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El reconocimiento de la posesión de tierras por parte de comunidades mapuche en departamentos del sur provincial, realizado por el INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) en las últimas semanas, ha sido objeto de una furibunda campaña de estigmatización de parte del gobierno de Cambia Mendoza, los intendentes del sur provincial (PJ incluido), las cámaras patronales y sociedades rurales, y por supuesto los medios de comunicación que les responden y pertenecen. Emulando épicas rancias de defensa del territorio nacional y la soberanía, agitan discursos con marcada intencionalidad electoral para alimentar los prejuicios de capas de clase media y asumir la representación de especuladores inmobiliarios, grandes propietarios de tierras y empresas mineras, petroleras y agrícolas con intereses en la región. Como parte del circo de campaña electoral de precandidatos, compiten por ser quien se embandere con el legado de Roca, al punto de impulsar “una caravana de mendocinos contra la cesión de tierras a falsos mapuches” el próximo 18 de febrero.

La ofensiva de parte del gobierno y las cámaras patronales, logró sacudir los claustros académicos que, desde la cuarentena, venían profundizando una postura de hermetismo frente a la crisis económica, social y política. Ahora, vemos salir de sus cubículos a doctores y especialistas escandalizados, quienes llegan a afirmar que se está cediendo tierras a “autopercibidos mapuche que no son originarios de esta zona, sino que son indígenas chilenos que masacraron a nuestros indígenas”. Sin ruborizarse, dicen “nuestros” indígenas, y refieren a los mapuche como indígenas que serían “extranjeros” por ser originarios chilenos, y los acusan de perseguir y masacrar a los pehuenche, sin siquiera mencionar la violencia, explotación y genocidio producida consecutivamente por el conquistador europeo, y luego por la sub burguesía criolla para establecer las fronteras y afirmar los muy posteriores semi estados chileno y argentino.

La tardía conformación de los Estado nación en América Latina, no suprimió la estructura de castas y clases, ni las formas pre capitalistas pre existentes. Sino que las subsumió a las relaciones de producción capitalistas, como formaciones sociales semicoloniales en un sistema que comenzaba a descomponerse en su fase imperialista. La opresión y represión a los pueblos originarios es una característica inherente a la conformación de estos Estados, y se manifiesta desde entonces en diferentes procesos de conflicto, más o menos abiertos en toda América Latina, pero que tienen en común la lucha por la tierra, la vivienda y las condiciones de vida. La crisis económica mundial en curso y la sumisión cipaya de los gobiernos latinoamericanos a la voracidad de los capitales imperialistas disputando los recursos de la región, reavivan estos conflictos, tensionando en extremo las relaciones entre las clases y capas de la población. No hay instituto, ley o constitución que resguarde a la población indígena, campesina, obrera urbana o rural, de la explotación capitalista, de la opresión estatal y de las consecuencias de la descomposición social a la que nos arrastran.

Desde la COR Regional Mendoza repudiamos la campaña de estigmatización y persecución que los partidos patronales, las cámaras empresarias y sus intelectuales están llevando a cabo en defensa del derecho a la propiedad privada de los grandes terratenientes y las empresas mineras y petroleras y en contra de las comunidades indígenas y los trabajadores rurales. La histórica reivindicación de los pueblos indígenas sobre su derecho a la tierra y a la autodeterminación, no tendrá respuesta de parte de un gobierno que se autopercibe nacional y popular, y que utiliza sus instituciones y leyes para negociar las condiciones de entrega de los recursos y la tierra a los grandes capitales. Sólo uniendo su lucha a la lucha de la clase trabajadora, con los métodos y centralidad de la clase obrera, se podrá avanzar en superar la realidad de opresión y explotación capitalista.

Debatamos en cada lugar de trabajo, en cada facultad y lugar de estudio, y resolvamos pronunciamientos y planes de acción concretos frente a las medidas de mayor descarga de la crisis sobre la población trabajadora urbana y rural, privada del acceso a la tierra, a la vivienda y a condiciones de vida. La tierra para quien la trabaja. Ningún trabajador debajo de la línea de pobreza. Basta de criminalización a los trabajadores por luchar. Abajo la campaña de persecución a las comunidades indígenas. Por un congreso de delegados de base de cada lugar de trabajo, que resuelva un plan de lucha de la clase trabajadora a la altura de estos ataques. 

 

C.O.R. Regional Mendoza

El martes 10 de enero el gobierno francés anunció un proyecto para retrasar la edad de jubilación de 62 a 64 años y la exigencia de 43 años de aportes a partir de 2027. La bronca ha estallado en las calles, con tres masivas jornadas de protesta, que continuarán.

El redistribucionismo imperialista: quitarle al trabajador para sostener al capitalista

Emmanuel Macron era consciente de la antipatía que generaría lo que en Francia ha sido llamada como “la madre de todas las reformas” y por eso aplazó el anuncio que estaba preparado para diciembre. Intenta a toda costa mostrar que esta reforma tiene un espíritu de justicia social, al plantear que hay que “equilibrar” el sistema redistributivo, haciendo que los trabajadores activos aporten más años y por más tiempo a lo largo de su vida. Esta no es una idea nueva, en 2014 el “socialista” François Hollande ya había pasado una ley para aumentar los años de aportes a partir de 2030, lo cual ahora Macron propone adelantar a 2027. Ya hemos escuchado al FMI pedir que se bajen las pensiones por “riesgo de que la gente viva más de lo esperado” (GFSR 2012).

El gobierno defiende el proyecto planteando que la edad de jubilación de Francia es una de las más bajas de Europa. Las mentiras capitalistas ya no pueden tapar el sol con la mano. Lo cierto es que el imperialismo francés no escapa a la tendencia generalizada de decadencia capitalista y, sumido en más de una década de crisis económica, social y del andamiaje institucional nacional y supranacional (UE), sumado a las consecuencias económicas de la pandemia y la guerra en Ucrania, desnuda su verdadero carácter reaccionario. Si el Estado de bienestar y la redistribución de la riqueza en pos de la equidad social fueron en los tiempos de posguerra el estandarte de este imperialismo para dominar, sobre la explotación del pueblo trabajador de la metrópolis, semicolonias y colonias, ahora ya no hay forma de sostenerlo. Macron dice defender la redistribución, atacando a los trabajadores y sus condiciones de vida, para sostener a los capitalistas y rescatar sus ganancias de la crisis. La respuesta obrera no se ha hecho esperar y los sindicatos responden con la preparación de “la madre de todas las batallas”.

19 y 31 de enero, 7 de febrero, las protestan continúan

Macron apuesta a que la reforma previsional se apruebe rápido, pero, para hacerlo por el parlamento, necesita de alianzas por ahora endebles y mínimo seis semanas para que salga. De lo contrario, puede sacar un decreto, lo cual agravaría la crisis política en medio de un proceso de masas, y enfrentando a la clase trabajadora y al proletariado industrial. Estas primeras tres jornadas de movilizaciones han llegado a superar los dos millones de manifestantes en todo el país, en lo que ha sido hasta ahora la jornada pico del 31 de enero. Pero estas no son las primeras movilizaciones masivas que enfrenta el Macron, en su mandato anterior, los chalecos amarillos desataron una marea de protestas callejeras. Lo distintivo en esta ocasión es que el movimiento obrero está nuevamente en el centro de la escena.

