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A 49 años del golpe cívico-militar

El 24 de marzo conmemora un episodio histórico de lucha de clases en el que el imperialismo y la burguesía intentaron un cambio brutal del régimen para darle otro rumbo a la economía semicolonial argentina, en el escenario mundial convulsionado de la década de 1970. El objetivo principal fue asestar una derrota física a la clase obrera, que venía de importantes ascensos de lucha y organización e imponer el dominio del capital financiero sobre otros sectores burgueses. Las Fuerzas Armadas fueron los encargados de llevar adelante la tarea, con un nivel de crueldad que demuestra hasta dónde puede llegar esta clase para defender sus intereses. Hoy reivindicamos a esos más de 30.000 compañeros detenidos y desaparecidos por las fuerzas represivas del Estado y planteamos que debemos poner en pie una nueva generación obrera que retome las tareas de lucha y organización para avanzar en la destrucción del régimen burgués.

Este año estaremos nuevamente en las calles levantando bien en alto las banderas de la revolución obrera y socialista, porque luchamos por la destrucción del Estado y no nos comemos el verso del “Estado presente o el Estado ausente”. Ambas fórmulas procuran de igual manera garantizar, mediante el monopolio de la fuerza, los negocios de los grandes capitalistas.  Milei y sus aliados niegan el genocidio y los otros sectores, como el PJ, UCR y Coalición Cívica, buscan reconciliar al ejército con las masas para garantizar el aparato burocrático militar que es el Estado burgués. Los trabajadores debemos organizarnos de forma revolucionaria para enfrentar el pacto que preparan junto al FMI y su subordinación a Trump.

Enfrentar al estafador Milei y sus cómplices es luchar por el poder de la clase obrera como caudillo de la nación oprimida. La política de marcha unitaria con los organismos de DDHH cooptados y el PJ que intentan llevar adelante desde el EMVyJ, el FIT-U (salvo el PO y otras organizaciones) es un gravísimo error. Para justificarse apelan a que estamos en un gobierno de características fascistas. Mezclar las banderas con un sector de la burocracia sindical y corrientes pequeñoburguesas que hace apenas unos años dirigían el Estado al servicio del FMI sólo contribuye a fortalecer la expectativa de que es posible derrotar la ofensiva de la clase dominante sin pelear la dirección a estos sectores. Esta línea significa liquidar la independencia de clase, que es una necesidad imperiosa de la clase trabajadora.

Por eso llamamos a participar de actos independientes en todo el país. Los revolucionarios marchamos, no para defender esta podrida democracia pequeñoburguesa, ni para organizarnos en “frentes anti Milei”, sino para reivindicar la lucha de la clase obrera, que fue bañada en sangre por la dictadura cívico-militar, retomando las banderas de la revolución.

Nuestros aliados son los trabajadores de América Latina y el mundo; la resistencia palestina; los que luchan para derrotar las políticas guerreristas de los países imperialistas y sus intentos de convertir todo territorio en su plaza comercial (como lo muestra la Guerra entre Ucrania y Rusia y todos los conflictos bélicos que hoy se desarrollan).

 

  • Por un 24 de marzo antiimperialista.
  • ¡30.000 detenidos-desaparecidos, presente! ¡No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos!
  • Contra la represión de ayer y de hoy: Por los compañeros desaparecidos en democracia y los presos por luchar. Contra la judicialización de la protesta.
  • Abajo el protocolo de Bullrich. Es necesario discutir y organizar la autodefensa contra la represión del régimen cuando salimos a luchar.
  • Por el desmantelamiento del aparato represivo y la disolución de la policía.
  • Abajo el plan motosierra y licuadora de Milei y sus aliados.
  • No al pago de la deuda externa. ¡El FMI, afuera!
  • ¡Abajo Milei! Derrotemos el ajuste del imperialismo, Milei y los gobernadores.
  • Por el triunfo de todas las luchas obreras. Impulsemos la solidaridad de clase en todos los lugares de trabajo.
  • Por un Congreso de delegados de base con mandato de trabajadores ocupados y desocupados. Impongamos a la CGT y las CTAs el Paro General.
  • Frenemos el genocidio sionista en Gaza.

 

El temporal del 7 de marzo provocó una catástrofe sin precedentes en el partido de Bahía Blanca, al sur de la provincia de Buenos Aires. Este es otro episodio trágico que se suma a una triste historia de destrucción y muerte, con el antecedente reciente de La Plata en 2013.

Como siempre ocurre en estos casos, las muestras de solidaridad no se han hecho esperar y los sindicatos, clubes deportivos y distintas organizaciones comenzaron a enviar ayuda de inmediato. Mientras las grandes empresas de bienes de consumo brillan por su ausencia y siguen facturando las mercancías que compran para ser donadas. Este cinismo de las empresas tiene que ser respondida con la expropiación de las mercancías que se necesiten para Bahía Blanca por parte del sindicato de comercio y Camioneros que garanticen su distribución.

