Los docentes de las escuelas públicas de Capital Federal serán convocados a las urnas este fin de año. El sindicato Ademys tendrá elecciones de Comisión Directiva el próximo 28 de noviembre, mientras que el mayoritario UTE-Ctera elegirá autoridades el 3 de diciembre. Los docentes de CABA nos encontramos ante enormes desafíos, es momento de preparar las fuerzas para enfrentarlos.
Mientras la crisis capitalista se manifiesta de manera explosiva en varios puntos de América Latina, como Ecuador, Chile y Bolivia, en Argentina estamos sumidos en una crisis económico-social de enorme profundidad. El nuevo gobierno de A. Fernández ya avisó que se vienen años difíciles por delante y apunta a un nuevo Pacto Social en el que, como siempre, seremos los trabajadores los que paguemos la crisis.
Las elecciones sindicales se desarrollan en el marco de esta situación, en que esta crisis social se manifiesta de manera cada vez más descarnada en las aulas. La emergencia alcanza a la gran mayoría de los alumnos y se ve reflejada en las condiciones de trabajo de los docentes, desde condiciones paupérrimas de seguridad e higiene laboral hasta la acelerada devaluación del salario, que coloca a la docencia en la línea de pobreza.
Esto sucede en todo el país. Los docentes de Chubut vienen de cerrar una lucha de 17 semanas por aumento salarial. A pesar de la enorme predisposición de lucha de los compañeros, que enfrentaron todo tipo de persecuciones, la burocracia de Goodman llegó a un acuerdo que no responde a los reclamos que originaron la protesta y con grandes cuestionamientos de parte de la seccionales mayoritarias, que querían seguirla. El sector más activista ya está planteando preparar el no inicio de clases, además del planteo de que se reabra la paritaria nacional. Tenemos que tomar esta iniciativa en todo el país para enfrentar la línea conciliadora de acuerdo social entre el futuro gobierno y la burocracia.
En CABA nos hemos enfrentado a las políticas de ataque a la educación pública y el intento de degradación del trabajo docente en movilizaciones contra la UNICABA y la NES (Secundaria sin futuro) de Larreta y Acuña. En el mes de noviembre protagonizamos una importante movilización contra el intento del gobierno de la ciudad de imponer con actos públicos truchos de traslado. Antes este año ya nos habíamos movilizado contra el cierre unilateral de una paritaria que dejó al salario planchado frente la inflación del año, con un triste 23% en cuotas. Lamentablemente, la respuesta de nuestros sindicatos no ha estado a la altura del ataque.
En UTE, la conducción celeste de Eduardo López no ha hecho más que dar tregua al gobierno de Macri y enfriar todo movimiento de lucha para meter al activismo docente dentro del chaleco de fuerza peronista del “hay 2019”. Ahora que ganó su candidato a presidente se aprestan a apaciguar cualquier justo reclamo de los trabajadores bajo la excusa de que “hay que poner el hombro entre todos”; cuando lo cierto es que los únicos que ponemos el hombro somos los trabajadores. Hay que poner fin a la tregua de la burocracia sindical y organizar a la base docente para enfrentar las políticas de ajuste que impone y seguirá imponiendo el FMI, ahora bajo el mando de Alberto y el peronismo. El frente Multicolor, que nuclea a corrientes del FIT-U y aliados, contiene corrientes como el MST, que en los últimos años supo ser ladera de la burocracia michelista en varios gremios estatales. Y, además, no ha hecho más que sembrar en el activismo docente la idea de que hay que canalizar los reclamos de los trabajadores en el parlamento, dejando de lado el principio fundamental de la independencia de clase y la necesidad urgente de organizar en las escuelas contra el brutal recorte a las condiciones de trabajo que sufrimos en este último periodo. También se presenta la Lista Granate, que se abre ahora de la Multicolor, que reivindica ciegamente a los movimientos populistas y en su historial han defendido a los representantes burgueses como el FPV, Lula y ahora a Evo Morales.
Por su parte, en Ademys es el frente Multicolor el que conduce el sindicato desde 2013. El frente de conducción vuelve a presentarse con aspiraciones a renovar el mandato, no sin diferencias internas y rosca. Por desgracia, este gremio no logró ser contrapeso a la tendencia a sofocar la lucha de la burocracia de UTE y quedó impotente para movilizar a los sectores combativos de la docencia. Peleamos no sólo por una conducción que proponga un sindicato antiburocrático y combativo, sino también que establezca la imperiosa necesidad de la independencia de clase. Esto significa que los trabajadores sólo debemos confiar en nuestras propias fuerzas. Esto cobra una dimensión muy concreta en los actuales procesos políticos en América Latina, donde distintos bandos burgueses intentan llevar a los trabajadores detrás de uno u otro sector, cuando lo que hacen es defender sus intereses. Los partidos que integran los frentes Multicolor han demostrado no respetar este principio independencia de clase al momento de sentar posición en eventos álgidos, como cuando brindaron su apoyo al PT en las últimas elecciones de Brasil o, luego de que en su momento votaran a favor de Evo Morales, ahora llamen a su defensa. Por el contrario, es necesario poner en pie un partido revolucionario del proletariado que guíe a las masas oprimidas a una salida socialista.
Desde la COR peleamos por una dirección que recupere UTE y gane Ademys con un claro principio de independencia de clase respecto del Estado, que enfrente la injerencia de éste en los sindicatos y desarrolle pasos concretos para tirar abajo la Ley de Asociaciones Sindicales y todas las leyes que regimentan nuestras organizaciones. Impulsamos la unidad de las filas docentes, superando la división que sólo le es funcional al gobierno y a los mezquinos intereses de la burocracia sindical y peleamos por poner en pie un Sindicato Único Docente. Llamamos a desarrollar un Congreso de Delegados de Base con mandatos de todas las escuelas, de todos los gremios docentes, para lanzar una oposición capaz de frenar los ataques del gobierno y el ajuste del FMI. Convocamos a todos los sectores de izquierda a que levantemos una Oposición Sindical Revolucionaria en la docencia, que tenga como principio fundamental la independencia de clase frente a la patronal-Estado y de todas las corrientes burguesas que intervienen en nuestras filas con su burocracia sindical.
Luego de un paro nacional el 12 de noviembre pasado, sin precedentes desde el retorno a la forma democrática del régimen burgués, el gobierno de Piñera evaluó volver a reponer el estado emergencia sacando a los militares a las calles. Según los trascendidos, éstos se habrían negado si no se les garantizaba la impunidad como sucede actualmente en Bolivia con el gobierno provisorio e inestable de Áñez quien mediante un decreto les garantizó que no habría consecuencias.
Independientemente de la veracidad de estos roces entre las instituciones del Estado, volver a sacar la carta de la confrontación militar luego de que la clase obrera interviniera decididamente en la escena hubiera resultado en una feroz resistencia de parte de los trabajadores y el pueblo, esta vez afectando a la base del poder burgués que se encuentra en la producción. Por esto es que Piñera, amenazando solapadamente con usar la “fuerza”, indicó que optó por “la razón” instando al conjunto de los partidos de la oposición a adoptar un acuerdo de unidad nacional “por la paz, el orden público y el total respeto de la institucionalidad democrática”.
Esto significó un cierre de filas de todos los bloques burgueses y contó con la adhesión de los partidos pequeñoburgueses del Frente Amplio, quienes se hoy atraviesan una crisis que los corroe por no poder respaldar semejante engaño ante los sectores en lucha. La base del acuerdo es ir hacia una “nueva constitución” mediante un plebiscito en abril y elecciones de constituyentes en octubre del 2020 junto con las elecciones municipales. Más allá de las argucias técnicas para reproducir los amañados mecanismos de representación parlamentaria, asegurando el peso de los partidos del régimen, este acuerdo no significa otra cosa que darle un tanque de oxígeno a un gobierno en crisis, pateando la crisis hacia adelante en un escenario altamente inestable. Ese mismo tiempo es el que está siendo aprovechado por la maquina burocrática y policial del Estado para encarcelar, reprimir y enjuiciar a los que luchan.
