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Publicado en TRCI-web

El sábado 21 de junio, EE. UU. se involucró de forma directa en la guerra que Israel le había declarado el 13/6 a Irán atacando objetivos militares, sitios de logística de transporte nucleares y de petróleo, además del asesinato de varios lideres militares y políticos. Con la operación llamada “martillo de medianoche”, EE. UU. bombardeó instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahan. Dos días más tarde, al cierre de esta nota, la administración Trump anunció un supuesto alto al fuego, que por el momento no ha sido confirmado ni por Israel ni por Irán.

El parlamento iraní recomendó cerrar el estrecho de Ormuz, decisión que toma en última instancia el líder supremo del régimen, el Ayatollah Alí Khamenei. Por ese estrecho pasa el 20% del consumo diario mundial de petróleo, lugar clave para el comercio internacional, sobre todo para Europa, Estados Unidos y también para China. Por lo que, si el conflicto se extiende en el tiempo, las consecuencias económicas a nivel mundial van a ser muy importantes, ya que habrá un aumento del precio del petróleo, eso encarecerá los fletes de mercancías, lo que llevará a un aumento en los precios generales que aumentará la presión inflacionaria en medio de una recesión mundial.

Algunos funcionarios del régimen iraní se reunirán con Putin para buscar reforzar alianzas. Irán sigue atacando con misiles a Israel, lo que está provocando una aceleración de una crisis política al interior del enclave y dudas sobre dónde los está llevando la política de Netanyahu.

Al intervenir, EE. UU. intenta salvar a su socio de Israel y reconfigurar Medio Oriente, en medio de una situación de descomposición del imperialismo norteamericano y de desesperación del enclave imperialista de Israel, que está viendo cómo se resquebraja su poderío en la región. En esta situación mundial estos ataques militares expresan que el imperialismo ya no puede dominar con las instituciones creadas en la posguerra y debe apelar al poderío militar para conseguir triunfos tácticos, pero que abren escenarios de mayor convulsión mundial. Inclusive algunos asesores de Trump le recomendaron no involucrarse, ya que tienen una amenaza mayor en el interior de su país con los conflictos abiertos por la política anti inmigratoria.

Asistimos a una tendencia de guerra generalizada, en la que el imperialismo norteamericano en decadencia pretende mantener su hegemonía mundial sin haber logrado cerrar el desarrollo de una crisis mundial abierta desde 2008. A esto se suman los procesos de asimilación de los ex Estados obreros al sistema capitalista que, como muestra la situación, cada vez se tornan más catastróficos. La ruptura del equilibrio inestable abre un sinfín de procesos políticos y sociales que el imperialismo intenta saldar con preparativos guerreristas y ataque a las masas y a los que nosotros debemos responder con la preparación de procesos revolucionarios, para frenar las tendencias belicistas y dar una salida obrera y socialista derrotando al imperialismo y sus agentes nacionales. Debemos desarrollar una lucha internacional para involucrar a gran parte del proletariado al debate de los problemas internacionales y las tareas que de ellos se desprenden.

Estamos por el triunfo militar de Irán contra el imperialismo y el enclave de Israel, pero no defendemos el régimen iraní; apelamos a la organización independiente del proletariado, que es la única clase que está interesada en derrotar a sus verdugos. Es una tarea central recuperar las consignas antiimperialistas y enfrentar a los regímenes bonapartistas sui generis de Oriente Medio; estas burguesías títeres del imperialismo son traidoras a la causa palestina. Son traidoras a toda idea de liberación nacional, incluso de sus propios países, llevando con sus experimentos de corte nacionalista burgués, ya sean nacionalistas o islámicos, a la total postración al imperialismo, a la represión violenta de los trabajadores y el pueblo pobre y a la descomposición territorial de los semi Estados artificiales creados en la posguerra como vemos hoy en Libia, Siria, Líbano o Irak.

El proletariado de Medio Oriente y del Magreb debe enfrentar a sus gobiernos y expulsar al imperialismo de la región y destruir el enclave de Israel y así frenar el genocidio en Gaza, formando una Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente y el Magreb como forma estatal de la dictadura del proletariado internacional. El proletariado de los países imperialistas debe derrotar a sus gobiernos y frenar la guerra. El proletariado ruso y ucraniano debe luchar en conjunto para derrotar el proceso de asimilación de los ex Estados obreros y transformar esa guerra en una guerra de autodefensa revolucionaria. El proletariado chino debe entrar en escena contra el proceso de asimilación y unirse a las luchas obreras de todo el mundo. En definitiva, debemos buscar la intervención de los batallones obreros en todos los países, de forma independiente, para que, con los métodos y la organización de la clase, logremos parar la masacre de una nueva guerra mundial, a la que nos quieren llevar.

Por una Conferencia Internacional por la reconstrucción de la IV Internacional

Ante la magnitud de la crisis, la aceleración de los preparativos guerreristas y las consecuencias que esto tendrá para nuestra clase se torna urgente el llamado a una Conferencia Internacional con las corrientes que aún levantan la dictadura del proletariado. Hacemos este llamado desde la necesidad de avanzar en abrir un debate al interior de las corrientes trotskistas, para reagrupar a la vanguardia detrás de un programa revolucionario y poder intervenir en la situación internacional como dirección revolucionaria que aspira a que emerja una nueva generación que retome las tareas históricas de construir el partido mundial de la revolución que en esta época es la reconstrucción de la IV Internacional.

 

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Martes, 17 Junio 2025 11:34

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El fallo de la Corte Suprema que validó la condena a Cristina Kirchner a 6 años de prisión y la inhabilitación de por vida para ejercer cargos públicos generó en el FIT-U y otras tendencias que orbitan a su alrededor un posicionamiento erróneo y claudicante en defensa de la democracia burguesa.

La mayoría de las corrientes que denuncian “la proscripción” esgrimen más o menos el siguiente argumento: “Aunque no compartimos las posiciones ni el proyecto político de la expresidenta, consideramos que este fallo es un grave ataque a las libertades democráticas, ya que la Corte Suprema y el gobierno se arrogan el derecho de decidir quién puede ser candidato y quién no, privando a una parte importante de la población de la Argentina del derecho de elegir”. Esta explicación es aberrante, ya que se podría utilizar también para el caso de Bolsonaro en Brasil o en Francia con Le pen, por poner algunos ejemplos. El mismo demuestra hasta dónde se puede llegar cuando se pierde totalmente el contenido de clase.