De cara a este fenómeno, que se ha llegado a comparar con las históricas luchas de 1995 contra el llamado “Plan Juppé” de las privatizaciones, se está dando un importante proceso de politización y deliberación al interior de la clase obrera. Aun viendo lejana la cuestión de la jubilación, una nueva generación de trabajadores para y se manifiesta porque la carestía de la vida golpea cada vez más fuerte en una potencia imperialista en decadencia. Y no se avizora una mejoría en lo inmediato, sino todo lo contrario. Este mes habrá subas en las tarifas del gas y la electricidad.

Está claro que la burocracia sindical que convoca en “unidad” a las jornadas de protesta y dirige las principales centrales sindicales buscará una salida dentro del orden burgués. Sin embargo, no está descartado que sean desbordadas. Desde el verano (boreal) se vienen dando importantes procesos de luchas, especialmente en la industria petrolera y los servicios de transporte. Pero también ha habido importante adhesión a las recientes movilizaciones en las automotrices, a las que, a su vez, se han sumado docentes y estudiantes de varios niveles educativos, etc. Esto pone a la orden del día la tarea de recuperar los sindicatos y ampliar sus funciones, con un programa de transición que ataque las bases del orden burgués. Esta es una perspectiva a plantear a los cientos de delegados y activistas de vanguardia que están surgiendo al calor de estas luchas. Debemos impulsar Comités de Acción en cada región, con delegados votados en sus unidades de producción, que preparen una verdadera huelga general, llamando a la solidaridad de todos los trabajadores de la UE, las colonias francesas y al proletariado británico, que está protagonizando enormes huelgas. Nuestro objetivo no se debe detener en parar la reforma de Macron, sino en la intervención independiente del proletariado europeo ante la guerra en Ucrania, para frenar la ofensiva imperialista de la OTAN y derrotar la restauración de Putin.

Por una dirección revolucionaria

Es en este escenario tan candente en el que se plantea la necesidad urgente de saldar la cuestión de la crisis de dirección revolucionaria del proletariado, no ya para plantear una salida para Francia, sino para abrir una perspectiva mundial de derribar al capitalismo decadente.

La izquierda francesa -y con esto nos referimos a aquellas corrientes que no fueron asimiladas al régimen imperialista, como lo hicieron el PS y el PC- viene atravesando crisis tras crisis y ahora se enfrenta a otra. El NPA, partido “anticapitalista” que se fundó sobre la base de distintas corrientes que provienen del centrismo trotskista de posguerra para armar una organización “amplia” con un programa lo suficientemente laxo como para albergar varias líneas políticas en su interior (recordemos que en su fundación eliminaron del programa la dictadura del proletariado), viene de sufrir una nueva ruptura por parte de un sector que se inclina por entrar a la Francia Insumisa, del ex Partido Socialista y fundador del Partido de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, quien se ha posicionado como figura pública electoral de la izquierda parlamentaria. Aun así, varias tendencias, ya sean internas o externas al NPA, se están planteando la discusión de la necesidad de poner en pie un partido revolucionario.

Sin duda, la cuestión de la dirección es clave para que la situación se desarrolle de manera revolucionaria. Por eso es fundamental abrir una discusión programática de cara al conjunto de la vanguardia obrera para desarrollar esta perspectiva. Entre los debates que están surgiendo en estas jornadas se plantean: “¿cómo seguir? ¿cómo ganar? ¿cómo imponer una estrategia?”

Desde la COR queremos aportar nuestra visión. La clase obrera no puede esperar a que las columnas capitalistas caigan por su propio peso, ni mucho menos sustituirlas por “nuevas” instituciones burguesas “democráticas”. El desafío del proletariado y su vanguardia es poner en pie sus propias instituciones para quebrar la dominación capitalista. Hay que adelantarse a los planes imperialistas -que, ante la imposibilidad de cooptar económicamente, intentará hacerlo políticamente generando nuevas mediaciones- quebrando la voluntad del enemigo y, en base a esto, construir la dirección revolucionaria internacional. Las corrientes de izquierda persisten en tomar el Programa de Transición como un método de presión sobre el Estado o de exigencia al mismo. De este modo, no podrán salir del fetichismo democrático y alejarán a la vanguardia de las tareas de preparación de las etapas de la dictadura del proletariado. Por eso, el Programa de Transición no pretende “desorganizar a la burguesía” en el terreno del régimen político -por más de que incorpore demandas democráticas-, como creen los centristas, sino que la concepción de desorganización es en la producción y, desde allí, se irá formando una nueva dirección obrera que pueda tomar en sus manos la tarea de destruir al Estado burgués y poner en pie un Estado de transición con una economía planificada.  

Nuestra corriente acepta el desafío propuesto por Trotsky: completar el programa y ponerlo en marcha. Esto implica colaborar, recuperar y complejizar el método de análisis de las tendencias imperialistas y las tareas de los revolucionarios, en la superación de la crisis de dirección revolucionaria mundial y la reconstrucción de la IV. El Programa de Transición es el programa de acción de la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista. En esa transición está inscripta la revolución mundial y la dictadura del proletariado mundial.

Desde la COR, y la corriente internacional de la que formamos parte, la TRCI, reiteramos nuestro llamado a todas las corrientes que reivindican la lucha por la dictadura del proletariado y la refundación de la IV Internacional a preparar una Conferencia Internacional para discutir y poner en marcha las tareas que nos impone este periodo.

 

 

Publicado en TRCI

La cumbre de la CELAC tuvo lugar el pasado martes 24 de enero en Buenos Aires. Fue una cumbre signada por la crisis de los gobiernos de los países que integran el foro, crisis políticas varias sobre el fondo de la crisis mundial, la sombra del estancamiento económico y del recrudecimiento de las tendencias militaristas a partir de la guerra en el este de Europa.

A destacar en primer lugar, la cumbre tomó una posición de complicidad con la salvaje represión del gobierno de Boluarte en Perú, que ya se ha cobrado más de 60 víctimas fatales. Solo el chileno Boric (luego de haber sido el primero en alinearse con Boluarte y la política de EEUU) ensayó una muy tibia denuncia y la representación mexicana enviada por AMLO, con igual cinismo, propuso una resolución de libertad a Castillo y fin de la represión que sabía de antemano no iba a ser aprobada; mientras, el resto de mandatarios se alineaban sin protesta a la orientación imperialista que intenta cerrar la crisis a través de la derrota de la insurrección espontánea, protagonizada por la población obrera y campesina, a través de los mecanismos de las instituciones establecidas del semiestado peruano. La presencia en la Cumbre de la ministra de relaciones exteriores peruana, Ana María Gervasi, fue repudiada por residentes peruanos autoconvocados y por la izquierda en un acto del que participamos. Pero limitarse a esto hace que el árbol tape el bosque: es solo la expresión más brutal y descarnada de una orientación general hacia los brazos del imperialismo por parte de los gobiernos de la región.