Tampoco tardan los gobiernos en desligarse de las responsabilidades y culparse entre sí, el municipio contra la gobernación provincial, el gobernador contra el gobierno nacional y viceversa.  La visita de Bullrich y funcionarios nacionales a la zona de catástrofe no fue más que un acto cínico de campaña y contó con el recibimiento que se merecía: el repudio de los afectados. Es que mientras el gobierno desembolsa ingentes sumas en pagarle al FMI y rifar los recursos naturales del país en las mesas de los buitres imperialistas, mientras ajusta a los trabajadores y monta enormes operativos para reprimir a los jubilados, declara que la plata para reconstruir las zonas destrozadas son responsabilidad de las jurisdicciones. Por su parte, las empresas defienden sus intereses y buscan sacar un buen negocio donde pueda, aunque sea a costa de la desesperación de la gente.

Las décadas de falta de planificación urbana, de anarquía capitalista, de desprecio por las necesidades sociales reales en función de la búsqueda del interés capitalista sólo se pueden combatir con organización obrera. El saldo de víctimas y pérdidas materiales es una muestra más de que no es la naturaleza, sino el capitalismo el que nos somete a estas calamidades sociales.

Redoblemos la organización y la deliberación en los lugares de trabajo no sólo para seguir desarrollando la solidaridad con los afectados, sino para ir más allá y arrebatar a los capitalistas el mando de la producción social. Peleemos por recuperar los sindicatos de manos de las burocracias cómplices. Es urgente que sean los sindicatos recuperados los que se pongan a la cabeza de la reconstrucción de Bahía Blanca mostrando que nuestras organizaciones pueden ampliar sus funciones y demostrar que pueden desarrollar tareas de dirección.  Preparemos el control obrero de la producción como injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista hasta que logremos derribar este sistema e instaurar el gobierno de los trabajadores. ¡Abajo Milei! Los K y la burocracia sindical son cómplices. ¡Fuera el FMI y el imperialismo!

Por Tendencia Trabajadores Trotskistas dentro de la COR

 

Este no es un día festivo, es un día de lucha. Hace más de un siglo que este día pasó a la historia, a propuesta de las revolucionarias rusas, conmemorando la memoria de las obreras textiles de la fábrica Cotton que fueron asesinadas por hacer una huelga por mejores condiciones de trabajo. La fecha fue tomada en todo el mundo como símbolo de la lucha por la liberación de las mujeres, transformándose en el día en que se vuelve a poner sobre la mesa la desigualdad y la doble opresión que el capitalismo ejerce sobre las mujeres, y que tiene su origen material en la explotación capitalista, pero se remonta a los orígenes de la propiedad privada, y se basa fundamentalmente en el rol asignado a las mujeres en general y a las trabajadoras en particular.

Hace más de 100 años que las mujeres en el mundo luchan por la igualdad, pero hubo un lugar y un momento histórico en el que se concretaron muchas de sus reivindicaciones acercándose como nunca en la historia reciente a esa igualdad: la Revolución Rusa en sus primeros años. Y esto no fue casualidad, porque esa revolución fue una revolución obrera que cambió de raíz lo fundamental, la propiedad privada de los medios de producción, para empezar el camino de dar fin a la explotación y a todo tipo de opresión. Ese camino fue truncado por la burocracia estalinista, traidora y contrarrevolucionaria.

Si bien es cierto que las mujeres, como mayoría oprimida de la sociedad capitalista, desde hace más de un siglo dan importantes muestras de fuerza cuando se disponen a pelear contra la opresión y en defensa de lo conquistado, también lo es que toda conquista que se le arranca al yugo del Capital siempre está amenazada y en riesgo debido a las necesidades cambiantes del sistema y de los gobiernos que lo administran, más en estos momentos de crisis y descomposición.

Este 8M será la segunda vez que se conmemore el día de la mujer trabajadora bajo el gobierno reaccionario de Milei, que desde que asumió aplica una política de ajuste brutal y ataque a las conquistas contra toda la clase trabajadora, justificándose en un supuesto combate a “la casta” y a lo “woke” para intentar dividir a los trabajadores.

Así tenemos a los despidos en el Ministerio de la Mujer, los ataques a la comunidad LGBT (que legitiman las agresiones físicas a ese colectivo), la destrucción de la salud y la educación pública (cuya mayoría trabajadora son mujeres), vía recortes de presupuestos y despidos, la informalidad laboral femenina que trepó al 38,7% (lo que significa otra generación que no podrá jubilarse), el incremento de la brecha salarial entre hombres y mujeres (que pasó del 25,3% en 2023 al 27,7% para este año), la caída de la moratoria que hizo que cerca del 90% de las mujeres no puedan jubilarse, etc.

Pero no hacemos este raconto para desanimar. A pesar de los atropellos, el gobierno no pudo evitar la respuesta de la clase trabajadora en las calles –muchas veces debilitada por sus direcciones–: las marchas universitarias, el 8M del año pasado, la marcha antifascista y antirracista de febrero, la toma del Hospital Bonaparte contra los despidos, fueron todas acciones contra las que el gobierno no pudo aplicar el protocolo antipiquetes. Y allí donde lo aplica (como contra los jubilados) no logra derrotar la movilización. En las provincias hay motosierras de todo tipo, y todas apuntan su filo hacia el mismo lado, replicando la ofensiva general contra la clase obrera y los sectores más empobrecidos de la sociedad.

