seguir tolerando que los colaboracionistas se sienten a negociar en nuestro nombre. En las paritarias provinciales y en la paritaria nacional docente, tenemos que elegir y mandatar paritarios revocables. El criterio de independencia de clase debe orientar al activismo y la militancia antiburocrática para intervenir con todo en cada instancia, enfrentando a la burocracia podrida, estatizada y estatista hasta la médula.
Necesitamos recuperar la iniciativa
La colaboración de la burocracia con el gobierno nacional y provincial se da en todo el país. Los gobernadores de todo el arco político han avanzando en consolidar la pérdida salarial que nos hunde en la miseria y la indigencia, en imponer reformas profundas en las condiciones de trabajo, implementando adicionales por productividad, aumentando e intensificando la jornada laboral, y todo tipo de regulaciones y mecanismos de control y disciplinamiento que precarizan y debilitan nuestra capacidad de respuesta como trabajadores. Hay que ser muy claros, la burocracia peronista sólo ha sido garante del ajuste, la motosierra y el hundimiento del salario, allanando el camino para las ofensivas del Peluca y los gobernadores, culpando a la base y anhelando que el escarmiento se traduzca algún día en un voto favorable a un desdibujado proyecto político con los mismos que le votan todo a Milei.
La fundada desconfianza de la base docente hacia las conducciones, tendencia que atraviesa a la docencia de todo el país respecto de la Celeste Nacional y sus acólitos en los sindicatos de base de CTERA, ha sido bien aprovechada por los libertarios hasta ahora, para avanzar atacando toda idea de organización de clase y lucha colectiva. Sin embargo, en 2024 se desarrollaron experiencias que se sobrepusieron a la enorme confusión y crisis de dirección. Se encontró la forma de pasar a la ofensiva en Misiones, se pudo recuperar la seccional Capital en Córdoba, se pelea la conducción de ADEP en Jujuy, y se ha sostenido el pulso de conflicto en todo el país, pese y contra la burocracia. Ahora, el desafío de las agrupaciones antiburocráticas y el activismo es prepararse para dar respuesta a esa crisis de dirección, poniendo en pie oposiciones sindicales revolucionarias en los sindicatos. Oposiciones con libertad de tendencias sobre la base de un programa de independencia de clase, para enfrentar a las mediaciones que hoy son la principal contención de nuestras fuerzas.
No podemos esperar tiempos electorales para discutir qué oposición necesitamos para recuperar los sindicatos y federaciones. Hay que superar los acuerdos por arriba poniendo en pie instancias de reorganización del activismo y de construcción de una oposición nacional capaz de ponerse a la cabeza de la lucha contra el plan motosierra de Milei, el FMI y los gobernadores.
Nuestra propuesta a las seccionales y sindicatos dirigidos por tendencias antiburocráticas, es que convoquen a un congreso nacional de delegados escolares con mandato con el objetivo central de preparar el NO INICIO DE CLASES, un PARO NACIONAL EDUCATIVO hasta recuperar todo lo que perdimos.
La burocracia no quiere que los procesos de deliberación y acción se desarrollen en los lugares de trabajo, porque buscan que el descontento con la situación se vuelque en las urnas, como ciudadanos enojados y no como trabajadores conscientes. Desde la oposición antiburocrática necesitamos desarrollar una campaña para convencer en cada escuela de salir a pelear con nuestros métodos de clase, por la reincorporación de todos los despedidos, el pase a planta de contratados, y una recomposición salarial que equipare el inicial de cualquier escalafón a la canasta familiar. Basta de salarios de pobreza e indigencia. Basta de adicionales en negro atados a productividad y presentismo. Abajo la esencialidad educativa, las reformas previsionales, laborales y educativas.
Vamos por un NO INICIO DE CLASES hasta derrotar las paritarias de ajuste y de reforma laboral, que impulse la lucha por la recuperación de nuestros sindicatos y federaciones.
Docentes de la COR
La multinacional Linde Praxair, líder mundial en producción de gases industriales y medicinales, y proveedora de las grandes industrias siderúrgicas y metalmecánicas en Argentina, en un ataque antisindical busca despedir a 6 activistas y referentes de la planta de Pacheco, varios ex miembros de la comisión interna, pertenecientes al sindicato químico de Buenos Aires (SPIQyP).
