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La Justicia ha dado un paso más en la persecución política a los estudiantes de la UNC que protagonizamos la lucha del 2018. El pasado 10 de septiembre se conoció que la cámara de apelaciones rechazo la defensa presentada por los abogados de los estudiantes y la causa pasará a Juicio Oral. Debemos organizarnos para derrotar este ataque.
Asistimos a un reforzamiento del aparato represivo del Estado y sus instituciones, en un año en que los acuerdos con los acreedores y el FMI solo pueden significar mayor ataque a los trabajadores y la juventud. La cuarentena impuesta desde el gobierno ha sido el mecanismo que han encontrado ante la desorientación que genera la pandemia, no para preservar la salud, sino para ejercer mayor control sobre los trabajadores ante los efectos inmediatos de la crisis: colapso en los sistemas de salud, despidos, desocupación, congelamiento salarial y una larga lista de etc. Por eso Alberto y Kicillof aceptan prestos las extorsiones de la policía y, al igual que Schiaretti, aumentan el sueldo a los represores que van a necesitar para tratar de meter su plan de ajuste. Tenemos que decir bien claro: los policías no son trabajadores, son represores que garantizan la explotación de la clase obrera. ¡Por la disolución de la policía!
En el 2018 las tomas de facultades surgieron al calor de la lucha docente por su paritaria y en la pelea por el aumento de presupuesto universitario, en un año en el que la devaluación post acuerdo de Macri con el FMI dejó a la universidad en la quiebra. Dos años después, y con un cambio de gobierno en el medio, esta situación no ha hecho más que agravarse. Las paritarias docentes y no docentes siguen congeladas, la deserción estudiantil, por el paso forzado a la virtualidad, ha escalado y la precarización laboral sigue en aumento.
Las autoridades universitarias vienen siendo las garantes de administrar la miseria universitaria y son la correa de transmisión de las políticas del gobierno nacional para la educación. Este avance en la causa es un recordatorio de que pondrán a disposición todos sus recursos para intentar disciplinarnos a quienes osemos cuestionar sus políticas de ajuste. Claro que para ello también cuentan con la inestimable ayuda de las conducciones de los centros de estudiantes y la FUC que en todo este proceso no han sacado más que tibias declaraciones sin mover un dedo para enfrentar el ataque.
Debemos responder enérgicamente. Necesitamos romper la parálisis que las corrientes pro patronales a la cabeza de nuestras organizaciones han impuesto en el movimiento estudiantil. Estas conducciones por acción u omisión son cómplices de la política de las autoridades, si no están a la altura del ataque deben ser barridas de la dirección. ¡Recuperemos nuestras organizaciones para la lucha! Impulsemos asambleas interclaustros en todas las facultades para discutir las medidas a tomar para enfrentar este avance en la criminalización de la protesta y conquistar el desprocesamiento de los estudiantes de Córdoba y Rio Negro.

Retomemos la lucha educativa de 2018

Necesitamos organizarnos con independencia de clase, imponiendo a la FUC y a los sindicatos de trabajadores universitarios (ADIUC, AGTUNC, ATE) el llamado a un Plenario Universitario de delegados docentes, no docentes, investigadores y estudiantes para deliberar sobre todos los problemas de la universidad y que nos permita definir un pliego único de reivindicaciones, donde se incluya la reapertura inmediata de las paritarias docente y no docente, el aumento del presupuesto universitario, el no pago de la deuda externa, el salario inicial igual a la canasta básica con clausula gatillo, el pase a planta permanente de los precarizados, partidas específicas para las obras edilicias y la provisión de equipos y materiales para garantizar las condiciones mínimas de seguridad y salud, horas de estudio bancadas por las patronales, el triple turno de cursado, el ingreso irrestricto, la expulsión de la policía de Córdoba de la UNC y demás reclamos. Un Plenario donde votemos un plan de lucha con paros, movilizaciones y toma de edificios para imponer nuestras demandas.
Este 16 de Septiembre se cumplen 44 años de La Noche de los Lápices, es imperioso que nos encuentre en la calle movilizados enfrentando junto a los compañeros secundarios y a los trabajadores las políticas de ajuste.

¡Desprocesamiento de los 27 estudiantes de la UNC!
¡Fuera la policía de la UNC!

COR - Rama Universitaria

Al momento de fundarse la IV internacional, un 3 de septiembre de 1938, el mundo vivía una situación de reacción en todos los frentes. En 1936 el proletariado español comenzaba una sangrienta guerra contra el fascismo, que culminaría en 1939 con la derrota de la revolución, debido a la traición de las direcciones reformistas y centristas del movimiento obrero. En Alemania, país que antes de la Primera Guerra Mundial había visto erigirse a la organización obrera más poderosa del mundo, sufría el ascenso implacable de Hitler y sus organizaciones criminales, cuyo principal objetivo de estrangular a la Revolución proletaria comenzaba a plantearse como irreversible. También en este caso la adaptación de las burocracias de la II internacional al Estado burgués imperialista y el giro contrarrevolucionario de la III internacional dirigida por el stalinismo había abierto el camino al ascenso del fascismo, dejando al proletariado desarmado en su lucha práctica y frontal contra la burguesía. Trotsky en su lucha fraccional desde la Oposición de Izquierda venía denunciando la política errática del por entonces denominado “centrismo” burocrático encarnado en Stalin, que pasará de una política zigzagueante entre las facciones de izquierda y derecha del Partido a una posición abiertamente contrarrevolucionaria. En 1933 Trotsky, ante el ascenso de Hitler y la incapacidad de la burocracia de revertir el proceso comenzaba a vislumbrar la necesidad histórica de crear una nueva internacional. Cabe destacar que siempre la visión de Trotsky estuvo guiada por el análisis minucioso de la realidad objetiva del capitalismo mundial, ninguna táctica definida por el gran revolucionario ruso obedecía al voluntarismo. Es por esto que Trotsky planteaba queLos numerosos intentos realizados hasta ahora de crear un "segundo partido" o una "cuarta internacional" fueron producto de la experiencia sectaria de grupos aislados y de círculos "desilusionados" del bolchevismo; de ahí que su fracaso haya sido, en todos los casos, inexorable. Nuestro punto de partida no es la "insatisfacción" y "desilusión" subjetivas sino la marcha objetiva de la lucha de clases. Todas las circunstancias del desarrollo de la lucha de clases exigen imperiosamente la creación de una nueva organización de vanguardia, y sientan las premisas necesarias para hacerlo” (https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1933/julio/15.htm).

 

Como se puede advertir, la marcha de la lucha de clases, las relaciones de fuerzas, el estado de descomposición del capitalismo y sus estados; junto al proceso de degeneración de las organizaciones revolucionarias eran puestas sobre la mesa para definir una política correcta. En este sentido, la crisis internacional que sufría la clase obrera se expresaba también en los países de oriente y América, cuya principal causa era la descomposición de las direcciones proletarias, cuya máxima expresión estaba dada por el ascenso de Stalin en el país de la Revolución triunfante. La expulsión de Trotsky, los juicios de Moscú, el amordazamiento de las organizaciones obreras por parte de la burocracia en el poder fueron las bases para hacer retroceder el ímpetu revolucionario en la URSS y permitir el avance de un proceso de consolidación de una casta burocrática en el poder, prerrequisito para el posterior desarrollo de la contrarrevolución y la restauración capitalista.

 

En este panorama internacional de reacción y ante el peligro inminente de una nueva guerra, producto de las contradicciones del capitalismo mundial y las disputas entre los países imperialistas, Trotsky y los núcleos revolucionarios resistentes en el mundo corrían a contrarreloj y se disponían a preparar las condiciones para la fundación de una nueva organización con una nueva dirección que pudiese revertir el procesos de derrotas que venía sufriendo el proletariado internacional, y colocarse a la clase obrera “en los umbrales de la toma del poder”, tal como será planteado en el programa de transición.

