En los últimos días, la provincia de Córdoba, y principalmente su ciudad capital, se han convertido en el epicentro de la nueva ola de la pandemia de COVID 19 en Argentina. Nueva ola alentada por la variante omicron, surgida en África por la política imperialista de distribución de las vacunas. Los casos positivos rompen todos los records día a día, registrándose 8.520 casos el 28/12. Ese mismo día, el ministerio de Salud del gobierno de Schiaretti publicó un compendio de “medidas excepcionales de salud pública” que responden a la presión explícita de las patronales para acortar los tiempos de los aislamientos por casos positivos y contactos estrechos para que los trabajadores se reincorporen a la producción y evitar así problemas en la acumulación del capital. Lo mismo vale para la inminente aprobación de los denominados “autotests”. El propio Ministro Cardozo, de forma burda, lo adelantaba el día anterior: “El ánimo es alivianar a los centros fijos y darle garantías a ciertas áreas que necesitan seguir trabajando y produciendo, sino nos vamos a quedar sin recursos humanos en toda la parte productiva” (Cadena 3, 27/12/21). En el caso de los trabajadores de salud, el aislamiento directamente desaparece en caso de contacto estrecho, aunque esto corre sólo para trabajar ya que no se les permite ni alimentarse en el lugar de trabajo ni tener ningún tipo de actividades sociales: ¡Clarísimo el carácter patronal del nuevo protocolo!
El gobierno nacional de Alberto Fernández no solo ha dejado en manos de los gobernadores las medidas a tomar, sino que está evaluando aconsejar medidas similares a las aplicadas por Schiaretti/Cardozo en todo el país y eso van a discutir en la reunión virtual del Consejo Federal de Salud a realizarse hoy. La presión patronal se ejerce en todos los niveles del Estado, pero además Alberto está pensando en la necesidad de sostener la producción porque sabe que de ahí brota la plusvalía futura que servirá para pagar el acuerdo que negocia con el FMI.
Quizás este sea el momento donde se evidencia de manera más descarnada el rol que juega el Estado burgués en la defensa de la propiedad privada de los medios de producción, los negocios de las patronales y la subordinación al imperialismo. Ni siquiera tienen la delicadeza de cubrir sus políticas antiobreras con los famosos comités de expertos o los COEs con sus protocolos, que sirvieron para atacar a los trabajadores que durante lo más duro de la cuarentena salieron a pelear por las condiciones de vida y trabajo de nuestra clase. En Córdoba, no podemos olvidarnos de la represión policial y judicial contra los compañeros de UTA, SUOEM, UOM, STIA, municipales de Jesús María y por supuestos contra los trabajadores de la salud, que peleaban por testeos, aislamientos, condiciones seguras de trabajo, salarios y contra la precarización laboral. Hoy, nuestros compañeros son sometidos a largas filas de 6, 8 o más horas para conseguir un comprobante de un test de antígeno (que siempre ha sido contraindicado para hacer diagnóstico) para justificar los aislamientos en los lugares de trabajo, esa es la verdadera causa del colapso de los centros de testeo. Las nuevas “medidas excepcionales” están pensadas para dar vía libre y legal a las patronales para ejercer todo su despotismo sobre la fuerza de trabajo.
La burocracia sindical cordobesa, a su turno, luego de su larga cuarentena de más de un año, ahora se va de vacaciones en medio de la crisis y del nuevo ataque estatal/patronal. SMATA toma nota de la suba de contagios… ¡para cerrar su sede a los trabajadores mecánicos! Avalan las nuevas medidas con el silencio. O explícitamente, como el STIA (alimentación), que las reproduce sin ninguna crítica en su página web. ATE salud saca un comunicado impotente a través de redes sociales, pero sin organizar ninguna medida de fuerza para enfrentar este plan criminal.
Para frenar los contagios y enfrentar las consecuencias de la pandemia, la clase obrera debe imponer sus métodos y avanzar sobre los intereses de las patronales. Los trabajadores debemos rechazar el nuevo protocolo de aislamiento y diagnóstico con el paro de actividades. Proponemos al FITU, al Nuevo MAS y a las demás corrientes de izquierda realizar una reunión para impulsar asambleas y mociones en común en los lugares de trabajo para imponer el paro. Las comisiones internas y delegados opositores tenemos la responsabilidad de impulsar plenarios regionales para discutir como organizar el paro provincial y recuperar los sindicatos de manos de la burocracia traidora. Avanzar hacia un congreso nacional de delegados de base de la industria, los servicios y estatales, para imponer la huelga general. No se trata solo de los contagios, está en juego sobre qué clase social recaerán los costos de la crisis. Solo la clase obrera puede dar una salida a través de un programa. Es una pela política, revolucionaria, contra el Estado patronal. Los trabajadores podremos darla construyendo nuestro partido revolucionario internacionalista.
Este nuevo aniversario del 19 y 20 de diciembre nos encuentra en medio de un brutal ajuste y ataque a los trabajadores. Políticos, patrones y burócratas sindicales, junto a la iglesia están tratando de garantizar la paz social para preparar el terreno del gran acuerdo y sumisión al programa del FMI.
El mundo se encuentra convulsionado, la crisis mundial se sigue desarrollando en medio de una pandemia. El proceso de crisis mundial se encamina a una recesión aguda con tendencias a una depresión y, podemos decir, que lo que prima en el estadio general del capitalismo no es el estancamiento (relación entre auges cortos y crisis), sino más bien en una tendencia a declinación de las fuerzas productivas.
La tendencia a la depresión económica se asienta en las dificultades de recuperación de las grandes potencias, en un escenario que ellos mismos han denominado “post pandemia”, al cual hay que sumar procesos de crisis de deuda y la aparición de una tendencia inflacionaria que no se veía desde hacía muchos años en las grandes economías.
Los trabajadores en Latinoamérica nos encontramos en medio de la crisis mundial con procesos de masas, enfrentando los embates de los gobiernos de turno que quieren imponer los avances en las condiciones de vida que nos arrebataron en la pandemia. Chile, Ecuador, Colombia, para nombrar algunos casos, muestran que las masas van a dar pelea ante el ataque.
A 20 años de aquel 19 y 20 de diciembre del 2001, en que una insurrección espontánea tiró al gobierno radical de la Alianza de De la Rúa, donde hubo 39 muertos y los responsables políticos siguen caminando por las calles, debemos seguir levantando bien alto las banderas de la lucha de clases, sacar lecciones de los acontecimientos y superarlos para triunfar.
La sub burguesía argentina sacó lecciones de esos acontecimientos y uno de sus mejores alumnos fueron los K, que pudieron garantizar salvaguardar el semi Estado y sus instituciones y cuidar los negocios de la burguesía y el imperialismo, pero solo de forma transitoria e inestable. Lograron cooptar a gran parte de los organismos de derechos humanos y a las organizaciones piqueteras que se habían formado al calor de la crisis. El movimiento piquetero influenciado por la izquierda sigue siendo a 20 años de aquellos acontecimientos un actor importante en los procesos de lucha.
El temor al 19 y 20 no es tanto que se repita, sino que está muy fresco en la memoria colectiva y gran parte de los que participaron en esos acontecimientos siguen siendo parte activa de las luchas a lo largo de estos 20 años. Una nueva generación nació a la lucha en esos días, o hizo sus primeras armas en la acción, y aún no ha agotado sus fuerzas y no ha sido derrotada físicamente y eso es un peligro latente para la burguesía. El macrismo aun recuerda el fin de su gobierno en los eventos en las afueras del Congreso cuando se trataba la ley de movilidad jubilatoria.
Debemos pelear en contra del acuerdo con el FMI, con el cual todas las fracciones burguesas tiene acuerdo, la disputa por el presupuesto que dieron en el Congreso lo demuestra, donde tanto el PJ como la oposición se peleaban por el nivel del ajuste.
