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El reaccionario gobierno de la derecha italiana, liderado por Giorgia Meloni (admiradora, correspondida, de Trump y Milei), lleva tiempo mostrando el duro y feroz rostro de un régimen represivo que va desde los decretos de seguridad hasta los antiinmigración, desde el ataque al derecho de huelga hasta el apoyo político, económico y militar al ilegítimo Estado terrorista de Israel. Y es aquí donde el sindicalismo italiano, especialmente la CGIL, tendría la oportunidad de desempeñar un papel protagonista en la oposición al gobierno de los patrones y los banqueros, y al genocidio, un papel para el que, como siempre, parece no estar a la altura.
Porque, a pesar de todas las amenazas, los insultos, las convocatorias a servicio de huelguistas y las medidas represivas de Meloni, Salvini y los demás secuaces del Gobierno, la movilización sigue creciendo y la jornada de huelga y movilización por Gaza (en la que, precisamente, la CGIL estuvo ausente) del 22 de septiembre nos ha ofrecido un clara demostración.
Todas las ciudades en pie de guerra por Palestina
La huelga general, convocada por los sindicatos de base, que se une a la realidad palestina en movilización permanente, contó con manifestaciones y acciones en más de 80 ciudades italianas, la interrupción de los servicios en varios sectores, entre ellos las escuelas, las universidades y el transporte. Se calcula que prácticamente un millón de personas bloquearon plazas y autopistas, puertos y estaciones, en una jornada que marcó un cambio de tendencia con respecto a la desmoralización de los últimos años. Y otra señal muy importante fue la solidaridad de aquellos ciudadanos que, a pesar de los inconvenientes causadas por los atascos en las carreteras cercanas a los bloqueos, aplaudieron a los manifestantes e incluso levantaron carteles improvisados para expresar su solidaridad con ellos y con los martirizados habitantes de Gaza y Cisjordania. Como contrapeso a esta aprobación, la clase política patronal y prosionista de siempre, con sus medios de comunicación del régimen, tuvo que centrarse en la autodefensa de los manifestantes frente a las porras, los gases lacrimógenos y los hidrantes de las fuerzas del orden, como en la estación de Milán o en la circunvalación de Bolonia.
Así, las declaraciones de los políticos y los titulares de los periódicos y los telediarios creyeron, estúpidamente, que podían restar importancia a las gigantescas manifestaciones de Roma (100.000 personas, circunvalación bloqueada también allí y facultad de Letras de la Sapienza ocupada), las mismas manifestaciones impresionantes de Milán y Bolonia, las de Nápoles, Pisa y Turín (con la ocupación de las vías en las estaciones centrales), los bloqueos de carreteras en Florencia, Cagliari, Bari y Palermo. Aún más significativos fueron los bloqueos en los puertos, a menudo protagonizados por los propios trabajadores portuarios, por los que transitan los barcos de la muerte cargados de armamento y tecnología militar para el genocidio sionista. Bloqueos, algunos de los cuales duraron más de un día, que afectaron tanto a la ruta del Tirreno (Génova, Livorno, Salerno) como a la del Adriático (Venecia, Rávena, Ancona, Tarento). El transporte público se detuvo, en diferentes franjas horarias, prácticamente en todas partes. En algunos casos, incluso los taxis, los teatros y los comercios se sumaron a la jornada de movilización. Por supuesto, estuvieron presentes muchos trabajadores de la sanidad, con el lema autoorganizado «Sanitari per Gaza» (Sanitarios por Gaza), y muchos docentes, que a menudo acudieron a la plaza con sus alumnos.
Sobre el papel de la CGIL y las banderas de la paz de Landini: timidez y ambigüedad sobre el holocausto de los palestinos
Pero pasemos ahora a las notas dolorosas: la ausencia y la completa irrelevancia de la que, en números, es la mayor organización de la clase obrera, sin duda la mayor organización sindical italiana, la CGIL. Una irrelevancia fruto de una historia reciente salpicada de errores más graves de lo habitual.
Como buen burócrata, oportunista y reformista, su secretario, Maurizio Landini, en nombre de las instituciones democráticas, acudió al último Congreso de la CGIL (2023) para invitar a la primera ministra, que entretanto ya había comenzado su labor de masacre social, a pronunciar un discurso ante la audiencia del congreso. Meloni no dejó pasar la oportunidad de hablar de unidad nacional y paz social, del bien de la «nación» y del espíritu de comunión, entre el silencio atónito de la mayoría de la CGIL y los himnos partisanos de la minoría de ese sindicato, que, sin embargo, no encontró nada mejor que hacer que cantar el «bella ciao». No hubo ninguna protesta real organizada ni en el Congreso (que simplemente había que bloquear para impedir que interviniera una verdugo de los trabajadores) ni en los lugares de trabajo. Obviamente, al día siguiente de esa cita, la mayoría del Gobierno volvió a golpear con sus medidas legislativas a la clase trabajadora.
La elección de Trump y la política de aranceles con la que ha intensificado la guerra comercial contra el mundo entero ha sembrado el pánico entre los gobernantes burgueses y esa izquierda reformista que «no la vio venir» (al igual que gran parte de la izquierda centrista no vio venir la guerra, cuya posibilidad se negó hasta el último momento).
Aún más grave es la actitud que la CGIL sigue manteniendo ante el genocidio en Palestina. Algunas declaraciones televisivas, unas horas de huelga con miserables piquetes que no tienen nada que ver con el movimiento pro Gaza y alguna bandera de la paz descolorida junto a la palestina. Eso es todo. Pero un sindicato con 5 millones de afiliados tendría el deber de movilizar a sus trabajadores contra el exterminio de más de 70.000 civiles (de los cuales más de la mitad son mujeres y menores) a manos del ocupante sionista (el enclave imperialista de Israel) de todas las formas posibles, bloqueando el tráfico de armas y el comercio tout court con un Estado genocida (que por su crueldad es en todo comparable a la Alemania nazi), e incluso bloqueando la producción, recurriendo a una huelga política seria y prolongada, tan justificada como nunca.
Nunca se han escatimado críticas a los sindicatos de base, a menudo burocráticos y sectarios, pero no hay ni una sola sigla del sindicalismo de base que no haya puesto en marcha iniciativas de lucha contra el sistema político, mediático e industrial cómplice de los sionistas asesinos. Los trabajadores de la CGIL solo tienen una forma de recuperar el terreno perdido: luchar sin descanso contra su propia dirección, desobedecer sus instrucciones contratias a la convocatoria de huelgas y la participación en ellas, aprovechar la ocasión de estos días de indignación general para abandonar definitivamente la alianza orgánica con la UIL y con el sindicato carnero progubernamental (y propatronal) de la CISL (ambos reacios a proclamar ni siquiera una hora de huelga por las masacres, el hambre, la destrucción y la ocupación de Palestina), aprovechando la participación de la mayoría de los sindicatos autónomos y de base para intentar aliarse con ellos en la construcción de plataformas de trabajo combativo.
Entre rivalidades y límites, los sindicatos de base toman la escena
Hay que reconocer, en cambio, que esos sindicatos de base, USB, CUB, SGB, AdL y SI Cobas, han puesto todo su corazón en superar el obstáculo (el obstáculo, en primer lugar, de sus divisiones y rivalidades). Hay que reconocer que han comprendido la urgencia y la gravedad del momento y se han esforzado para que no se produjera el habitual momento ritual en la plaza que habría decepcionado las expectativas de una enorme masa de palestinos de Italia, estudiantes y trabajadores, propios y ajenos.
Ya hemos hablado de los métodos de lucha. Por lo demás, la plataforma política era clara y ya estaba contenida en el nombre de la movilización: ¡BLOQUEEMOS TODO! Un llamamiento que partió del Colectivo Autónomo de Trabajadores Portuarios (Collettivo Autonomo Lavoratori Portuali, CALP) de Génova, que luego dio la vuelta a Italia y llegó a las plazas el 22 de septiembre. Bloquear toda actividad para: aislar a Israel; dejar de alimentar a sus asesinos de las IDF (Israel Defense Forces, Fuerzas de Defensa de Israel); defender a la Flotilla Global Sumud y a la Coalición Flotilla de la Libertad, las embarcaciones de voluntarios internacionales que navegan contra el atroz asedio de las costas palestinas; romper toda relación comercial, diplomática y de colaboración de cualquier tipo con un Estado ocupante que ha utilizado todas las formas de matanzas y terrorismo (bombardeando escuelas, hospitales y ambulancias, matando a trabajadores humanitarios y periodistas, quemando vivas a familias en las tiendas de los campos de refugiados, desplazando diariamente, matando de hambre y sed a toda la población y utilizando francotiradores contra los palestinos que hacen cola para recibir comida, favoreciendo la propagación de epidemias, y la lista podría continuar durante mucho tiempo).
Pero el mérito de haber permitido la existencia de un movimiento que ahora es mundial recae sin duda en la heroica Resistencia palestina, que tras dos años de abusos de todo tipo sigue muy viva, y en todo ese pueblo, que se ha convertido en la expresión de la adopción de la cuestión de una guerra de clases declarada al proletariado internacional por el imperialismo y por ese sistema capitalista que ahora no es más que barbarie.
Las izquierdas reformistas y centristas a remolque de uno u otro bando
¿Y las organizaciones políticas de izquierda? Lamentablemente, el panorama desde este punto de vista es desalentador.
Las izquierdas reformistas, ahora huérfanas de un cuerpo militante, están históricamente vinculadas a la mayoría de la CGIL y son incapaces de plantear cualquier discurso serio de oposición en su seno. La excepción es Potere al Popolo, tanto porque tiene un pequeño cuerpo militante como porque está orgánicamente vinculada al sindicato de base USB, pero también en este caso se trata de un pequeño partido que solo constituye un vagón del tren. La naturaleza reformista de esta fuerza política y aquella burocrática y vétero-estalinista de esa fuerza sindical impiden cualquier posibilidad de llevar adelante un programa revolucionario dentro de sus filas, ni siquiera en objetivos simples. Además, las izquierdas reformistas, en Italia como en todas partes, siguen vinculadas al fantasma de Fatah, que hoy en día ya no expresa una realidad que lucha por la liberación de Palestina, sino solo una autoridad estatal inerme, corrupta y colaboracionista con el ocupante.