 

En el marco de esta lucha fraccional que se venía dando desde la Oposición de Izquierda, en mayo de 1935, Trotsky volvía a discutir la necesidad de fundar una nueva organización porque consideraba que “No se puede improvisar la revolución proletaria bajo las órdenes de una dirección en bancarrota. Es menester preparar la revolución mediante la incesante e implacable lucha de clases, en el curso de la cual la dirección se gana la confianza inconmovible del partido, une a la vanguardia con el conjunto de la clase y convierte al proletariado en dirección de todos los explotados de la ciudad y del campo” (https://ceip.org.ar/escritos/Libro4/html/T07V103.htm#_ftnref4). Esta conclusión, hecha a la luz de la experiencia de las traiciones de las direcciones internacionales de ese entonces se tornaba más evidente con el avance de la descomposición del orden imperialista, que derivó en la fundación de la IV internacional, un año antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, catástrofe histórica ya anticipada por León Trotsky, gracias a la comprensión de los desequilibrios y contradicciones irresueltas por el orden mundial capitalista.

 

Como se señaló, la IV internacional es previamente alentada por la formación de organizaciones revolucionarias en distintos países, a raíz de la lucha de tendencias que el trotskismo venía llevando a cabo pese a las persecuciones. En el marco de esta lucha política, el método de elaboración teórica de los marxista debía ser “de acuerdo con la situación nacional, con el grado de descomposición de las viejas organizaciones de la clase obrera y, por último, con el estado de sus propias fuerzas en el momento dado, los marxistas (socialistas revolucionarios, internacionalistas bolcheviques-leninistas) pueden constituirse en organización independiente, o bien en fracción de alguno de los viejos partidos o sindicatos” pero “cualquiera sea el terreno y los métodos de fun­cionamiento, deben hablar en nombre de principios sin tacha y de consignas revolucionarias claras. No juegan al escondite con la clase obrera; no ocultan sus fines; no sustituyen la lucha principista por la diplomacia y las maniobras. En todo momento, y cualesquiera sean las circunstancias, los marxistas dicen abiertamente la verdad.” (op. cit.) Esta lucha principista se tornaba una necesidad ineludible ante las traiciones evidentes de la burocracia de la II y III internacional.

 

La IV internacional surgió, al igual que las viejas internacionales, producto de la pérdida de la razón de ser de las direcciones y programas que habían caducado ante las tareas de preparar las condiciones orgánicas para que el proletariado se hiciera del poder y estableciera su dictadura revolucionaria. En palabras de León Trotsky “La Primera Internacional elaboró el programa científico de la revolución proletaria, pero fracasó al carecer de una base de masas. La Segunda Internacional sacó de las sombras, educó y movilizó a millones de obreros, pero, en la hora decisiva, se vio traicionada por la burocracia parlamentaria y sindical corrompida por el capitalismo en ascenso. La Tercera Internacional dio el primer ejemplo de revolución proletaria triunfante, pero fue aplastada entre las ruedas de molino de la burocracia del estado soviético aislado y de la burocracia reformista de Occidente. Hoy, en el marco del derrumbe definitivo del capitalismo, la Cuarta Internacional, parada sobre los hombros de sus antecesoras, enriquecida por la experiencia de sus victorias y derrotas movilizará a los trabajadores de Occidente y Oriente para el asalto victorioso a las fortalezas del capital mundial.” (op.cit.).

 

El arduo proceso de preparación de los cuadros, las organizaciones y su vínculo con las masas dio su fruto aquel 3 de noviembre de 1938 en los suburbios de París, cuando los revolucionarios fundaron la nueva organización, a pesar del hostigamiento y el terror desplegado por el aparato de persecución stalinista y de los Estados imperialistas. La gran conquista teórica fue la redacción del Programa de Transición, que condensa las principales lecciones de la experiencia revolucionaria acumulada desde la revolución de octubre de 1917, combate las visiones mecanicistas y etapistas de las direcciones reformistas y prepara las condiciones para llevar al proletariado al umbral de la toma del poder.

 

2020 el año de las “esperanzas frustradas”. 

 

A 82 años de la fundación de la IV Internacional, el orden capitalista mundial se halla en una profunda crisis y la burguesía no consigue establecer un nuevo equilibrio entre las clases que le permita asegurar su dominación indiscutida. Las bases económicas del régimen están carcomidas por una crisis de magnitud colosal que viene desarrollándose desde 2008, y este año se manifiesta de manera aún más dramática con la pandemia de COVID-19, la cual viene a acelerar los desequilibrios preexistentes. Hoy el capitalismo muestra un escenario de crisis reconocido por todos los analistas burgueses. El Banco Mundial considera al respecto que esta crisis será “la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, y la primera vez desde 1870 en que tantas economías experimentarían una disminución del producto per cápita” (https://www.bancomundial.org/). Esta situación se ha traducido en la pérdida de millones de puestos de trabajo, al aumento de la pobreza y el incremento del control policial de los estados burgueses, que mediante la política de cuarentenas han dado mayor protagonismo a las fuerzas represivas, con el fin de disciplinar a las masas, que vienen de un proceso de movilizaciones masivas que se venían acumulando desde el 2019 en América Latina, en los EE.UU., Francia y recientemente en países de la ex Unión Soviética como Belorrusia. A esto hay que agregar los procesos de huelga en Italia que son una muestra de cómo la combinación de la crisis de las relaciones de producción capitalista junto al cuestionamiento de las formas de dominación que la propia burguesía presenta como su mayor conquista: la democracia.

 

Al mismo tiempo, el mundo observa procesos novedosos, tales como la acelerada restauración en curso en los ex- estados obreros, cuyo caso más significativo lo constituye el proceso de restauración que viene llevando a cabo la burocracia del PC en China. Estas transiciones demuestran por un lado el fracaso de los programas nacionalistas de construcción del socialismo, rehabilitando la visión permanentista e internacional del análisis materialista que León Trotsky desarrolló con una agudeza inigualable. En pleno siglo XXI, retomar las conquistas teóricas del marxismo revolucionario nos permitirá analizar las nuevas coyunturas para encarar la lucha por el socialismo.

 

Ante semejante descalabro, que pone en jaque el orden mundial, las salidas a la crisis que se proponen las distintas expresiones de la clase dominante y el reformismo buscan ante todo preservar el orden de relaciones sociales existentes basadas en la conservación del Estado y el régimen de propiedad capitalista. Ante la crisis en curso, los sectores de ultraderecha buscan radicalizar a las masas desesperadas de la pequeña burguesía, usándolas como base de maniobra contra el proletariado, azuzando discursos nacionalistas y racistas. Por otro lado, los sectores del reformismo pretenden conservar la idea de un Estado de Bienestar caduco mediante políticas distribucionistas que busquen aumentar impuestos sobre el capital o aplicar subsidios como una renta básica universal. Si bien no se pueden igualar, lo que tienen en común dichas tendencias es que se oponen a la Revolución como salida a la crisis, buscando preservar el orden capitalista. El centrismo coquetea con los grupos reformistas y cede ante las presiones del movimiento espontáneo de las masas, y ensaya líneas de compromiso entre las ideas revolucionarias y las reformas sociales a través de la introducción de leyes “progresivas” para las masas o la adaptación del Programa de Transición a un lenguaje jurídico a ser votado en un parlamento.

 

Los revolucionarios no sembramos un ápice de esperanza en que las reformas consigan mejorar la situación desesperante de los millones de trabajadores ocupados y desocupados, formales e informales, migrantes o nativos, ya que mediante el análisis objetivo de la crisis en curso advertimos que las reformas que se apliquen desde la superestructura política no pueden detener las fuerzas destructivas desatadas por la crisis, que ponen una vez más a la clase obrera y a la humanidad al borde del abismo de la miseria extrema. Creemos que la única salida progresiva para la humanidad puede desarrollarse siempre y cuando se restablezca el hilo de continuidad de los fundadores de la Cuarta Internacional, luchando por la imposición de la dictadura del proletariado a través de la Revolución socialista, la cual no puede lograrse sin partido mundial de la Revolución, sin destrucción del Estado y sin una dirección y cuadros preparados para las tareas de la Transición al socialismo.

 

Juan Manuel Tornello

 

Jueves, 10 Septiembre 2020 14:58

A pagar la cuarentena

A pagar la cuarentena

El motín policial de la maldita bonaerense pidiendo aumento de sueldo y mejores condiciones para reprimir es la demostración de la descomposición de un semi Estado y de la debilidad del gobierno de Fernández, que no puede garantizar que las fuerzas represivas que responden al Estado sean leales al aparato burocrático militar.

