A más de un año de las presidenciales, EEUU ya está en campaña electoral. El bando republicano, con Donald Trump a la cabeza, lleva como estandarte las cifras de la bonanza económica sostenidas los últimos 3 años. Los demócratas, por su parte, impulsan el juicio político al presidente por el escándalo de la conexión ucraniana para intentar debilitarlo. Mientras, los constantes ataques de Trump contra el jefe de la Reserva Federal (FED), el Banco Central norteamericano, Jerome Powell, dejan vislumbrar los temores que genera en la administración y en el conjunto de la clase capitalista la sombría perspectiva de una probable caída en recesión.
Si bien los economistas y analistas no se ponen del todo de acuerdo, hay síntomas claros de un frenazo en la economía norteamericana. En primer lugar, están los números del crecimiento de la economía mundial, que desde la crisis de 2008 no ha logrado recuperarse y puede caracterizarse como un estancamiento. La caída de las cifras del comercio exterior mundial y la entrada en recesión de Alemania, así como un debilitamiento sostenido de la economía China, la incertidumbre de los efectos estructurales del Brexit y la última escalada del precio del petróleo a partir del bombardeo de las principales refinerías sauditas, muestran un agravamiento de las presiones externas sobre la economía yanqui.
En las principales estadísticas, la economía de EEUU sigue mostrando buena salud, con una baja tasa de desempleo y 124 meses consecutivos de crecimiento económico. No obstante, algunas cifras preocupan. Siguiendo el índice PMI elaborado por el “Institute for Supply Management”, este agosto, por primera vez en 3 años, la actividad de la industria manufacturera se contrajo, luego de 4 meses de desaceleración de su crecimiento. Las exportaciones industriales también muestran una caída en los últimos meses, al igual que la confianza empresaria. Otro dato que preocupa es la reversión de curvas de tasas de interés, que significa que la tasa de los bonos que paga el Tesoro a 10 años se vuelve mayor a la tasa que retribuyen los mismo bonos a 2 años. Sin que exista una explicación económica sólida, los econometristas han determinado que este fenómeno guarda una correlación con el inicio de una recesión en el corto plazo. Tal es el temor a esto que los principales bancos centrales imperialistas han comenzado a revertir su política de suba de tasas de interés, las que estaban extraordinariamente bajas luego de la aplicación de la “relajación cuantitativa” (QE), es decir, emisión monetaria a mansalva, aplicada para capear los elementos más catastróficos de la recesión de 2008. La ofensiva retórica de Trump contra la conducción de la FED parte de la idea de que una nueva QE, esta vez preventiva, es necesaria.
Como hemos escrito en otros materiales, Trump ha encarado una nueva orientación para el imperialismo norteamericano proponiéndose dar cuenta de la crisis del equilibrio en el sistema de Estados establecido a la salida de la II Guerra Mundial. Su política, centrada en atacar las instituciones imperialistas de la posguerra, ha sido coherente, pero no ha logrado aún mostrar lo que algunos llaman un nuevo orden. Actualmente, la Guerra Comercial es el principal instrumento para encarar la tarea de la asimilación imperialista de los ex Estados obreros, Rusia y sobre todo China. Esta política, que ha afectado sin duda a China, sin embargo, también ha generado problemas al interior de EEUU, produciendo divisiones entre los diferentes sectores burgueses, que se ven beneficiados o muy perjudicados (exportadores agrícolas, industrias basadas comodities importados) por la suba de aranceles. Por lo pronto, las negociaciones con China continúan, sin llegar al acuerdo que sería el resultado de una guerra que ha demostrado ser no tan fácil de ganar como había anunciado el presidente. En Medio Oriente, la ruptura del acuerdo nuclear con Irán y la presión sobre los países europeos para que también lo abandonen ha generado aún más inestabilidad. Trump apuesta todo al papel de gendarme de Israel, aunque las consecuencias de esta inestabilidad se hacen notar a cada paso, la última con el bombardeo con drones de las refinerías de Arabia Saudita que han llevado al parate del 50% de la producción del 1º exportador de crudo del mundo y a la escalada de los precios de la materia prima número uno utilizada para hacer funcionar la maquinaria industrial de los países imperialistas. Al momento de escribir esta nota, EEUU evaluaba un ataque militar sobre Irán como represalia a la supuesta autoría del bombardeo, lo que pone a las fuerzas revolucionarias y a la vanguardia de la clase obrera en guardia para enfrentar esta nueva ofensiva del imperialismo y declararnos por su derrota en el campo militar si decide adentrarse en una nueva guerra contra los pueblos oprimidos de Medio Oriente.
Antes de los hechos en Arabia Saudita, Trump había despedido a su asesor de seguridad nacional, Bolton, por diferencias. Una de las más importantes fue el fracaso de la “operación Guaidó” en Venezuela, armado por Bolton como una transición más o menos rápida para salir del gobierno de Maduro. Ahora Guaidó es acusado de tener relaciones con narcos colombianos y Trump busca una negociación directa con Maduro. En términos generales, podemos hablar de complicaciones importantes en la ofensiva del imperialismo sobre América Latina, donde las reformas estructurales que deben imponer los gobiernos cipayos se están viendo frenadas por movilizaciones obreras y del pueblo oprimido. El caso de Brasil y la debilidad del gobierno Bolsonaro para aplicar las reformas y recuperar el crecimiento económico es resonante. Pero un fracaso aún más fulgurante es el de la apuesta, de miles de millones de dólares del FMI, por la transición macrista en Argentina. La influencia de Trump para que el FMI se embarcara en el préstamo de rescate más grande de su historia muestra hoy un futuro incierto.
Trump pretende evitar ser, como G. W. Bush, “el gobierno de la recesión”, más teniendo en cuenta que apuesta todas sus fichas electorales a la economía. La contradicción de esta dirección imperialista es que la única herramienta con que cuentan para imponer su salida es el propio Estado burgués, basado en un territorio nacional y por lo tanto en franca contradicción con el carácter internacional de las fuerzas productivas. La orientación trumpista para intentar revertir el deterioro del a hegemonía imperialista de EEUU es coherente, pero se choca con los elementos históricos de la crisis estructural de la descomposición imperialista. Va a ser muy difícil que el paquete de medidas estatales para intentar sortear la recesión (aranceles, TLCs con terceros países, baja de tasas de interés menores al 0%) sea capaz de contrapesar las tendencias profundas de la economía capitalista como entidad mundial.
Pero el mayor desafío sólo comienza a desarrollarse en el terreno de la producción misma, con la salida a la lucha de trabajadores de diferentes ramas, trabajadores que no ven la bonanza económica de las estadísticas reflejadas en sus condiciones de vida. Algunos hablan de una verdadera agitación laboral en los últimos años, con ejemplos como las huelgas de Verizon (telefónicos), de los 8.000 trabajadores de Marriot (hoteleros) del año pasado, de los 31.000 trabajadores de supermercados del noreste a principios de 2019, las grandes huelgas de docentes en varios estados de 2018. En total, casi medio millón de trabajadores participaron de huelgas y paralizaciones el año pasado, llegando a un récord desde 1986.
Al escribir esta nota, 50.000 trabajadores de General Motors (GM) afiliados al poderoso sindicato UAW salen a la huelga por las negociaciones paritarias cuatrianuales. Según Credit Suisse, las pérdidas de GM por el paro podrían ascender a U$S 50 millones diarios. Los teamsters (camioneros) han decretado la solidaridad definiendo no cruzar las líneas de piquetes de los trabajadores que bloquean las plantas de GM. Esto ha llevado al lock out en una de las plantas de la empresa en Ontario y posibles problemas en la producción de otras plantas GM en Canadá y México.
¿Qué reclaman los obreros de GM? Si bien la burocracia sindical de la UAW evita informar los pormenores de las negociaciones con la patronal y presentar un pliego concreto de demandas para el conocimiento de la base, diferentes entrevistas en las líneas de piquete revelan el contenido general de lo que los trabajadores esperar conquistar con este paro: recuperar lo perdido con las concesiones que UAW le hizo a la patronal frente a la gran recesión de 2008. Esto es, eliminar la doble escala salarial, efectivizar a los trabajadores temporarios y tercerizados, además de aumento salarial y de beneficios en el programa de salud. Eso, y hacer retroceder a GM en su plan de reestructuración que implica el cierre de 4 plantas en EEUU, plan que muestra la falsedad del discurso de Trump sobre la repatriación de fábricas a partir de su política exterior. GM viene de 3 años de enormes ganancias, basadas en la flexibilización laboral introducida entre 2007 y 2008, flexibilización que los trabajadores toman como excepcional pero que la burguesía considera permanente en su búsqueda de establecer una nueva relación entre capital y trabajo. El choque está planteado, así como la evidente centralidad de los sindicatos es su relación con la producción. Se plantea una “lucha por los sindicatos”, donde las promesas de Donald Trump se desdibujan, mientras las nuevas corrientes como el Socialismo Democrático, buscan ganar influencia para llevar al proletariado detrás de un programa burgués encarnado en el Partido Demócrata. La lucha por recuperar los sindicatos a partir de un programa transicional y una dirección revolucionaria tiene un terreno fértil en la actual situación. Los esfuerzos de quienes ponemos todo el empeño en la reconstrucción de la IV Internacional y su sección norteamericana estarán orientados hacia allí en el próximo período.
El 1 de octubre de este año se cumple el 70º aniversario de la revolución China. Mientras la burocracia estatal restauracionista del Partido Comunista Chino (PCC) prepara ostentosos festejos, el camino del país a la plena asimilación capitalista choca con las contradicciones determinadas por la descomposición del imperialismo mundial.
Esquemáticamente, podemos establecer la actual fase de la asimilación de China a partir de la política implemetada por el PCC para responder a la crisis mundial de 2008, que se yuxtapone con el inicio del gobierno del actual mandatario, Xi Jinping. El crecimiento Chino hasta ese momento se apoyaba en un rebosante mercado mundial que tiraba de un crecimiento excepcional de la industria del país basado en las exportaciones. A la base de esto se encontraban las altas tasas de explotación del moderno proletariado chino, nacido más de las reformas capitalistas introducidas por la burocracia restauradora comandada por Deng Xiaoping a fines de los ‘70 que de la revolución, así como de altísimas tasas de inversión de capital, centralmente inversión extranjera directa (IED) de las empresas imperialistas, con las yanquis a la cabeza. El crack económico de 2008 llevó a la crisis de esta relación de China con el mercado mundial y en general de su status en el sistema de Estados. El PCC adoptó entonces un giro hacia una política de aumento del consumo interno para evitar (más bien atenuar) la crisis industrial generada por la caída de las exportaciones, aprovechando una serie de instrumentos económicos aún en manos del Estado, como el mayor control sobre el sistema financiero.
Llegado este punto, es necesario establecer el carácter de este Estado. No podemos más que utilizar la dialéctica y el concepto de transición, ya que sin entender las transiciones sólo podríamos encasillar la realidad en un esquema estático, o en la idea de “modelos” tan cara a la ideología burguesa, tanto en sus ramas académicas económica como sociológica. El ex Estado Obrero chino se encuentra en una transición hacia la plena asimilación al sistema imperialista. Pero no desde el “comunismo” sino desde las conquistas de una revolución que quedó encerrada en las fronteras nacionales y encorsetada en la pelea entre dos sistemas de la posguerra, donde el papel contrarrevolucionario de la burocracia stalinista de la URSS tuvo mucho que ver. Esta revolución conquistó la unidad territorial de la nación oprimida contra el desmembramiento secular a la que la sometía el imperialismo (europeo, más tarde japonés). Sin embargo, la revolución del ‘49 estuvo dirigida por una dirección pequeñoburguesa, que se vio obligada a expropiar a la burguesía por la dinámica de la lucha de clases mundial no siendo este su programa, estableciéndose una transición al socialismo trunca desde su propio inicio. El Estado Obrero degenerado que se creó no avanzó ni un milímetro en el programa proletario comunista de su propia extinción, constituyéndose a su cabeza una burocracia contrarrevolucionaria centralizada en el PCC que años después avanzaría en la restauración capitalista en estrecha alianza con el imperialismo norteamericano.
Sin embargo, lejos de los planteos que hacen varios intelectuales y corrientes de izquierda sólo basados en estadísticas burguesas, China no se ha convertido en un rival imperialista de EEUU. Ciertamente, ese es el objetivo de Xi y el PCC, pero para ello el país debería completar su asimilación, liquidando los resabios del control estatal sobre las palancas de la producción y recreando una clase capitalista plenamente independiente del imperialismo, con un control como clase de las principales ramas industriales y sobre todo del sistema financiero. Esto se ha demostrado, por ahora, en algo muy alejado de la realidad. Las empresas Chinas, cuyos nombres han aparecido con fuerza en la prensa en los últimos años, ni siquiera controlan el mercado de las principales ramas dentro del mercado Chino. En cuanto a las exportaciones industriales, las empresas privadas de capital “nacional” representan apenas un 10% del total, y las estatales una proporción incluso menor (datos de 2017), mientras las empresas con participación extranjera, ya sea de propiedad extranjera o “joint-ventures”, acaparan un 85-86% de la torta. Podemos decir que en el camino de la asimilación, China está más cerca de convertirse en una semicolonia, aunque ese proceso también implica fenomenales contradicciones. Y esto sobre todo en el enfrentamiento con el que se ha convertido en uno de los proletariados industriales más numerosos y concentrados del planeta. En cualquier caso, a donde va China se determinará en la arena de la lucha de clases mundial.