Bailando en el balcón

Mención especial merece el Partido de Los Trabajadores Socialistas (PTS), corriente mayoritaria dentro del FIT, cuyas figuras parlamentarias, no conformes con haber acudido rápidamente a la sede del PJ a solidarizarse con Cristina, y comparar la condena a CFK con la persecución a los piqueteros, fueron a reunirse con La Jefa en su departamento de Constitución, donde se supone que cumplirá la prisión domiciliaria, para ofrecerle su apoyo a todas luces incondicional. Mediante esta claudicación sin precedentes ante una representante de los capitalistas, han cruzado la línea de clase, situación de la que por lo menos les será muy difícil volver. A la luz de los acontecimientos, hay que reconocer que nos quedamos cortos cuando advertíamos, allá por el 2006, cuando los miembros más antiguos de nuestra corriente fueron expulsados del PTS, las consecuencias del giro parlamentario que quería imponer la dirección. Lo cierto es que, para la actual orientación, en estos años la dirección del PTS preparó al partido primero teóricamente, abandonado la teoría de la Revolución Permanente para reemplazarla por Gramsci y otros enfoques posmodernos de moda en la academia, y luego organizativamente al liquidar sus organismos partidarios en una agrupación  laxa de fisonomía amorfa. Hoy están listos para la conciliación orgánica con el capital, como ala “woke” del peronismo. Si aún queda en este grupo algún cuadro o viejo dirigente que recuerde cómo era ser trotskista, debería romper con esta dirección liquidadora y luchar por retomar un camino revolucionario.

Al PTS, en la cruzada, también lo siguen IS y obviamente el MST, un viejo conocido impulsor de frentes con sectores patronales. Menudo problema para el Partido Obrero, que debería romper con el FITU, si no fuera porque su propio centrismo lo hace incapaz de dar una lucha política consecuente por la independencia de clase. Sus concepciones campistas (históricas del altamirismo), que antaño tuvieron su correlato en el voto a Chávez y a Evo Morales, sobreviven y se reeditan hoy como ala izquierda de un supuesto campo democrático en contra de lo que llaman un "régimen de proscripción política".  Una posición no muy distante de la del grupo de Altamira, que planteó que hay un "golpe de estado judicial". 

Los soldados progres de Perón 

El concepto de “centrismo” se emplea para designar formaciones políticas que oscilan entre reforma y revolución. Esto expresa que están en su momento reformista ortodoxo, ya que llaman a defender supuestas libertades democráticas, apoyándose en el PJ y en instituciones totalmente reaccionarias. Se acercan así a corrientes de conciliación de clases y marchan con la propia burocracia sindical definiendo que son, en este periodo, organizaciones opositoras al gobierno de Milei y opositoras por izquierda al peronismo. Toda una definición para liquidar la idea de partido revolucionario y ser simplemente partidos políticos como ala izquierda del régimen. Esto es un salto en la adaptación de un sector del centrismo al régimen burgués y la forma de dominación del Estado, que es la democracia burguesa.

Luchar contra el capital y sus envolturas democráticas 

Vivimos en un sistema capitalista, no somos libres para decidir nada. No confundan a la clase obrera, tras la igualdad formal que nos venden está la desigualdad social como forma de dominación mediante las instituciones.

La clase obrera puede hacer justicia de clase, tenemos que mostrar a nuestra clase una transición revolucionaria para romper con las ataduras de la explotación y la opresión. Las relaciones de fuerzas no se determinan en las instituciones estatales, sino en la producción. Hay muchos ejemplos en los que los trabajadores pudieron ejercer su justicia, como fueron los tribunales industriales en Rusia o las decisiones sumarias en los soviets sobre el destino de algunos burgueses. Nosotros peleamos por la destrucción del Estado burgués, por desarrollar las etapas de la dictadura del proletariado. Somos conscientes de que es muy “piantavotos” lo que decimos, pero su política es llevar a un sector del proletariado a una conciliación de clases con nuestros enemigos.

La política del centrismo es parte de un acerbo histórico de sus corrientes madres, que, en otras ocasiones, en el plano nacional o internacional, terminaron siendo funcionales a corrientes pequeñoburguesas o burguesas en nombre de la defensa de la democracia o de revoluciones nacionales.

Debemos intentar formar una nueva generación de revolucionarios que rompan con el legado del morenismo, el lambertismo, el mandelismo, corrientes forjadas en la posguerra que no han pasado la prueba y sólo llevaron al trotskismo a adaptarse a cualquier movimiento, a ser estatistas y redistribucionistas y a acrecentar aún más la crisis de dirección.

La condena a CFK es una pelea entre ellos, mostremos una política independiente a esta descomposición. Somo la única clase que puede y debe dar una salida a esta crisis y enterrar para siempre este cadáver insepulto del capitalismo.

No olvidemos quién es CFK y todo lo que hizo en su carrera política en contra de nuestra de nuestra clase y, en especial, de su vanguardia. No hay que ir a ninguna marcha por CFK ni acción en su defensa, confiemos en nuestras propias fuerzas.

 

    El plenario de trabajadores de Córdoba que tuvo lugar en la histórica sede de Luz y Fuerza el 12 de junio sesionó en medio de la crisis política abierta por la condena de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Se trata de una disputa entre sectores de la burguesía, cada cual con un mayor o menor alineamiento al imperialismo, quienes utilizan las instituciones del semi Estado burgués, en este caso el poder judicial, para dirimir sus diferencias y sus negocios. Nada tenemos que ver los trabajadores en esta disputa.
    Sin embargo, los dirigentes peronistas y los burócratas sindicales, que estuvieron haciendo la plancha mientras dejaban pasar los despidos y los acuerdos salariales a la baja, ahora amenazan con paros y movilizaciones para defender a Cristina, al PJ y a la democracia para ricos. En el plenario, la discusión que cruza a la vanguardia sindical cordobesa y a las organizaciones de la izquierda en relación a cómo posicionarse se dio de forma solapada y timorata y, por lo tanto, sin claridad política ni programática. Todo esto mostró los límites del reagrupamiento, dado que, si hubiera tenido un claro carácter antiburocrático y por la independencia de clase, la posición frente a la disputa interburguesa hubiera quedado saldada desde el inicio. Pero no fue el caso.

