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El 13 de octubre, después de más de 10 días de enfrentamiento en las calles, el presidente de Ecuador anuló el decreto en disputa; pero planteó que lo reemplazará con otro, consensuado con la mesa de negociación que se había formado ante la crisis, entre los representantes de la ONU, la Iglesia y la dirección de la CONAIE. Es un retroceso importante del gobierno ante el levantamiento, pero el ataque del FMI sigue en curso.

En estos días estamos presenciando el levantamiento de masas en Ecuador ante el ataque del gobierno de Lenin Moreno, con libreto del FMI, al conjunto de la población para garantizar las condiciones de dominación del imperialismo y salvar a una burguesía raquítica y pequeña burguesía pro imperialista de una nueva crisis.

La inmediata respuesta de la gran mayoría de las masas contra las medidas que solicitó el FMI es un duro golpe para esta institución, creada en la posguerra y que, ante un periodo marcado por una acelerada descomposición del imperialismo y sus instituciones, muestra de forma descarnada la crisis en la que está envuelta el FMI, no sólo en Ecuador, sino también en el caso de Argentina, por ejemplo.

La crisis del gobierno de Lenin Moreno expresa la debilidad estructural que tienen los bonapartismos sui géneris como forma de poder estatal, en su relación con el imperialismo y las masas. La dominación del imperialismo norteamericano en América Latina, en momentos de debilidad histórica, muestra a las claras que cada vez se le complica más imponer sus políticas y, con ellas, sólo logra descomponer aún más los semi Estados y las burguesías y pequeñas burguesías autóctonas. Casos sobran para ejemplificar, como Venezuela, la crisis política en Perú, la crisis de todas las formaciones llamadas progresistas en América Latina. Si bien no hay en el horizonte ningún país que logre imponer su hegemonía, ya que sus competidores, como China y Rusia, aún no logran restaurar el capitalismo en sus ex Estados obrero, sí aprovechan estas contradicciones mundiales para exportar sus capitales. Ecuador es un ejemplo de esto, donde la influencia de China, propiciada por el anterior gobierno de Correa, ganó posiciones en la rama petrolera.

El ajuste a la medida del FMI y el imperialismo

El pasado 1° de octubre, como parte de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional, el gobierno de Lenin Moreno lanzó un paquete de medidas que eran un terrible ataque a las masas ecuatorianas. Por medio del Decreto 883 estableció el fin de los subsidios a los combustibles, lo cual se traduce en un aumento en el precio del transporte y de todos los productos básicos. Los principales afectados eran los transportistas y los sectores campesinos, además de las grandes masas.

Los trasportistas fueron los que primero negociaron con el gobierno un aumento de los pasajes y se retiran de las manifestaciones que habían impulsado al principio. El protagonismo de las protestas quedó centralmente en manos del movimiento indígena, agrupado en la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE).

Otro ataque fue la reforma laboral, con medidas como la reducción del salario de un 20% para todos los nuevos trabajadores, habilitar por un año la contratación a plazo fijo y achicar el período vacacional de los empleados públicos a la mitad. Nuevos avances en materia de flexibilización de las condiciones de trabajo. Por medio de la reforma tributaria se les quitará un día de sueldo por mes a todos los empleados estatales.

Levantamiento de masas y lucha callejera

La respuesta de las masas no se hizo esperar, con grandes movilizaciones en Quito, corte de rutas, tomas de instituciones gubernamentales en el interior y duros enfrentamientos con las fuerzas represivas que desplegó el gobierno. Lenin Moreno aprendió de los anteriores levantamientos y trasladó el gobierno a Guayaquil, donde la burguesía ecuatoriana felicitaba las medidas dictadas y, sobre todo, la que planteaba la condonación de las deudas de dicha fracción.

Con el pasar de los días, el conflicto se fue radicalizando y la lucha abierta en las calles ya daba 5 mártires en manos de las fuerzas represivas. Moreno intentó abrir un canal de dialogo, pero sin modificar el decreto, luego retrocedió y aceptó discutirlo, pero imponiendo un toque de queda y una militarización de Quito.

En esta lucha el proletariado ha intervenido de forma diluida y quien dirige las movilizaciones es la CONAIE, dirección indígena, y algunos partidos maoístas. En el proceso mismo de la lucha comenzó a desarrollarse una vanguardia, al calor de los enfrentamientos, que ya no respondía a estas direcciones y se combinaba con un sector urbano que no aceptó el toque de queda y salió a hacer cacerolazos masivos. 

La CONAIE y los grupos maoístas son direcciones de conciliación de clases que siempre buscan aliarse a algún sector de la burguesía y pequeña burguesía para negociar, no es su estrategia la lucha por el poder ni hacer avanzar a las masas hacia un desarrollo revolucionario. Es lo que hicieron al aceptar la negociación con Moreno, aislando a los sectores de vanguardia que aún seguían luchando. Escenario que aprovechó el gobierno para reforzar la represión.

Es imperioso que los trabajadores intervengan de forma independiente en esta crisis, poniendo bajo control obrero a la rama del petróleo, por una revolución agraria para expropiar a los expropiadores. Por un paro nacional que unifique las filas del proletariado y el pueblo pobre y que plantee: Abajo Lenin Moreno. Fuera el FMI. Por un Gobierno Obrero.

El pueblo ecuatoriano ya ha pasado por distintos engaños con supuestas formas democráticas, como la asamblea constituyente de Correa, la reciente historia de levantamientos muestra la fuerzas potenciales y disposición a la lucha, recordemos la salida de Bucaram (1997), Mahuad (2000) y de Lucio Gutiérrez (2005).

Debemos impulsar desde las filas del marxismo revolucionario la mayor solidaridad internacional al levantamiento en curso y llamar a una Conferencia Latinoamericana a las corrientes que aun reivindican la dictadura del proletariado, para dar respuesta a la necesidad de desarrollar una dirección revolucionaria discutiendo un programa internacionalista, en el camino de la reconstrucción de la IV Internacional.

Los trabajadores estatales precarizados de la provincia de Córdoba vienen sosteniendo una lucha contra la precarización laboral y la miseria salarial impuestas por el gobierno de Juan Schiaretti, con la complicidad de la burocracia sindical y en particular de José Pihén, actual dirigente del SEP y la CGT Córdoba. Ese mismo Pihén que aceptó, junto a Monserrat de la UEPC, terminar con la ya de por sí engañosa cláusula gatillo a cambio de un miserable bono de $3.000 en 2 cuotas como paliativo ante la devaluación, bono que además no alcanza a los precarizados. El proceso de organización mediante asambleas, apoyado en conflictos anteriores como el de las compañeras del Polo de la Mujer y de otras reparticiones, se postula como una lucha generalizada contra la precarización laboral en una de las principales empresas capitalistas de la provincia, el propio Estado burgués. La patronal-Estado muestra así su verdadero rostro, y las mentiras de la lucha contra el trabajo precario, que el propio gobierno alienta con los planes de empleo como el PPP, PPP joven, el PILA y tantos más.

Esta lucha se da además en una coyuntura nacional de crisis, con el brutal impacto en los salarios de la devaluación pos PASO y los planes de más ajuste y reformas antiobreras que negocian Macri y Fernández con el FMI. Abre la perspectiva de romper la paz social que pretenden imponernos los candidatos a presidente, los patrones y la burocracia sindical de las CGTs y las CTAs. La lucha que están iniciando los estatales  precarizados de Córdoba tiene enorme importancia para el conjunto de la clase obrera. Plantea la posibilidad de conquistar el pase a planta de todos los precarizados, un contrato único para todos los trabajadores estatales, el salario inicial igual a la canasta familiar indexado a la inflación, entre otras conquistas centrales para poner de pie a nuestra clase.

La posibilidad de la afiliación sindical no es menor, ya que permite establecer relaciones de fuerzas favorables a nuestros intereses de forma colectiva ante la patronal. Es necesario imponer junto a los delegados combativos la afiliación de los precarizados al SEP, y si se decide encuadrarse en otro sindicato, hacerlo siempre a partir de una decisión colectiva. Luchemos por la unidad, no a través de los acuerdos de cúpula de las burocracias sindicales, sino a partir de asambleas conjuntas en cada repartición, donde participen trabajadores de planta y precarizados, sin distinción de afiliación sindical. Elijamos delegados paritarios con mandato de asamblea, para que la negociación con el gobierno no quede en manos de los burócratas de siempre, sino de luchadores que respondan a las bases. Por una paritaria estatal única, que incluya a los docentes. Avancemos en un plenario provincial de delegados con mandato que se plantee la deliberación y vote el paro provincial con toma de edificios como parte de un plan de lucha para conquistar todas las demandas. Una instancia así es fundamental en este momento donde más necesitamos centralizar nuestras fuerzas para poder dar una salida a la crisis desde nuestros intereses.