Las izquierdas centristas no gozan de mejor salud. Ya sea que su matriz ideológica sea bordiguista o se autodenomine trotskista, muchas de ellas producen discursos en algunos casos sectarios y minoritarios y en otros, por el contrario, abstractos y esclerotizados, tanto sobre la intervención sindical como sobre la cuestión palestina. En cuanto a lo primero, se va desde la exaltación de los pequeños sindicatos duros y puros (que luego no son tan puros), con unas pocas decenas de miles o, como mucho, unos cientos de miles de trabajadores, hasta la intervención exclusivamente dentro del cadáver de la CGIL. Con la opción número uno se corre el riesgo de tener un papel importante en las plazas, como hemos visto, pero irrelevante en los lugares de trabajo, con la opción número dos se corre el riesgo de lo contrario. Los diversos grupos italianos que se remiten al trotskismo prefieren, en cualquier caso, este segundo tipo de intervención sindical, dentro del único sindicato realmente de masas, aunque en declive, y en particular en sus minorías de izquierda. Es una elección que sin duda sigue la práctica leninista, pero hay que tener en cuenta que tanto Lenin como Trotsky siempre invitaron a no seguir recetas y dogmas, sino a analizar la realidad concreta y extraer de ella el método más funcional para la lucha de clases efectiva. Ahora bien, que las plazas de la CGIL estén cada vez más vacías y que el intento de salir del paso con cuatro horas de huelga tres días antes de la de los sindicatos de base haya fracasado son hechos, el problema es que cuando han movido algo la cosa ha ido aún peor (ver Foto).
La pancarta exhibida por los metalúrgicos de la CGIL (FIOM) de Génova, que se considera una de los sectores más combativos de ese sindicato, fue una vergüenza absoluta, además de una completa idiotez. En primer lugar, porque Israel ES el imperialismo, es una entidad colonial cuyas estructuras organizativas, sociales y políticas son funcionales para el mantenimiento de la ocupación de esa tierra. Israel no es un Estado, sino un enclave de ocupación, por tanto no tiene clases nacionales, ni burguesía ni proletariado. Por lo tanto, no hay fuerza progresista en Israel que no esté involucrada en la ocupación, incluida su clase trabajadora, parte del proyecto colonial (y el genocidio). La Histadrut, el principal y histórico sindicato israelí, de matriz laborista, contiene la segregación racial como elemento fundamental de su existencia. Es decir, excluye sic et simpliciter a los trabajadores árabes por motivos étnicos, simplemente porque Israel se basa en la segregación o no es. Además, dado el amplio recurso a los reservistas por parte del sanguinario ejército israelí, es probable que muchos de esos trabajadores a los que se hace referencia de manera simplista, repitiendo fórmulas de manera abstracta, hayan participado casi todos en las diversas masacres de Gaza y tengan las manos manchadas de sangre como todos los demás. Los únicos aliados que tienen los palestinos dentro del enclave sionista, así como fuera de él, son los judíos antisionistas, es decir, aquellos que reniegan del Estado de Israel como máquina de muerte y opresión vinculada al imperialismo estadounidense y europeo. Todo esto parece no ser tenido demasiado en cuenta por la CGIL, que de hecho defiende la perspectiva de los dos Estados, y por aquellos bordiguistas o autodenominados trotskistas, a quienes a menudo no pertenece esa perspectiva, pero que liberan a ese sindicato de esa enorme responsabilidad.
Por una intervención sindical antiburocrática y revolucionaria
Una vez más, el 22 de septiembre, los trabajadores y las trabajadoras demostraron ser una fuerza sin igual. En un período de decadencia del bárbaro sistema capitalista desde todos los puntos de vista, es necesario impulsar aún más a la clase trabajadora y a sus vanguardias. Es cierto que la represión seguirá creciendo momento a momento, pero también crecerá toda forma de lucha contra las injusticias, de las que el genocidio en el enclave imperialista de Israel se erige en este momento como símbolo absoluto.
Pero es necesario que las fuerzas combativas de la clase proletaria dejen de luchar entre sí y se concentren en el enemigo. En la CGIL corremos el riesgo de encontrarnos ante una oposición interna puramente simbólica, desarrollada más en el papel que en las luchas reales, que serán las únicas capaces de cuestionar la línea de los dirigentes burocráticos. La voluntad, por ejemplo, de no apoyar realmente y propagar entre los trabajadores las huelgas del sindicalismo de base, con plataformas más avanzadas, es un defecto evidente en la estrategia que hace que esta forma de oposición sea funcional a la acción de las cúpulas, cuando no directamente un apéndice de ellas.
Pero los problemas de burocratización no eximen al sindicalismo de base, que, aunque en los últimos años ha dado pasos adelante, por ejemplo, proclamando huelgas unitarias (al menos en sus intenciones) y promoviendo jornadas como la del 22, sigue anclado en lógicas autorreferenciales, necesarias para mantener el control sobre sus afiliados. La mayoría de las huelgas siguen estando separadas y son objeto de boicots mutuos, que se suman a los de las huelgas de la CGIL. Para los militantes comunistas revolucionarios serios, la alternativa entre la intervención en la CGIL y la intervención en los sindicatos de base es estéril. La única solución es la construcción de una tendencia intersindical que promueva la unidad de los trabajadores combativos y antiburocráticos en la CGIL, en los sindicatos de base o incluso en los que carecen de representación sindical.
Luchamos por la formación de una corriente sindical clasista que rechace la conciliación como método, reúna a los elementos más combativos presentes en las distintas organizaciones sindicales y dé su contribución fundamental al enfrentamiento de clases, hasta la derrota de la patronal, del imperialismo y de sus Estados títeres como Israel.
Al lado de la Resistencia palestina y por una salida internacionalista y revolucionaria a la ocupación sionista/imperialista en Palestina
Yendo al meollo de la cuestión, el repugnante genocidio en Palestina, es necesaria una respuesta tan radical como la crueldad sionista. La masacre que está teniendo lugar en la Franja de Gaza por parte del Estado terrorista de Israel supone un salto cualitativo en la política de ocupación y limpieza étnica llevada a cabo desde 1948. La acción de las organizaciones palestinas de la Resistencia el 7 de octubre fue un golpe no sólo a Israel, sino a todo el imperialismo occidental en la región. Los marxistas revolucionarios defendemos el derecho de los oprimidos a defenderse con los medios a su alcance. El apoyo a la resistencia palestina, a menudo ausente en la izquierda centrista, e incluso a veces en algunas corrientes de inspiración trotskista, no nos impide recordar que la victoria del pueblo palestino depende de la transformación del conflicto actual en una revolución que conquiste una Palestina laica y socialista. Y dado que la política de guerra sionista corre cada vez más el riesgo de convertirse en un conflicto regional, y en parte ya lo es, con ataques en el Líbano, Yemen, Irak, Siria, Irán y Qatar, la perspectiva revolucionaria abarca hoy más que nunca todo Oriente Medio, hasta el norte de África.
Pecora Rossa
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Il reazionario governo della destra italiana, guidato da Giorgia Meloni (ammiratrice, contraccambiata, di Trump e Milei), sta mostrando da tempo il volto duro e feroce di un regime repressivo che va dai decreti sicurezza a quelli anti-immigrazione, dall’attacco al diritto di sciopero al sostegno politico, economico e militare all’illegittimo Stato terrorista di Israele. Ed è qui che il sindacato italiano, soprattutto la CGIL, avrebbe l’occasione di rivestire un ruolo da protagonista nell’opposizione al governo dei padroni e dei banchieri, e del genocidio, un ruolo di cui sembra come sempre non essere affatto all’altezza.
Perché nonostante tutte le minacce, le ingiurie, le precettazioni e i provvedimenti repressivi di Meloni, Salvini e gli altri sgherri di governo, la mobilitazione continua a crescere e la giornata di sciopero e mobilitazione per Gaza (in cui appunto la CGIL era assente) del 22 settembre ne ha offerto una plastica dimostrazione.
Tutte le città in campo per la Palestina
Lo sciopero generale, indetto da sindacati di base, unitisi alle realtà palestinesi in mobilitazione permanente, ha visto manifestazioni e azioni in oltre 80 città italiane, l’interruzione dei servizi in diversi settori, tra cui scuola, università e trasporti. Si calcola che praticamente un milione di persone abbia bloccato piazze e autostrade, porti e stazioni, una giornata che ha segnato il passo di un’inversione di tendenza rispetto alla demoralizzazione degli ultimi anni. E un altro segnale importantissimo è stata la solidarietà di quei cittadini che nonostante i disagi degli incolonnamenti sulle strade in prossimità dei blocchi hanno applaudito i manifestanti e addirittura sollevato improvvisati cartelli per esprimere vicinanza, a loro e ai martoriati abitanti di Gaza e Cisgiordania. Da contrappeso a tale approvazione la solita classe politica padronale e filosionista con i suoi media di regime che ha dovuto concentrarsi sull’autodifesa dei manifestanti dai manganelli, i lacrimogeni e gli idranti delle forze dell’ordine, come alla stazione di Milano o sulla tangenziale di Bologna.
Così le dichiarazioni dei politicanti e i titoli di giornali e telegiornali hanno creduto, stupidamente, di far passare in secondo piano gli oceanici cortei di Roma (100.000 persone, tangenziale bloccata anche lì e facoltà di Lettere alla Sapienza occupata), le stesse imponenti manifestazioni di Milano e Bologna, quelle di Napoli, Pisa e Torino (con l’occupazione dei binari nelle stazioni centrali), i blocchi stradali a Firenze, Cagliari, Bari, Palermo. Ancora più significativi i blocchi ai porti, con spesso protagonisti gli stessi lavoratori portuali, da cui transitano le navi della morte cariche di armamenti e tecnologie militari per il genocidio sionista. Blocchi, alcuni durati oltre la singola giornata, che hanno riguardato sia la rotta tirrenica (Genova, Livorno, Salerno) che quella adriatica (Venezia, Ravenna, Ancona, Taranto). Il trasporto pubblico si è fermato, con diverse fasce orarie, praticamente ovunque. Alla giornata di mobilitazione hanno aderito, in alcuni casi, perfino taxi, teatri ed esercizi commerciali. Naturalmente presenti molti lavoratori della sanità, con la sigla autorganizzata “Sanitari per Gaza”, e molti docenti, spesso arrivati in piazza con i propri studenti.