Otro punto notable fue la política activa del gobierno brasilero, con Lula a la cabeza, para ubicarse como líder de un orden regional, que le permita negociar con Europa y EEUU el precio del alineamiento. Para ello, la CELAC en sí es una organización demasiado amplia y difusa, por lo que buscó en primer lugar el apoyo del gobierno argentino en la necesidad de reflotar la UNASUR, a través del rescate del moribundo MERCOSUR. Esto permitiría dejar de lado a los (para estos cipayos) incómodos caribeños, Ortega incluido, centrándose en la “subregión” sudamericana. La divisa de “orden y progreso” tiene un contenido: recostarse en EEUU y apoyar la política exterior militarista de Biden. No por nada, dos de las principales discusiones del foro, la supuesta moneda única SUR y los desplantes de Lacalle Pou, versaron sobre el problema de la influencia China en la región. El otro gran problema, el de los derechos humanos y la democracia, apunta a utilizar a Venezuela como moneda de cambio ahora que Biden y la Casa Blanca se han visto obligados a negociar con Maduro bajo la presión de un mercado internacional de la energía tensionado por la guerra entre Rusia y Ucrania.

Hilando más fino, el ministro de economía brasilero Haddad explicó claramente que por el momento el único acuerdo entre Argentina y Brasil que existe es un financiamiento por 366 días por parte de los bancos oficiales a las empresas de cada uno de los países para las operaciones bilaterales de comercio exterior. Y fue explícito: esto permitirá a las empresas brasileras entrar en el negocio del gasoducto, del cual, de lo contrario, quedarían indefectiblemente afuera por la competencia China. Massa, su par argentino, indicó que este mecanismo permitirá evitar una mayor sangría de reservas del Banco Central, por un año, probablemente pensando en las elecciones. Por supuesto, esto no es una integración de abstractas “naciones”, sino la viabilización de determinados negocios a un puñado de monopolios brasileños y argentinos, asociados a los yanquis y a la UE.

Las bravatas de Lacalle Pou, sustentadas en la defensa de la democracia y los derechos humanos (aunque no para Perú), no terminan de ocultar la defensa del TLC Uruguay-China, que es una piedra en el zapato de la línea lulista. Por eso, Lula cruzó presto el Río de la Plata para intentar negociar el ordenamiento de un acuerdo más amplio entre el MERCOSUR de conjunto y China. Puso la condición de firmar antes el acuerdo con la UE, mostrando no una simpatía “eurocéntrica” sino a los negocios burgueses a los cuáles responde su gobierno.

La invitación a la cumbre al gobierno norteamericano no deja dudas de que este intento (porque por ahora no es más que eso) de Brasil de ubicarse como interlocutor privilegiado en la negociación de las sub burguesías regionales con el amo imperialista tiene el apoyo de Biden. Los yanquis saben lo que quieren, tal como revelaron las escandalosas declaraciones de la jefa del Comando Sur, Laura Richardson, sobre los recursos estratégicos de la región como el litio, las tierras raras en general, el oro, el petróleo, el gas y los acuíferos. Las negociaciones bilaterales (país por país, no por bloques) que había promovido a su turno Trump no solo abrieron brechas para que China integrara a varios países de la región a la ruta de la seda, sino que además generó una multiplicidad de conflictos y procesos de desorden institucional que impactan también en las putrefactas estructuras institucionales imperialistas. Es cierto que China actualmente está en graves problemas económicos producto de la guerra y del rebrote de la pandemia, pero es evidente que Biden sigue en esto a Trump y pretende hacer retroceder a su “competidor estratégico” (China) lo más posible, y la sub burguesía brasilera se postula como socio principal en esta tarea. No sin contradicciones internas, ya que no debemos olvidar la toma de los edificios federales en Brasilia protagonizada por los bolsonaristas y con la venia de sectores de las fuerzas armadas y de la patronal.

 

Por los Estados Unidos Socialistas de América Latina y el Caribe

El decadente revival de los años 2000 que escenifican los gobiernos de la región tiene como contenido intentar capear la profunda descomposición de los semi estados latinoamericanos y sus instituciones, parte de una situación mundial signada por la descomposición general del sistema capitalista en su fase imperialista y la asimilación (cada vez más violenta) de los ex estados obreros como Rusia y China. El avance de la penetración imperialista descompone a las instituciones y vuelve aún más farsescos a los bonapartismos sui generis. Sin embargo, el rol más nefasto que tienen estos gobiernos “semidemocráticos” es dar lugar al engaño del proletariado por sus direcciones burocráticas, que lamentablemente tienen el flanco cubierto por el centrismo trotskista que se limita a plantear una línea democrática contra “la derecha”, “antifascista” o a lo sumo de “unidad antiimperialista” sin plantear un programa obrero que permita al proletariado erigirse como caudillo de las naciones oprimidas latinoamericanas. Así, las corrientes de la región como la FT, LIS, UIT, LIT, etc, levantan acríticamente la consigna “asamblea constituyente libre y soberana”, que sostienen los movimientos en lucha en Perú, y plantean el rechazo al gobierno “golpista”… para defender las instituciones supuestamente democráticas del país. Ven golpes oponiendo democracia a dictadura en todos lados, cuando en realidad la burguesía aún no ha tomado ese rumbo porque cuenta con las instituciones, por supuesto que totalmente derruidas y en crisis, de los semiestados para ejecutar sus maniobras contra las masas y apoyar sus ofensivas más sanguinarias, ejerciendo la dictadura del capital. Esto no quiere decir que no debamos levantar el "abajo Boluarte" en Perú, todo lo contrario, pero no para ir hacia una salida dentro de los marcos de la institucionalidad capitalista, sino para imponer un gobierno obrero y campesino basado en las organizaciones de los trabajadores y el pueblo pobre que imponga las medidas para atacar al imperialismo en la región, expropiando a las mineras y a los grandes terratenientes, imponiendo el control obrero de las industrias y los servicios estratégicos, convocando al movimiento obrero de todo el continente, sobre todo de EEUU, a apoyar la lucha contra el imperialismo en toda la región. No existe democracia en Latinoamérica sin la revolución agraria y la expropiación de las industrias y la banca extranjera. Cualquier monopolio del comercio exterior, o acuerdo de monedas, o nacionalización de la banca es una estafa sin estas medidas basadas en desbancar a los enemigos de clase del poder imponiendo la dictadura del proletariado. Es claro que la propia dinámica de la lucha de clases basada en la estructura económico/social de la región llevará a la extensión del proceso revolucionario a todo el continente, pero sin una dirección proletaria consciente, será la contrarrevolución imperialista la que podrá estrangular a nuestra clase. Por ello, luchamos por los Estados Unidos Socialistas de América Latina y el Caribe, preparando una dirección obrera internacionalista. Para ello, es urgente avanzar en la reconstrucción de la IV Internacional. Llamamos de manera urgente a las corrientes que defienden el programa de la Dictadura del Proletariado a una conferencia latinoamericana para discutir el programa y las medidas políticas y organizativas para avanzar en este objetivo.

 

 

COR Chile – LOI Brasil – COR Argentina

La crisis política en Perú sigue desarrollándose, aumentando la represión y el número de muertos, pero también sigue en aumento la resistencia de sectores importantes que piden la caída de Boluarte y una asamblea constituyente.