Recuperar nuestros sindicatos y centrales obreras de manos de la burocracia sindical es una tarea central. Tomemos el ejemplo de los trabajadores y el pueblo ecuatorianos que enfrentan en las calles los planes del FMI y el de los docentes de Santa Cruz y demás trabajadores que en nuestro país se nieguen a “salir de las calles” para “irse a dormir” como les reclaman Macri y Alberto. El único camino es la lucha con los métodos de la clase obrera y tras una salida de independencia de clase.

  • Por el pase a planta permanente, ya! Contrato único para todos los estatales.
  • Salario inicial igual a la canasta familiar indexado a la inflación.
  • Recuperar los sindicatos y centrales de manos de la burocracia.
  • Por un congreso de delegados con mandato de base.
  • No al pago de la deuda externa. Fuera el FMI de América Latina.

COR Regional Córdoba
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Por Regional Zona Norte GBA.

    La judicialización de la lucha obrera es una herramienta frecuente de las patronales y el estado para intentar disciplinar a los trabajadores y su organización sindical. Mas aún, cuando se trata de trabajadores combativos. Un ejemplo de esto, es lo que está haciendo la patronal de FATE al iniciarle juicios de desafuero a dirigentes y delegados del SUTNA como Ariel Godoy (Sec. Nac. de Seguridad e Higiene), José Meniño (Sec. Gral. Seccional San Fernando) y José Orellano (delegado de planta), entre otros compañeros.

    FATE inicia estos juicios como represalia a las medidas de fuerza tomadas en marzo de 2018. Por entonces, el SUTNA realizó acciones gremiales -que incluyeron 4 días de paro- por un “accidente” en el que casi pierde la vida el obrero Javier Bertolotti. La empresa respondió montado una serie de provocaciones (intentó de sacar camiones, choques físicos con Madanes Quintanilla en persona, etc.) y que son ahora muchos de “sus” argumentos para intentar los desafueros.

    Con posterioridad, el SUTNA realizó una investigación de dicho “accidente” donde determinó la culpabilidad de FATE: falta de previsión, falta de inversión en seguridad en la máquina y el exceso en los ritmos de producción. Esto mismo fue incluso reconocido por la SRT (Superintendencia de Riesgos del Trabajo). Sin embargo, un año y medio después, estos dirigentes y delegados son llevados al banquillo de los acusados por la patronal y en donde jueces y fiscales que nada saben cómo se produce un solo neumático, ni cómo son las condiciones de higiene y seguridad en la fábrica, serán los que “definan” sobre la actuación de estos compañeros.

   De lo que se trata realmente, es mediante esta judicialización, de aleccionar, limitar o privar de determinados métodos de lucha a los trabajadores. La patronales, echan mano con este objetivo a las leyes que atan los sindicatos al estado. Una de éstas es ley de asociaciones sindicales. Hay que rechazar de plano toda injerencia del estado en nuestras organizaciones.

    Llamamos a apoyar firmemente la pelea contra los desafueros a los compañeros del SUTNA. También por la inmediata absolución de los 5 choferes de la línea 60. Al cierre de esta nota, se conoció un fallo del juzgado N°6 de San Isidro que rechazó el pedido de desafuero contra Ariel Godoy. El resto de los juicios del Sutna aún esperan por sentencia, lo mismo el de los compañeros de la 60.

    Se hace urgente la necesidad de impulsar desde los sectores combativos una campaña nacional por la anulación de la ley de asociaciones sindicales y por la independencia de los sindicatos del estado. El llamado "pacto social" de Fernández, la tríada de estado, patronales y burocracia, buscará utilizarlas cada vez más contra el movimiento obrero y los luchadores. El SUTNA recuperado podría jugar un rol progresivo convocando al resto de los sectores antiburocráticos a realizarla. Una pelea íntimamente ligada, a conformar una alternativa de clase al peronismo en los sindicatos y el movimiento obrero, para la lucha revolucionaria contra el capital.

 

El 3 de octubre, Hugo Yasky realizó un acto de campaña para Alberto Fernandez y el Frente de Todos en el microestadio de Lanús. Su principal anuncio: el comienzo de las negociaciones para el regreso de la CTA, en realidad de la fracción que él conduce, la CTA de los Trabajadores, a la CGT. Lejos de llorar el proyecto fracasado de la CTA de los orígenes, como hacen Cachorro Godoy y su sector, debemos destacar algunos elementos centrales como un aporte para la orientación de la vanguardia, específicamente de los trabajadores estatales, en la actual situación.

Fortaleciendo el acuerdo de paz social

El acto de Lanús contó con la presencia de Alberto en persona; en el mismo momento en que el candidato peronista ejercía presión para que los pilotos de Aerolíneas Argentinas y Austral levantaran un paro de 48hs. en el marco de la paritaria. Presión que finalmente, cena con el burócrata Biró de por medio, surtió efecto. También estuvieron en el acto, junto con otros burócratas cegetistas, Omar Plaini y Hugo y Pablo Moyano, detrás del objetivo de unificar las filas de la burocracia sindical peronista para sostener al futuro gobierno de los Fernández. Es importante notar la ausencia de la CGT oficial, encabezada por Daer y Acuña, que en ese momento estaba reunida para discutir el futuro de la central; este sector de la burocracia se opone tajantemente a incorporar a la CTA, reconocer sus sindicatos y, sobre todo, otorgarle congresales en un futuro congreso. Quienes participaron del acto de Lanús fueron los sectores del Fresimona y la Corriente Federal, que son sólo una fracción, y no están participando orgánicamente, de la CGT. Buscan utilizar a la CTA-T, al igual que a los movimientos sociales, como fichas en la negociación con los Gordos y otros sectores para volver a una CGT unificada para asumir su rol en el Pacto Social de los F-F.
Alberto viene de hacer un ostentoso acto de campaña en Mendoza para apoyar a la luego derrotada Fernández Sagasti donde compartió almuerzo con el gobernador Arcioni, responsable de mantener sin sueldos a los docentes y estatales de Chubut, y responsable de la muerte de 2 compañeras en lucha. Yasky muestra coherencia: mientras disuelve su central para garantizar la paz social a la patronal, sólo se ha limitado a paros testimoniales de la Ctera, que la burocracia no garantiza, por los docentes de Chubut, dejándolos aislados en los hechos.
La “unidad” de las centrales sindicales que ofrecen estos sectores de la burocracia sindical no puede tener otros fines que garantizar las negociaciones con el FMI y la transición presidencial pactada, manteniendo a flote al moribundo gobierno de Macri hasta diciembre, aunque esto cueste miles de despidos y suspensiones más, la aceleración de la caída del salario real vía inflación y la destrucción de nuestras condiciones de trabajo.

Fracaso del proyecto centroizquierdista

La CTA vive una profunda crisis desde hace años. Nació como un proyecto político-sindical reformista, que intentó expresarse en diferentes proyectos electorales, llegando a la debacle de su apoyo al gobierno de la Alianza de De La Rúa. Los “principios” de la CTA, que tanto defienden hoy Cachorro Godoy y el ala contraria a la integración a la CGT, se basan en la disolución del carácter obrero de la organización sindical a través de la afiliación individual a la central (diluyendo a los sindicatos por rama) y la atomización de los sindicatos a partir de la creación de sindicatos paralelos en los diferentes sectores de trabajo. Todo esto poniendo eje en un “nuevo modelo sindical” sancionado por Ley y en general en la reforma del Estado burgués a partir de la implementación de “políticas públicas” progresivas, tomando como ejemplo al PT de Lula. Este programa terminó llevando a la ruptura de 2010, con la fracción Yasky integrándose plenamente en el kirchnerismo, los pagadores seriales de la deuda externa, mientras la otra fracción (ahora arrepentida), la de Michelli, unía filas con la Sociedad Rural y los sectores burgueses del campo entre los que se contaba a la Federación Agraria… pequeños patrones ¡afiliados a la CTA!
Nada queda de la centroizquierda argentina, hoy embarcada en el proyecto de un peronismo que busca su propia unidad, haciendo de comparsa en la negociación de una eventual unificación de la burocracia de la CGT sustentada por la ley de asociaciones profesionales del “unicato” y los millones de pesos de las obras sociales. Yasky y la CTA-T dejan en claro con su acto en Lanús que han depuesto las armas en la pelea por la personería de la central, personería que el kirchnerismo prometió pero jamás otorgó, priorizando las relaciones con los viejos caciques de la CGT. Mientras, la CTA-A se resiste a hacer el papel de segundo violín pero llama a votar a Alberto Fernández en octubre y no desarrolla ninguna política para enfrentar el acuerdo de Paz Social. La CTA en todas sus variantes, al igual que el conjunto de la centroizquierda argentina, están cada vez más cerca del lugar que tienen reservado en el basurero de la historia.