La separación de las masas y el Estado que se ha expresado de forma radical en distintos hitos de la lucha de clases no se va a cerrar intentando volver la política de las calles hacia el parlamento. El gobierno sabe esto perfectamente y trata de dar respuesta a los grandes problemas sociales planteados mediante algunas medidas redistributivas que otorguen algunas migajas aquí y allá, pretendiendo dar por cerrado temas, como la disminución del precio de los medicamentos o el aumento de las pensiones básicas solidarias en 50%, que pese al salto porcentual que significa, continuarán siendo pensiones de hambre sobrepasando apenas la mitad del salario mínimo.
Las expectativas por el cambio constitucional, presentado por reformistas y centristas como la salida a la actual crisis, ha provocado un cierto repliegue momentáneo de sectores más amplios de masas a la espera de una resolución a los grandes problemas. La insurrección de fuerzas elementales que se ha expresado en este periodo si bien ha enfrentado decididamente la represión, ha movilizado millones en todas las ciudades del país y ha realizado un paro histórico en la producción, no ha sobrepasado el marco de la legalidad burguesa sin provocar derrotas al Estado, y esto no puede hacerlo de por sí mismo dado su carácter espontáneo.
Se equivocan quienes creen que el cierre de filas de los partidos del régimen en un acuerdo nacional para salvar la democracia para ricos, y eventualmente reformarla, puede dar vuelta la página para volver a la “normalidad”. Los agudos procesos de la lucha de clases que recorren la región, como en Ecuador o Bolivia, y ahora con la intervención de la clase obrera colombiana, ha forzado a los gobiernos proimperialistas a utilizar la salida represiva utilizando los militares, teniendo la misma respuesta de los trabajadores y el pueblo, grandes luchas de masas que cuestionan a los semi-estados latinoamericanos y la dominación imperialista.
Aquello que es espontáneo es al mismo tiempo embrionario de lo consciente. Es preciso que los activistas y la vanguardia en lucha impulsen con fuerza medidas organizativas que tiendan a aglutinar a los principales batallones de la clase trabajadora y la juventud para dar una salida obrera a la crisis abierta. Se vuelve necesario al mismo tiempo debatir un programa transicional que luche por llevar a los trabajadores al poder enfrentando al Estado. Es necesario también que las formas de organización obrera conserven absoluta independencia de la burguesía evitando confundirla con las estructuras políticas del poder burgués como los ensayos constituyentes. La lucha por las demandas democráticas debe estar ligada al fortalecimiento de la clase obrera como clase dirigente del conjunto de los explotados y oprimidos. La conformación de un partido revolucionario internacionalista, que es la reconstrucción de la IV Internacional, se plantea como un debate urgente de la vanguardia obrera y de la juventud.
Luego de un intento efímero de convocar nuevamente a elecciones, Evo Morales ha renunciado a la presidencia. Lo hace frente a la presión del ejército, las instituciones del semi-estado, los motines policiales y las acciones callejeras, impulsadas por los comités cívicos y con Camacho y Mesa a la cabeza.
Renuncia luego de un marcado desgaste de su gobierno, con varios años de traspiés que culminaron en el escándalo del fraude, blanqueado por la OEA, en medio de una llamativa ausencia de las organizaciones campesinas e indígenas que habían sido convocadas por el MAS para defender La Paz.
La postura del ejército y los motines policiales le han dado un ribete golpista a la ofensiva de la derecha, envalentonada por el apoyo imperialista. Si bien este golpe no se ha consumado a estas horas- ya que el ejército no ha tomado el poder – no está descartado este escenario dada la explosividad de la situación.
Evo Morales, que se cansó en estos 13 años de dar concesiones a la burguesía de Santa Cruz, de pactar con los explotadores del agro y de someterse a los intereses imperialistas, demuestra ser el típico bonapartista pequeñoburgués que entrega a su “pueblo” en manos de la derecha, prefiriendo renunciar antes de apelar a las masas a defender su gobierno, masas a las que teme y en las cuales desconfía. El estado al que Evo bautizó como “plurinacional” ha mostrado su carácter semicolonial y descompuesto.
Sus ex aliados de la Central Obrera Boliviana (COB) también le pidieron la renuncia “para pacificar el país” dejando a los trabajadores a la vera de los intereses del imperialismo.
El movimiento obrero y las organizaciones campesinas han quedado en manos de una derecha envalentonada y un ejército que ha mostrado su verdadero carácter de guardián de los intereses capitalistas. Por eso es vital organizar la resistencia obrera ya, retomando la tradición de las grandes acciones de la Guerra del agua, del movimiento minero, de las acciones campesinas. En los métodos de la clase está la única forma de enfrentar al imperialismo y sus socios locales.
Derribar a los burócratas de la COB y recuperarla, sacar a los conciliadores del MAS de las organizaciones campesinas e indígenas y organizar la resistencia armada de la población contra el accionar de la derecha, la policía y el ejército y pelear por la disolución de las fuerzas represivas, es fundamental para preservar los intereses obreros y populares que hoy peligran.
Todo esto se da en medio de grandes acciones de masas que surcan América Latina, como hemos visto en Ecuador y Chile. Es urgente que las corrientes de izquierda que reivindicamos la dictadura del proletariado demos una respuesta programática ante la ausencia cada vez más trágica de una dirección revolucionaria que pueda dirigir una salida obrera y socialista ante los acontecimientos de la región.
Un paso en este sentido podría ser una Conferencia Latinoamericana donde la izquierda revolucionaria debatamos y planteemos ante las masas un programa revolucionario que aporte a la construcción de una vanguardia internacionalista que pueda intervenir en estos procesos, como parte de la reconstrucción de la cuarta internacional.
La fórmula FF ganó las elecciones sin tener que ir a balotaje contra Macri. Si bien se esperaba un margen mayor de diferencia, el Frente de Todos se impuso por 8 puntos.
El FIT-U sólo logró un 2%, siendo una de sus peores elecciones desde que se formó este frente. Fracasó un método centrista de relacionarse con las masas, con el que degradaron el programa revolucionario para tratar de dialogar con un sector de la opinión pública, pero sin embargo no pudieron capitalizarlo en votos. Su debacle no está en el porcentaje obtenido, sino en la desviación parlamentaria, por la cual sólo se limitan a intentar llevar la lucha de clases al Parlamento.
Todas las alas de la oposición burguesa y pequeño-burguesa festejaron que la situación de crisis en la Argentina se haya dirimido en las urnas y no en las calles, como está pasando en gran parte de América Latina. Un festejo quizás de corto tiempo ante el agravamiento de la crisis, no sólo nacional, sino en el plano internacional.
La prensa burguesa se apresuró a decir que estamos ante una transición ordenada y que, después del resultado de las elecciones, en el que Cambiemos obtuvo 40%, estamos ante la aparición de un nuevo bipartidismo. Intentan mostrar una normalidad inexistente en esta transición. Más bien lo que estamos presenciando es una política burguesa de contención ante el nivel de crisis del régimen político, cuando lo que está en juego es su supervivencia como clase. La descomposición de los partidos patronales, que aún no han logrado recuperarse de la crisis del 2001, impide la aparición de un bipartidismo. El PJ se rejuntó de forma precaria en contra de Macri. Por otra parte, el macrismo es una coalición electoral anti-peronista que perdió. Son coaliciones que no han logrado actuar de forma organizada con un programa que incorpore a un sector de masas a la política. Este último escenario aún no está planteado. El caso del PJ es quizás la expresión descompuesta de lo que los marxistas analizamos en las semicolonias como un frente popular en forma de partido, que después del proceso del 2001 logró incorporar en su coalición a organizaciones piqueteras conciliadoras.
