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El 20/01/25 asumió su segundo mandato Donald Trump, rodeado del establishment financiero y político más concentrado del mundo y de representantes políticos internacionales. El discurso que pronunció en el Capitolio planteó la idea de recuperar el liderazgo perdido en los últimos años y, en base a una política agresiva a nivel económico y poderío militar, se pone como objetivo recuperar la influencia perdida, especialmente ante China, en distintas regiones para intentar imponer una nueva hoja de ruta –en su decadencia- para la situación mundial. 

El imperialismo yanki siempre se ha caracterizado por exportar sus crisis, pero ahora todas las contradicciones de la situación mundial golpean fronteras adentro. Eso hace que cada política imperialista que se proponga tenga una fragilidad histórica, por la misma pérdida de la hegemonía mundial. 

Los procesos históricos han demostrado, desde el inicio de la fase imperialista, que ninguna política se puede imponer de forma pacífica, por lo que la línea guerrerista llevada a cabo por el gobierno saliente de Biden continuará con Trump, con otros objetivos. La nueva administración se centra en retomar la guerra comercial con China y buscar revertir la desindustrialización en el territorio norteamericano. Trump apostará a revitalizar la industria petrolera para abaratar la energía en el mercado doméstico y desarrollar una competencia agresiva con la industria petrolera de Medio Oriente, pretendiendo alinear a Arabia Saudita centralmente. Por eso plantea que terminará con los conflictos en la franja de Gaza y Cisjordania y en Ucrania, reviviendo los “acuerdos de Abraham”, disciplinado a Líbano y Siria, aislando a Irán, para concentrarse en confrontar con China y fortalecer la economía interna.

El discurso pronunciado fue de tinte proteccionista y nacionalista reaccionario, invocando un supuesto “sentido común”, que implica la supremacía blanca de las épocas doradas del siglo XX. La línea proteccionista ya ha generado devaluaciones en algunos países semicoloniales como Brasil y no podemos descartar que más adelante se generen crisis de deuda en varios países. También esbozó una política migratoria que proponía expulsar en un principio, antes de la victoria electoral, a 10 millones de inmigrantes, pero que ahora se trataría sólo de 1 millón, lo que da cuenta de la composición de la clase obrera norteamericana que cuenta con un fuerte elemento inmigrante, pero también se propone disciplinar fuertemente a un proletariado que ha estado organizándose en algunas ramas. Es una línea de marcada división hacia la clase obrera, para cohesionar base social para su orientación. No podemos subestimar los dichos de Trump, pero tampoco tomarlos como una línea coherente de un imperialismo senil, ya que en el discurso se apeló a una nostalgia de lo que nunca fue y ya no será. Recuperar Groenlandia, retomar el control de canal de Panamá, anexionar provincias de Canadá y México son objetivos que, de intentar realizar seriamente, abriría conflictos profundizando las crisis de los regímenes bonapartistas abriendo posiblemente fenómenos antiimperialistas. Está línea de expansionismo imperialista, incrementa la presión sobre el imperialismo europeo, profundizando su crisis interna, enfrentamientos que de agudizarse empujarían a una tercera guerra mundial, para lo cual, por ahora, no cuenta con una base social. 

Este segundo mandato de Trump se asienta en el fracaso del gobierno de Biden e intentará buscar una unidad imperialista, para la cual cuenta como principal aliado a la burocracia sindical, como evidenció recientemente la burocracia de los portuarios bajando las medidas de lucha para que zarparan los pertrechos militares en nombre de la “seguridad nacional” con la complicidad del Partido Demócrata, en una fenomenal crisis. Pero del dicho al hecho hay kilómetros de diferencia. La política del discurso inaugural niega una situación internacional totalmente inestable, de crisis económica desde el 2008 sin solución y con procesos de lucha de clases y guerras de difícil resolución. 

En este escenario el proletariado norteamericano tiene una tarea histórica de enfrentar al gobierno imperialista de Trump, frenar la política migratoria reaccionaria, romper con el PD y sus satélites como el DSA, echar a la burocracia proimperialista, desarrollar el incipiente proceso de sindicalización de muchos sectores nuevos con independencia de clase. La derrota de la burocracia sindical permitirá que la clase obrera internacional avance en su unidad con la resistencia palestina, con los trabajadores de Rusia y Ucrania que luchen contra la asimilación capitalista de los ex Estados obreros y con el proletariado de los países oprimidos por el imperialismo yanki.