El método de cuarentena era obvio que debía garantizarse con la policía, el ejército y la gendarmería, no para preservar la salud de la población, sino para salvaguardar los intereses de la burguesía nacional y extranjera en la desorientación ante la pandemia. En medio de la cuarentena hubo más de 90 muertos en manos de las fuerzas represivas, con los casos más emblemáticos de Luis Espinosa en Tucumán, de Florencia Morales en San Luis y el de Facundo Astudillo Castro a manos de la policía bonaerense.

Ahora esa policía exige que se le pague por los servicios prestados y por los servicios por venir ante el acuerdo con el FMI y la política de ajuste. Reprimir las tomas de tierra, ingresar a las fábricas para dispersar asambleas, como en Arcor en Córdoba, desalojar el acampe de los trabajadores de Vicentin y tantas otras tareas de orden.

Cuando la policía pide aumento salarial es para estar mejor preparada para reprimir, es vital que el conjunto de los trabajadores saque conclusiones de esta situación. Debemos prepararnos para enfrentarnos con las fuerzas auxiliares del Estado y derrotarlas para que no sigamos siendo nosotros los que paguemos el costo de la pandemia, que ya venimos sufriendo.

La burocracia sindical, que se quedó en casa en la pandemia, llama a defender el gobierno ante el avance de la derecha y una asonada golpista. En su disputa para definir cómo hay que hacer el ajuste, si con más engaño o con mano dura, las distintas fracciones burguesas y pequeño burguesas no tienen diferencia en lo esencial, que es atacar a los trabajadores para descargar la crisis. Se pelean por puntos de coparticipación para ver de dónde sacan la plata para pagarle a los policías. El discurso de Alberto fue de un profesor asustado que va a pagar lo que pidan. Alberto intenta salvar a Kicillof – Berni. Larreta, ante la quita de la coparticipación, apelará a la Corte. La crisis económica, política e institucional se expresa de forma descarnada.

Ningún apoyo a este gobierno ni a la oposición burguesa, ninguna solidaridad con las fuerzas represivas. Debemos impulsar asambleas en cada lugar de trabajo, recuperar nuestros métodos y organización que han intentado quitarnos con la cuarentena, preparar la condiciones para imponer un paro general a las centrales sindicales para recuperar lo perdido en la pandemia y organizar la autodefensa ante el avance represivo.

Somos parte de los miles de trabajadores y luchadores que en EEUU y otros lugares, como ahora Colombia, levantan la disolución de la policía, consigna que ya en la Comuna de París fue parte de las reivindicaciones y se convirtió en programa de los revolucionarios. Es inadmisible la sindicalización de la policía o su apoyo para que triunfe, no pertenecen a nuestra clase no son trabajadores, son los garantes de la explotación y la ganancia de los capitalistas. Peleamos por su disolución, la incomprensión de la teoría del estado por algunos grupos de izquierda y algunos que son parte del FITU generan confusión en las filas de los trabajadores y hay que combatirlos con todas las fuerzas. No apoyamos al ala K de la coalición de gobierno contra la derecha como hace el PTS o sembramos expectativa en que la pelea supuestamente salarial de la policía nos permite a los estatales pelear por aumento salarial, lo que colocaría a los policías como trabajadores estatales un delirio. O del manual del morenismo como el MST que dice que un triunfo de las reivindicaciones de la policía nos ubica mejor para la lucha, siguiendo a su maestro Moreno que si es contra el gobierno tiene un lado bueno progresivo. El FITU homenajea a Trotsky virtualmente, pero en la arena presencial olvida sus lecciones.

No es un problema menor qué política tener ante las fuerzas represivas en la perspectiva de las tareas que tenemos en la destrucción del Estado. Como hace muchos años planteó Marx: “Para nosotros no se trata de reformar la propiedad privada sino de abolirla; no se trata de paliar los antagonismos de clase, sino de abolir las clases; no se trata de mejorar la sociedad existente, sino de establecer una nueva”.

Miércoles, 09 Septiembre 2020 15:47

Charla-Debate: Un mundo convulsionado por la Pandemia

Charla-Debate:
Un mundo convulsionado por la Pandemia
Perspectivas para la revolución

  • Lucha contra la represión y el racismo en EEUU
  • Polarización electoral y límites al proyecto de Trump
  • Movilizaciones en Bielorrusia y El Líbano
  • Guerra comercial China - EEUU
  • La Unión Europea, sin rumbo
  • Crisis en Latinoamérica


Un aporte para avanzar en un necesario debate entre la izquierda obrera y los luchadores en una situación inédita.

Te esperamos este sábado 12/9 a las 17hs
Lugar por MP a nuestro e-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Miércoles, 02 Septiembre 2020 21:39

Verdad y justicia para Facundo

El cuerpo hallado en Villarino el 15/8 pasado, es de Facundo Astudillo Castro. El EAAF confirmó su identidad, y su madre recibió hoy la información oficial de parte de la jueza, luego de soportar una nueva operación del aparato de la inmundicia policial/judicial/servicios y sus voceros a sueldo el lunes pasado.

Desde el 30/4 Cristina Castro busca a su hijo Facundo, señalando claramente la responsabilidad de la policía bonaerense en su desaparición forzada, la responsabilidad del Fiscal Ulpiano Martínez, de la jueza María G. Marrón y del ministro Berni en el entorpecimiento de la investigación y en el amparo e impunidad del accionar policial. Y en cada acción de la Justicia y del poder político, confirma lo que venimos denunciando en las calles: FUE LA POLICÍA.

La muerte de Facundo es responsabilidad policial, pero hay que ser muy claros en esto: el accionar policial es el resultado de la implementación en todo el territorio de una política estatal reaccionaria de control de la circulación de las personas, la cuarentena. La decisión del gobierno del Frente de Todos de hacer frente a la pandemia, imponiendo el control estatal de la circulación de la población mediante el despliegue de sus fuerzas represivas y de seguridad en rutas, calles y barriadas, tuvo como resultado más de 100 muertes por gatillo fácil y en custodia de fuerzas de seguridad (muerte en comisaría), incluyendo desaparición forzada seguida de muerte como en el caso de Facundo, y antes de Luis Espinosa en Tucumán.

Esto es central porque, para contener la crisis política que implica la responsabilidad estatal en la desaparición y muerte de Facundo, desde la coalición de gobierno barajan desde una purga en la conducción de la bonaerense, que puede incluir la salida de Berni para descomprimir la bronca, hasta un proyecto de reforma policial. Para eso Alberto ya tienen en marcha una inyección millonaria de recursos para fortalecer el aparato policial, que necesitan apuntalar para afrontar la crisis social en el conurbano y en las provincias frente a la aceleración de la pauperización y las tensiones a que da lugar el descalabro económico y sanitario.

La línea de fortalecer y preservar el aparato burocrático militar es una tendencia internacional de la burguesía, para afrontar los agudos procesos de masas más abiertos, o más en ciernes, que amenazan su dominio. En oposición, el planteo de DISOLUCIÓN DE LA POLICÍA que discuten los sindicatos y el movimiento Black Lives Matter en EEUU, y la exigencia de expulsión de los sindicatos policiales de las centrales obreras, son discusiones programáticas centrales del proletariado a nivel internacional, que deben orientar la discusión de la vanguardia respecto a cómo derrotar los planes de los gobiernos burgueses de preservar sus sistemas, de patear la crisis para adelante, y de avanzar con sus planes de reformas antiobreras. La consigna “Fuera Berni” es errada, porque centra el accionar político de las organizaciones políticas, sindicales y sociales en un cambio de fusible político, que en lo inmediato sólo serviría para descomprimir, preservando incluso a la coalición gobernante.

Los revolucionarios tenemos la responsabilidad de llevar al interior de las organizaciones obreras y sociales nucleadas en la CTA, la tarea de expulsar los sindicatos policiales de la central. Tenemos la responsabilidad de batallar por conquistar verdad y justicia para Facundo con nuestros métodos, imponiendo con un paro general, la creación de una comisión investigadora independiente.

