Detenido herido y desaparecido por la policía tucumana el viernes 15/5, el cuerpo del obrero rural Luis Armando Espinoza apareció este 22/5 en un acantilado, embolsado y encintado, en la zona de Alpachiri (Catamarca) a escasos metros del límite provincial con Tucumán.
A una semana de la desaparición de Luis a manos de la policía tucumana, Alberto visita a Manzur para darle apoyo político tratando de estrechar relaciones con los gobernadores peronistas en momentos en que se extiende la negociación con los bonistas y se aviva la disputa al interior de cada una de las coaliciones, oficialista y opositora, burguesas. La contracara, es el cuerpo de Luis, asesinado y arrojado al fondo de un barranco, a manos de la policía asesina, esa lacra impune del aparato represivo que es el Estado.
Luis, junto a su hermano Juan, pasaban en cercanías de un operativo de la policía que dispersaba a un grupo de personas reunidas pese a la cuarentena en el departamento de Simoca, cuando fueron sometidos por la policía. Juan fue golpeado y antes de perder el conocimiento alcanzó a ver que la policía disparó contra su hermano, quien fue cargado en una camioneta. Desde ese momento, Luis se encontraba desaparecido hasta hoy. La familia y amigos de Luis se movilizaron de inmediato para exigir su aparición con vida, cortando la ruta y denunciando a la policía como responsable.
Dos de los agentes bajo investigación por este hecho, Claudio Zelaya y Gerardo González Rojas ya tienen una denuncia previa por la muerte a golpes, bajo custodia policial de Alan Andrada, un joven de 20 años detenido a la salida de un boliche en 2018. Hecho aún impune. Además de estos dos, están bajo averiguación del delito de desaparición forzada, Rubén Montenegro (subcomisario), y los oficiales José Morales René Ardiles, Víctor Salinas, Miriam González, José Paz, Romano y un civil, empleado de seguridad privada del municipio de Monteagudo, Héctor Villavicencio.
La cuarentena, como medida estatal de control burgués de la circulación de las mercancías y de la fuerza de trabajo, como medida estatal de resguardo de los intereses de las patronales frente a la crisis económica mundial, está mostrando su carácter antiobrero. La multiplicación de los contagios, la muerte de Ramona y tantas más en las villas de Buenos Aires, y la represión que acompaña el despliegue de las fuerzas de seguridad en el territorio son el resultado de esta política. La cuarentena fue la excusa patronal para el abandono a su suerte de miles de obreros rurales en todo el país, tras ser explotados para la cosecha en la Patagonia y en Cuyo, mientras miles de trabajadores de la ciudad la viven como suspensiones, despidos y abusos patronales de todo tipo. Y también fue la excusa para la represión que se cobró la vida de Luis.
Sólo con métodos obreros podemos imponer justicia para Luis y castigo a los responsables de su asesinato. A manos de la justicia burguesa, veremos otro capítulo más de impunidad en la cuna del terrorismo de Estado. ¡Disolución de la policía y las fuerzas represivas! Las centrales sindicales deben llamar a un paro general en repudio a este crimen contra nuestra clase, y contra el desastre que significa el manejo de la pandemia en manos del Estado burgués. Con estos ejes, instamos a movilizar en todo el país, y en CABA a la Casa de Tucumán, a las corrientes de izquierda, a los sectores combativos del movimiento obrero y del movimiento estudiantil, y a los organismos de derechos humanos independientes del gobierno. Contra toda tregua y conciliación a la que nos lleva la burocracia, necesitamos armarnos de un programa de control obrero de la producción, de escala móvil de horas y salarios, y preparar un plan de lucha que nos permita avanzar en centralizar en nuestras manos las acciones de la salida a la crisis.