Alberto debe pasar esta transición hasta el 10 de diciembre intentando que no se desequilibre nada de los acuerdos con el macrismo y que sea el gobierno saliente quien haga el trabajo sucio, que acentuará aún más la crisis social: cepo al dólar, congelamiento de tarifas, dejar pasar los aumentos de los precios, cierre de fábricas, despidos y suspensiones en grandes fábricas... Hermosa transición pactada.
Otra fracción de clase, igualmente al servicio de los explotadores
El nuevo presidente votado ha generado mucha expectativa en sectores de masas que creen que van a mejorar sus condiciones de vida ante el desastre del macrismo. Difícil. Los únicos que seguro seguirán ganando -ya lo dan por descontado- son las grandes empresas imperialistas, las grandes empresas nacionales, la patronal agraria y algunas pymes para las cuales los economistas FF ya preparan un sinfín de medidas para garantizar sus ganancias. Se prepara un nuevo acuerdo con el FMI, que de seguro será más pauperización para los trabajadores y el pueblo pobre.
Nada bueno puede venir de un gobierno de Alberto, que es un agente de los negocios burgueses y pequeños burgueses y que defiende a una clase que no es la nuestra. La característica estructural de las semicolonias es que son bonapartismos sui generis, una forma de poder estatal especial. Ya que la relación de dependencia con el imperialismo impide que las burguesías autóctonas tengan un carácter independiente, por lo que deben subordinarse al capital imperialista y definir cómo se van a relacionar con el proletariado. El macrismo se disciplinó de forma directa con el imperialismo norteamericano y atacó muy fuertemente al proletariado, con la complicidad de la burocracia sindical. Alberto es de otra fracción pequeño burguesa, que intenta tener otra relación con el imperialismo apoyándose más en el capital nacional y la burocracia sindical para mejor negociar las migajas con el imperialismo. Para generar esa nueva relación de fuerzas interna debe dar concesiones a las masas, pero ante el nivel de crisis, debe apelar primero a un supuesto pacto o acuerdo social que es, de hecho, una tregua para pasar el ajuste.
El acuerdo que busca con los empresarios, la burocracia sindical y la Iglesia es acordar los mecanismos para que la crisis la paguemos los trabajadores. El plan de Alberto de redistribuir y segmentar -cobrando impuestos- las tasas de ganancias de las distintas ramas de la economía, apunta a que el Estado sostenga artificialmente los negocios del empresariado nacional e internacional. La intervención de un semi Estado en la economía desarrolla capas parasitarias a costa de la explotación de los trabajadores.
Por eso debemos enfrentar a este gobierno, como lo hicimos con el macrismo, mostrando al conjunto de la clase cuál es el proyecto de la fracción FF y desenmascarar sus políticas estatistas para garantizar el pago al FMI y de la deuda externa.
Nos apoyamos en los ejemplos de lucha de nuestros compañeros de Chile, Ecuador y de otros puntos del mundo, que se levantan contra sus gobiernos y sus ajustes.
Por una salida obrera y socialista.
El cambio de gabinete, celebrado sólo por representantes del FA como Beatriz Sanchez, expresó el intento de moderar el discurso reaccionario para tender puentes con sectores medios ante la masividad y contundencia de la manifestación social. Sin embargo, este retoque cosmético no puede embaucar a las grandes masas y mucho menos a la juventud que en estos días ha mantenido un enfrentamiento constante en las calles con las fuerzas represivas, señalizando correctamente al Estado como el enemigo.
Pero no sólo las fuerzas represivas constituyen el enemigo, estas expresan la esencia de la democracia semicolonial de sujeción y dominación, de resguardo a la propiedad privada de los ricos. El puñado de familias burguesas que controlan Chile de la mano del capital imperialista, se encuentran resguardadas por el conjunto del andamiaje político jurídico, un aparato burocrático de cientos de hombres dedicados al salvataje de la dominación imperialista.
Ya ésta justicia para ricos ha mandado a perseguir a los activistas y luchadores que comenzaron a revelarse contra las alzas del pasaje boicoteando los torniquetes del metro.
También el parlamento, su ala izquierda FA y PC, quien luego de las medidas de “corte social” del gobierno, se allanaron afablemente a conversar sobre una salida reformista a la situación, con el mismo gobierno que desató una represión salvaje contra el pueblo. Eso sí, piden que se fortalezcan las mediaciones, pretenden que la burocracia sindical de la CUT se pueda sentar a la mesa de una negociación para fortalecerse como los interlocutores privilegiados de la burguesía. Es decir, se postulan para ejercer su rol de lugartenientes del capital pretendiendo un giro político del gobierno para que se asiente la dominación imperialista del semi-estado chileno apoyándose sobre concesiones a las masas para contener y desviar las luchas en curso. Que mejor ejemplo que evitar que a Piñera lo tire el pueblo embaucando con la vía de una acusación constitucional.
Se han escuchado voces que llaman a un “pacto social”. Una especie de intento de regenerar la sociedad burguesa con tono refundacional. Con este mismo objetivo llaman a una Asamblea Constituyente. Como si en la actual etapa histórica fuese posible volver a colocar de pie una estructura reaccionaria y perimida por la misma lucha de clases, una especie de Estado burgués de nuevo tipo. Desde hace más de un siglo, con la primera conquista del poder por los trabajadores, la Revolución Rusa, se abrió la etapa histórica de la revolución proletaria. No hay posibilidad alguna de que los procesos de la lucha de clases lleven a refundar la sociedad burguesa, menos aún en un proceso de descomposición abierta del capitalismo mundial. Los sucesos de Chile constituyen un proceso profundo de la lucha de clases que se está expresando de forma radicalizada en distintos países de la región, y empujan a los trabajadores y al pueblo a buscar las vías para derrotar al capitalismo y a la dominación imperialista. Es por esto que la única salida realista es buscar los medios y recursos para poner en pie a la clase trabajadora para que prepare las etapas de la conquista del poder obrero, de la dictadura del proletariado sobre la clase burguesa buscando su extensión internacional, y superando todas las formas distorsionadas y aberrantes que dio la lucha por el socialismo.
La lucha por un” nuevo pacto social” hoy implica una política de conciliación entre la burguesía y el proletariado, entre los explotados y los explotadores.
Los trabajadores mineros y portuarios vienen interviniendo con acciones decididas en la actual situación. Se abre una etapa crucial de organización que debemos aprovechar. Es necesario que convoquen a todas las organizaciones obreras a un Congreso de delegados de base donde discutir un plan de lucha para derribar al gobierno y un programa de salida a la crisis. La alianza de los trabajadores con sus hermanos del continente deberá ser una bandera de lucha permanente.
La batalla por el castigo a los represores será también una batalla contra los tribunales burgueses y exigirá poner en pie verdaderos tribunales obreros.
Trump ha confirmado su visita a Chile para la cumbre APEC que se realizaría en dos semanas. Es necesario recibir al representante del imperialismo con la paralización de las empresas imperialistas y la lucha en las calles contra la segura militarización de la capital.
Recibamos a Trump con una gran lucha antiimperialista
Juicio y castigo a los represores
Impulsemos la lucha por tirar a Piñera, no a la trampa parlamentaria de la acusación constitucional
Que intervenga la fuerza organizada de los trabajadores, por un Congreso Obrero de Emergencia
Abajo Piñera
Por un Gobierno Obrero
Por una Federación de Estados Obreros de América Latina
A una semana de la irrupción de las masas en Chile luego de un llamado a paro nacional el miércoles 23 donde trabajadores portuarios, mineros, de la salud, de la educación, funcionarios públicos se expresaran junto a la juventud, concentrándose por cientos de miles en todas las ciudades del país, de norte a sur, manteniendo manifestaciones y luchas en las calles contra carabineros hasta desafiar el toque de queda a altas horas de la noche. Lo que comenzó con la lucha de la juventud por el alza del pasaje y por la evasión se convirtió en un enorme levantamiento popular. Esta situación abre la posibilidad de que la lucha de un salto en calidad con la intervención del proletariado de como caudillo de la nación explotada y oprimida.