No hay que caer en la falsa dicotomía que plantea el peronismo, de “democracia o fascismo”: por más reaccionario que sea su discurso no estamos frente a un gobierno fascista. Se trata del bonapartismo al que tiende la democracia burguesa para perpetuar la defensa de sus intereses de clase.  Si se ha llegado a esta situación se debe a que al peronismo, que es el que controla casi todos los sindicatos y que ha cooptado buena parte del movimiento de mujeres, le viene bien que Milei haga el trabajo sucio de ajustar a los trabajadores, de atacar las concesiones arrancadas con la lucha y la movilización de las mujeres, de una manera que ellos no podían hacer sin entrar en crisis con su base política (de paso aprovechan para hacer negociados, como Kueider por plata, o Sáenz para presupuesto para obras). Mientras tanto, contra lo que denominan fascismo, llaman a prepararse para las elecciones, desviando todo proceso de lucha y reivindicación a la salida electoral.

En ese sentido para poder luchar por las reivindicaciones de las mujeres y las disidencias sexuales no se puede poner ninguna confianza en las corrientes burguesas, porque las reivindicaciones sociales que se conquistan no perduran si el capitalismo continúa. El hecho de que Cristina Fernández de Kirchner que es presidenta del PJ, se dedique a chicanear por X mientras los organismos del PJ y toda la burocracia obtura y dilata el enfrentamiento abierto contra las políticas de Milei, sirve para ilustrar que siempre los intereses de clase van a pesar más, sin importar cuántas mujeres ocupen cargos de dirección o cuántas mediaciones del estado burgués surjan.

Por eso mismo defendemos cualquier concesión que se le pueda arrancar al estado burgués con la lucha y sea una legítima conquista del movimiento de mujeres. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es generar expectativas en que las reformas de un estado burgués en decadencia puedan terminar con los padecimientos y la opresión de las mujeres y de la comunidad LGBT.  

La marcha de febrero convocada bajo la consigna “antifascista y antiracista” demostró que el gobierno puede recular frente a una acción de masas (pues desistieron, por ejemplo, de eliminar la figura del femicidio) pero no es suficiente.

Las mujeres, como parte considerable de la clase trabajadora, tenemos un puesto en este combate para terminar no sólo con la explotación sino también contra todo vestigio de opresión.

En todos los ámbitos de debate y organización de lucha de las mujeres, es necesario pelear por un programa que rompa con la conciliación de clases. La burguesía en tanto clase explotadora, junto a todas sus corrientes políticas, aun las que se reivindiquen feministas, es enemiga de las mujeres y su liberación. Este es el principal escollo que aparece por ejemplo en el ENM, cuya composición policlasista determina los límites de sus definiciones políticas, aunque muchas veces la fuerza de las mujeres que se organizan en él dan impulso a la movilización.

Es un desafío de las organizaciones políticas que se reivindican revolucionarias, pelear por el programa de la revolución socialista en toda lucha de las mujeres –sin por eso dejar de impulsar aquellas  reivindicaciones que tengan fuerza, como la defensa del derecho al aborto, y signifiquen un alivio o mejora en las condiciones de vida de la mujer trabajadora en esta sociedad–. Luchar contra la utopía reaccionaria de la vía reformista, explicar pacientemente que el machismo no terminara si no terminamos primero con el capitalismo en el que se apoya. La lucha contra la opresión a la mujer trabajadora debe ser tomada por toda la clase obrera, por eso hay que llevarla a nuestra intervención cotidiana: la recuperación de los sindicatos para desorganizar a la burguesía y construir el partido revolucionario, tomar el poder y comenzar la construcción del socialismo.

Por último, este 8 de Marzo no podemos olvidar que la lucha por la liberación de la mujer trabajadora también es parte de la pelea por derrotar al capitalismo en todo el mundo. En ese sentido, y como parte del homenaje a las obreras y mujeres revolucionarias que dedicaron su vida a esta pelea, levantamos las banderas de los pueblos oprimidos del Mundo, desde las mujeres de Gaza resistiendo el genocidio de Israel y el imperialismo, las mujeres latinas expulsadas por Trump, el “amigo” de Milei, hasta cada uno de los procesos de lucha en los que siempre las mujeres de nuestra clase cumplen un rol fundamental.

¡VIVA LA LUCHA DE LA MUJER TRABAJADORA!

¡VIVA LA CLASE OBRERA!

¡POR LA DERROTA DEL CAPITALISMO EN TODO EL MUNDO!

¡POR EL FIN DE LA EXPLOTACIÓN Y TODO TIPO DE OPRESIÓN!

 

 

 

 

 

Por COR Chile

Preparemos a nuestra clase en la lucha contra el capitalismo imperialista

El 8 de marzo es el día internacional de la mujer trabajadora. Conmemoración forjada con la lucha valerosa de cientos de miles de mujeres activistas y revolucionarias desde los inicios de la actual etapa de descomposición del capitalismo, el imperialismo. Ora por los derechos políticos, por los derechos reproductivos, por la igualdad social y contra la explotación del capital, fuente de esa doble opresión. Fue la revolución de febrero en Rusia (el 8 de marzo para el calendario gregoriano) la que coincidió con la conmemoración del día Internacional dela mujer trabajadora, que tuvo como protagonista indiscutible a las obreras rusas, cuyo impulso puso en marcha el derrocamiento del zar que inició el proceso que llevara a la victoria al proletariado, inaugurando la era de la revolución proletaria.