En la planta de Pacheco, objetivo del golpe de la patronal, es donde hace 20 años por primera vez se puso en pie una comisión interna (Praxair). Tras la fusión, después de 2020, entre la estadounidense Praxair y la alemana Linde, y a tono con el gobierno de Milei, la patronal ha lanzado esta ofensiva, que incluirá, por supuesto, avanzar sobre las conquistas.
La respuesta obrera fue importante, con casi cinco días de huelga la semana pasada, en una lucha conjunta de los trabajadores de los 5 establecimientos ubicados en el conurbano, que se ha convertido en referencia de lucha. Decenas de organizaciones sindicales y políticas se han acercado a las puertas y participado de las convocatorias de la comisión interna. También se han realizado acciones con volanteos en Puerto San Martín (San Lorenzo, Santa Fe), donde Praxair ha enviado producción y no hay delegados en planta.
La patronal ha citado al sindicato químico y a la comisión interna a una reunión para este lunes (10/2/25), pero puso como condición el levantamiento de las medidas para llevar una propuesta. Los trabajadores han votado un impasse hasta el resultado de la reunión, pero planteando y dejando en claro que continuarán las acciones si no hay repuesta favorable para las reincorporaciones. Para ese día convocan desde las 6 am a concentrar en Panamericana y 197, para realizar una conferencia de prensa y movilizar a las puertas de la fábrica, donde será la reunión.
Esta ofensiva, que es de conjunto contra toda la clase, se da porque la CGT y la CTA están entregadas y no convocan a una sola medida de lucha. La burocracia sindical peronista no puede sacar más que meras declaraciones de apoyo, pero son cómplices de Milei y buscan que los trabajadores no intervengamos con nuestro peso en la producción, diluyendo a la clase para ir tras una salida electoral dentro de régimen burgués.
Los trabajadores debemos confiar en nuestros propios métodos de lucha y en un programa obrero, que plantee, para empezar, que frente a los despidos y la llamada “crisis industrial” o de demanda se imponga en cada rama y sindicato la escala móvil de horas y salarios, para imponer a las patronales la organización de la producción y los tiempos de trabajo en función de la defensa de todos los puestos de trabajo a costa de sus ganancias, así como la incorporación de los desocupados a la producción.
En Zona Norte del AMBA, uno de los principales cordones industriales del país, donde se vienen dando o ya están sucediendo importantes peleas que pueden constituirse un jalón para toda la clase, como el Sutna Fate y las otras plantas, Praxair, Toyota, SanCor, de los estatales y la salud, está planteada la necesidad de una convocatoria por parte de los principales sindicatos y organizaciones obreras en lucha a un plenario de delegados con mandato de la región, precedido de una agitación en todas las fábricas, para preparar un plan de lucha conjunto. Este ejemplo debe ser extendido a todo el país, con el norte de imponer un paro general para derrotar a Milei, contra la entrega de las burocracias de la CGT y CTA, en la pelea por recuperar los sindicatos y centrales.
Una ola de críticas sacude el mundo luego de las declaraciones de Donald Trump del 4/2, en las que propuso que EEUU se “haga cargo” de la Franja de Gaza. Esta “iniciativa” implicaría, lo dejó claro, la expulsión de ese territorio de los palestinos que vienen de enfrentar más de un año de bombardeos y asedio por parte de las Fuerzas de Defensa Israelíes. El imperialismo propone la limpieza étnica definitiva como “solución final” a la guerra genocida de su enclave israelí contra los palestinos, hoy en pausa a partir de una tregua impuesta a los sionistas por la resistencia.
No es casual que esta propuesta nefasta, una muestra más de la barbarie que el sistema capitalista en descomposición ofrece a la humanidad, fuera vertida en la 1º recepción internacional de Trump luego de asumir como presidente por segunda vez. El honrado era justamente Benjamín Netanyahu, el primer ministro del ente de ocupación. Trump sale así al rescate del gobierno sionista, que tambalea al no encontrar salida no sólo al actual conflicto, sino a una crisis de magnitud histórica dado que Israel es producto de una institucionalidad imperialista propia del equilibrio de posguerra, que hoy cruje por todos lados. Trump propone, retomando la línea de su 1º presidencia, arrasar con toda esa vieja institucionalidad, y su propuesta para la Franja de Gaza, aún con lo poco viable que la podamos considerar, viene a poner en primer lugar la defensa yanqui a Israel como una premisa fundamental del pretendido nuevo orden mundial.