Las potencialidades

    El plenario, con una gran asistencia a salón lleno, reflejó a las principales luchas que se vienen dando en la provincia. La mesa estuvo compuesta por dirigentes sindicales y delegados de diferentes ramas, principalmente estatales, pero también de servicios, industriales y dirigentes piqueteros. La experiencia que va acumulando la vanguardia al calor de estas luchas y un inicial intento de síntesis que ensayó el plenario es un paso ineludible en el reagrupamiento de fuerzas de nuestra clase con el objetivo de organizarnos y recuperar los sindicatos para enfrentar el brutal ajuste del FMI, las patronales y los gobiernos nacional, provincial y municipales. Quedaron expuestos de manera manifiesta cuáles son los ejes de lucha: enfrentar los despidos y suspensiones, avaladas por los PPC, y por romper el techo salarial (impuesto tanto a activos como a jubilados), junto con enfrentar el avance de la reforma laboral en los diferentes sectores. El rol traidor de la burocracia sindical y la necesidad de un paro provincial también fue una conclusión, pero no se alcanzó una síntesis en cuanto a los métodos y la política para llegar a ese objetivo.

Los límites

     La clara voluntad de lucha de los trabajadores y su potencia en relación a la capacidad de dar una salida progresiva a la crisis deben ser desarrolladas y es aquí donde encontramos los principales límites del encuentro en Luz y Fuerza. Además de no discutir de forma franca el problema de los problemas, es decir, la posición frente a una burocracia sindical que pretenderá arrastrar a los trabajadores y desviar las luchas en la defensa de un sector de la burguesía representado por Cristina, el principal límite es que los organizadores llevaron la propuesta de documento “cocinada” de antemano y sin haberla girado con suficiente anticipación (una semana como mínimo) para que en todo caso pudiera haber sido debatida en los lugares de trabajo. Tampoco se votaron las propuestas y mociones, salvo aquellas del gusto del Partido Obrero, el principal impulsor del plenario. Todas las mociones “de lucha” (SIC) fueron puestas en un paquete junto al documento acordado previamente por las organizaciones y votadas en conjunto, aunque varias no aparecieron luego en la publicación de las mismas, entre ellas algunas que venían de los pocos mandatos de asamblea que se presentaron al plenario.
    Nuestra corriente, la COR, presentó una moción clara, para que se votara por mayoría y minoría: “Ninguna unidad con el PJ y la burocracia sindical para defender a las instituciones y a los políticos de la burguesía”. Esta moción no fue puesta a votación, en contraposición a otra del PTS, leída de forma desesperada al plenario cuando ya habían finalizado las intervenciones, que planteaba la lucha para enfrentar la supuesta proscripción contra Cristina. Por plantear la independencia de clase y la necesidad de desarrollar un método basado en la democracia obrera fuimos acusados de “ir a romper el plenario”. Falso. Un reagrupamiento no basado en principios, sin claridad de objetivos y carente de un franco debate programático sustentado en la democracia obrera está destinado a romperse, sí, pero por presión de nuestros enemigos, la burocracia sindical y el peronismo. Sin ir más lejos, a la pregunta ¿qué va a hacer el plenario frente a la marcha a favor de Cristina del día miércoles 18/6 y frente a los llamados a paro para defender intereses ajenos a los trabajadores?, la respuesta es un gran silencio.

Continuar la pelea por la independencia de clase y la democracia obrera

    Los grupos de activistas de cada rama que al final del plenario se iban formando para discutir cómo seguir la lucha en los lugares de trabajo y al interior de los sindicatos evidencia la necesidad de seguir dando la pelea por poner en pie oposiciones sindicales revolucionarias para recuperar las organizaciones y disputar la dirección de los conflictos. La independencia de clase se torna una delimitación clave, ante la pretensión de los burócratas de que hagamos “tábula rasa” (Milei dixit) y luchemos todos en unidad por recomponer al régimen patronal y salvar a su líder. El método es la democracia obrera, desarrollando las asambleas con mandatos para votar el paro provincial con una gran marcha al panal e imponerlo a las conducciones de las CGTs y las CTAs. Apostamos a que las conclusiones que dejó la reunión de Luz y Fuerza sirvan para desarrollar un plenario superior, tanto en los métodos como en el necesario desarrollo programático.

Por LOI Brasil

Los recientes bombardeos de Israel contra Irán, bajo el pretexto de la supuesta producción de armas nucleares por parte de los iraníes -ya represaliada por el gobierno persa- son, en realidad, parte de una ofensiva más del gobierno de Netanyahu que, en permanente crisis política, necesita abrir frentes de conflicto para mantenerse en el poder.

Para ello, aprovecha la carta blanca otorgada por Trump para “limpiar” la región y expandir los intereses imperialistas locales, como parte de la política desesperada del imperialismo por frenar su propia descomposición, recuperar su hegemonía y disciplinar a China en el proceso de asimilación capitalista. Sólo en el último período, el presupuesto militar de EE.UU. para Israel alcanzó un récord: 3.800 millones de dólares (con fondos extra para “operaciones regionales”), montos que financian tanto el genocidio palestino como las ofensivas contra Líbano, Yemen y ahora Irán.

Las protestas inofensivas, alejadas de las estructuras de poder, siguen estando muy extendidas, pero poco a poco empiezan a compartir espacio con acciones que atacan directamente las raíces del problema: el sistema capitalista y su industria petrolera. Mientras un barco tripulado por activistas de renombre es interceptado por las fuerzas armadas israelíes -que rápidamente deportan a sus ocupantes-, activistas de El Cairo organizan una marcha masiva hacia Rafah, ciudad egipcia fronteriza con Gaza, y estibadores del puerto de Marsella, en Francia, bloquean la salida de un contenedor de armas con destino a Israel. Estas acciones ejemplifican la única salida eficaz: de clase, independiente e internacionalista.