Las tareas de los estatales

Los trabajadores estatales nos enfrentamos a un difícil panorama, tal cuál nos indican cínicamente Yasky y Moyano. No sólo Alberto y las diferentes facciones de la burguesía se preparan para renegociar los términos del acuerdo con el FMI que implicará el avance en las reformas laboral, previsional, fiscal, educativa y demás medidas que exige el organismo, tal como muestra su actual intervención en Ecuador con la correspondiente respuesta de las masas en las calles. No sólo eso, además la burocracia sindical pretende unificarse para hacer pasar este ataque a rajatabla sobre nuestra clase. La necesaria unidad de la clase obrera para enfrentar estos ataques se opone por el vértice a la unidad de la burocracia sindical traidora de los Yasky, los Moyano, los Daer, los Pignagnelli, los Caló, los Godoy y tantos otros agentes de los patrones en nuestras propias filas.
Debemos impulsar asambleas en las escuelas, hospitales y reparticiones estatales para deliberar y discutir una salida obrera, con independencia de clase, a la crisis. Impulsemos el llamado a imponer un Congreso de delegados con mandato de base de todos los sindicatos, estatales, de servicios e industriales, donde se conquiste la verdadera unidad pero con el objetivo de enfrentar la transición pactada Macri-Alberto y echar al FMI de Argentina y toda la región. Uniendo lazos con los trabajadores ecuatorianos, brasileros, centroamericanos y de todos los países de Latinoamérica, buscando la unidad con el proletariado de EEUU que también está protagonizando grandes huelgas contra las patronales imperialistas como en General Motors. En ese congreso, deberemos discutir un programa que contemple el aumento de emergencia para alcanzar la canasta básica familiar, la reincorporación de todos los despedidos, el pase a plata permanente o efectivización para barrer con la precarización laboral, el control obrero de las fábricas y de las empresas de transporte y servicios, las escalas móviles de horas de trabajo y salarios, la desorganización del estado burgués por parte de los estatales, para desarrollar la potencia del proletariado frente a la anarquía capitalista. Fuera las manos del Estado de nuestros sindicatos y centrales, abajo la Ley de asociaciones profesionales.
Recuperemos los sindicatos de manos de la burocracia, pongamos en pie oposiciones sindicales revolucionarias en cada rama. Peleamos por una Central Única de Trabajadores basada en esta deliberación de nuestra clase, como organización poderosa que permita a los sindicatos imponer un paro activo nacional y un plan de lucha con toma de fábricas y ministerios para derrotar el plan del FMI.

La Terre es una cooperativa de Mendoza formada por sus trabajadores, este emblema del sector de la alimentación dedicada al procesamiento de hortalizas frescas y productos agroindustriales fue recuperada y puesta en marcha a partir de la quiebra en 2014 de las ex industrias Matas.

En ese entonces la quiebra dejó sin empleo a más de 400 trabajadores y luego de varios años de peleas con los diferentes gobiernos y múltiples presentaciones ante juzgados y la justicia, un grupo de trabajadores de la ex Matas que resistió en la planta y conformó la cooperativa, logró la puesta en marcha de la producción y abastecimiento a otras industrias. Hoy, por intermedio de la justicia burguesa, la jueza de Concursos y Quiebras, la Dra. Gloria Cortez comenzó un proceso de subasta de la empresa adjudicándola al empresario del ajo, Mariano Ruggeri, pese a las distintas acciones tomadas por los obreros resistiendo incluso posibles desalojos por parte de las fuerzas represivas del Estado mendocino.

Esto demuestra   el carácter de clase que posee la justicia y las instituciones del Estado frente a los problemas de los trabajadores. Todo el esfuerzo realizado por los obreros de La Terre durante estos años para renovar las líneas de producción y levantar la planta, resistiendo ataques de empresarios, la inactividad intencional de los gobiernos radicales y peronistas y la nula respuesta de los sindicatos ligados a la alimentación, pretende que vuelva a las manos de la propiedad privada y los empresarios interesados. El cuento lo conocemos todos en Mendoza: los empresarios pymeteros funden las fábricas, dejan tirados a los laburantes, las cooperativas o el Estado provincial sanean las cuentas, levantan la producción, y aparecen otra vez los parásitos a pretender que les devuelvan los medios de producción. Hay que dejar en claro que el interés de los monopolios y grandes empresarios es evitar cualquier mínimo avance, presionando política y judicialmente a los representantes de turno, haciendo que todo vuelva a manos del capital privado. Debemos tener en cuenta que el sector (uno de los que más trabajadores informales posee en la provincia junto con la viticultura) está padeciendo la crisis económica que atraviesa la Argentina, la caída de la actividad industrial, la destrucción del salario impuestas por el gobierno de Macri, Cornejo y actualmente los patrones del sector también pelean por cuotas del mercado mundial para no ver caer sus ganancias, un claro gesto de cómo se mueve el capital y sus funcionarios cuando se trata de levantar su beneficio y poder obtener una mayor renta a costa de los trabajadores.

Hoy, se prepara el estreno de un nuevo gobierno de Cambia Mendoza con Suarez en la gobernación, haciendo lobby no sólo para ver el futuro plan de gobierno sino también quién se queda con la empresa. Pero se debe tener en cuenta que la gestión de Cornejo desde el 2015, con la abierta colaboración del peronismo provincial y kirchnerismo vienen imponiendo su plan antiobrero y de ajuste. Atacaron constantemente los convenios colectivos y las paritarias, despidos y desguace de organismos estatales. Los trabajadores de la industria y los servicios siguieron el mismo camino con la reforma de la Justicia laboral, en perjuicio de los trabajadores y a tono de los intereses de las ART y las patronales, quienes suman un nuevo ataque a los trabajadores de la Terre.

Ante semejante ataque debemos proponer un plan no solo para que los trabajadores de la cooperativa triunfen sino para salir de la crisis. Este conflicto expone la lucha por defender el derecho al trabajo por sobre el derecho de propiedad privada de los medios de producción. La decisión de los trabajadores de Terre de resistir la orden de desalojo, y defender sus fuentes de trabajo, pueden volverse una importante referencia para todos los trabajadores de la rama agroindustrial y de la alimentación, muy castigados por los despidos y cierres de plantas (La Campagnola; La Colina; Alco-Canale, etc.). En lo inmediato ya generó una enorme confluencia de sectores sindicales, sociales y políticos en apoyo a la lucha de la Terre.

Si los empresarios atacan, debemos llevar el conflicto hacia ellos para forjar la unidad obrera y poder desarmar los planes de patronales interesadas como Ruggeri. Realizar manifestaciones en las plantas donde ellos producen o incluso llevar el conflicto a otras fábricas del sector para impulsar la solidaridad de los trabajadores de la rama, abrir un proceso de deliberación en los lugares de trabajo sobre cómo enfrentar los planes patronales de descargar la crisis sobre nuestros hombros, y preparar un plan de lucha conjunto para golpear con un solo puño. Hay que desarrollar la experiencia de la organización obrera hacia otras fábricas y ajeras para poder combatir con mayor fuerza el ataque del estado burgués y las patronales. Desde Terre se puede motorizar esa tarea imperiosa.