Por eso es necesario un Congreso de delegados de base con mandato, que vote un plan de lucha unificado entre estatales y privados, que organice a los desocupados y trabajadores en negro, y prepare un PARO NACIONAL ACTIVO, con ocupaciones de fábrica, de edificios públicos, cortes de ruta, piquetes y bloqueos de los parques industriales, por el aumento inmediato del salario y jubilaciones hasta equiparar el costo de la canasta familiar, indexado al aumento de la inflación, la eliminación del impuesto al salario, contra el aumento de tarifas y de precios y el pase a planta de todos los contratados y trabajadores en negro.
Este va a ser un gran primer paso para reunificar las centrales en una sola y fuerte organización que permita centralizar la lucha y echar a los burócratas.
Por eso, contra el desorden capitalista la tarea de los trabajadores de vanguardia es preparar la toma y puesta bajo control obrero de las multinacionales que expolian al país, tanto de la industria como del campo, para imponer el control de la producción por ramas de la industria y los servicios y la escala móvil de horas de trabajo y salario, que nos permitirá ejercitarnos en la lucha por el poder y la instauración de un gobierno obrero.
Hace 20 años sectores de masas salieron a enfrentar el ataque sin organización, con direcciones reformistas y sin objetivos claros. Desde entonces ha corrido mucha agua bajo el puente y los trabajadores con la lucha, han alcanzado mediante la experiencia un acervo que les permite sacar conclusiones. Estas son: necesitamos un programa, una dirección y un método y organización obreros que nos permita no sólo resistir, sino ir por todo.
Lamentablemente, las variantes estatistas y reformistas ponen miles de obstáculos para que se saquen lecciones del camino recorrido. Incluso muchas corrientes que se reclaman de izquierda y participan de las luchas obreras, como el FITU, no alejan a los trabajadores de la influencia de las instituciones patronales, sino que, precisamente, los acercan, con su electoralismo y legalismo. Por eso desde la COR peleamos por la independencia de clase y por el enfrentamiento a los capitalistas, su Estado y sus instituciones.
Este sábado 18 de diciembre, realizaremos en Córdoba la presentación del 2º número de la Revista Internacional de la TRCI (Tendencia por la Reconstrucción de la IV Internacional). Con nuestra camarada Victoria Rojo, del equipo de redacción de El Impreso de la COR y de la revista Perspectiva Marxista.
A las 18:00, en nuestro local regional.
COR-Corriente Obrera Revolucionaria
Regional Córdoba
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Por Bancarios de la COR
El 14 de diciembre se realizarán las elecciones para renovar a la conducción nacional del sindicato. Aunque “renovar” es un eufemismo, ya que hace varios años siguen siendo las mismas figuras la que detentan la conducción. De hecho, solo se presenta la lista n° 1 Celeste y Blanca, alineada detrás de Sergio Palazzo. Las trabas burocráticas para el armado de listas son, ya en las seccionales, enormes, con lo cual, el aparato que tiene la llave del sindicato se garantiza negociar los cargos a discreción con las distintas alas, sin ningún tipo de debate serio de cara al activismo, ni a la base. Este año se añaden varios condimentos a la rutinaria votación que nos propone la lista n°1.
Los banqueros a la ofensiva contra los trabajadores
En pandemia, las patronales avanzaron sobre nuestras conquistas y se preparan para profundizar este curso con las reformas del FMI. Venimos de atravesar casi dos años de pandemia en los que las patronales dispusieron a discreción de nuestras condiciones de trabajo, incluso poniendo en riesgo nuestras vidas. A los planes previos de flexibilización laboral, las condiciones extraordinarias de la pandemia les dieron un empujoncito para extender la jornada y la semana laboral, imponiendo trabajo a toda hora y en fines de semana en los “bancos digitales”; nos impusieron modificaciones de hecho en materia de tareas, con la introducción de la polifuncionalidad y el trabajo remoto y, al mismo tiempo, se avanzó sobre la reducción de personal y cierre de sucursales a través de despidos encubiertos como “retiros voluntarios”. Ya para marzo de este año, se estimaba que la pérdida de puestos de trabajo en el sistema financiero ascendía a 3.000 y la sangría siguió a lo largo de todo el año. Si bien las cámaras accedieron a actualizar los salarios, en cuotas, además intentaron arremeter contra sumas no remunerativas como la establecida en 2015 como concepto de “participación en las ganancias del sistema financiero” (ROE). Y, más recientemente, la cámara ADEBA manifestó en una audiencia paritaria que propone incorporar en la agenda el estudio de una nueva categoría de inicio que permita promover el empleo en la industria, es decir, que ingresen trabajadores que cobren menos que la actual categoría inicial de convenio. A esto hay que sumar la enorme tendencia a la tercerización. A la vanguardia de esta línea se encuentra Banco Santander, que armó una empresa de tecnología, que se ocupa exclusivamente de la cada vez más predominante operatorio electrónica, totalmente por fuera del convenio bancario (algunos están dentro de comercio y otros directamente sin encuadre). Y otros bancos están siguiendo este camino. Mientras tanto, las FinTech ganan terreno, con trabajadores con salarios y condiciones de trabajo muy por debajo de las del convenio bancario.
Sindicatos en cuarentena
En este escenario, las conducciones sindicales abandonaron la actividad tras la excusa de respetar los decretos del presidente sobre el ASPO, acatando la disposición de suspender toda reunión gremial con los afiliados y posponer elecciones. Esto cabe a la conducción de La Bancaria, cuyos dirigentes forman parte del Frente de Todos y al cual han aportado diputados, entre ellos el secretario general aspirante a la reelección, Sergio Palazzo. Recién en diciembre se acordaron de que había que “hacer algo” y encararon un paro, pero solo en el Banco Santander, declarado aliado del macrismo. Si bien la medida fue importante, luego de la segunda jornada y el anuncio de reapertura de paritarias, no se anunciaron los siguientes pasos de lucha, a pesar de que la patronal no da el brazo a torcer. Hay algo que queda claro, Palazzo no quiere “hacerle olas” al vapuleado gobierno de Alberto Fernández. Mientras tanto, el plan patronal avanza a paso firme.
Preparémonos para la lucha
Con la postura de conciliación de la Celeste y Blanca, que planea llevar adelante las peleas de los trabajadores en las instituciones burguesas, como el Congreso, las patronales no tienen nada que temer al momento de sus planes de ataques a los trabajadores. Palazzo ya deslizó en declaraciones que, como miembro de la bancada del FdT, Palazzo votará a favor del “plan plurianual” impuesto por el FMI. ¡No en nuestro nombre!
Para enfrentar a los poderosos banqueros, que siempre ganan en las crisis a costa del sacrificio del pueblo trabajador, debemos organizarnos desde un programa que parta de la independencia total del Estado. Es clave que avancemos en votar delegados de base, que garanticen el debate democrático y desarrollen mociones de movilización y lucha desde cada lugar de trabajo. Impongamos delegados paritarios con mandato y pongamos fin a las negociaciones a espaldas del conjunto del gremio. Hay que recuperar la tradición de los plenarios de delegados de base y que la conducción del sindicato se someta al mandato de los trabajadores. Las Comisiones Gremiales deben organizarse en base a estos delegados, con absoluta libertad de tendencias. Esto solo es posible arrancando de raíz a la burocracia y reorganizando el sindicato desde una dirección de izquierda, que levante un programa revolucionario.
Las tareas que tenemos por delante como movimiento obrero son enormes: enfrentar los dictados del FMI implementados por los gobiernos y garantizados por la burocracia sindical. Por eso, necesitaremos la más férrea unidad para luchar con el conjunto de los trabajadores, no desde el parlamento, sino desde nuestros lugares de trabajo y movilizados en las calles.
Por este motivo, no votamos a la Celeste y Blanca en las elecciones nacionales y lanzamos un llamado a las fuerzas de izquierda en La Bancaria a dar los primeros pasos para desarrollar una oposición sindical revolucionaria que se postule como dirección del sindicato.