El gobierno acorralado por no poder imponer fácilmente su ofensiva reaccionaria y la utilización interna de los militares como mandata el imperialismo para Latinoamérica, intenta descomprimir la situación retrocediendo en su programa de gobierno y cambiando a uno de corte más “redistribucionista”(mayores impuestos a las fortunas y miserables aumento del gasto social en seguros de salud, pensiones y salario mínimo) , intentando tender un puente por medio de algunas dádivas con la oposición parlamentaria para destrabar el conflicto con el llamado a la unidad nacional. Llamado a la unidad que está coronado y bendecido por el mantenimiento del Estado de emergencia y los toques de queda, desatando una feroz represión con asesinatos, detenciones, secuestros, desapariciones, violaciones y vejaciones de todo tipo. Este llamado a la unidad nacional de los partidos de gobierno y oposición no cuaja en la separación abrupta de las masas con el Estado y espolea en la memoria de los trabajadores y la juventud la continuidad de las transas con que cerraron la lucha contra Pinochet a finales de los 80´s para dar paso a la “transición a la democracia”.
Mal que le pese a todos los grupos defensores de esta democracia para ricos, la actual situación está mostrando de manera descarnada la verdadera “esencia de la democracia burguesa” como dictadura del capital. Asimismo los procesos de lucha de clases y descomposición de los gobiernos latinoamericanos, impulsa a los regentes de la democracia semicolonial a acelerar las políticas de la ofensiva del imperialismo yanqui en la región, que ya venía solicitando la intervención interna de las fuerzas armadas. Como recientemente expresó Bolsonaro dispuesto a desatar un verdadero genocidio si el poderoso proletariado brasilero se levanta. Del Chile modelo destinado a albergar cumbres internacionales, como el foro APEC o la COP25, poco y nada queda, y hoy se encuentra abierto un proceso profundo de lucha de clases que se extiende por la región donde es necesario que la intervenga, en medio de la espontaneidad e iniciativa de las masas, la fuerza organizada de la clase trabajadora para enfrentar de forma directa al capital y su aparato estatal.
También en el circo de la vía muerta del parlamento, buscando legislaciones cosméticas express para cerrar este proceso, sectores como el PC y FA buscan establecer un puente con sectores de masas, buscando revivir como mediación a través de la CUT, por lo que vienen planteando entre otras cosas una asamblea constituyente para una nueva constitución, y nuevo pacto social. Se postulan a salvar la democracia y perfeccionarla Se trata de la política de conciliación de clases con empresarios, parlamento, poder judicial, FFAA, etc. La lucha por una Asamblea Constituyente que hace sentido en algunos sectores en lucha, sobre todo universitarios y de capas medias, es la lucha por la máxima expresión de la democracia para ricos, buscando una expresión política policlasista para salvar la esencia del Estado. Es por esto que los trabajadores no deben engañarse con las buenas “intenciones republicanas” para salvar un régimen de explotación de clases y por el contrario deben intervenir en esta situación para fortalecer la organización obrera, y discutir un programa de salida a esta crisis que exprese la necesidad de enfrentar y destruir el aparato burocrático militar que sostiene la dominación de clases. Las fuerzas militares que están actuando salvajemente contra las masas no se escindirán de sus mandos a favor de los trabajadores y el pueblo, como ha sucedido en otros momentos de la historia, con llamados a la conciencia y humanidad de sus tropas. Sólo la acción decidida de las masas obreras enfrentando al aparato de Estado puede hacer mella en base de la tropa, planteando la disolución de las bandas de lúmpenes organizados como carabineros.
Necesitamos exigir a todos los sindicatos, federaciones y centrales convocar de forma inmediata a un Congreso de Emergencia de delegados de base para votar un programa obrero y un plan de lucha que dé salida a la actual situación en curso, asimismo debemos expulsar de nuestras organizaciones a dirigentes traidores que en medio de la lucha pretender cerrar acuerdo con un gobierno que carga en sus espalda la muerte y la represión de cientos de luchadores como lo es Juan Carlos Olguín de la FTC. Es necesario que en esta lucha pese la intervención del proletariado organizado. Es necesario organizar con fuerza la paralización nacional y un plan de lucha, al tiempo que poner en pie comités de autodefensa para organizar el enfrentamiento al aparato represivo del Estado.
Es prioritario levantar comités de vigilancia de precios constituidos por delegados de las fábricas y las minas para develar a la población la verdad de los aumentos de tarifas de transporte, alimentos, de la canasta básica etc, también pueden establecerse comités de abastecimiento impulsado por los sindicatos de las cadenas de abastecimiento, que deben imponer el control obrero y organizar la circulación de las mercancías, evitar el desabastecimiento de la población obrera, demostrando ampliamente que los verdaderos saqueadores son los explotadores capitalistas.
Es necesario imponer el control obrero del conjunto del sistema de transporte imponiendo una tarifa obrera-estudiantil del pasaje. Hay que imponer a los patrones que cubran el costo completo de la movilización de los trabajadores. También será necesario extender el control obrero a recursos estratégicos como la energía, empresas sanitarias o la minería, donde la crisis capitalista está provocando miles de despidos y cierre de faenas.
La juventud sigue estando en la primera fila de combate contra la opresión capitalista y la ofensiva reaccionaria en curso. Es necesario que centros de alumnos y demás organizaciones impulsen comités de apoyos para coordinar con los sindicatos las acciones necesarias para una salida obrera. Hay que organizar la experiencia de lucha de la juventud enriqueciéndola con lazos y acciones de solidaridad con la juventud en lucha en Latinoamérica y el mundo.
Abajo el Estado de Emergencia
Impulsemos un Plan de Lucha Obrero y juvenil con Paro Nacional activo con movilización
Que los trabajadores Portuarios y Mineros convoquen y preparen un Congreso Obrero de Emergencia de delegados de base
Impongamos el control obrero de la producción
Abajo Piñera
Por un Gobierno Obrero
En medio del desarrollo de la crisis mundial, la guerra comercial de EEUU-China y el estallido de procesos radicalizados de lucha de clases, como en Ecuador y Chile, se complica aún más la crisis estructural de la economía argentina.
En esta situación mundial convulsiva, la única salida que ha encontrado la burguesía argentina, sumida en una crisis fenomenal, es aferrarse a los designios del FMI y dirimir sus diferencias en un escenario electoral. Apelan al voto para salvar al régimen de conjunto e intentar hacer creer al conjunto de las masas que la bronca y el desánimo se canalizan en una papeleta electoral, mientras se da un escenario de agitación en gran parte de América Latina.
Por eso han comenzado los preparativos por parte de la fórmula Fernández-Fernández de un pacto social, que sería una tregua garantizada por la burocracia sindical, la iglesia y los empresarios nacionales e internacionales para asegurar sus negocios en contra de los trabajadores.
FF promete un plan contra el hambre, para que podamos vivir en paz, lo que en criollo quiere decir “contengamos a un sector de las masas para que no complique los beneficios de nuestra clase”. Macri promete una nueva etapa de ajustes para un futuro mejor. Ambas fracciones burguesas y pequeño burguesas son garantes de los negocios del capital y preparan las condiciones para descargar la crisis al conjunto de los trabajadores y el pueblo pobre. Eso es lo que quiere decir FF cuando dice que “vamos a tener que tragarnos algunos sapos”. La lucha de clase a nivel de Latinoamérica ya le mostró sus límites: en Ecuador, contra el plan de FMI y contra la vía liberal en Chile. Se les están quemando los papeles a las corrientes burguesas y cada vez les cuesta más contener a los procesos de masas en sus instituciones de la democracia burguesa en plena descomposición.