 Mientras Milei y el PJ liderado por CFK se disputan quien es más lamebotas de Trump, los trabajadores, que estamos sufriendo las consecuencias de un brutal ajuste y una feroz crisis social, debemos unirnos a nuestros hermanos de clase de la región para expulsar al imperialismo y avanzar en una salida revolucionaria.

¡Por la derrota del imperialismo! ¡Por la reconstrucción de la IV Internacional, partido mundial de la revolución!

 

 

 

El domingo 19/01/25 empezaban a regir las condiciones del acuerdo de cese al fuego alcanzado en Qatar, luego de meses de negociaciones fallidas, que consta de tres tramos: entrega de rehenes y liberación de detenidos; retirada del ejército israelí y reconstrucción de la Franja de Gaza luego de los bombardeos. 

Este acuerdo pende de un hilo, ya que Netanyahu dejó en claro que en cualquier momento el ejército israelí puede continuar el genocidio bajo cualquier excusa. De hecho, ya está apuntando a Cisjordania cómo objetivo de nuevos ataques. Aún así, el cese al fuego fue celebrado por el pueblo palestino, demostrando una vez más la resistencia histórica de un pueblo que lucha contra la usurpación de su territorio por parte del enclave imperialista israelí. La tregua es parte de una política imperialista de la administración saliente de Biden, así como de la entrante de Trump, para que no estallen las confrontaciones en las región luego de los levantamientos y el derrocamiento de Al Asad en Siria. Esto se enmarca en una política guerrerista más general del imperialismo norteamericano, que está desarrollando una guerra “proxy” a través de la OTAN en el frente ucraniano, para cerrar frentes y concentrar las fuerzas en un eventual enfrentamiento más directo con China y sus aliados. Es parte del proceso de asimilación de los ex Estados obreros encabezado por el imperialismo en un su momento de mayor descomposición.  

Otro elemento que muestra el acuerdo Israel-Hamas es la crisis del régimen que gobierna Netanyahu y las tendencias incipientes al surgimiento de sectores rebeldes por fuera de las direcciones burguesas de Hamas y de la Autoridad Palestina, como se vio en los campos de refugiados en Yenín. Esto obligó a acelerar el acuerdo ante la fragilidad de las direcciones en conflicto. Por eso, nosotros siempre planteamos que la salida revolucionaria a esta situación es internacional. Para que se desarrolle la resistencia palestina que expulse al enclave de Israel de Medio Oriente tiene que actuar el proletariado internacional con sus propios métodos, frenando el abastecimiento militar del imperialismo hacia Israel, enfrentarndo a los gobierno que apoyan al enclave sionista en todo el mundo y, junto al proletariado árabe concentrado principalmente en las industrias del petróleo, abran un proceso revolucionario que culmine en la Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente y el Magreb. En las actuales condiciones históricas, ya no hay posibilidad de soluciones mediante la dimplomacia burguesa con la propuesta de “dos estados”, ni salidas etapistas como “una Palestina laica, autodeterminada, democrática”, la dinámica de la decadencia imperialista nos impone una salida que implica retomar las experiencias más avanzadas del siglo XX a partir de las Federaciones Soviéticas dadas por la Revolución Rusa, como expresión estatal de la dictadura del proletariado internacional. Retomar las banderas del antiimperialismo y no tener ninguna confianza en los bonapartismos sui generis de los países árabes que han traicionado la lucha palestina y se han subordinado al imperialismo es una tarea central de una dirección revolucionaria. Levantar el programa de la IV Internacional aportará directrices para la formación de una organización de estas características.  

Llamamos a una Conferencia Internacional a todas las corrientes que reivindican la dictadura del proletariado para intervenir en esta situación de forma revolucionaria.