Al momento de escribir la nota se está desarrollando la “marcha de los 4 suyos” con miles de manifestantes del sur, centro, norte y oriente del Perú que viajan a Lima, mientras el gobierno intenta neutralizarlos con la declaración Estado de Emergencia. La idea de la movilización es la toma de Lima para el miércoles 18 de enero. 

Esta marcha se realiza después de estar varios días en enfrentamiento en sus regiones con las fuerzas militares del gobierno de Boluarte y de lograr, en algunos territorios, el control total por parte de sectores radicalizados del tránsito de vehículos y personas.

Este proceso de radicalización se da después de que la respuesta a la crisis abierta ante la destitución de Pedro Castillo haya sido solo represión y una promesa de futura elección para 2024.

La persistencia y valentía de sectores de masas a los ataques del gobierno demuestra la potencialidad de sus acciones pueden tomar un cause revolucionario.

Nosotros intentamos dar una definición de estos procesos, tomando del arsenal de los revolucionarios el análisis de los procesos revolucionarios y la tarea de la dirección revolucionaria ante los acontecimientos.

Creemos que debemos rescatar el concepto de insurrección espontánea que formulaba Trotsky para definir la insurrección de fuerzas elementales "a un movimiento de masas que, ligado por su hostilidad al antiguo régimen, no tiene perspectivas claras, ni métodos de lucha elaborados, ni dirección que conduzca conscientemente a la victoria, la insurrección de las fuerzas elementales no puede salir de los límites del régimen burgués" (Historia de la revolución rusa).

No obstante, no son exclusivamente fuerzas elementales las que actúan, ya que en los procesos insurreccionales actúan sectores de clase con intereses y objetivos distintos, que salen a la lucha ante la situación catastrófica de sus vidas. En el caso de Perú, plantean la destitución de Boluarte y asamblea constituyente o nueva constitución. Pero, si bien pueden desestabilizar al régimen, no pueden llevar al poder a la clase obrera y al campesinado. Ésta es la diferencia entre insurrección espontánea e insurrección como arte, en esta última entra en juego la dirección revolucionaria del proceso por parte de un partido revolucionario. Es la combinación entre revolución e insurrección. La insurrección es un acto en el proceso de la revolución.

La necesidad de intervenir activamente en estos procesos vivos con las herramientas del marxismo nos va a permitir desarrollar una vanguardia que recupere el programa transicional, que luche por la instauración de un gobierno obrero como forma de la dictadura del proletariado, que es la alianza revolucionaria de la clase obrera y el campesinado. Esto implica convencer a los trabajadores rurales, a los campesinos e indígenas del error de levantar la consigna de asamblea constituyente creyendo que ahí pueden ser representados sus intereses, como creyeron los movimiento indígenas y feministas en Chile ante el desvío que fue la constituyente de los últimos años. Solo serán representados sus intereses en un gobierno obrero que derroque y tome el poder y extienda el proceso revolucionario a la región. Debemos sacar lecciones de lo que fueron formas superiores en los procesos de lucha de clase, como sucedió en la revolución rusa y la forma de federación que expresaba la forma estatal de la dictadura del proletariado internacional.

Es partir de más atrás el tratar de analizar los fenómenos de lucha de clase actuales en la disyuntiva entre revuelta o revolución. Estamos en la época de revolución o contrarrevolución, el capitalismo ya pasó del periodo orgánico al periodo crítico, ya no hay márgenes para las reformas.

Llamamos a una Conferencia Latinoamericana con las corrientes que aún defienden la dictadura del proletariado y aspiran a la reconstrucción de la IV Internacional a discutir las tareas para la región y principalmente en donde los fenómenos de clase son más agudos como Perú, Bolivia y Brasil, para nombrar los más importantes.

 Fotos de Aldair Mejía 

 

 

 

Por LOI Brasil. Publicado en TRCI-web el 9/1/23

Ayer por la tarde (08 de enero), exactamente una semana después de la toma de posesión del presidente Lula, los Bolsonaristas invadieron, ocuparon y destruyeron los edificios oficiales (Congreso Nacional, Tribunal Supremo y Palacio de la Alvorada) en la Explanada de los Ministerios en Brasilia. La acción, que estaba siendo planeada la semana anterior, por redes sociales y apps de mensajería, movilizó más de 80 ómnibus y cerca de 4 mil bolsonaristas bancados por sectores de empresarios del comercio minorista, transporte y agronegocio, y contó con la connivencia del gobierno del Distrito Federal, Ibaneis Rocha (MDB) y su secretario de Seguridad y ex ministro de Defensa de Bolsonaro, Anderson Torres (União Brasil). Abiertamente bolsonaristas, permitieron y facilitaron la entrada de simpatizantes de Bolsonaro a la Explanada, reduciendo el dispositivo policial y ordenando que no opusieran resistencia (los policías presentes tomaban fotos y compraban agua de coco).

Lejos de ser un intento de golpe de Estado, ya que se caracterizó por la acción de una minoría sin la acción efectiva de las Fuerzas Armadas y/o policiales y sin un claro intento de cambiar o controlar el aparato del Estado y destituir al presidente, el episodio es una clara expresión de la descomposición del bonapartismo sui generis en su relación con el imperialismo y las masas. Al incorporar y extender las Fuerzas Armadas a las tareas del Estado, el bolsonarismo ha amplificado las contradicciones y, por tanto, la crisis del Estado semicolonial brasileño. Es en esta crisis en la que pretenden intervenir el bolsonarismo por un lado y el actual gobierno por otro, reforzando la defensa de las instituciones del Estado democrático de Derecho.

En este sentido, Lula responsabilizó al gobierno del Distrito Federal y decretó la intervención federal en la capital hasta fin de mes; para ello, nombró al asesor del ministro de Justicia Flávio Dino (PCdoB), Ricardo Cappelli, como interventor federal para la Seguridad Pública en el DF. A continuación, la Abogacía General del Sindicato (AGU) solicitó al STF el pedido de detención de Torres y, durante la madrugada, Alexandre de Moraes, Ministro del STF determinó la remoción de Ibaneis Rocha por 90 días, además de determinar la detención y audiencia de todos los bolsonaristas de los ómnibus que llegaron a Brasilia (que ya suman cerca de 1200 detenciones al momento de escribir esta nota) y el desmantelamiento de todos los campamentos de los cuarteles en todo el territorio nacional.

La intervención federal de Lula deberá ser ratificada por el Congreso en las próximas horas, además de recibir el apoyo del Poder Judicial. La burguesía nacional, representada por la Federación Brasileña de Bancos (Febraban), Confederación Nacional de la Industria (CNI), Federación de las Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), Confederación Nacional del Comercio de Bienes, Servicios y Turismo (CNC), entre otras entidades empresariales, también exigió una "reacción firme" contra los ataques al Estado democrático de derecho y por la reanudación del orden. Además, el imperialismo ya envió el mensaje de que acompaña la situación con un apoyo total e irrestricto a Lula. Congresistas estadounidenses del Partido Demócrata también han planteado la necesidad de la extradición de Bolsonaro a Brasil, presionando al Congreso para que niegue al expresidente brasileño cobijo y refugio en suelo estadounidense, en una clara asociación de éste con la invasión de la Explanada y la del Capitolio hace exactamente dos años. Los gobiernos regionales también salieron en defensa de Lula y de su intervención contra lo que calificaron de "intentos de golpe".