A lo largo de estos años los obreros y trabajadores hemos construido nuestros bastiones y nuestras bases, utilizando todo en la lucha contra la democracia burguesa: los sindicatos, clubs de formación, partidos. Debemos apoyarnos en esas bases para enfrentar la injerencia de la justicia en nuestras organizaciones y poder luchar contra el ataque que viene perpetrando el gobierno nacional, provincial, las patronales y el FMI.

Los burócratas sindicales son una pared de contención, aceptando acuerdos salariales a la baja, o metiendo nuestros reclamos en los ministerios para desgastarnos y así evadir preparar un plan de lucha. Incluso algunos sindicatos llaman a evitar la calle para no interrumpir al futuro presidente de la nación. Toda una política nefasta en medio de semejante crisis.

 Hay que llevar adelante un programa preciso de acciones en común con otros sectores y organizaciones haciendo que la CGT y gremios como la alimentación o comisiones internas combativas llamen a paro para que la Terre mantenga su fuente de trabajo. Se hace urgente discutir una salida obrera a la crisis y los métodos y acciones para imponerla, para ello solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas.

Domingo, 06 Octubre 2019 20:42

Brasil: de la crisis a la descomposición

Aún atrapado en el entramado de la institucionalidad burguesa, dictando medidas provisorias (decretos transitorios con fuerza de ley) que luego caen total o parcialmente, ora por la propia ineptitud del gobierno, ora por los roces internos de las camarillas militares y de fanáticos reaccionarios en el seno del Planalto, el gobierno de Jair Bolsonaro no consigue avanzar decididamente en su plan de gobierno ni menos hacer repuntar la economía.

Ya los pronósticos del propio gobierno apuntan a un crecimiento menor al 1 % mientras preparan su plan de privatizaciones a la espera de inversionistas internacionales.

Las mismas cifras oficiales dan un repunte del empleo formal para el mes de agosto ( el primer repunte desde el 2014) de 121 mil puestos de trabajo. La mayoría de este aumento se dá en áreas del comercio minorista, actividades de temporada y trabajadores por cuenta propia. El rasgo distintivo del incremento del la ocupación es la utilización creciente el contrato de trabajo “intermitente”, aquel que fué aprobado con la reforma laboral impuesta por Temer, que estipula como único derecho laboral el pago de la hora de trabajo equivalente al salario mínimo. Estas cifras que pretenden ser presentadas por el gobierno como un síntoma de reactivación económica no son más que una gota en el océano de precariedad y desocupación en el que se encuentra la clase obrera brasilera. De 93,6 millones de ocupados, mas de 33,6 millones son trabajadores informales. El 41.4 % se encuentra subocupado. El desempleo se ubica en 11,8% lo que significa una friolera de 12,6 millones de desocupados, de los cuales casi el 30 % son desempleado crónicos estructurales, que llevan más de 2 años sin encontrar trabajo. Los empleos creados han sido en su gran mayoría con el salario mínimo. En lo que va del 2019 el salario promedio aumentó 1 real! situándose en 2298 reales (unos 520 U$) para aquellos con contrato formal y jornada completa [una vez más según cifras oficiales, dataFolha].

Las disputas abiertas entre las distintas facciones burguesas han ralentizado los planes del gobierno para hacer pasar rápidamente la reforma previsional, la impositiva, así como el ajuste de los gastos estatales para reducir el déficit.. Las constantes negociaciones con los estados federales llegan a puntos muertos. Ya los prefectos de varios Estados completamente desbordados por la crisis, y sin poder cumplir con el techo de gastos, ensayan fórmulas para plantear una reducción de jornadas y salarios para los empleados públicos, descargando la crisis sobre este sector de trabajadores.

El pesimismo de la burguesía brasilera se hace sentir. Ya ha perdido la euforia inicial y no espera que el plan, impuesto por el imperialismo y el FMI, de ajuste y reformas estructurales vaya a surtir efecto alguno. Y es que las perspectivas de profundización de la crisis internacional y una potencial entrada en recesión de la economía norteamericana, vuelven obsoletos los planes del gobierno de Bolsonaro de alineamiento incondicional al amo del norte. Y es que sus desvarios diplomáticos enfrentándose a la burguesía “ecologista” del imperialismo europeo, respaldándose en la administración trumpista, apoyado en los sectores financiero, agropecuario y minero, tiene como base el intento de la reactivación de la mano del capital financiero que ve como riesgosas las operaciones de inversión pese a los ofertones privatizadores en marcha (como el plan de licitaciones del presal para la explotación de hidrocarburos en el litoral). Baste como ejemplo el congelamiento en el reparto de dividiendos a los accionistas de la empresa Vale, quien a principios de año provocó en una de sus explotaciones en Mina Gerais la ruptura de un dique de contención de relaves ocasionando, según registro creciente, 249 muertos y 21 desaparecidos, además de los daños generados en las poblaciones colindantes. Situaciones como ésta, sumadas a la deteriorada infraestructura productiva, llevan al gigante sudamericano a un espiral de crisis sin salida.

Esta situación de estancamiento está reavivando las disputas interburguesas que ya comienzan a deslizarse al interior de las instituciones burguesas mostrando toda la descomposición del semi-estado brasilero como es la justicia, donde el el STF (supremo tribunal federal) sigue siendo un protagonista de las componendas interburguesas; hoy se encuentra revisando irregularidades en los procesos del Lava Jato no sólo apuntando al actual ministro de justicia (Moro) sino evidenciando la podredumbre de las instituciones semicoloniales.

La ofensiva reaccionaria

La presencia de las camarillas militares en el Planalto y la presión imperialista han desatado una fuerte ofensiva reaccionaria. Al ensayo de intervención del ejército en Rio de Janerio, algo sugerido directamente por el departamento de Estado norteamericano para varios países de la región, hay que sumarle el incremento de los asesinatos tipo “gatillo fácil” de la Policía Militar, además de milicias civiles que gozan de impunidad para actuar. La muerte por ráfagas policiales de Ágatha, una pequeña de 8 años, se suma a los 16 niños masacrados por la PM. En sólo lo que va del año se han registrado la friolera de 1250 muertes a manos de agentes represivos del Estado. Recordemos también a la consejal del PSOL Marielle Franco y Anderson Gomes asesinados por grupos paramilitares cercanos a la familia presidencial en marzo del año pasado.

Luego de la muerte de Ágatha el gobernador de RJ, Wilson Wizel retiró el incentivo monetario a los efectivos de la PM por “disminución de muertes de civiles en procedimientos”, dando con esto carta blanca para profundizar esta línea. En este contexto el ministro de justicia Sergio Moro se encuentra tramitando en el congreso un “paquete anticrimen” que contempla la reducción a la mitad de la pena carcelaria de los militares o PM que asesinen en servicio.

En momentos donde se profundiza la descomposición de la sociedad burguesa, la esencia del Estado burgués se manifiesta descarnadamente. La única política realista ante esta ofensiva represiva es luchar por la destrucción del Estado quebrando sus fuerzas de represión, la disolución de las fuerzas represivas como la PM y el fraccionamiento del ejército.

Esta orientación represiva viene acompañada de un ataque persistente hacia las organizaciones obreras y del movimiento de masas. Como ejemplo, el intento de desmantelamiento de movimiento sociales como el MST donde uno de sus principales asentamientos en Pernambuco, con 556 hectáreas, que posee viviendas, escuelas y hasta pequeñas unidades productiva está en vísperas de desalojo en un cambio de rumbo en la orientación del Estado burgués que regimentó dicho asentamiento en el pasado.

Además los ataque constantes al financiamiento de los sindicatos y las organizaciones estudiantiles, no sólo constituyen un ataque a las organizaciones sino que ponen en entredicho la relación de estas organizaciones con el Estado y la imperiosa necesidad de luchar por la independencia del mismo.

