La situación argentina es cada vez es más catastrófica. Los números de la pandemia están demostrando el verdadero carácter de la cuarentena, que era ganar tiempo en la desorientación general por el virus y atacar las condiciones de vida de los trabajadores para defender los intereses de las distintas fracciones burguesa ante el nivel de crisis.
En este punto, el gobierno de Alberto se puede dar por triunfador: logró desorganizar a los trabajadores, pasó el ajuste, subsidió a la burguesía y garantizó el acuerdo con los fondos privados por la deuda externa. Respondió de forma favorable a su clase a costa de una mayor pauperización de grandes sectores de trabajadores. Pero los trabajadores activos y pasivos, que son los grandes perdedores de esta cuarentena, están empezando a sacar balance de la coyuntura. No se condice el esfuerzo que el Estado les exigió mediante la consigna “quédate en casa” con la situación de las grandes empresas nacionales e internacionales que siguieron ganando en este escenario.
El gobierno de Alberto debe lidiar con una crisis social, política y económica en la que ya se perdió el miedo al covid, sin unidad burguesa (aunque intenta reflotar un pacto social), con una situación económica en la que prima una crisis cambiaria, un proceso inflacionario y en medio de una negociación con el FMI.
En este escenario, Alberto toma el “protocolo del FMI”, es decir, avanzar con el ajuste y con las reformas previsional, laboral y judicial. El ajuste se está llevando a cabo mediante las mini devaluaciones del tipo de cambio, lo que licúa el salario de los trabajadores, y no descartamos una mega devaluación si fracasan las medidas que benefician a los sectores de la agroindustria, a las mineras y a las cerealeras, a quienes -como toda fracción burguesa- todo les resulta insuficiente y deben ganar más y más. Sabiendo que la salida es una mega devaluación, ya crearon los mecanismos para que los que poseen capital se refugien en bonos atados al dólar, mientras que a “los mortales” les toca sufrir los efectos de la depreciación del peso.
Votar en contra de Venezuela y alinearse en política exterior con el ala de Trump; buscar por todos los medios posibles algunos dólares para sanear las reservas e inclusive llegar hasta un acuerdo con China por los swaps muestran el nivel de crisis y cómo quiere solucionarla el gobierno.
Para el gobierno anterior de Macri, la frase era “pasaron cosas”, ahora la frase es “podríamos estar peor”. Esto es la demostración de la desorientación de una burguesía cipaya ante un escenario mundial de crisis aguda.
Es obvio que nada bueno puede venir de este plan que ejecuta el gobierno dictado por el FMI. La crisis mundial, que la pandemia aceleró, ha hecho que los gobiernos de turno deban lidiar con procesos de masas ante la evidencia de las deplorables condiciones de vida en el sistema capitalista. Es por eso que la política de estímulos para expandir el gasto público es una línea a nivel mundial que han desarrollado los distintos países imperialistas, algunos, en clave electoral como Trump ante las elecciones del 3 de noviembre, otros, vía instituciones como el FMI y los famosos préstamos por la pandemia, que ya han generado levantamientos en contra como el ocurrido en Costa Rica, contra los requisitos para dicho préstamo.
No está descartado que, en medio de las negociaciones con el FMI, le den un préstamo pandemia a la Argentina para estirar un poco más la agonía.
En este escenario debemos prepararnos para enfrentar a este gobierno, la oposición burguesa, las distintas fracciones burguesas, pequeño burguesas y la burocracia sindical, que van a defender a su Estado y sus intereses con todas las fuerzas a su alcance. En estos días la burocracia de la CGT prepara un acto virtual por el 17 de octubre, “día de la lealtad peronista”, con el que intenta ubicarse como garante del gobierno y lugartenientes del FMI. Intentan rescatar en la web a un peronismo que se descompone en la realidad.
En eso tienen una unidad férrea, cuando se trata de defender la naturaleza de clase de su Estado, burgués; de defender la propiedad privada de los medios de producción y de la tierra, como en Guernica; de defender el derecho a explotarnos por míseros salarios, condenarnos a una jubilación de hambre y de asesinarnos, como a Facundo Castro y tantos otros en este periodo. Podrán diferir en algunos matices y en cómo se debe actuar, en sus formas de dominación, pero defienden la dictadura del capital.
Tenemos que recuperar lo perdido en la pandemia; aprender que el control estatal burgués no salva vidas, que los trabajadores debemos cuidarnos con nuestros propios métodos. Debemos luchar por recuperar lo que perdimos en el salario; pelear por la apertura o reapertura (dependiendo las ramas) de las paritarias, votando delegados paritarios en asamblea para que no sea la burocracia la que decida; reincorporar a los despedidos, pase a planta de los tercerizados. Ante la desorganización de la economía, por el control obrero de las principales ramas. Tenemos que volver a organizarnos para preparar las condiciones de un paro general que levante un programa de salida a la crisis.
Debemos abrir una gran deliberación al interior de nuestra clase y el activismo que se desarrolló en este escenario excepcional de pandemia. Entre ellos, los trabajadores de la salud; los trabajadores de la industria, servicios y estatales que lucharon por protocolos y condiciones laborales, contra los cierres, contra los despidos; la juventud que sufrió la represión de la policía y se enfrentó. Es necesario que saquemos conclusiones sobre la cuarentena y el control estatal, porque debemos enfrentar al Estado con nuestros métodos y organizarnos de forma independiente. Es una tarea de primer orden la lucha por el poder, preparar el terreno para que se desarrolle una vanguardia que saque lecciones revolucionarias del proceso mundial y sus particularidades en Argentina.
Quienes nos reivindicamos revolucionarios en la izquierda debemos avanzar en la tarea de formar una dirección, que no es otra cosa que un partido revolucionario como sección de la reconstrucción de la IV Internacional. En esa tarea, creemos que debemos comenzar a formar oposiciones sindicales en los sindicatos, con libertad de tendencia, independencia de clase y democracia obrera; que luche por sindicatos únicos por rama, no paralelos, sino siendo minorías organizadas en los sindicatos donde actuamos y por una Central Única de Trabajadores. Para esto debemos echar a la burocracia de nuestros sindicatos y mostrar cómo debería funcionar como herramientas de lucha. Ya el gobierno “de los CEOs” fracasó y el gobierno “de los científicos” va en ese camino. En política el tiempo es todo, es urgente que ataquemos a la burguesía en su base, que es la producción, o seguirá con su sobrevida y haciendo cada vez más daño.