La respuesta de los iraníes se produce en el marco de los intereses de las burguesías locales y no tiene como objetivo la destrucción de Israel o la liberación de Palestina de la ocupación, sino simplemente mejorar su posición en el juego de intereses entre el imperialismo y las burguesías nacionales. Sólo la clase obrera internacional, con sus propios métodos, puede detener y destruir a Israel, y la clase obrera norteamericana tiene un papel fundamental para enfrentar al imperialismo -tanto internamente como en sus acciones externas-, ampliando la lucha contra la política bélica de Trump en todos los frentes.

En Brasil, tenemos otro acto superestructural convocado, cuya política se reduce a intentar influir en la opinión pública y presionar al gobierno de frente amplio de Lula (PT) para que rompa relaciones políticas y económicas con el enclave sionista. Ahora, estamos hundidos en derrotas como resultado del abandono de los métodos de clase. Tenemos nuestros propios métodos -independientes y de clase- para intervenir directamente en esta lucha. Brasil exporta acero que va directamente a las fábricas de armas israelíes, con el conocimiento del gobierno federal, que desmoraliza sus discursos contra el genocidio, tan propagado por el reformismo.

Este mismo reformismo que, junto con el centrismo, controla los sindicatos que organizan a los trabajadores del metal en estas fábricas, ¿por qué no se movilizan? ¿Por qué la política del imperialismo no está en el centro de las discusiones en nuestras estructuras de organización y lucha? ¿Por qué no vemos sectores de clase organizados marchando en la lucha contra el genocidio? ¿Por qué no hay acciones efectivas para paralizar la producción? Ni siquiera en los puertos, donde ha habido huelgas históricas, vemos acciones para detener el transporte de barras de acero a Israel, y mucho menos en la producción.

Como ya hemos dicho, parar el genocidio exige una salida obrera, que paralice la producción, impida el transporte y bloquee la circulación de armas y materias primas que alimentan la máquina genocida imperialista y sionista.

Debemos desenmascarar las políticas que centran su acción en los Estados y no en la lucha de clases. Más que nunca, debemos defender una solución obrera independiente que destruya a Israel y al imperialismo en su núcleo. En las actuales condiciones históricas, se han agotado las posibilidades de soluciones superestructurales, ya sea a través de la diplomacia burguesa como la propuesta de los “dos Estados”, o a través de la ilusoria exigencia de que un gobierno bonapartista sui generis, profundamente debilitado y sumiso al imperialismo, rompa con el mismo sistema que sostiene a su frágil burguesía nacional.

Es una tarea central recuperar las consignas antiimperialistas y rechazar los regímenes bonapartistas sui generis de Oriente Medio; estas burguesías títeres del imperialismo son traidoras a la causa palestina. El actual período de descomposición del imperialismo pone a la orden del día la recuperación de la experiencia más avanzada del proletariado, la Federación de Estados Socialistas como forma estatal de la dictadura del proletariado. La lucha contra la política imperialista, representada por el enclave sionista, debe guiar a la clase obrera internacional en la lucha por la Federación de Estados Socialistas de Oriente Medio y del Magreb.

 

En el día de hoy, la corte suprema ratificó lo actuado por los jueces de casación por la causa de vialidad, en la que Cristina había sido condenada a 6 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Eso significa que la expresidenta deberá cumplir la condena en la cárcel o en prisión domiciliaria por su edad y no podrá presentarse como candidata.

El fallo de la corte es la expresión de que las instituciones del Estado burgués argentino refuerzan su sumisión a los designios del imperialismo y sus negocios. Con este fallo están dando un golpe al kirchnerismo, pero no sólo por intereses electorales, como algunos analizan. De hecho, le están dando centralidad a una corriente que venía en picada, luego del desastre que fue el gobierno de Alberto y Massa.  Lo que expresa esta maniobra no es ni la proscripción del ‘55, ni la destrucción de la democracia. Constituye un recurso más, como cualquier otro, que utilizan los capitalistas para dirimir sus diferencias. El kirchnerismo, que surgió como respuesta del régimen al caos generado en el 2001 y el estallido del bipartidismo producto de la crisis y la salida de la convertibilidad, fue una corriente pequeñoburguesa que intentó erigirse como representante de un sector empresarial “no monopolista”, que utilizaba al Estado para obtener grandes ganancias y regatear migajas del imperialismo en su ilusión de recrear una burguesía nacional.

Cristina pretende, discursivamente, convertir su condena en una pelea “del pueblo” contra el poder económico concentrado, que no le perdonaría haber distribuido la riqueza durante sus tres gobiernos y que quiere sacarla del medio para impedir un resurgimiento peronista producto de una futura caída de Milei. Sin embargo, los trabajadores y el pueblo solo son espectadores de una pelea entre capitalistas y sus representantes políticos, en un régimen totalmente podrido.

Mientras ellos se sacan los ojos, han puesto en evidencia lo que los marxistas venimos advirtiendo hace tiempo: no existe ninguna independencia de poderes, ni siquiera existen los famosos “tres poderes”. Ejecutivo, legislativo y judicial constituyen un solo poder: el de los empresarios y el imperialismo contra la clase obrera. Tampoco existen “instituciones democráticas” que haya que defender, son mecanismos de dominación sobre las clases explotadas para asegurar la plusvalía. Por eso todas las fracciones burguesas tienen en común la defensa del Estado y su forma de dominación, que es la democracia burguesa, para seguir explotando a nuestra clase.

Los revolucionarios debemos denunciar y desenmascarar la envoltura democrática del capital. No vamos a defender a Cristina, es una dirigente reaccionaria de un partido reaccionario, como el PJ. No vamos a tomar el argumento de proscripción y menos siendo revolucionarios, que sabemos lo que es ser proscriptos.

Les decimos a los trabajadores que debemos intervenir en esta crisis de los de arriba, que no pudieron dirimir sus disputas en el terreno electoral y deben utilizar a la justicia para saldar sus cuentas, peleando por nuestras reivindicaciones y luchando por destruir al Estado burgués y sus instituciones, que nos han negado hasta la más mínima reivindicación de salud, educación o por condiciones laborales.

Toda conciliación de clase con nuestros enemigos, llamando a defender a Cristina en nombre de los “derechos” democráticos y políticos, es una capitulación ante el régimen de los capitalistas, ya que siembra confusión en las filas obreras, embellece el progresismo y termina creando ilusiones en las instituciones de esta democracia para ricos.