Volviendo a la política del PCC y de Xi para dar respuesta a la crisis de 2008, el reemplazo del crecimiento basado en las exportaciones por una política centrada en el mercado interno se dio en paralelo a una escalada sideral de la deuda, que trepaba a un 260% del PBI en 2016 y alcanzaba 328% del PIB el año pasado. Por otro lado, China tienen vedado el mercado de exportación de capitales por lo cual el PCC ideó una política de acuerdos de infraestructura con otros estados para poder dar una vía de escape a la acumulación excesiva de capital dentro de sus fronteras a partir de la “Iniciativa del cinturón y la ruta de la seda”, o nueva ruta de la seda, con el objetivo de unir las cadenas de abastecimiento y producción del país en una línea que atraviesa Asia hasta llegar a Europa. Nótese que es un proyecto muy ambicioso pero que no puede encararse como las típicas adquisiciones y fusiones a que nos tienen acostumbradas las empresas imperialistas en los años pos 2008, con ejemplos resonantes como la fusión FIAT-Chrysler, o la ultramonopolización de la producción aerocomercial con las compras de Embraer por Boeing y de Bombardier por Airbus. La ruta de la seda implica acuerdo entre el Estado chino y otros Estados extranjeros, necesariamente. Esta política ha implicado una intervención más activa de China en la diplomacia mundial, y también mayores apuestas en el plano militar. Y también ha significado una caída progresiva, año a año, de las tasas de crecimiento, hasta llegar a un 6,2% del PBI calculado por el FMI para este año. Esto último debe comprenderse en el cuadro de estancamiento de la economía mundial de conjunto, por un lado, y por el otro por la intervención activa del imperialismo en la disputa abierta por definir el futuro de China, cuyo último acto es la guerra comercial lanzada por Trump. Las últimas medidas adoptadas por el PCC ante estos desafíos van en el sentido de un mayor control burocrático-estatal sobre las empresas privadas, con la designación de 100 funcionarios para integrarse a los directorios de las empresas tecnológicas de la ciudad de Hangzhou, incluyendo a gigantes como Ali Babá, el fabricante de bebidas Wahaha y la automotriz Hangzhou Wahaha Group Co.
La ofensiva norteamericana sobre China ha sido materializada en la aplicación de aranceles aduaneros a un enorme número de mercancías chinas. La última tanda de los mismos, aplicada por la administración Trump a partir del 1/9/19, afecta exportaciones chinas por un total de U$S 300.000 millones. Los efectos de este enfrentamiento, iniciado en 2018, incluso han llevado al comienzo de la retirada de algunas empresas norteamericanas del territorio del país asiático, no hacia EEUU como prometiera Trump, sino a otros países de la región con salarios aún más bajos (aunque con peor infraestructura y organización de la producción que China). La guerra comercial amenaza incluso en convertirse en una guerra de monedas, como demostró Beijín a mediados de agosto con una leve devaluación del Yuan-Renminbi, aunque por el momento las autoridades del PCC se mantienen en una postura negociadora. De hecho, la presión imperialista para que China controle el nivel de endeudamiento y se abstenga de manipular la tasa de cambio de las divisas viene surtiendo efecto.
Hasta el final, el gobierno norteamericano tiene como objetivo la completa asimilación de China incorporándola al sistema de estado como una semicolonia. Reclama para ello que el país se incorpore al capitalismo aceptando su participación en la competencia del mercado mundial, pero bajo las leyes del capital, es decir, con la plena vigencia de la ley del valor. Ataca el peso en el control del sistema financiero por el Estado, es decir, pretende el control del mismo por los bancos imperialistas. Pero existe un enorme límite a estas pretensiones, límite que comparte también el programa de la burguesía China que busca la restauración capitalista utilizando las palancas del Estado para poder convertirse en una clase independiente. Este límite es la descomposición imperialista del sistema capitalista mundial como sistema de relaciones sociales, que se expresa cabalmente en las enormes dificultades que existen para la asimilación no sólo de China, sino también de Rusia.
Estos límites pueden constatase en las contradicciones que se expresan en la lucha de clases, porque se trata de límites concretos, imposibles de seccionar como mera “economía”. Actualmente, el desafío que están representando las manifestaciones en Hong Kong que llevan más de 3 meses contra la autoridad de la gobernadora Carrie Lam y el gobierno central, nos presentan en toda su complejidad y por caminos laberínticos el problema de la asimilación. Por una parte, los manifestantes desafían la imposición de la mano de hierro del PCC en una ciudad que tiene una tradición de gobierno autónomo, bajo las reglas capitalistas de una colonia británica. Por otra parte, es claro que la división del territorio Chino en regiones independientes, no sólo hablando de Hong Kong y Macao sino de las provincias interiores y otros cantones costeros, es claramente el destino más probable de la reversión de la principal conquista de la revolución de 1949, la unidad territorial de China. La izquierda y lo que queda del trotskismo de posguerra, frente a estas contradicciones, hecha mano de la teoría de los campos, apoyando en general a las masas movilizadas sin importar la peligrosidad del programa independentista que presenta su dirección. O en otros casos, apoyando el aplastamiento físico de los manifestantes en defensa de un supuesto “Estado Obrero” que en los hechos está dirigido por un cartel capitalista bajo el título de Partido Comunista hacia la restauración capitalista en base a la represión no sólo del movimiento en Hong Kong sino también de las expresiones sindicales que se vienen organizando los últimos años en las fábricas y otros lugares de trabajo contra las condiciones laborales paupérrimas y los bajos salarios.
La tarea de los revolucionarios en China y Hong Kong pasa por levantar una pelea política por un programa de independencia de clase en el seno de la vanguardia que lucha contra las consecuencias de reversión social histórica que implica la restauración capitalista. El proletariado continental tiene la centralidad en este proceso, teniendo en claro que tal lucha revolucionaria es una lucha contra el imperialismo, y al mismo tiempo contra los restauradores del PCC. Por supuesto que es inimaginable una revolución sólo en los límites de Hong Kong, pero las movilizaciones en esa ciudad, bajo una dirección proletaria, sí podrían cumplir un rol importante llamando a los trabajadores de China continental a enfrentar al Estado con los métodos de la clase obrera y con un programa de transición para enfrentar a nuestros enemigos de clase en la disputa por los destinos del país. A donde va China no necesariamente debe estar determinado por el programa del imperialismo o por las intenciones del PCC. El proletariado, dirigido por un partido revolucionario armado con la teoría programa de la revolución permanente, tiene que imponer su propia salida, que es la de la revolución socialista y la conquista de la dictadura del proletariado y su extensión internacional. Apostamos a la reconstrucción de la IV internacional, cuya sección china está llamada a cumplir estas enormes tareas.
La devaluación que siguió a las PASO fue simplemente uno más de los “sinceramientos” del gobierno macrista. En los meses anteriores, la economía había vivido un “veranito” muy artificial, armado por Macri y su equipo económico con los dólares del FMI, para intentar mantener los votos de los sectores medios. Pero la realidad es dura, y la crisis económica que atraviesa a la argentina semicolonial se hizo sentir, de forma descarnada, y en toda su plenitud.
La crisis económica es de alta gravedad. Puede constatarse en la cifra de desempleo que ya alcanza los 2 dígitos, con 10,6% en el país y picos mayores en grandes centros urbanos, una caída de la actividad económica, con especial énfasis en la producción industrial, y la destrucción del salario a partir de la escalada inflacionaria que promete mayores estragos en lo que queda del año. Sin embargo, hay que tomar nota de que, más allá de que las PASO sólo definen candidaturas, existe un recambio burgués definido en la fórmula F-F, con Alberto como presidente electo virtual. Esto no es menor, porque permite a los sectores patronales y a la burocracia sindical iniciar las negociaciones para la transición, hacer lobby para el futuro plan de gobierno, incluso con presidentes extranjeros recibiendo al candidato con todos los honores para “hablar del futuro”. Las negociaciones de Alberto con el FMI a través de sus asesores ya están en curso.
El grave problema es que las PASO dejado abierta una transición quizás demasiado larga, que pone sobre la mesa la posibilidad de que la crisis económica quiebre la estabilidad social necesaria para mantener a flote al moribundo gobierno de Juntos por el Cambio sin que medie un estallido, una corrida bancaria, una hiperinflación u otro escenario catastrófico. Las medidas desesperadas del gobierno, con su salida de la salida del cepo, su default selectivo reperfilado, las dádivas a los trabajadores ocupados y desocupados (excluyendo a los jubilados) y otras medidas inconexas que seguirá tomando no bastan para cerrar las tendencias a la bancarrota del estado burgués. Es necesario el pacto de colaboración con las huestes del Alberto y de todo el peronismo, aún con una unificación precaria e inconclusa y que es sólo electoral por el momento, para conducir la transición con el menos sobresalto posible. El rol del FMI como ordenador de esta transición se hace fundamental.
La necesidad de acordar con el FMI un nuevo acuerdo, la famosa renegociación que sostienen Alberto y el resto de los candidatos patronales, hace bastante ridícula la propuesta de Pacto Social a la Gelbard que propone el Frente de Todos y que ya había adelantado Cristina, vice electa virtual, en la presentación de su libro. Este Pacto Social es fundamentalmente una tregua (mucho más explícita que la actual) para que la burocracia sindical sostenga un reacomodamiento de precios relativos sin lucha y con salarios congelados para que Alberto pueda imponer una nueva devaluación para licuar deudas y aún más los costos empresariales y completar la “sintonía fina” del acuerdo con el Fondo. Pero cualquier intento de pacto social que se haya intentado, todos fracasados hay que decirlo, siempre se ha realizado sobre una idea de fortalecimiento de una pretendida y fantasmal burguesía nacional, ya sea en la versión de los años ‘70 (que terminó en el Rodrigazo) como en la del gobierno de Nestor, que tuvo como magro resultado los grandes negocios para un puñado de burgueses amigos como los Lázaro Baez, los Ezquenazi o los Cristobal López sin un atisbo de ruptura con el imperialismo, al que se honró todas las deudas, y de manera “serial” al decir de Cristina. El FMI va a buscar cobrarse los U$S 56 mil millones de su préstamo y sobre todo avanzar en el plan de ofensiva del imperialismo sobre la región, aprovechando los precios de remate de los activos pos devaluación para la entrada de capitales yanquis, por lo que es difícil entender que tipo de pacto social se pretende aplicar. En todo caso, lo que está claro es que este plan económico se basa en mantener las condiciones salariales miserables y avanzar aun mas en las reformas que pide el imperialismo, a saber: reforma laboral, reforma previsional, reforma impositiva, reforma educativa, etc. Justamente las reformas que marcaron, al no poder aplicarlas por la lucha obrera de diciembre de 2017, el fracaso definitivo del gobierno de Macri desde el punto de vista de sus promotores burgueses.
Pero el equilibrio de clases, aún con la burocracia sindical montada en el plan de transición pacífica, no se sostiene sólo a partir de los reacomodamientos en la superestructura política; necesita apoyarse en elementos materiales. Los despidos y suspensiones, el pago de salarios en cuotas, la carestía de la vida, empujan inexorablemente al movimiento obrero a la lucha, que hasta ahora viene siendo contenida. Porque existen procesos en el movimiento obrero, aunque muchas veces moleculares y con el límite del aislamiento impuesto por las burocracias de los sindicatos, la CGT y las CTAs. Ahí está la enorme lucha de los docentes y estatales de Chubut, que vienen enfrentando al gobierno del Massista Arcioni, aliado de Alberto, soportando las golpizas de la patota de la burocracia sindical petrolera y la muerte de 2 compañeras en el marco de la movilización. También hay tomas de fabricas alimenticias (molinos, galletitas, ingenios azucareros), procesos en diferentes cordones y parques industriales, paros nacionales de los docentes universitarios, paros docentes en varias provincias, conflictos en los hospitales privados y estatales, en empresas de energía y del transporte. Chubut, hoy sólo un caso, puede ser el preanuncio de otras crisis provinciales y de la necesidad de la salida a lucha de esos sectores, porque muestra la caída en desgracia de las provincias, muchas de las cuáles venían beneficiadas por el pacto fiscal pero ahora sufren la devaluación debido al endeudamiento en dólares y la caída de al recaudación producto de la propia recesión. Los estatales están apuntados como la variable de ajuste por los gobernadores, sin excepciones, sean de cambiemos, del frente de todos o “neutrales” como Schiaretti (Córdoba). La lucha de Chubut está ahí como ejemplo, y también como lección de la necesidad de romper el aislamiento que impone la burocracia sindical a los sindicatos en lucha para que la crisis no la paguemos los trabajadores.