Este 2 de diciembre nos encuentra nuevamente en las calles enfrentando la represión del aparato judicial del Estado burgués. Las condenas que pesan sobre César Arakaki y Daniel Ruiz, del PO y PSTU respectivamente, por luchar contra la reforma laboral del anterior gobierno de Macri, son parte de la represión y criminalización de la protesta que nuestros enemigos aplican para intentar hacer pasar el ajuste que viene de la mano de las negociaciones que lleva adelante el gobierno de Alberto Fernandez con el Fondo Monetario Internacional.
A la clase obrera no le queda otro camino. Debemos organizarnos para enfrentar este ajuste y los planes de reformas que prepara el gobierno en alianza con la oposición burguesa, los empresarios, la iglesia y la burocracia sindical. Tenemos que organizar un gran debate al interior de nuestra clase, en los lugares de trabajo, en los barrios con los movimientos piqueteros combativos, en las grandes fábricas y parques industriales. Organizar asambleas donde se vote la moción de no al acuerdo con el FMI, no al pago de la deuda externa, fuera el imperialismo de América Latina y desarrollar un gran movimiento antimperialista que parta de las estructuras del movimiento obrero industrial, estatal, de servicios y territorial con los movimientos piqueteros.
Entre esos objetivos de lucha, es muy importante pelear contra la criminalización de la protesta, por la libertad de los presos por luchar como Sebastián Romero y tantos más, y por la absolución de César Arakaki y Daniel Ruiz. El XV Congreso de la COR, llevado a cabo recientemente, votó como una de sus resoluciones impulsar una gran campaña en este sentido. Es un compromiso de lucha con César y Daniel y con los luchadores y organizaciones presentes en este acto en Córdoba.
Un gran y fraternal saludo revolucionario.
2/12/21
Los días 20 y 21 de noviembre realizamos en Buenos Aires el XV Congreso de la COR con delegados de distintas regionales y delegaciones de la TRCI de COR Chile y LOI Brasil. En estos días debatimos con los delegados y las delegaciones internacionales una caracterización del periodo actual a nivel nacional e internacional y las tareas que se desprenden para los revolucionarios en medio de una crisis mundial y una pandemia que, lejos de haber terminado, se sigue desarrollando y acelerando las contradicciones de un sistema capitalista en crisis. Se desarrollaron discusiones muy ricas, de las cuales solo reflejaremos algunos elementos relevantes, muy sintéticamente, a continuación.
La pandemia continúa
A dos años de la aparición de la pandemia, podemos decir que la burguesía logró imponer lo que en su momento denominamos un “ensayo general reaccionario”, para salvaguardarse como clase ante el avance del virus. Sin embargo, esto no estuvo exento de importantes contradicciones, especialmente en cuanto a que el sistema capitalista tuvo que mostrarse tal cual es y quedaron expuestos los métodos con los cuales defiende sus intereses de clase. De esta manera, los daños colaterales de las decisiones imperialistas resultaron en procesos de masas y, en algunos lugares, tendencias a la huelga general. Tuvieron que cambiar de mando imperialista con la derrota de Trump y el triunfo de Biden en medio de la pandemia; sucedió el asalto al capitolio; se dieron procesos de masas en América Latina; se agudizó en Medio Oriente, centralmente en Palestina; sigue abierta la crisis de la Unión Europea y otros procesos producto de la crisis económica, política y social que aceleró la pandemia. Aún deben lidiar con las consecuencias y con la debilidad de sus gobiernos para imponer las reformas o lo que denominamos el “nuevo pacto entre capital y trabajo”, que la pandemia pospuso, pero que ahora obliga a acelerar esos planes para pagar las crisis
El proceso de crisis mundial se encamina a una recesión aguda con tendencias a una depresión y podemos decir que lo que prima en el estadio general del capitalismo no es el estancamiento (relación entre auges cortos y crisis), sino más bien en una tendencia a declinación de las fuerzas productivas. La tendencia a la depresión económica se asienta en las dificultades de recuperación de las grandes potencias, en un escenario que ellos mismos han denominado “post pandemia”, al cual hay que sumar procesos de crisis de deuda y la aparición de una tendencia inflacionaria que no se veía desde hacía muchos años en las grandes economías. Si bien tanto el crecimiento de China, como el aumento de las materias primas han servido a algunos sectores de la burguesía para sostener un discurso optimista de que “lo peor ya pasó”, para dar la idea de una nueva puesta en marcha de la economía, el hecho de que aún subsiste la pandemia, en sus distintas variantes, como la situación desigual de las economías de los principales países, pone de manifiesto la fragilidad de estos argumentos.
Estados Unidos y la crisis de dirección imperialista
En Estados Unidos Biden está tomando muchas de las líneas de Trump y las está profundizando. La diferencia es que trata de apelar a las instituciones de posguerra que están totalmente en crisis. Lo hace tratando de recuperar la hegemonía norteamericana, debilitada en los últimos años. Vimos la retirada en desorden de Afganistán, mientras los rivales se envalentonaron. En este sentido, Biden le planteó a Xi Jinping que lo que tienen que hacer es “ordenar la competencia”.
China en proceso de asimilación
En China la última novedad es que, a partir de una reforma de la legislación, en el próximo congreso del PCCh van a reelegir a Xi Jinping, cuestión que antes estaba limitado a dos mandatos. Ahora iría por los 15 años. Están tratando de implementar políticas de Estado que permitan ajustar la injerencia de ese Estado en transición hacia un Estado burgués pleno. Es decir, el PCCh busca la forma de consolidar una clase burguesa en ese proceso de asimilación. Lo tratan de hacer desde el punto de vista de una transformación estatal. La forma en la que ellos piensan que se pueden convertir en un Estado burgués es desde estándares de derecho civil, comercial, es decir, con la reforma de la legislación civil. La reforma de la legislación china daría garantías a las empresas extranjeras para operar en forma conjunta con empresas chinas en lo que sería un “perfeccionamiento del sistema jurídico” para proteger las inversiones extranjeras. Esto también incluye la legislación laboral y sobre la propiedad de la tierra. Para eso tienen que consolidar a un Bonaparte cada vez más fuerte. Este proceso no se da sin lucha de clases, ya ha habido importantes movilizaciones y luchas por salario.
Inflación
El problema de la inflación no se puede entender más que como tendencias políticas dentro de la burguesía para atacar las condiciones del movimiento obrero. Un segundo elemento importante, que atraviesa esta cuestión, es el equilibrio de la posguerra. Las contradicciones de las políticas estatistas en ese periodo eran atenuadas a través de políticas inflacionarias que tenían que ver con las relaciones internas entre las clases y las relaciones con otros Estados. Ahora, si bien Biden sostiene que la inflación no es tan grave, no hay una estrategia de salida desde el punto de vista económico. En la economía mundial hay una caída de la productividad del trabajo, por lo menos en determinadas ramas, como el transporte. Esto se ve reflejado en el precio de las mercancías. Eso es un elemento de desequilibrio en la producción misma y en la relación entre los Estados. Los sistemas monetarios deben ser analizado en su relación con los sistemas de Estados. Si hay una revaluación del dólar e inflación en dólares se dará una situación muy complicada en los países que tiene mayor devaluación real, sobre todo en Turquía y Argentina, pero también en varios países semicoloniales. Son elementos de avance de la ruptura del equilibrio en la crisis de la posguerra y cómo saldar eso.
Movimientos de masas salieron a escena
Otro punto importante de debate en el Congreso fue la relación de los movimientos que se desarrollaron para enfrentar la pandemia y la política de los revolucionarios ante este escenario. Desde el Congreso anterior, que realizamos en plena pandemia y cuando todavía no se terminaban de ver todos los fenómenos, hasta ahora surgieron movimientos en Europa, EEUU, América Latina, que son muy diferentes, pero se los podría unir teóricamente en que fue una respuesta de sectores amplios contra la injerencia total de los Estados en la vida de la población: con la cuarentena, con la vacunación, determinando cuándo hay que dormir, cuándo hay que salir, cuándo trabajar, etc. Hay que decir que la injerencia del Estado burgués nunca es progresiva, siempre es reaccionaria.