Los hipócritas imperialistas que dirigen los gobiernos europeos, así como los cipayos de todo color en Medio Oriente y el resto del globo, salen a defender el derecho internacional, se rasgan las vestiduras contra la afrenta a los derechos humanos que implican las declaraciones de Trump, gritan la necesidad de mantener las instituciones del sistema de las Naciones Unidas, que pintan como garantes de la paz pero son, por el contrario, las instituciones que han permitido la reciente masacre en Gaza, la continuidad de la guerra en Ucrania, las limpiezas étnicas en África y Asia y todas las tropelías de las potencias imperialistas en los últimos años. Gobiernos como el del laborista británico Christy Cooney o el príncipe heredero Mohammed bin Salman, así como la ONU y los gobiernos de la UE, son cómplices de la expulsión del pueblo palestino de su tierra que se dirige a cumplir 80 años, así como del genocidio en curso, hoy sólo en pausa. Los señores demócratas, liberales y conservadores, defensores de la institucionalidad capitalista no tienen nada que ofrecer al proletariado y los pueblos oprimidos, más que una versión (en apariencia) un poquito menos brutal de la barbarie que sirven hoy a la mesa Trump y su gobierno de multimillonarios. Una versión que no deja de encuadrarse en la preparación militarista de los dirigentes burgueses del capitalismo en descomposición, que anuncia la propia presidenta de la comisión europea von der Leyen al solicitar la relajación de las reglas fiscales y de endeudamiento de la UE para aumentar los presupuestos de defensa; ni deja de regirse por el único eje claro que tiene el imperialismo, que es la necesidad de modificar la relación capital-trabajo a su favor, atacando a nuestra clase, tal como vienen aplicando en Polonia, Ucrania y demás países.
Como planteamos oportunamente, Trump sigue la idea de recuperar el liderazgo perdido en los últimos años y, en base a una política agresiva a nivel económico y poderío militar, se pone como objetivo recuperar la influencia perdida, especialmente ante China, en distintas regiones para intentar imponer una nueva hoja de ruta –en su decadencia- para la situación mundial. Sus primeras medidas han mostrado los límites de la maquinaria productiva y financiera yanqui, amenazando con una guerra de aranceles contra México y Canadá que tuvo que meter 30 días en el freezer por la resistencia de la propia burguesía imperialista que teme que semejantes medidas terminen por agrietar aún más la ya de por sí alicaída salud de la economía norteamericana. Sin embargo, tanto el gobierno de Trudeau, en vías de salida, como el gobierno mexicano de Sheinbaum debieron subordinarse y ceder al pedido de militarizar las fronteras de sus países. Sheinbaum muestra que Trump cuenta no sólo con Milei, Bukele y otros presidentes lamebotas en América Latina; también se ofrecen los servicios de un progresismo decadente, dispuesto a desplegar 10 mil tropas contra su propio pueblo para satisfacer al amo imperialista.
Las reacciones de cólera y el enfrentamiento a la agresividad imperialista expresada por Trump ya se ha visto reflejada en las manifestaciones contras las deportaciones en el propio EEUU. Podemos esperar que la juventud retome allí, así como en Europa, la lucha en favor del pueblo palestino. Esas manifestaciones antiimperialistas son un toque de alarma para la clase obrera organizada y su vanguardia, que ha protagonizado acciones de solidaridad muy importantes, pero no ha logrado ponerse a la cabeza de estas expresiones de lucha. El proletariado tienen la capacidad de enfrentar al capitalismo en su base, imponiendo la paralización de la producción y su control para dejar en el aire a los burgueses y detonar las bases de sus Estados. Luchando contra la asimilación capitalista de los ex estados obreros y los gobiernos bonapartistas de Rusia y China que pretenden disputar la dirección del proceso de restauración al imperialismo, con toda la regresión social que eso implica. Peleando por la destrucción de Israel, ente de ocupación sionista en Medio Oriente, y contra todos los gobiernos burgueses de la región (árabes, túrquicos y el gobierno iraní) cómplices de la masacre contra el pueblo palestino, luchando por la Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente como forma política de la dictadura del proletariado. Para la consecución de todas esas enormes tareas que tenemos por delante, es necesario encarar la labor de saldar la crisis de dirección revolucionaria del proletariado, que muestra una vez más ser la crisis de la humanidad. A cada paso, la situación da nuevos elementos para impulsar de forma urgente el llamado a una Conferencia Internacional por la reconstrucción de la IV Internacional y sus secciones nacionales.