Confiemos en nuestras fuerzas y seamos nosotros, con nuestros propios métodos y organización, los que mandemos al basurero de la historia a una clase parásita y sin futuro.

 

 

Martes, 10 Junio 2025 19:11

Los Ángeles en llamas

En su intento desesperado por retomar la iniciativa para mantener el liderazgo imperialista de Estados Unidos, Trump ensaya políticas agresivas. Sin embargo, no le está resultando fácil alinear sus fuerzas. Después del estrepitoso “viernes negro” de abril, luego del anuncio de aranceles a las importaciones (que luego tuvo que relajar en negociaciones por separado), la economía sigue en problemas. La pelea con Elon Musk por el paquete fiscal es muestra de esto y las acusaciones cruzadas en su ruptura de relaciones ha dejado al desnudo lo descompuesto que está el sistema institucional y político yanki.

Como si no tuviera ya demasiados frentes abiertos, Trump sigue adelante en su campaña contra los trabajadores migrantes, en busca de una base social que vuelva a creer en el sueño americano de la aristocracia obrera blanca del siglo pasado, capaz de hacer esfuerzos y hasta ir a la guerra “por la patria”. Es así que, desde el viernes 6 de junio, comenzaron una serie de detenciones y deportaciones, principalmente en Los Ángeles y otras localidades de California, por parte de la agencia estatal de migraciones (Immigration and Customs Enforcement, ICE). Ese viernes se dio el violento arresto del dirigente sindical David Huerta, del California Service Employees International Union (SEIU), en Los Ángeles, por defender a trabajadores indocumentados. Pasó el fin de semana en el hospital y se lo acusa del delito de conspiración para la obstrucción del accionar policial. Todo el fin de semana vimos imágenes de Los Ángeles en llamas. Es necesario que los trabajadores a nivel internacional nos solidaricemos y nos manifestemos en apoyo y por la libertad de los detenidos en estas manifestaciones.

En los diarios norteamericanos aparecieron referencias a los levantamientos de 1992, cuando el gobierno de George H.W. Bush envió a la Guardia Nacional a reprimir las manifestaciones luego de que se exonerara a los oficiales responsables por el caso del taxista negro Rodney King. Sin embargo, la situación es diferente. Entonces, la violencia atravesó a la ciudad de modo caótico; ahora, los enfrentamientos no son entre vecinos, sino contra las fuerzas del Estado.

Las escaramuzas entre Trump y el gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom, ha tomado dimensiones mediáticas. Por un lado, Trump reclama que liberará California de la invasión de inmigrantes (que hoy son el 32% de la población de ese estado), mientras que por el otro Newsom y los demócratas apelan a la Constitución y a alguna salida institucional a la crisis social. Ante esto hemos de ser claros: la única salida progresiva es la de la clase obrera dirigiendo al conjunto de los oprimidos, con total independencia de clase y levantando un programa revolucionario y socialista.

Las contradicciones del sistema estallan puertas adentro

Estados Unidos expresa de forma visible la descomposición más general del sistema capitalista y sus formas de dominación, que entraron en crisis en el 2008 y se agudizaron con la pandemia. El imperialismo yanki no puede resolver su pérdida de liderazgo mundial con su política guerrerista y ahora comercial. Los analistas burgueses se comienzan a hacer de forma más insistente la pregunta si EE. UU. se encuentra ante las medidas del gobierno de Trump frente a un avance o a un extraordinario retroceso. Debe recurrir a un nacionalismo económico reaccionario para intentar recrear un crecimiento industrial que le permita eliminar competidores, centralmente europeos, para concentrarse en frenar el avance de China. Para eso debe no sólo rediscutir la exportación de capitales, sino la reindustrialización de su propio país y recuperar una base de aristocracia obrera garante de sus planes imperialistas. Este proyecto de Trump implica también conflictos domésticos, ya que este “barajar y dar de nuevo” también implicará luchas intestinas entre fracciones burguesas (industriales, tecnológicas) y procesos de lucha de clases. En la cabeza de Trump y sus asesores el plan es perfecto, en la realidad es delirante. Los procesos históricos y la lucha de clases no pasaron en vano y esta idea, que se quiso implementar en los orígenes de la creación del imperialismo norteamericano, fracasó y, hoy, en su decadencia es más complicado que triunfe.

Recuperemos las organizaciones obreras. Pongamos en pie el partido de la revolución mundial

La tarea de los revolucionarios es enfrentar al imperialismo, parando sus preparativos para la guerra y su intención de aplastar a las organizaciones obreras en sus territorios. La clase obrera debe enfrentar a la burguesía en cada país, para que no nos lleven detrás políticas de unidad nacional o de conciliación de clase. Es fundamental recuperar los sindicatos de manos de las burocracias sindicales, que nos llevan detrás de los intereses de la clase enemiga. La clase obrera norteamericana tiene la tarea de romper con sus direcciones conciliadoras vinculadas al imperialista Partido Demócrata, para frenar los ataques a los trabajadores en ese país y en todo el mundo. Con sindicatos recuperados, con independencia de clase, podemos avanzar en organizar la autodefensa obrera contra las fuerzas de seguridad. En el avance de la organización de la vanguardia obrera en Estados Unidos, además, se plantean las tareas de imponer la huelga general contra la represión y los ataques de Trump y la solidaridad internacionalista con los pueblos que están siendo víctimas de las políticas de EE.UU. en todo el mundo, principalmente, frenar la maquinaria bélica y parar el genocidio en Gaza. Las oleadas de inmigración hacia EEUU, sobre todo de trabajadores de América Latina y el Caribe, son el resultado de más de un siglo y medio de expoliación imperialista y del fracaso de los proyectos nacionalistas de las burguesías semicoloniales; derrotemos al imperialismo, por los Estados Unidos Socialistas de América como forma estatal de la dictadura del proletariado.

La necesidad de desarrollar una vanguardia internacional debe partir de reconstruir una dirección revolucionaria internacional que es la IV reconstruida, que, mediante un programa transicional y la formación de partidos revolucionarios, logre hacer consciente los procesos espontáneos de masas para que luchen en enfrentar al capitalismo en base a una salida revolucionaria.