Milei dejó en claro que iba a aprovechar el verano para continuar el plan de despidos masivos en la administración pública y los organismos del Estado.
En particular, los 1400 despidos en el Ministerio de Salud y en el Hospital Bonaparte son parte del plan de desmantelamiento del Sistema de Salud estatal en función de los intereses del negocio privado y los sectores privatizadores.
Van a tirar de la cuerda lo más posible, aprovechando el pacto social que garantiza la burocracia de la CGT y la inacción de la conducción de ATE que, más allá de los discursos encendidos por los 100 años del sindicato, no ha hecho nada contundente para frenar el ajuste.
Necesitamos pasar a la acción ya. Convoquemos ya una reunión en el Bonaparte de las juntas internas y los cuerpos de delegados de la salud para votar un plan de lucha de urgencia.
Organicemonos para imponer un PARO DE 72 HS con ocupación del Bonaparte y el Ministerio de Salud, con todos los despedidos adentro, hasta frenar la embestida del gobierno.
Es urgente que desde todos los sectores de estatales convoquemos a asambleas de urgencia para unificar los reclamos y reincorporar a todos los compañeros y compañeras.

BASTA DE AJUSTE, DESPIDOS Y DESFINANCIAMIENTO. ABAJO MILEI.
PLAN DE LUCHA NACIONAL Y PARO GENERAL PARA TIRAR AL GOBIERNO

La DAIA, organización vocera del sionismo en Argentina, demandó ante la justicia a Alejandro Bodart, dirigente de la LIS y el MST argentino, por publicar en redes sociales una denuncia al genocidio en Gaza. Por esta causa fue absuelto dos veces, pero recientemente se realizó un nuevo fallo, sin juicio, emitido por la Cámara de Casación de la Ciudad de Buenos Aires, que lo condena a seis meses de prisión en suspenso por “antisemitismo” e incitación a la violencia. Esta es una clara persecución política, que se suma a la política de represión, hostigamiento y amedrentamiento a los luchadores y organizaciones sociales y de izquierda por parte de Milei, Bullrich y el sionismo. Redoblemos la campaña en contra del genocidio en Gaza y Cisjordania y enfrentemos al imperialismo y sus aliados con los métodos del proletariado.

Apoyamos la campaña por la absolución de Alejandro Bodart. Firmá el petitorio.

Venezuela 

La toma de posesión por un nuevo mandato presidencial de este 10 de enero en Venezuela se ha convertido en otro hito en el avance de la descomposición política y social del país. El resultado de las elecciones del 26 de julio, elecciones que en un inicio fueron producto de un acuerdo entre Maduro y el chavismo, por un lado, y el imperialismo y la oposición burguesa por otro, terminó en un fracaso del acuerdo y en ambos bandos auto-proclamándose ganadores. Maduro avanza en la represión sobre la oposición e incluso encarcela extranjeros catalogados como terroristas internacionales, incluyendo al gendarme argentino Gallo. La oposición, por su lado, realizó una gira en la figura del, según este sector, “presidente electo” González Urrutia por los escasos países de la región cuyos gobiernos lo reconocen taxativamente como ganador: Argentina, Uruguay, Panamá, República Dominicana  y, por supuesto, Estados Unidos. La mayoría de los gobiernos, con eje en Brasil, Colombia y México, intentan mediar para que se retomen las negociaciones entre ambos bandos, hoy rotas.

Lejos de los discursos abstractos sobre la calidad de la democracia burguesa venezolana, lo que está en juego es la relación entre las sub burguesías latinoamericanas y el imperialismo, y en el caso de Venezuela, específicamente en relación al control y la explotación del petróleo. La crisis en la que está inmerso el semiestado venezolano parte del fracaso rotundo del proyecto del nacionalismo burgués encarnado en Chávez y su “socialismo del siglo XXI”, que terminó liquidando PDVSA y demoliendo las capacidades de exploración y extracción de hidrocarburos. La leve recuperación productiva de los últimos años ha sido producto del precario acuerdo alcanzado con el gobierno de Biden, que necesitaba nuevas fuentes energéticas de cara a la guerra entre Rusia y Ucrania. Incluso el arreglo que fue base de las elecciones de julio del año pasado puede entenderse como parte de estas necesidades del imperialismo. Pero la situación se ha visto modificada, tanto en el terreno de la guerra como por el triunfo de Trump, que ha pasado en muy poco tiempo de un discurso “pacificador” a una retórica (bastante delirante por cierto) de expansionismo imperial sobre Canadá, Groenlandia y el canal de Panamá.