Durante decenios el capitalismo ha intentado cooptar, absorber, domesticar esta conmemoración, con el fin de confundir a la mujer trabajadora en las filas de la mujer burguesa. Los feminismos de conjunto, como una expresión pequeñoburguesa, han diluido el carácter de clase de la luchas de la mujer, levantando reivindicaciones propias del arribismo burgués (participación de la mujer en directorios de empresas o en instituciones burguesas) o con expresiones separatistas para fragmentar las filas obreras.

Cientos de organizaciones autodenominadas revolucionarias, abandonaron sus larvados programas para levantar la bandera “feminista”, provocando la disgregación de los programas y las luchas políticas, para sumarse a las agendas identitarias quitando el filo revolucionario a la lucha por la liberación de la mujer de toda forma de opresión.

El regreso de Trump a la presidencia de EEUU, con su línea de imponer un reordenamiento mundial, deja al descubierto el carácter del imperialismo que es reacción en toda línea. Una reacción que se juega a asestar duros golpes sobre el proletariado internacional, pauperizando a la clase de conjunto y empeorando las condiciones sociales de la mujer obrera.

Ante esto se levantan voces de que la lucha es “contra el fascismo” o contra una supuesta “restauración conservadora”. Estas consignas encubren el carácter reformista de su orientación, pretendiendo una vez más diluir la lucha contra la descomposición capitalista y la ofensiva imperialista en una lucha por maquillar el régimen burgués.

En Chile, luego de más de 3 años de un gobierno “feminista”, el carácter reaccionario de este bonapartismo pequeñoburgués, nos recuerda el apoyo dado de amplios sectores a esta farsa de “lucha contra el fascismo”. El balance vuelve a ser que se perdió la oportunidad de “conquistar derechos” con la derrota del proceso constituyente. Preparan un escenario preelectoral donde los actuales administradores, y parásitos menores, de los negocios capitalistas, posen de abanderados de los derechos democráticos. Los mismos que blindaron con impunidad a represores y asesinos, que encarcelaron a luchadores, que despojan a pobladores de sus viviendas, que militarizan el país ante cada oportunidad, que criminalizan la protesta y la pobreza, que encubre desapariciones como Julia Chuñil, volverán a mostrarse como la alternativa o “mal menor” ante el fortalecimiento electoral de tendencias ultrareaccionarias. Tendencias que, como la de Milei en Argentina, se van debilitando al calor de su propia decadencia y de las luchas obreras.

Es necesario recuperar el 8 de marzo como un día de lucha de la mujer trabajadora, un día de nuestra clase en su lucha por la emancipación.

Paso a la Mujer trabajadora

Recuperemos nuestras organizaciones para la lucha

Por un Congreso de delegados de base de la clase trabajadora

Luchemos por la aparición con vida de Julia Chuñil

Día internacional de la mujer trabajadora

En defensa de las mujeres palestinas

Las calles de las grandes capitales del mundo se inundaron de manifestantes en solidaridad con las mujeres palestinas, uno de los sectores de la clase obrera mundial más oprimido y vulnerado de los últimos tiempos, con quienes expresamos nuestra solidaridad y levantamos como bandera del proletariado revolucionario internacional por el fin de la explotación y la opresión en todo el mundo. ¡Por los Estados Unidos Socialistas de Medio Oriente!

“Woke” vs. “ultraderecha”

Estos actos progresivos, sin embargo, también se encuentran atravesados de múltiples contradicciones. La decadencia imperialista y los elencos dirigentes de sus Estados a nivel mundial están intentando desarrollar una nueva polarización ideológica entre los “woke” y la “ultraderecha”. Sin duda, los ataques de personajes como Trump o Milei a los colectivos que se identifican con las minorías son aberrantes y los repudiamos, pero entre sus “enemigos” se encuentran otros opresores disfrazados como amigos de las luchas contra la opresión: los imperialistas del PD norteamericano, las burocracias sindicales adictas a los Estados imperialistas y semicoloniales y todo tipo de variantes de conciliación de clases. Estas pantomimas de enfrentamientos de la “batalla cultural” ocultan sistemáticamente el carácter de clase de la opresión y la explotación y buscan confundir al proletariado en cuanto a quiénes son sus verdaderos enemigos: las burguesías y sus Estados. Quedan muy atrás las demandas de reformas para “conquistar derechos” de los márgenes de una democracia burguesa cada vez más podrida y represiva. Los movimientos estatistas en los que pretenden encorsetar a las minorías identitarias no pueden ofrecer concesiones estables dentro de esta situación. Mientras tanto, las consecuencias de la crisis económica y el recrudecimiento de las tendencias guerreristas de la situación mundial son siempre descargadas sobre las espaldas de la clase obrera.