Lamentablemente, las corrientes de la izquierda agrupadas en el FIT-U no están ofreciendo una salida revolucionaria a la vanguardia del proletariado. Su orientación electoralista, que comparten con el Nuevo MAS, llega a límites inaceptables como haber votado junto a todo el arco de diputados burgueses la llamada “emergencia alimentaria” en el congreso. Este proyecto era al mismo tiempo denunciado por los militantes de los movimientos piqueteros ligados a estas corrientes, como en el caso del Polo Obrero, pero escandalosamente la diputada Del Pla y Del Caño fueron parte de esa maniobra donde quedó plasmado el pacto entre macristas y peronistas, con la bendición de la Iglesia y el beneplácito de la burocracia sindical, para sacar a los trabajadores desocupados, y también al conjunto del movimiento obrero, de las calles. La diputada Schlotthauer se abstuvo, en una posición correcta, aunque de poco sirve si es parte del mismo acuerdo oportunista en el FIT-U. Este desbarranco tiene raíces más profundas en el programa de corte estatista que arropa al conjunto de las corrientes de la izquierda, un programa de medias anticrisis a llevarse a cabo desde el propio estado burgués, aunque bajo el gobierno de una Asamblea Constituyente. Tal programa de por si niega en los hechos la independencia de la clase obrera, abriendo paso a todo tipo de acuerdos con sectores de la burocracia en los sindicatos, como es el caso de la lista en las elecciones del Roca o la invitación al Secretario General de LyF Córdoba para ser parte del llamado Plenario del Sindicalismo Combativo.
Ante esta crisis, los trabajadores debemos intervenir con plena independencia de clase. Contra toda ilusión en salidas desde el parlamento o a través de las elecciones, debemos atacar a la burguesía en su base, es decir, en la producción. Ante el desorden de la economía debemos imponer el control obrero de la producción, de la banca y el comercio, y a partir de ahí desarrollar las escalas móviles de horas de trabajo y salarios y elevar de inmediato el nivel de vida general ante la debacle capitalista. La burocracia junto con el imperialismo ejercen una doble dominación sobre nuestra clase; debemos impulsar una gran deliberación al interior de movimiento obrero para enfrentar a esta burocracia imponiendo un paro general para que se exprese nuestra fuerza en esta crisis. Debemos reagrupar a la vanguardia obrera detrás de un programa de acción para intervenir de forma independiente a las variantes burguesas y pequeño burguesas, que prepare las condiciones para la lucha por el poder. Debemos impulsar asambleas en cada lugar de trabajo votar delegados para imponer un Congreso de delegados de base con mandato que vote un plan de lucha para imponer nuestras demandas.
Es imperioso intervenir en esta crisis, siendo consciente que esta lucha es una lucha internacional ya que este ataque también lo sufre el proletariado de todo Latinoamérica por parte del imperialismo. Se impone ganar la solidaridad activa del proletariado norteamericano y europeo para frenar las políticas imperialistas. Desarrollando esta pelea, sentaremos las bases para la construcción del Partido Revolucionario de la clase obrera.
En publicaciones anteriores hemos planteado que la crisis capitalista que comenzó hace ya más de una década era tan profunda que haría que todas las contradicciones del sistema y los pactos que lo sostuvieron después de la 2° Guerra Mundial volvieran a estallar. Un elemento fundamental de estas contradicciones es que vuelven hacia los Estados imperialistas, haciendo estragos en sus instituciones. Así es que en el mes de septiembre estamos asistiendo a otro capítulo del tortuoso camino de descomposición imperialista en Europa. A continuación, haremos un recorrido por los elementos más destacados de la compleja coyuntura.
A 3 años del referéndum que estableció por voto directo que Gran Bretaña debía salir de la Unión Europea, ya hay un saldo de 2 primeros ministros conservadores que dejaron su cargo, Cameron y May, y un tercero, Boris Johnson, que creía que tenía la fuerza para llevar adelante la variante más dura –sin acuerdo con la UE- del Brexit y ahora está también tambaleando. En un sinuoso recorrido en el Parlamento, Johnson apeló a la clausura del mismo, a principios de mes, para avanzar en el plan del Brexit sin más escollos de un poder legislativo que no puede reunir los votos necesarios para apoyar a ningún proyecto por la positiva, sino tan solo para rechazar las iniciativas del ejecutivo. A pesar de que muchos analistas plantearon que esto se debió sólo a una maniobra para lograr el objetivo real, que es adelantar las elecciones a antes del 31 de octubre –fecha en la que se tendría que producir la salida de la UE- y así se reconfiguren las fuerzas políticas para desarrollar el plan, no se hicieron esperar las marchas y protestas en todo el Reino Unido contra el cierre del Parlamento. Unos días más tarde se dio la intervención de la Corte Suprema de Escocia para contrarrestar la política de Johnson y se volvió a plantear el problema de la frontera con Irlanda del Norte. Igualmente, el problema que más preocupa a la burguesía es el impacto económico de un Brexit sin acuerdo, como el que auspicia el actual Primer Ministro. El ministro para el Brexit, Michael Gove, presentó un informe sobre los “peores escenarios razonables”, que han encendido alarmas en el Reino Unido. Entre los puntos más notorios marcó que podría haber problemas en el transporte internacional, en particular en el canal de La Mancha, así como en el paso de Kent, donde circular camiones de mercaderías. Otro punto es el encarecimiento de la electricidad para particulares y empresas, ya que sus precios están asociados a los aranceles europeos, que cambiarían al salir. El problema de los precios de las mercancías se extendería también a los alimentos frescos, ya que temen que se reduzca la oferta y la disponibilidad de algunos productos y que éstos aumenten su precio. A estos problemas económicos se sumarán también los geopolíticos vinculados a sus nuevas fronteras. En la colonia de Gibraltar temen que sufra también interrupciones en los suministros de bienes y la transacción de mercaderías con España. Por lo pronto, adelantaron las elecciones para antes de la definición del Brexit, para evitar que afecte aún más a su política doméstica.
Así las cosas, el Partido Laborista coquetea con dar alguna alternativa dentro de las instituciones burguesas. Si bien se rechazó la maniobra de Johnson de adelantar las elecciones, el líder laborista Jeremy Corbyn propone la posibilidad de otro referéndum. La crisis de dirección política se ve patente tanto en las alas de la burguesía imperialista como en las filas del proletariado, que aún no puede trazar una política de independencia de clase que ponga fin al desbarranco del imperialismo británico, apelando a la unidad internacionalista de todos los trabajadores del continente y sus colonias y semi colonias.
A principios de septiembre se comenzó a extender la noticia de que la potencia continental se pudiera declarar en recesión este año. En agosto, la Oficina Federal de Estadística anunció una contracción del PBI del 0,1% entre abril y junio, que se acumula con el mal desempeño del año. Lo notorio es que muchos atribuyen la posible recesión a causas externas, como lo son la guerra comercial entre EEUU y China y la creciente posibilidad de un Brexit salvaje. Recordemos que Alemania es una potencia exportadora y, por lo tanto, las condiciones en las que vende sus productos definen su desempeño. Este hecho muestra a las claras la interdependencia de los Estados nacionales, como superestructura del capital, que genera contradicciones al sistema a la vez que le es vital para la dominación burguesa. A su vez, da por tierra con cualquier ilusión de que se podrá dar una “salida nacional” a la actual crisis. De esta idea han abrevado las fuerzas de derecha como AfD para cosechar votos y representantes locales, nacionales y europeos. Pero no son los únicos que tienen esta falsa noción nacional, la confusión de objetivos que tienen los sectores obreros también puede llevar a pensar que, mediante algún movimiento en las calles que conquiste reformas en las instituciones, se pueda dar una salida nacional a los profundos problemas actuales. Lejos de esto, se comprueba una vez más la certeza de la tesis marxista de que el programa proletario y socialista trasciende las artificiales fronteras nacionales trazadas por la burguesía apelando al internacionalismo proletario. La clase obrera alemana sin duda tiene entre sus tareas más urgentes desarrollar un programa de salida obrera a la crisis partiendo del internacionalismo proletario.
Luego de la crisis política que se abrió a partir del movimiento de los chalecos amarillos en Francia, Macron no acierta en sus líneas para cerrar la unidad nacional, que, por el contrario, está cada vez más rota. En un atisbo de volver a tomar la iniciativa luego de que su gobierno fuera fuertemente cuestionado en las calles por la serie de reformas y ajustes que llevó adelante, intentó mostrarse con el líder de la Europa verde, al intervenir con el lobby ecologista en la discusión del comercio con América Latina. Así, detrás de una careta humanitaria, intervino con esta línea hacia el incendio del Amazonas, aprovechando la excusa para oponerse al TLC Mercosur-UE, en un intento de proteger a sectores de la economía imperialista doméstica. Ya hemos planteado que, ante las políticas imperialistas, en sociedad con los gobiernos y las sub-burguersías latinoamericanas, los trabajadores a ambos lados el océano debemos enfrentarlos con la unidad internacionalista plasmada en acciones en sus plantas de producción en los distintos países.
Y mientras la figura de Macron como líder europeo hace agua por todos los flancos, al viejo zorro italiano, Mateo Renzi, no se le ocurrió mejor idea que abandonar el Partido Demócrata para embarcarse en un proyecto de una nueva fuerza de centro, inspirada en el presidente francés. El nuevo proyecto cuenta con unos 20 diputados y 10 senadores, en un armado institucional en el que las mayorías no están aseguradas para ninguna fuerza. Luego de la salida del gobierno del célebre por su política antiinmigrantes Mateo Salvini, el representante Giuseppe Conte se reúne con Macron en Roma, tras una de las crisis diplomáticas más graves entre ambos países, con el tema de la inmigración de fondo. Una vez más, no hay posibilidad de una salida nacional, mucho menos de parte de una burguesía que, en su debacle, arrastrará a la miseria a las masas obreras.
Para cerrar esta descripción somera de la situación europea, no podemos dejar de señalar la enorme crisis española. De no haber un sobresalto, España se encamina a las cuartas elecciones en 4 años. La incapacidad de formar gobierno de Pedro Sánchez suma inestabilidad a la península, que vive horas de incertidumbre política y económica. El probable Brexit golpearía a España muy fuerte, ya que sus lazos con el Reino Unido son muy estrechos. Se espera que en los próximos meses la economía se contraiga más, teniendo en cuenta que tiene el desempleo más alto del Atlántico Norte y una deuda exorbitante. Además, todavía hay una serie de reformas impopulares que llevar adelante. Y a esto se suma la reactivación de la discusión por la independencia de Cataluña, que ahora espera una sentencia del procés. Mientras tanto, para el conjunto de las comunidades autónomas se prevén recortes presupuestarios y más ajuste. Todo esto se traducirá en el intento de descargar todo el peso de la crisis en las espaldas de los trabajadores.
Cada día se hace más urgente la necesidad de construir una dirección obrera revolucionaria que sea capaz de encolumnar detrás de su programa a la vanguardia del movimiento obrero en Europa. Hacerlo requiere una lucha política incansable contra las burocracias sindicales enquistadas en los sindicatos; una batalla sin cuartel contra las ideologías nacionalistas y de conciliación de clases; una pelea durísima contra el imperialismo del propio país; una política verdaderamente internacionalista con los hermanos de clases de las colonias y semicolonias. Estas luchas se deben librar en el terreno de la producción, que es donde tiene centralidad nuestra clase. Debemos organizar a la vanguardia obrera para romper el mando capitalista en todas las ramas, imponer el control obrero y preparar las condiciones para la expropiación y la planificación socialista. Estas tareas sólo se podrán llevar adelante bajo la dirección centralizada de un partido revolucionario, éste no será otro que la IV Internacional reconstruida.
Por Cecilia D'Hiriart
19/09/2019
El conflicto de docentes y estatales chubutenses encara la 10ma semana de paro, movilizaciones, cortes y ocupaciones de reparticiones públicas y escuelas, sacudiendo profundamente a toda la provincia y amenazando con desencadenar un dominó de crisis provinciales que podría complicar seriamente la transición burguesa que pilotean Macri y Fernández.
