La renuncia masiva de médicos en el hospital San Antonio de Padua de Río Cuarto encendió la mecha de una situación explosiva que recorre al conjunto del sistema de salud. Las asambleas y movilizaciones en la salud pública de Córdoba venían de antes, es cierto, pero de manera localizada en hospitales e instituciones puntuales. En dos semanas, las medidas de fuerza se fueron replicando, con asambleas, afectación de servicios y paros por hospital hasta la convocatoria al paro provincial de salud para este miércoles 16 de noviembre. Por supuesto, este no es un fenómeno únicamente provincial, ya que desde hace varias semanas los residentes de la Ciudad y la Provincia de Bs. As. y los hospitales nacionales Garrahan y Posadas vienen sosteniendo paros y marchas masivas. La pandemia y el avance del ajuste del FMI que aplican el gobierno del Frente de Todos (FdT) y los gobernadores han llevado a los hospitales a esta situación crítica, donde los problemas centrales son los salarios devaluados, la precarización laboral y la falta de personal.
El gobierno de Schiaretti sale a ofrecer bonos y una revisión paritaria miserable (28% en 3 cuotas) como manotazos de ahogado ante la situación. Intenta dar aire a las mediaciones burocráticas de los sindicatos y asociaciones médicas, pero los trabajadores no se dejan engañar. Un ejemplo: el lunes 14/11 en el Hospital Córdoba una masiva asamblea votó mantener el paro de 72hs ante la extorsión de una “mesa de negociación” condicionada al levantamiento de las medidas. El mismo lunes, la asamblea del Misericordia incluyó entre las resoluciones votadas “rechazar cualquier ofrecimiento o negociación por hospital o grupo ocupacional”. La fragmentación sindical es un grave problema que viene de hace muchos años. El SEP es repudiado entre los trabajadores de salud, mientras los demás sindicatos (ATSA, ATE, UTS) y las asociaciones médicas aportan a la división, buscando agrandar sus pequeños aparatos. Actualmente la fuerza de las asambleas disciplina a las conducciones, pero es necesario avanzar en la organización y poner en pie una dirección alternativa con una política combativa y de independencia de clase para imponer al gobierno nuestras condiciones.
La fortaleza de la lucha está en las asambleas por hospital. Pero para unificar la lucha no basta con la mera coordinación, debemos poner en pie un gran Plenario de Delegados Hospitalarios mandatados por la base. Este plenario debe ser provincial, si bien podría contemplar instancias intermedias como plenarios por departamento o ciudad. En un plenario de esas características podremos unificar y fortalecer el plan de lucha y un pliego único de reivindicaciones. Y sobre todo, votar nuestros delegados paritarios para negociar con el gobierno. ¡Ninguna medida se baja ni se firma ningún acuerdo sin el aval de las asambleas! Hay que hacer propia la resolución del Misericordia: rechazar cualquier ofrecimiento o negociación por hospital o grupo ocupacional. Está planteado, al calor de la lucha, dar pasos hacia la recuperación de los sindicatos con el objetivo de conquistar un sindicato único de los trabajadores de la salud.
La lucha de salud es la más importante que recorre la provincia, pero no la única. También en las fábricas de la UOM se dan peleas contra los salarios de miseria, en NA e IBF (neumáticos) se lucha contra el despidos de un trabajador y la persecución patronal, los docentes se reagrupan contra la burocracia de la UEPC, el movimiento piquetero marcha contra los recortes de planes. La primera consideración es que la paritaria estatal provincial siempre arroja el mismo acuerdo para todos, aunque el gobierno finge negociar por separado (en realidad impone el aumento a Monserrat y Pihén). Hay que imponer a Schiaretti una verdadera paritaria, una paritaria estatal única con delegados paritarios elegidos en asambleas y plenarios estatales con la participación de los trabajadores de las escuelas, los hospitales y demás reparticiones.
La bronca con el gobierno es generalizada, viene saltando todo el pus de una gestión que defiende los intereses de las grandes patronales, nacionales y extranjeras (muerte de los bebés, casos de gatillo fácil, impunidad de Oscar González). Los trabajadores de la salud tienen la autoridad para ponerse al frente de la lucha contra el gobierno, encabezando no solo la pelea por el salario, sino también por tirar abajo las leyes represivas que pretenden regimentar aún más las marchas. Esa autoridad también se la ganaron con sus actuaciones en la pandemia, sosteniendo las condiciones de salud de los trabajadores y la población en las peores condiciones, saliendo incluso a enfrentar la decadencia del sistema de salud. Con esa autoridad pueden convocar a todo el movimiento obrero a sublevarse contra sus conducciones sindicales traidoras que dejan pasar el ajuste del FMI por sus pactos con el FdT y los gobiernos provinciales, impulsando un Congreso Provincial de delegados de base de la industria, los servicios, estatales y del movimiento piquetero, para ir por el paro activo provincial afectando las bases del poder de nuestros enemigos de clase, que están en la producción. Por una central única de trabajadores.