El gobierno del Frente de Todos no puede garantizar independencia de poderes, imparcialidad, ni ninguna otra abstracción burguesa en su promesa de castigo a los responsables de la muerte de Facundo. No será el peronismo que ayer forjó la Triple A, que tiene una larga lista de desaparecidos en democracia bajo su gobierno y responsabilidad, que abrazó genocidas como Milani, y que hoy unta con miles de millones a una policía que suma un centenar de pibes asesinados por gatillo fácil, quien pueda garantizar verdad y justicia para nuestros muertos, como tampoco lo hizo el alfonsinismo de las leyes de impunidad a genocidas. No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos.

No permitamos que el gobierno use el caso de Facundo para justificar cínicamente una reforma de su policía y su justicia de clase. Ni un pibe más muerto por la policía, nunca más desaparecidos a manos de las fuerzas de seguridad. Lograr verdad y justicia para Facundo y el castigo a los responsables, es una tarea que sólo puede resolverse desde la independencia de clase, con los métodos de la clase obrera: PARO GENERAL YA. Extendamos internacionalmente la bandera de lucha que ya levantan en las calles, las organizaciones obreras y la juventud negra norteamericana: ¡DISOLUCIÓN DE LA POLICÍA y de todas las fuerzas represivas del estado!

Ya contamos 3 semanas de intensa agitación en Bielorrusia, motorizada por el rechazo al fraude electoral con que el presidente Lukashenko pretenden prolongar su mandato. Ya van 26 años desde que asumiera por primera vez, en 1994. Las movilizaciones callejeras vienen marcando el pulso desde el 9 de agosto, y la bestial represión del régimen, lejos de debilitarlas, ha producido lo contrario. En las calles, la juventud de clase media tiene un papel importante, pero todos los observadores destacan la irrupción del movimiento obrero, especialmente sus batallones más concentrados de la industria.
Las marchas y protestas, que llevaron a unas 100.000 personas a las calles de Minsk el domingo 23 de agosto, son muestra de un movimiento espontáneo, con confusión de objetivos y con una dirección debilitada por la poca estructuración de la oposición nacionalista/liberal, pro reformas de mercado, que tiene como figura electoral a la candidata opositora, Svetlana Tijanóvskaya, actualmente exiliada en Lituania. El movimiento tiene extensión nacional, y no se concentra sólo en la capital, Minsk.

Antagonismos interestatales

Bielorrusia es un país de 9,4 millones de habitantes, ex integrante de la URSS y luego histórico aliado de Rusia. En esa alianza, es el socio menor, pero no debemos pensar la relación cómo estamos acostumbrados: Bielorrusia concentra importantes centros de industrialización de materias primas rusas. Un elemento que alienta la actual crisis es la depresión del precio del petróleo a principios de año, ya que las refinerías bielorrusas exportan petróleo procesando el crudo que obtienen a precios subsidiados de Rusia. Además de esta estrecha relación económica, que ha tenido sus altibajos en los últimos años, también unen a ambos países acuerdos militares y elementos culturales históricos.
Es por esta relación con Rusia que muchos, incluido el bonapartista Lukashenko, etiquetan a las recientes protestas como “pro-occidentales” o pro Unión Europea, tratando de igualarlas al llamado Euromaidán que irrumpiera en Ucrania en 2014, llevando a la dimisión del presidente, y más tarde a una guerra civil. Lo cierto es que las movilizaciones no reivindican la entrada del país en la UE, cosa que era explícita en 2014 en Ucrania, y ni siquiera levantan consignas anti rusas. La propia Tijanóvskaya, desde Lituania, se ha cuidado de desmarcar las posiciones de la oposición de un enfrentamiento con Moscú, dejando claro que se trata de protestas que se limitan a defender la democracia a secas, es decir, la democracia burguesa de la cual la única experiencia que tiene el país son… los gobiernos de Lukashenko, vaya paradoja.
La Unión Europea (UE) viene de años de aflojar las sanciones que aplicaba a Bielorrusia por las violaciones a las libertades políticas del llamado “último dictador de Europa”, en un cuadro de revisión de relaciones con la propia Rusia, país con el que Alemania tiene importantes vínculos productivos, sobre todo por la provisión de materias primas, especialmente hidrocarburos. Frente al actual proceso, las autoridades de la UE se han limitado a emitir declaraciones y el viernes 28/8 votaron sanciones para algunas figuras del régimen.
Por su parte, Putín tiene que manejarse con prudencia en su relación con el país. Si bien apoyó a Lukashenko y la última semana avanzó en amenazar con una intervención directa en la crisis, tiene que, por un lado, mantener su relación con Trump y la UE, y por el otro, pondera más la estabilización de Bielorrusia que al propio Lukashenko, por lo que un sector de su partido político tiende lazos con los sindicatos bielorrusos que participan de las movilizaciones a través de la burocracia sindical de la Federación de Sindicatos Independientes de la Federación Rusa (FNPR).
EEUU, por su parte, no ha tomado una postura clara, y es que el peso de la crisis interna del imperialismo no sólo puede explicar esto, sino que es un elemento determinante en la serie de crisis políticas, de régimen y Estados, y los procesos de lucha de clases que están atravesando el mundo. La desorientación imperialista, de cara a las elecciones presidenciales de Noviembre y con un gobierno de Trump bastante golpeado por las consecuencias de la recesión económica, el mal manejo de la pandemia y el proceso de lucha contra la brutalidad policial y el racismo, son un elemento central de la coyuntura internacional.
Toda una serie de corrientes políticas, la resaca del estalinismo y todo tipo de populistas, se centran en el antagonismo entre EEUU y la UE, por un lado, y Rusia y China por el otro, para condenar las movilizaciones en Minsk y otras ciudades y dar su apoyo al Lukashenko y su régimen, que viene de arrestar a 7.000 manifestantes, matar a más de 3 y que cuenta todavía con desaparecidos en las últimas represiones. El basurero de la historia es el único sitio donde pueden ser bienvenidos estos nostálgicos del Gulag, nada tienen que ver con la izquierda revolucionaria y la vanguardia del movimiento obrero internacional.
La ofensiva imperialista sobre Rusia, y sobre todo sobre China, tiene que apreciarse desde el punto de vista del proceso histórico, no desde la lógica burguesa de la geopolítica. Se trata del problema de la asimilación de los ex Estados obreros, cuyas contradicciones explosivas se desarrollan en todo tipo de manifestaciones especificas en diversos territorios nacionales, con características determinadas. Estamos hablando de procesos tan disímiles como los de Hong Kong, Ucrania y ahora Bielorrusia, pero que son expresión de toda una etapa histórica. Volveremos sobre este problema nodal de la situación mundial más abajo.