Ya señalamos que la crisis en las cuentas provinciales no es nueva, pero que la devaluación del peso post PASO agudizó los rojos (ver http://cor-digital.org/nacionales/item/220-chubut-arde.html). El endeudamiento en dólares que inició Das Neves y continuó Arcioni, alcanza sumas siderales. El gobierno provincial, alineado al massismo en el Frente de Todos, siguió el mismo curso de Macri, timbeándose en pocos meses la plusvalía futura a extraer por largos años a la clase trabajadora. Hoy, los acreedores financieros de Chubut succionan automáticamente el 70% de las regalías petroleras. Para que ellos cobren al día en dólares, el gobierno impuso un esquema segmentado de pagos a los estatales y jubilados provinciales. El atraso en el pago de los salarios y haberes jubilatorios, ha conllevado el enorme endeudamiento a tasas usurarias de los trabajadores con los bancos. Este cuadro de situación lleva meses, y recrudeció tras el receso invernal cuando docentes y estatales no retomaron sus actividades, con paro escalonados, ocupaciones y se volcaron a las rutas para forzar al gobierno a dar una respuesta. Los estudiantes son un poderoso batallón auxiliar, movilizando en solidaridad y por reclamos propios, ocupando escuelas y marchando masivamente.
La bronca e indignación ganaron las calles de toda de la provincia el 17/9 tras el fallecimiento de Jorgelina Ruiz Díaz y María Cristina Aguilar, profesoras de la escuela N° 738 de Comodoro Rivadavia en un accidente cuando retornaban a su ciudad luego de participar de acciones de protesta en la capital provincial. La conmoción de la noticia forzó a la burocracia de CTERA a llamar a un nuevo paro nacional en solidaridad con una lucha de la que no quiere hacerse cargo. La celeste, más preocupada por garantizar el triunfo de Fernández en las urnas, especula con que Chubut sea para Alberto lo que fue Entre Ríos para Néstor. Y que un salvataje nacional en diciembre cierre el conflicto e inaugure un nuevo ciclo de co-gestión del sistema educativo entre la CTERA y un gobierno nacional amigo.
Horas antes del accidente que hizo arder de ira popular a la legislatura chubutense, Alesso-Baradel-López presentaban el programa educativo de CTERA a su candidato, Alberto. El “Documento programático para la educación” consta de 10 puntos ultra generales que no dicen una palabra de Chubut, ni del ítem aula, ni de los docentes procesados por luchar en varias provincias. Ni siquiera reclama el retorno de la paritaria nacional docente.
La firmeza de los trabajadores se ha ganado el apoyo de los asalariados del sector privado, complicando los planes de la podrida burocracia petrolera, de uocra, comercio, atsa, pesca, viales, entre otros. El mismo día en que fueron detenidos dos dirigentes de ATECH, Magalí Stoyanoff y Daniel Murphy, la burocracia se reunió con el gobernador Arcioni para darle su apoyo y comprometerse a garantizar la paz social. Así, en resguardo de los intereses de las empresas petroleras, sobrevino el violento despeje de los cortes de las rutas de acceso a los yacimientos, ejecutado por la patota de la burocracia de “Loma” Ávila, secretario general de los petroleros y funcionario de Arcioni en Petrominera. Este accionar antiobrero valió el masivo repudio de los trabajadores de la provincia, con medidas que sientan precedente como el paro provincial de Camioneros en apoyo a los docentes, y obligó a CTERA a convocar a un primer paro nacional educativo por Chubut. Las acciones de solidaridad entre estatales y privados volvieron a reiterarse en el bloqueo del acceso a la fábrica de aluminio Aluar.
La firmeza de la lucha en las bases, complica los intentos de sus direcciones vacilantes, aglutinadas en la Mesa de Unidad Sindical (MUS), reagrupamiento por arriba de las burocracias sindicales estatales más ligadas al kirchnerismo. Las líneas de la MUS para sacar el conflicto de las rutas y canalizarlo a través de la legislatura provincial, intentan pilotear la lucha hacia la vía de los mecanismos institucionales. Detrás de sus proyectos de ley tributaria, de interpelación de ministros y de juicio político a Arcioni, se mide una interna peronista no resuelta en la provincia, y que la conformación del Frente de Todos a nivel nacional aún no ha dirimido. La tarea inmediata de los sectores antiburocráticos y de la izquierda, es batallar contra las líneas de conciliación de clases que encarnan estas direcciones que usan de base de maniobra las genuinas demandas y disposición a la lucha de los trabajadores.
La imposición de una asamblea de delegados de base a la burocracia de ATECH, así como la experiencia de la interhospitalaria, son avances hacia la democracia sindical. Para consolidarlos, sólo el método asambleario no alcanza. Necesitamos dar pasos hacia conformar una dirección alternativa, en lucha política contra la MUS, que arraigue un programa y plan de lucha consecuente en mandatos de cada unidad de trabajo, desplegando una campaña orientada a imponer un plenario provincial de delegados mandatados de todos los sectores estatales, de la industria y servicios. Es de primer orden reagrupar a los activistas y sectores antiburocráticos en una oposición sindical revolucionaria, que aglutine con libertad de tendencias a quienes asuman la tarea de recuperar los sindicatos en base a un programa de independencia de clase. Una oposición sindical revolucionaria que dispute en este proceso de lucha, la dirección del conflicto.
Ha quedado demostrado que romper el aislamiento no es un problema de cerco mediático. Hay que quebrar la tregua de la burocracia peronista con Macri y Fernández. La discusión de reformas tributarias, a la que nos llevan desde los partidos burgueses y la MUS, hasta el FIT, sólo aporta confusión y confianza en que el Estado burgués puede garantizar el salario, la educación y la salud si es bien administrado como instrumento redistributivo. Si entramos en la discusión de los impuestos que recauda el Estado y su distribución, perdemos de vista que antes de ser dinero para el pago de impuestos, fue plusvalía extraída por la clase capitalista mediante la explotación de la clase obrera en la producción. Es ahí donde tenemos que centrar la lucha, en la producción, antes de que el producto de nuestro trabajo sea ya apropiado. Ninguna reforma tributaria nos acerca a la tarea de expropiar a los expropiadores.
Es llamativo que las corrientes en el FIT se discutan para Chubut, la provincialización del Fuera Macri en Fuera Arcioni, acompañado de una asamblea constituyente provincial. Tampoco aporta claridad estas supuestas “consignas de poder”, acompañadas de una apelación al asambleísmo y el movimiento, como si un paro de 36hs resolviera per se, el problema de dirección revolucionaria.
La lucha de Chubut nos plantea de inmediato la tarea de imponer el NO PAGO DE LA DEUDA EXTERNA, como una tarea antiimperialista de la clase obrera, no sólo provincial. Es clave pasar de la solidaridad a la lucha unificada, quebrando los planes de la burocracia de enfrentar a trabajadores con trabajadores. Urge preparar un congreso de delegados de base mandatados del sector privado y estatal, que delibere y resuelva un plan de lucha unificado que paralice todas las ramas de la economía, atacando los intereses de las patronales donde más les duele, en la producción. Una instancia así es fundamental en este momento donde más necesitamos centralizar nuestras fuerzas para poder dar una salida a la crisis desde nuestros intereses. Preparando el paro general y la ocupación de los yacimientos. Frente a las amenazas de las empresas de aplicar suspensiones y despidos, avancemos hacia el control obrero de la producción, que nos permita poner en práctica una escala móvil de horas de trabajo y de salarios. La expoliación de los usureros de la banca sobre los trabajadores endeudados, merece una respuesta inmediata de la Asociación Bancaria, paralizando los bancos y ocupando sus instalaciones, bloqueando las ejecuciones de deuda sobre los empleados estatales.
Los activistas y listas antiburocráticas de todo el país debemos ponernos a disposición de nuestros compañeros chubutenses. Su triunfo puede allanar el camino de la lucha contra los planes de más ajuste y reformas antiobreras que negocian en esta transición, Macri y Fernández con el FMI. Las seccionales y sindicatos recuperados deben organizar delegaciones que viajen y se hagan presente para exigir a CTERA, CTA y CGT: PARO GENERAL HASTA DERROTAR EL AJUSTE. NO AL PAGO DE LA DEUDA EXTERNA. CHUBUT DEBE TRIUNFAR.
Por Guillermo Costello
Después de las elecciones primarias (PASO), en las que el macrismo sufrió una importante derrota ante la fórmula FF, la crisis económica pegó un nuevo salto. Macri había intentado, después de la corrida de 2018 y el pedido de salvación al FMI, que ese escenario no se repitiera e ir a las elecciones con las variables económicas equilibradas: banda de flotación, déficit cero, mayor ajuste; todas medidas consensuadas con el FMI, que de hecho se convirtió en la dirección del gobierno. A pesar de todos los esfuerzos para satisfacer las necesidades de los grandes capitales, la deriva de las medidas llevó a una recesión de la economía, mayor desocupación y aumento de la pobreza. Así fue que, después de las PASO, las variables que habían estado artificialmente mantenidas en un festival de deuda y timba financiera se sinceraron y la cotización del dólar se fue de 42 a casi 60 pesos un día después de los comicios.
Esta brutal devaluación fue festejada por el triunfador de las PASO, Alberto Fernández, y desde ese momento se comenzó a dar una rara transición en la política argentina, donde las elecciones en las que se eligen cargos aún no se realizan, pero el poder de Cambiemos después de la derrota está totalmente licuado.
En este escenario se pusieron en funcionamiento mecanismos de contención social, porque el nivel de crisis que se había abierto ponía en peligro la subsistencia del propio régimen político burgués. Se rompió de hecho el acuerdo con el FMI y el organismo “suspendió” un nuevo desembolso hasta que se defina el nuevo gobierno.. El macrismo se vio obligado a tomar medidas de control de cambios (cepo); debió olvidarse del déficit cero y hacer mayor emisión de moneda; tuvo que reforzar la ley de emergencia con un aumento en sus partidas (votada en el Congreso); hizo un reperfilamiento del pago de la deuda, un default selectivo y un congelamiento del aumento de tarifas para después del 10 de diciembre y, una de las últimas medidas, tuvo que dar un bono de $ 5000 para el sector privado. Todas éstas fueron consensuadas, ya no con el FMI, sino con el PJ y la oposición burguesa, en la necesidad de salvar a la única clase que ellos representan, o sea, a la burguesía y los grandes capitales internacionales.
La crisis pegó un salto enorme y ya no sólo golpea a los trabajadores y el pueblo pobre, sino que ha llegado a un nivel tal, que también se está discutiendo qué fracción burguesa va a pagar parte de la misma. Además, se han abierto crisis en distintas provincias, ya que se les está complicando el pago de salarios e inclusive se está discutiendo la vuelta a cuasi monedas. La situación más radicalizada es la de Chubut (ver nota aparte).
En la desesperación por que no sigan avanzando los conflictos -y que no sean las masas las que irrumpan en este escenario de forma independiente, lo que dejaría herida de muerte a la burguesía nacional y su aparato estatal-, están desempolvando viejas recetas para tratar de contener el descontento social. Es evidente que la burguesía y su personal político han sacado lecciones de las crisis del 2001 y ya no juegan con las masas en las calles. Es obvio que por debilidad, ya que la crisis de los partidos burgueses obliga a buscar más consenso que enfrentamientos entre las distintas fracciones; entre un peronismo que busca una decadente unificación y el proyecto de partido que fue Cambiemos, en plena debacle.
Por todo esto el Frente de Todos reflota la idea de pacto social, que, a pesar de las características que le quieren dar, es en realidad un acuerdo de paz social. En el terreno de la relación con el movimiento obrero, mediado por la burocracia sindical, es una tregua social, como lo definen algunos burócratas. Es ganar tiempo para que los efectos de la devaluación y el ajuste terminen de hacer su trabajo sin fenómenos de la lucha de clases que lo impidan y utilizar ese tiempo para renegociar con el FMI la deuda, a costa de la superexplotación de nuestra clase. Dicen que dicho pacto sería un acuerdo de precios y salarios por 180 días, donde las dos variables se congelarían, es decir, no habría paritarias. ¡Nos vuelven a tratar de estúpidos! Si anuncian que por un tiempo determinado van a congelar los precios, entonces los empresarios, tan “nacionales y populares” que son, aumentarán los precios antes del acuerdo. Y, obviamente, la variable del precio de la fuerza de trabajo es la que va seguir perdiendo. Vamos, de seguro, en los próximos meses a una aceleración de la inflación.
Alberto Fernández llamó a no salir a las calles, tratando de que todo se canalice en las urnas y que vayamos a una transición un poco más ordenada. El peronismo, después de las movilizaciones en contra de la reforma previsional de 2017, ya intentó sacar a las masas de las calles con la idea de que “hay 2019”. Sólo después de votarle todas las leyes al macrismo decidió pasar a la oposición para capitalizar el descontento con el gobierno macrista y sus políticas.