La forma especial de poder estatal en las semicolonias fue caracterizada por Trostky como bonapartismo sui generis, también una semidemocracia semibonapartista, una forma de dominación determinada por la relativa debilidad de la burguesía “nacional” desde el punto de vista estructural (es decir, en su relación con la producción) frente al imperialismo y a la clase obrera nativa. Este concepto, si bien es necesario actualizarlo dado el avance de la penetración imperialista, sigue siendo útil para los revolucionarios para comprender la dinámica de la situación en América Latina. El rol que están adquiriendo las Fuerzas Armadas hoy en Venezuela, tanto como principal instrumento de dominación de Maduro como en su carácter de objeto principal de la política de presión del imperialismo para intentar quebrarlas, puede comprenderse cabalmente a partir de esta categoría de la teoría política marxista.

Pero lo más trágico es el papel subordinado del movimiento obrero, sobre todo de su núcleo industrial, papel que es producto de la política de conciliación de clases de las direcciones de los sindicatos, muchos de ellos dirigidos en su momento por el centrismo trotskista. Las responsabilidades de esta tragedia se ven más claras con el paso del tiempo: el llamado a votar a Chávez del Partido Obrero/Política Obrera (en ese momento eran una misma organización), las vacilaciones de la FT-CI (PTS de Argentina, MRT de Brasil, PTR de Chile), las concesiones de la LIT-CI (PSTU en Brasil y Argentina, MIT en Chile) y la UIT-CI (IS en argentina, CTS en Brasil, MST en Chile) a la oposición antichavista y directamente el pasaje a las filas de la burguesía del MST argentino (hoy en la LIS, junto Revolución Socialista/PSOL de Brasil) al integrarse al partido PSUV de Chávez, muestran hoy todas sus consecuencias. Saldar la crisis de dirección revolucionaria del proletariado se plantea como necesidad histórica e implica la lucha contra las corrientes reformistas y centristas que dirigen las organizaciones sindicales. Para ello, es necesario reagrupar a la vanguardia de nuestra clase a partir un programa de transición, que plantee una salida obrera a la crisis. No sólo en Venezuela, sino en todos los países de la región y en EEUU, donde la burguesía intentará engañar a los trabajadores con falsos discursos como la supuesta lucha por la democracia contra la dictadura de Maduro o, del otro lado, por la defensa de Maduro y las burguesías nacionales contra “la derecha” y los yanquis. Una Conferencia Internacional de las corrientes que aún defendemos el programa de la dictadura del proletariado, con el objetivo de discutir el método, el programa y la política para reconstruir la IV Internacional, el Partido Mundial de la Revolución Socialista, es una iniciativa que venimos levantando desde la TRCI para avanzar en los desafíos de nuestra época de aceleración de la descomposición imperialista.

 

 

¡Fuera las manos del imperialismo de Venezuela!

¡Control obrero de la industria petrolera!

¡Por un gobierno obrero!

¡Por una federación de repúblicas socialistas de América Latina!

¡Por la reconstrucción de la Cuarta Internacional y sus secciones latinoamericanas!

Sábado, 21 Diciembre 2024 19:22

Gendarmería asesina a un trabajador en Salta

El 18 de diciembre, Fernando Gómez de 27 años, de oficio “bagayero” (trabajador precarizado dedicado al comercio fronterizo), fue asesinado por la Gendarmería nacional en el marco del llamado “Operativo Plan Güemes”. En sintonía con el plan represivo establecido por Milei-Bullrich, en la necesidad del gobierno de someter al conjunto del proletariado con las cadenas de una dictadura policial mientras entrega el país a sus socios imperialistas, el gobernador Gustavo Sáenz impulsa la brutalidad de las fuerzas represivas contra los trabajadores.

En un primer momento, intentaron camuflar el hecho como “combate al narcotráfico”, pero rápidamente se cayó la mentira de Bullrich y se conoció que el blanco de los proyectiles de gendarmería fue un grupo de trabajadores informales que pasan mercadería por la frontera entre Bolivia y Argentina como única salida para llevar el sustento a sus hogares. En el operativo, decenas de trabajadores resultaron heridos y uno está en grave estado.