Fuerzas elementales

Bielorrusia, como otros ex Estados obreros, sufrió un proceso de privatización de la industria a principios de los años 90. Sin embargo, este proceso de restauración capitalista “en frío” tuvo límites tempranamente, llevando a la renacionalización de gran parte de las empresas ya en 1994. Actualmente, el capitalismo de Estado en la industria alcanza entre el 75% y 80% del sector. Se trata de un proceso de renacionalización que también realizó, aunque más tarde, Rusia bajo el comando de Putín. Estos elementos sirven para señalar que la protoburguesía bielorrusa es particularmente débil, y no existen los llamados “oligarcas”, que monopolizan ramas industriales enteras (aunque no de la industria pesada) como fue el caso en Ucrania. Los sectores de esta protoburguesía junto a capas pequeñoburguesas son la base de la candidata opositora, que en realidad viene a reemplazar a su marido, un empresario detenido por el régimen.
Otra diferencia con Ucrania, importante desde el punto de vista sociológico, es la relativa debilidad del sector agrícola y en general de producción de materias primas, en relación a la industria. La industria heredada de la URSS se mantiene en Bielorrusia, mostrándose competitiva en algunas ramas como la de fabricación de maquinaria pesada y tractores, y en la semielaboración de productos primarios. Esta relación es bastante elocuente llevada a cifras: la agricultura, pesca y actividad forestal representan un 6,6% de la producción bruta, mientras la industria significa el 26%. El sector servicios, el de mayor peso en la economía, sustenta a otra fracción importante de la clase obrera, que incluso ha tenido un papel activo en las protestas como es el transporte, y también a amplios sectores pequeñoburgueses.
Cuando hablamos del peso económico de la industria, esto también se refleja en la política. Porque todas las facciones en pugna tienen un activo interés en ganar para sí la simpatía de la clase obrera. Ya hablamos de la federación sindical rusa, pero una actividad similar lleva a cabo la burocracia de la Confederación Sindical Internacional (CSI, a la que están afiliadas las CTAs y la CGT argentinas), sobre todo sus seccionales europeas ligadas por mil y un lazos a los Estados y patronales imperialistas de la UE. También la oposición nacionalista/liberal lanza llamados a la huelga para apoyarse en las fábricas, mientras Lukashenko tuvo una desagradable sorpresa cuando intentó darse un baño de popularidad en su visita a la fábrica de tractores de Minsk, y ahora envía a las autoridades locales a negociar con los trabajadores.
Las acciones obreras han sido importantes, incluyendo paros, asambleas en portones, columnas obreras en las marchas y reuniones con las gerencias y las autoridades locales para exigir la liberación de detenidos y rechazar las sanciones a trabajadores participantes de las movilizaciones, aunque no se terminó de concretar el llamado a huelga general. Tal es el peso de las medidas sindicales que tras las primeras manifestaciones de este tipo Lukashenko tuvo que liberar a los primeros detenidos. Lo novedoso es que estén desarrollándose este tipo de luchas en un país donde el derecho a huelga no está reconocido legalmente y donde la represión está a la orden del día. Mientras la propiedad estatal de las empresas se ha mantenido, Lukashenko viene aplicando un programa, en acuerdo con el FMI, EEUU y la UE, de sucesivas reformas, liquidando la negociación colectiva, imponiendo contratos laborales a plazo fijo, aumentando la edad jubilatoria e impulsando una constante baja del salario real por efecto de la inflación y la devaluación.
Por el momento, las acciones del proletariado van en contra de tener que pagar por las peleas entre las fracciones dirigentes. Utilizan a la oposición para enfrentar a su patronal. Las organizaciones sindicales, estatizadas, no cumplen un rol por lo que los trabajadores han constituido comités obreros, que buscan ser influenciados por la oposición. La lucha por una dirección que permita la intervención de forma independiente de la clase obrera se hace urgente, y es a la vez una tarea internacionalista que los revolucionarios de Europa, Rusia y del resto del planeta debemos apuntalar con toda seriedad y audacia.

Entre la asimilación capitalista y la descomposición imperialista

La caída de la URSS significó para muchas corrientes la restauración capitalista plena y la reversión histórica total de la Revolución de Octubre. Sin embargo, el proceso resultó mucho más tortuoso para los capitalistas, porque se produjo en una etapa avanzada de la descomposición imperialista. Las privatizaciones, como proceso de reforma económica sin recurrir a una contrarrevolución abierta para destruir los cimientos del aparato estatal surgido de Octubre, y de las sucesivas revoluciones que expropiaron a la burguesía acabando con su dominación en determinados territorios a lo largo del siglo XX, demostró ser un fracaso como apuesta del imperialismo. Entonces, ese proceso de asimilación al capitalismo continúa en desarrollo, sin haber logrado tampoco las protoburguesías de los diferentes ex Estados Obreros, sobre todo Rusia y China, convertirse en nuevas clases propietarias dominantes. Esto no se define nacionalmente, sino en la arena mundial. El proletariado, a su turno, constituye aún una reserva para enfrentar los procesos de restauración en curso, aun cuando haya sido utilizado en diferentes oportunidades como base de maniobra de uno u otro sector de la burocracia restauracionista y/o de las capas pequeñoburguesas aliadas al imperialismo. Esta tragedia tiene como principal causa la crisis de dirección revolucionaria del proletariado internacional.
Es curioso cómo volvemos a leer sobre las situaciones revolucionarias objetivas, esta vez de manos del PO (t) y Altamira, un declarado viejo enemigo de Nahuel Moreno, al discutir los procesos en los ex Estados Obreros. Lo que olvida Altamira es que, para establecer tendencias objetivas, que no están descartadas, es necesario definir cuáles son las transiciones. Cuando Lenin discutía este problema, ya había definido a la fase superior del capitalismo, el imperialismo, como transición entre el capitalismo y el socialismo. En el proceso Bielorruso, debemos considerar el problema de la asimilación, que complejiza la discusión de transición mucho más. No sólo porque no está definido el papel de los ex Estados Obreros en el sentido de si las protoburguesías serán o no capaces, a partir de un ineludible conflicto violento, conquistar una posición como clase capitalista en el mercado mundial y el sistema de Estados o quedarán relegadas como lamentables subburguesías semicoloniales (y este es el programa del imperialismo), sino que también podemos incluso tomar la hipótesis de León Trotsky, que  discutía que la dirección contrarrevolucionaria que dirigiera los procesos de restauración, en su contradicción de no poder conformarse en clase, generaría, en su relación con las leyes tendenciales de la economía mundial, un caos capitalista. Esta última hipótesis es para nosotros la que más se acerca al proceso real. Y frente a este caos, lo que se impone es torcer esta tendencia a partir de una dirección revolucionaria consiente.

Programas

Alejadas de esta discusión, las organizaciones del trotskismo centrista latinoamericano en sus notas hacen abstracción del carácter de clase del Estado en Bielorrusia, del proceso de asimilación y de las contradicciones establecidas por la descomposición imperialista, para repetir lo que dicen en cualquier otro lugar: se trata de un proceso “por la democracia” donde la clase obrera debe intervenir “de manera independiente”. Continúan atrapados en el esquema del transcrecimiento de la revolución democrática en revolución socialista que les enseñaron Moreno o Guillermo Lora. Pueden incluso levantar consignas como el “fuera Lukashenko”, como hace el Nuevo MAS, donde se impone preguntarse ¿para que venga quién? El Partido Obrero (oficial) nos habla de impulsar “una alternativa política propia de los trabajadores”, mientras el PTS ni siquiera hace referencia a los trabajadores, hablando simplemente de “la independencia política que logre el movimiento respecto de la oposición liberal y populista” ¿nos están hablando de una candidatura independiente en las próximas elecciones? Las discusiones de la conferencia latinoamericana del FIT-U así nos lo hacen pensar.
La crisis abierta por el fraude electoral en relación a la democracia como forma política es un punto de partida para impulsar la lucha obrera contra la restauración capitalista y sus aplicadores, cuyas diferencias en todo caso son en la velocidad de esta restauración. La dictadura de Lukashenko es represiva, encarcela a los luchadores y los reprime, ¿no pueden plantear los trabajadores de Francia y los chalecos amarillos, el movimiento negro del BLM y los obreros chilenos que la democracia burguesa hace exactamente lo mismo? El problema de la relación de las masas con la política está planteado a partir de la relación del proletariado con las palancas de la economía. No es necesario dar rodeos, el carácter histórico de la Revolución de Octubre sigue vivo. La democracia obrera es mil veces superior a las elecciones parlamentarias burguesas, y si los trabajadores, que se han convertido en eje de la situación en el país, pueden desarrollar esta experiencia, es a partir de golpear a Lukashenko y la oposición pro imperialista en la producción, con la huelga general y avanzando en el control obrero de las ramas económicas. Es claro que semejante proceso no puede detenerse en Bielorrusia, porque hasta el final la contradicción del imperialismo y la propia supervivencia de Putín pasa por el proceso de asimilación de Rusia. Por eso, es necesario que la lucha se fortalezca a partir de la intervención del proletariado ruso y de toda la región, con el apoyo decidido de la clase obrera europea y norteamericana, denunciando a viva voz el real contenido de explotación de la democracia imperialista. Es en ese sentido que el proletariado bielorruso debe pelear por su independencia, independencia de clase en tanto sujeto en el proceso histórico, no sólo levantando demandas “sociales y económicas” sino postulando su dirección política a partir de la administración de las cosas, de la que brota de verdadera democracia, la democracia proletaria. La lucha por una Federación Socialista, recuperando lo mejor de la experiencia de la URSS, como forma política de la dictadura del proletariado en su desarrollo internacional. Hasta el final, la lucha de los revolucionarios es por la regeneración de la vanguardia comunista, retomando las tareas que nos legó León Trotsky, luchando por la reconstrucción de la IV Internacional. A la luz de los complejos y riquísimos procesos que se desarrollan ante nuestros ojos es que llamamos a las corrientes que se reivindican por la dictadura del proletariado a una Conferencia Internacional para discutir los desafíos urgentes que tenemos planteados.