El desafío: organizar una oposición sindical antiburocrática

    El jueves 12 de junio, sindicatos, seccionales y comisiones internas recuperadas, junto a delegados, agrupaciones sindicales opositoras, agrupaciones estudiantiles, de jubilados y corrientes políticas de izquierda, llamamos a un plenario provincial de trabajadores en la sede del  sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba.
    La iniciativa se viene forjando a partir de las experiencias de lucha de los últimos años, como la de los docentes provinciales que recuperaron la delegación Capital de UEPC, los Químicos y Petroquímicos de Rio Tercero que enfrentaron sucesivas embestidas patronales y ATE CONICET, junta interna puesta en pie el año pasado al calor del enfrentamiento a la ofensiva del gobierno nacional contra los trabajadores de ciencia y técnica. A estos procesos, se suman un gran número de sectores de trabajadores que irrumpieron en la situación provincial en los últimos meses con conflictos por salario y contra los despidos: judiciales, trabajadores de los hospitales, de EPEC, metalúrgicos, universitarios, jubilados, entre otros. Son parte de un proceso provincial a partir de la crisis y el ajuste del gobierno de Llaryora que se entrelaza con las luchas que recorren todo el país, desde los docentes de Misiones y Catamarca hasta los metalúrgicos de Tierra del Fuego, pasando por la tenaz lucha de los trabajadores del Garrahan.
    Estas luchas se dan en el marco de la debacle del gobierno libertario, que debió ceder las riendas del gobierno al FMI a partir de un nuevo acuerdo de sumisión semicolonial. Los dólares del FMI sólo compran tiempo para Milei, sus aliados y sus cómplices en las gobernaciones, en el congreso y también en la conducción de los sindicatos. El deterioro de las condiciones de trabajo y de vida de nuestra clase empuja a franjas cada vez más grandes de trabajadores a salir a la lucha para dar respuesta, a pesar de la entrega de la burocracia sindical de la CGT y las CTAs.

Las perspectivas del plenario

    Ante esta situación, es tarea de las organizaciones obreras combativas agrupar a todos los luchadores y sectores opositores para orientarnos en la necesidad de recuperar nuestros sindicatos de manos de la burocracia, sin cuyo sostén no podría explicarse la supervivencia de la nueva casta de Milei en el poder. Los que declaman que “no hay clima para un paro nacional” (Daer) y festejan que la justicia evite que el gobierno meta un decretazo antihuelga mientras negocian por abajo la reforma laboral, son los enemigos en nuestras propias filas que vienen traicionando lucha tras lucha; llamando de vez en cuando a paros aislados que no garantizan en las fábricas y lugares de trabajo, acatando las trampas del Estado como las conciliaciones obligatorias y, como gran orientación, pretendiendo llevar el malestar social a una mal entendida “lucha política” que no es más que hacerle campaña a los candidatos del peronismo para intentar recomponerlo de su crisis. El gobierno de LLA se ha mostrado como una verdadera dictadura policial contra nuestra clase para defender los intereses del empresariado, sobre todo de su ala más ligada al imperialismo yanqui, y en una semicolonia como Argentina, necesita los servicios de la burocracia sindical para desorganizar las fuerzas de la clase obrera.
    Es necesario combatir a la burocracia sindical, sin dejarnos arrastrar por los discursos de una unidad antimilei sin principios con sectores patronales como las Pymes, los “industriales nacionales” y el peronismo/kirchnerismo en debacle. Las políticas orientadas a desarrollar la mera espontaneidad de los movimientos son incapaces de superar este enorme escollo, ni hablar de quienes proponen la movilización con el único objetivo de exigir y presionar a la CGT para que salga “a luchar”. En la vereda opuesta, la línea de las autoconvocatorias en el sentido de dar la espalda a las organizaciones que la clase obrera ha puesto en pie durante más de un siglo de historia sólo pueden conducir a la impotencia y a la frustración.
    Desde la COR, hacemos un llamado a las organizaciones obreras recuperadas y a las corrientes revolucionarias a desarrollar una discusión programática, que debe tener arraigo en las fábricas y los lugares de trabajo, con el objetivo de agrupar a la vanguardia en una oposición sindical revolucionaria con libertad de tendencias que se proponga recuperar los sindicatos. La crisis internacional, la escalada guerrerista del imperialismo, el genocidio a la luz del día que comete Israel en Gaza, el posicionamiento antiobrero y proimperialista de Milei, el ataque en toda la línea desatado por las patronales, muestran la urgencia de este llamado. No existen atajos, son ellos o nosotros. El plenario provincial de trabajadores de Córdoba puede convertirse en una instancia inicial para abrir y desarrollar esta tarea.

El método: delegados con mandato de asamblea

    Para construir una oposición capaz de enfrentar a la burocracia es necesario organizarse en los lugares de trabajo. Es allí donde podemos golpear donde más duele a los capitalistas, en la producción, o desorganizar la maquinaria estatal en el caso de los estatales. Es desde allí donde podemos organizarnos para ganar las calles. Por eso es clave introducir este debate programático y de dirección en las estructuras: que los plenarios sean de delegados con mandato de base, lo que además nos dará la posibilidad de pasar a acciones decididas y no sólo en los márgenes de lo que permite la legalidad de los estatutos y la ley de asociaciones sindicales. Las mociones tienen que votarse por mayoría y minoría: la democracia obrera es la que posibilita la verdadera unidad de la clase obrera en combate.

Independencia de los sindicatos del estado

    Los mecanismo que atan las organizaciones obreras al Estado burgués han quedado al desnudo en los últimos meses por la propia experiencia de las luchas: paritarias no homologadas, conciliaciones obligatorias para frenar, o intentar frenar los paros (UOM, UTA, Garrahan), protocolos antipiquetes y antimarchas (el de Bullrich y los que meten los diferentes gobernadores como ahora quiere hacer el peronista Llaryora), intentos de restringir las huelgas, imposición de los estatutos sindicales de la burocracia para ilegalizar medidas de fuerzas o imponer acuerdos a la baja como en el caso de la propia UEPC con su repudiada asamblea de delegados departamentales. Por eso proponemos como moción: Abajo la ley de asociaciones sindicales. Rechazo a los mecanismos de conciliación obligatoria, fuera las manos del gobierno de las negociaciones paritarias. Contra los estatutos de la burocracia, ¡paro y plan de lucha! Para enfrentar los protocolos represivos y las leyes antihuelga, ¡organizar la autodefensa de los trabajadores!