De esta forma, el gobierno de Lula tiene total carta blanca para actuar en la reestructuración de su relación con las fuerzas armadas y auxiliares y con las instituciones de la democracia burguesa en su relación con las masas. Desde su toma de posesión, Lula ha actuado para reforzar la idea del Estado fuerte y "acogedor". Todas las ceremonias de toma de posesión, del presidente y de los ministros, tuvieron como objetivo transmitir el mensaje de que el Estado burgués está al servicio del pueblo brasileño, que los últimos cuatro años fueron un problema de mala gestión de este aparato y que, por lo tanto, es posible que el Estado esté y actúe a favor de los intereses de la clase trabajadora. El discurso de la "amenaza golpista" ha sido utilizado por las direcciones sindicales y las políticas reformistas para controlar y silenciar al movimiento obrero desde las elecciones de 2018. El ejemplo más reciente es el ataque sistemático del reformismo a los liderazgos de los trabajadores app que están construyendo una huelga para el próximo 25/01, acusándolos de "bolsonaristas" y de actuar contra el gobierno de Lula. Está claro que las burocracias sindicales actuarán con mayor truculencia en los próximos años para controlar al movimiento obrero y blindar al gobierno de Lula para evitar la "amenaza golpista" o el crecimiento de la "extrema derecha".

El centrismo trotskista repite la defensa (errónea) de la acción "independiente" de los trabajadores frente a la "extrema derecha" y los "golpistas", igual que hicieron ante los cortes de carretera de los bolsonaristas tras los resultados electorales. Defienden así, de forma enmascarada, el respeto a las instituciones de la democracia burguesa y al gobierno de Lula en última instancia. Esto se debe a que han abandonado la idea de revolución y de dictadura del proletariado, transformando cada vez más la idea de "independencia de clase" en una posible actuación parlamentaria que responda mejor a los intereses de los trabajadores.

En este contexto se inscriben los actos de hoy, 9 de enero, contra el golpismo. Los movimientos sociales y las centrales sindicales llaman a la movilización en defensa de la democracia (burguesa), de las instituciones del Estado burgués y del gobierno de Lula. El centrismo defiende la movilización en las calles contra el golpe y la extrema derecha. En respuesta a la crisis del Estado y a las disputas entre fracciones de la burguesía y de la pequeña burguesía semicolonial, no podemos ser rehenes de una política que exige más estatismo con la intervención directa del imperialismo.

Así, repudiamos las medidas intervencionistas de Lula y de los demás poderes del Estado. Para los trabajadores, un poder estatal mayor y más centralizado es perjudicial para nuestros intereses, organización y lucha. No debemos albergar ilusiones en el Estado burgués, que es el instrumento de dominación de nuestros enemigos de clase. ¡Debemos denunciar su cáscara democrática y su carácter de clase!

En esta crisis abierta es necesaria la acción independiente de los trabajadores, con su agenda y sus intereses. Es necesario levantar medidas de autodefensa y asambleas en cada sindicato y central sindical que apunten a un plan de luchas contra el desempleo, contra el aumento de la miseria en las condiciones materiales de vida, por la revocación de las reformas que han aumentado la explotación y la retirada de derechos. Sólo organizados en defensa de nuestras banderas históricas será posible enfrentar, no sólo al bolsonarismo como oposición burguesa y pequeñoburguesa al gobierno, sino al propio gobierno de Lula, preparando las condiciones para la confrontación con el Estado burgués en su conjunto. La única intervención independiente posible para nosotros, los trabajadores, es la de enfrentarnos al Estado burgués y al imperialismo, ¡y no la de reforzarlos!

 

 

 

 

 

Publicado el 18 de dicimebre de 2022 en TRCI

La situación en Perú sigue convulsionada, donde, por la represión, ya hay más de 20 muertos a manos de las fuerzas represivas que intentan derrotar los levantamientos en distintos puntos del interior del país. Los manifestantes piden elecciones anticipadas y algunos sectores la liberación de Castillo.

El gobierno actual mandó un proyecto de ley para llamar a elecciones anticipadas para fines del 2023, fecha muy lejana por el nivel de crisis del país. El Congreso rechazó el proyecto, ya que planean mantener sus mandatos hasta el 2026.

Ante este escenario, con la aceleración de la crisis y del deterioro de su relación con las masas, la presidenta decretó un toque de queda en las zonas más convulsionadas y realizó un discurso para que los legisladores voten la anticipación de elecciones.

Sectores importantes de trabajadores y campesinos del interior de Perú intervinieron en la crisis abierta, bloqueando caminos, destruyendo comisarías, organizando comités para defender el territorio, ocupando fábricas y otras medidas, demostrando que no van aceptar de forma pasiva el avance de las fracciones burguesas y pequeño burguesas aliadas del imperialismo sobre sus condiciones de vida.

La burguesía peruana cometió un error muy grande al eliminar una contención, como lo era Castillo, pensando que no iba a pasar nada. Las consecuencias están a la vista. Gran parte de los sectores que están en lucha están cuestionando los pilares de la democracia pequeño burguesa del semi Estado peruano, lo que le da a la situación en desarrollo características insurreccionales.

La burocracia sindical ha debido llamar a un paro ante la radicalización reinante. Los gobiernos de la región han comenzado a dar un tibio apoyo al ex presidente, modificando la posición que tuvieron cuando comenzó el conflicto de no apoyo a Castillo. Los gobiernos de México, Argentina, Bolivia, Colombia, para nombrar algunos, se pronunciaron a favor de Catillo. Los de Brasil, de Lula, y Chile, de Boric, mantuvieron su posición de que Castillo no respetó las instituciones.

La situación en Perú plantea la necesidad de que, al calor de los enfrentamientos y el desarrollo del proceso, se abra un gran debate en los sectores de lucha de que debemos echar al Boluarte y preparar las condiciones para instaurar un gobierno obrero y campesino, lo que va permitir comprimir y acelerar la combinación entre las tareas democráticas de la revolución agraria, la independencia nacional y lucha socialista para derrotar al semiestado burgués y al imperialismo. Por un Congreso de delegados de base obrero y campesino, con delegados mandatados de las unidades de producción, como las grandes mineras, y delegados por regiones, donde se vote un plan de lucha, se organice la autodefensa y una huelga general para derrocar al gobierno de turno y todos sus aliados.

Es menester que la vanguardia obrera y juvenil intervenga activamente en este proceso semiinsurreccional para fortalecer la organización de la clase obrera de las minas, las fábricas, los puertos, los hospitales, tomando su control, imponiendo la centralidad del proletariado como caudillo del conjunto de la nación explotada y oprimida.

También deberemos combatir las políticas de la burocracia sindical que pretenderá desviar la lucha hacia los cauces de la descompuesta democracia burguesa semicolonial. El impulso de reformas del aparato de estado en crisis, como las de asambleas o convenciones constituyentes, sólo retrasarán o desviarán la necesaria perspectiva de lucha de la clase obrera por el poder, como se evidenció en el proceso abierto en Chile por la semiinsurrección chilena de octubre del 19.