Martes, 25 Agosto 2020 13:35

¡Abajo el Lobby Sionista en la UNCuyo!

El 19 de Agosto, el rector de la Universidad Nacional de Cuyo Daniel Pizzi emitió una resolución que adopta “la definición de “antisemitismo” aprobada por la Alianza para el Recuerdo del Holocausto (IHRA). Esta disposición está en consonancia con la resolución N°114/2020 del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación, que invita a los organismos públicos y privados a que la adopten, y en sus fundamentos plantea que “El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto"(http://www.uncuyo.edu.ar/prensa/resolucion-ejemplar-la-uncuyo-adopto-la-nueva-definicion-de-antisemitismo )

Esta definición, que para el lector incauto puede parecer inocente y justa, en tanto condena una evidente aberración como lo fue el holocausto cometido por los nazis, en el contexto actual responde al lobby sionista al cual se rinde tanto Pizzi como el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y al que vienen adhiriendo distintos gobiernos latinoamericanos y de las principales potencias imperialistas. Querer endilgar el antisemitismo a quienes cuestionen a las “instituciones de las comunidades judías” es la forma predilecta que el sionismo ha encontrado para encubrir las atrocidades cometidas por sus “instituciones”, principalmente el Estado de Israel. Este enclave imperialista en Medio Oriente, responsable de cientos de miles de palestinos masacrados, desplazados y privados de sus derechos humanos más elementales, dirigido por el criminal Netanyahu, viene avanzando a paso firme no solo con sus mortíferas bombas, sino también con un permanente proceso de colonización sobre territorios palestinos. El holocausto del siglo XXI es precisamente el que sufren los palestinos en Franja de Gaza y que enfrentan dando su sangre por conquistar su libertad e independencia.  

Para muestra de lo canallesco del accionar sionista, cabe destacar los recientes bombardeos a escuelas, la demolición de hospitales en medio de una pandemia, el asesinato de activistas y un sinnúmero de atrocidades cometidas día a día por este enclave genocida apoyado por los principales países imperialistas. El gobierno de Fernández, que en su primera salida al exterior como primer mandatario visitó a su par israelí y adhirió a dicha campaña sionista, sigue el camino de defender la impunidad imperialista en Palestina y en la misma línea se ha pronunciado en la UNCuyo el rector Pizzi.

Es por esto que rechazamos enérgicamente esta nueva avanzada sionista que busca convertir los actuales victimarios en víctimas y a acusar a toda organización que ose cuestionar las evidentes atrocidades cometidas por los sionistas como “antisemita”. Es por eso que levantamos bien alto las banderas del pueblo palestino y luchamos por la destrucción del Estado de Israel y la construcción de una Federación de Repúblicas socialistas del Medio Oriente que plantee como tarea ineludible la lucha antiimperialista y la eliminación de los gobiernos reaccionarios de la región como parte de un plan de edificación de las bases de una nueva organización social y económica basada en la dirección de la clase obrera. Luchamos por la revolución socialista como forma de acabar con las atrocidades de un capitalismo en descomposición, que se sirve de las ideas más reaccionarias como forma de defender los intereses de la burguesía.

Desde la COR siempre hemos denunciado el accionar genocida del Estado de Israel, mediante campañas públicas y promoviendo acciones de solidaridad internacional proletaria, las que, con motivo de repudiar el bombardeo de Israel al Líbano, nos valieron el accionar persecutorio del régimen universitario mediante imputaciones de militantes por realizar acciones de protesta en la UNCuyo.

Es por eso que llamamos a las organizaciones de izquierda a levantar una campaña común contra esta nueva avanzada del sionismo, exigiendo a los centros de estudiantes, a la FUC y a la FUA la lucha por la derogación de dicha resolución. Instamos a los sindicatos docentes y no docentes a pronunciarse en este sentido, y a unificar acciones en pos de la anulación de la resolución de Pizzi.

 Debemos continuar este camino de lucha antiimperialista y para eso convocamos a las organizaciones revolucionarias para realizar una campaña común. 

  •  ¡Abajo la resolución de Pizzi y el lobby sionista, y los convenios Israel- UNCuyo!
  • ¡Destrucción del Estado de Israel!
  • ¡Fuera el imperialismo de Medio Oriente!
  • ¡Por el triunfo de la lucha del pueblo palestino!

 

CORRIENTE OBRERA REVOLUCIONARIA- RAMA UNIVERSITARIA

Jueves, 20 Agosto 2020 10:38

A 80 años del asesinato de León Trotsky

A 80 años del asesinato de León Trotsky

El 21 de agosto de 1940, en la ciudad de México, era asesinado por un agente del stalinismo León Trotsky. Pero a pesar de este brutal atentado contra el desarrollo de la línea revolucionaria liderada por Trotsky, el imperialismo y sus agentes no han logrado deshacerse de él. Hoy, a 80 años de su muerte, cuando en el mundo se desarrolla una crisis económica de características históricas, en medio de una pandemia producto de la relación del capitalismo con la naturaleza, la burguesía sigue viéndose acechada por los fantasmas que creía ya bien muertos y enterrados. En su decadencia actual, una clase tan parasitaria como la burguesía vuelve a sentir que está en peligro. Y en cierta medida está en lo cierto, porque se ha comenzado a romper todo el andamiaje de posguerra y las instituciones y pactos con distintos Estados que sostenían su equilibrio mundial. Asistimos actualmente a una descomposición del imperialismo. Los procesos radicalizados que se dieron en EEUU después del asesinato de George Floyd por parte de la policía y que expresó una crisis política en el corazón del imperialismo, aún no se han podido resolver. Las ideas y acción revolucionarias de Trotsky siguen estando hoy vigentes como guía para los marxistas revolucionarios del siglo 21, que asumimos las tareas históricas de la lucha contra el capitalismo.

Recuperar el legado revolucionario

El legado teórico y político de Trotsky nos permite encarar estos desafíos desde una perspectiva revolucionaria. Es decir, aplicar el marxismo en tanto método de análisis de las relaciones sociales con el fin de transformarlas; o sea, en tanto guía para la acción revolucionaria.

Actualizar la teoría marxista implica avanzar en el recorrido hecho por Trotsky en cuanto a la Teoría de la Revolución Permanente. Esto es, así como él mismo decía: desarrollar el carácter de la revolución, su nexo interno y el método de la revolución internacional en general. Este último punto es el que debemos desarrollar al calor de los elementos de descomposición del capitalismo y los procesos de asimilación en los ex Estados obreros.

La idea permanentista que incorporó y desarrolló Trotsky es uno de los aportes más importantes a la teoría marxista. Ésta permite entender el desarrollo de los conceptos y sus transiciones, para el estudio científico de las leyes de la economía capitalista, sus instituciones -el sistema de Estados y las formas de Estado, como el bonapartismo-, los procesos de la lucha de clase en la relación con la revolución socialista y las etapas de la dictadura del proletariado. Esta teoría ha quedado tan olvidada, que quienes intentaron “actualizarla” lo que hicieron fue actualizar de forma reformista las tácticas para aggiornarse a la época de posguerra entre dos sistemas y así adaptarse a la conciencia vigente en ese periodo.

Trotsky tuvo que discutir, ante la traición de la III Internacional stalinizada, la recuperación del método y la mecánica del programa. Es por eso que elaboró el Programa de Transición, que, como él decía, nos deja en el umbral de la revolución. Hacía mucho hincapié en mostrar que este programa era un sistema de reivindicaciones transitorias que se proponía atacar las bases del régimen burgués. O sea, desarrollar una de las premisas estratégicas de la III Internacional en su fase revolucionaria, que era la de desorganizar a la burguesía.

