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Milei al (des)gobierno, el FMI al poder

Jueves, 17 Abril 2025 19:53


El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional vino a salvar la economía argentina de un estallido que hubiera generado una crisis mayor en la región, en medio de la pelea de EE.UU. por los aranceles y la definición del realineamiento de los países latinoamericanos con ellos o China. Pero el salvataje del Fondo es, centralmente, el salvataje de los grandes capitales extranjeros que podían perder ante un inminente default de deuda.
Lo que primero debemos aclarar es que no se acabó el cepo, se flexibilizó, ya que aún existen restricciones para que las grandes empresas saquen los dólares del país, pero también continúa el carry trade. La banda de flotación del dólar es una devaluación y no, como dicen, una flotación. Es decir, intentan contener la devaluación en un rango del 30% y ahí se empieza a ver la puja entre los distintos sectores capitalistas extranjeros y nacionales a ver quién gana más en esta pelea. Hay que agregar que todo el arco opositor sostuvo la misma línea devaluatoria del FMI con el argumento del atraso cambiario, incluso la burocracia sindical lo tomó como programa para bancar al sector exportador contra el importador. Es decir, todos entraron en una pelea burguesa que le hizo el juego al imperialismo y son cómplices de la destrucción del salario. Obviamente, los que siempre perdemos somos nosotros, los trabajadores, y nuestras condiciones de vida. Por eso, ante esta devaluación debemos plantear la reapertura de las paritarias.
El plan económico de Milei fracasó y tuvo que salvarlo el FMI, otra institución que no puede mostrar un plan que haya funcionado en su historia. Aunque hagamos muchos análisis de la coyuntura internacional y nacional para aproximarnos a una caracterización del momento, lo más importante es debatir qué herramientas tenemos para enfrentarlos y cuáles son nuestros aliados y nuestros enemigos.
Es evidente que hay una desorganización de la economía, lo cual es una característica del sistema capitalista, que es anárquico. Ante este escenario se nos plantea la tarea organizar la economía sobre nuevas bases sociales. Es central que retomemos el Programa de Transición para mostrar la potencialidad del poder estatal proletario, que limita de forma consciente y despiadada el derecho de los capitalistas a disponer sus bienes y el afán de lucro capitalista. Es falso que sólo existen dos Estados, uno presente y otro ausente, como pretenden hacernos creer las distintas fracciones burguesas y pequeñoburguesas. Nosotros peleamos por la destrucción del Estado burgués y, en la transición hacia el establecimiento de la dictadura del proletariado, por la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista. Esta es una lección que dejó la generalización de la experiencia de la Revolución Rusa, que sofisticó la transición a la revolución obrera y socialista y sus tareas programáticas. Es el programa que se contiene en el control obrero de las ramas de la economía contra la desorganización, la escala móvil de horas de trabajo y salarios, como el sistema de trabajo de una futura sociedad socialista, el monopolio del comercio exterior como forma de enfrentar al monopolio capitalista. Estas son herramientas programáticas que nos permiten plantear una salida revolucionaria a la crisis y no las salidas estatistas y redistribucionistas que nos plantean distintas direcciones.
Es muy importante organizarnos en plenarios de delegados opositores con mandato de base, para un gran Congreso de delegados de base de ocupados y desocupados para derrotar a la burocracia sindical, que otra vez nos lleva a “defender la industria nacional” y a la reconstrucción del PJ, detrás de Kicillof y un sector patronal.
Nuestra tarea es pelear por ser la dirección revolucionaria de los procesos de la lucha de clase que se están desarrollando en nuestro país y en el mundo. Esto no pasa por una sumatoria o combinación de movimientos y sujetos, fórmula según la cual “el movimiento lo es todo y el partido pone la táctica”. Nosotros debemos desarrollar una vanguardia consciente organizada en partido revolucionario, es decir, formar la fracción comunista del movimiento obrero.
Hoy, ante la crisis mundial, la descomposición del imperialismo, los procesos de asimilación de los ex Estados obreros, un escenario de guerras y rearme militar de los Estados imperialistas, la respuesta de nuestra clase debe ser internacional, organizada en la IV Internacional reconstruida y sus secciones nacionales.

 

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