En medio de este escenario las corrientes de izquierda que conforman el FITU llaman a confiar en las instituciones, como el Congreso. Un ejemplo de esta adaptación fue el voto de la ley de emergencia alimentaria, que fue el primer tubo de ensayo del pacto social. En medio de una situación donde las masas están cuestionando, con confusión de objetivos, la estructura misma de las formas estatales de dominación, ellos llaman a reforzar con el voto las “bondades” de la democracia burguesa. Nosotros llamamos a votar en blanco en estas elecciones, ya que el FIT y su alianza con el MST se han alejado de la independencia de clase en la necesidad de abrir un diálogo con una opinión pública y diversos movimientos, cambiando el programa de transición por un sinfín de reivindicaciones de carácter estatistas. Pero el fundamento más importante para llamar a votar en blanco es que tanto el FIT, MST y sus grupos en Brasil llamaron a votar a Hadad del PT en Brasil, liquidando toda idea de independencia de clases. Para nosotros, que peleamos por la independencia de clase, no es lo mismo que un trabajador vote a sus verdugos. Utilizamos las elecciones para organizar a los trabajadores detrás de un programa, no en clave electoral, sino mostrando la necesidad de reorganizar una vanguardia que enfrente de forma revolucionaria la situación.
Debemos abrir un gran debate al interior de nuestra clase para propagandizar un programa obrero para salir de la crisis. Hay que mostrar el potencial de los trabajadores en la producción ante la desorganización de la economía, que se puede organizar sobre otras bases. En las elecciones el voto de los trabajadores se da de forma diluida, pero en los lugares de trabajo nuestras decisiones y acciones hacen temblar a la burguesía.
Después del resultado del 27 se pueden abrir un sinfín de situaciones coyunturales, como sucedió después de las PASO. Obviamente, ninguno de los escenarios posibles, como otra mega devaluación, más inflación y aumento de precios, despidos y cierres de fabrica serán beneficiosas para nosotros. Debemos intervenir de forma independiente y con la fortaleza de nuestra clase y sus métodos. De esa manera estaríamos también aportando a los procesos de lucha de clase como en Ecuador y Chile.
Dos años después del 1-O catalán y de la fallida declaración de independencia de Cataluña, vuelven a ser protagonistas las movilizaciones en las calles de las principales ciudades de esa Comunidad Autónoma. La chispa que volvió a encender las calles fue el dictado de sentencia por parte del Tribunal Supremo de Madrid, el 14 de octubre de 2019, en el cual se condena por los delitos de rebelión, sedición y malversación a Carme Forcadell, Lluís María Corominas Díaz, Lluís Guinó Subirós, Anna Simó Castelló, Ramona Barrufet Santacana, Joan Josep Nuet Pujals, dirigentes del movimiento por la independencia, encarcelados desde fines de 2017.
En estos dos años muchas cosas cambiaron en España, pero en esencia, los problemas de fondo siguen siendo los mismos, aún sin resolverse. De la brutal represión que en 2017 ordenó Rajoy, se pasó por la destitución de ese presidente y la designación del socialdemócrata del PSOE Pedro Sánchez. En tanto, España sigue –con idas y vueltas de las estadísticas de recuperación económica- inmersa en una situación de crisis económica y social, dada por la propia crisis imperialista en su etapa de decadencia. Las dificultades para regenerar el orden institucional de manera estable exceden al enfrentamiento con Cataluña. El 10 de noviembre se celebrarán las cuartas elecciones generales en cuatro años, en medio de un clima de malestar social enorme. La inestabilidad política de cara a los próximos comicios, convocados ante la incapacidad de los partidos de ponerse de acuerdo en la formación de un Gobierno, podría provocar nuevos procesos de movilizaciones. Si bien, hasta la fecha, las encuestan otorgan al PSOE una cómoda victoria, apuntan a una recuperación del PP y vaticinan un retroceso para Unidas Podemos, Ciudadanos y la ultraderecha de Vox, no se descartan sorpresas. Tampoco un resultado electoral será garantía de estabilidad y de cierre de la crisis. El manejo del actual momento de la crisis por parte del gobierno del PSOE demuestra que este partido está tan podrido como el resto del sistema surgido del Pacto de la Moncloa. Las nuevas mediaciones como Podemos, ya mostraron su corto alcance como depositarias de las expectativas de la juventud y los sectores progresistas y se asimilaron al régimen burgués como una mediación más.
Además, todas las contradicciones que influenciaron el desarrollo de este proceso independentista en Cataluña siguen abiertas. En 2017 decíamos que el equilibrio de posguerra se está desbalanceando a partir de la incapacidad de la burguesía imperialista de encontrar una salida a largo plazo a su crisis económica, política y social. Es por esto que la tensión que provoca en Europa la aspiración de independencia de Cataluña se enmarca en una línea más general de varios países europeos: Reino Unido, Ucrania, etc., etc. Y esto se extiende, por supuesto, a las tensiones que apuntan a la ruptura de la UE: el Brexit, de crecimiento de fuerzas políticas que abogan por la salida de sus países de la UE: la derecha holandesa, el FN en Francia, AfD en Alemania, VOX en la propia España. Estas tendencias se están disputando -por ahora en el plano de las instituciones- el liderazgo burgués para llevar adelante la única receta válida para mantener su dominación: aumentar el nivel de explotación del proletariado.
Instituciones sujetadas con alfileres
El pasado 21 de octubre el actual presidente del gobierno, Pedro Sánchez, escribió una misiva dirigida al presidente de la Generalitat de Cataluña, Quim Torra, en respuesta a sus llamados. En ella, Sánchez le echa en cara a Torra que no ha hecho lo necesario para “condenar la violencia de forma rotunda; amparar a las fuerzas de seguridad que la combaten; y evitar la discordia civil”. El presidente es tajante al pedir que se defina a favor del orden central del Estado, sin medias tintas. Precisamente, medias tintas es lo que ha caracterizada a los principales dirigentes de la Generalitat en todo este proceso, porque saben que llevar la demanda de independencia de Cataluña hasta el final no sólo implica romper con el orden del Pacto de la Moncloa, sino que puede romper el mando capitalista y desarrollar enfrentamientos que no podrán controlar. Aquí es importante aclarar que la consigna de la Junts pel Sì de Puigdemont y cía. no es precisamente “autodeterminación nacional”, sino una “república” (capitalista) que tenga el status del resto de los Estados de la UE, o sea, una nueva república imperialista. Cuestión que es totalmente improbable históricamente, pero, además, de suceder sería un engendro reaccionario. La cobardía de la burguesía catalana es equiparable a su desprecio por las masas y los trabajadores.
Por su parte, la cortante posición de Sánchez tiene que ver con la necesidad de mostrar fortaleza del poder central de Madrid, en un momento de debilidad total y peligro de desbordes sociales.
¿Una generación perdida para la burguesía?
La imposibilidad de cerrar la crisis abierta en 2008 está haciendo estragos en la situación social española, particularmente de los jóvenes. En Cataluña, según publicó el diario El País, se habla de que la pobreza crónica alcanzó en 2018 al 21,3% de la población. Entre los principales problemas se encuentran la precariedad, el empleo de baja calidad y la falta de acceso a la vivienda. Entre los más afectados, se encuentra la juventud.
En las movilizaciones de los pasados días de octubre la policía ha elevado la alarma sobre el nivel de organización de los manifestantes y su alta predisposición a la lucha. En algunos puntos de Barcelona se libraron batallas de hasta siete horas con la policía. “Nunca habíamos vivido semejante violencia contra nosotros”, aseguran fuentes policiales. Destacan asombrados que los combatientes no tienen miedo a las pelotas de gomaespuma que tiran los Mossos, ni a las de goma que tira la policía, que tampoco los dispersan. Es la peor crisis de seguridad que han vivido nunca los Mossos y ha sobrepasado las previsiones de todos los cuerpos policiales, igualmente sorprendidos por tan alta agresividad. Las instituciones, incluso las fuerzas represivas, pierden autoridad; eso presagia una escalada en los enfrentamientos. Para llevar la lucha a un estadío superior es necesario que la vanguardia obrera imponga sus métodos de organización, no sólo en los combates callejeros, sino en los establecimientos de producción capitalista, para desorganizar a los capitalistas y organizar a las fuerzas revolucionarias. Posiblemente el planteo de milicias obreras cobre una importancia fundamental.