 

Recuperar los sindicatos, forjar un programa obrero

La crisis de dirección revolucionaria se pone de manifiesto con agudeza en las distintas luchas obreras que resisten los ataques a los convenios, a las privatizaciones, a los planes de precarización, quite de conquistas, despidos etc. Un ejemplo de ello fue la lucha de los trabajadores de Correos donde el proyecto de privatización dejará miles en la calle. La dirección de la FENTEC y la FINDECT, convocó a huelga por tiempo indeterminado el pasado 11 de septiembre, la que según la propia burocracia fue “la mayor huelga en la historia de la categoría”; la misma fue levantada el día 17 con las manos vacías aceptando el llamado a conciliación del TST (tribunal superior del trabajo). El 24 de septiembre los trabajadores de San José do Campos-SP de la empresa Embraer (en proceso de venta a Boeing) entraron en huelga por tiempo indeterminado por aumento salarial y defensa del convenio colectivo. El día 25 la dirección levantó la huelga por los enfrentamientos entre los huelguistas y la PM que disolvía el piquete en la entrada a la fábrica. Lo mismo sucedió en la metalúrgica Gerdau, también de SJC-SP, saliendo a huelga el pasado 27 y suspendiendo la misma el 30 por el accionar de la PM, la patronal y los sectores rompehuelgas.

Es necesario impulsar una política activa por la unificación de las filas obreras. Las luchas contra los despidos y por la defensa del salario y las condiciones de trabajo, se enfrentan a cada paso con la crisis y decadencia del capitalismo. Es necesario que la clase trabajadora adopte un programa transicional para dar una salida a la crisis capitalista, enfrentado a la burocracia sindical, recuperando las organizaciones obreras, luchando por imponer el control obrero en las principales ramas productivas, y dirigiendo sus fuerzas para enfrentar al Estado de los patrones, poniendo en pie piquetes de autodefensa en cada huelga.

Lamentablemente corrientes de la izquierda que se reclaman trotskistas centran su orientación en la pelea por las “libertades democráticas” pretendiendo diferenciarse de las corrientes burguesas que luchan por la defensa de la democracia burguesa, en una disputa de “regímenes políticos dentro del Estado”, algo así como una vestimenta mas o menos reaccionaria que asume el aparato estatal según la relación de fuerzas (PSTU-LIT) y otros para consolidar un movimiento democrático que corra por izquierda al PT ante la “crisis orgánica nacional e internacional” (MRT-FT).

Es necesario reagrupar a la vanguardia con un programa revolucionario e internacionalista, que se dirija a influenciar a los sectores concentrados de la producción para una lucha por la independencia de clases, rompiendo con toda concepción nacional de la crisis y la revolución, luchando por la dictadura del proletariado y su extensión internacional. Es preciso que ante los acontecimientos en curso impulsemos una Conferencia Latinoamericana para discutir este programa en la perspectiva de la reconstrucción de la IV Internacional.

Por COR Regional Córdoba

El pasado 17/09 la Justicia de Córdoba, a partir de una denuncia de la PROCELAC (Procuraduría de Criminalidad Económica y Lavado de Activos) determinó 15 allanamiento a distintas sedes del sindicato de Luz y Fuerza(LyF) y a la casa de varios dirigentes sindicales. Un ataque más del Estado burgués a las organizaciones sindicales como lo fueron también los allanamientos sufridos por el SURRBAC (recolectores), con dos dirigentes presos y la investigación en curso sobre la AOITA (trabajadores del trasporte interurbano).

En las últimas semanas hemos visto luchas de diferentes sectores, como LyF, la toma de Materfer (UOM), los acampes de las organizaciones piqueteros, marchas de las trabajadoras del Polo de la Mujer, paros y movilizaciones de docentes en solidaridad con los compañeros de Chubut y frente a las paritarias, asambleas en los hospitales provinciales, y las movilizaciones de los trabajadores del Molino Minetti. Schiaretti pretende mostrarse como garante de la paz social y de los negocios de los empresarios a los que representa en medio de la profundización de la crisis. La tarea principal del gobierno será mantener la provincia en orden, sacando a los trabajadores ocupados y desocupados, y en general a cualquier expresión de lucha frente a las consecuencias de la crisis, de la calle. Para ello utilizaran todos los mecanismos del Estado, como la Justicia con estas intervenciones a los sindicatos que en los últimos años han sido los de mayor presencia en las movilizaciones, o la persecución y procesamiento a 27 estudiantes de la UNC que protagonizaron la lucha educativa con tomas de facultades del año pasado, o directamente la represión como sufrieron el pasado 06/09 los compañeros de Luz y Fuerza, que vienen sosteniendo una lucha desde el año pasado contra la tercerización de áreas, contra la perdida de conquistas con la violación patronal del CCT y por el aumento salarial.

La devaluación ha golpeado duramente a las provincias debido al endeudamiento en dólares y la caída en la recaudación producto de la propia recesión. Schiaretti ya declaró que los números de la provincia están en rojo y que la variable de ajuste serán los estatales, así lo demuestra el aumento miserable de $3000 en dos cuotas, en negro, con suspensión de la cláusula gatillo y con una nueva negociación recién en noviembre, acuerdo que la burocracia de Pihen y Monserrat, a pesar de haber predisposición a la lucha en la base docente y de trabajadores estatales, han aceptado mansamente.

Las burocracias sindicales vienen siendo una pieza fundamental para la contención, no solo aceptando acuerdos salariales a la baja, o metiendo nuestros reclamos en los ministerios para desgastarnos y evitar preparar un plan de lucha (ejemplo de esto es la burocracia de la UOMA con los compañeros de Minetti), sino que también abren las puertas de nuestros sindicatos para la intervención directa del Estado como Suárez y Saillén que apenas se enteraron de la denuncia corrieron a presentarse ante la Justicia para ponerse a disposición, o en la AOITA donde una de las listas de la burocracia, que se disputaba la conducción del gremio y que finalmente ganó las elecciones, fue la que presentó las denuncias, utilizando la Justicia burguesa para dirimir sus internas.

Los trabajadores necesitamos organizarnos para enfrentar con toda nuestra fuerzas el ataque que vienen perpetrando el gobierno nacional, provincial, las patronales y el FMI y para ello es indispensable la independencia de nuestras organizaciones del Estado y sus instituciones. Se hace urgente barrer a la burocracia traidora que permite la injerencia de la justicia en nuestros sindicatos. Como buen burócrata Suárez defiende la Ley de Asociaciones Profesionales, esa pesada herencia peronista que permite que el Estado intervenga y conozca todos los movimientos de nuestras organizaciones sindicales. Somos los trabajadores quienes debemos revisar los libros contables del sindicato, deliberando al interior de nuestra organización cuales son las medidas a adoptar ante las irregularidades. Los delegados de base junto con los trabajadores deben ejercer un férreo control sobre las conducciones sindicales, Suárez y Cia deben rendir cuentas ante los trabajadores y no ante la justicia burguesa.

Los trabajadores de la rama energética tienen una importante centralidad y deben estrechar lazos con el conjunto de los trabajadores industriales que también salen a enfrentar la crisis. En Córdoba los trabajadores del Molino Minetti vienen protagonizando un duro enfrentamiento a la patronal por el pago de salarios, discutiendo incluso poner a producir la fábrica y quedarse con la venta para poder cobrar sus quincenas, pero este plan se vio interrumpido ya que EPEC dictaminó el corte de luz por falta de pago. Los trabajadores lucifuerzistas son quienes pueden garantizarle a los compañeros de Minetti la electricidad para que puedan sacar la producción.

Mientras los Fernández nos piden que solo nos expresemos en las urnas y esperemos al recambio, ellos ya se apresuran a hacer lobby con el FMI para renegociar la deuda a cambio de aplicar las recetas del Fondo para aumentar la superexplotación de nuestra clase: reforma laboral, previsional, educativa, etc. Se hace urgente discutir una salida obrera a la crisis y los métodos y acciones para imponerla, para ello solo podemos confiar en nuestras propias fuerzas. Debemos imponer a las CGTs y CTAs un Congreso de Delegados de Base con Mandato, que discuta un programa basándose en la deliberación en asambleas del conjunto de nuestra clase.

 

Por Orlando Landuci

A más de un año de las presidenciales, EEUU ya está en campaña electoral. El bando republicano, con Donald Trump a la cabeza, lleva como estandarte las cifras de la bonanza económica sostenidas los últimos 3 años. Los demócratas, por su parte, impulsan el juicio político al presidente por el escándalo de la conexión ucraniana para intentar debilitarlo. Mientras, los constantes ataques de Trump contra el jefe de la Reserva Federal (FED), el Banco Central norteamericano, Jerome Powell, dejan vislumbrar los temores que genera en la administración y en el conjunto de la clase capitalista la sombría perspectiva de una probable caída en recesión.