Sul ruolo della CGIL e le bandiere della pace di Landini: timidezze e ambiguità sull’olocausto dei palestinesi
Ma veniamo ora alle dolenti note: l’assenza e la completa irrilevanza di quella che nei numeri è la più grande organizzazione della classe operaia, di sicuro il maggiore sindacato italiano, la CGIL. Un’irrilevanza figlia di una storia recente costellata da errori più gravi del solito.
Da bravo burocrate, opportunista e riformista, il suo segretario, Maurizio Landini, in nome delle istituzioni democratiche, è arrivato all’ultimo Congresso CGIL (2023) a invitare la premier, che nel frattempo aveva già iniziato la propria opera di massacro sociale, a tenere un discorso alla platea congressuale. Meloni non si è lasciata sfuggire l’occasione di parlare di unità nazionale e pace sociale, di bene della “nazione” e spirito di condivisione, tra il silenzio attonito della maggioranza CGIL e gli inni partigiani della minoranza di quel sindacato, che però non ha trovato di meglio che cantare “bella ciao”. Nessuna protesta reale organizzata né al Congresso (che andava semplicemente bloccato per impedire a un’aguzzina dei lavoratori di intervenire) né nei luoghi di lavoro. Ovviamente dal giorno successivo a quell’appuntamento la maggioranza di governo ha ricominciato a bastonare coi propri provvedimenti legislativi la classe lavoratrice.
L’elezione di Trump e la politica dei dazi con la quale ha intensificato la guerra commerciale contro il mondo intero ha gettato nel panico i governanti borghesi e quella sinistra riformista che “non l’ha vista arrivare” (così come gran parte della sinistra centrista non aveva visto arrivare la guerra guerreggiata, la cui possibilità era stata negata fino all’ultimo).
Ancora più grave è il comportamento che la CGIL continua a tenere nei confronti del genocidio in Palestina. Qualche dichiarazione televisiva, qualche ora di sciopero con miseri presidi per nulla collegati al movimento pro Gaza e qualche sbiadita bandiera della pace accanto a quella palestinese. Tutto qui. Ma un sindacato con 5 milioni di iscritti avrebbe il dovere di mobilitare i propri lavoratori contro lo sterminio di oltre 70.000 civili (di cui più della metà sono donne e minori) ad opera dell’occupante sionista (l’enclave imperialista d’Israele) in tutti i modi possibili, bloccando il traffico d’armi e quello commerciale tout court con uno Stato genocida (che per la sua spietatezza è in tutto e per tutto equiparabile alla Germania nazista), e finanche bloccando la produzione, ricorrendo ad uno sciopero politico serio e prolungato quanto mai giustificato.
Non si è mai lesinato critiche ai sindacati di base, spesso e volentieri burocratici e settari, ma non c’è una sola sigla del sindacalismo di base che non ha messo in campo iniziative di lotta contro il sistema politico, mediatico e industriale complici dei sionisti assassini. I lavoratori CGIL hanno un solo modo per riconquistare il terreno perduto: combattere senza sosta contro la propria dirigenza, disattendere le sue istruzioni nell’indizione degli scioperi e la partecipazione ad essi, cogliere l’occasione di queste giornate di indignazione generale per abbandonare definitivamente l’alleanza organica con la UIL e con il sindacato crumiro filogovernativo (e filopadronale) della CISL (entrambi indisponibili a proclamare anche una sola ora di sciopero per i massacri, l’affamamento, la distruzione, l’occupazione della Palestina), cogliendo l’occasione della partecipazione della maggioranza delle sigle sindacali autonome e di base per cercare di far sponda con loro nella costruzione di piattaforme di lavoro conflittuale.
Tra competizioni e limiti, i sindacati di base si prendono la scena
Bisogna dare invece atto a quei sindacati di base, Usb, Cub, Sgb, AdL e SI Cobas, di aver gettato il cuore oltre l’ostacolo (l’ostacolo in primo luogo delle loro divisioni e rivalità). Di aver capito l’urgenza e la gravità del momento ed essersi spesi perché non ci fosse il solito momento di piazza rituale che avrebbe deluso le aspettative di una enorme massa di palestinesi d’Italia, studenti e lavoratori, propri e non propri.
Dei metodi di lotta abbiam detto. Del resto, la piattaforma politica era chiara e già racchiusa nel nome della mobilitazione: BLOCCHIAMO TUTTO! Un appello partito dal Collettivo Autonomo Lavoratori Portuali (CALP) di Genova che ha fatto poi il giro d’Italia ed è approdato nelle piazze del 22 settembre. Bloccare ogni attività per: isolare Israele; smettere di foraggiare i suoi assassini dell’IDF; ergersi a difesa della Global Sumud Flotilla e della Freedom Flotilla Coalition, le imbarcazioni di volontari internazionali in navigazione contro l’atroce assedio delle coste palestinesi; rompere ogni relazione commerciale, diplomatica e collaborativa di ogni tipo con uno Stato occupante che ha utilizzato ogni forma di stragi e terrorismo (bombardando scuole, ospedali e ambulanze, uccidendo operatori umanitari e giornalisti, bruciando vive famiglie nelle tende dei campi profughi, sfollando quotidianamente, affamando e assetando l’intera popolazione e utilizzando cecchini contro i palestinesi in fila per il cibo, favorendo il diffondersi di epidemie e l’elenco potrebbe continuare a lungo).
Ma il merito di aver consentito l’esistenza di un movimento ormai mondiale va sicuramente all’eroica Resistenza palestinese, che dopo due anni di soprusi di ogni tipo è ancora ben viva, e a quell’intero popolo, diventato espressione di una presa in carico della questione di una guerra di classe dichiarata al proletariato internazionale dall’imperialismo e da quel sistema capitalista che è ormai solo barbarie.
Sinistre riformiste e centriste al traino dell’una o dell’altra parte
E le organizzazioni politiche della sinistra? Purtroppo il quadro da questo punto di vista è sconfortante.
Le sinistre riformiste, ormai orfane di un corpo militante, sono storicamente legate alla maggioranza CGIL e incapaci di metter in piedi qualsiasi discorso serio di opposizione al suo interno. Fa eccezione Potere al Popolo, sia perché un piccolissimo corpo militante ce l’ha sia perché è organicamente legata al sindacato di base Usb ma anche in questo caso si tratta di un partitino che costituisce solo un vagone del treno. La natura riformista di questa forza politica e quella burocratica vetero-stalinista di questa forza sindacale impediscono qualsiasi possibilità di portare avanti un programma rivoluzionario all’interno dei loro ranghi, neanche sui singoli obiettivi. Inoltre, le sinistre riformiste, in Italia come ovunque, sono rimaste legate al fantasma di Fatah, che oggi non esprime più una realtà che lotta per la liberazione della Palestina ma solo un’autorità statale inerme, corrotta e collaborazionista dell’occupante.
Le sinistre centriste non godono di miglior salute. Che la loro matrice ideologica sia bordighista o sedicente trotskista, molte di esse producono discorsi in alcuni casi settari e minoritari in altri al contrario astratti e sclerotizzati, sia sull’intervento sindacale sia sulla questione palestinese. Per quanto riguarda il primo infatti si va dall’esaltazione dei piccoli sindacati duri e puri (che poi puri non sono), con poche decine di migliaia o al massimo qualche centinaio di migliaia di lavoratori, all’intervento esclusivamente all’interno del cadavere della CGIL. Con l’opzione numero uno si rischia di avere un ruolo importante nelle piazze, come abbiam visto, ma irrilevante nei luoghi di lavoro, con l’opzione numero due si rischia l’esatto contrario. I vari gruppi italiani che si richiamano al trotskismo prediligono comunque questo secondo tipo di intervento sindacale, all’interno dell’unico sindacato realmente di massa, per quanto in declino, e in particolare nelle sue minoranze di sinistra. È una scelta certo in continuità con la pratica leninista, però attenzione che tanto Lenin quanto Trotsky hanno sempre invitato a non seguire ricette e dogmi ma analizzare la realtà concreta e ricavarne sempre il metodo maggiormente funzionale alla lotta di classe effettiva. Ora, che le piazze della CGIL siano sempre più vuote e il tentativo di cavarsela con 4 ore di sciopero tre giorni prima di quello dei sindacati di base sia andato abortito, sono dati di fatto, il problema è che quando hanno mosso qualcosa è andata anche peggio (si veda immagine).
Lo striscione esposto dai metalmeccanici della CGIL (FIOM) di Genova, che pure è considerata una delle realtà più combattive di quel sindacato, è stato una vergogna assoluta, oltre a essere una completa idiozia. Innanzitutto perché Israele E’ l’imperialismo, è un’entità coloniale le cui strutture organizzative, sociali e politiche, sono funzionali al permanere dell’occupazione di quella terra. Israele non è uno Stato, ma un'enclave di occupazione, quindi non ha classi nazionali, né borghesia né proletariato. Non esiste quindi forza progressista in Israele che non sia coinvolta nell’occupazione, compreso la sua classe lavoratrice, parte del progetto coloniale (e del genocidio). L’Histadrut, il principale e storico sindacato israeliano, che è di matrice laburista, contiene la segregazione razziale come elemento cardine della sua esistenza. Ovvero, esclude sic et simpliciter, i lavoratori arabi sulla base dell’etnia, semplicemente perché Israele è basato sulla segregazione o non è. Per di più, dato l’ampio ricorso ai riservisti da parte del macellaio esercito israeliano, molti di quei lavoratori a cui si fa semplicisticamente riferimento, ripetendo formule in maniera astratta, hanno probabilmente partecipato quasi tutti ai vari massacri di Gaza e hanno le mani sporche di sangue come tutti gli altri. Gli unici alleati che hanno i palestinesi all’interno dell’enclave sionista, così come all’esterno di essa, sono gli ebrei antisionisti, quelli cioè che rinnegano lo Stato di Israele come macchina di morte e oppressione legata all’imperialismo statunitense ed europeo. Di tutto ciò la CGIL, che infatti difende la prospettiva dei due Stati, e quei bordighisti o sedicenti trotskisti, a cui pure tale prospettiva spesso non appartiene ma che sgravano quel sindacato da tale enorme responsabilità, sembrano non tener troppo conto.