La necesidad de una dirección revolucionaria
El límite de las actuales luchas callejeras es que carecen de un programa claro para guiar esa energía de combate de los trabajadores y jóvenes hacia el enfrentamiento del sistema capitalista y la instauración de un nuevo orden socialista. La lucha en las calles de Cataluña excede a la vieja demanda de la “república”; en sus fundamentos se encuentran la lucha contra la explotación y la opresión capitalistas. Es necesaria una dirección obrera que acaudille al conjunto de los oprimidos. La caótica situación a la que arrastra la crisis imperialista en Europa exige que los revolucionarios planteemos con claridad los objetivos históricos que debe llevar adelante la clase obrera para dar una salida definitiva. Las tendencias antagónicas entre revolución y contrarrevolución hoy se encuentran atravesadas por un sinnúmero de mediaciones. Lamentablemente, las direcciones obreras no aportan más que confusión al proletariado en cuanto a sus verdaderos objetivos, llevando a los trabajadores sindicalizados detrás de la conciliación de clases. En el caso del “frente catalán”, del que participa la CNT, se oculta que también la Generalitat fue artífice de la reforma laboral y de la miseria de los trabajadores. La burocracia sindical de España ha sido una pata más del régimen nacido en el ’78 y actúan como enemigos de los intereses históricos del proletariado en nuestras propias filas. Y es así, que permiten que se dividan las filas obreras detrás de bandos burgueses que persiguen intereses antagónicos a los de los trabajadores. Los proletarios debemos reivindicar los métodos obreros, como la huelga general, como medio para perseguir el interés de clase: es decir, el fin de la explotación y la opresión social. Es necesario organizar la huelga general en España como método para desorganizar a la burguesía en la producción, en función de consolidar la unidad obrera. Esta tarea excede los límites incluso de España. El proletariado europeo debe tomar la palabra ante la situación de emergencia social impuesta por la burguesía y plantear una salida revolucionaria de conjunto. Para ello hay que construir un partido revolucionario con el programa de la IV Internacional.
Una vez más sobre la “República” y el “proceso constituyente”
El movimiento catalán opone una república ante una monarquía, parecería que el planteo viene a retomar las banderas de la guerra civil. Sin embargo, en primer término, la dirección del proceso proclama el nacimiento de una república “europea”, es decir, imperialista. Nada tiene de progresivo esto.
Este punto no debería presentar inconvenientes en ser aclarado desde la perspectiva revolucionaria, si no fuera porque numerosas corrientes que se proclaman trotskistas se han subido al tren de la República, sin tener en cuenta la dinámica de clases que subyace a esta consigna en este proceso actual. Hay que decir que este proceso implica una pelea entre fracciones burguesas, en la que una intenta ubicarse como progresiva con una idea de República. Es lamentable que ante esto la izquierda pierda el norte e intente ubicarse del lado de un bando, desligando la lucha de la noción fundamental de independencia de clase.
La mayoría de las corrientes centristas han vacilado políticamente ante la movilización en Cataluña y han apelado a la vieja receta de acompañar la movilización “democrática” de las masas, a pesar de que esto se riña con los objetivos históricos del proletariado. El policlasista movimiento democrático que se ha desarrollado, por el momento, no ha mostrado elementos de ruptura revolucionaria con el régimen burgués. Muchos plantean que hay que proponer un proceso constituyente para establecer una República independiente. ¿Cuál sería el carácter de clase de esta República democrática? Hay un primer elemento esencial a tener en cuenta para plantear el desarrollo de un proceso revolucionario: el partido revolucionario. Eso sólo puede suceder con una vanguardia organizada y decidida. También insistimos en la importancia de recordar que la revolución puede comenzar en el terreno nacional, pero se dirimirá indefectiblemente en la arena internacional, por lo tanto, el proceso revolucionario hacia la Federación de Repúblicas Socialistas deberá involucrar, al menos en una primera etapa, al conjunto del proletariado europeo. Los revolucionarios defendemos el derecho de las naciones a la autodeterminación sobre la base de la unidad revolucionaria del proletariado y la lucha insoslayable contra el capital. Esto no es lo mismo que poner en pie una república burguesa. En ese camino, la forma estatal de la dictadura del proletariado en Europa no será otra que los Estados Unidos Socialistas de Europa. Las tareas programáticas por las que combatiremos en las organizaciones obreras deben estar orientadas al desarrollo de una dirección revolucionaria. Para empezar, deberá combatir a la burguesía tanto en las filas de los que apoyan al gobierno central, como de las propias fuerzas independentistas catalanas; en este camino deberá recuperar los sindicatos de manos de las burocracias conciliadoras y desde allí organizar las fuerzas para disputar el poder en las fábricas, los servicios, etc. Es necesario llamar a todas las fuerzas revolucionarias de Europa a poner en marcha este programa, en el camino de la reconstrucción del partido internacional de la revolución socialista, la IV Internacional.
En el día del hoy en diferentes puntos del país realizamos acciones de solidaridad con los jóvenes trabajadores y estudiantes chilenos que resisten el ajuste
Desde el lunes 14 de octubre las luchas de la juventud contra el alza del pasaje y por la evasión fueron creciendo en cantidad y muestras de apoyo de los trabajadores y el pueblo. La despiadada represión desatada al interior de las estaciones y vagones del metro de Santiago los días jueves y viernes, con lacrimógenas dentro de los trenes, golpizas indiscriminadas a jóvenes de parte de carabineros, hasta balinazos que dejaron sangrando a una estudiante, despertó la bronca de amplios sectores sociales que salimos a las calles a protestar contra esta represión salvaje. Durante la jornada del viernes, la represión desmedida y amplia condena de la misma llevó al gobierno a dictar la Ley de Seguridad del Estado, el acuartelamiento de los militares y el repliegue de carabineros, paralizaron la red de metro, y se produjeron sospechosos incendios de estaciones, edificios y vagones con trabajadores en su interior, derivando en el llamado al estado de emergencia (de excepción) sacando los militares y tanquetas a las calles.
La respuesta obrera, juvenil y popular no se hizo esperar, salimos cientos de miles a las calles a manifestar contra este feroz ataque y en particular contra la militarización de la capital. La irrupción de distintas fuerzas sociales en todas las poblaciones se extendió a todo el país, con convocatorias masivas que se iban reforzando a cada hora con nuevos elementos de lucha enfrentando abiertamente la represión. La lucha se dirigió también contra los símbolos del poder económico como los bancos, las corporaciones, el transporte público, se extendieron de forma generalizada los saqueos a supermercados y centros de retail. Los militares en funciones llamaron a toque de queda en la noche del sábado 19, toque de queda que no fue respetado por miles de barricadas y caceroleos espontáneos que enfrentaron la represión hasta altas horas de la madrugada. Ya se contabilizan con la intervención militar algunos muertos de bala, atropellos con carros policiales, cientos heridos y detenidos. Aún continúan encendiéndose las barricadas mientras los jefes de las instituciones del Estado burgués (ejecutivo, parlamento, senado, corte suprema) salen, luego de un afable almuerzo presidencial, a expresar la necesidad de impulsar la unidad nacional alineándose incondicionalmente con el estado de excepción en curso para que de la mano de una cruenta represión comience el “diálogo social” entre ellos mismos.