Indicios

Si bien los economistas y analistas no se ponen del todo de acuerdo, hay síntomas claros de un frenazo en la economía norteamericana. En primer lugar, están los números del crecimiento de la economía mundial, que desde la crisis de 2008 no ha logrado recuperarse y puede caracterizarse como un estancamiento. La caída de las cifras del comercio exterior mundial y la entrada en recesión de Alemania, así como un debilitamiento sostenido de la economía China, la incertidumbre de los efectos estructurales del Brexit y la última escalada del precio del petróleo a partir del bombardeo de las principales refinerías sauditas, muestran un agravamiento de las presiones externas sobre la economía yanqui.

En las principales estadísticas, la economía de EEUU sigue mostrando buena salud, con una baja tasa de desempleo y 124 meses consecutivos de crecimiento económico. No obstante, algunas cifras preocupan. Siguiendo el índice PMI elaborado por el “Institute for Supply Management”, este agosto, por primera vez en 3 años, la actividad de la industria manufacturera se contrajo, luego de 4 meses de desaceleración de su crecimiento. Las exportaciones industriales también muestran una caída en los últimos meses, al igual que la confianza empresaria. Otro dato que preocupa es la reversión de curvas de tasas de interés, que significa que la tasa de los bonos que paga el Tesoro a 10 años se vuelve mayor a la tasa que retribuyen los mismo bonos a 2 años. Sin que exista una explicación económica sólida, los econometristas han determinado que este fenómeno guarda una correlación con el inicio de una recesión en el corto plazo. Tal es el temor a esto que los principales bancos centrales imperialistas han comenzado a revertir su política de suba de tasas de interés, las que estaban extraordinariamente bajas luego de la aplicación de la “relajación cuantitativa” (QE), es decir, emisión monetaria a mansalva, aplicada para capear los elementos más catastróficos de la recesión de 2008. La ofensiva retórica de Trump contra la conducción de la FED parte de la idea de que una nueva QE, esta vez preventiva, es necesaria.

EEUU y el mundo

Como hemos escrito en otros materiales, Trump ha encarado una nueva orientación para el imperialismo norteamericano proponiéndose dar cuenta de la crisis del equilibrio en el sistema de Estados establecido a la salida de la II Guerra Mundial. Su política, centrada en atacar las instituciones imperialistas de la posguerra, ha sido coherente, pero no ha logrado aún mostrar lo que algunos llaman un nuevo orden. Actualmente, la Guerra Comercial es el principal instrumento para encarar la tarea de la asimilación imperialista de los ex Estados obreros, Rusia y sobre todo China. Esta política, que ha afectado sin duda a China, sin embargo, también ha generado problemas al interior de EEUU, produciendo divisiones entre los diferentes sectores burgueses, que se ven beneficiados o muy perjudicados (exportadores agrícolas, industrias basadas comodities importados) por la suba de aranceles. Por lo pronto, las negociaciones con China continúan, sin llegar al acuerdo que sería el resultado de una guerra que ha demostrado ser no tan fácil de ganar como había anunciado el presidente. En Medio Oriente, la ruptura del acuerdo nuclear con Irán y la presión sobre los países europeos para que también lo abandonen ha generado aún más inestabilidad. Trump apuesta todo al papel de gendarme de Israel, aunque las consecuencias de esta inestabilidad se hacen notar a cada paso, la última con el bombardeo con drones de las refinerías de Arabia Saudita que han llevado al parate del 50% de la producción del 1º exportador de crudo del mundo y a la escalada de los precios de la materia prima número uno utilizada para hacer funcionar la maquinaria industrial de los países imperialistas. Al momento de escribir esta nota, EEUU evaluaba un ataque militar sobre Irán como represalia a la supuesta autoría del bombardeo, lo que pone a las fuerzas revolucionarias y a la vanguardia de la clase obrera en guardia para enfrentar esta nueva ofensiva del imperialismo y declararnos por su derrota en el campo militar si decide adentrarse en una nueva guerra contra los pueblos oprimidos de Medio Oriente.

Antes de los hechos en Arabia Saudita, Trump había despedido a su asesor de seguridad nacional, Bolton, por diferencias. Una de las más importantes fue el fracaso de la “operación Guaidó” en Venezuela, armado por Bolton como una transición más o menos rápida para salir del gobierno de Maduro. Ahora Guaidó es acusado de tener relaciones con narcos colombianos y Trump busca una negociación directa con Maduro. En términos generales, podemos hablar de complicaciones importantes en la ofensiva del imperialismo sobre América Latina, donde las reformas estructurales que deben imponer los gobiernos cipayos se están viendo frenadas por movilizaciones obreras y del pueblo oprimido. El caso de Brasil y la debilidad del gobierno Bolsonaro para aplicar las reformas y recuperar el crecimiento económico es resonante. Pero un fracaso aún más fulgurante es el de la apuesta, de miles de millones de dólares del FMI, por la transición macrista en Argentina. La influencia de Trump para que el FMI se embarcara en el préstamo de rescate más grande de su historia muestra hoy un futuro incierto.

El mayor desafío

Trump pretende evitar ser, como G. W. Bush, “el gobierno de la recesión”, más teniendo en cuenta que apuesta todas sus fichas electorales a la economía. La contradicción de esta dirección imperialista es que la única herramienta con que cuentan para imponer su salida es el propio Estado burgués, basado en un territorio nacional y por lo tanto en franca contradicción con el carácter internacional de las fuerzas productivas. La orientación trumpista para intentar revertir el deterioro del a hegemonía imperialista de EEUU es coherente, pero se choca con los elementos históricos de la crisis estructural de la descomposición imperialista. Va a ser muy difícil que el paquete de medidas estatales para intentar sortear la recesión (aranceles, TLCs con terceros países, baja de tasas de interés menores al 0%) sea capaz de contrapesar las tendencias profundas de la economía capitalista como entidad mundial.

Pero el mayor desafío sólo comienza a desarrollarse en el terreno de la producción misma, con la salida a la lucha de trabajadores de diferentes ramas, trabajadores que no ven la bonanza económica de las estadísticas reflejadas en sus condiciones de vida. Algunos hablan de una verdadera agitación laboral en los últimos años, con ejemplos como las huelgas de Verizon (telefónicos), de los 8.000 trabajadores de Marriot (hoteleros) del año pasado, de los 31.000 trabajadores de supermercados del noreste a principios de 2019, las grandes huelgas de docentes en varios estados de 2018. En total, casi medio millón de trabajadores participaron de huelgas y paralizaciones el año pasado, llegando a un récord desde 1986.

Al escribir esta nota, 50.000 trabajadores de General Motors (GM) afiliados al poderoso sindicato UAW salen a la huelga por las negociaciones paritarias cuatrianuales. Según Credit Suisse, las pérdidas de GM por el paro podrían ascender a U$S 50 millones diarios. Los teamsters (camioneros) han decretado la solidaridad definiendo no cruzar las líneas de piquetes de los trabajadores que bloquean las plantas de GM. Esto ha llevado al lock out en una de las plantas de la empresa en Ontario y posibles problemas en la producción de otras plantas GM en Canadá y México.

¿Qué reclaman los obreros de GM? Si bien la burocracia sindical de la UAW evita informar los pormenores de las negociaciones con la patronal y presentar un pliego concreto de demandas para el conocimiento de la base, diferentes entrevistas en las líneas de piquete revelan el contenido general de lo que los trabajadores esperar conquistar con este paro: recuperar lo perdido con las concesiones que UAW le hizo a la patronal frente a la gran recesión de 2008. Esto es, eliminar la doble escala salarial, efectivizar a los trabajadores temporarios y tercerizados, además de aumento salarial y de beneficios en el programa de salud. Eso, y hacer retroceder a GM en su plan de reestructuración que implica el cierre de 4 plantas en EEUU, plan que muestra la falsedad del discurso de Trump sobre la repatriación de fábricas a partir de su política exterior. GM viene de 3 años de enormes ganancias, basadas en la flexibilización laboral introducida entre 2007 y 2008, flexibilización que los trabajadores toman como excepcional pero que la burguesía considera permanente en su búsqueda de establecer una nueva relación entre capital y trabajo. El choque está planteado, así como la evidente centralidad de los sindicatos es su relación con la producción. Se plantea una “lucha por los sindicatos”, donde las promesas de Donald Trump se desdibujan, mientras las nuevas corrientes como el Socialismo Democrático, buscan ganar influencia para llevar al proletariado detrás de un programa burgués encarnado en el Partido Demócrata. La lucha por recuperar los sindicatos a partir de un programa transicional y una dirección revolucionaria tiene un terreno fértil en la actual situación. Los esfuerzos de quienes ponemos todo el empeño en la reconstrucción de la IV Internacional y su sección norteamericana estarán orientados hacia allí en el próximo período.