Per un intervento sindacale antiburocratico e rivoluzionario
Ancora una volta nella giornata del 22 settembre i lavoratori e le lavoratrici hanno dimostrato di essere una forza senza pari. In un periodo di decadenza del barbaro sistema capitalista da tutti i punti di vista, è necessario spingere ancor più in avanti la classe lavoratrice e le sue avanguardie. È vero che la repressione continuerà a crescere momento dopo momento ma crescerà anche ogni forma di lotta contro le ingiustizie, di cui il genocidio nell’enclave imperialista d’Israele assurge in questo momento a simbolo assoluto.
Ma è necessario che le forze combattive della classe proletaria smettano di battagliare tra loro e si concentrino sul nemico. In CGIL rischiamo di trovarci di fronte a un’opposizione interna puramente di bandiera, sviluppata più a tavolino che nelle lotte reali, le quali saranno le uniche in grado di mettere in discussione la linea dei vertici burocratici. La volontà, ad esempio, di non appoggiare realmente e propagandare tra i lavoratori gli scioperi del sindacalismo di base, con piattaforme più avanzate, è un’evidente pecca nella strategia che rende questo modo di fare opposizione funzionale all’agire dei vertici, quando non direttamente una sua appendice.
Ma i problemi di burocratizzazione non esentano il sindacalismo di base, che, sebbene negli ultimi anni abbia fatto dei passi in avanti, ad esempio proclamando scioperi unitari (almeno nelle intenzioni), e promuovendo giornate come quella del 22, resta sempre ancorato a logiche autoreferenziali, necessarie per mantenere la presa sui propri iscritti. La maggior parte degli scioperi restano separati e oggetto di reciproco boicottaggio, che va ad aggiungersi a quello per gli scioperi CGIL. Per dei seri militanti comunisti rivoluzionari l’alternativa tra l’intervento in CGIL e quello nei sindacati di base è sterile e perdente. L’unica soluzione è costituita dalla costruzione di una tendenza intersindacale che promuova l’unità dei lavoratori combattivi e antiburocratici in CGIL, nei sindacati di base o anche orfani di rappresentanza sindacale.
Lottiamo per la formazione di una corrente sindacale classista che rifiuti la concertazione come metodo, raccolga gli elementi più conflittuali presenti nelle varie sigle e dia il proprio fondamentale contributo al conflitto di classe, fino alla sconfitta del padronato, dell’imperialismo e dei suoi Stati fantoccio come Israele!
Al fianco della Resistenza palestinese e per una soluzione internazionalista e rivoluzionaria all’occupazione sionista/imperialista in Palestina
Venendo al cuore della questione, il disgustoso genocidio in Palestina, è necessaria una risposta radicale quanto la spietatezza sionista. Il massacro in corso nella Striscia di Gaza da parte dello Stato terrorista di Israele significa un salto di qualità nella politica di occupazione e pulizia etnica portata avanti dal 1948. L'azione delle organizzazioni palestinesi della Resistenza il 7 ottobre è stata un colpo non solo a Israele ma a tutto l'imperialismo occidentale nella regione. I marxisti rivoluzionari sostengono il diritto degli oppressi a difendersi con i mezzi a loro disposizione. Il sostegno alla Resistenza palestinese, spesso fatto mancare dalle sinistre centriste, perfino a volte da alcune di ispirazione trotskista, non ci impedisce affatto di ricordare che la vittoria del popolo palestinese dipende dalla trasformazione dell'attuale conflitto in una rivoluzione che conquisti una Palestina laica e socialista. E dato che la politica di guerra sionista rischia sempre più di diventare un conflitto regionale, e in parte lo è già, con attacchi in Libano, Yemen, Iraq, Siria, Iran, Qatar, la prospettiva rivoluzionaria riguarda oggi più che mai l’intero Medio Oriente, fino al Nord Africa.
Pecora Rossa
El hallazgo de los cuerpos sin vida de Lara, Brenda y Morena el 24/9 conmueve y da mucha bronca. Estos asesinatos, a manos de bandas narco, expresan el nivel de descomposición del semi Estado argentino, sus instituciones y la complicidad de su brazo armado, la policía. Ellos no van a garantizar nuestra seguridad ni nuestras condiciones de vida. Sólo nos garantizan pobreza, trabajos precarizados y ninguna perspectiva favorable a futuro. Este es el escenario cotidiano en el que crecen miles de jóvenes en los barrios populares.
El actual gobierno de Milei nos sigue ajustando y llevando a una mayor sumisión al imperialismo norteamericano, pero no es sólo este gobierno el responsable, sino todos los gobiernos patronales. Tanto el PJ como LLA y todos los partidos patronales usan los padecimientos de nuestra clase para hacer demagogia electoral cuando son ellos y los capitalistas los verdugos de estas niñas, que como tantas son exprimidas por el capital. Sólo ver cómo se adjudicaban los muertos entre provincia y ciudad de Buenos Aires y nación es suficiente para ver la mugre que nos gobierna.
Este aberrante hecho desnuda el verdadero carácter del Estado burgués, que se sustenta en la explotación y dominación de su clase, en detrimento de la clase obrera y el pueblo pobre. Es por eso que debemos enfrentarlo en las calles, en los lugares de trabajo y en los barrios. Una salida de raíz es una salida obrera y revolucionaria.
Desde el 1 de septiembre los sindicatos franceses se encuentran movilizados contra el ajuste previsto en el presupuesto 2026 por el gobierno de Macron. Las políticas de austeridad están siendo enfrentadas con una nueva ola de movilizaciones, luego de las enormes huelgas del 2023 contra la reforma jubilatoria y una serie interminable de reivindicaciones por parte de distintos sectores de trabajadores que vienen luchando desde entonces. El régimen de la V República cruje al calor del desarrollo de la crisis mundial, con una economía en rojo y un andamiaje institucional nacional en descomposición. El 9 de septiembre debió asumir un nuevo primer ministro, luego de que el día anterior François Bayrou fuera removido por la Asamblea Nacional. Es un síntoma claro de la crisis social y política que atraviesa a Francia.
Las principales organizaciones sindicales del país (CFDT, CGT, FO, CFE-CGC, CFTC, Unsa, FSU y Solidaires) han conformado una coordinación intersindical que ya realizó una importante movilización conjunta contra el ajuste presupuestario el pasado viernes 19/9. Exigen que el proyecto de presupuesto sea rechazado totalmente, ya que entre sus principales puntos incluye la supresión de 3000 puestos de trabajo estatal, la reforma del seguro de desempleo y cambios en cuanto a los regímenes de licencias, entre otros. Esta semana las organizaciones siguen en pie de lucha y le han dado al primer ministro un plazo hasta el miércoles 24/9 para que dé una respuesta a las reivindicaciones planteadas. De lo contrario, está planteada la medida de huelga general.
Decadencia, preparativos de guerra y lucha de clases
Tal como venimos señalando, las tendencias guerreristas de la situación mundial se acentúan y Europa es uno de los continentes más atravesado por todas las contradicciones de la situación. Estas políticas de austeridad que impulsa Macron van en paralelo con el aumento de gasto militar. Es decir, el Estado imperialista tiene claro que de una u otra maneras será la clase obrera la que pague las consecuencias. Por eso, como planteó Trotsky, el proletariado también debe plantearse así la cuestión, capitalismo o socialismo, triunfo imperialista o revolución proletaria. La novedad es que en este escenario entra en juego el proceso de asimilación de los ex Estados obreros. Este hecho sólo no modifica la encrucijada fundamental, sino que complejiza nuestra táctica. Igualmente está planteado para la clase obrera internacional forjar sus propias herramientas, principalmente, un partido revolucionario mundial, la IV Internacional, cuyas poderosas secciones nacionales disputen la dirección del proletariado a las variantes nacionalistas, reformistas y conciliadoras de todo tipo. Por eso es tarea de los revolucionarios en Francia reagrupar a la vanguardia que se está formando en estas luchas alrededor de un programa de transición que muestre el puente entre las luchas reivindicativas que se están desarrollando y la revolución socialista internacional. Por supuesto que para conquistar este puesto en la dirección de la clase obrera es primordial derrotar a la burocracia sindical de la metrópolis imperialista que sostiene las instituciones imperialistas de la V República.
El gobierno de Milei y sus aliados nos han llevado a una nueva crisis económica, política y social. El gobierno, que pretendía ser de transición hacia un nuevo esquema productivo con preeminencia de la rama minera como el litio y la rama del petróleo con la apuesta de Vaca Muerta, está liquidado. La burguesía, junto al imperialismo, están buscando la forma de rescatar este fracaso o bien reemplazarlo, sin intervención de las masas. Están intentando, dentro de la ruptura del equilibrio inestable a nivel mundial del periodo de posguerra, que Argentina no se convierta en un elemento de desestabilización, perdiendo el equilibrio nacional y generando un efecto contagio en la región y a nivel mundial.
Por eso en esta situación es muy importante la intervención de forma independiente de nuestra clase con sus métodos, su organización y un programa de transición.