Apertura de los libros y control obrero

    Las patronales lloran, dicen que están en crisis, que por eso abren los programas de retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas, los PPC, y avanzan en suspensiones y despidos. Abramos los libros contables, para conocer la magnitud de esa supuesta crisis empresaria y en todo caso para que sometamos al balance histórico la inviabilidad de un sistema basado en todo tipo de maniobras financieras y más en general en la apropiación privada del trabajo ajeno. El control obrero de la producción es otro aspecto fundamental a desarrollar para combatir el ataque patronal, controlando los ritmos de trabajo y las imposiciones despóticas de las empresas.

Contra la reforma laboral, los despidos y el desempleo

    Las patronales, envalentonadas por la política del gobierno, pretenden descargar la crisis sobre nuestras espaldas a partir de una reforma laboral de echo que quieren convertir en ley. Mientras, arrecian los despidos, el trabajo fuera de convenio y las ofensivas para flexibilizar los turnos y las condiciones de trabajo. Es el caso de FATE, que impuso los turnos americanos, siguiendo el ejemplo de las automotrices (VW, Toyota) y de tantas otras patronales industriales. A su turno, los sistemas de premios y presentismo, aplicados tanto en el sector público como en el privado, son utilizados para dividir nuestras filas, quebrar la negociación colectiva y atacar el salario. Frente a esta intentona, debemos ponernos en pie de guerra para imponer las escalas móviles de horas de trabajo y salarios, que no sólo permitirían enfrentar los despidos y la desocupación (junto con escuelas de oficios organizadas por los sindicatos), sino que plantean la transición al sistema de trabajo de una sociedad socialista, donde la producción se organice sobre nuevas bases sociales. Ante los despidos, tenemos que tomar las fábricas y las reparticiones estatales, siguiendo el ejemplo de los metalúrgicos de autopartes Crucianelli.

Unidad internacionalista de los trabajadores

    Las medidas de ajuste de Milei y el FMI golpean duro a ramas enteras de la economía, principalmente de la industria. Esto da aire a las viejas recetas que plantean defender la “industria nacional”, consigna que hermana a la UIA y a la CGT. Es decir, nos llaman, como la burocracia de la UOM, a bloquear los puertos para cerrar las importaciones para defender a nuestras propias patronales. ¡Total independencia de la clase obrera frente a la burguesía y sus agentes! Nuestros verdaderos aliados son los trabajadores de Brasil, del resto del continente y de todo el mundo, con quienes estamos llamados a enfrentar al imperialismo y en general a este sistema putrefacto.

¡Vamos al plenario provincial de trabajadores!

    Convocamos a los delegados y activistas combativos de la industria, los servicios y estatales de Córdoba a participar del plenario provincial de trabajadores del 12 de junio con esta perspectiva. También llamamos a las corrientes de la izquierda y a los sectores opositores y combativos de la clase obrera de todo el país a tomar el ejemplo de Córdoba y poner en pie plenarios provinciales donde nos organicemos para tirar abajo a la burocracia sindical, romper la tregua y enfrentar el plan antiobrero de Milei y el FMI armados con un programa obrero de salida a la crisis.

  • En cada asamblea, presentemos una moción común: ¡Paro provincial con movilización al Panal!
  • Por plenarios de delegados con mandato en todas las ciudades y provincias del país.
  • Por plenarios nacionales de la oposición de cada rama.
  • Por un congreso obrero nacional con mandatos de base para votar un programa y un plan de lucha en camino a la Huelga General.
  • Abajo Milei. Fuera el FMI. Por un gobierno obrero.

 

El gobierno está dispuesto a tomar como caso testigo la lucha del Garrahan y los trabajadores están dispuestos a enfrentar a este gobierno y su política de ajuste.

Éste comenzó como un conflicto salarial pero ya se ha convertido en un conflicto político, en el que está en juego la salud. La disyuntiva es si es para pocos o se pone al servicio de las grandes mayorías bajo la dirección de los trabajadores, que son los únicos que no buscan ganancias a costa de la superexplotación.

Por eso, para que triunfe el Garrahan debemos rodearlo de solidaridad activa, realizando asambleas en los lugares de trabajo y votando mociones de paro general para que gane el Garrahan. Que las agrupaciones combativas de docentes, no docentes y estudiantes en todo el sistema educativo impulsen asamblea para tomar los edificios en solidaridad con el con la lucha Garrahan y por el triunfo de sus demandas. Hay que imponer un paro general, mostrando que hay “clima” para esta medida. Paremos por el triunfo de los conflictos en curso, como el de Tierra del Fuego y mostremos que con los métodos de la clase obrera vamos a barrer a la podrida burocracia y enfrentar al FMI y su súbdito Milei.

Hoy el hospital se encuentra paralizado y han irrumpido los sectores más explotados como enfermería, franqueros y otros, que muestran el potencial que tienen para desorganizar los planes del Consejo Administrativo y del gobierno. Muestran que los trabajadores nos podemos organizar y luchar para tirar abajo este Consejo y que sean los trabajadores que dirijan el hospital bajo control obrero.

La lucha del Garrahan contra los ataques del gobierno debe triunfar. Estos ataques expresan una enorme desesperación y debilidad ante la fortaleza de los trabajadores, por eso debió apelar a la conciliación obligatoria, a aprietes, amagues de despidos y descuentos, a la ayuda de la burocracia de UPCN y SUTECBA. Pero a pesar de eso el conflicto goza de buena salud. Apoyemos a los residentes para vencer las amenazas de despidos y que se sumen a la lucha nuevamente en unidad.

Debemos confiar en nuestras propias fuerzas, contra los que nos quieren llevar a la conciliación de clase y diluir la fuerza de nuestra clase en una difusa opinión pública. Ellos suelen decirles a los obreros que “ustedes son fuertes cuando encuentran simpatía en la sociedad”, los que luchamos por la independencia de clase del Estado y sus instituciones les decimos “ustedes encuentran simpatías en la sociedad cuando son fuertes”.