Es casi un hecho que en las elecciones del 27 de octubre gane la formula FF.Todo el arco empresarial nacional e internacional ya pacta reuniones con Alberto para saber sus planes y dónde van a quedar parados ellos en el futuro gobierno. Todos los días hay un desfile en las oficinas de la calle México de esos empresarios y de las asociaciones que representan, para hacer su lobby berreta. Los asesores económicos de Alberto están instalados en EEUU para convencer que seguiremos siendo pagadores seriales y honraremos ser una semicolonia con todas las letras. Por lo que dejan filtrar de las futuras medidas que tomaría un eventual gobierno de Alberto, una sería buscar una reforma laboral vía convenio por empresas, tomando como ejemplo el de Vaca Muerta. En caso de fracasar la renegociación con el Fondo, buscarían financiamiento en la UE o China. Renegociarían las Leliq con bonos y buscarían la baja de tasas de interés para mejorar el crédito. Proponen un plan de empalme para lograr que los que tienen planes sociales pueden entrar a trabajar, lo cual se traduce en utilizar la mano de obra desocupada para presionar a la baja el salario. Para esta política es necesario cooptar a los movimientos sociales. Aplicarían un control de cambios, desdoblándolo en varios dólares según rubro. Todas medidas capitalistas que intentarán revertir la matriz especulativa de la economía macrista por un supuesto modelo productivo.
Obviamente, nada bueno puede venir de estas medidas para los trabajadores y pueblo pobre. Por eso debemos enfrentar la política de pacto social, romper con el FMI, y plantear el no pago de la deuda externa. Hay que dar una salida independiente de los trabajadores a la crisis.
La dupla FF viene, ante el fracaso de un proyecto burgués como el macrismo, a intentar negociar mejor algunas migajas con el imperialismo, con una mayor impronta del semi Estado. Así como Macri creyó que porque había derrotado a los K y tomado medidas para mejorar los negocios de los grandes capitales -como la salida del cepo, el pago a los fondos buitres, la baja de las retenciones y otras- iban a venir la lluvia de inversiones; los FF creen que estamos en un escenario similar a la del 2001 y planean tomar medidas similares a ese periodo. Es un error grave, ya que la economía mundial comenzaba a salir de la crisis de fines de fines de los ‘90 y entraba a un periodo de aumento de las materias primas y un fenomenal crecimiento de la economía China. Hoy estamos ante una crisis mundial, a la que desde 2008 no han podido dar solución, en medio de una guerra comercial entre EEUU y China y ante una economía mundial que va camino a una recesión. Nada que ver con el 2001. El margen para un mayor estatismo está en cuestión; el escenario es más complejo y de agudización de la crisis nacional.
Es central que, ante los acontecimiento nacionales e internacionales (en todo caso el proceso de crisis nacional es expresión de la situación internacional), los revolucionarios intervengamos con el objetivo de preparar la lucha por el poder, con un programa transicional que permita dialogar con un sector de los trabajadores sobre cómo enfrentar la crisis. Debemos atacar la base de todo régimen burgués, es decir, la producción, tarea central del movimiento obrero industrial. Somos los trabajadores los que podemos parar los tarifazos, los despidos y demostrar que podemos, ante el caos capitalista, organizar la economía sobre otras bases.
Por eso debemos abrir un debate al interior de nuestra clase sobre el programa de los revolucionarios. Esto es muy importante en la necesidad de organizar una vanguardia. Es fundamental poner nuestro foco en los sindicatos y formar minorías activas con libertad de tendencia en su interior. Esto permitiría, de cara a la masa obrera, exponer nuestro programa y hacerlo carne en los activistas y sectores avanzados. Apoyar todas las luchas obreras ante los despidos, cierres de fábrica, que se extienden en todas las zonas del país. Si bien es importante el reagrupamiento de los activistas, como el ejemplo del Plenario Sindical Combativo y la formación de coordinadoras en algunas zonas, no son acuerdos programáticos, ni luchas de tendencias, sino formas organizativas sin ninguna línea hacia los sindicatos, lo cual impone un limite que impide preparar la lucha por la recuperación de los sindicatos al priorizar una línea de “luche y vote” más que una línea de organizar a la vanguardia.
Debemos recuperar los sindicatos para ponerlos al servicio de la lucha y ampliar sus funciones en la necesidad de organizar la economía sobre otras bases. Debemos enfrentar la tregua de la CGT y la CTA. Los estatales deben desorganizar el aparato burocrático del Estado, la pelea es por su destrucción, no para mejorar su maquinaria. Por eso es central pelear por la independencia de los sindicatos del Estado. Que se reabran las paritarias en las ramas en las que ya se firmaron, ante la escalada de la inflación. Esto requiere asambleas en los lugares de trabajo, para imponer un paro nacional activo. Con el método de la ocupación de las fábricas ante despidos y la ocupación de los Ministerios. Por delegados paritarios para negociar con las empresas, por convenio único para terminar con la tercerización. Preparemos un Congreso de Delegados de Base con mandato para impulsar un programa de salida a la crisis. Por Plenarios de la Oposición en las distintas ramas para conformar una Oposición Sindical Revolucionaria.
Como sostenemos los marxistas, la democracia burguesa otorga a los trabajadores un aparente control político sobre sus dirigentes mediante el voto. Esa apariencia es la que vimos en las últimas PASO, donde una gran mayoría se expresó en contra de Macri y apoyó las lista de los FF. En cambio, esa democracia burguesa jamás permite ni una sombra de control sobre la administración económica, base de la explotación que ejerce y que termina en la anarquía, la bancarrota y la miseria de las grandes masas.
Ante el desorden de la economía debemos imponer el control obrero de la producción, de la banca y el comercio., Con ese control podremos desarrollar la escala móvil de horas y trabajo y elevar de inmediato el nivel de vida general ante la debacle a que nos llevan el FMI, el macrismo, los FF, y los Lavagnas.
Algunos sectores de la izquierda como el FITU, ante la crisis que acelera la fuga de capitales, plantean la nacionalización de la banca y aducen que es parte del programa de transición que levantamos los revolucionarios. Este planteo confunde, ya que el programa de transición, que fue el documento fundante de la IV Internacional, plantea para el sistema bancario la expropiación de la banca privada, la estatización de la banca; en ningún lado plantea la nacionalización, sino aclara que la expropiación “sólo dará resultados favorables si el poder estatal mismo pasa de manos de los explotadores a manos de los trabajadores”. Entonces, la expropiación y la futura estatización son medidas transicionales entre la destrucción del Estado burgués vía revolución y la extinción del Estado obrero. Sin tener en cuenta esta dinámica, la consigna equivocada de nacionalización de la banca es un saludo a la adaptación a un sector nacionalista burgués que toma estas medidas para salvar el capital privado en momentos de crisis. Más aún, otro error grave es agregar a la consigna “bajo gestión obrera”, gestión es un concepto que da la idea de redistribución. Tiene lógica para este sector de la izquierda hacer estos planteos, ya que considera que si se nacionaliza la banca se podrían usar esos activos nacionalizados para dar créditos baratos y redistribuir las ganancias de los capitalistas para otras prioridades. Esto es reducir un problema crucial de los revolucionarios en la lucha por el poder a una simple operación financiera. Sin expropiación no hay ninguna chance de derrotar a los capitalistas. Peor aún, se siembran ilusiones a una salida pacífica de redistribución.
Las concepciones estatistas liquidan el desarrollo de una vanguardia que pueda, con un programa revolucionario, enfrentar al Estado y al imperialismo y preparar las condiciones para el establecimiento de la dictadura proletaria y la edificación internacional del socialismo, a partir de la destrucción del Estado burgués.
Es imperioso intervenir en esta crisis, siendo consciente de que esta lucha es una lucha internacional, ya que este ataque por parte del imperialismo también lo sufre el proletariado de toda Latinoamérica. Debemos apelar a la solidaridad activa del proletariado norteamericano y europeo para frenar las políticas imperialistas.
¡Abajo Macri!
Ruptura con el FMI.
No al pago de la deuda externa.
Paro activo nacional.
Por un gobierno obrero.
Este domingo 29/9 se concretarán las elecciones a gobernador, cargos legislativos provinciales, e intendentes en 14 de 18 municipios y sus respectivos concejales. La provincia ya pasó por las urnas en las PASO provinciales, donde el oficialismo de Cambia Mendoza y la expresión provincial del Frente de Todos no se sacaron diferencias significativas; y luego las PASO nacionales, en las que el gobernador Cornejo, presidente de la UCR y candidato a Diputado Nacional, y su delfín Suárez, candidato a gobernador, sintieron el peso del rechazo popular al macrismo del cual son aliados. Sin embargo, en el juego de las urnas, las elecciones desdobladas en 4 municipios gobernados por el peronismo, el mes pasado, resultaron con la reelección de 3 caudillos del PJ (Lavalle, San Rafael, Tunuyán) y el triunfo de la UCR en San Martín.
En unas elecciones provinciales fuertemente polarizadas, la izquierda en el FIT-U ha centrado sus esfuerzos en conservar los lugares en la Legislatura provincial y en algunos concejos deliberantes, adecuando su campaña a la idea de un voto útil, como si dentro del Estado pudieran existir contrapesos a las políticas patronales que éste encarna.
Balanceando la gestión de Cornejo, Cambia Mendoza contó desde el 2015 con la abierta colaboración del peronismo provincial y el kirchnerismo, para imponer su plan antiobrero y de ajuste. Marcó la impronta de su gobierno, la temprana implementación del Ítem Aula, como medida de productividad docente y disciplinamiento estatal. Esta medida, elogiada por los voceros del imperialismo, tuvo su complemento en el ataque a los convenios colectivos y las paritarias, los despidos y desguace de organismos estatales. Los trabajadores de la industria y los servicios también fueron objeto de ataque, con la reforma de la Justicia Laboral, en perjuicio de los trabajadores y a tono de los intereses de las ART y las patronales. Mendoza fue pionera en la legalización de plataformas precarizantes como Uber. El cambio en el sistema de transporte, Mendotran, implicó un doble ataque. El aumento del boleto y, de hecho, un aumento generalizado de la jornada laboral, aumentando el tiempo requerido para llegar al lugar de trabajo.
El plan antiobrero incluyó un fuerte ataque a las organizaciones obreras y la juventud. El nuevo código contravencional provincial y de convivencia urbana en la ciudad de Mendoza, así como el andamiaje de medidas contra las tomas de establecimientos, de persecución y represión a estudiantes y trabajadores en lucha, se tradujeron en cientos de miles de pesos en multas a organizaciones sindicales, sociales y políticas, el procesamiento de luchadores, y la represión abierta a trabajadores y la juventud empobrecida.
En plena campaña electoral, se sumaron nuevas imputaciones contra 11 referentes políticos y sindicales, y militantes de organizaciones sociales que participaron en Mendoza de acciones de protesta en apoyo a la lucha de los estatales chubutenses. Sin embargo, la burocracia sindical de la CGT y la CTA ratificaron su compromiso como garantes de la transición burguesa, al punto ya de la provocación contra los trabajadores. Su defensa de la presencia del ajustador Arcioni junto a la comitiva del Frente de Todos para la foto de Alberto y Anabel Fernández Sagasti en una bodega top de Mendoza, es una postal del pacto social que preparan para pagar la deuda externa a costa de los trabajadores y la mayoría asalariada.
En una provincia fuertemente recesiva, con un gran sector de la población asalariada castigada por el alto desempleo, subempleo y la informalidad laboral, el conjunto de los pre-candidatos patronales, no se plantean retrotraer ninguna de las “reformas” impuestas por Cornejo. Al contrario, se disputan el favor de los empresarios, postulándose como los gestores de los planes de impulso estatal a la reconversión capitalista de la agotada estructura productiva provincial.
Una campaña de refuerzo de la ideología estatista
La crisis económica nacional agravó la decadente agroindustria regional, históricamente subsidiada y sostenida desde el Estado, que innumerables veces socializó las deudas privadas para sostener una clase parásita de empresarios bodegueros y pymeteros de todo tipo. Esta campaña ha reforzado la ideología estatista y su recetario de reformas como medidas para amortiguar socialmente la concentración y relocalización productiva (La Campagnola), las quiebras y cierres de plantas (La Colina, Alco, etc), y el ataque a las empresas recuperadas por cooperativas como Terre, en resguardo del derecho de propiedad privada de los medios de producción por sobre el derecho al trabajo.
Como señalamos de cara a las PASO y ratificamos en las semanas posteriores, el FIT-U, abandonando ya cualquier atisbo de programa revolucionario, despliega una campaña que agita la idea de que la anarquía capitalista y sus efectos más nefastos sobre la población asalariada y pauperizada pueden canalizarse a través del Estado capitalista capaz de planificar y armonizar las contradicciones. Si esta idea es errónea y perniciosa para la clase obrera respecto del semi Estado argentino, se vuelve absurda respecto de un estado provincial. “Empresa estatal de alimentos”, “mercado único provincial”, son consignas que dan cuenta de la presión de la conciliación de clases sobre el programa del FIT. Para terminar con los vicios de traficar la ideología estatista bajo la referencia al Programa de Transición, bien les valdría recordar las lecciones revolucionarias de su autor a quienes: “han tomado simplemente las reivindicaciones fundamentales del programa de transición marxista, la nacionalización de los bancos y de las industrias clave, han echado por la borda la lucha de clases y, en lugar de la expropiación revolucionaria de los expropiadores, han puesto una operación financiera de rescate”.