Para eso necesitamos crear un partido revolucionario que tome la dirección de la vanguardia obrera y las tareas históricas que se plantean como sección nacional por la reconstrucción de la IV Internacional.

La clase obrera latinoamericana y del continente puede comenzar a discutir acciones de solidaridad activa con los trabajadores y el pueblo peruano.

Llamamos a los grupos trotskistas de la región que aun levantan la dictadura del proletariado a una Conferencia latinoamericana para discutir las tareas para Latinoamérica y ayudar a un desarrollo revolucionario en Perú.

 

COR Chile - LOI Brasil - COR Argentina

Domingo, 18 Diciembre 2022 19:31

Ante la destitución de Pedro Castillo

Publicado el 11 de diciembre de 2022 en TRCI.

El miércoles 7 de diciembre, el Congreso de Perú destituyó a Pedro Castillo después de que ese mismo día por la mañana, en un discurso para la República, planteara disolver el Parlamento, llamar a nuevas elecciones constituyentes y el toque de queda. Con estas medidas definió que estaban en un estado de excepción por la situación política reinante. Luego de los anuncios, el Congreso desoyó las órdenes del ejecutivo y se reunió para intentar, por tercera vez, la destitución del presidente. Esta vez pudo juntar los votos necesarios, debido a que hasta los legisladores que respondían a Castillo votaron por su vacancia. Así, con 101 votos afirmativos, 6 negativos y 10 abstenciones, fue apartado de su cargo por “incapacidad moral” y por “golpista”.  Ese mismo Congreso definió como línea sucesoria a la vicepresidenta de Castillo, Dina Boluarte, quien asumió el cargo de presidenta.

Los días anteriores a estos hechos Pedro Castillo había buscado apoyo en la OEA, organismo que, se sabe, está al servicio del imperialismo norteamericano y que tiene una larga historia de intervención en la región, el ejemplo más reciente ha sido su rol desestabilizador en Bolivia. Este organismo planteó que, ante la situación de parálisis del gobierno y su enfrentamiento con la oposición burguesa, debían llegar a una tregua de 100 días para ordenar la situación política, es decir, permitir que hubiera una transición ordenada, ya que el gobierno de Castillo no tenía futuro. Y, de hecho, a los pocos días de que se retiraran los funcionarios de la OEA que habían ida a mediar, el presidente fue obligado a dejar su cargo.

Esta situación demuestra hasta dónde se había alejado Castillo de sus promesas electorales y cómo encontraba aliados en los restos del fujimorismo para que fueran parte de su gobierno, así como encaró un curso de mayor sumisión al imperialismo. Estaba completamente aislado, sin apoyo político de ningún sector, ni de las fuerzas armadas y menos de los sectores de la clase obrera y campesina que habían creído en su gobierno. Ese escenario de soledad se vio cuando, después de plantear la disolución del Congreso, pidió asilo político en la embajada de México, donde no pudo llegar porque fue arrestado y puesto en prisión por 7 días, hasta que definan su situación procesal.

En la noche del miércoles se produjeron algunas movilizaciones y otras más masivas al otro día, que fueron reprimidas. Éstas no fueron para apoyar a Castillo, sino más bien para defenderse del avance de las alas más reaccionarias de las fracciones burguesas y pequeñoburguesas que manejan el Congreso y responden en gran parte a la burguesía ligada a las mineras y al imperialismo.

Perú viene de una crisis política muy importante desde hace varios años, expresión de la crisis de los que se denominó el régimen “fujimorista”, instaurado por el Alberto Fujimori en el ’93. El bonapartismo pequeño burgués, característico de gran parte de las formas de dominación de las semicolonias, desarrolla regímenes inestables y esta inestabilidad se acelera aun más por la gran penetración imperialista, lo que descompone aún más las instituciones burguesas y el semi Estado.

Es muy importante tener en cuenta esta característica en su desarrollo histórico para entender la dinámica de clases en una semicolonia. La crisis histórica de una burguesía, que no puede ser independiente por su relación con el imperialismo y que, a la vez, debe lidiar con el proletariado y sectores de la pequeña burguesía democrática, le impide ya no solo realizar las tareas históricas de la burguesía, sino llevar adelante las tareas bonapartistas de supervivencia como clase amparadas en el semi Estado. El bonapartismo sui generis, que es la forma de dominación en las semicolonias, como una forma de poder estatal especial, en su descomposición, arrastra a las burguesías autóctonas o sub burguesías a una crisis política en su dominación y su relación con las masas.  

Cuando se desarrollen estas crisis, producto de diferencias en fracciones de clases enemigas y que utilizan las instituciones burguesas para dirimir sus conflictos de intereses, es central que los trabajadores actuemos de una forma independiente a estas manifestaciones de descomposición de los semi Estados.

Tenemos que intervenir con una política independiente para atacar las bases del régimen burgués, que está en la producción. El conflicto tiene que comenzar en las fábricas y después ir a las calles, debemos parar las grandes mineras y llamar a un paro general y así estaremos en condiciones de enfrentar y destruir el semi Estado peruano, que se asienta en la superexplotación de los recursos naturales y de nuestras vidas. Atacar a los grandes grupos mineros es atacar al imperialismo y, de esa forma, atacamos a sus agentes como son los legisladores del Congreso, la burocracia sindical y el empresariado local.

Debemos reunir nuestras fuerzas en la necesidad de formar una dirección revolucionaria organizada en partido. Nos solidarizamos con toda movilización que exprese el descontento a la situación actual, pero sin una dirección consciente a la cabeza esas movilizaciones terminarán, casi indefectiblemente, siendo cooptadas por el semi Estado y sus desvíos electorales o constituyentes, como ocurrió en Chile.

Los semi Estados en Latinoamérica no son Estados en formación, sino en descomposición, por eso el eterno llamado de las corrientes que se reivindican de izquierda, ante crisis políticas, a una Asamblea constituyente es una concesión a la pequeña burguesía democrática. No hace más generar confusión entre los trabajadores sobre cuáles son nuestras tareas, en la necesidad de que sea nuestra clase la que dirija a esos sectores de la pequeña burguesía.

Desde la TRCI somos conscientes de que no existe una salida “para Perú”, sino que el conjunto del proletariado latinoamericano debe unir sus fuerzas en la lucha para expulsar al imperialismo de la región y sus gobiernos títeres, por más que se disfracen de progres, e instaurar la Federación de Repúblicas Socialistas de América, en unidad con el proletariado de América del Norte.

 

COR Chile - LOI Brasil - COR Argentina

Miércoles, 07 Diciembre 2022 22:28

La sentencia a Cristina

El día 6 de diciembre por la tarde se conoció la sentencia de la causa Vialidad, por las obras públicas en la provincia de Santa Cruz en el período de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner (2003-2015). Cristina fue condenada a 6 años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos. Lázaro Báez fue condenado a 6 años de prisión y Julio de Vido fue absuelto, entre otros imputados. La sentencia no es firme y las partes pueden apelar en distintas instancias, por lo que van a pasar varios años hasta que se efectivice o se modifique el fallo.