Paso a la mujer trabajadora con la lucha revolucionaria

El único programa capaz de llevar hasta el final la liberación de la opresión contra la mujer y las minorías es el de la revolución socialista. De lo que se trata no es de “fortalecer los Estados” burgueses, sino de destruirlos en forma revolucionaria. Es necesario recuperar el 8M como un día de lucha, organización y combate de nuestra clase, con la mujer trabajadora en la primera fila, por la liberación de la mujer de toda forma de opresión que inscribirá la clase obrera en la tumba del capitalismo. ¡Paso a la Mujer Trabajadora! ¡Por la revolución socialista mundial!

Domingo, 02 Marzo 2025 19:29

Acorralado en su decadencia

El presidente Milei dio su discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso con la mitad de la sala vacía por la ausencia de los legisladores de Unión por la patria, la izquierda y varios gobernadores. De la UCR el único que se presentó fue Manes, quien tuvo un escandaloso cruce con Santiago Caputo.

La llegada al Congreso fue acompañada por cacerolazos en las inmediaciones de la plaza dos Congresos y una casi nula concurrencia de simpatizantes para saludar el paso de la comitiva presidencial. En la transmisión de cadena nacional se llegó al ridículo de decir que los ruidos de cacerola eran las fanfarrias de la banda de los granaderos del alto Perú.

Lo que demostró el discurso del presidente es que aun no logra salir del escándalo de la estafa de la criptomoneda, lo que le ha hecho perder autoridad y poder ante un régimen político decadente. Se ha vuelto a poner en cuestión la relación del régimen con las masas y este escenario debilita aún más las posibilidades de negociar con el imperialismo como garante del orden institucional y pagador de deudas. Su discurso se centró en llevar a la Argentina a una mayor sumisión al imperialismo norteamericano, vía acuerdo con el FMI, ruptura con el Mercosur y tratado de libre comercio. Es decir, intenta preparar al régimen político y sus instituciones para una relación más directa de dominación del imperialismo, en su fase más decadente. Esto lo demuestra, por ejemplo, la designación de los jueces a la corte por decreto, recordando que Mansilla es un representante directo de las petroleras y las mineras.

Todos los indicadores de mejoras económicas fueron un verdadero delirio de fake news, colocó a Kicillof como opositor y dejó en claro que la apertura de las sesiones en el Congreso eran a la vez apertura y clausura: sólo va a habilitar el Congreso para intentar aprobar el acuerdo con el FMI. Prometió hacer miles de reformas, apelando a la frase de Macri de “reformismo permanente”, pero aclaró que había que esperar los resultados electorales de este año para ver si había “más violetas” en el Congreso.

Su discurso mostró lo acorralado que está ante la estafa del criptogate, pero también desnudó la decadencia y complicidad de la oposición burguesa y la burocracia sindical, que ante un escenario de crisis política apuestan a sostener al gobierno y ganar tiempo para rearmar un recambio burgués que llegue a contener desbordes de lucha de clases más agudos.

Esta crisis no puede ser resuelta dentro de los límites del régimen burgués, debemos intervenir como clase y dar una salida obrera a la crisis. Es decir, enfrentar de forma revolucionaria a este semi Estado burgués y al imperialismo con la fuerza de la clase obrera en las fábricas y lugares de trabajo. Hay que preparar las condiciones para un paro general activo que se vote en la base, expulsado a la burocracia sindical de nuestras filas, para golpear en la producción a la clase parásita que es la burguesía.

No va a ser con la sumatoria de movimientos o sólo en las calles donde vamos a derrotar al gobierno de Milei. Tenemos que destruir al Estado, desorganizar a la burguesía y organizar a los trabajadores detrás un partido revolucionario con un Programa de Transición que contenga las demandas inmediatas unidas a una salida revolucionaria y socialista.

Hay que ocupar los lugares de trabajo ante los despidos en estatales y ocupar las fábricas ante los ataques de la patronal en complicidad de la burocracia sindical. Control obrero, escala móvil de horas de trabajo y salario, monopolio del comercio exterior son parte del programa transicional que condensa lo más avanzado de la experiencia histórica de la clase obrera y apunta a desarrollar la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista para sentar las bases del futuro poder obrero. Tenemos que abrir este debate entre los activistas y luchadores que se forjaron en los últimos años y combatir la perorata de conciliación de clases a la que nos quiere llevar con estupideces como “democracia o fascismo”, “el amor vence al odio”, un “ajuste amigable” o “derecho al futuro”. Todo eso es una estafa a nuestra conciencia y debemos dar lucha política para que no confunda a nuestra clase.

Por un paro contundente de la docencia en todo el país el 5 de marzo.

Por un paro de todas las universidades con toma para el 17 y 18 de marzo.

Por un congreso de delegados de base con mandato, para preparar un paro general activo.

Tenemos que echar a Milei. Por una revolución obrera y socialistas. Por un gobierno obrero.