Los capitalistas están intentando contener los efectos del ajuste con métodos institucionales de un semi Estado, utilizando el parlamento y, en algunos casos, el poder judicial para que no se desborden las demandas obreras y los procesos de la lucha de clases. Para este propósito, cuentan con el apoyo de los partidos patronales, la burocracia sindical y la “liga de gobernadores”. A nivel metodológico, intentan mantener todo dentro de la legalidad burguesa, para sostener la defensa de los intereses de los grandes capitales y el imperialismo.
Justamente, los trabajadores debemos desarrollar el método opuesto. Es necesario discutir al interior de nuestra clase las tareas que se desprenden del método obrero. Debemos abrir un debate sobre la importancia de romper con la legalidad burguesa y su envoltura democrática, que nos permita demostrar que los trabajadores podemos dirigir y acaudillar los destinos de una nación en crisis, romper con el imperialismo y destruir al Estado capitalista.
Ante la desorganización de la economía, es fundamental el control obrero de las principales ramas, como el litio y el petróleo, para dar un golpe a la burguesía en su base de sustentación, que es la producción. Impongamos la escala móvil de horas y salarios, que nos permite discutir el sistema de trabajo del futuro Estado obrero. Para enfrentar las reglas impuestas por el capital imperialista, el monopolio del comercio exterior constituye una medida transicional ante el monopolio capitalista a nivel mundial.
Estas consignas transicionales deben entenderse como medidas que operan formalmente dentro del marco de un régimen burgués, pero en realidad son ya intervenciones del poder estatal proletario, que limita de manera consciente y despiadada el derecho de los capitalistas de disponer de sus bienes y el afán de lucro capitalista.
Es importante pensar una transición en clave revolucionaria para la crisis que atraviesa nuestro país. Si no intervenimos con independencia de clase y luchamos por el poder, van a imponer su dirección las variantes burguesas y pequeño burguesas, llevando a nuestra clase a confiar en las instituciones de este semi Estado podrido y, por tanto, a la derrota.
Tenemos que echar a Milei, pero no sólo con la movilización en las calles, sino con la fortaleza organizativa y política en los lugares de trabajo y en las fábricas. No podemos permitir que se reconstruya el peronismo, que es una dirección contrarrevolucionaria, tenemos que echar a la burocracia sindical que fue cómplice del ajuste de Milei y no confiar en ningún tipo de reagrupamiento burocrático de renovación, como pretende la CGT. Recuperar los sindicatos para la lucha implica ampliar sus funciones, convirtiéndolos no solo en herramientas de combate contra los capitalistas sino también en escuelas de comunismo, peleando por el control obrero de las fábricas y las ramas productivas, así como avanzar en la desorganización del Estado con la ocupación de los edificios públicos y ministerios.
Esta serie de acciones preparan, para nosotros, las condiciones para ir a una huelga general, que plantee la cuestión del poder obrero y la perspectiva de la revolución obrera y socialista.
Es importante discutir un programa que golpee dónde los empresarios son más débiles: en la producción. Y es de vital importancia que este norte esté presente en todos los procesos de deliberación de los trabajadores, discutiendo en las asambleas, para tomar resoluciones que apunten en este sentido.
Nuestra lucha es internacional, ya que la derrota de Milei debilitaría a un aliado de Trump y Netanyahu y se enmarcaría en el proceso de las luchas en curso en el mundo.
Romper con la legalidad burguesa es una tarea que debe ejercer una vanguardia organizada en partido revolucionario y hacer consciente un proceso inconsciente de las masas cuando salen a la lucha para que rompan con esa falsa conciencia y confíen en sus propias fuerzas y métodos.
En 20 días una enfermedad inesperada se llevó a nuestro camarada Alfredo Farías, activo militante de la Tendencia Trabajadores Trotskistas e impulsor de la fusión con la Corriente Obrera Revolucionaria.
Como trabajador tenía una doble adscripción, ya que era psicólogo y además docente. Como psicólogo trabajó en el Hospital Psiquiátrico Ramón Carrillo de Posadas, Misiones, donde sufrió persecución laboral y finalmente el despido, por su participación en los procesos de lucha que se dieron en el hospital en esos años. Desarrolló allí, además, una inédita experiencia de un taller de radio titulado “Un millón de mangos” que logró la participación entusiasta de los pacientes.
Como docente trabajó estos últimos años como integrante de los equipos psicopedagógicos de varios jardines de infantes en la provincia de Buenos Aires, donde obtuvo un importante reconocimiento por parte de los pibes que atendía, de sus familias y de sus colegas. Sufrió injustas acusaciones en el ámbito de su trabajo motivadas por razones relacionadas con la degradación de las relaciones familiares y vinculares característica de estos años. Salió airoso de esas acusaciones apoyado firmemente por camaradas y compañeros de trabajo.
En todos los lugares donde trabajó o intervino profesionalmente quedó la huella de su ayuda criteriosa, que en muchos casos marcó la diferencia.
Militó en la agrupación Nueva Letra enfrentándose consecuentemente a la burocracia sindical y desarrollando experiencias de organización en las escuelas, además de no cejar en su propaganda por el socialismo, que le valió, después de su muerte, el reconocimiento como "revolucionario" por parte de la misma burocracia. Desde ese lugar, fue un decidido colaborador de muchas luchas, incluida la lucha de los choferes de la línea 60 en el 2015, levantando la bandera de la unidad de los trabajadores. Los choferes de la 60 recuerdan su solidaridad y recibieron con mucho dolor la noticia de su muerte.
Cómo militante político, estuvo en el MAS, en el PRS, en el PCO y fue miembro de la Dirección de la organización Trabajadores Trotskistas, hoy Tendencia de la COR. Militó en Rosario, Misiones, Buenos Aires y en todos lados dejó una estela que ninguno de sus compañeros puede olvidar. Sus aportes siempre fueron especialmente valorados en todas las deliberaciones y resoluciones que se tomaron, y su rol de dirección fue refrendado en cada oportunidad, a pesar de las dificultades que tuvo en el último tiempo por el tiempo y el esfuerzo dedicado a obligaciones familiares que asumió con todo compromiso.
Porque Fredy, como buen revolucionario, también era un ser humano cálido y consciente de las necesidades ajenas, que llevaba consuelo, poesía y música en los momentos difíciles a cada uno de los que lo conocieron y desarrollaron un profundo cariño por su persona. Esa amplia sonrisa que mostraba en cada encuentro amistoso o político será simplemente imposible de olvidar.
Su temprana partida nos deja muy golpeados. Sin embargo, recordando las palabras que le dijo a su compañera Marina, también camarada de nuestra organización ("si esto sale mal, no te ensombrezcas"), alzaremos el puño izquierdo en su memoria y continuaremos la lucha por la revolución socialista, teniendo en cuenta las líneas directrices que nos dejó en la política y en la vida.
En el año 2010, el entonces gobernador de Córdoba Juan Schiaretti buscó modificar la ley de educación provincial 8113, argumentando que la ley vigente había sido sancionada en 1991, previa a la reforma de la Constitución Nacional, y que debían adaptarse a los cambios sociales y económicos del actual momento. En el mismo sentido el peronismo cordobés, sostenía que debían articular esta modificatoria con la Ley de Educación Nacional 26.606 actualizando la educación a los nuevos tiempos.
El anteproyecto de reforma de la ley 8113, despertó el rechazo de miles de estudiantes y docentes de los niveles secundario, terciario y universitario que salimos a pelear contra la reforma. Tomamos facultades, institutos y escuelas, organizando marchas y piquetes.
La reforma, bancada por todo el arco burgués, los partidos patronales, incluida la iglesia y la burocracia sindical, pasó a fuerza de represión y encarcelamiento de varios activistas. Sostenían que la educación debía estar ligada a la producción, una utopía de una burguesía local ligada al capital imperialista que acusaba los primeros golpes de una crisis internacional (2008) que claramente la pagaría nuestra clase. Miles de obreros eran suspendidos y despedidos alrededor del mundo y Córdoba, no era la excepción.
Estos fueron algunos elementos del contexto de la reforma educativa que traía implícitamente una reforma laboral para someter a la docencia a la precariedad y a la flexibilización.
El peronismo cordobés, 15 años después reconoce el infortunio de la Reforma del 2010 y se dispone a pedido del Consejo Federal de Educación a reorientar el sistema educativo a los nuevos aires putrefactos de un sistema capitalista que tambalea. En su descomposición, desarrolla tendencias guerreristas que obligan a los países centrales a reconversiones industriales para un posible escenario de guerra generalizada.
En este panorama convulsionado, Milei profundiza su sumisión al FMI y al imperialismo yanqui mientras aplica la receta de la motosierra y los palos a jubilados, discapacitados, estatales y obreros industriales dejándonos a miles bajo la linea de la indigencia. Todo ello con la ayuda inestimable de la burocracia sindical - CGT y CTAs - y los gobernadores.
En esta línea, la continuidad genuflexa del gobierno de Llaryora y en consecuencia su Ministro de Educación, Horacio Ferreyra, se aventuran a TransFORMA@Córdoba. Un programa que apunta a resolver “las necesidades productivas, sociales, culturales, científicas y tecnológicas de cada comunidad” (Portal del Gobierno de la Provincia de Córdoba, 23/12/2024) y lo manifiesta en el Plan de desarrollo educativo provincial 2024-2027. En relación al Nivel Secundario y la Modalidad Técnica señala que si bien la tasa de matriculación aumentó, “las dificultades persistentes en el nivel no se corresponden con la edad esperada (18,8% tasa de sobreedad), así como la repitencia (6,4%) y los niveles de egreso efectivo en el tiempo esperado, implicando trayectorias escolares débiles o discontinuas”. Más adelante revela: “la intención de brindar a los y las estudiantes oportunidades educativas orientadas a los saberes que demanda la economía del conocimiento como desarrollo de software, biotecnología, entre otros”.
Estos son algunos de los argumentos del gobierno para hacer una des-centralización curricular para que cada escuela, bajo la mirada de supervisores y equipo directivo, tenga que resolver cambios de orientaciones y/o modalidades disponiendo de la planta docente a gusto y piacere. De público conocimiento es el caso deI IPETYM 246 Amadeo Sabattini en el que el director pretende juntar los avales del cambio de dos de sus orientaciones, a través de una consulta docente poco clara y con aprietes para aquellos menos desprevenidos.