Después de que se hiciera púbico el fallo, Cristina salió a hablar y a denunciar a la Justicia y a la oposición burguesa. Planteó que son “una mafia y un Estado paralelo”. Mostró chats y audios entre funcionarios de Larreta, algunos funcionarios de Alberto, jueces nacionales, fiscales y ex SIDE. Todos ellos viajaron juntos a Lago Escondido, en Bariloche, invitados por los CEOs de Clarín. Así, intentó demostrar el funcionamiento de este supuesto Estado paralelo y la manera en que éste toma las decisiones y tratar de que se vea que no es solo ella la mala de la película. Además, anunció que no va a ser candidata en el 2023, abriendo un nuevo escenario político dentro del Frente de Todos en relación a los futuros candidatos. Aunque no podemos descartar que este renunciamiento sea otra puesta en escena para un eventual operativo clamor que pida por su candidatura.

Quiebre del Pacto de Olivos

El fallo y todo lo que mostró el juicio y el sinfín de operaciones de los servicios secretos, como esta última filtración del “viaje de egresados” de funcionarios y el grupo Clarín, profundiza la crisis política y demuestra el nivel de aceleración de la descomposición del semi Estado burgués, de sus instituciones, sus partidos y de la dirección política de las distintas fracciones burguesas y pequeño burguesas. Todo esto torna aún más inestable al régimen burgués en su relación con las masas y el imperialismo.

Es muy probable que estemos asistiendo al quiebre total del Pacto de Olivos y la Constitución de ‘94, ya que han fracasado en todos los intentos de reformar el semi Estado como forma de dominación a las masas. En el 2001, ese pacto se rompió en las calles y lograron recomponerlo parcialmente con la llegada al gobierno de los K, pero la crisis terminal del radicalismo y la descomposición histórica del peronismo han hecho que los actores que firmaron y garantizaron el pacto estén en una crisis terminal. Además, han aparecido nuevas fracciones políticas reaccionarias que buscan otro tipo de acuerdo o pacto para los tiempos de crisis que estamos atravesando.

Inestabilidad regional

Al momento de escribir esta nota el Congreso de Perú destituía a Pedro Castillo por ser incompatible con el cargo. En Brasil ganó Lula después de que la gran burguesía y el imperialismo lo rehabilitaran como candidato para ser contención de procesos más agudos de lucha de clases. Allí, con otros ritmo y tiempos, también asistimos a una crisis de lo que se denominó la Nueva República expresada en la reforma de la Constitución en el ‘88. Es decir, estamos en un escenario de crisis de los proyectos burgueses y de descomposición de los bonapartismos sui generis, en medio de una crisis mundial y una guerra.

Una posición de clase

Lo que debemos debatir al interior de nuestra clase es cuáles son las tareas que debemos tomar para enfrentar de forma revolucionaria esta crisis. En el caso del fallo a Cristina debemos ser claros en que se trata de una pelea entre distintas fracciones burguesas, que se dirime en la justicia burguesa, por lo que el resultado no nos interesa, ni nos incumbe. Solo nos importa denunciar cómo funcionan las instituciones de un Estado burgués y su contenido de clase.

La burocracia sindical, mientras se niega a pelear por el salario y las condiciones de trabajo y se dedica a entregarnos en los acuerdos paritarios, se volcó de lleno a participar en esta pelea de patrones. El caso más extremo son los alcahuetes de la conducción de ATE, tanto verde blancos como verdes, y las CTAs, que salieron a marchar por su jefa. En manos de estos rastreros, los sindicatos, en vez de  ser herramientas de lucha de los trabajadores, pasan a ser herramientas de políticos burgueses. No podemos permitir esto. Más que nunca hay que echarlos de nuestras organizaciones y recuperar los gremios para pelear por los verdaderos intereses de la clase obrera.

Un sector de la izquierda salió a defender el derecho democrático a que las masas puedan votar al candidato que quieran, defendiendo que Cristina pueda ser candidata, ya que el fallo la inhabilita (la sentencia no está firme, por lo que no está inhabilitada). También sostuvieron esta increíble posición en Brasil con Lula. La democracia burguesa está basada en la dominación de clase de la burguesía, por lo que el verso de que somos todos iguales y que incluso tenemos el mismo derecho a ser candidatos a cargos públicos, es solo una falacia que sostiene la desigualdad entre las clases poseedoras y la trabajadora. En un Estado burgués no existe el derecho democrático a que cualquiera se presente a elecciones. Es tan obvio lo que escribimos acá, que solo se explica esta posición por el nivel de adaptación a la democracia pequeñoburguesa semicolonial de estas corrientes. No es nuestro Estado y jamás los revolucionarios definimos que las relaciones de fuerza se expresan en las instituciones burguesas. Para nosotros las relaciones de fuerza se dirimen en la producción, que es la base de sustentación de la burguesía. Debemos actuar ante la descomposición del Estado no para reformarlo, sino para preparar su destrucción de forma revolucionaria.

En estas últimas semanas presenciamos un curso acelerado de cómo funcionan las instituciones, las peleas en el Congreso, por el Consejo de la magistratura, el viaje de egresados al que invitaron los CEO de Clarín, la corruptela en el juicio de Vialidad y otras obscenidades. Mientras, nosotros seguimos luchando para que no se deteriore aún más nuestras condiciones de vida. La única salida a esta crisis es obrera y socialista.

 

07/12/2022 

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Miércoles, 23 Noviembre 2022 21:28

Elecciones en Ademys

El 29/11/22 se renovarán las autoridades del Consejo Directivo y Comisión Revisora de Cuentas de Ademys, el sindicato docente de CABA que nuclea a las tendencias de izquierda en su conducción. La lista n° 15 Multicolor, del FIT-U, se postula para renovar mandato, para lo cual deberá ganarles a las listas n° 13 Carlos Fuentealba del Nuevo MAS, n° 26 la Haroldo Conti, vinculada a Venceremos, y la n° 1969 del Frente de Unidad para luchar por la docencia, compuesto por el colectivo Docentes en Clase y el PO tendencia.

Se nos imponen enormes desafíos

Estas elecciones se dan en el marco del feroz ajuste del gobierno y el FMI, para que seamos los trabajadores los que paguemos el costo de la crisis. El gobierno porteño del PRO y aliados han sido punta de lanza de estos ataques, arremetiendo contra la organización sindical, las condiciones de trabajo y el salario de los trabajadores. Tras dos años de “medidas extraordinarias” por la pandemia, que solo apuntaron a salvar al capital y dejaron al descubierto los engranajes más fundamentales de este sistema de explotación capitalista, este año se agudizaron las pésimas condiciones de la educación pública. La docencia ha resistido estos ataques enfrentando la reforma del estatuto docente, que finalmente se aprobó en mayo; luchando contra la imposición de las jornadas de los sábados; reclamando por las condiciones de las viandas y de las escuelas; luchando por el salario docente, que cada vez pierde más contra la inflación; saliendo a las calles por sus reivindicaciones y en apoyo a estudiantes y trabajadores de la salud.

Todas estas batallas deberán redoblarse en el periodo que está por venir. La candidata Acuña hace campaña jactándose de estos ataques a la educación, mientras en el Frente de Todos se pelean entre ellos e intentan arrastrar a nuestras organizaciones a sus internas. Tanto JxC como el peronismo en todas sus variantes tienen en claro que el ajuste es contra los trabajadores y, de un modo u otro, realizarán la tarea que impone el FMI. Por eso, nuestro sindicato tiene que prepararse para multiplicar sus fuerzas, fortaleciendo la organización y la unidad de la clase obrera.