Las manifestaciones en repudio no se hicieron esperar en las localidades de Orán y Aguas Blancas, para exigir castigo a los responsables. El viernes 20 marchamos a la casa de Salta en Buenos Aires para repudiar el asesinato y solidarizarnos con los heridos y familiares de las víctimas.

El gobierno de Milei-Bullrich se apoya desde el día 1 en las fuerzas represivas para implementar el ajuste, con el protocolo “anti-piquete”, la persecución y hostigamiento a dirigentes políticos y sociales y, ahora, con este asesinato brutal. Todos los gobernadores son los aplicadores en las provincias de esta línea. Mientras la burocracia sindical y el PJ sostienen al gobierno, la represión de Milei no da tregua a los luchadores. Sólo la clase obrera organizada con independencia de clase puede dar una salida progresiva a esta crisis, por eso debemos recuperar nuestros sindicatos para dar una respuesta a la altura del ataque. Es tarea de los revolucionarios plantear un programa obrero de salida a la crisis y los métodos que se desprenden de éste. Hay que impulsar un Congreso de Delegados de Base con mandato con representación de las organizaciones piqueteras que no fueron cooptadas por el Estado, los jubilados y los sectores estudiantiles en lucha. Tenemos que impulsar e imponer un paro general activo para tirar abajo a este gobierno y sus cómplices.

Castigo a los asesinos de Fernando Gómez. Por la disolución de las fuerzas represivas.

¡Basta de persecución a los luchadores! Desprocesamiento de todos los militantes acusados.

¡Abajo el gobierno de Milei!

Por un congreso de delegados de base con mandato.

Por un gobierno obrero.

20 de diciembre, a 23 años de la insurrección espontánea del 2001

Abajo Milei, ningún ajuste. Por un congreso de delegados de base con mandato. Por un gobierno obrero.


Este viernes 20/12 marchamos en todo el país, no sólo para reivindicar el proceso de lucha del 2001 y recordar a los compañeros asesinados, sino para enfrentar la continuidad del ajuste que empezó el peronismo y ahora acelera la nueva gestión de Milei. A un año del gobierno de Milei, gran parte de los que nos vamos a movilizar en todo el país somos los que estuvimos todo el año en las calles y en los lugares de trabajo enfrentando el ajuste, mientras la burocracia sindical y el PJ negocian y pactan con el gobierno las leyes y las reformas. Un ejemplo obsceno de esas componendas es el del senador Kueider, que llegó al Congreso con las listas de UP y fue comprado con dólares en efectivo para aprobar las leyes de Milei.
Argentina está hundida en una profunda crisis, que se viene agravando desde hace años. Asistimos a la sucesión de gobiernos de coaliciones decadentes con lo que queda de los partidos patronales derivados del PJ y la UCR, que de una u otra manera, siempre nos hacen pagar a los trabajadores la crisis, para salvar a alguna de las fracciones patronales. Esto dentro de una situación internacional que está signada por la continuidad de la guerra de Rusia contra Ucrania, el genocidio del enclave de Israel a la Franja de Gaza, la caída de Al Assad en Siria, el desarrollo de la crisis mundial y las consecuencias de la pandemia. Esta situación de crisis y guerra plantea grandes desafíos a nuestra clase en cuanto a cómo debemos enfrentar este escenario y revertirlo. El triunfo de Trump en EE. UU. expresa el nivel de descomposición y decadencia del imperialismo, que intentará, en su decadencia, recuperar el terreno perdido en la dirección del mundo, utilizando todas las armas reaccionarias para recuperar su liderazgo.
El triunfo de Milei expresa a una fracción pequeño burguesa aliada al imperialismo, con más afinidad con EE. UU., convirtiéndose en instrumento de éste, con la intención de someter al proletariado con las cadenas de una dictadura policial. Para esto Bullrich, ni bien asumió la cartera de Seguridad, presentó su protocolo represivo para amedrentarnos. Debemos añadir que la descomposición del imperialismo y la situación internacional de crisis y guerra hace que los semi-Estados como el nuestro sean aún más inestables y que su relación con las masas se vuelva aún más complicada. La fracción Milei ha demostrado ser un reciclado de “menemismo del siglo XXI”, que pretende volver como expresión burguesa de los sobrevivientes del proceso del 2001.
Ante esto es urgente organizarnos de forma revolucionaria para impedir que la reacción lleve adelante sus planes de ataque. No aceptaremos ningún “frente anti-Milei” con burócratas y conciliadores de clase, que son los enemigos en nuestras propias filas. Debemos recuperar los sindicatos como herramientas de organización, con total independencia de clase. Impulsemos la deliberación en los lugares de trabajo en la perspectiva de convocar a un Congreso de delegados de base con mandato para preparar un paro general con un programa obrero de salida a la crisis. Ante la gravedad del ataque llamamos a las corrientes de izquierda trotskista a romper con su lógica electoralista y debatir un programa obrero para tirar a Milei. En esta situación acuciante, tenemos que construir el partido revolucionario como sección de la IV Internacional reconstruida.