Avanzamos en precisar que debemos intervenir en los movimientos progresivos que enfrenten a los Estados y gobiernos de turno. Es necesario que los movimientos se desarrollen desde las estructuras obreras, en los lugares de trabajo, que no queden solo como expresión callejera del descontento, y de esa forma impulsar las tendencias a la huelga general que se dieron en los distintos fenómenos de lucha de clase. Es esencial que el movimiento obrero industrial intervenga con sus métodos y programa y no diluido en los procesos.
La burguesía ha tenido que desplegar en este periodo los desgastados mecanismos de su forma de dominación y buscar disciplinar a los movimientos dentro de las instituciones de la democracia burguesa, para sacarlos de las calles y volcarlos a las urnas. Echan mano de la táctica de Nixon de apelar a “las mayorías silenciosas”, es decir, hacer pesar a las masas conservadoras y pasivas sobre las masas combativas. El ejemplo más importante de esto es el proceso chileno.
Partido y organización
En el punto de partido y organización tratamos de complejizar la relación de la clase obrera y las organizaciones partidarias y tratar de precisar las tácticas para el periodo que se desprenden del análisis.
En el período actual los obreros ya no están organizados en partidos políticos que se diriman entre reforma y revolución (como los antiguos partidos socialdemócratas, de composición obrero-burguesa, como definía Lenin), ni existe el estalinismo como aparato mundial contrarrevolucionario capaz de determinar los periodos de revolución y contrarrevolución. Podemos decir que asistimos a la debacle de los partidos históricos de la burguesía, de la pequeña burguesía y de la clase obrera, dejando lugar a la aparición de coaliciones electorales sin base orgánica en fracciones de clase, lo que las hace débiles y de poca duración. Lo que podemos constatar es que los trabajadores aún se siguen organizando en sindicatos, los cuales son más débiles o más fuertes dependiendo del país, pero sin la centralidad que ostentaban en el siglo pasado.
¿Por qué remarcamos esto? Porque la construcción del partido y la Internacional debe darse sobre esta situación y no sobre fenómenos políticos que no existen más, aunque intenten reeditarlos. Por eso demos reforzar las tareas en los sindicatos y el frente único con tendencias sindicales transitorias y/o activistas que saquen lecciones de estos dos últimos años de pandemia. Tenemos que batallar por la reorganización de una vanguardia obrera sobre bases revolucionarias que permita ir la construcción de partido en lucha política, no solo contra la burocracia sindical y sus aliados ideológicos, sino contra el centrismo trotskista, que se niega a ver las diferencias de la nueva etapa. Esta reorganización debe ser independiente del Estado, que en su descomposición no va a dudar a descomponer a nuestra clase y pauperizarla aún más.
Sobre la situación nacional
En el plano nacional definimos que las elecciones no han podido dirimir los liderazgos al interior de las coaliciones. Se van asentando las PASO como mecanismo necesario para dirimir esas diferencias.
Lo más importante respecto del resultado electoral es qué pasó con el Congreso, donde el oficialismo perdió el quorum histórico que ha sostenido en senadores. Ahora todo se va a tener que negociar.
Frente a esta situación CFK ya envió un proyecto de modificación de otro instrumento, que es el decreto reglamentario de los mecanismos de la consulta popular. CFK pretende que esto se aprueba antes del 10 de diciembre.
En un escenario donde claramente no hay aun unidad burguesa, a pesar de que concuerdan en que hay que pagarle al FMI, no termina de haber acuerdo en los ritmos y los tiempos del ajuste y qué sector burgués también va a caer en ese ajuste.
La idea de plebiscitar políticas de ajuste es un juego peligroso. Si bien hemos visto que es un recurso de las sub burguesías, puede ser un elemento de desestabilización. Ya hemos visto eso en Chile. Y también se ha visto la tendencia del centrismo de entrar de lleno en esas maniobras.
El FITU logró una buena elección, con un buen caudal de votos, principalmente en la provincia de Buenos Aires y CABA. Después de 20 la izquierda trotskista vuelve a tener un legislador porteño. Pero esta “elección histórica” fue al precio de una enorme adaptación de su programa y una licuación absoluta de su propaganda.
Algunas de las resoluciones
Precisamos nuestra participación en varias elecciones sindicales en donde intervenimos, con elementos programáticos que discutimos en el Congreso. Definimos lanzar una campaña en los lugares de trabajo en contra del acuerdo con el FMI. Realizaremos charlas de presentación de la Revista Internacional de la TRCI. Impulsar una campaña por la absolución de César Arakaki y Daniel Ruiz. Entre otras resoluciones internacionales y nacionales.
En sesión cerrada se votó una nueva dirección y se dio por terminado el XV Congreso Ordinario de la COR.
El día lunes 22 realizamos una reunión de la TRCI donde debatimos algunas precisiones de la política en los distintos grupos y la preparación del II Congreso de la TRCI a realizarse el año que viene.
Pasaron las elecciones de noviembre, donde se eligieron los representantes, en una interna organizada por el FMI, que se sentarán a ratificar en el Congreso la sumisión al organismo y el pago de la deuda.
El gobierno, anticipando su derrota electoral, llamó a una especie de unidad nacional a la oposición burguesa y al interior de la coalición gobernante para cerrar filas con el imperialismo y cumplir con uno de los requisitos que planteó el FMI, que haya un amplio acuerdo político, ya que el acuerdo debe imponerse con ajuste y represión.
En medio de la crisis económica, social y política las distintas fracciones burguesas y pequeño burguesas están comenzando a organizarse de la mano del gran capital extranjero para salvar las ropas de un régimen político que cruje por todos lados y que, a 20 años de la semi insurrección espontánea del 2001, no ha logrado un equilibrio de fuerzas al interior de sus formaciones políticas para disciplinar a las masas. Es un problema estructural que tienen todos los gobiernos de semicolonia, ya que la independencia de la burguesía nacional no existe por su relación con el imperialismo y eso determina su papel histórico de ser una burguesía débil y muy inestable.
Pero eso no significa que su debilidad se traduzca en fortaleza de los trabajadores y el pueblo pobre, esa fortaleza se debe conquistar en oposición a la burguesía y la pequeña burguesía que buscan aliados en el imperialismo y el capital nacional, no en los trabajadores.
Se están organizando para enfrentarnos y van a utilizar todas las maniobras que tengan a su disposición para derrotarnos y poder garantizar el pago de la deuda externa. Hay que recordar que la burguesía es una clase que no produce nada, es parásita. ¿Cómo imaginan que van a juntar los dólares para pagar los vencimientos de deuda? Utilizarán el engaño, como demuestra la posición de los K y sus satélites. “No vamos a pagar con el hambre del pueblo”, dicen y siguen pagando. “Primero crecer y después pagar” mientras garantizan, en medio de la pandemia, un ajuste a los salarios de los trabajadores y los jubilados.
Hay que organizarnos de forma independiente a todas estas variantes. Y esa independencia debe ser de clase, es decir, con el método obrero para quebrar la resistencia de la burguesía en donde detenta su poder, en la producción. Tenemos que recuperar lo perdido en la pandemia y luchar contra el nuevo pacto de capital y trabajo que quieren imponer.
Debemos organizar un gran debate al interior de nuestra clase, en los lugares de trabajo, en los barrios con los movimientos piqueteros combativos, en las grandes fábricas y parques industriales. Organizar asambleas donde se vote la moción de no al acuerdo con el FMI, no al pago de la deuda externa, fuera el imperialismo de América Latina y desarrollar un gran movimiento antimperialista que parta de las estructuras del movimiento obrero industrial, estatal, de servicios y territorial con los movimientos piqueteros.
Organizar el frente único con los delegados combativos y antiburocráticos que se desarrollaron en medio de la pandemia en contra de la burocracia sindical que se borró y hoy se reorganizan para defender al gobierno de Alberto y su pacto con el FMI. Que permita preparar un gran paro general cuando se trate el acuerdo en el Congreso.
