Este 2023 comienza con una gran muestra de cómo el gobierno de Alberto, Cristina y Massa profundiza su sumisión al imperialismo yanqui. En la cumbre de CELAC del 24/01 lo que se dejó ver fue el nivel de descomposición de los semi-estados que sólo pueden recostarse en el imperialismo y apoyar sus políticas guerreristas y económicas para tener algo de sobrevida. La jefa del Comando Sur, Laura Richardson, lo dijo sin eufemismos: el interés yanqui en la región son los recursos estratégicos como el litio, las tierras raras en general, el oro, el petróleo, el gas y los acuíferos, por eso cuando Lula y Alberto hablan de “unidad” lo que están buscando es como viabilizan negocios para un puñado de monopolios asociados a los yanquis y a la UE.
En Argentina este será un año electoral en medio de una crisis global signada por la desaceleración económica, profundizada por la intervención reaccionaria de los Estados frente a la pandemia y los efectos que hace más de un año viene produciendo la Guerra de Rusia con Ucrania. Los altos niveles de inflación que sufren ya no sólo los países semicoloniales, sino las principales economías, son muestras de que lo que se ve en el horizonte es un camino sin vuelta hacia la recesión. Las disputas por candidatos y las internas furibundas que recorren tanto al Frente de todos, como a Cambiemos o al Pj no-Kirchnerista de Schiaretti-Urtubey, buscan medir quien tiene la capacidad para disciplinar a los trabajadores y ser los garantes del acuerdo con el FMI. Este último reclama que quien esté al frente del semi-estado argentino sea capaz de modificar la relación capital-trabajo en favor del primero. La mayor flexibilización laboral, la modificación en la semana laboral, la devaluación continua del salario real, los despidos y suspensiones, las reformas educativas y en las jubilaciones, son solo algunas muestras de que la coalición gobernante viene haciendo los deberes, con la ayuda inestimable de las burocracias sindicales que han dejado correr el ajuste.
Por eso para los trabajadores lo que está en disputa no son discursos más democráticos vs discursos más “fachos”, o como mejorar las descompuestas instituciones de esta democracia para ricos, se trata de una pelea sin cuartel por evitar que sigan degradando nuestras condiciones de vida y preparar los prerrequisitos que permitan a la clase obrera erigirse como dirección. Desde la COR creemos que es urgente la pelea por recuperar los sindicatos de manos de las burocracias, poniendo en jaque a las patronales en el único lugar que les duele, la producción. Los conflictos que viene recorriendo el mundo, como las huelgas en Francia en contra del aumento de la edad jubilatoria, las huelgas de ferrocarriles en Inglaterra, los procesos de sindicalización en EEUU, los procesos semi-insurreccionales de Perú, o en nuestro país, el conflicto del Neumático con un sindicato recuperado a la cabeza o el conflicto de salud que aún sigue abierto, solo por mencionar los más recientes, son una muestra de que el proletariado no está dispuesto a entregar nada sin dar pelea.
En la UNC la crisis se cuela por todos lados. El ajuste presupuestario exigido por el FMI fue aplicado en el presupuesto 2023, que vía inflación recorta más del 10% los fondos a las universidades nacionales. Las reaccionarias autoridades universitarias administran la miseria. El rector Jhon Boretto sigue los pasos de su antecesor Juri: mientras mantiene la precarización laboral, los salarios de miseria, el comedor reducido a migajas, el recorte en los planes de estudios y edificios cayéndose a pedazos, anuncia con bombos y platillos las inversiones provenientes de diversos “fondos propios” que tiene la UNC (léase la plata que ingresa por postgrados, los acuerdos con empresas privadas, etc) para su proyecto de “Campus Norte” en Juárez Celman de “innovación educativa y tecnológica”, un ejemplo entre muchos de cómo la universidad busca adecuarse a los planes que dicta el BM y el FMI para la educación, formando a la mano de obra barata y flexible que exigen las empresas.
Es esta dirección reaccionaria de la educación la que tenemos que derrotar, por eso desde la COR sostenemos que las consignas de “defensa de la educación pública” no solo confunden a los sectores combativos dispuestos a dar pelea, sino que esconden algo esencial, que la educación tiene un carácter de clases: burgués, y el régimen que la sostiene defiende los intereses de esa clase. Además, la educación no es pública porque la inmensa mayoría de trabajadores se queda fuera de la universidad. Es por esto que para meter la lucha de clases al aparato educativo debemos poner en cuestionamiento su dirección, peleando por un gobierno tripartito de los sindicatos docentes, no-docentes y las organizaciones estudiantiles para poner la universidad al servicio de la lucha de la clase obrera.
Pelear por esta perspectiva implica recuperar nuestras organizaciones de manos de las burocracias sindicales y las conducciones de nuestros centros de estudiantes y la FUC que son las garantes para que se apliquen los planes del régimen universitario. Comencemos desde ahora desarrollando asambleas en cada curso de nivelación, discutiendo los problemas que tenemos, eligiendo delegados/as para comenzar a organizarnos.
Los docentes y no docentes también sufren las consecuencias del ajuste presupuestario, debemos preparar junto a ellos un plenario de delegados docentes, no docentes, investigadores y estudiantes para deliberar sobre todos los problemas de la universidad y que nos permita definir un pliego único de reivindicaciones, donde se incluya la reapertura inmediata de las paritarias docente y no docente, el aumento del presupuesto universitario, el no pago de la deuda externa, el salario inicial igual a la canasta básica, el pase a planta permanente de los precarizados, horas de estudio bancadas por las patronales, el triple turno de cursado, el ingreso irrestricto, un boleto obrero-estudiantil, la reapertura irrestricta del comedor y demás reivindicaciones. Es sobre esta base que prepararemos un plan de lucha con nuestros métodos como el paro, la movilización, la toma de edificios, etc para imponer nuestras demandas.
Mientras los gobiernos latinoamericanos se reúnen en la CELAC para arrodillarse al gobierno de Estados Unidos, Perú vive un proceso semiinsurreccional donde miles se han lanzado a las calles para exigir la destitución de Boluarte; la represión ha sido brutal cobrando la vida de más de 50 personas. El pueblo peruano sigue en pie de lucha, las huelgas no cesan y los jóvenes y estudiantes también se ponen al frente de la pelea. Se hace urgente poner en pie en cada centro de estudiante y en la FUC secretarías de relaciones internacionales para establecer relaciones de solidaridad y lucha mancomunada con las juventudes y el movimiento estudiantil que en toda América Latina y el mundo pelea contra los ataques de los capitalistas para descargar su crisis sobre nuestras espaldas, como el pueblo palestino que hoy enfrenta la ocupación sionista. Proponemos una campaña por el derrocamiento de Boluarte y sus aliados y que desarrolle las acciones de solidaridad internacional para apoyar a la clase obrera, los campesinos y jóvenes peruanos en lucha. La lucha de los trabajadores y pueblos de nuestro continente tiene un profundo contenido antiimperialista, debemos ganarnos el apoyo de la clase obrera de EEUU y Europa en esta lucha y pelear por una dirección revolucionara para expulsar al imperialismo de nuestra región.
Llamamos a las corrientes de izquierda de la UNC y los trabajadores y estudiantes combativos a debatir las tareas de la vanguardia en esta crisis, con el objetivo de poner en pie una Corriente Revolucionaria en la universidad, docente, no docente, estudiantil, con libertad de tendencias, que se proponga dar la pelea que está planteada.