 

 

 

El gobierno de estafadores libertarios comenzó el año elevando la presión para mantener los salarios obrero por debajo de la inflación. Ni hablar de la recuperación de lo perdido desde diciembre de 2023. Su discurso anti Estado es otra de sus estafas: a través de la secretaría de trabajo, aplica todo el peso de la legislación laboral para negar la homologación de todo acuerdo de rama que no sea del gusto de Caputo y Milei. Todo en beneficio de las patronales, que así no están obligadas a pagar incluso los míseros acuerdos que negocia con las conducciones sindicales.
El caso más resonante es el de los metalúrgicos. El secretariado nacional, con Abel “Chamullo” Furlán a la cabeza, bajó tres veces las pretensiones para cerrar el acuerdo salarial pendiente desde noviembre de 2024. Sin embargo, aún cuando luego de esas agachadas las cámaras patronales firmaron el acuerdo paritario, a la fecha la secretaría de trabajo alega “cuestiones de forma” para no habilitar la homologación. Así, los metalúrgicos no recibimos aumento nominal de nuestros magros sueldos desde octubre del año pasado. Esto significa que el salario en términos reales, es decir, medidos por su poder adquisitivos, se reducen mes a mes al ritmo de la inflación. Y hace rato están en la lona.
La burocracia sindical patalea y saca comunicados. Lo mismo que hace con la denuncia de las decenas de miles de despidos y suspensiones en la rama producto de la crisis económica a que lleva la política recesiva del gobierno nacional, bancado por los gobernadores y la casta del congreso. Y nada más que eso, ni una medida de fuerza para imponer a las patronales el aumento que necesitamos los metalúrgicos, sobre todo los de la rama 17 que no llegamos a la mitad de la canasta de consumos mínimos mensuales calculada por ATE INDEC en $1.600.000 al mes de enero.
En la seccional Córdoba, Urbano no se sale del libreto: los reclamos y quejas abundan pero a la hora de pelear contra los despidos en las diferentes empresas, no saca ninguna medida conjunta y deja a los compañeros y delegados peleando fábrica por fábrica, ¡como si la crisis no fuera generalizada para toda la rama! Ni hablar de salir a pelear por el aumento igual a la canasta básica, como se ha planteado en los congresos seccionales; ni siquiera hay voluntad de imponer el pago de lo ya firmado a las empresas.

Independencia de los sindicatos del Estado

Cuestionar la intervención del Estado en las relaciones laborales va en contra de la ideología y de los propios intereses de la burocracia sindical peronista. Por eso, no pueden enfrentar el techo salarial impuesto por Milei y su gobierno a través de la no homologación de acuerdos, ni la imposición de conciliaciones obligatorias para bloquear las medidas de fuerza de los trabajadores. El Estado juega para las patronales, la burocracia sindical que dirige los gremios es la tercera pata de esa Santa Alianza.

Congreso de delegados con mandato y Paro nacional metalúrgico

La situación no da para más. No podemos permitir más despidos, ni acuerdos de rebajas salariales y suspensiones para que la crisis la paguemos los metalúrgicos, ni seguir viviendo con un salario de miseria. Es hora de enfrentar la injerencia del estado en la paritaria y sacarnos de encima a los burócratas como Furlán que no mueven un dedo para mejorar nuestra situación.
Impulsemos asambleas en las fábricas, mocionemos la necesidad un congreso de delegados metalúrgicos con mandato de base para votar un plan de lucha por la reincorporación de todos los despedidos, basta de despidos y suspenciones, efectivización de los contratados y trabajadores de consultoras, pago inmediato de todos los montos acordados, pase al básico de los premios (presentismo, productividad, incidencias, etc). Para enfrentar los planes de crisis de las empresas, impongamos las escalas móviles de horas de trabajo y salario, con un salario inicial mínimo igual a la canasta básica. Si las empresas lloran que están en crisis, impongamos la apertura de los libros contables.  
En cada seccional, cómo es el caso de Córdoba, podemos iniciar la lucha impulsando congresos regionales de delegados con mandato para romper la pasividad de los burócratas cómo Urbano, que se escudan en la inoperancia de Furlán y el secretariado nacional y esperan que los problemas se resuelvan por la buena voluntad de un gobierno nacional que odia a la clase obrera y no da pisada sin pedir permiso a EEUU y el FMI.
Recuperemos la UOM y la CGT. Impongamos la voluntad de las fábricas para acabar con este desastre. Vamos al paro nacional metalúrgico y a un plan de lucha por el salario y contra los despidos.

Domingo, 02 Marzo 2025 10:50

A tres años de la guerra Rusia Ucrania

El reparto de Ucrania y la decadencia del imperialismo

El imperialismo norteamericano intenta, de la mano de Trump, dar por terminado el conflicto entre Rusia y Ucrania para enfocar toda su política exterior a enfrentar a China. Abriendo negociaciones con Rusia para neutralizar su alianza con China, acelerando el proceso de asimilación de Ucrania colonizándola y desmembrándola, dándole un papel secundario a la UE, intenta recuperar poder imperialista disminuido en los últimos años. Ese sería, a grandes rasgos, el plan, pero la situación mundial es mucho más compleja que una mesa de negociación empresarial, ya que están en juego relaciones interestatales, equilibrios económicos y lucha de clases. No es tan fácil el escenario para un imperialismo que está en crisis y en decadencia.