El programa de los revolucionarios, como minoría activa, debe preparar los requisitos para la lucha por el poder, no podemos confundir a nuestra clase con consignas redistribucionistas y estatistas que lleven a un sector a confiar en salidas intermedias a la crisis. No se puede separar el capital de los capitalistas, la deuda externa y la deuda con el FMI tienen detrás a grandes empresarios locales, extranjeros y a gobiernos imperialistas.
Un Estado burgués se financia con impuestos y deuda pública. El mecanismo de la deuda externa implica tomar capital a préstamo y pagar anualmente a sus acreedores cierto interés por el capital prestado, en este caso, con el FMI, como se acordó hace poco con los fondos privados. En este caso hay una particularidad entre el Estado y el prestamista, el acreedor no puede romper con su deudor, sino vender el crédito, su título de propiedad, ya que el capital ya ha sido consumido, gastado por el Estado, ya no existe. Para este tipo de capital ficticio es, como diría Marx, valor pasado. El capital de la deuda pública sigue siendo capital puramente ficticio cuyo valor no corresponde con algún capital real.
Otras de las características del Estado burgués es que mediante las actividades de este no se produce ningún plusvalor. El estatismo es una política que intenta negar esta característica de los Estados tratando de que éste salve ramas de producción para seguir manteniendo a capas parasitarias. Por ejemplo, la estatización de empresas. Para pagar la deuda estatal, es decir, los intereses de los bonos que los acreedores logran capitalizar, ese dinero sólo puede salir de un sólo lugar, que es donde se produce el valor y el plusvalor. Nos referimos a la producción, a la explotación de los trabajadores. El canje por nuevos bonos, sus intereses y sus plazos están determinados por el nivel de ajuste a la clase trabajadora que está dispuesta a implementar nuestra clase enemiga. Es, en realidad, un derecho sobre el trabajo futuro que producirá supuestamente el plusvalor del que el interés (una retribución por la pura propiedad) será una parte.
Así se pagan las deudas en el sistema capitalista, creer que esa plata que destinan los gobierno para pagar la deuda externa se podría destinar para otras cosas, es totalmente delirante, es plata que no existe. Por eso no pagar la deuda externa significa una pelea por la destrucción del Estado burgués, atacando al régimen burgués en su base, en la producción.
Expropiar a las grandes empresas imperialistas, control obrero, escala móvil de salarios y de horas de trabajo, no son consignas para reformar al capital, son parte del programa transicional de la lucha por el poder, por la necesidad de un gobierno obrero para imponer las etapas de la dictadura del proletariado.
Para no pagar la deuda es central apelar a la solidaridad activa de los trabajadores latinoamericanos y principalmente de los países imperialistas, que enfrenten a sus gobiernos en defensa de los trabajadores de las semicolonias. Los trabajadores de EEUU, Francia, España y Alemania, entre otros, deben apoyar la lucha de los trabajadores en contra del pago de la deuda externa.
El FITU logró conquistar en las últimas elecciones 4 diputados nacionales al Congreso. Dicen en sus declaraciones que la gente que los votó les dio un mandato de votar en contra del acuerdo con el FMI; que ellos no van a pagar una deuda ilegítima y que no van a votar a libro cerrado. Es raro este argumento, ya que estarían planteando que hay una parte legítima de la deuda, ¿y eso se debería pagar? Las elecciones no dan mandatos porque los trabajadores intervenimos en esos escenarios burgueses diluidos como ciudadanos. Como parlamentarios, los legisladores del FIT-U, tienen la tarea de poner sus bancas a disposición del desarrollo de un movimiento extraparlamentario que imponga una salida revolucionaria a esta crisis.
El FITU ha convocado a una marcha el 11 de diciembre en contra del acuerdo con el FMI. Consideramos que ésta es una buena iniciativa y debemos impulsarla en todos los lugares de trabajo y organizarnos en función de darle continuidad a un proceso de lucha que permita enfrentar al gobierno a la oposición burguesa, a los empresarios, a la burocracia sindical y al imperialismo.
Por Telefónicos de la COR
El día 2 de diciembre se realizarán las elecciones del sindicato FOETRA BS AS. Estas elecciones se encuentras atravesadas por la crisis por la pandemia y la profundización de las políticas de hambre y precarización. El gobierno de los Fernández, de la mano del FMI, se prepara para un nuevo ajuste, siendo los trabajadores quienes nuevamente carguemos con las consecuencias de la crisis. Ante este escenario, las últimas paritarias mantuvieron la misma línea de hace años, dejando el salario telefónico muy por debajo de la canasta familiar y al borde de la línea de pobreza. Las patronales aprovecharon la pandemia para imponer aumentos en los ritmos de productividad, sumado a la polifuncionalidad forzada, donde cada trabajador responde por 4 empresas, con herramientas deficientes. Esto solo por mencionar algunas de las problemáticas a las que nos enfrentamos los trabajadores de las telecomunicaciones.
Otro elemento importante y que tiene involucradas a las patronales de las telecomunicaciones es el aumento de flexibilización, que se sigue llevando la vida de telefónicos tercerizados producto de las pésimas condiciones de trabajo y casi ninguna medida de seguridad para estos compañeros. Recientemente se cumplió 1 año del asesinato laboral de compañero Matías Dimuro, donde la patronal de Claro no se hace cargo de nada. A estos asesinatos, también tenemos que sumar la muerte de compañeros telefónicos producto del COVID y debido a los protocolos armados adaptados a las necesidades de las empresas de telecomunicaciones.
Ante este contexto la burocracia sindical no ha hecho más que garantizarle a las patronales que sus planes van a poder ser aplicados sin mayores sobresaltos. Luego de solo “amenazas” mediante comunicados, lo que termina primando es que las patronales sigan ganando a costa de nuestra explotación. Ya no convoca ni a plenarios de delegados, la burocracia también aprovecha la pandemia para burocratizarse aún más y liquidar cualquier tipo de organización. Desde los plenarios hasta la necesidad de impulsar asambleas han sido eliminadas de la lista de prioridades de la Azul y Blanca. Todo se termina cerrando entre algunos dirigentes sin que se dé un proceso de debate y organización alrededor de las acciones que realiza nuestro sindicato. Por eso es fundamental la pelea por delegados paritarios y exigir a la conducción que se convoque a plenarios y asambleas para debatir la situación de todos los telefónicos.
Recuperemos nuestro sindicato
Ante este complejo panorama que se avecina necesitamos fortalecer nuestras organizaciones de lucha. Sabemos que con la burocracia a la cabeza lo único que nos depara es mayor precarización. Es por esto que los telefónicos tenemos una tarea fundamental que es la pelea por recuperar nuestros sindicatos. No podemos dejar que estos burócratas sigan discutiendo nuestras condiciones laborales y salariales a espaldas nuestras aceptando las condiciones impuestas por las empresas de telecomunicaciones. Es clave que llevamos adelante un proceso de organización mediante asambleas donde discutamos las necesidades de los trabajadores de las telecomunicaciones y las medidas de lucha para imponerlo. Para esto necesitamos poner en pie cuerpos de delegados donde no los hay, la elección de delegados paritarios para que no sean estas conducciones burocráticas quienes decidan sobre nuestro futuro. Solo con organización vamos a poder dar la pelea por el convenio único (tomando como base las mejores conquistas de nuestra organización), el pase a planta permanente de todos los tercerizados, el fin de la polifuncionalidad, salario igual a la canasta familiar entre otras demandas.
La pelea por oposiciones en los sindicatos se convierte en una necesidad de primer orden. Desgraciadamente la oposición GRANATE-BLANCA ha decidido sellar un acuerdo con un sector de la CTA ligados al cachorro Godoy. Este elemento planta un límite para el desarrollo de una oposición que pueda dar pelea por llevar adelante un programa que dispute poder real a las patronales y la burocracia. La limitación parte de comprender que uno de los elementos fundamentales que necesitamos los trabajadores es la independencia de clase respecto de las patronales y del gobierno. Un acuerdo con un sector que formó parte de las listas del frente de todos, partido gobernante y correa de trasmisión de las políticas del FMI, no es más que un límite al desarrollo de oposición sindicales revolucionarias en los sindicatos.