Por el triunfo del Garrahan.

Aumento salarial ya. Canasta básica $ 2.500.000, como plantean los trabajadores del transporte, indexado a la inflación.

Abajo el Consejo de Administración. Por el control obrero del hospital.

Por el pase a planta de todos los contratados.

Por un paro general escalonado de 24, 48, 72hrs hasta que impongamos nuestras demandas salariales y de condiciones de trabajo.

Exigimos un régimen por insalubridad con licencias por estrés de 15 días hábiles, con reducción de la jornada laboral sin afectar el salario. Reducción de los requisitos jubilatorio.

Por un plenario de la salud con mandato de base con delegados votados en asamblea. Para preparar e imponer un paro general de la salud.

Echemos a la burocracia y recuperemos los sindicatos para poner en pie un sindicato único y un convenio único de salud.

Los trabajadores del hospital Garrahan vuelven a estar en el centro de atención, en lucha contra la debacle de los salarios y las condiciones laborales. Se suman a una tendencia que se está desarrollando a nivel nacional de ir a una puja por mejorar los salarios ante el ajuste, la inflación y la caída del poder adquisitivo de los que aún tienen trabajo. El gobierno está atacando la salud y las prestaciones de ayuda social, como la que se brinda por discapacidad, entre otras, en la necesidad de cumplir con las metas del FMI. Esto va en el sentido de su política de subordinación al imperialismo yanqui, emulando a Trump en la salida de la OMS.

Siguiendo a rajatabla las órdenes del gobierno y sus amos, el Consejo de Administración del Garrahan lleva adelante este ajuste, ejecutando un plan de desguace del hospital para prepararlo para arancelar y privatizar más sectores. Así, segmentan a los pacientes que se van a atender, lo que en criollo significa que se priorizará al que tenga plata y el que no, se verá. 

Ante este escenario, se viene desarrollando una resistencia entre los trabajadores de distintas áreas, que el año pasado realizaron 10 paros. Este año el proceso de lucha fue reforzado por los residentes, que votaron parar por tiempo indeterminado, situación que hizo saltar la bronca que se venía acumulando. Al Consejo de Administración, que venía ninguneando el conflicto, se le desmadró el control del hospital, por eso tuvo que recurrir a la coacción estatal mediante la conciliación obligatoria para desactivar el paro votado para el 29 de mayo en una asamblea conjunta con los residentes, acompañado de una movilización al Ministerio de Salud. También apelaron a las fuerzas de seguridad, que en la última marcha provocaban constantemente en un intento por impedir que se realizara la acción. Tenemos que discutir cómo nos organizamos para enfrentar el ataque represivo del gobierno y los directivos.

La Junta Interna y la Asociación de Profesionales llamaron a una asamblea a las 8.30 horas del día 29, a horas de comenzado el paro votado, que ya era contundente, para discutir si se aceptaba o se rechazaba la conciliación. Reivindicamos el método de discutir de cara a los trabajadores si se acata o no una conciliación, cosa que jamás hace la burocracia. En lo que no podemos coincidir es en la línea política que llevaron a esa asamblea los convocantes, ya que plantearon que se debía acatar la conciliación y poner condiciones.  A instancias de algunos médicos, que no querían seguir con el paro, se mocionó que no hubiera lista de oradores y ganó esa moción. La asamblea votó por muy poco margen acatar la conciliación. Los residentes no pudieron votar en esa instancia y, en una asamblea de ellos, votaron continuar con el paro y marchar al Ministerio de Salud.

El argumento que se esgrimió para promover el acatamiento a la conciliación fue que se debía “mantener la unidad del movimiento”. Pero se levantaba el paro y se dejaba solo a los residentes que sostuvieron la medida. ¿La unidad con quién era? A nuestro entender se priorizó una unidad con el ala más conservadora y no se dio una línea clara para los sectores que estaban impulsando efectivamente la huelga.

Consideramos que se debía mantener el paro y mocionar en la asamblea que se exigiera al Consejo Administrativo que presente una oferta salarial y una fecha de reunión. Esto acompañado de la votación de delegados paritarios para esa reunión, donde estén representados los distintos sectores del hospital. Además, es fundamental plantear la unidad con todos los hospitales en lucha, como el Posadas y el Bonaparte, para impulsar un plenario de delegados con mandatos de todos los trabajadores de la salud.

Es obvio que el Consejo utilizará este tiempo de conciliación para dividir y aumentar el amedrentamiento. Ya se está difundiendo en algunos medios que ofrecen un “plus por productividad”, para destruir aún mas el salario y profundizar la superexplotación.

Igualmente, la masiva asamblea, el paro contundente (hasta que se levantó) y la marcha del mediodía muestran que fuerzas para enfrentar el ataque hay.

Este año se cumplen 20 años de la histórica huelga del 2005. Ese recuerdo debe estar fresco en las cabezas de los directivos, que siguen aplicando un brutal desmantelamiento del hospital mientras sigue creciendo la resistencia. Esto se vio con el enorme acatamiento al último paro general del 10 de abril, así como los 10 paros del año pasado. Ese fantasma de la lucha sigue rondando por los pasillos y no va a ser fácil imponer el plan del directorio. Tenemos que echar al Consejo de Administración y poner la administración del Garrahan bajo control obrero. No puede ser que sigan queriendo imponer un plan de productividad, sin pasar a planta a los contratados, cerrando residencias, como la de Trabajo Social, o hacer trabajar en pésimas condiciones a las docentes del jardín, para poner algunos ejemplos. No necesitamos de los directivos ni de los jefes, que abran los libros contables para saber cuánta plata recauda y recibe el Hospital, y quizás podremos desentrañar los negociados de estos personajes.

 

  • Aumento salarial ya. Canasta básica $ 2.500.000, como plantean los trabajadores del transporte, indexado a la inflación.
  • Rechazo al plan del consejo de administración.
  • Por el pase a planta de todos los contratados.
  • Exigimos un régimen por insalubridad con licencias por estrés de 15 días hábiles, con reducción de la jornada laboral sin afectar el salario. Reducción de los requisitos jubilatorio.

 

 

 

 

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