Por la reconstrucción de la IV Internacional

La formación de la IV Internacional intentó crear una nueva dirección revolucionaria, con un programa de transición, que fue la expresión de las conclusiones de la Revolución rusa generalizada para todo un proceso. Planteó las tareas históricas del proletariado para destruir el sistema capitalista. Y lo expresó de esta manera: “La Cuarta internacional se puede definir en tres palabras: ¡Por la dictadura del proletariado!”

Sacar las lecciones programáticas de las distintas tendencias centristas que dirigieron la IV Internacional hasta su virtual desaparición es una tarea necesaria para recuperar el Programa de Transición de la influencia estatista, sindicalista y reformistas que llevaron a que muchas corrientes degeneraran y se adaptaran al sistema capitalista.

Reconstruir la IV internacional es intentar saldar la crisis de dirección revolucionaria y preparar la lucha por el poder, recuperar el programa de transición y desplegar la acción revolucionaria ante una crisis mundial que sigue su curso.

Continuar el desarrollo revolucionario

Los revolucionarios nos encontramos ante procesos históricos inéditos, un proceso de descomposición del imperialismo y un proceso de asimilación de los ex estados obreros. Pero tenemos herramientas teóricas y políticas legadas del marxismo. La teoría de Marx y Engels, la teoría de la revolución permanente, la teoría del imperialismo, la teoría del partido revolucionario, el programa de las internacionales en su fase revolucionaria, el programa de transición y tantas lecciones programáticas de procesos vivos de lucha de clase.

La TRCI intenta avanzar en el plano de la teoría y la práctica con la firme convicción de que debemos intervenir como una nueva generación de revolucionarios que rompa con las ideas de los centristas trotskistas de posguerra en la necesidad de regenerar al movimiento obrero y forjar una vanguardia revolucionaria que pelee por la reconstrucción de la IV Internacional, ya que opinamos que es la única forma que se puede recuperar la estrategia marxista.

Reorganizar las fuerzas del trotskismo

Ante este escenario de crisis mundial, pandemia y crisis política en las principales potencias imperialistas llamamos a reorganizar las fuerzas del trotskismo que aun sostienen la necesidad de la dictadura del proletariado. La Conferencia Latinoamericana y de EEUU, llamada por el FIT-U (Argentina) mostró un gran límite, ya que en sus resoluciones no figuran ni la perspectiva de la dictadura del proletariado, ni la pelea por la reconstrucción de la IV. La aceleración de la crisis impone el llamado a una Conferencia Internacional, pero es imperativo que retome las tareas históricas e intente abordar la crisis de dirección revolucionaria al calor de la situación mundial convulsiva.

Jueves, 13 Agosto 2020 20:23

Estallido en El Líbano

Nitrato de amonio, abandonado en cantidad de 2.750 toneladas, desde hace 6 ó 7 años según la fuente, en el puerto y a corta distancia del centro de la ciudad más importante de un pequeño país del mediterráneo oriental. Fue la causa inmediata de la voladura de Beirut, el martes 4 de agosto, que tuvo como saldo al menos 220 muertos, 7.000 heridos y la destrucción de viviendas de unas 300.000 personas. Entre los muertos, muchos trabajadores y la destrucción total de la oficina del Sindicato de Marinos del Líbano; aunque no se trata solamente de una masacre laboral: es la expresión cruda de la descomposición de las estructuras de un semi-Estado burgués. El puerto, manejado conjuntamente por 2 organismos estatales, la Autoridad del Puerto de Beirut y la Autoridad Aduanera, albergaba los silos de trigo con que se alimenta gran parte de la ciudad, que fueron destruidos. Y era la principal vía de comunicación del país. La anarquía capitalista y un Estado descompuesto son la explicación de la deflagración.
Luego de la conmoción inicial, las calles de Beirut volvieron a la efervescencia que viven desde septiembre del año pasado. Las movilizaciones, atizadas por la destrucción de la ciudad que endilgan correctamente al gobierno burgués y sus funcionarios, llevaron al enfrentamiento con las fuerzas represivas, a la toma de ministerios durante el fin de semana, hasta la caída del gobierno del primer ministro Hassan Diab el lunes 10/8. Aunque también se pide la cabeza del presidente Michel Aoun y del parlamento en pleno, lo que habilitaría el adelanto de las elecciones. Este “que se vayan todos”, que se identifica con el carácter espontaneo y con falta de claridad de objetivos de las movilizaciones con elementos semi-insurreccionales, no constituye un programa y deja abierto el debate sobre cómo debemos responder los revolucionarios y la vanguardia ante el problema del poder.

Pandemia y procesos de masas

En El Líbano, el proceso de lucha se viene dando desde septiembre del año pasado, llevando a la caída del anterior primer ministro, Saad al-Hariri, en noviembre. No se trata de dos procesos independientes: la crisis económica y social en el país detonó en simultáneo con las movilizaciones en Irak, y también en otras regiones del globo, donde se destacan los procesos en Ecuador, Chile y otros países de Latinoamérica y el Caribe. Estos procesos, impulsados por el inicio de una caída acelerada del crecimiento de la economía mundial y un endurecimiento del mercado crediticio, que llevó a la crisis de deuda en El Líbano y Ecuador, no fueron derrotados. La pandemia y el ensayo general reaccionario de las políticas de cuarentena de los diferentes Estados, a lo sumo marcaron un impasse pero para nada cerraron los procesos y mucho menos solucionaron los elementos estructurales que los determinaban. Por el contrario, la pandemia aceleró de manera explosiva la crisis del capitalismo mundial. En El Líbano, de hecho se produjeron las primeras movilizaciones en medio de la cuarentena. Todo esto, mucho antes de la masacre del puerto de Beirut, que es un elemento que inflama aún más el estado de ánimo de los sectores en lucha.

Descomposición imperialista

Para comprender las fuerzas elementales que se debaten en El Líbano, debemos dimensionar la situación de la región del llamado Medio Oriente en su conjunto. El estallido de la crisis de 2008, de la cual la actual es continuidad pero no de forma lineal, produjo un proceso de lucha de clases en la región por el quiebre de las viejas instituciones estatales, que llevaron a la caída de dictaduras de décadas (Mubarak en Egipto, Ben Alí en Túnez, Gadafi en Libia). Este proceso de luchas fue derrotado y desviado hacia enfrentamientos fratricidas encabezados por direcciones contrarrevolucionarias como el islamismo o el nacionalismo burgués, por un lado, y la intervención abierta del imperialismo y sus agentes, en particular del gendarme israelí, enclave impuesto por el imperialismo para mantener el orden en la región. La derrota de estos procesos no significó una solución de los viejos problemas, todo lo contrario. El imperialismo, en el avance del proceso de su putrefacción estructural, agudizó todas las contradicciones, deteriorando aún más las estructuras de los semi-Estados, que en Medio Oriente en particular son aberrantes construcciones impuestas en el período de entre guerras por componendas entre las viejas metrópolis coloniales: Francia e Inglaterra. La actual etapa de la crisis, agudizada por la pandemia, acelera las tendencias centrífugas que presionan a cada semi-Estado de la región. Y sobre esas tendencias es que podemos entender la influencia de Irán, Turquía y Arabia Saudita, y otros tantos semi-Estados que defienden intereses de sub burguesías que intentan acomodarse ante el tambalear del equilibrio del sistema de Estados y la anarquía económica y social determinada por la descomposición imperialista.
En particular, la crisis abierta del semi-Estado libanés se tornó en fractura expuesta a partir de una aceleración de la fuga de capitales del sector financiero a mediados de 2019, que condujo a la devaluación de la libra y a una inflación del 60%, aumento del desempleo y del hambre, a partir del encarecimiento de los alimentos básicos como el trigo y el pan. Esta situación social se torna en un cuadro dantesco si le sumamos la cantidad de refugiados palestinos y, más recientemente, provenientes del éxodo sirio provocado por la guerra civil. Luego de la caída de Hariri, el gobierno de Diab decretó el default de la deuda, que alcanza la friolera del 170% del PBI del país. Las negociaciones con el FMI para habilitar uno de sus créditos de rescate, condicionados por las conocidas medidas de ajuste, cruza la situación, hasta la actualidad. Luego del estallido del puerto, Macron también aparece como supuesto benefactor, condicionando a su vez un rescate de donantes de la ONU a una comisión investigadora independiente, es decir, manejada por la ex metrópoli con sede en París, para la reconstrucción. Desde el aspecto militar, el asedio de las fuerzas de defensa israelíes en la frontera son una constante, más después de la guerra de 2006.
La incapacidad para controlar el puerto y la banca, los dos pilares económicos del país, por parte de la sub-burguesía libanesa, demuestra su grado de parasitismo, y la descomposición absoluta del Estado que dirigen. Las fuerzas centrífugas determinadas por la anarquía capitalista y la descomposición imperialista lo carcomen desde los cimientos. El movimiento obrero debe oponer a esta tendencia a la barbarie el control obrero de las ramas, empezando por la necesaria reconstrucción de la infraestructura. Claramente, esto no es posible sin enfrentar hasta el final las fuerzas del aparato burocrático militar que siguen en pie.