Enfrentar a la burocracia se vuelve fundamental para llevar adelante esta pelea. Eso implica que Ademys, como sindicato dirigido por corrientes de izquierda, deberá asumir un rol protagónico en el esfuerzo por unir a los docentes en la lucha. Principalmente, es necesario dar lucha política contra la burocracia de UTE desde las bases en las escuelas, desnudando su carácter de agentes de la burguesía en nuestras propias filas. La Celeste apuesta a nuestra división, por eso creemos que la unidad se conquista eligiendo delegados en los lugares de trabajo que respondan al mandato de los compañeros. Necesitamos dar un debate programático de cara a la docencia, partiendo de la importancia de la independencia de clase, que plantee la perspectiva de la organización política de la clase obrera para disputar la dirección a la burguesía, es decir, una perspectiva revolucionaria y socialista. Para tamaño desafío es necesario, a su vez, apostar a buscar la unidad con las tendencias combativas de todos los trabajadores de CABA, empezando por los compañeros de salud en lucha. Si no logramos imponer esta pelea, Ademys corre el riesgo de ser un sindicato testimonial y adaptarse al estado de cosas. Nuestra perspectiva debe ser poner en pie un sindicato único trabajadores de la educación con independencia de clase.

Una polémica con la Multicolor

Las corrientes del FIT-U, que hoy son la mayoría en el Consejo Directivo de Ademys, corren ese mismo peligro de adaptarse, al centrar su actividad política en la orientación parlamentaria, lo cual hace que se manejen como frente electoral, pero no como un frente político. Son organizaciones antiburocráticas y combativas, pero como frente no tienen una clara delimitación de independencia de clase a su interior, ya que el MST, por ejemplo, comparte listas con variantes burocráticas en la CTA. En medio de este ensayo general reaccionario que impuso la burguesía desde la pandemia, en el que su objetivo principal es establecer una nueva relación entre capital y trabajo, lo que implica disciplinar a nuestra clase a su régimen de explotación, es un error garrafal despertar expectativas en las instituciones burguesas. Por eso no compartimos las líneas políticas que se plantearon durante la pandemia, en las que el Estado burgués intentó imponer quién podía salir a la calle y quién no. Nosotros planteamos que es con los métodos obreros con los que podemos defender nuestros intereses, nuestra salud, nuestras condiciones de vida.

La izquierda en los sindicatos debe tomar la tarea de organizar a la vanguardia, al activismo sindical para recuperar nuestras organizaciones como herramientas de lucha de clases y avanzar en la tarea común de desorganizar el poder de la burguesía y organizar al proletariado en su conjunto.

De las demás listas que se presentan, consideramos que la lista 26 “Haroldo Conti” no tiene un claro planteo de independencia de clase al diluir a la clase obrera en “el pueblo” y que la lista 13 “Carlos Fuentealba”, si bien compuesta por compañeros de una corriente trotskista, vienen de hacer un llamando a defender las instituciones democráticas (de la burguesía) en la marcha del kirchnerismo ante el atentado a CFK. Con la lista 1969 tenemos igualmente diferencias, sobre todo en cuanto a la línea que tuvo el PO Tendencia respecto de la política estatal de aislamiento (ASPO) y a la que llamaron a subordinarse a los dictados del Estado para cuidar nuestra salud (totalmente falaz) y su último llamado a votar a Lula en la segunda vuelta en Brasil. Asimismo, hemos venido desarrollando debates con los compañeros de Docentes en Clase sobre la importancia de dotar al sindicato de un programa político con perspectiva revolucionaria superando las cuestiones meramente sindicales. A ellos les reconocemos el esfuerzo de dar una pelea dentro de Ademys desde la minoría, intentando disputar la orientación del sindicato para desarrollar la lucha. Entendemos que es importante defender las expresiones de minoría para fortalecer la democracia interna de nuestra organización y garantizar la participación del conjunto del activismo. Es por esto que, a pesar de nuestras diferencias, llamamos a votar críticamente a la lista 1969. Es urgente darnos instancias de debate programático de cara al próximo período y apostamos a seguir desarrollando la discusión con el conjunto de las corrientes de Ademys para fortalecer la lucha antiburocrática.

Miércoles, 23 Noviembre 2022 21:27

Elecciones en la seccional BA de La Bancaria

Votamos en blanco

En estas semanas se está dando un proceso de renovación de autoridades de las seccionales de la Bancaria en varios puntos del país. Este 24 de noviembre se votarán las autoridades de la principal seccional, la de Buenos Aires, que engloba a los bancarios del área metropolitana. Así como sucedió en la elección de autoridades nacionales, se presenta una lista única, con lo cual, está cantado que Alejandra Estoup renovará su mandato. Sin embargo, esto no quiere decir que el conjunto de los trabajadores apruebe su gestión. Más bien demuestra lo burocrática que es la organización actual del sindicato, que hacia la opinión pública se muestra progresista y socialdemócrata, mientras negocia con los banqueros a espaldas de los afiliados.

Una de las situaciones más graves que hemos evidenciado desde el inicio de la pandemia han sido los despidos, a veces encubiertos como “retiros voluntarios” y los cierres de sucursales en numerosas entidades. La declamación de la conducción en contra de esta situación no alcanza para frenarla, hay que organizar la resistencia. Es precisamente esto lo que la burocracia de La Bancaria no quiere hacer. Mientras el diputado Palazzo comparte bancada con el banquero Heller en el Congreso, garantizando las políticas de ajuste del FMI que lleva a cabo el Frente de Todos, las patronales impusieron las condiciones laborales a su medida. Hace años venimos reclamando contra la tercerización creciente, pero no lograremos frenarla sin una organización sólida de los trabajadores. Ni que hablar del mentiroso acuerdo paritario, que se anunció con bombos y platillos, pero que en realidad queda en gran medida absorbido por el impuesto al salario. La única idea que se le ocurrió al sindicato ante esto fue presentar un proyecto de ley, que solo es para estirar los tiempos y no hacer medidas gremiales. También se ha dado una situación nueva en cuanto a la implementación del teletrabajo en los bancos. La conducción sindical dice estar en contra de este régimen de trabajo, pero no promueve ningún debate, ni propuesta superadora al interior de los bancos, dejando la iniciativa sobre nuestras condiciones de trabajo exclusivamente a las patronales. Es que cuestionar cómo se organiza el trabajo es profundamente subversivo, ya que implica que los trabajadores tomen conciencia de su capacidad de controlar el proceso de trabajo de conjunto y cuestionar el poder de la patronal. Por todo esto, no son una opción y llamamos a votar en blanco.

Solo se podrá avanzar en desarrollar una lucha para frenar a las patronales, al FMI y a sus gobiernos de turno con un sindicato que tenga independencia de clase, combativo. Para ello, es necesario desarrollar una oposición sindical revolucionaria, que recupere nuestra organización gremial y la transforme en una herramienta de la clase obrera para la lucha por superar este sistema capitalista. Impulsamos esta perspectiva para desarrollar el debate con todas las corrientes de izquierda que levanten un programa socialista.

 

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