Sindicatos y pandemia
En medio de la crisis por el coronavirus, que aun sigue golpeando en gran parte del país, centralmente en el AMBA, hemos podido constatar por qué afirmamos que la burocracia sindical es un enemigo en nuestras filas.
El gobierno, la oposición patronal, los empresarios nacionales e internacionales y sus aliados de la burocracia sindical intentan imponer una nueva relación entre el capital y el trabajo. Buscan legalizar los ataques en medio de la pandemia, con rebaja de salarios, una nueva reforma previsional y lo más importante una reforma laboral para “modernizar las leyes laborales” como planteó el gerente de Mercado Libre en el conflicto con los camioneros ante los bloqueos de sus depósitos. El plan de las distintas fracciones burguesas y pequeñoburguesas está bastante claro: sus peleas son por definir qué sector de la economía es el que debe ganar y cuál perder, pero en lo que sí tienen acuerdo es en que deben atacar a los trabajadores y el pueblo pobre.
En esta crisis quedó al descubierto el calamitoso sistema de salud y las condiciones de vida de la mayoría de los trabajadores. Y resulta que los mismos que nos llevaron a esta situación histórica, son los que nos prometen poner a la Argentina de pie.
Alberto Fernández decretó la cuarentena para preservar el sistema de salud de un semi-Estado, y la burocracia fue la garante de desorganizar al proletariado bajo la tutela del Estado, ya que aceptó alegremente que con dicho decreto se cerraran los sindicatos y se cancelaran las reuniones obreras en nombre cuidar la salud. Apoyaron la idea de trabajadores esenciales, que dividió a las filas obreras según un criterio burgués. En el desarrollo de la pandemia y el famoso “quedate en casa”, que la burocracia sindical practica desde hace muchos años, acordaron la rebaja salarial a los suspendidos, no abrir paritarias y, donde había paritarias, a la baja. Dejaron pasar todos los despidos y suspensiones y, ante el coronavirus, dejaron a su suerte a los trabajadores, aceptando todos los protocolos armados por los empresarios, que eran garantía de super explotación y contagio. Apoyaron la Ley de teletrabajo, una de las formas de flexibilización laboral que están intentando imponer la patronal y el gobierno para el escenario post pandemia. Con respecto a la deuda, se juntaron con los grandes grupos empresarios para solicitar que se les rebajen las cargas impositivas y que se pague la deuda. Ante la desorganización de los trabajadores se movieron en su salsa. Obvio que, en este proceso de más de 4 meses, importantes sectores salieron a la lucha de forma aislada, pero decidida, lo que permite augurar futuros procesos de lucha que saquen lecciones del rol de la burocracia sindical, el gobierno y los empresarios.
Tenemos que volver a organizarnos para luchar por recuperar todo lo que nos quitaron en la cuarentena y en los últimos años para, ya no sólo mejorar las condiciones de vida que se han pauperizado, sino para enfrentar el nuevo ataque que preparan contra nosotros para que seamos otra vez los que paguemos la crisis.
Recuperemos los sindicatos
En primer lugar, debemos pelear al interior de los sindicatos por ser una minoría activa, una oposición sindical revolucionaria que levante la necesidad de la independencia de los sindicatos del Estado, es decir, que luchamos en contra de la Ley de asociaciones sindicales y todas las leyes laborales que atan a los trabajadores al Estado. Que, ante la ofensiva de las patronales y el gobierno por conformar sindicatos por empresa, pelee por sindicatos únicos de rama, no para hacer sindicatos paralelos, sino para echar a la burocracia y centralizar las tareas de los trabajadores. Una minoría que imponga la democracia sindical con asambleas, cuerpos de delegados votados por la base y libertad de tendencias.
Levantamos la necesidad de un Congreso de delegados de base con mandato, presencial y no virtual, que ante la pandemia llame a un paro general para enfrentar la crisis sanitaria, social y política con nuestros métodos. Debemos llamar a conformar una Central única de trabajadores.
Sostenemos la independencia de los sindicatos del Estado, para enfrentar a un estado que no es nuestro, que tiene un contenido de clase que es burgués.
Los trabajadores no debemos ir detrás de medidas estatales que defienden intereses ajenos, como por ejemplo la supuesta expropiación de Vicentin, a la que los distintos sindicatos y federaciones, como la Aceitera defendieron. Esta política del gobierno no era otra cosa que salvar al capital. Nosotros, ante la desorganización económica sostenemos el control obrero y la apertura de los libros, es decir, la expropiación de Vicentin, pero con contenido obrero, mostrando que los sindicatos no sólo son organizaciones que pelean por las condiciones salariales y laborales, sino que pueden ampliar sus funciones a la administración de las cosas.
Es necesario un debate programático al interior de nuestra clase. Defendemos un programa de transición que permita preparar las condiciones para desorganizar a la burguesía desde su base, que es la producción, y organizar al proletariado, a una vanguardia que tome la tarea de luchar por la revolución y la posterior transición. La burguesía tiene su programa, la burocracia es la expresión de ese programa en las filas obreras, debemos propagandizar un programa obrero de salida a la crisis.
Un debate programático con la dirección del SUTNA
El SUTNA es un sindicato recuperado de la burocracia, es un gran avance de las fuerzas que se reivindican revolucionarias. En su interior conviven distintas tendencias y la dirección está influenciada por el PO. En su último comunicado, donde plantea algunos elementos para enfrentar la pandemia en la rama del neumático y cómo enfrentar la política de los empresarios en contra de los trabajadores, sostiene: “que no se permita la importación de ninguna cubierta que se puede fabricar en el país” y le reclaman al gobierno nacional que tome medidas a este respecto. Creemos que es equivocado el planteo, ya que la lucha que debe emprender contra las patronales del neumático debe ser internacional, en unidad con los trabajadores de otras fábricas alrededor del mundo, recuperando la federación internacional del neumático, para que impidamos que nos hagan competir en la división internacional del trabajo con compañeros de la rama en otros países. La lucha de clases es en definitiva la lucha por la plusvalía, es por eso que los marxistas sostenemos que hasta una lucha salarial es una lucha internacional, porque disputa en el terreno de la producción el plusvalor expropiado.
Extender la tarea del SUTNA a un plano internacional puede permitir dar ejemplos al conjunto de nuestra clase de la importancia del internacionalismo y de la fortaleza del proletariado para enfrentar a las patronales nacionales y extranjeras.
Que las patronales importen y, de esa forma, intenten aumentar stock, es una línea para preparar el ataque a los trabajadores, pero también es una política para eliminar competidores en el rubro. Por eso debemos unirnos a los trabajadores de las otras empresas a nivel internacional y aprovechar la competencia a nuestro favor. La importación de neumáticos tiene un carácter especulativo, pero en el sistema capitalista la especulación es parte constitutiva de la compra y venta de mercancía.
En el mismo debate otras corrientes que están dentro de la directiva (PTS) plantearon que se debe levantar “el monopolio del comercio exterior, bajo gestión y control de los trabajadores, para que administren los dólares escasos del país” y así se defina “importar y exportar en función de las necesidades sociales”. Esto es una confusión en todos los términos. Si no se les dice a los trabajadores que toda reforma socialista es después de haber realizado la revolución, se liquida todo filo revolucionario del programa, ya que se da una explicación de cómo podría funcionar esa medida en un Estado burgués, y eso es imposible.
Polemizamos en función de que se desarrolle el debate en un sindicato recuperado y tratando de aportar sobre las tareas que tenemos los revolucionarios, especialmente la de organizar una vanguardia que luche por construir un partido revolucionario y, para ello, la política que nos demos hacia los sindicatos es central.