El espectáculo que se vivió en estos días en el salón oval, donde Trump intentó mostrar el poderío imperial ante Zelensky, fue la expresión de la decadencia imperialista en estado puro, porque mostró el verdadero rostro del imperialismo, de rapiña y coloniaje. Querían cobrar la plata invertida en la guerra y quedarse con el negocio de las “tierras raras” en Ucrania, que son ricas en minerales, dejando en claro que no van a compartir el botín con la UE, ni con nadie. Imperialismo explícito.

Este escenario planteado por el imperialismo, que es reacción en toda la línea, muy probablemente abra procesos más agudos de lucha de clase, no sólo al interior de Ucrania, sino en los países de la UE. Los europeos deben prepararse para seguir apoyando a Ucrania sobre la base de mayor ajuste a su población, en medio de una situación en la que todos los objetivos que los llevaron a crear la Unión Europea están en cuestionamiento y en crisis.

Por eso es central que impulsemos la intervención del proletariado de forma independiente, centralmente el proletariado ucraniano y ruso para parar la guerra, enfrentar a sus gobiernos restauracionistas y convertirla en una guerra revolucionaria que enfrente al imperialismo y el proceso de asimilación en curso. El proletariado europeo también tiene importantes tareas, enfrentando a sus gobiernos y partidos imperialistas, frenando la maquinaria bélica, que apunta no sólo hacia los ex Estados obreros sino contra los palestinos, mediante el envío de armas al enclave de Israel. Luchar para parar la guerra, con los métodos de nuestra clase, esa es la tarea del momento. Para eso es necesario recuperar el internacionalismo proletario, como base para formar partidos revolucionarios como secciones de la IV internacional reconstruida.

Debemos llamar a una Conferencia Internacional a las corrientes trotskistas que aun levanten la dictadura del proletariado para discutir las directrices de una intervención revolucionaria ante este escenario.

 

 

 

 

El pasado noviembre el gobierno liderado por el socialdemócrata Olaf Scholz se vio obligado a llamar a elecciones anticipadas ante la debacle de la “coalición semáforo” (SPD, FDP, Grüne) en medio de una crisis histórica de la Europa capitalista.

Las elecciones se celebraron el domingo 23 de febrero de 2025 y arrojaron como fuerza ganadora a CDU/CSU, los conservadores de la democracia cristiana, liderados por Friedrich Merz, el sucesor de Angela Merkel al frente de ese espacio político. Un dato no menor fue el crecimiento en la cantidad de votos (+21%) de AfD, la fuerza ultranacionalista y xenófoba que viene en un crecimiento sostenido, sobre todo en el territorio de la que se conoció popularmente como “Alemania del Este”. Por su parte, la socialdemocracia sufrió un golpe electoral importante, perdiendo casi 20% de votos y llegando a su menor nivel de la historia. También bajaron en cantidad de votos sus ex socios liberales y verdes. La fuerza reformista de Die Linke (“la izquierda”) aumentó la cantidad de votantes en un 9% y el partido que se escindió de este partido, BSW (“por la razón y la justicia”) hizo un debut con el 5% de los votos. Con estos resultados, sólo se podrá formar gobierno mediante una coalición, por lo que ya se especula con la posibilidad de un acuerdo entre CDU y SPD, aunque hay otras variantes. La gran preocupación entre las distintas fracciones burguesas es que se llegue a un “gobierno viable” y que no vuelva a fracasar como lo hizo la coalición saliente. El único partido que, pudiendo armar gobierno, no aceptaría acuerdos es AfD, ya que pretenden mostrarse como la “nueva derecha” que enfrenta las instituciones de la “vieja política”.

Crisis económica, política y social muestran la debacle imperialista

En numerosas oportunidades hemos dado cuenta de la tendencia irremontable del imperialismo a su decadencia y descomposición, marcada por la incapacidad de la burguesía imperialista de dar una salida estable a una crisis abierta hace ya más de una década. En esa tendencia mundial, Alemania, como tercera economía del mundo y potencia líder de Europa, ha absorbido gran parte de las contradicciones de la situación internacional en su acotado territorio. En el trasfondo de la colisión de la coalición “semáforo” se encuentran la contracción industrial, la inflación ingobernable, la acuciante situación de los trabajadores migrantes, el envejecimiento de la población y reducción de los económicamente activos, la irrupción de la guerra en Ucrania y las consecuencias económicas en sus lazos con Rusia, las políticas norteamericanas en su laberíntica guerra comercial con China, la inestabilidad de Medio Oriente y el Norte de África. A ninguno de estos “puntos calientes” el imperialismo alemán le ha podido dar una respuesta en favor de los intereses de su clase dominante (obviamente no de su población). El rearme militar alemán luego del comienzo de la guerra en Ucrania implica también un intento de disciplinar a su propio proletariado. El histórico proletariado industrial alemán, en particular de las automotrices, ya está pagando las consecuencias del ajuste con cierres y despidos.