No hace ni dos semanas que Piñera sostenía que “en medio de esta América Latina convulsionada vemos a Chile, es un verdadero oasis, con una democracia estable”. El pavoneo del “país modelo” del imperialismo le duró poco. La situación de procesos de lucha de clases y descomposición de los gobiernos latinoamericanos, lo ha llevado a acelerar las políticas de la ofensiva del imperialismo yanqui en la región, que ya venía solicitando la intervención interna de las fuerzas armadas como sucede en Río de Janeiro, también con desastrosas consecuencias. Cumbres internacionales, del desmembrado orden internacional, como el foro APEC o la COP25, exigían que dar muestras al mundo de “normalidad democrática”, es decir de un sistema de represión y opresión para garantizar la democracia para ricos y la dominación imperialista. La intención de reforzar una ofensiva reaccionaria ante la debacle de los gobiernos bonapartistas sui generis en crisis alineados directamente con el imperialismo yanqui como el de Macri o Bolsonaro, aceleró las contradicciones latentes de un profundo malestar social, de la pauperización y la miseria creciente, y un Chile modelo que hace agua.
Las direcciones oficiales de la CUT llamaron al gobierno a dialogar retirando el estado de emergencia y amenazando con un llamado a una asamblea sindical abierta. El “dialogo social”para estas direcciones es llevar el torrente de la lucha a una política de conciliación de clases. Se está llamando actualmente desde CUT/ANEF/CONFECH, etc, a una medida de paro nacional para el próximo miércoles 23 de Octubre.
Necesitamos exigir a todos los sindicatos, federaciones y centrales convocar de forma inmediata a un Congreso de Emergencia de delegados de base para votar un programa y un plan de lucha que de salida a la actual situación en curso. Es necesario que intervengan las fuerzas organizadas de la clase trabajadora para irrumpir como caudillos de la nación explotada y oprimida. Es necesario impulsar con fuerza el paro nacional y levantar al mismo tiempo comités de autodefensa para organizar el enfrentamiento al aparato represivo del Estado.
Es prioritario levantar comités de vigilancia de precios constituidos por delegados de las fábricas y las minas para develar a la población la verdad de los aumentos de tarifas de transporte, alimentos, de la canasta básica etc, demostrando ampliamente que los verdaderos saqueadores son los explotadores capitalistas.
Es necesario imponer el control obrero del conjunto del sistema de transporte imponiendo una tarifa obrera-estudiantil del pasaje. Hay que imponer a los patrones que cubran el costo completo de la movilización de los trabajadores. También será necesario extender el control obrero a recursos estratégicos como la energía, empresas sanitarias o la minería, donde la crisis capitalista está provocando miles de despidos y cierre de faenas. No se tratará de pelear por un cambio de propiedad a manos del estado de los patrones, sino de intervenir activamente con las fuerzas de nuestra clase que son los que tienen el resorte del poder en la producción, la fuente de creación de la riqueza. Ya los portuarios salieron a convocar a acciones de paralización y movilización, es necesario extender y centralizar estas acciones.
La juventud ha estado y está en la primera fila de combate contra la opresión capitalista y la ofensiva reaccionaria en curso. Es necesario que centros de alumnos y demás organizaciones impulsen comités de apoyos para coordinar con los sindicatos las acciones necesarias para que intervengan los batallones organizados de la clase trabajadora. Al mismo tiempo esta experiencia de lucha puede enriquecerse estableciendo lazos y acciones de solidaridad con la juventud en lucha en latinoamérica y el mundo, apoyando las luchas y organización de la clase trabajadora
La vanguardia obrera y juvenil debe intervenir y organizarse activamente en esta situación. En particular las corrientes que se reivindican del trotskismo, del marxismo revolucionario, tenemos una responsabilidad gigante en la situación en curso. Llamamos a estas corrientes a coordinar reuniones a la brevedad para discutir la situación y la política a levantar y al mismo tiempo la necesidad impulsar una Conferencia Latinoamericana, para discutir un programa que levante la necesidad de la lucha por el poder obrero ante los grandes acontecimientos de nuestra región.
Abajo el Estado de Emergencia
Paro Nacional activo con movilización
Congreso Obrero de Emergencia
Plan de lucha nacional obrero y juvenil
Por un Gobierno Obrero
En la Universidad Nacional de Cuyo se realizan elecciones para centro de estudiantes en distintas facultades. Cómo rama universitaria de la COR participamos en dos listas, Frente Artes en Lucha, en la Facultad de Artes y Diseño, y Tendencia Estudiantil Revolucionaria (T.E.R. Lista 1969) en la Fac. de Filosofía y Letras.
La TER en Filo, es la continuidad del Frente de Estudiantes en Lucha que agrupó a activistas con quienes confluimos en las tomas del 2018 durante la huelga universitaria, y con quienes conquistamos la Secretaría de Cultura del CEFyL. Nuestra participación activa durante el conflicto contra el ajuste de Macri y los rectores durante el 2018, nos permitió extender nuestra influencia a la Facultad de Artes, confluyendo con estudiantes que participaron de las tomas y, más recientemente, con otros con quienes venimos de pelear contra la contra la precarización laboral de los trabajadores del arte, y contra las autoridades que dirigen la facultad y la UNCuyo desde los intereses del negocio del arte y el espectáculo.
Pero el contexto es otro, ya que prima la pasividad que imponen las corrientes patronales peronistas y radicales, expectantes a como se dirima la disputa burguesa este 27 de octubre. Ambas listas que formamos son la expresión de lucha, donde desde la COR sostenemos un programa consecuente contra la universidad de clase y la orientación oportunista electoralista de la izquierda, enfrascada en la pelea parlamentaria, que incluso los llevó a intentar proscribir nuestra lista en Filo.
Creemos que la situación en Argentina, es de una crisis social aguda que, por ahora, permanece envuelta en las expectativas que genera el cambio de gobierno en amplios sectores obreros y estudiantiles. Nosotros advertimos que el recambio burgués no traerá soluciones a los trabajadores y sus hijos sometidos a la desesperación que implican la desocupación y la inflación descontrolada. La única salida la pueden dar los trabajadores, peleando contra el orden de explotación capitalista. Queremos recuperar los centros de estudiantes, el CEFyL y el CEFADI, enfrentando las tendencias de conciliación de clases, y para forjar una corriente revolucionaria en las universidades.
Impulsamos con la TER y el FAL, las tareas que permitan desarrollar un movimiento estudiantil antiimperialista, que confluya con los procesos de lucha obrera y juvenil que en América Latina que enfrentan al FMI y sus gobiernos, tal como lo demuestran los compañeros que salen a la calle en Chile y Ecuador.
La crisis de deuda que encara Argentina es parte de una crisis capitalista generalizada, signada por la ofensiva del imperialismo yanqui por recuperar su hegemonía. Al mismo tiempo, la caída en desgracia del país abre peligrosas perspectivas para el conjunto de la región y el resto de los países semicoloniales.
Te invitamos a discutir estos problemas con el objetivo de desarrollar la lucha por una salida obrera y revolucionaria a esta debacle.
El 13 de octubre, después de más de 10 días de enfrentamiento en las calles, el presidente de Ecuador anuló el decreto en disputa; pero planteó que lo reemplazará con otro, consensuado con la mesa de negociación que se había formado ante la crisis, entre los representantes de la ONU, la Iglesia y la dirección de la CONAIE. Es un retroceso importante del gobierno ante el levantamiento, pero el ataque del FMI sigue en curso.
En estos días estamos presenciando el levantamiento de masas en Ecuador ante el ataque del gobierno de Lenin Moreno, con libreto del FMI, al conjunto de la población para garantizar las condiciones de dominación del imperialismo y salvar a una burguesía raquítica y pequeña burguesía pro imperialista de una nueva crisis.
La inmediata respuesta de la gran mayoría de las masas contra las medidas que solicitó el FMI es un duro golpe para esta institución, creada en la posguerra y que, ante un periodo marcado por una acelerada descomposición del imperialismo y sus instituciones, muestra de forma descarnada la crisis en la que está envuelta el FMI, no sólo en Ecuador, sino también en el caso de Argentina, por ejemplo.