El 5 de febrero de 1975, María Isabel Martínez de Perón, en ejercicio de la presidencia tras la muerte de Juan Domingo Perón, firmó el decreto del Poder Ejecutivo Nacional N° 261 que dispuso en su artículo 1°: “El Comando General del Ejército procederá a ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán”. El resto del articulado del decreto disponía la concentración del personal y medios policiales provinciales bajo control operacional del Comando General del Ejército. Así también establecía tareas de “acción cívica” (art. 5°) y “acción psicológica” (art´. 6°).
Esta orden represiva del gobierno constitucional peronista, se complementó con otros decretos secretos que dieron forma al despliegue territorial y al plan operacional que será un gran ensayo reaccionario del terrorismo de Estado que se generalizará tras el golpe un año después. La tortura de detenidos ya era una práctica del aparato represivo del Estado desde décadas atrás, así como el propio Perón había dado rienda suelta al accionar de grupos de tareas parapoliciales como la Triple A para perseguir y asesinar a la izquierda peronista y a la militancia obrera y de izquierda. Pero el Operativo Independencia fue un ensayo a gran escala del plan genocida cívico-militar:
La vanguardia de la resistencia obrera como objetivo del accionar del Operativo
La resistencia obrera a la dictadura de Onganía y a los planes patronales de imponer una nueva relación de fuerzas en la producción, moldeó una nueva generación de trabajadores. Un activismo de base hizo su experiencia con la burocracia peronista que colaboraba abiertamente con el gobierno militar y se acomodaba a la idea de un peronismo sin Perón (en el exilio). Se templó en la militancia obrera clandestina en las fábricas de los cordones industriales, organizando sabotajes al aumento e intensificación de los ritmos de trabajo que imponían las patronales, y preparando la recuperación de los sindicatos contra la burocracia traidora.
Este proceso será expresión en nuestro país de la tendencia internacional al ascenso de la lucha de clases, en la que amplios sectores de la clase obrera y la juventud mostraron enorme politización y combatividad. Los obreros del azúcar en el NOA serán parte de esta tendencia. En Tucumán, tuvo centralidad la lucha de los ocupados y desocupados del azúcar contra el cierre de ingenios y los despidos masivos que impuso Onganía en base a una brutal represión. En enero de 1967 la policía tucumana asesina a Hilda Guerrero de Molina, esposa de un desocupado del Ingenio Santa Lucía, durante la violenta represión de una manifestación de obreros del azúcar. El despliegue represivo no contendrá la disposición a la lucha que seguirá en ascenso con hitos como el Tucumanazo (noviembre de 1970), el Quintazo (junio de 1972), la huelga de los obreros de Ledesma en 1972 (la primera huelga en 21 años) en Jujuy, y la huelga general de la FOTIA en 1974. Este proceso excedía en gran medida la influencia de las organizaciones que desarrollaron las estrategias de guerrilla urbana o foco rural. El Operativo Independencia se propuso no sólo el aniquilamiento del ERP en el monte, sino a toda la resistencia obrera y popular que se forjó durante la resistencia obrera previa.
La ausencia de un partido revolucionario
Existían numerosas organizaciones de izquierda, de diversas tendencias, con presencia y militancia en las fábricas. A causa de la influencia de la revolución cubana y los movimientos de liberación nacional, sectores de la juventud radicalizada habían escogido el camino de la lucha armada, entre los cuales el PRT-ERP apostó al desarrollo de una estrategia foquista en el sudoeste tucumano. Sin embargo, la influencia ideológica de una tendencia burguesa como el peronismo, imprimía un sello conservador aún en los sectores más radicalizados del movimiento obrero, impidiendo por accionar de la burocracia sindical el camino hacia la dictadura proletariado.
La lucha de clases se desarrollaba a nivel mundial de forma acelerada, pero operaban los diques de contención apuntalados por la burguesía nacionalista: la ideología estatista, la ilusión reformista y la acción contrarrevolucionaria de burocracia sindical. En igual sentido actuaba la burocracia estalinista que maniobraba en los países semicoloniales en función de su disputa con la burguesía imperialista. El castrismo, alineado a Moscú, practicó la lucha armada, pero pronto el foquismo se reveló impotente en la mayoría de los países, centralmente urbanos y de composición obrera. El trotskismo del SU claudicaba ante el castrismo, sustituyendo a clase obrera por la guerrilla como sujeto de la revolución, y el morenismo practicaba una política conciliatoria al adaptarse al peronismo.