Es por esto que desde la COR hemos decidido no ser parte de la lista, pero llamar a votar en forma crítica a la lista Granate-Blanca, porque es una lista antiburocrática y está integrada por delegados y activistas combativos. Se trata de un llamado crítico, porque en su programa esta lista deja de lado un elemento central que es la necesidad de luchar por la independencia de los sindicatos en su relación con el Estado burgués. Al mismo tiempo que hacemos este llamado, convocamos al conjunto de los trabajadores telefónicos a organizarnos en los lugares de trabajo para encarar las grandes tareas que tenemos por delante, como es recuperar FOETRA y luchar contra el ajuste que preparan el gobierno, la oposición y el FMI.
Solo la puesta en pie de herramientas que sirvan para el desarrollo de la pelea por recuperar nuestras organizaciones en clave revolucionaria nos va a permitir luchar para imponer nuestras demandas como trabajadores.
Convenio Único
Salario igual a la canasta básica familiar
Basta de tercerización, pase a planta
Enfrentemos la flexibilización y la polifuncionalidad
Por la recuperación de nuestras organizaciones
No al pago de la deuda externa. Fuera el FMI. Abajo el ajuste
El gobierno no pudo remontar los resultados de las PASO y volvió a sufrir una derrota en las elecciones del 14 de noviembre, donde perdió a nivel nacional contra Juntos por el Cambio, por más de 8 puntos. El oficialismo ya no tiene el quorum en el senado y se sigue discutiendo la cantidad de diputados en la cámara para cada fuerza. Donde hizo una remontada fue en la provincia de Buenos Aires, pero también perdió ante Juntos por 1 punto de diferencia.
Fue una de las elecciones con menor concurrencia de la historia y se expresó el llamado voto bronca, por fuera de las dos grandes coaliciones, recibiendo un mayor caudal de votos tanto la derecha, expresada por Milei y Espert, como la izquierda parlamentaria del FITU, que logró 4 diputados nacionales e hizo una gran elección en el conurbano bonaerense.
El gobierno, consciente de que iba a perder, lanzó en un discurso grabado del presidente un llamado a discutir en el Congreso el acuerdo con el FMI. En ese discurso reconoció que la ley de presupuesto, con el pomposo nombre de "plan plurianual", está consensuada con el FMI. A tan solo algunas horas de terminados los comicios, con los que llamaron a las masas a "cumplir con su deber democrático", mostraron el verdadero rostro de la democracia burguesa: cada dos años debes elegir a tus verdugos, en este caso, los representantes para subordinarse a la agenda del FMI. En el acuerdo con este organismo imperialista no hay diferencias entre las distintas fracciones burguesas y pequeño burguesas que conforman las coaliciones electorales, los matices son sólo sobre cómo deben aplicar las medidas que éste pretende imponer para el acuerdo.
Ante el escenario que ha quedado en las dos cámaras legislativas, donde la oposición tiene más peso de negociación y poder de veto para trabar algunas leyes, el gobierno ha definido buscar el consenso político para gobernar los próximos dos años imponiendo los mandatos del imperialismo y el FMI en organismo como el Consejo económico y social, donde puede acordar con los empresarios, los movimientos sociales y la burocracia sindical. De esa manera buscará debilitar el poder de la oposición burguesa en medio de una crisis económica, política, social y sanitaria que las elecciones no han despejado, sino que han acelerado.
Para que este plan de supervivencia del gobierno funcione, debe revitalizar al peronismo decadente, e intentar mostrar unidad dentro de las distintas alas. Alberto pretende apoyarse y dar más poder a los intendentes, gobernadores y, centralmente, a la burocracia sindical, a la que necesita para imponer la reforma laboral y jubilatoria que exige el FMI. A esto apunta el acto en Plaza de Mayo para el miércoles 17/11, convocado por la CGT. De esa forma tendría más poder de fuego para sentarse a negociar con la oposición burguesa los equilibrios de poder en un semi Estado.
Es evidente que en este plan no están contemplados los trabajadores y el pueblo pobre, somos sobre los que quieren descargar la crisis para garantizar el pago de la deuda externa con el FMI y sostener los negocios de quienes ellos representan, los grandes empresarios internacionales y nacionales de la industria y el campo.
Debemos organizarnos para enfrentar el ajuste y los planes de reformas que prepara el gobierno en alianza con la oposición burguesa, los empresarios, la iglesia y la burocracia sindical. Este ataque a los trabajadores vendrá con represión y criminalización de la protesta, como lo podemos ver en la condena a los compañeros Arakaki y Ruiz, del PO y PSTU respectivamente, por luchar contra la reforma laboral del anterior gobierno. Aunque formalmente intenten mostrar que la pelea va a pasar por el Congreso, la lucha real va a estar en las calles, en los sindicatos y lugares de trabajo, es ahí donde podemos golpear con fuerza a nuestros enemigos de clase.
Debemos enfrentar el acuerdo con el FMI con los métodos de la clase obrera. Llamamos a un Congreso de delegados de base con mandato que prepare las condiciones para un Paro general, para recuperar todo lo perdido por la pandemia y desarrollar una vanguardia obrera que expulse a la burocracia de nuestros sindicatos y sea un embrión de la construcción de un partido revolucionario, como sección de la reconstrucción de la IV internacional.
Por Ferroviarios de la COR
El 17 de diciembre son las elecciones generales y ejecutivas de la Unión Ferroviaria. Elecciones pospuestas mancomunadamente entre el gobierno, los empresarios y la burocracia sindical durante toda la pandemia. No podían permitir que se expresara la bronca de miles de trabajadores que nos expusimos al virus, nos atacaron en las condiciones laborales, mientras la burocracia estaba en casa.
El Secretario General de la UF, Sergio Sasia, acordó con Moyano, su llegada a la dirección de la CATT y posicionarse en la CGT. Entre traidores se entienden. En ese marco, el oficialismo quiso instalar la idea de que ya no había oposición en el ferrocarril, montando para eso todo un operativo proscriptivo.
Hoy los compañeros del Roca están en una campaña ya que su lista fue vedada de participación. En el Belgrano Norte sufrimos la misma embestida, pero los derrotamos y logramos que oficialicen nuestra lista.
Quienes encabezamos el Frente de Lucha Ferroviario, los compañeros de la Lista Roja, hemos batallado contra los aprietes y amenazas que sufrieron distintos compañeros y compañeras que se postularon en nuestra lista.
Creemos que hemos logrado un punto de apoyo para seguir peleando con más fuerza contra el ajuste del gobierno y del FMI, como lo hicimos durante toda la pandemia, denunciando la pérdida del poder adquisitivo y los magros acuerdos salariales, la modificación de los convenios colectivos cada vez más flexibilizadores, etc.
Lucharemos por que se reconozcan todas las listas opositoras. Por supuesto, en el camino de recuperar los cuerpos de delegados, seccionales y sindicatos. Tarea que debe hacerse enfrentando al peronismo, no de la mano de sus agrupaciones. Con total independencia de clase. Es un elemento programático elemental por el cual luchamos los ferroviarios de la COR.
El 17 de diciembre, todo el apoyo a la oposición en el Belgrano Norte. Viva el Frente de Lucha, Roja-Bordó.
En la reunión del G20, en la cual participó la Argentina, el presidente Fernández llevó el mandato del Frente de Todos de “no pagar la deuda externa”. Pero en los fundamentos de su moción decía “vamos a pagar, pero primero déjennos crecer”, con esa tarea Alberto se dedicó a buscar sacarse fotos con los líderes de los países imperialistas suplicando afecto y, mientras tanto, Guzmán negociaba la letra chica de la sumisión de la Argentina a los designios del FMI.
En medio de estas negociaciones estamos llegando a los últimos días de la campaña electoral donde el gobierno se ve como perdedor y con pocas chances de revertir la derrota de las PASO. Es por eso que intentan, dentro del caos que es la coalición de gobierno, pensar una transición con lo que le queda de mandato, para salvaguardar al régimen político y evitar una crisis mayor en su relación con las masas.