La crisis del gobierno de Lenin Moreno expresa la debilidad estructural que tienen los bonapartismos sui géneris como forma de poder estatal, en su relación con el imperialismo y las masas. La dominación del imperialismo norteamericano en América Latina, en momentos de debilidad histórica, muestra a las claras que cada vez se le complica más imponer sus políticas y, con ellas, sólo logra descomponer aún más los semi Estados y las burguesías y pequeñas burguesías autóctonas. Casos sobran para ejemplificar, como Venezuela, la crisis política en Perú, la crisis de todas las formaciones llamadas progresistas en América Latina. Si bien no hay en el horizonte ningún país que logre imponer su hegemonía, ya que sus competidores, como China y Rusia, aún no logran restaurar el capitalismo en sus ex Estados obrero, sí aprovechan estas contradicciones mundiales para exportar sus capitales. Ecuador es un ejemplo de esto, donde la influencia de China, propiciada por el anterior gobierno de Correa, ganó posiciones en la rama petrolera.
El pasado 1° de octubre, como parte de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, el gobierno de Lenin Moreno lanzó un paquete de medidas que eran un terrible ataque a las masas ecuatorianas. Por medio del Decreto 883 estableció el fin de los subsidios a los combustibles, lo cual se traduce en un aumento en el precio del transporte y de todos los productos básicos. Los principales afectados eran los transportistas y los sectores campesinos, además de las grandes masas.
Los trasportistas fueron los que primero negociaron con el gobierno un aumento de los pasajes y se retiran de las manifestaciones que habían impulsado al principio. El protagonismo de las protestas quedó centralmente en manos del movimiento indígena, agrupado en la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE).
Otro ataque fue la reforma laboral, con medidas como la reducción del salario de un 20% para todos los nuevos trabajadores, habilitar por un año la contratación a plazo fijo y achicar el período vacacional de los empleados públicos a la mitad. Nuevos avances en materia de flexibilización de las condiciones de trabajo. Por medio de la reforma tributaria se les quitará un día de sueldo por mes a todos los empleados estatales.
La respuesta de las masas no se hizo esperar, con grandes movilizaciones en Quito, corte de rutas, tomas de instituciones gubernamentales en el interior y duros enfrentamientos con las fuerzas represivas que desplegó el gobierno. Lenin Moreno aprendió de los anteriores levantamientos y trasladó el gobierno a Guayaquil, donde la burguesía ecuatoriana felicitaba las medidas dictadas y, sobre todo, la que planteaba la condonación de las deudas de dicha fracción.
Con el pasar de los días, el conflicto se fue radicalizando y la lucha abierta en las calles ya daba 5 mártires en manos de las fuerzas represivas. Moreno intentó abrir un canal de dialogo, pero sin modificar el decreto, luego retrocedió y aceptó discutirlo, pero imponiendo un toque de queda y una militarización de Quito.
En esta lucha el proletariado ha intervenido de forma diluida y quien dirige las movilizaciones es la CONAIE, dirección indígena, y algunos partidos maoístas. En el proceso mismo de la lucha comenzó a desarrollarse una vanguardia, al calor de los enfrentamientos, que ya no respondía a estas direcciones y se combinaba con un sector urbano que no aceptó el toque de queda y salió a hacer cacerolazos masivos.
La CONAIE y los grupos maoístas son direcciones de conciliación de clases que siempre buscan aliarse a algún sector de la burguesía y pequeña burguesía para negociar, no es su estrategia la lucha por el poder ni hacer avanzar a las masas hacia un desarrollo revolucionario. Es lo que hicieron al aceptar la negociación con Moreno, aislando a los sectores de vanguardia que aún seguían luchando. Escenario que aprovechó el gobierno para reforzar la represión.
Es imperioso que los trabajadores intervengan de forma independiente en esta crisis, poniendo bajo control obrero a la rama del petróleo, por una revolución agraria para expropiar a los expropiadores. Por un paro nacional que unifique las filas del proletariado y el pueblo pobre y que plantee: Abajo Lenin Moreno. Fuera el FMI. Por un Gobierno Obrero.
El pueblo ecuatoriano ya ha pasado por distintos engaños con supuestas formas democráticas, como la asamblea constituyente de Correa, la reciente historia de levantamientos muestra la fuerzas potenciales y disposición a la lucha, recordemos la salida de Bucaram (1997), Mahuad (2000) y de Lucio Gutiérrez (2005).
Debemos impulsar desde las filas del marxismo revolucionario la mayor solidaridad internacional al levantamiento en curso y llamar a una Conferencia Latinoamericana a las corrientes que aun reivindican la dictadura del proletariado, para dar respuesta a la necesidad de desarrollar una dirección revolucionaria discutiendo un programa internacionalista, en el camino de la reconstrucción de la IV Internacional.
Los trabajadores estatales precarizados de la provincia de Córdoba vienen sosteniendo una lucha contra la precarización laboral y la miseria salarial impuestas por el gobierno de Juan Schiaretti, con la complicidad de la burocracia sindical y en particular de José Pihén, actual dirigente del SEP y la CGT Córdoba. Ese mismo Pihén que aceptó, junto a Monserrat de la UEPC, terminar con la ya de por sí engañosa cláusula gatillo a cambio de un miserable bono de $3.000 en 2 cuotas como paliativo ante la devaluación, bono que además no alcanza a los precarizados. El proceso de organización mediante asambleas, apoyado en conflictos anteriores como el de las compañeras del Polo de la Mujer y de otras reparticiones, se postula como una lucha generalizada contra la precarización laboral en una de las principales empresas capitalistas de la provincia, el propio Estado burgués. La patronal-Estado muestra así su verdadero rostro, y las mentiras de la lucha contra el trabajo precario, que el propio gobierno alienta con los planes de empleo como el PPP, PPP joven, el PILA y tantos más.
Esta lucha se da además en una coyuntura nacional de crisis, con el brutal impacto en los salarios de la devaluación pos PASO y los planes de más ajuste y reformas antiobreras que negocian Macri y Fernández con el FMI. Abre la perspectiva de romper la paz social que pretenden imponernos los candidatos a presidente, los patrones y la burocracia sindical de las CGTs y las CTAs. La lucha que están iniciando los estatales precarizados de Córdoba tiene enorme importancia para el conjunto de la clase obrera. Plantea la posibilidad de conquistar el pase a planta de todos los precarizados, un contrato único para todos los trabajadores estatales, el salario inicial igual a la canasta familiar indexado a la inflación, entre otras conquistas centrales para poner de pie a nuestra clase.
La posibilidad de la afiliación sindical no es menor, ya que permite establecer relaciones de fuerzas favorables a nuestros intereses de forma colectiva ante la patronal. Es necesario imponer junto a los delegados combativos la afiliación de los precarizados al SEP, y si se decide encuadrarse en otro sindicato, hacerlo siempre a partir de una decisión colectiva. Luchemos por la unidad, no a través de los acuerdos de cúpula de las burocracias sindicales, sino a partir de asambleas conjuntas en cada repartición, donde participen trabajadores de planta y precarizados, sin distinción de afiliación sindical. Elijamos delegados paritarios con mandato de asamblea, para que la negociación con el gobierno no quede en manos de los burócratas de siempre, sino de luchadores que respondan a las bases. Por una paritaria estatal única, que incluya a los docentes. Avancemos en un plenario provincial de delegados con mandato que se plantee la deliberación y vote el paro provincial con toma de edificios como parte de un plan de lucha para conquistar todas las demandas. Una instancia así es fundamental en este momento donde más necesitamos centralizar nuestras fuerzas para poder dar una salida a la crisis desde nuestros intereses.
Recuperar nuestros sindicatos y centrales obreras de manos de la burocracia sindical es una tarea central. Tomemos el ejemplo de los trabajadores y el pueblo ecuatorianos que enfrentan en las calles los planes del FMI y el de los docentes de Santa Cruz y demás trabajadores que en nuestro país se nieguen a “salir de las calles” para “irse a dormir” como les reclaman Macri y Alberto. El único camino es la lucha con los métodos de la clase obrera y tras una salida de independencia de clase.