Aunque la disposición a la lucha era amplia entre los obreros y la juventud, la ausencia de una dirección revolucionaria, el control burocrático de los sindicatos y la dispersión de los grupos trotskistas impidieron el surgimiento de un partido capaz de unir a la vanguardia obrera organizada en las comisiones internas y cuerpos de delegados, recuperar los sindicatos y establecer una alianza con la población oprimida en torno de un programa que sostuviera los principios del internacionalismo proletario y la dictadura proletaria. Una vez más, la crisis histórica de la dirección revolucionaria.
Tras el ensayo en Tucumán, el golpe.
Aunque el gobierno peronista había logrado derrotar a la guerrilla con el Operativo Independencia y asestado un golpe al movimiento obrero con el “Pacto social” y el plan económico de Celestino Rodrigo, las masas obreras seguían con notable vitalidad luchando por sus reivindicaciones y radicalizando sus métodos con ocupaciones, piquetes y secuestros de patrones.
El último recurso que quedaba a la burguesía era el Ejército, cuyos cuadros dirigentes habían sido preparados por el imperialismo yanqui para la “guerra contra el enemigo interno” testeada en Tucumán. El golpe en 1976 estableció una feroz dictadura que generalizó en todo el país el plan sistemático ensayado y perfeccionado en Tucumán. El terrorismo de Estado liquidó lo mejor de una generación que avanzaba hacia una clara ruptura con el capitalismo. El golpe fue parte de un plan reaccionario continental que abarcó a los principales países de Latinoamérica y estableció la doctrina de seguridad nacional como forma de dominar a las masas que cuestionaban de forma abierta la opresión imperialista y el orden burgués. En su carácter de gendarme mundial del capitalismo, EE.UU alineó a los estados semicoloniales bajo su égida para someter a sangre y fuego el avance de los movimientos revolucionarios.
Contra las provocaciones del negacionismo
Repudiamos las provocaciones montadas por la “familia militar” de los condenados por delitos de lesa humanidad y los nostálgicos de la dictadura, que organizan en Tucumán actos reivindicativos del accionar del Ejército a 50 años del Operativo Independencia. Forma parte de las provocaciones que monta el negacionismo, buscando el auspicio del gobierno de LLA, de la alicaída Villarruel y del peronismo provincial para lograr impunidad y legitimidad para el accionar represivo de ayer y de hoy.
Los ataques verbales y las políticas de Milei y sus acólitos, tuvieron un repudio masivo en las calles el pasado 1ro de febrero. Y se vuelve a debatir fascismo vs democracia. Con tufillo electoral, pretenden reciclarse las viejas tendencias de conciliación de clases como el peronismo en todas sus variantes, en alguna forma de movimiento anti-Milei como “defensa de la democracia”. Es el problema de ver los conceptos como formas puras cuando en realidad, como enseña el marxismo, no se pueden analizar las formas de dominación por fuera de las relaciones sociales predominantes. El Estado es producto de los antagonismos sociales, es un aparato burocrático y militar en manos de la clase dominante, separado de la sociedad pero permeable a sus contradicciones. Bajo la democracia se busca legitimarlo como una obra de todos y una expresión legítima de la sociedad misma, pero dado el desarrollo inevitable de las contradicciones sociales, el recurso de la fuerza se presenta como la herramienta más eficaz de imposición del poder de clase.
Hace 50 años el peronismo gobernante, como bonapartismo sui generis, buscó contener los antagonismos bajo la idea de “comunidad organizada” y la colaboración entre las organizaciones del capital y el trabajo. Sin embargo, la resistencia obrera ya se había probado contra la Libertadora, en militancia fabril clandestina, de desafío al mando capitalista en la producción, mediante sabotajes y huelgas sorpresivas. Hace 50 años el peronismo fracasó porque la lucha de clases tiene un desarrollo, al igual que el capitalismo, internacional. Los desequilibrios del orden mundial planteados por la lucha entre dos sistemas generaron innumerables situaciones revolucionarias. La ideología nacionalista buscó conjurarlas bajo el control estatal, pero el mismo desarrollo de las crisis económicas, políticas y sociales llevaron a la burguesía a recurrir a la dictadura de las FF.AA. como único remedio de las clases dominantes para mantener su dominación social. Así, la dictadura abierta fue y es el último recurso de la burguesía cuando teme perderlo todo. Sin embargo, aunque sufrimos una derrota histórica en manos de nuestros verdugos, la lucha de los trabajadores se siguió desarrollando en los gobiernos militares pese a las condiciones adversas. Ni la dictadura pudo contener la lucha de clases.