Con esta orientación programática no sorprende que hayan abandonado el principio de independencia de clase en las organizaciones de trabajadores donde tienen responsabilidad de dirección. En SUTE y en ATE, las fuerzas del FIT, establecen acuerdos y postulan como representación de los trabajadores a tendencias de conciliación de clases, con las cuales eligen confrontar sólo en las urnas. Las multicolores, integrando a los aliados del PJ (PCR), los acuerdos con viejos burócratas que hoy pueblan las listas de Bermejo y Sagasti, expresan el abandono de la tarea de combatir los programas conciliadores en las organizaciones obreras. No es una decisión “táctica” del FIT en Mendoza. Los partidos que integran el FIT ya sucumbieron a la polarización planteada en Brasil, y llamaron a votar por Haddad y el PT como el mal menor frente a la variante “bonapartista de derecha” y “fascista” de Bolsonaro. Así, la independencia de clase que proclaman que la clase obrera exprese mediante el voto, terminó sacrificada en las urnas en pos de una variante frente popular en forma de partido. En base a estos fundamentos es que la Corriente Obrera Revolucionaria llama a votar nulo o en blanco.
Instamos a los trabajadores y la juventud a no depositar ninguna confianza en que el resultado de las urnas hará la diferencia respecto a las tareas que plantea enfrentar los planes patronales para hacernos pagar la crisis en curso. La burocracia nos hace perder un tiempo valioso en este impase de tregua, mientras los capitalistas definen la junta de administración de sus negocios para los próximos años. Preparemos la ruptura de la tregua. Impulsemos el debate en cada lugar de trabajo y de estudio sobre cuáles son las medidas y el programa para afrontar la crisis desde nuestros intereses como trabajadores. No será en la legislatura del código contravencional y el ítem aula, donde los mismos personeros del capital rotan de asiento, el lugar donde nuestra voz e intereses se impongan. Necesitamos poner en pie nuestras propias instancias de deliberación y resolución, un congreso de delegados de base mandatados, que prepare un plan de acción orientado a tirar abajo los planes del FMI. Que unifique a los trabajadores estatales, de la industria y los servicios en un paro general, con ocupación de plantas y reparticiones, que despliegue nuestra fuerza como clase para barrer con el conjunto de medidas antiobreras de Cornejo y Macri. Sólo un programa de independencia de clase puede orientar al activismo y los trabajadores antiburocráticos en las tareas que impone la lucha por derrotar el ajuste, las reformas laboral, educativa y previsional y la represión a la protesta.
Corriente Obrera Revolucionaria – Regional Mendoza
La primera semana de septiembre concluyeron los comicios estudiantiles en la Universidad más importante del país. El dato más notorio es el avance de las fuerzas del régimen, radicales, peronistas y aliados, que ha dejado a la Franja Morada en carrera para la conducción de la Federación Universitaria de Buenos Aires. Otro impacto ha sido la estrepitosa caída de las fuerzas de izquierda, que no sólo perdieron su bastión de Filosofía y Letras y el centro de Medicina, sino que sacaron magros porcentajes en facultades que alguna vez supieron conducir como Sociales y Psicología. Este panorama nos invita a reflexionar sobre cuáles son las tareas que tiene la izquierda que se reivindica revolucionaria en la Universidad y qué lecciones debemos sacar de los acontecimientos para desarrollar la lucha de clases en el aparato educativo.
Caja de resonancia de un sector de la clase media
Por años hemos venido denunciando que la política educativa, tanto de los gobiernos K, como de Cambiemos, ha sido profundizar los lineamientos de la LES y la CONEAU, trazados por el imperialismo para desarrollar una educación a medida de los proyectos capitalistas. Esta política imperialista para educación se ha profundizado este último tiempo con la ofensiva de reformas educativas en la región, a las cuales se están oponiendo en las calles los docentes y estudiantes en Brasil y Chile, por ejemplo. La UBA es un ejemplo patente de la elitización, en la que, a pesar de no haber aranceles, el costo de vida ha sido el primero en recortar el acceso a jóvenes que deben optar por una salida laboral a tiempo completo. El ajuste y el desfinanciemiento, a la vez, ha sometido a sus propios trabajadores a la pauperización de las condiciones de trabajo. Claramente se están expresando los elementos de la crisis capitalista en la Academia.
A diferencia del movimiento estudiantil del 2001, que se fogueó en las tomas contra el ajuste de De la Rúa y el arancelamiento de López Murphy, en un contexto de ascenso de movimientos sociales, en especial los piqueteros, arreciados por la desocupación y el hambre. El ataque en 2019 no tuvo como blanco directo la gratuidad de las Universidades, sino, que el ajuste vino por el lado del presupuesto, el recorte de programas y becas y la rebaja salarial de hecho a los trabajadores universitarios. A esto se agrega el elemento de que las organizaciones piqueteras que influenciaron a principio del milenio a los estudiantes, hoy están conducidas por sectores que, salvo las que se alinean con la izquierda, adquirieron una relación más orgánica con las instituciones del régimen gracias al trabajo de cooptación que comenzó con el gobierno de Néstor Kirchner y se siguió desarrollando hasta hoy a través de la relación con el Ministerio de Desarrollo Social. Por otro lado, no podemos dejar de mencionar que el movimiento por la ley de interrupción voluntaria del embarazo, si bien abarcó a sectores políticos y sociales diversos, en su impronta más general estableció la idea de que las conquistas se logran en el Congreso, con la mediación de las instituciones de la democracia burguesa.
A esto se suma una coyuntura en la que el movimiento obrero no ha podido saldar su crisis de dirección y que hoy se encuentra encorsetado por las fuerzas del régimen burgués. La burocracia sindical se jugó a esperar al 2019 para sacar a Macri en las urnas y contener todo atisbo de rebelión obrera, a pesar de la dramática situación que vive nuestra clase. Por supuesto, este elemento es central para cualquier política de izquierda, ya que implica una denodada lucha política con los enemigos en nuestras propias filas.
Ante el posible escenario de un gobierno de Alberto Fernández, con un inminente default, habrá que ver cómo se reacomodan los rectores y decanos y qué nuevos ataques vendrán por parte de un gobierno que ya garantizó que va a subordinarse a los lineamientos que vienen imponiendo el FMI y el imperialismo.
El rol de la izquierda
Consideramos que en estos años han existido elementos de adaptación política, en particular de las corrientes que conforman el FIT, que han contribuido a su retroceso. No nos preocupa el resultado de una elección en particular, ya que es simplemente un reflejo distorsionado de una coyuntura específica, el problema que vemos es que su objetivo era principalmente obtener esos votos a costa de hacer frentes con fuerzas de conciliación de clases y reducir el programa a reivindicaciones estudiantiles, por fuera de una articulación de un programa transicional que lleve a algún sector de la vanguardia estudiantil a abrazar la lucha revolucionaria. Ejemplos hay varios, empezamos destacando que el PO co-condujo la FUBA por varios años en alianza con La Mella, fuerza que pasó de hacer una crítica parcial al kirchnerismo durante el gobierno de Cristina, a ser un aliado abierto del peronismo durante el periodo de Macri y, de hecho, hoy tienen candidatos de sus filas en el Frente de Todos. Por muchos años advertimos que este frente no era sino pretender mantener una posición en la Universidad a costa de confundir a la vanguardia estudiantil y a su militancia en cuanto a los objetivos que se debe imponer una organización revolucionaria. No contento con eso, en estas elecciones renovaron su alianza con el Movimiento Evita en Agronomía, lo cual es ya un frente abierto con el peronismo. No hay posición táctica que valga para el objetivo estratégico, si esto implica dejar de enfrentar al enemigo de clase en pos de una colaboración dentro del ámbito estudiantil. Y como en política esto se paga, ahora están pagando su adaptación con creces.
El conjunto de la izquierda que compone el arco del centrismo trotskista (FIT, NMAS) se adaptó de la misma manera a la idea de que se pueden gestionar las demandas del movimiento estudiantil “por izquierda”, sin cuestionar el carácter de clase de la universidad. Ni que hablar de la fiebre electoral para instalar a sus figuras públicas como candidatos a presidentes o diputados. Además de despreciar un principio fundamental que es la independencia de clase, lo cual se vio en su apoyo electoral al PT en Brasil, en sus campañas primó esa idea de diálogo con los “millenials” desconfiados de las estructuras partidarias y sindicales y más cercanos a la idea de militar por demandas sectoriales. Cabe aclarar aquí que las consecuencias de esta política del centrismo no se limitan al retroceso universitario, sino que está produciendo una profunda crisis política en sus organizaciones.
De todos modos, el nivel de descomposición de las instituciones y la profundidad de la crisis social que hay nos hacen pensar que la situación presentará una dinámica de cambios acelerados y que puede incluir elementos violentos o caóticos.
¿Cuáles son nuestras tareas?
Si la conclusión que sacan las corrientes de izquierda es que retrocedieron porque este año, a diferencia del año pasado, no se desarrollaron luchas como la toma del rectorado del año pasado; consideramos que es un análisis que se aleja de la idea marxista de la lucha de clases. Para los revolucionarios no se trata de desarrollar la fórmula “lucha y vote”, sino desplegar una lucha política, programática e ideológica al interior de una institución burguesa, como lo es la universidad, para desarrollar una vanguardia estudiantil que se plantee las tareas revolucionarias. La construcción del partido, como herramienta fundamental de este combate, se hace imprescindible. Desde la COR consideramos que esa construcción se dará al calor del debate programático dentro de las organizaciones como los sindicatos y los centros de estudiantes. Esto requiere dar batalla a las tendencias de conciliación de clases que están hoy en día en la conducción de las principales organizaciones. Esto implica dejar en claro el carácter de clase de la educación, que es burgués; combatir los planes educativos en tanto lineamientos del capitalismo para desarrollar mayor productividad –o sea, explotación- del trabajo; pelear por que abran las escuelas y las Universidad a la clase obrera, no sólo para que accedan a esa educación de clase, sino para que estén en mejores condiciones de combatirla en clave superadora –o sea, socialista. Los sindicatos deben ampliar sus funciones y desarrollar lazos con la educación, de manera que no sólo organicen a los futuros trabajadores que están estudiando, sino también puedan intervenir en el proceso de organización de la producción que prepara la educación. El enfrentamiento a las autoridades universitarias se impondrá en esta batalla.
Debemos empezar por nuclear a las tendencias de izquierda que se reivindican revolucionarias en una Corriente Revolucionaria dentro de la Universidad, con estudiantes, docentes y no docentes, donde se de un franco debate programático entre las distintas corrientes de este arco político, de cara a toda la vanguardia obrera y estudiantil, sobre cómo dar pasos concretos hacia la necesidad histórica de construir un partido revolucionario para destruir al capitalismo. Desde la COR hacemos un llamado a toda la izquierda en las Universidades a desarrollar esta perspectiva.
Hoy en horas del mediodía, la policía provincial bajo el mando del gobernador peronista Juan Schiaretti (amigo de Macri y de Alberto) descargó la represión sobre los compañeros del sindicato de Luz y Fuerza cuando estos concluían una jornada de paro y movilización en la sede central de la EPEC. El saldo son 11 detenidos y varios heridos de bala de goma, incluidos trabajadores de prensa.
El gobierno provincial, luego de las elecciones de mayo, ha lanzado una fuerte campaña para justificar el ajuste de las cuentas públicas, alegando la baja de la recaudación. Apunta a los trabajadores estatales y a los docentes, anunciando la revisión de las paritarias a la baja, descontando la complicidad de la burocracia sindical del SEP y la UEPC. La crisis ha sido agudizada por la última devaluación concertada por el tridente Macri-Alberto-FMI, y la sufren sobre todo los trabajadores de la industria con suspensiones y despidos. La empresa provincial de energía, EPEC, ya ha sido apuntada no sólo como objeto de ajuste, sino también como un gran botín para los pulpos energéticos, que pretenden quedarse con las áreas redituables del negocio.
El gran escollo para los planes de Schiaretti y las patronales, igual que en las fábricas, escuelas, hospitales y reparticiones, son los trabajadores, en este caso del sindicato de Luz y Fuerza que se han puesto en pie de lucha desde el año pasado para enfrentar el ataque. Ataque que incluye tercerización de áreas (automotores, toma de estado, y otras), anulación de conquistas plasmadas en el CCT y una agresiva rebaja del salario real con aumentos ridículos fijados unilateralmente por el directorio de la empresa, a partir de la traición de la burocracia sindical de Rio IV y Villa María.
La lucha ha sido dura, con marchas, paros y toma del edificio central en agosto de 2018. Y el despliegue de una gran solidaridad con los conflictos que han atravesado la ciudad, encabezada centralmente por delegados de base del sindicato. Sin embargo, la burocracia de Suárez ha sido siempre un freno para el activismo, llevando a una lucha de “desgaste” que no ha traído frutos. Y no sólo por los métodos de acción, sino centralmente por el programa desplegado, basado en la consigna “defensa de una EPEC cordobesa, pública e integrada”, que significa unir al pueblo en general en un frente contra la privatización, una política de conciliación de clases. Se busca así diluir la potencia de un sector de la clase obrera en un movimiento donde también se incorporen las capas medias, pero también las pymes y otros sectores patronales. Una versión del frente por la “emergencia alimentaria” que vienen desplegando el peronismo a nivel nacional las últimas semanas.