 

 

 

Por Orlando Landuci

El 1 de octubre de este año se cumple el 70º aniversario de la revolución China. Mientras la burocracia estatal restauracionista del Partido Comunista Chino (PCC) prepara ostentosos festejos, el camino del país a la plena asimilación capitalista choca con las contradicciones determinadas por la descomposición del imperialismo mundial.   

Esquemáticamente, podemos establecer la actual fase de la asimilación de China a partir de la política implemetada por el PCC para responder a la crisis mundial de 2008, que se yuxtapone con el inicio del gobierno del actual mandatario, Xi Jinping. El crecimiento Chino hasta ese momento se apoyaba en un rebosante mercado mundial que tiraba de un crecimiento excepcional de la industria del país basado en las exportaciones. A la base de esto se encontraban las altas tasas de explotación del moderno proletariado chino, nacido más de las reformas capitalistas introducidas por la burocracia restauradora comandada por Deng Xiaoping a fines de los ‘70 que de la revolución, así como de altísimas tasas de inversión de capital, centralmente inversión extranjera directa (IED) de las empresas imperialistas, con las yanquis a la cabeza. El crack económico de 2008 llevó a la crisis de esta relación de China con el mercado mundial y en general de su status en el sistema de Estados. El PCC adoptó entonces un giro hacia una política de aumento del consumo interno para evitar (más bien atenuar) la crisis industrial generada por la caída de las exportaciones, aprovechando una serie de instrumentos económicos aún en manos del Estado, como el mayor control sobre el sistema financiero.

Llegado este punto, es necesario establecer el carácter de este Estado. No podemos más que utilizar la dialéctica y el concepto de transición, ya que sin entender las transiciones sólo podríamos encasillar la realidad en un esquema estático, o en la idea de “modelos” tan cara a la ideología burguesa, tanto en sus ramas académicas económica como sociológica. El ex Estado Obrero chino se encuentra en una transición hacia la plena asimilación al sistema imperialista. Pero no desde el “comunismo” sino desde las conquistas de una revolución que quedó encerrada en las fronteras nacionales y encorsetada en la pelea entre dos sistemas de la posguerra, donde el papel contrarrevolucionario de la burocracia stalinista de la URSS tuvo mucho que ver. Esta revolución conquistó la unidad territorial de la nación oprimida contra el desmembramiento secular a la que la sometía el imperialismo (europeo, más tarde japonés). Sin embargo, la revolución del ‘49 estuvo dirigida por una dirección pequeñoburguesa, que se vio obligada a expropiar a la burguesía por la dinámica de la lucha de clases mundial no siendo este su programa, estableciéndose una transición al socialismo trunca desde su propio inicio. El Estado Obrero degenerado que se creó no avanzó ni un milímetro en el programa proletario comunista de su propia extinción, constituyéndose a su cabeza una burocracia contrarrevolucionaria centralizada en el PCC que años después avanzaría en la restauración capitalista en estrecha alianza con el imperialismo norteamericano.

Sin embargo, lejos de los planteos que hacen varios intelectuales y corrientes de izquierda sólo basados en estadísticas burguesas, China no se ha convertido en un rival imperialista de EEUU. Ciertamente, ese es el objetivo de Xi y el PCC, pero para ello el país debería completar su asimilación, liquidando los resabios del control estatal sobre las palancas de la producción y recreando una clase capitalista plenamente independiente del imperialismo, con un control como clase de las principales ramas industriales y sobre todo del sistema financiero. Esto se ha demostrado, por ahora, en algo muy alejado de la realidad. Las empresas Chinas, cuyos nombres han aparecido con fuerza en la prensa en los últimos años, ni siquiera controlan el mercado de las principales ramas dentro del mercado Chino. En cuanto a las exportaciones industriales, las empresas privadas de capital “nacional” representan apenas un 10% del total, y las estatales una proporción incluso menor (datos de 2017), mientras las empresas con participación extranjera, ya sea de propiedad extranjera o “joint-ventures”, acaparan un 85-86% de la torta. Podemos decir que en el camino de la asimilación, China está más cerca de convertirse en una semicolonia, aunque ese proceso también implica fenomenales contradicciones. Y esto sobre todo en el enfrentamiento con el que se ha convertido en uno de los proletariados industriales más numerosos y concentrados del planeta. En cualquier caso, a donde va China se determinará en la arena de la lucha de clases mundial.

Fuga hacia adelante

Volviendo a la política del PCC y de Xi para dar respuesta a la crisis de 2008, el reemplazo del crecimiento basado en las exportaciones por una política centrada en el mercado interno se dio en paralelo a una escalada sideral de la deuda, que trepaba a un 260% del PBI en 2016 y alcanzaba 328% del PIB el año pasado. Por otro lado, China tienen vedado el mercado de exportación de capitales por lo cual el PCC ideó una política de acuerdos de infraestructura con otros estados para poder dar una vía de escape a la acumulación excesiva de capital dentro de sus fronteras a partir de la “Iniciativa del cinturón y la ruta de la seda”, o nueva ruta de la seda, con el objetivo de unir las cadenas de abastecimiento y producción del país en una línea que atraviesa Asia hasta llegar a Europa. Nótese que es un proyecto muy ambicioso pero que no puede encararse como las típicas adquisiciones y fusiones a que nos tienen acostumbradas las empresas imperialistas en los años pos 2008, con ejemplos resonantes como la fusión FIAT-Chrysler, o la ultramonopolización de la producción aerocomercial con las compras de Embraer por Boeing y de Bombardier por Airbus. La ruta de la seda implica acuerdo entre el Estado chino y otros Estados extranjeros, necesariamente. Esta política ha implicado una intervención más activa de China en la diplomacia mundial, y también mayores apuestas en el plano militar. Y también ha significado una caída progresiva, año a año, de las tasas de crecimiento, hasta llegar a un 6,2% del PBI calculado por el FMI para este año. Esto último debe comprenderse en el cuadro de estancamiento de la economía mundial de conjunto, por un lado, y por el otro por la intervención activa del imperialismo en la disputa abierta por definir el futuro de China, cuyo último acto es la guerra comercial lanzada por Trump. Las últimas medidas adoptadas por el PCC ante estos desafíos van en el sentido de un mayor control burocrático-estatal sobre las empresas privadas, con la designación de 100 funcionarios para integrarse a los directorios de las empresas tecnológicas de la ciudad de Hangzhou, incluyendo a gigantes como Ali Babá, el fabricante de bebidas Wahaha y la automotriz Hangzhou Wahaha Group Co.

Guerra Comercial

La ofensiva norteamericana sobre China ha sido materializada en la aplicación de aranceles aduaneros a un enorme número de mercancías chinas. La última tanda de los mismos, aplicada por la administración Trump a partir del 1/9/19, afecta exportaciones chinas por un total de U$S 300.000 millones. Los efectos de este enfrentamiento, iniciado en 2018, incluso han llevado al comienzo de la retirada de algunas empresas norteamericanas del territorio del país asiático, no hacia EEUU como prometiera Trump, sino a otros países de la región con salarios aún más bajos (aunque con peor infraestructura y organización de la producción que China). La guerra comercial amenaza incluso en convertirse en una guerra de monedas, como demostró Beijín a mediados de agosto con una leve devaluación del Yuan-Renminbi, aunque por el momento las autoridades del PCC se mantienen en una postura negociadora. De hecho, la presión imperialista para que China controle el nivel de endeudamiento y se abstenga de manipular la tasa de cambio de las divisas viene surtiendo efecto.