A su vez el gobierno dio vía libre para que las instituciones educativas re-configuren las plantas orgánicas funcionales 2025. Tal es así que compañeras docentes de materias artísticas se encuentran dando matemática o inglés. Además, peligran los puestos de trabajo (precarios) de cientos de docentes de nivel primario en la Jornada Extendida, relacionada con las materias artísticas y posiblemente no tengan continuidad el año próximo. El caso de los docentes de la Universidad Provincial de Córdoba (UPC), laboratorio del oficialismo cordobés y la burocracia celeste, son la muestra más acabada de la precarización. Estos son algunos de los problemas que enfrentamos la docencia en Córdoba.
Al cabo de una década y media nos encontramos con una acumulación de problemas por el resultado nefasto de la implementación de la reforma de la Ley 8113 y nos vemos otra vez bajo el asedio aventurero del gobierno de Llaryora y la burocracia celeste de UEPC.
Según el ministerio de educación las motivaciones que han tenido para poner en marcha la reforma educativa indica que se trataría de: “rediseñar los planes de estudio y la curricula escolar en todos los niveles y modalidades escolares. Este programa está en marcha (2025) para finalizar en el 2027. Se implementa con unas 200 escuelas precursoras que deben planificar, ejecutar y evaluar los procesos de innovación compartiendo la experiencia con el resto de las instituciones educativas del sistema educativo provincial”.
El programa cuenta con 3 rutas que suponen una adhesión opcional a partir de la ruta 2 donde cada institución podrá rediseñar sus propuestas y profundizar aspectos de lo prioritario de la ruta 1 (todas las escuelas) continuando con la tercera y última ruta que implementarán las modificaciones en el 2026.
Cabe aclarar que la docencia de las escuelas precursoras de todos los niveles están trabajando en estos re-diseños curriculares a la vez que siguen dictando sus clases. Una constante del gobierno es la sobrecarga laboral docente combinada con salarios de hambre y condiciones de trabajo cada vez más deterioradas.
El gobierno hace hincapié en la educación del futuro; claramente ni los burgueses ni su gobierno tienen certezas de sus negocios futuros. Mientras nos sugieren educar para la incertidumbre que los niños y jóvenes deberán gestionar a través de sus emociones como componente afectivo, solucionar las situaciones problemáticas y básicamente poder ser la mano de obra dócil del futuro sistema de trabajo.
Educar para la incertidumbre es educar con la flexibilización laboral como estandarte, es por ello que debemos enfrentar la “transformación” que vergonzosamente avala la celeste de Cristalli.
Los docentes tenemos planteada como tarea rechazar la reforma educativa, convocando a los estudiantes y sus organizaciones para poner negro sobre blanco las graves consecuencias que trae el TransFORMA@Córdoba de Llaryora y Cristalli. Podemos decir que esta tarea tiene hasta un alcance pedagógico; al enfrentar el plan patronal de educar para la flexibilización laboral de la juventud a partir de la flexibilización del trabajo docente podemos dar un buen ejemplo a nuestros estudiantes.
La delegación Capital de la UEPC, recuperada de manos de la burocracia, se ha limitado a realizar plenarios por modalidad y movilizaciones callejeras a contraturno contra la paritaria a la baja y para debatir y enfrentar (tardíamente a nuestro entender) el problema de la reforma educativa. Sin embargo, no ha logrado romper el blindaje que la burocracia ha logrado imponer al plan del gobierno provincial, cerrando toda discusión hasta 2026. Para reabrir la paritaria e ir hasta el final en contra de la reforma es necesario organizar y desarrollar un proceso de lucha a partir de las propias escuelas. La UEPC Capital no puede seguir vacilando frente a las amenazas de la burocracia en relación a no poder realizar asambleas en los lugares de trabajo; está planteado enfrentar el estatuto-cárcel de la Celeste con la fuerza de la docencia en combate. Basta de trampas estatutarias como la asamblea provincial de delegados departamentales que no responde a la voluntad de la base. La UEPC Capital, junto a los delegados combativos del resto de los departamentos, está llamada a convocar a un plenario provincial de toda la docencia con delegados mandatados por asambleas de base por escuela, institutos y facultades. Que se proponga como norte discutir un programa y un plan de lucha para enfrentar a la burocracia celeste y al gobierno. Por un paro educativo provincial hasta que retroceda la reforma educativa y conquistemos todas nuestras demandas.
Los docentes y estatales de Santa Cruz (ADOSAC) se enfrentan a su gobierno por la reapertura de paritarias, reclamos edilicios, mayor presupuesto para infraestructura, entre otros puntos, y lo hacen aislados del resto de las provincias por la inacción de la Celeste nacional que, apoltronada en los sillones de Ctera, no piensa mover ni un dedo por recomponer nuestros salarios. Fuera la burocracia traidora. Se hace urgente que el activismo y los delegados antiburocráticos tomemos esta pelea en nuestras manos nacionalizando el conflicto y enfrentando de conjunto el plan del FMI, el Banco Mundial y el Consejo Educativo Federal. Los docentes, nodocentes, investigadores y estudiantes de las universidades nacionales también están saliendo a la lucha por presupuesto y salarios; enfrentemos de forma conjunta los planes de reforma educativa de Milei y los gobernadores con el Paro Educativo Nacional. Ninguna confianza en la oposición parlamentaria; debemos pelear con independencia de clase y con nuestros métodos para recuperar lo perdido. Por un salario inicial que equipare a la canasta básica. Por el pase a planta y la creación de cargos titulares en todos los niveles. Abajo las reformas laboral, previsional y educativa de los gobernadores, Milei y las burocracias cómplices. Fuera el FMI.
COR – Regional Córdoba
En 2024 los radicales, verdadero trapo de piso del gobierno, fueron garantes, junto con el PJ, del sostén institucional del ajuste brutal del gobierno. El proceso que generó la enorme marcha universitaria de abril, primer síntoma de descontento de un sector de la juventud con el gobierno fue liquidado por Lousteau, Gelpi y Yacobitti, en la UBA, y por el CIN en el caso de las Universidades Nacionales. Las incipientes tomas de facultades fueron desarticuladas, y los paros boicoteados, en función de un acuerdo con el gobierno por monedas a cambio de desestimar el reclamo salarial docente y no docente. Por supuesto que esto no hubiera sido posible sin la burocracia sindical de las federaciones, que se encargó de enfriar todo. No sólo los burócratas de la CONADU y FATUN fueron los garantes de la imposición de la tregua dentro de las universidades, sino también la conducción de la CONADUH tuvo su rol, votando paros desarticulados y acciones aisladas que terminaron desgastando a las bases.
Por su parte, la FUA y la FUBA, así como la mayoría de las agrupaciones que dirigen los centros, se encargaron de impedir que se desarrollasen las asambleas y las tomas, cuestión que los tuvo incómodos desde el comienzo y los llevó a hacer todo lo posible por desactivarlas.
De esta manera, se fue imponiendo a lo largo del 2024 y lo que va de este año un “calendario” de acciones en función de los tiempos parlamentarios. Y aquí estamos, nuevamente, entrampados en la misma lógica.
Es que la oposición parlamentaria está convencida de que su juego de desgastar a Milei mediante los vetos a los proyectos de ley los posicionará mejor de cara a las elecciones de octubre. Esta idea fue reforzada con los resultados electorales de la Provincia de Buenos Aires. Pero mientras los diputados y senadores juegan al ajedrez con el gobierno, los salarios de los docentes y no docentes se encuentran en la línea de indigencia, las universidades se caen a pedazos y los estudiantes abandonan golpeados por el costo de vida y la recesión.
Una nueva marcha en función de un veto
Si bien consideramos que es fundamental que la marcha del miércoles sea una gran acción que golpee al débil gobierno de los coimeros y ponemos todos nuestros humildes esfuerzos para esto, alertamos que, de no modificar el rumbo de las acciones, la lucha se encaminará a una nueva derrota o, en su defecto, quedará sólo en un evento. La dirección de la UBA y el CIN son patronales que buscan obtener alguna migaja para el funcionamiento y, de paso, mejorar sus perspectivas electorales. Esto es así porque la dirección de las universidades son parte de los principales partidos burgueses, y las burocracias son completamente funcionales.
En ningún caso les interesa los sueldos de los trabajadores universitarios. El único norte de las direcciones universitarias es subordinar la lucha a las perspectivas de conformar un gran frente electoral antimilei para el 2027.
Perspectivas
Se hace urgente que los sectores independientes, antiburocráticos y de la izquierda tomemos la posta para organizar a los trabajadores y estudiantes universitarios que quieren expresar su bronca contra el gobierno. Volvamos a impulsar las asambleas interclaustros por facultad e interfacultades, votemos tomar las facultades y los colegios universitarios. Ningún cese de actividades, paro total de todas las universidades hasta que el gobierno convoque a paritarias docentes y nodocentes y se implemente un aumento de presupuesto acorde a las necesidades educativas. Por el triunfo del Garrahan y los reclamos de todos los hospitales universitarios. Salarios docentes y nodocentes igual al costo de vida. Recomposición salarial con retroactivo. Becas para estudiantes, triple turno de cursado, boleto y comedor gratuitos. Aumento de presupuesto para investigación y recomposición salarial para los trabajadores de CyT. Basta de persecución ideológica. Plan inmediato de puesta en valor y mejoramiento de las condiciones edilicias de todas las universidades.
Recuperemos la FUA, las Federaciones regionales y los Centros de Estudiantes de manos de las corrientes pro patronales. Pongamos en pie los Cuerpos de Delegados con mandato de asamblea.
Recuperemos nuestras organizaciones gremiales para la lucha. Fuera la burocracia sindical cómplice.
Por un paro nacional, con tomas y bloqueos de todos los trabajadores estatales y privados hasta echar a Milei. Abajo el gobierno ajustador, coimero y reaccionario. Por un gobierno obrero.