A 50 años del Operativo Independencia: reivindicamos la resistencia obrera y sus métodos
Si no priman los métodos obreros, se imponen los métodos de la burguesía y su régimen descompuesto. Por eso debemos prepararnos para tomar las calles, ocupar las reparticiones públicas, paralizar la producción, sembrando el desconcierto entre nuestros enemigos de clase. No sólo para resistir ante la ofensiva de la burguesía y el imperialismo, no sólo para enfrentar el plan de ajuste de Milei, el FMI y todos los gobernadores. Sino para prepararnos para ir por todo.
Contra el desorden capitalista expuesto por la crisis económica mundial y las tendencias guerreristas del imperialismo, la tarea de la vanguardia obrera es preparar la toma y puesta bajo control obrero de las multinacionales que expolian al país, tanto de la industria como del campo, para imponer el control de la producción por ramas de la industria y los servicios y la escala móvil de horas de trabajo y salario, que nos permitirá ejercitarnos para tomar el estado en nuestro poder y reorganizar la economía sobre nuevas bases, socialistas e internacionales.
Es tarea de una nueva generación de revolucionarios, reagrupar a la vanguardia obrera tras un programa de transición al socialismo, para preparar la puesta en pie de un partido revolucionario como sección de la Cuarta Internacional que pueda dirigir una ofensiva en todos los planos, económico político y militar, contra la plana mayor burguesa. Una nueva generación, no por su edad, sino porque se saque de encima el viejo lastre de las variantes estatistas y reformistas. Por eso desde la COR peleamos por la independencia de clase y por el enfrentamiento a los capitalistas, su Estado y sus instituciones.
Vencer a burguesía desde la producción es el camino, junto al proletariado de los países de la región y el mundo, recuperando las banderas del internacionalismo obrero. En esa tarea estamos abocados los militantes revolucionarios, pero entendemos que se hace necesario reconstruir el partido revolucionario, la IV Internacional. Creemos que retomando las banderas de la lucha por la revolución socialista rendimos el mejor homenaje a las y los compañeros detenidos desaparecidos y asesinados por el Estado capitalista.
Publicado en TRCI
Ante la magnitud de la crisis y la aceleración de los preparativos guerreristas, conscientes de las consecuencias que esto implica para nuestra clase, se torna urgente el llamado a una Conferencia Internacional hacia las corrientes que aún levantan la necesidad de la dictadura del proletariado.
Hacemos este llamado con el propósito de abrir un debate al interior de las corrientes que se reivindican trotskistas, ya que el trotskismo es la única tradición marxista que mantiene viva la perspectiva de la revolución socialista. Es necesario dar un paso en el sentido de reagrupar a parte de la vanguardia detrás de un programa revolucionario y poder intervenir en la situación internacional. Nuestra corriente aspira a actuar en este proceso como tendencia de una dirección revolucionaria que impulse el desarrollo de una nueva generación que retome las tareas históricas de construir el partido mundial de la revolución, que en esta época es la reconstrucción de la IV Internacional. La construcción de este partido se vuelve imperiosa, en un momento donde priman las ideas de movimientos o coaliciones electorales, que luego se transforman en mediaciones podridas y entran en crisis por su impotencia para hacer frente al avance de sectores ultra reaccionario. Esto lo vimos, por ejemplo, en Brasil donde el PSOL apoyó a Lula, en Chile con el colapso del Frente Amplio de Boric y su alianza con el PC y corrientes afines o el NPA de Francia que hizo una campaña en común con “Francia Insumisa” de Melenchon, para dar sólo algunos ejemplos.
Desde la TRCI definimos que la situación internacional se encuentra en una etapa que se caracteriza entre la descomposición del imperialismo y los procesos de asimilación de los ex Estados obreros. Asistimos a una aceleración de los tiempos, impulsada por la política guerrerista del imperialismo, en la necesidad de asimilar a los ex Estados obreros y abrir nuevos mercados en medio de una crisis en la organización del capital y sus instituciones, como el Estado burgués, y de su forma de dominación, con un bonapartismo decadente.