Quizás la mayor crisis que debe afrontar es la del peronismo como movimiento histórico, que fue una formación política que se conformó en el periodo de posguerra como un frente popular en forma de partido para contener los procesos revolucionarios que se estaban desarrollando al interior de la clase obrera de esa época y, mediante concesiones estatales, reforzar al semi estado burgués.
Hoy esa dirección contrarrevolucionaria ha perdido gran parte de su base social, y aquella idea de un estado de bienestar a lo Latinoamérica no podía prosperar por su relación con el imperialismo lo que ha generado una mayor descomposición de los semi estados y con ello la descomposición de las capas privilegiadas que viven del poder estatal.
El festejo por el 17 de octubre fue la expresión de una encrucijada histórica de un movimiento sin rumbo, reivindicando un periodo histórico que no volverá y una situación mundial que los lleva a tener poco margen para negociar las migajas que se le caen de la mesa al imperialismo.
Quizás por desesperación a que el PJ la traicione y la vuelva a dejar en el llano, Cristina fue de las pocas que en la efeméride del 17 esbozó una idea, obvio no de ella, pero que intenta dialogar con la época. En una disertación que hizo en la ex ESMA planteó que debían ir a un nuevo pacto entre el capital y el trabajo. Esto se estaba discutiendo antes de la pandemia, ya que el imperialismo considera que deben ir contra las conquistas que tuvieron que conceder en el periodo de posguerra ante el fantasma del comunismo y cuando aún existía la URSS, porque ese escenario ya no existe. Es significativo que mientras en Europa se desmonta ese famoso Estado de bienestar, en EEUU algunos procesos huelguísticos que se formaron en plena pandemia levantan algunas ideas de relaciones laborales que existían en los Estados de bienestar.
La traducción, a lo Cristina, es intentar una reforma laboral que quite conquistas a los trabajadores, no de forma burda como lo plantea Juntos por el Cambio, sino buscando legalizar la flexibilización laboral en las empresas. Plantea que hay que abaratar el costo laboral a las empresas e incorporar una mano de obra barata mediante la transformación de los planes sociales en planes de empleo, centralmente en los sectores de jóvenes, subsidiando el salario a los empresarios, como estamos viendo en la UOCRA, o modificando los tiempos de trabajo como vemos en Toyota. Y este plan requiere fortalecer a la burocracia sindical, aunque su idea es que sea su movimiento, La Cámpora, la que cope los sindicatos, cuestión de difícil resolución, ya que la gran mayoría de ese movimiento son parásitos del Estado.
Con todos los límites que tiene esa idea contrarrevolucionaria, es un intento de hacer sobrevivir a una fracción del peronismo intentando recrear una nueva base social en los movimientos piqueteros y en una nueva generación que ingresa a la producción sin el verso de que Perón te dio todo.
Esta crisis, que el FITU pretende canalizar mediante los votos, es una visión parlamentaria de las relaciones de fuerza dentro de un Estado, pero las relaciones de fuerza se miden en la producción, es ahí donde está el poder real de la burguesía y sus aliados.
La coalición gobernante se prepara para acordar con el FMI y llevar a cabo el plan que le dicten. Reforma laboral, fiscal, previsional y un mayor ajuste son parte de la hoja de ruta para los próximos dos años de gobierno. Para eso el FMI pidió unidad burguesa detrás de este plan, es obvio que esa unidad es contra los trabajadores y el pueblo pobre, pero podemos ser los que hagamos saltar por los aires el acuerdo con el FMI y el ajuste.
El 14 de noviembre somos llamados a ir a las urnas para votar diputados nacionales y, en algunos distritos, senadores nacionales. Estas elecciones se dan en un escenario muy complicado para la coalición gobernante, después de perder en las PASO gran caudal de votos, lo que expresó el descontento de grandes sectores de masa con las políticas del gobierno.
El gobierno de Fernández ha intentado, después del caótico cambio de gabinete, revertir en parte la derrota de las PASO con una batería de medidas que la prensa ha denominado “el plan platita”: inyectar dinero a la calle para que se dinamice la economía post pandemia y permita cambiar el humor social. Aplican viejas recetas, como el congelamiento de precios, más cepo al dólar y otras medidas en la idea de contener la inflación. Pero nada de esto les está dando resultados, ya que la crisis política de las distintas fracciones que componen la coalición impide actuar de forma centralizada y eso hace que las medidas que ya de por sí son erradas, carezcan de peso político.
Ante la situación caótica de un gobierno que pierde gobernabilidad, gran parte del régimen político ha lanzado la línea de unidad burguesa para sostener los dos años que le quedan a Fernández y preparar una transición ordenada para el 2023. Todo este plan emana de la necesidad de acuerdo con el FMI y la hoja de ruta que plantee este organismo imperialista para la situación argentina. En este plan, gran parte de la oposición burguesa, los empresarios y la burocracia sindical acuerdan. Pero para que este plan funcione deben derrotar a los trabajadores y las grandes masas e imponer un ajuste aun mayor del que vienen aplicando, una reforma laboral, previsional y tributaria que permita garantizar el pago de la deuda externa y facilitar las inversiones extranjeras.
En estos días vemos que los K se pintan la cara, diciendo que defienden al pueblo y que no van a pagar la deuda. En realidad están negociando en un escenario de unidad burguesa el futuro de su fracción, ya que por ser una casta privilegiada que se solventa con el Estado, sin el poder estatal, corre peligro su futuro como corriente política, lo demás es para mantener activa a la tropa.
Por eso, sostenemos que no va a ser en las elecciones y en el Congreso donde se van a dirimir las relaciones de fuerza entre clases antagónicas, sino en el enfrentamiento en los lugares de trabajo y en la organización de los sectores ocupados y desocupados que enfrenten al gobierno y sus cómplices. Impulsemos un Congreso de delegados de base con mandato que prepare la lucha para que no seamos los trabajadores los que paguemos la crisis.
Llamamos a votar en blanco, también como una lucha política al FITU que ha privilegiado un diálogo con la opinión pública y sus demandas y no un programa que exprese las tareas de los revolucionarios ante la pandemia y la crisis mundial.
20 de octubre de 2021
Hoy se cumplen 11 años del asesinato de Mariano Ferreyra. Para los ferroviarios de la COR, Mariano es un estandarte de lucha. Un mártir de las filas de la clase obrera y de la militancia revolucionaria. Su lucha, esa lucha de la que participamos cuerpo a cuerpo aquel 20 de octubre, está más vigente que nunca. Seguimos enfrentando a los mismos enemigos de clase y lo haremos hasta derrotarlos.
La tercerización laboral, el régimen de concesionarias, la recalcitrante burocracia sindical enquistada en nuestros sindicatos, empresarios y gobiernos de turnos amparados en leyes y una justicia que actúa siempre en favor de los ricos.
Enfrentamos en aquel momento al gobierno kirchenrista que, tras el emblema de la comunidad organizada, tomaba letra del recetario de Perón: Pacto Social, conciliación de clases para intentar someternos a nuestros verdugos, y “juventud sindical” como fuerza de choque.
Eso enfrentaba Mariano cuando apoyaba a miles de ferroviarios tercerizados por el pase a planta permanente, pelea que nosotros tomamos como propia, forjando la unidad de nuestras propias filas y extendiendo la lucha a todos los ramales.
Hoy el gobierno descompuesto de Alberto Fernández y Cristina Kirchner vuelve con las mismas fórmulas. Para hacer pasar un ajuste, otra vez nos hablan de pacto entre el capital y el trabajo, de Pacto Social. Otra vez tenemos al miserable de Aníbal Fernández en un gabinete preparando a las huestes policiales para la represión.
Pueden contar con la complicidad de los Pedraza de ayer y los Sasia de hoy. Con toda la burocracia de la CGT y sus marchas de lealtad. Ellos, sí, son leales al capital.