El domingo 7 de setiembre el gobierno de Javier Milei sufrió una dura derrota en las elecciones provinciales de Buenos Aires, donde hubo un alto ausentismo (no al nivel de elecciones recientes, pero importante). Quiso nacionalizar una elección para cargos provinciales, para intentar darle una despedida al peronismo y provocó una ola antiMilei que va a aprovechar el peronismo en su reconfiguración.
Esta derrota es un golpe muy duro, ya que se dio en medio del escándalo por coimas, mientras impacta el descalabro de la macroeconomía y se profundiza la pauperización de las condiciones de vida de gran parte de la población.
Si bien las elecciones expresan de forma distorsionada la correlación de fuerza entre las clases, en el voto contra Milei fue una expresión policlasista de un cierto hartazgo de las políticas económicas y sus paupérrimos resultados.
Hoy, lunes, los mercados lo reciben con un aumento del dólar, del riesgo país y una caída de las acciones de las empresas argentinas que cotizan en la bolsa. Es la respuesta del sector financiero que ya no confía en el gobierno.
La paliza electoral complica aún más la relación con el FMI, ya de por si erosionada por los traspiés económicos y la falta de cumplimiento de las metas impuestas por el imperialismo. Estamos ante un gobierno que se aisla cada vez más de las masas, sostenido solo por el imperialismo y un sector de la burguesia cada vez menos entusiasta con el plan económico. La anunciada "mesa" compuesta por los mismos de siempre pretende aparentar una fortaleza que está muy lejos de tener, y que complica cualquier negociación seria con los gobernadores.
Kicillof, que es el gran ganador, ya empieza a diseñar un nuevo-viejo peronismo “post Cristina” con los mini barones del conurbano, algunos movimientos sociales, ciertos dirigentes de la “liga de gobernadores” y la burocracia sindical. Esta última, que en un primer momento bancó a Milei garantizándole la “paz social” que permitió las condiciones para el ajuste, hoy busca acentuar su rol de contención, con la idea reaccionaria de que “hay que ponerle un freno a Milei en las urnas”.
El FIT-U salió cuarto en la general con 4,7%, logrando colocar dos diputados provinciales en la 3 sección. No logró capitalizar el descontento con el gobierno de Milei ni aprovechar la crisis del peronismo, que ahora intentará revitalizarse.
Desde la COR insistimos en que las tareas que se abren ante la crisis política no están en los calendarios electorales, sino en la necesidad de organizar a nuestra clase para enfrentar y derrotar al gobierno de Milei. Debemos dar esta pelea en los lugares de trabajo, en asambleas, mocionando un paro general y un programa de salida a la crisis. Tenemos que echar a la burocracia sindical, que apoyó a Milei de forma directa e indirecta, y así impedir que se reconstruya una dirección contrarrevolucionaria como es el peronismo. Por eso remarcamos que no debemos depositar ninguna confianza en el parlamento, sino confiar en nuestras fuerzas y en nuestros métodos.
Milei nos ha llevado a una nueva crisis y el nuevo-viejo peronismo nos dice que esperemos hasta 2027. Tenemos que luchar y romper esta conciliación de clase a la que nos llevan y mostrar la fuerza los trabajadores organizados.
Publicado en TRCI web
El 3 de septiembre de 1938, con delegados de gran parte del mundo, se fundaba la IV Internacional. Los organizadores debieron sortear las maniobras del estalinismo para impedirlo a toda costa. Uno de los organizadores, Rudolf Klement, fue hallado sin vida en el río Sena poco tiempo antes de la Conferencia y se perdieron muchos documentos importantes. La GPU también asesinó a Erwin Wolf y León Sedov, el hijo de Trotsky, otros dos dirigentes destacados de la organización. Trotsky no pudo participar porque estaba exiliado en México.
La creación de esta nueva Internacional se daba en un escenario en el que el mundo se encaminaba a la Segunda Guerra Mundial, después de varias derrotas de procesos revolucionarios como el español o el alemán, donde el estalinismo mostró ser una dirección contrarrevolucionaria. La tarea era recobrar una continuidad teórica y política del marxismo revolucionario, tan vapuleado en esa época.
La IV Internacional intentó formar una nueva dirección revolucionaria, con el Programa de Transición, que fue la expresión de las conclusiones de la Revolución Rusa generalizada para toda una etapa. Planteó las tareas históricas del proletariado para destruir el sistema capitalista. Esta continuidad programática con la III Internacional antes de su estalinización muestra la superioridad teórica y política del trotskismo para enfrentar al sistema capitalista, preparar la revolución y su posterior transición. Ninguna otra corriente puede mostrar ese objetivo a las nuevas generaciones.
Los revolucionarios nos encontramos ante procesos históricos inéditos y novedosos, como la guerra abierta entre Rusia y Ucrania, el genocidio en Gaza por parte del enclave imperialista de Israel, crisis económicas y políticas y un avance de las tendencias guerreristas en distintas zonas del mundo. Este escenario mundial expresa la ruptura del equilibrio inestable que se desarrolló en la etapa de posguerra, un proceso de descomposición del imperialismo y un proceso de asimilación de los ex Estados obreros. Esta ruptura del equilibrio acelerara fenómenos que estaban contenidos en la etapa anterior. Con esto queremos decir que en el periodo anterior el imperialismo no pudo dar respuesta a la crisis económica del 2008, no pudo asimilar los ex Estados obreros y la pandemia terminó de detonar toda posibilidad de reforzar ese equilibrio de la posguerra.
En este escenario, el liderazgo del imperialismo norteamericano dio muestras de una mayor descomposición y aceleró los preparativos para recuperar esa posición mundial con la receta que ya conoce: haciendo uso del aparato económico y militar. La política guerrerista del imperialismo está en una crisis histórica. Intenta reconfigurar un nuevo escenario ante el avance de China como competidor y debe buscar un nuevo pacto con aliados y ex enemigos para recuperar su hegemonía imperialista. Está claro que eso no se puede dar de forma pacífica y más bien prima el aventurerismo.
Los revolucionarios contamos con las herramientas teóricas y políticas legadas del marxismo para plantear una salida a la crisis que atraviesa la humanidad. La teoría de Marx y Engels, la revolución permanente, la teoría del imperialismo, la teoría del partido revolucionario, el programa de las internacionales en su fase revolucionaria, el programa de transición y tantas lecciones programáticas de procesos vivos de lucha de clase.
A 87 años de su formación, las tareas históricas que planteó la IV Internacional siguen intactas, pero aún persiste la crisis de dirección revolucionaria que retrasa la revolución mundial y le da una sobrevida a este sistema capitalista putrefacto. Debemos recuperar el programa de transición como guía para la acción dentro de la mecánica revolucionaria, combatiendo las visiones centristas que, bajo la influencia tendencias estatistas, sindicalistas y reformistas se adaptaron al sistema capitalistas y degeneraron.
Reconstruir la IV Internacional es intentar saldar la crisis de dirección revolucionaria y preparar la lucha por el poder, desplegando la acción revolucionaria ante una crisis mundial que sigue su curso. Desde la TRCI seguimos sosteniendo la necesidad de una Conferencia Internacional con las corrientes que aun levanten la dictadura del proletariado para avanzar en la tarea de dotar de una dirección revolucionaria a los procesos de lucha de clases que se están produciendo.
A 87 años de la formación de la IV internacional, hacemos nuestra la definición programática de la IV que decía Trotsky. La Cuarta internacional se puede definir en tres palabras ¡Por la dictadura del proletariado!
El escándalo de corrupción por las coimas de Karina Milei y sus aliados Menem, sumado al descalabro económico de CosiToto, ha colocado al gobierno al borde del helicóptero. Esto ha mostrado la podredumbre de un régimen político, con carpetazos de la SIDE y acusaciones de conspiraciones de rusos, venezolanos y vaya a saber quién más. Expresa la derrota de una burguesía lumpen aliada al imperialismo que no logra estabilizar al semi Estado con un elenco dirigente que le garantice sus negocios. La burguesía parásita y sus aliados pequeñoburgueses en el gobierno son conscientes de que se están hundiendo, pero en el camino le dicen a los trabajadores y el pueblo: “soy consciente de mi debilidad, pero si yo me hundo me los llevo puesto también a ustedes”. Ese es el discurso desesperado de una clase en peligro, que está dispuesta a todo.
En este marco se inscriben las elecciones de medio término, que no pueden solucionar nada ante el nivel de crisis, pero intentarán configurar nuevas coaliciones políticas, vía la “liga de gobernadores” para darle alguna sustentabilidad para que el gobierno llegue al 2027. Un sector del arco político seguirá apostando a contener vía el parlamento las reivindicaciones inmediatas de las masas, por ejemplo, con las leyes para los discapacitados, las jubilaciones, la salud y las universidades, intentado legalizar el descontento para que no se salga de los marcos del régimen. Ese es el plan de los que van a defender al Estado y sus instituciones y van a intentar que esta crisis política, económica y social tenga una salida reaccionaria y no revolucionaria. Los que estuvimos desde el primer día en la calle contra Milei fuimos nosotros, no los K ni los Kicillof ni menos la burocracia sindical pero ahora ellos quieren volver como los salvadores, cuando fueron los cómplices.
Es tarea de los revolucionarios intervenir en este escenario, postulándonos como dirección revolucionaria con un programa transicional de salida a la crisis. Tenemos que impulsar asambleas en los lugares de trabajo con la moción de imponer un paro general activo en el camino a una huelga general que prepare las condiciones para echar a Milei y por un gobierno obrero. Tenemos que romper la envoltura democrática que nos impone el capitalismo y sus instituciones, ya que detrás de esa envoltura se esconden la dictadura del capital y sus leyes. Sólo debemos confiar en nuestras propias fuerzas y en nuestros métodos de lucha y de esa manera nos vamos a ganar a la mayoría de la población en la necesidad de la conquista del poder. Abramos este debate en la necesidad de construir un partido revolucionario y la reconstrucción de la IV internacional.