¡Abajo Milei! ¡Fuera el FMI!

¡Ningún ajuste!

Por un Congreso de delegados de base con mandato.

Por un gobierno obrero.

Domingo, 15 Diciembre 2024 20:18

Aportá a nuesta Campaña Financiera

Aportá a nuestra campaña financiera para apoyar el desarrollo de nuesta organización.

Martes, 10 Diciembre 2024 10:12

Ya salió El Impreso #90

Edición especial a un año del gobierno de Milei.

¡Pedilo!

Martes, 10 Diciembre 2024 06:29

Cayó Al Assad en Siria


Asistimos al derrocamiento de Al Assad en Siria, después de 50 años de estar ese clan en el poder y ahogar en sangre las insurrecciones espontáneas del 2011. Cayó en un escenario mundial que combina la crisis mundial abierta con la política guerrerista del imperialismo en su decadencia. La toma del poder por parte de la milicia islámica Hayat Tahrir al Sham (HTS), junto al Ejército Nacional Sirio, con el apoyo de Turquía, debe ser analizada como una movida en el tablero de las guerras actuales, como una derrota de Rusia en sus zonas de influencia, para buscar forzar una negociación por la guerra con Ucrania, en condiciones desfavorables para ésta.
El Estado sirio se encuentra en franca decadencia, con gran parte de su territorio convertido en mini Estados territoriales controlados por distintos grupos armados de diferentes fracciones religiosas, que responden a las distintas potencias imperialistas que influencian en la región. La caída de Al Assad está obligando a pensar cómo se va a establecer una nueva relación de fuerzas por parte de Estados Unidos y Rusia en la zona, considerando que EEUU tiene batallones militares que trabajan junto a las milicias kurdas del YPG y que Rusia tiene bases navales y aéreas en la región.
Este conflicto, obviamente, se inscribe en uno más general, que es el que abrió el genocidio del enclave de Israel contra el pueblo palestino y su avance en toda la región. Si bien en este momento se encuentran en una tregua con el Líbano, no está nada solucionado, al contrario, la tendencia es a que se intensifique más el enfrentamiento.
Las milicias que tomaron el poder en Siria son la dirección descompuesta de variantes de nacionalismo árabes, que hace ya mucho tiempo se vendieron al imperialismo y su representante en la región que es el enclave de Israel. Los sionistas avanzan sobre nuevas zonas de los altos del Golán no sólo para aprovechar el desorden de la descomposición de Siria, sino como medida preventiva ante un proceso real de lucha contra Al Asad sobre el que se montan estas direcciones. Es por eso que la tarea de los revolucionarios es buscar unir las luchas genuinas para enfrentar al asesino de Al Assad con la resistencia palestina en Gaza y derrotar al enclave israelí, que significaría la derrota del imperialismo y sus aliados en Medio Oriente. Tenemos que unir las fuerzas del proletariado de Medio Oriente con los trabajadores de Ucrania y Rusia para que desarrollen una guerra revolucionaria contra sus burocracias restauracionistas y derrotar a la OTAN.
La pelea por una federación de repúblicas socialistas en Medio Oriente, como expresión de la forma estatal de la dictadura del proletariado, es la salida para destruir esos Estados fallidos formados después de la posguerra.

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