A esto se suma el experimento de una asimilación de una parte de Alemania que fue saqueada luego de la caída del Muro de Berlín, en cuyo territorio se siguen imponiendo las condiciones de opresión económica de la burguesía imperialista de la parte occidental. Además, tenemos que contemplar que sus socios de la UE no están en mejores condiciones como para salir al rescate y, mucho menos, los va a ayudar el imperialismo norteamericano, que sólo está viendo cómo vuelve a recuperar terreno en la arena mundial, aunque eso implique dejar a Europa librada a su propia suerte.

Una salida obrera es la única opción viable

El hartazgo de amplios sectores de los trabajadores se manifiesta de forma distorsionada en las elecciones parlamentarias, que mostraron enorme fragmentación de los votos. A esto se suman nuevas generaciones que ya están perdiendo confianza en la democracia burguesa. En cierta forma esto puede explicar parcialmente el ascenso de AfD, que intenta posar de fuerza “renovadora” del capitalismo (reviviendo así sus peores calamidades del pasado como el nazismo), pero también vemos cómo enormes sectores de la juventud trabajadora comienzan a aumentar su interés por la izquierda y las ideas revolucionarias. Aunque las mediaciones (cada vez más débiles) intenten encauzar esta crisis a través de las instituciones, invocando un refrito de la falsa dicotomía entre “democracia y fascismo” (para soslayar el carácter imperialista de ambas partes), resultan cada vez más impotentes ante la falta de respuestas concretas a la cada vez peor situación de las masas.

La lucha por el futuro no se dirimirá en las elecciones, ni creando corrientes de opinión como aspiran las cada vez más insípidas fuerzas políticas reformistas, sino que se verá en la capacidad de las fuerzas revolucionarias de organizarse para disputar el poder a la burguesía en la dirección de la economía, hoy sin rumbo. Es una tarea urgente agrupar a las corrientes que se reivindican del marxismo revolucionario y levantan la necesidad de la reconstrucción de la IV Internacional para desarrollar una influencia efectiva en los sectores de vanguardia que están enfrentando el ajuste, los despidos, la desocupación y las miserias a las que se somete a los sectores del proletariado migrante. Con este propósito insistimos en nuestro llamado a una Conferencia Internacional que plantee los lineamientos para desarrollar estas tareas. El camino pasa por plantear la necesidad de recuperar las organizaciones obreras, especialmente los sindicatos, y dotarlos de una dirección revolucionaria capaz de poner en marcha un programa de transición hacia la toma del poder y la construcción del socialismo. Claro que estas tareas exceden las fronteras de Alemania, por eso el proletariado europeo debe levantar la voz al unísono para proclamar los Estados Unidos Socialistas de Europa. 

 

Domingo, 16 Febrero 2025 13:26

La estafa de los eternos estafadores

 

Milei fue parte de una estafa con criptomonedas. El 14 de febrero recomendó invertir en $Libra, pero a las pocas horas esta moneda ficticia se desplomó y dejó a miles de inversores estafados y unos pocos recogiendo las ganancias de su timba.

Este caso muestra con enorme nitidez y al desnudo la decadencia y descomposición de un sistema capitalista y sus agentes de negocios como el presidente Milei. El capitalismo en su decadencia intenta crear mecanismos de valorización de capital y sólo logra timbear en el sistema financiero y especulativo la plusvalía arrancada a los trabajadores de forma parasitaria y descompuesta.

Es evidente que tenemos que echar a Milei, enfrentar al imperialismo y a todos los partidos del régimen que reivindican este sistema capitalista como el PJ, la UCR, el PRO, la coalición cívica (y todas sus variantes refritas en nuevas coaliciones). Todos estos sectores están debatiendo si se hace una devaluación o se sigue con la timba del carry trade, es decir, se pelean por ver quién se beneficia con la crisis. Pero en lo que sí tienen acuerdo es en quién debe pagarla: los trabajadores y el pueblo en general.

Echar al gobierno burgués implica que tenemos que gobernar los trabajadores, que somos los únicos que creamos valor y se nos expropia para que subsista una clase reaccionaria como la burguesía y sostenga de forma artificial a gran parte de la pequeña burguesía y sus formas de dominación como el Estado burgués. No lo vamos a echar con juicios políticos o interpelaciones en el Congreso, sino con los métodos de la clase, que no tienen nada que ver con las instituciones burguesas. Desde que asumió este gobierno han salido distintos movimientos a la lucha contra Milei, pero para arrancar su podredumbre de raíz no alcanza la lucha callejera. La clase obrera es la única clase que puede mostrar una salida revolucionaria expropiando a la burguesía. Tenemos que prepararnos en las estructuras obreras abriendo debates en asambleas para impulsar una salida obrera de independencia de clase huyendo de los frentes policlasistas “anti-Milei”.

Mocionemos en los lugares de trabajo impulsar un Congreso de delegados de base con mandato para expulsar a la burocracia sindical de nuestras filas y preparar un paro general para que triunfen todas las luchas en curso. Luchemos para crear las condiciones revolucionarias para que irrumpa el movimiento obrero industrial, que está siendo atacado en este momento, mostrándose como dirección revolucionaria y caudillo de todos los oprimidos. Tenemos que impulsar la irrupción de nuestra clase para que se desarrolle una vanguardia que tome como tarea la construcción del partido revolucionario, como sección de la IV Internacional reconstruida.

 

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