Para enfrentar el ataque del gobierno nacional, provincial, las patronales y el FMI debemos imponer a las CGTs y CTAs un Congreso de Delegados de Base con Mandato, que discuta un programa basándose en la deliberación en asambleas del conjunto de nuestra clase. Para frenar el ataque a nuestras conquistas, nuestro salario, contra los despidos y suspensiones y las reformas que planean imponernos (laboral, previsional, educativa) debemos discutir una salida obrera a la crisis y los métodos y acciones para imponerla.
¡Libertad a los presos de Luz y Fuerza y a todos los luchadores!
¡Desprocesamiento de los estudiantes de la UNC!
¡Por un Congreso Provincial de delegados con mandato de base!
¡Por un Paro Provincial en camino a un Paro Nacional de 36hs!
COR
Corriente Obrera Revolucionaria
Regional Córdoba
La descomposición del macrismo
El resultado de las PASO, con el triunfo del Frente de TODOS y la derrota del gobierno puso de relieve la profunda crisis de la coalición oficialista, un proyecto burgués fracasado que no pudo imponer los cambios estructurales en las relaciones entre capital y trabajo que exigía el capital imperialista y las burguesías locales: una reforma laboral de conjunto y una reforma jubilatoria a fondo. Sin embargo, el gobierno pudo lograr deprimir salarios y jubilaciones por medio de constantes devaluaciones, avanzar en convenios colectivos flexibilizados y una política de despidos masivos y de achique presupuestario en áreas como salud, educación y ciencia y tecnología.
Estos cuatro años fueron duros para la clase trabajadora y la juventud, ya que vimos nuestras condiciones de vida cada vez más pauperizadas. Sin embargo las luchas no se hicieron esperar. Los trabajadores tomamos fábricas, los estudiantes universidades y escuelas, realizamos paros masivos como parte de la resistencia a los planes patronales. La represión fue cruenta, habiendo procesamientos de luchadores y el asesinato de los compañeros Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Por su parte, la burocracia sindical de la CGT y las CTA garantizaron la tregua y la paz social, solo convocaron medidas de luchas aisladas y sin continuidad. Hoy, como buenos oficialistas, miran al gobierno que viene y se proponen ser garantes de la gobernabilidad que exige el fondo y las patronales.
El peronismo, en sus diversas facciones, fue cómplice del ajuste. Hoy, la unidad electoral que lograron busca mostrar moderación ante los “mercados”. Su plan es formalizar un pacto social que les permita afrontar los compromisos con los acreedores, mostrándose como los más capacitados para generar los dólares vía explotación de la clase obrera, necesarios para el pago de la deuda externa. Otra vez serán las mediaciones burocráticas las garantías de evitar todo proceso de lucha y organización desde las bases, reforzando su control sobre los trabajadores y las instancias de deliberación como asambleas, cuerpos de delegados y comisiones internas.
Hay que enfrentar a la burguesía y al imperialismo sin sembrar confianza en el recambio de gobierno.
Luego de las PASO, Alberto ya se siente ganador y busca dar señales a los inversores. Sus economistas disertan y defienden el dólar a 60 y los salarios congelados. La burocracia sindical y piquetera hacen coro planteando que hay que mantener las calles tranquilas para no afectar la transición. Mientras, los trabajadores sufrimos los efectos del espiral inflacionario y la agudización de la crisis económica.
En las UU.NN debemos reactivar la lucha, yendo a un paro activo con ocupación de facultades y edificios por reapertura de paritarias. El 28 y 30 CONADU Histórica convoca a una jornada nacional de lucha, debemos aprovechar esa instancia para poner nuevamente en pie, como en el 2018, a docentes, no docentes y estudiantes para forzar a este gobierno a negociar. Debemos estar alerta ante los intentos del albertismo en los sindicatos y centros de estudiantes de frenar los procesos de reorganización y lucha del activismo estudiantil y de los trabajadores. Ya muestran en las distintas estructuras su negativa a exigir reapertura de paritarias y a promover el paro, por su confianza en las políticas del próximo gobierno.
Debemos ser claros, el plan del imperialismo es someternos aún más, llevar la reforma laboral a cabo y para ello nos quieren desorganizados y confiados en el próximo gobierno. Las reformas educativas que vienen impulsando en toda Latinoamérica son parte del paquete de reformas made in USA que pretende trastocar la relación capital trabajo a favor del primero, buscando moldear una mano de obra barata y flexible, y formar cuadros burgueses aggiornados a los nuevos tiempos. Para enfrentar este plan, nuestro programa está en las antípodas de toda idea de colaboración de clases.
Organicemos asambleas por cursos y generales, pongamos en pie los cuerpos de delegados e impulsemos asambleas interclaustros y plenarios de delegados docentes, no docentes y estudiantiles en cada Universidad para discutir el programa y las medidas de acción necesarias para enfrentar el pacto Macri-Alberto-FMI. Para recuperar nuestras organizaciones, pongamos en pie una Corriente Revolucionaria docente, no docente, estudiantil en la Universidad.
COR
Corriente Obrera Revolucionaria en la TRCI
La crisis en las cuentas provinciales no es nueva, aunque la brusca devaluación post paso agudizó los rojos. El endeudamiento en dólares que inició Das Neves y continuó Arcioni, alcanza sumas siderales. El gobierno provincial, alineado al massismo en el Frente de Todos, siguió el mismo curso de Macri, timbeándose en pocos meses la plusvalía futura a extraer por largos años a la clase trabajadora.
Hoy, los acreedores financieros de Chubut succionan automáticamente el 70% de las regalías petroleras. Ellos sí cobran al día, en dólares. Mientras el gobierno impuso un esquema segmentado de pagos a los estatales y jubilados provinciales. Al abandono de la infraestructura escolar, con varias escuelas inhabilitadas, se suma la suspensión del TEG (transporte educativo gratuito). La obra social provincial está cortada, sus reparticiones ocupadas por jubilados quienes sin percibir sus haberes deben afrontar los gastos médicos. El atraso en el pago de los salarios y haberes jubilatorios, ha conllevado el enorme endeudamiento a tasas usurarias de los trabajadores con los bancos.
Este cuadro de situación lleva meses, y ha recrudecido tras el receso invernal cuando docentes y estatales no retomaron sus actividades, con paro escalonados, ocupación de reparticiones y se volcaron a las rutas para forzar al gobierno a dar una respuesta. Los estudiantes son un poderoso batallón auxiliar, movilizando en solidaridad y por reclamos propios, ocupando escuelas y marchando masivamente. Este plan de lucha ya se ha llevado puesto a varios miembros del gobierno, el más reciente renunciado fue el ministro de educación. El ministro de salud ya dio aviso de querer seguirlo.
La firmeza de los trabajadores, se ha ganado el apoyo de la población. Contrasta con la vacilación de las direcciones de la Mesa de Unidad Sindical, que pilotea el verso de Arcioni de que respetará lo firmado en paritarias, pero dentro de seis meses cuando especula normalizar el flujo de endeudamiento de la mano de un futuro presidente “amigo”, una profesión de “Fe”. O sea, seguir tomando deuda para pagar deuda, a costa de la explotación de la juventud que hoy está en la calle luchando.
Por otra parte, la simpatía con la lucha estatal entre los asalariados del sector privado, ha complicado los planes de la podrida burocracia petrolera, de uocra, comercio, atsa, pesca, viales, entre otros. El mismo día en que fueron detenidos los dirigentes de ATECH, Magalí Stoyanoff y Daniel Murphy, la burocracia se reunió con el gobernador Arcioni para darle su apoyo y comprometerse a garantizar la paz social. Sin embargo, aún no han logrado quebrar a un sector de los trabajadores de la cuenca petrolera, quienes han estado más dispuestos a solidarizarse con los estatales en lucha, e incluso han puesto el cuerpo para evitar que fueran desalojados de la ruta que une Sarmiento y Comodoro Rivadavia, de acceso a los yacimientos.
Párrafo aparte merece la burocracia de las centrales sindicales estatales. Los chubutenses sólo han recibido tibios comunicados de CTERA y CTA, sin ninguna medida de acción concreta. Los esfuerzos de la burocracia están en garantizar la paz social que allane el camino de Fernández a la presidencia en una transición burguesa lo más ordenada posible, a costa de la pauperización de millones.
Los únicos interesados en el triunfo de los trabajadores chubutenses, somos los asalariados de todo el país. Romper el aislamiento no es un problema de cerco mediático. Hay que quebrar la tregua de la burocracia peronista con Macri y Fernández.
La lucha de Chubut nos plantea de inmediato la tarea de imponer el NO PAGO DE LA DEUDA EXTERNA. Es clave pasar de la solidaridad a la lucha unificada, quebrando los planes de la burocracia de enfrentar a trabajadores con trabajadores. Urge preparar un congreso de delegados de base mandatados del sector privado y estatal, que delibere y resuelva un plan de lucha unificado que paralice todas las ramas de la economía, atacando los intereses de las patronales donde más les duele, en la producción. Una instancia así es fundamental en este momento donde más necesitamos centralizar nuestras fuerzas para poder dar una salida a la crisis desde nuestros intereses. Preparando el paro general y la ocupación de los yacimientos. Frente a las amenazas de las empresas de aplicar suspensiones, despidos y recortar inversiones, avancemos hacia el control obrero de la producción, que nos permita poner en práctica una escala móvil de horas de trabajo y de salarios. La expoliación de los usureros de la banca sobre los trabajadores endeudados, merece una respuesta inmediata de la Asociación Bancaria, paralizando los bancos y ocupando sus instalaciones, bloqueando las ejecuciones de deuda sobre los empleados estatales.
Los activistas y listas antiburocráticas de todo el país debemos ponernos a disposición de nuestros compañeros chubutenses. Su triunfo puede allanar el camino de la lucha contra los planes de más ajuste y reformas antiobreras que negocian en esta transición, Macri y Fernández con el FMI. Las seccionales y sindicatos recuperados deben organizar delegaciones que viajen y se hagan presente para exigir a CTERA, CTA y CGT: ¡¡PARO GENERAL YA!! NO AL PAGO DE LA DEUDA EXTERNA. CHUBUT DEBE TRIUNFAR.
Los días 17 y 18 de agosto, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se realizó el XIII Congreso Ordinario de nuestra corriente, con delegados de las distintas regionales del país, invitados y delegaciones de los compañeros de la TRCI de Chile y Brasil.
Se debatió en base a los documentos presentados 3 meses antes, que se discutieron durante el periodo pre-Congreso en las células partidarias. En el Congreso avanzamos en la actualización de estos documentos, precisando las tendencias a una exacerbación de la guerra comercial entre EEUU y China, que va a un muy probable ingreso a una recesión a nivel mundial y al desarrollo de procesos de la lucha de clases agudos, como lo está mostrando lo que está sucediendo en Hong Kong y, más contradictorio, el proceso de Puerto Rico. Esto muestra lo que hemos definido como un periodo de descomposición imperialista y un proceso de asimilación de los ex Estados obreros.
También, uno de los informes para el Congreso realizó un recorrido por nuestras elaboraciones teóricas y políticas, para hacer un contrapunto con las del centrismo y tratar de comprender la crisis de corrientes históricas como la del PO, la ex ISO y otros grupos, en la necesidad de dar una lucha política al interior del movimiento trotskista con nuestras posiciones.
En el plano nacional se discutió bastante el escenario post elecciones primarias, las PASO, la brutal devaluación del peso y las tareas de los revolucionarios ante semejante escalada de la crisis y sus implicancias para la región. Definimos propagandizar la necesidad de desarrollar una vanguardia al interior del movimiento obrero en el desarrollo de un programa de acción para dar una salida a la crisis, en lugar de agitar sólo consignas electorales, estatistas y redistribucionistas. Tras el debate, los documentos y las resoluciones propuestas fueron aprobados.
El último día se votó una nueva dirección y las tareas para este periodo. El día domingo realizamos una reunión de la TRCI, donde definimos intervenir con nuestras fuerzas en enfrentar las políticas imperialistas y a los gobiernos de turno que las aplican, como las reformas dictadas por el amo yanqui: reforma laboral, previsional, educativas y tributarias. Reafirmamos la necesidad de impulsar una Conferencia Latinoamericana con las corrientes que aun reivindiquen la dictadura del proletariado.
Hace 79 años era asesinado por un agente del stalinismo, en la ciudad de México, León Trotsky. Sus ideas y su acción revolucionarias siguen estando hoy vigentes como guía para los marxistas revolucionarios del siglo 21, que asumimos las tareas históricas de la lucha contra el capitalismo.