Sabemos que quieren recrudecer el ajuste, avanzar en la reforma laboral, aplicar los mandatos del FMI. Por eso, una vez más bregamos por nuestros métodos como trabajadores, que tenemos una historia de lucha y preparamos el porvenir. Fuera Sasia y toda la burocracia sindical asesina. Organicémonos para recuperar nuestros sindicatos y que sean verdaderas herramientas revolucionarias contra este régimen putrefacto que se cobró la vida de Mariano Ferreyra y de tantos compañeros que son ejemplos de lucha.
La crisis internacional y su agravamiento producto de la pandemia hizo que varias industrias atraviesen importantes cambios a nivel internacional tales como: cambios en las condiciones de trabajo y los protocolos de seguridad e higiene; cambios en las tareas, tiempos y ritmos de trabajo; divisiones erradas entre los que son y los que no son esenciales; empresas que cierran y despiden trabajadores, pero hay otras que sacaron provecho llevándose superganancias como las farmacéuticas o las industrias alimenticias. La industria del vidrio y en particular el sector referido a envases para la industria alimenticia no escapa a esta realidad atravesando varios cambios no solo a nivel regional sino internacional.
Esta rama de la economía esta experimentando actualmente un problema global que es el faltante de envases de vidrio principalmente a causa de la pandemia de Covid-19. Durante el 2020 se registraron importantes aumentos en el consumo de alimentos y bebidas, lo que ocasionó una disminución de stocks de envases de vidrio en góndola. A eso se le sumó el hecho de que muchas industrias no pudieron trabajar al 100% de su capacidad por las diferentes restricciones sanitarias. Eso hizo que se consumieran los stocks de reserva en casi todas las plantas a nivel mundial. Además, que las materias primas con las que se elabora el vidrio pueden ser costosas o escasas.
Ahora vayamos al caso argentino, el país concentra la mayor parte de su producción de vidrio en tres empresas: Cattorini que produce el 60% del total de botellas para vinos, Verallia que produce el 35%, y Cristalerías Rosario con el 5%. El 75% de lo producido está dirigido al mercado interno, y el 25% restante es destinado al mercado de exportación de vinos y espumantes. En dicho periodo estas empresas han tenido enormes ingresos por un aumento de productividad (entre 2016 y 2019, la industria vitivinícola utilizó aproximadamente entre 800 y 900 millones de botellas por año, un número que aumentó en 2020).
Así mismo, las empresas contaron con un aliado imprescindible: la burocracia de Valdez. Ellos garantizaron en lo que va de la pandemia que se no dieran aumentos de sueldos y en donde se dieron, como vienen haciendo cada año, se firmaron en cuotas y a la baja (una de las ramas que menor porcentaje de aumento tuvo). Dicen hablar en nombre de cuidar a la “familia vidriera” pero ante los casos de despidos y suspensiones se posicionaron como si fueran empleados de recursos humanos de las empresas. No nos olvidemos que nada se hizo por las muertes de compañeros y las condiciones de seguridad e higiene en lo que va del periodo.
Mientras se registraba todo esto y se hacia la vista a un lado en los constantes avasallamiento hacia las y los trabajadores; el 19 de septiembre se produjo un incendio en la planta de Verallia en la localidad de Rodeo de la Cruz, Mendoza, que afectó el área de los hornos y dejó a varias líneas fuera de funcionamiento. Por suerte no hay que lamentar ninguna perdida de operarios. De hecho, gracias a ellos no se quemó el resto de la planta.
Esta situación provocó un cimbronazo en la industria vitivinícola, principalmente en las bodegas de Mendoza y San Juan, que temen por las exportaciones de vino ya pactadas. Claramente este incendio se debe a la sed de ganancias de esta empresa y por la falta de mantenimiento o la deficitaria inversión en infraestructura contra siniestros de este tipo. Rápidamente los productores y bodegueros advirtieron sobre el problema que podría atraer dicho incendio y presentaron sus quejas al Estado mendocino y nacional para que les vuelva a garantizar una vez más la producción de botellas necesarias y las consecuencias no afecte los dividendos empresariales. “Los que estamos en este negocio sabemos que el mes de octubre es el mes del despacho al exterior. Acá la única solución de corto plazo es que Verallia rápidamente pueda poner en funcionamiento sus hornos afectados. Y en eso tiene que estar el Estado al lado, acompañando” (Martín Hinojosa, presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura). Se fueron brindado las líneas de financiación que se necesiten, aunque la empresa por el momento no ha solicitado nada y se ha colaborado en la entrada rápida de los técnicos de Brasil para que puedan resolver los problemas ocasionados por el siniestro. Y para coronar todo esto la burocracia del vidrio y sus delegados no hicieron ni siquiera una declaración frente al siniestro que podría haber sido evitado. Están tratando de garantizar que no haya ningún tipo de organización ante el esquema que se presenta.
Acá vemos cómo el Estado, su maquinaria, funcionarios y burocracia se ponen a disposición para lo que fueron elegidos: garantizar al capital su ganancia. Una clara contradicción ya que en esta pandemia no se podía ni siquiera andar en la calle, pero para garantizar la producción a las empresas se abren todas las fronteras y se dan todos los subsidios posibles.
Incluso se habla de importar botellas de otros países. Pero esto no es tan fácil como se dice. En primer lugar, el rubro de importación de envases de vidrio es uno que cuenta con licencias automáticas, lo que significa que pueden realizar importaciones sin ningún tipo de limitación. Practica a la que recurre Verallia desde hace años con su par chilena y luego cobra más caro a sus clientes. Pero como sabemos, el problema es más amplio y responde a una coyuntura global. Por otro lado, aunque a nivel mundial existieran stocks disponibles, organizar la logística para lograr importar los envases necesarios que cubran la demanda supone otros problemas. Hay también una escasez mundial en el comercio internacional de contenedores. Otra de las consecuencias de la pandemia fue un desajuste en el comercio mundial, que implicó un retraso de los buques de seis días en promedio, lo que ocasionó un faltante de contenedores en puertos.
Pero regresemos al vidrio, no tenemos que dejar que las verdaderas consecuencias afecten a los trabajadores y paguemos su crisis como ya se están viendo en las principales bodegas suspendiendo a personal tercerizado. Debemos tener en cuenta todas las presiones que tuvimos como rama y por empresa que pesan sobre nuestras espaldas: paritarias que fueron suspendidas por la pandemia o superadas constantemente por la inflación como lo vivieron las y los trabajadores de viñas y vitivinícolas reflejado en un aumento del costo de vida; protocolos y condiciones de higiene y seguridad deficitarias y que en la mayoría de los casos no se respetan o los aumentos de productividad en las líneas de producción garantizado solo por el mínimo personal para tales tareas. Además, debemos contar las vacaciones adelantadas, suspensiones y o despidos que están a la orden del día según el nivel de productividad que desee el empresariado.
Empresas del vidrio, el sector vitivinícolas y talleres que trabajan para dichas industrias tenemos que pensar en las situaciones que nos hace vivir en esta precariedad y las implicancias que tuvieron la cuarentena en ramas y fabricas como las nuestras que nunca pararon durante la pandemia para poder transformar esta ofensiva patronal en organización de los trabajadores.
Debemos tratar de hacer asambleas por sector y o general para que las implicancias de la falta de planificación de la patronales y recientemente la falta de botellas en el sector no recaiga sobre nuestras espaldas. Nosotros no tenemos que ser el primer factor en la ecuación de reducir costos patronales. No podemos confiar y dejar en manos de la empresa nuestra seguridad e higiene. Tenemos que presionar a los delegados que nada están haciendo para que se haga un relevamiento de las condiciones de higiene y seguridad en la infraestructura, elementos de protección personal, etc. y exigir que se respeten, mejoren o creen donde no las haya. Es tarea fundamental sacar a los delegados traidores de nuestras filas o elegir donde no los haya. Para ello debemos confiar en nuestras propias fuerzas.
Como perspectiva debemos convocar un congreso de delegados de base mandatados de la rama para pensar de conjunto una salida a la crisis y un programa de lucha para poder pelear por todas estas reivindicaciones.
Dante Oliveira