El 20/01/25 asumió su segundo mandato Donald Trump, rodeado por el establishment financiero y político más concentrado del mundo y representantes políticos internacionales. El discurso que pronunció en el Capitolio planteó la idea de recuperar el liderazgo perdido en los últimos años y, en base a una política agresiva a nivel económico y poderío militar, se pone como objetivo recuperar la influencia perdida –por su decadencia- en distintas regiones, especialmente ante China, para intentar imponer una nueva hoja de ruta para la situación mundial.
Debemos discutir las tareas de los revolucionarios y la política hacia los sectores organizados del proletariado ante la extensión en el tiempo de la crisis económica mundial abierta en el 2008. Los elementos belicistas se están agudizando, como lo demuestran la guerra Rusia-Ucrania, que está desestabilizando a gran parte de Europa; el genocidio en Palestina por parte del enclave de Israel, que está generando una crisis abierta en la región de Medio Oriente, como quedó demostrado en la caída de Al Asad en Siria; la guerra comercial entre EE. UU. y China; la crisis en África.
Tenemos que discutir qué rol debe cumplir el proletariado de los ex Estados obreros, como el chino, el ruso y el ucraniano, para frenar la guerra y derrotar a la OTAN y a los gobiernos restauracionistas. En esos Estados estamos asistiendo a una contradicción histórica, en la cual la burocracia contrarrevolucionaria, que aún no logra constituirse como clase y sigue buscando de forma infructuosa experimentos de acumulación, debe tomar tareas burguesas de la época imperialista, tales como restaurar el dominio del capital. Pero, a la vez, el imperialismo no reconoce a esa formación social como representante para esa tarea histórica. La extensión en el tiempo de esta anomalía es lo que está llevando a una guerra, aún encapsulada. Sin embargo, de llegar a este punto, ya no sería como las otras guerras mundiales, que fueron por el reparto del mercado en la expansión del sistema capitalista, sino que sería para asimilar a los ex Estados obreros en el momento de mayor decadencia y descomposición del imperialismo. Sostenemos que estamos en un escenario novedoso, no sólo porque ya no existen las condiciones económicas y políticas del periodo de guerra mundial, sino que tampoco existen las mediaciones partidarias o movimientos políticos con base obrera que se desarrollaron en ese periodo. Por eso es difícil y hasta estéril buscar analogías históricas, como las que plantean que estamos en un momento como el previo a 1915 u otras. Lo que debemos constatar es que el imperialismo en su decadencia puede llevar a los trabajadores a enfrentamientos militares y creemos que la dinámica mundial está dando indicios de esos preparativos. Debemos enfrentar la guerra con la revolución, guiados por la teoría de la revolución permanente.
Hoy presenciamos la crisis de las corrientes que aun reivindican el legado de Mandel, Moreno, Ted Grant, Lambert y otros que no pueden dar respuesta a los procesos abiertos. Dado que se vieron en la necesidad de desarrollarse en un periodo que ya está desapareciendo, éstas están quedando obsoletas para orientar la práctica revolucionaria actual. En su momento debieron dar respuesta a procesos históricos muy contradictorios como la política contrarrevolucionaria del estalinismo (desde la autoridad de la Revolución Rusa y la URSS), el surgimiento de los Estados de bienestar y toda una serie de políticas imperialistas para dar concesiones a sectores de masas en su competencia contra el sistema soviético, etc. Al no desarrollarse la dirección revolucionaria, por el hecho de que la IV Internacional no logró superar el estadio germinal, terminaron desarrollando distintas variantes de adaptaciones al Estado y sus instituciones, ya sea en los países imperialistas como semicoloniales. En general, terminaron separando economía de política y cayeron en trampas de conciliación de clases, sosteniendo esta idea como norte sin entender la dinámica de la revolución permanente donde ya no están las tendencias organizadas del pasado, y donde se plantea el carácter de la revolución, en clave mundial y no nacional. Ahora, por esa adaptación, no pueden dar respuesta a la caída del Estado de bienestar en Europa, a los procesos de asimilación de los ex Estados obreros, a la descomposición imperialista y a los desafíos de la lucha de clases. Aun así, nuestra corriente sigue viva como continuidad del marxismo revolucionario. Esto impone recuperar el método que nos enseñaron los grandes revolucionarios del pasado, para completar la tarea de desarrollar la lucha por el socialismo en las condiciones actuales. Necesitamos una Internacional, que para nosotros es la IV Internacional, que ordene los debates y defina las tareas en todas las secciones nacionales, unificando la lucha de los batallones del proletariado que se destaquen en todo el mundo.