El asesinato del gran revolucionario fue ejecutado por el stalinismo, la corriente que traicionó al proletariado mundial una vez que se hizo del control del Estado soviético y, desde entonces, ha prestado un enorme servicio al amo capitalista en el mantenimiento del orden burgués. Esa corriente contrarrevolucionaria ya tiene merecido su lugar en el basurero de la historia.
Hoy, cuando en el mundo se desarrolla una crisis económica de características históricas, la burguesía comienza a volver a ver a los fantasmas que creía ya bien muertos y enterrados. Es que, en su decadencia, una clase tan parasitaria como la burguesía vuelve a sentir que está en peligro. Y en cierta medida está en lo cierto, porque se ha comenzado a romper todo el andamiaje de posguerra y las instituciones y pactos con distintos Estados que sostenían su orden mundial. Asistimos actualmente a una descomposición del imperialismo.
En medio de estos escenarios, los marxistas revolucionarios tenemos mucho que decir y hacer. Se nos abren grandes tareas históricas, con la imperiosa necesidad de aprender de los fenómenos nuevos e incorporarlos al acervo de la teoría marxista y enriquecerla.
El legado teórico y político de Trotsky nos permite encarar estos desafíos desde una perspectiva revolucionaria. Esto es, aplicar el marxismo en tanto método de análisis de las relaciones sociales con el fin de transformarlas; o sea, en tanto guía para la acción revolucionaria. A diferencia de lo que hizo el conjunto del centrismo trotskista, que se limita a un mero análisis de texto.
Por eso, actualizar la teoría marxista implica avanzar en el recorrido hecho por Trotsky en cuanto a la Teoría de la Revolución Permanente. Esto es, así como él mismo decía: desarrollar el carácter de la revolución, su nexo interno y el método de la revolución internacional en general. Este último punto es el que debemos desarrollar al calor de los elementos de descomposición del capitalismo y los procesos de asimilación en los ex Estados obreros.
La idea permanentista que incorporó y desarrolló Trotsky es uno de los aportes más importantes a la teoría marxista. Ésta permite entender el desarrollo de los conceptos y sus transiciones, para el estudio científico de las leyes de la economía capitalista, sus instituciones -el sistema de Estados y las formas de Estado, como el bonapartismo-, los procesos de la lucha de clase en la relación con la revolución socialista y las etapas de la dictadura del proletariado. Esta teoría ha quedado tan olvidada, que quienes intentaron “actualizarla” lo que hicieron fue actualizar de forma reformista las tácticas para aggiornarse a la época de posguerra entre dos sistemas y así adaptarse a la conciencia vigente en ese periodo. Al contrario, no podemos olvidar la idea permanentista de partido que incorpora Trotsky, que basa la construcción de la organización revolucionaria en la tarea histórica de nuestra clase y no en una determinada conciencia actual. La dimensión permanentista que Trotsky le da a la dictadura del proletariado ha desaparecido de la perspectiva de las principales organizaciones de izquierda, que temen asustar a la opinión pública, o, en todo caso, la plantean de forma democrática y encerrada dentro de los límites nacionales. Es que no entendieron lo que Trotsky planteaba sobre la dictadura del proletariado en Rusia, que estaba provisoriamente encerrada dentro de límites nacionales, pero dándole un carácter internacionalista y, por lo tanto, permanente al plantear que era un primer episodio de la revolución mundial. Esta fue una de las lecciones de la Revolución Rusa y su transición en el proceso de la lucha de clases.
Nuestro grupo intenta avanzar en el plano de la teoría y la práctica con la firme convicción de que debemos intervenir como una nueva generación de revolucionarios que rompa con las ideas de los centristas trotskistas de posguerra en la necesidad de regenerar al movimiento obrero y forjar una vanguardia revolucionaria que pelee por la reconstrucción de la IV internacional, ya que opinamos que es la única forma que se puede recuperar la estrategia marxista.
Trotsky tuvo que discutir, ante la traición de la III Internacional stalinizada, la recuperación del método y la mecánica del programa. Es por eso que elaboró el Programa de Transición, que, como él decía, nos deja en el umbral de la revolución. Hacía mucho hincapié en mostrar que este programa era un sistema de reivindicaciones transitorias que se proponía atacar las bases del régimen burgués. O sea, desarrollar una de las premisas estratégicas de la III Internacional en su fase revolucionaria, que era la de desorganizar a la burguesía. Recordemos que las otras premisas eran organizar el proletariado y, por último, preparar las etapas de la dictadura del proletariado. Los revolucionarios llegaron a esta síntesis de tareas estratégicas después del triunfo de la Revolución Rusa y su extensión a una situación revolucionaria a nivel mundial. Pudieron generalizar las experiencias revolucionarias de la época de crisis, guerras y revoluciones por la construcción de la Internacional y es con ella que la estrategia tomó la dimensión internacional y colocó a nuestra clase ante tareas que excedían la base nacional de nuestra lucha. Trotsky definió a la internacional como una escuela de estrategia revolucionaria.
Hoy presenciamos la crisis de las corrientes que aun reivindican el legado de Mandel, Moreno, Ted Grant, Lambert y otros, que no pueden dar respuesta a los procesos abiertos y cuyas teorías han perimido, porque fueron construidas en un periodo que ya está desapareciendo. No pueden dar respuesta a la caída del Estado de bienestar en Europa por su adaptación; ni a los procesos de asimilación de los ex Estados obreros; ni a la descomposición imperialista por haber separado la economía de la política; ni a los desafíos de la lucha de clases por sostener la idea de conciliación de clases como norte, sin entender la dinámica de la Revolución Permanente, cuando ya no están las tendencias organizadas del pasado y se plantea el carácter de la revolución en clave mundial y no nacional.
Somos conscientes de que las nuevas generaciones que están saliendo a la lucha no traen en su mochila las derrotas del proletariado, ni la influencia del stalinismo, pero sí una importante confusión de objetivos. Es tarea de los revolucionarios preparar el porvenir, como planteaba Marx, no con el criterio vulgar de los "evolucionistas", que sólo ven los cambios lentos, sino dialécticamente. "En desarrollos de tal magnitud, veinte años son más que un día -- escribía Marx a Engels --, aun cuando en el futuro puedan venir días en que estén corporizados veinte años".
Somos parte de las luchas y apoyamos las demandas de quienes han salido a luchar, con la firme convicción de aportar al desarrollo de una vanguardia, a la que queremos ganar programáticamente, en lucha política, para que sea la levadura de un partido revolucionario capaz de arrancar los problemas de nuestra clase de raíz.
Seguimos sosteniendo, a 79 años del asesinato de León Trotsky, que: “Sólo haciendo revivir las grandes tradiciones del marxismo revolucionario, rompiendo con la colaboración de clases, el socialpatriotismo y los curas de la sumisión en el movimiento obrero y tomando el camino de una lucha de clases resueltamente ofensiva, lanzando el asalto contra la fortaleza del capitalismo, con las armas invencibles forjadas por nuestros grandes maestros, Marx y Engels, Lenin y Trotsky, los explotados del mundo pueden separarse del marasmo y la derrota, marchando hacia adelante, como la sólida falange del futuro socialista.” (Manifiesto a los trabajadores del mundo entero publicado por el Comité Ejecutivo Internacional de la IV internacional, 1938.)
14/08/2019
El día después de las primarias se disparó el dólar y se desplomaron las acciones argentinas. El BCRA apeló a la única medida que tiene en su menú de opciones desde hace meses, subir las tasas de interés de las LELIQ.
Sin duda, el sistema financiero ha estado en el centro del modelo económico de Macri, que no ha hecho más que beneficiar a los banqueros a través de sus medidas de especulación y manejo de las tasas, con el consecuente congelamiento de la economía industrial y el consumo. Todo esto siguiendo los dictados del FMI.
El dólar es la gran estrella de la prensa y el riesgo país se dispara. El ganador de la contienda -o más bien ensayo- electoral del 10 de agosto, Alberto Fernández, da por descontado que los bonos que emite Argentina están condenados a entrar en default; también expresó su acuerdo con la devaluación, al expresar en campaña que el dólar estaba “atrasado”.
En este escenario catastrófico, los bancos han sido de los pocos ganadores. Desde la asunción de Macri, el BCRA ha venido tomando una serie de resoluciones para favorecer la flexibilización de las condiciones para permitir la operatoria “más libre” de capitales. Así, ha favorecido a la banca extranjera, que tiene luz verde para operar con el exterior (léase fugar capitales) y también a las nuevas FinTech, que han introducido la tecnología como instrumento para deshacerse de las regulaciones que existen sobre la banca tradicional y operar con “menores costos” (léase trabajadores en condiciones más precarias y menos inversión en infraestructura).
Los trabajadores como rehenes
No es necesario explayarse sobre las consecuencias devastadoras que tiene esta situación sobre las condiciones de vida de los trabajadores, simplemente se puede resumir que es un recorte brutal al salario real mediante devaluación e inflación. A uno y otro lado de las dos principales fuerzas contendientes hay acuerdo en que la crisis se descargará sobre el pueblo trabajador.
En el primer tramo de la campaña –y no tenemos por qué creer que no siga así- la mayoría de las patronales banqueras apostaron fuerte a la lista de Macri-Pichetto, en muchos casos instigando a los trabajadores de sus casas financieras a militar la campaña. Es más, en el mes de julio Macri recibió personalmente a la CEO del Santander, Ana Botín, quien no ocultó su apoyo a la reelección.
Mientras por el otro lado, la conducción de La Bancaria puso todas las fichas por la lista de Fernández-Fernández. No sólo incorporó a autoridades sindicales en las listas del Frente de Todos, sino que además usó las instancias orgánicas del sindicato, como el Congreso Ordinario, como tribuna de los candidatos presidenciales, en una usurpación de la estructura sindical en pos de intereses ajenos a los trabajadores. El argumento de Palazzo y cía. es que este frente escuchará los reclamos de los trabajadores y revertirá la desregulación que impulsó Cambiemos en el sistema financiero, volviendo, por ejemplo, al control de cambios (medida que, por otro lado, Fernández dijo rechazar en su formato “cepo”) y a la regulación de las nuevas tecnologías. Pero no olvidemos que en el gobierno de CFK ella misma se jactaba de que los bancos “se la llevaron en pala”, como lo siguieron haciendo con MM. Lo cierto es que por este camino no está haciendo más que atar de manos a los trabajadores para subordinarlos a un proyecto patronal que no va a romper con el FMI y el imperialismo.
El rol de los bancarios
Los bancarios debemos hacer escuchar nuestra voz ante semejante crisis. Vemos cotidianamente cómo los bancos especulan y lucran con las necesidades de los sectores más desesperados de jubilados y trabajadores mediante créditos usurarios. A su vez, estamos cada vez más sometidos a la presión de la “baja de costos” que quieren imponer los banqueros introduciendo nuevas metodologías y tecnologías para aumentar sus ganancias a costa de pagar menos salarios, a menos trabajadores, por más tareas. La tercerización que desde hace años vienen llevando adelante en las áreas automatizadas es sólo un comienzo de sus planes de precarización laboral. Todo esto es parte del mismo “paquete” que ofrecen el FMI y sus candidatos para el conjunto de la clase trabajadora. Por eso, quienes defendemos los intereses de la clase obrera, debemos oponernos fuertemente tanto a las patronales, como a la conducción del sindicato y su línea de conciliación, que sólo va a llevar a hacerle el aguante a la patronal.
La conducción palazzista se alinea con un sector de la CGT que pretende redistribución de la riqueza y una economía basada en las empresas nacionales. Queremos dejar en claro que el problema no es la distribución, sino cómo se produce esa riqueza y que las empresas nacionales –sean grandes, medianas o pequeñas- la producen sobre la explotación de los trabajadores. Por eso debemos luchar por un sindicato con independencia de clase, por una Central Única de Trabajadores con esa postura. La profundización de la crisis exige que demos un debate programático al interior del sindicato para que seamos los trabajadores quienes tomemos un rol protagónico en el escenario nacional y ofrezcamos una alternativa a la crisis capitalista, o sea, una salida socialista. El sistema financiero es la timba de la plusvalía que les extraen a todo el pueblo trabajador. Hay que preparar una salida revolucionaria que expropie a los capitalistas y el control obrero de las distintas ramas de la economía, que siente las bases para una economía basada en la planificación económica.
Pongamos en pie una Oposición Revolucionaria en el Sindicato para pelear por esta perspectiva. Por un Sindicato con independencia de clase, que prepare de inmediato un plan de lucha contra los despidos (que ya se están dando en muchos bancos), por el pase a planta de los tercerizados y por la reapertura inmediata de la paritaria.
Realicemos asambleas en todos los lugares de trabajo y elijamos delegados, con mandato, para comenzar a organizar esta lucha. Convoquemos a un Congreso de Delegados de Base del Sindicato para profundizar este debate y desarrollar las medidas necesarias.