Publicado en TRCI-web
El gobierno de EEUU ha desplegado en aguas del Caribe, próximo a las costas venezolanas, al menos 5 buques militares, un submarino nuclear y un bombardero, junto con alrededor de 4 mil marines. Pese a que el tráfico de drogas se concentra en el pacífico, la administración Trump, por intermedio del secretario de estado Marco Rubio, ha sindicado a Maduro como el jefe de un llamado “cártel de los soles”, justificando este despliegue militar.
La oposición proimperialista venezolana, lidera por María Corina Machado, viene haciendo lobby con la administración Trump para propiciar la caída del régimen e iniciar una “transición” que los coloque en la testera del palacio de Miraflores. Ante este despliegue militarista, han activado las campañas internacionales de apoyo a acciones militares logrando la adhesión de gobiernos como el de Argentina y Ecuador, mientras que los gobiernos de México y de Colombia criticaron la amenaza belicista.
El gobierno de Maduro ha cerrado filas abroquelando las tropas militares y ha llamado al alistamiento de 4 millones y medio de milicianos para hacer frente a una eventual invasión.
Este despliegue militar de parte de EEUU es la continuidad de la política de imposición de aranceles con la que pretende saldar la crisis de la hegemonía yanqui, como continuación de los cuestionamientos a la falta de disciplinamiento de su “patio trasero”, aumentando la presión sobre los distintos gobiernos bonapartistas sui géneris, estrechando los márgenes de negociación de las sub-burguesías latinoamericanas, al tiempo que pretende reducir la influencia comercial sobre todo de China, y de control de recursos tanto de China como del imperialismo europeo.
La movilización de este número de marines no sería suficiente para acometer una invasión terrestre, la que sería la primera en Sudamérica, con dificultades mucho más amplias que las acontecidas en el pasado en distintos contextos históricos en Centroamérica (Panamá 1989, Guatemala 1954, Nicaragua 1912, etc).
Las intervenciones militares yanquis en Sudamérica se realizaron por medio de las propias fuerzas armadas o fracciones de la oficialidad local con quienes planificaron golpes o procesos contrarrevolucionarios como el Plan Cóndor en el cono sur en los 70’s.
La apuesta inmediata tanto de la oposición como de la administración Trump, es apabullar al ejército venezolano, debilitar cualquier apoyo regional, y lograr acelerar la escisión de alguna fracción del mismo consiguiendo un cambio de régimen por la fuerza. También se habla de que sectores del pentágono podrían estar planificando un bombardeo o asesinato dirigido (con o sin una inserción militar acotada) contra la cúpula chavista, similares a los realizados recientemente por Israel contra los líderes militares, políticos y científicos iraníes. Este último escenario es dudoso -y de incierto resultado- y podría acelerar las crisis de los semiestados en la región, que en parte se sostienen enmascarados con la fachada de democracias burguesas decadentes.
Al mismo tiempo Trump, que posa de negociador bajo presión, hace poco más de un mes que acordó con el régimen de Maduro la liberación de los venezolanos deportados sin cargo ni juicio a las cárceles del Salvador, y la reactivación de las licencias de producción de Chevron. Un objetivo clave para el imperialismo norteamericano y los planes de mantener controlada la inflación, que puedan provocar sus propias políticas, con el suministro cuantioso de petróleo y el control de rutas comerciales como el canal de Panamá.
Si bien ha sido masiva la afluencia al alistamiento en las milicias venezolanas, está lejos del apoyo popular que tuvo Chávez en el 2002 que detuvo el intento de golpe por una fracción militar. La misma decadencia de este gobierno bonapartista de querer recostarse en las masas, para regatear con el imperialismo, por el accionar descompuesto del aparato burocrático militar, se encuentra altamente desgastado. Por otro lado una invasión terrestre estaría lejos de propiciar alabanzas populares con banderitas norteamericanas como añora un importante sector de líderes de la diáspora venezolana.
Si bien la economía venezolana ha tenido una magra recuperación económica (si comparamos con la crisis del 2018-19) ésta se basa sobre todo en la afluencia de dólares del mercado negro y la reactivación de la actividad petrolera que nunca dejó de estar ligada a los designios de la economía yanqui, pese al crecimiento de los intereses y negocios con las protoburguesías rusa y china. Los niveles de pobreza, desplome del salario, el repunte de la inflación y de la carestía de la vida, reactivación de algunos sectores pero con magros salarios, avizoran una continuidad de la crisis por la que atraviesa la población.
Ante la agresión y la ofensiva imperialista yanqui los revolucionarios debemos oponernos fervientes con la fuerza de nuestra clase, sin que esto signifique disciplinamiento alguno al chavismo y a la fracción burguesa que representa. Debemos preparar a la clase obrera de la región para resistir y derrotar cualquier ofensiva o intentona militar, así como luchar por la expulsión del imperialismo enfrentando a los gobiernos de la región garantes de su dominación. Ante una intentona militar se debe recurrir a la resistencia armada, la formación de milicias obreras y la ocupación de todas las fábricas y centros productivos imponiendo el control obrero del petróleo y demás recursos.
La unidad de la clase obrera latinoamericana será fundamental, al igual que la ligazón con la clase obrera norteamericana que enfrenta las política de Trump, para boicotear la maquinaria de guerra y disputarle el poder a la burguesía, en el camino de la instauración de gobiernos obreros, de la imposición del poder obrero mediante una federación de repúblicas socialistas de América.
Durante una movilización a la Secretaría de Políticas Sociales y Desarrollo Humano de la Municipalidad de Córdoba, en horas del medio día, fueron reprimidos y detenidos 15 trabajadores de la CTA-A y ATE Córdoba, entre ellos el Sec. Gral de ambas organizaciones, Federico Giuliani. La movilización reclamaba por alimentos y ayuda social.
El repudiable accionar del peronismo cordobés de Passerini, Llaryora, Schiaretti y de la policía del gatillo fácil se explica únicamente como persecución y amedrentamiento a activistas, dirigentes y militantes que se atreven a cuestionar el descalabro social y económico, consecuencia de la aplicación del plan del FMI por parte de Milei y sus aliados, los gobernadores e intendentes de todo color político. La pose electoral de leales opositores guardianes de la gobernabilidad del peronismo cordobés está en función de la defensa de los mismos intereses capitalistas que defiende Milei. Todo esto, contra la resistencia de la clase obrera que lucha en todo el país, a través de sus instituciones, el poder judicial y la policía.
Desde la COR, nos solidarizamos y nos ponemos a disposición de los compañeros y compañeras para impulsar las acciones y medidas que se definan para su liberación. Las conducciones burocráticas de las CTAs, la CGT y la mayoría de los sindicatos intentan llevar los reclamos por la vía muerta del parlamento y las elecciones, dando una tregua a los gobiernos y a los empresarios. Impulsemos asambleas en los lugares de trabajo para imponer a las centrales sindicales el paro provincial por la libertad de todos los detenidos y por la conquistas de todas nuestras demandas.
28 de agosto 2025
Corriente Obrera Revolucionaria - Regional Córdoba
Estamos ante un escenario de crisis política, económica y social. El gobierno de Milei se encuentra envuelto en casos de corrupción, que se suman a los desmanejos en la macro y la microeconomía que preparan las condiciones para una crisis más aguda. La oposición burguesa, principalmente el peronismo y la burocracia sindical, que lo bancaron este año y medio y dejaron correr el ajuste, ahora intentan contener las demandas de las masas imponiendo un calendario parlamentario. Mientras los ataques a nuestras condiciones de vida y de trabajo se profundizan cada vez más, los partidos del régimen intentan meternos en un escenario electoral en el que los trabajadores sólo somos simples ciudadanos que debemos votar a nuestros futuros verdugos. Pero la tendencia al ausentismo en las urnas, que se viene dando en todas las provincias, muestra que priman el desconcierto y el desinterés por parte de sectores de masas que hoy están más preocupados por sobrevivir.
Nada bueno para nuestra clase puede salir de estos escenarios burgueses. Debemos organizarnos en los lugares de trabajo y preparar una lucha abierta contra el gobierno de Milei, sus cómplices y el FMI. Debemos derrotar y tirar a Milei con los métodos de la clase obrera. Así, también estaríamos dando un paso en la lucha internacional contra los planes guerreristas y genocidas del imperialismo y el enclave de Israel, derribando a uno de sus aliados en la región.
Debemos enfrentar a las distintas variantes que defienden al capital, ya sean los Kicillof, los K o los mileístas. Todos son artífices del ajuste y de la opresión de nuestra clase. Por eso, llamamos a votar en blanco, anular o no ir a votar en las elecciones del 7 de setiembre en la provincia de Buenos Aires.
Somos nosotros los que tenemos que tirar a este gobierno y no esperar salidas pactadas del régimen ante la debacle de Milei y su séquito de corruptos, coimeros y lúmpenes. Nuestra tarea inmediata es organizarnos en base a un programa de transición que, ante la desorganización de la economía, plantee el control obrero de las ramas de la economía, la escala móvil de horas y salarios y el monopolio del comercio exterior. Estas medias transicionales deben imponer la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista y preparar a la clase obrera para manejar la economía sobre nuevas bases y administrar su propio gobierno.
Las fuerzas de izquierda que se presentan en estas elecciones, FITU, Nmas y Política Obrera, no han podido expresar una tendencia de independencia de clase y se han ubicado dentro del régimen como ala izquierda del descompuesto PJ. El ejemplo más claro es la defensa “democrática” que plantearon hacia la dirigente burguesa CFK. Con estos posicionamientos sólo aportan más confusión a los sectores de masas y no expresan una opción revolucionaria que aporte al fortalecimiento de la organización independiente de nuestra clase.
Por un congreso de delegados de base con mandato, de trabajadores ocupados, desocupados y movimiento de jubilados, que prepare la huelga general, la expulsión de la burocracia de nuestros sindicatos y que discuta una salida obrera a la crisis.
Por la construcción de un partido revolucionario como sección de la IV Internacional reconstruida.