Hacemos este llamado para que empecemos a abordar esta tarea histórica, en pos de saldar la crisis de la humanidad, que es la crisis de dirección revolucionaria del proletariado.
El sábado 1 de febrero se van a realizar manifestaciones en todo el país para repudiar el discurso reaccionario de Milei en el Foro de Davos, relacionando a los gays con la pedofilia para ponerse a tono con la era Trump en los ataques a reivindicaciones sociales.
Después de Davos, Milei anunció que iba a presentar leyes en el Congreso para quitar la figura de femicidio, el cupo trans y otras medidas, tratando de mostrar, con el argumento de que somos todos iguales ante la ley, que no debe haber diferencias ni privilegios para ningún sector. Este discurso, que alimenta falsas divisiones entre la clase trabajadora y enmascara la real desigualdad de clases, busca legitimar medidas que refuercen los mecanismos con que cuenta la clase capitalista para disponer de la mano de obra para su explotación, sin condicionamientos limitantes.
Desde la COR nos solidarizamos y defendemos a los sectores del movimiento de mujeres y las disidencias sexuales que están siendo atacados y estigmatizados y que consideran que esas conquistas parciales ganadas, algunas con importantes luchas en las calles, deben ser preservadas por su aspecto progresivo. Pero advertimos que la pelea no es contra el “fascismo” de Milei. Consideramos que ésta es una definición equivocada, ya que es imposible que se desarrolle un régimen fascista en una semicolonia, sino que planteamos que el enfrentamiento debe ser contra el Estado burgués y luchamos por su destrucción. Es imposible que las reivindicaciones sociales perduren en el tiempo bajo el capitalismo, y aún más en un semi Estado, por lo que, para garantizar estas reivindicaciones se tienen que unir a la necesidad de la revolución obrera y socialista, a la destrucción del Estado, a la construcción del partido revolucionario como sección de la IV Internacional reconstruida.
En una semicolonia, por su relación con el imperialismo, se plantea una forma de poder especial de Estado, que los revolucionarios llamamos bonapartismo sui generis, en algunos casos los gobiernos de turno dan concesiones a las masas, dependiendo el nivel de crisis económica o política, que no modifiquen la sumisión al capital. Ante la magnitud de la crisis económica y por la relación que pretende entablar con el imperialismo yanki, Milei quiere avanzar en consolidar un Estado despojado que cualquier careta “social”, en el que la dictadura del capital se manifieste sin concesiones ni tapujos. El estatismo de Milei es de un tipo diferente al que, por ejemplo, ejercieron los K. Éstos últimos impulsaron políticas para contener a los movimientos dando concesiones, mientras que el de Milei apunta a fortalecer vía dictadura policial los negocios de los grandes capitales. Ambos coinciden en defender al Estado burgués como garante de los negocios de los capitalistas.
Es importante para los revolucionarios dar el debate al interior de estos movimientos con respecto al carácter de clase del Estado y cuáles son las tareas, ya que la dirección de los mismos es policlasista y busca diluir a la clase obrera en reivindicaciones “posibles” dentro de la “democracia” burguesa. Caer en la disyuntiva entre democracia o fascismo, o encaminar la orientación hacia la formación de frentes anti-Milei de cara a las elecciones legislativas, como ya vienen anunciando los K, las CTAs o los Grabois de la vida, aleja a la vanguardia de la clase del horizonte de la lucha contra todas las formas de dominación de la burguesía, mientras sigue pasando el ajuste y siguen en caída las condiciones de vida de la población.
Este límite de la marcha federal y sus direcciones debe ser discutido. La izquierda que se reivindica revolucionaria no puede dejar de dar la lucha política y adaptarse a un programa democrático que nos aleja de la perspectiva de unir las reivindicaciones parciales a la necesidad de enfrentar al Estado y no sólo al gobierno. Toda lucha antiimperialista parte de afectar los intereses económicos de estos capitales en nuestro país. Tenemos que preparar las condiciones para imponer un paro general que derrote el plan de ajuste de Milei, sus aliados y el FMI.