¿Una salida “nacional”?

Sectores de la izquierda, como el Nuevo Mas o el PTS, soslayan estos elementos estructurales que determinan la actual crisis en El Líbano. O sólo consideran las determinantes internacionales desde un punto de vista geopolítico, típicamente el PO. Es innegable que El Líbano está atravesado desde su constitución como Estado burgués por un mosaico de comunidades étnico-religiosas que han llevado a un engendro de régimen político en su cima. El régimen libanés es un acuerdo entre facciones político-religiosas que pretende asegurar un “equilibrio” entre las diferentes direcciones burguesas y pequeño-burguesas: el presidente debe ser cristiano maronita, el primer ministro suní y el presidente de la Asamblea Legislativa un chiíta. Es una ilusión resolver este problema a través de una reforma de tipo constitucional (Asamblea Constituyente), democratizando el régimen a partir de un sistema de voto proporcional “a la francesa”. Aunque parezca contradictoria, fue la Francia de la revolución burguesa y su igualdad ante la ley (igualdad abstracta) la que determinó que el régimen burgués en su ex colonia tuviera esa forma determinada, pero no lo es: la semicolonia no se desarrolló a imagen y semejanza de la metrópoli, sus deformaciones bajo la ley del desarrollo desigual y combinado están determinadas por el desarrollo (descomposición) del sistema imperialista. Y esto sucede con el conjunto de la región. No hay que olvidar que la creación de estos semi-Estados “independientes” y separados en Medio Oriente es un aborto imperialista, coronado en 1948 por la creación de Israel.
Para acabar con la dominación imperialista en la región, con los mandatos de Francia y demás potencias europeas, de EEUU y el FMI, que negocian sus términos de dominación sobre terreno literalmente arrasado, el programa es el de la destrucción de Israel y la lucha por una Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente, como forma estatal de la dictadura del proletariado. Es necesario preparar una dirección obrera a la altura de los procesos que seguramente se profundizarán. Es lo que fundamenta el llamado que desde la COR Argentina y la TRCI venimos haciendo a una Conferencia Internacional de aquellas corrientes que defiendan la dictadura del proletariado, que intente abordar la crisis de dirección revolucionaria al calor de la situación mundial convulsiva.

Domingo, 09 Agosto 2020 21:24

Argentina hundida

Argentina hundida

El festejo del conjunto de las fracciones burguesas, pequeño burguesas y toda la burocracia sindical por el acuerdo de la deuda con los acreedores privados muestra una vez más -si hacía falta- el parasitismo de una clase que no produce nada y que debe vivir a expensas de la explotación de los trabajadores. Debe ser servil al capital extranjero para sostener al semi Estado. Para pagar la deuda con los fondos privados y con el FMI en un futuro acuerdo, el gobierno ya se prepara para algunas reformas como la laboral, previsional y la recién presentada reforma judicial. En el plano económico es un ajuste en todas las líneas, devaluación, acuerdo de precios y salarios, liberación de tarifas, entre otras medidas.

El festejo se produce en medio de un aumento de contagios y muertes por la pandemia, en que el gobierno se jacta de haber invertido 200 pesos por día con el IFE para más de 9 millones de trabajadores desocupados y un subsidio sideral a las empresas para garantizar parte de los salarios. Y gran parte de esa plata para subsidiar a los empresarios y las migajas para el conjunto de la población salió de los fondos de la ANSES, es decir, de la plata de los jubilados y de los futuros jubilados. Todo un mensaje.

Todas las alas de la burguesía y los partidos patronales estaban a favor de que se llegara a un acuerdo con los fondos privados. Una vez acordada la entrega, las distintas fracciones capitalistas también llegaron a la conclusión que se puede presionar y conseguir todo lo que pidan, después de conocer cómo negocio la deuda el gobierno. Y en esta conclusión no se equivocaron. El gobierno cedió en absolutamente todo, por eso no pueden ni siquiera presentar como una quita de deuda, sino sólo una extensión de los plazos de pago y una reducción de intereses. La euforia del acuerdo les duró poco, ya que la brecha del tipo de cambio siguió en aumento. Además, el supuesto ahorro que dicen haber conseguido es ficticio, porque esa plata no la tenía el Estado para pagar. Simplemente.

La oferta original de Guzmán, allá por abril de este año, comprendía reconocer alrededor de U$S 40 por cada U$S 100 adeudados. Ahora, el Gobierno está reconociendo U$S 54,8 de cada U$S 100 adeudados. Podría decirse que logró reducir un 45% la deuda, pero eso no es así, ya que se comprometió a pagar el 98% del capital de los títulos de propiedad de la deuda y, si los bonistas pretenden capitalizar el acuerdo, esos bonos los adquirieron en el mejor de los casos a U$S 30. Fenomenal ganancia.

El peronismo quiere mostrar este acuerdo como un acto de soberanía e intenta presentar que tuvieron que hacerlo por el endeudamiento de Macri. Pero debemos recordar que la reestructuración de Guzmán comprende una parte importante de deuda emitida durante los gobiernos kirchneristas. Ambas fracciones burguesas han demostrado su subordinación al imperialismo. La relación de una semicolonia como la Argentina, no es de dominación, sino de dominado, es por esto que no existe una burguesía independiente, sino que depende de los designios de los países imperialistas.

Lo que debemos dejar en claro es que un Estado burgués se financia con impuestos y deuda pública. El mecanismo de la deuda externa implica tomar capital a préstamo y pagar anualmente a sus acreedores cierto interés por el capital prestado, en este caso, los fondos privados y, dentro de poco el FMI. En este caso hay una particularidad entre el Estado y el prestamista, el acreedor no puede romper con su deudor, sino vender el crédito, su título de propiedad, ya que el capital ya ha sido consumido, gastado por el Estado, ya no existe. Para este tipo de capital ficticio es, como diría Marx, valor pasado. El capital de la deuda pública sigue siendo capital puramente ficticio cuyo valor no corresponde con algún capital real.

Otras de las características del Estado burgués es que mediante las actividades de este no se produce ningún plusvalor. El estatismo es una política que intenta negar esta característica de los Estados tratando de que éste salve ramas de producción para seguir manteniendo a capas parasitarias. Por ejemplo, la estatización de empresas. Para pagar la deuda estatal, es decir, los intereses de los bonos que los acreedores logran capitalizar, ese dinero sólo puede salir de un sólo lugar, que es donde se produce el valor y el plusvalor. Nos referimos a la producción, a la explotación de los trabajadores. El canje por nuevos bonos, sus intereses y sus plazos están determinados por el nivel de ajuste a la clase trabajadora que está dispuesta a implementar nuestra clase enemiga. Es, en realidad, un derecho sobre el trabajo futuro que producirá supuestamente el plusvalor del que el interés (una retribución por la pura propiedad) será una parte.

Así se pagan las deudas en el sistema capitalista, creer que esa plata que destinan los gobierno para pagar la deuda externa se podría destinar para otras cosas, es totalmente delirante, es plata que no existe. Por eso no pagar la deuda externa significa una pelea por la destrucción del Estado burgués, atacando al régimen burgués en su base, en la producción.

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