Hasta el final, el gobierno norteamericano tiene como objetivo la completa asimilación de China incorporándola al sistema de estado como una semicolonia. Reclama para ello que el país se incorpore al capitalismo aceptando su participación en la competencia del mercado mundial, pero bajo las leyes del capital, es decir, con la plena vigencia de la ley del valor. Ataca el peso en el control del sistema financiero por el Estado, es decir, pretende el control del mismo por los bancos imperialistas. Pero existe un enorme límite a estas pretensiones, límite que comparte también el programa de la burguesía China que busca la restauración capitalista utilizando las palancas del Estado para poder convertirse en una clase independiente. Este límite es la descomposición imperialista del sistema capitalista mundial como sistema de relaciones sociales, que se expresa cabalmente en las enormes dificultades que existen para la asimilación no sólo de China, sino también de Rusia.

El desafío de Hong Kong

Estos límites pueden constatase en las contradicciones que se expresan en la lucha de clases, porque se trata de límites concretos, imposibles de seccionar como mera “economía”. Actualmente, el desafío que están representando las manifestaciones en Hong Kong que llevan más de 3 meses contra la autoridad de la gobernadora Carrie Lam y el gobierno central, nos presentan en toda su complejidad y por caminos laberínticos el problema de la asimilación. Por una parte, los manifestantes desafían la imposición de la mano de hierro del PCC en una ciudad que tiene una tradición de gobierno autónomo, bajo las reglas capitalistas de una colonia británica. Por otra parte, es claro que la división del territorio Chino en regiones independientes, no sólo hablando de Hong Kong y Macao sino de las provincias interiores y otros cantones costeros, es claramente el destino más probable de la reversión de la principal conquista de la revolución de 1949, la unidad territorial de China. La izquierda y lo que queda del trotskismo de posguerra, frente a estas contradicciones, hecha mano de la teoría de los campos, apoyando en general a las masas movilizadas sin importar la peligrosidad del programa independentista que presenta su dirección. O en otros casos, apoyando el aplastamiento físico de los manifestantes en defensa de un supuesto “Estado Obrero” que en los hechos está dirigido por un cartel capitalista bajo el título de Partido Comunista hacia la restauración capitalista en base a la represión no sólo del movimiento en Hong Kong sino también de las expresiones sindicales que se vienen organizando los últimos años en las fábricas y otros lugares de trabajo contra las condiciones laborales paupérrimas y los bajos salarios. 

Revolución permanente

La tarea de los revolucionarios en China y Hong Kong pasa por levantar una pelea política por un programa de independencia de clase en el seno de la vanguardia que lucha contra las consecuencias de reversión social histórica que implica la restauración capitalista. El proletariado continental tiene la centralidad en este proceso, teniendo en claro que tal lucha revolucionaria es una lucha contra el imperialismo, y al mismo tiempo contra los restauradores del PCC. Por supuesto que es inimaginable una revolución sólo en los límites de Hong Kong, pero las movilizaciones en esa ciudad, bajo una dirección proletaria, sí podrían cumplir un rol importante llamando a los trabajadores de China continental a enfrentar al Estado con los métodos de la clase obrera y con un programa de transición para enfrentar a nuestros enemigos de clase en la disputa por los destinos del país. A donde va China no necesariamente debe estar determinado por el programa del imperialismo o por las intenciones del PCC. El proletariado, dirigido por un partido revolucionario armado con la teoría programa de la revolución permanente, tiene que imponer su propia salida, que es la de la revolución socialista y la conquista de la dictadura del proletariado y su extensión internacional. Apostamos a la reconstrucción de la IV internacional, cuya sección china está llamada a cumplir estas enormes tareas.

Por Orlando Landuci

La devaluación que siguió a las PASO fue simplemente uno más de los “sinceramientos” del gobierno macrista. En los meses anteriores, la economía había vivido un “veranito” muy artificial, armado por Macri y su equipo económico con los dólares del FMI, para intentar mantener los votos de los sectores medios. Pero la realidad es dura, y la crisis económica que atraviesa a la argentina semicolonial se hizo sentir, de forma descarnada, y en toda su plenitud.

 Recambio burgués

La crisis económica es de alta gravedad. Puede constatarse en la cifra de desempleo que ya alcanza los 2 dígitos, con 10,6% en el país y picos mayores en grandes centros urbanos, una caída de la actividad económica, con especial énfasis en la producción industrial, y la destrucción del salario a partir de la escalada inflacionaria que promete mayores estragos en lo que queda del año. Sin embargo, hay que tomar nota de que, más allá de que las PASO sólo definen candidaturas, existe un recambio burgués definido en la fórmula F-F, con Alberto como presidente electo virtual. Esto no es menor, porque permite a los sectores patronales y a la burocracia sindical iniciar las negociaciones para la transición, hacer lobby para el futuro plan de gobierno, incluso con presidentes extranjeros recibiendo al candidato con todos los honores para “hablar del futuro”. Las negociaciones de Alberto con el FMI a través de sus asesores ya están en curso.

El grave problema es que las PASO dejado abierta una transición quizás demasiado larga, que pone sobre la mesa la posibilidad de que la crisis económica quiebre la estabilidad social necesaria para mantener a flote al moribundo gobierno de Juntos por el Cambio sin que medie un estallido, una corrida bancaria, una hiperinflación u otro escenario catastrófico. Las medidas desesperadas del gobierno, con su salida de la salida del cepo, su default selectivo reperfilado, las dádivas a los trabajadores ocupados y desocupados (excluyendo a los jubilados) y otras medidas inconexas que seguirá tomando no bastan para cerrar las tendencias a la bancarrota del estado burgués. Es necesario el pacto de colaboración con las huestes del Alberto y de todo el peronismo, aún con una unificación precaria e inconclusa y que es sólo electoral por el momento, para conducir la transición con el menos sobresalto posible. El rol del FMI como ordenador de esta transición se hace fundamental.

 Pacto Social con el FMI

La necesidad de acordar con el FMI un nuevo acuerdo, la famosa renegociación que sostienen Alberto y el resto de los candidatos patronales, hace bastante ridícula la propuesta de Pacto Social a la Gelbard que propone el Frente de Todos y que ya había adelantado Cristina, vice electa virtual, en la presentación de su libro. Este Pacto Social es fundamentalmente una tregua (mucho más explícita que la actual) para que la burocracia sindical sostenga un reacomodamiento de precios relativos sin lucha y con salarios congelados para que Alberto pueda imponer una nueva devaluación para licuar deudas y aún más los costos empresariales y completar la “sintonía fina” del acuerdo con el Fondo. Pero cualquier intento de pacto social que se haya intentado, todos fracasados hay que decirlo, siempre se ha realizado sobre una idea de fortalecimiento de una pretendida y fantasmal burguesía nacional, ya sea en la versión de los años ‘70 (que terminó en el Rodrigazo) como en la del gobierno de Nestor, que tuvo como magro resultado los grandes negocios para un puñado de burgueses amigos como los Lázaro Baez, los Ezquenazi o los Cristobal López sin un atisbo de ruptura con el imperialismo, al que se honró todas las deudas, y de manera “serial” al decir de Cristina. El FMI va a buscar cobrarse los U$S 56 mil millones de su préstamo y sobre todo avanzar en el plan de ofensiva del imperialismo sobre la región, aprovechando los precios de remate de los activos pos devaluación para la entrada de capitales yanquis, por lo que es difícil entender que tipo de pacto social se pretende aplicar. En todo caso, lo que está claro es que este plan económico se basa en mantener las condiciones salariales miserables y avanzar aun mas en las reformas que pide el imperialismo, a saber: reforma laboral, reforma previsional, reforma impositiva, reforma educativa, etc. Justamente las reformas que marcaron, al no poder aplicarlas por la lucha obrera de diciembre de 2017, el fracaso definitivo del gobierno de Macri desde el punto de vista de sus promotores burgueses.

Elementos materiales

Pero el equilibrio de clases, aún con la burocracia sindical montada en el plan de transición pacífica, no se sostiene sólo a partir de los reacomodamientos en la superestructura política; necesita apoyarse en elementos materiales. Los despidos y suspensiones, el pago de salarios en cuotas, la carestía de la vida, empujan inexorablemente al movimiento obrero a la lucha, que hasta ahora viene siendo contenida. Porque existen procesos en el movimiento obrero, aunque muchas veces moleculares y con el límite del aislamiento impuesto por las burocracias de los sindicatos, la CGT y las CTAs. Ahí está la enorme lucha de los docentes y estatales de Chubut, que vienen enfrentando al gobierno del Massista Arcioni, aliado de Alberto, soportando las golpizas de la patota de la burocracia sindical petrolera y la muerte de 2 compañeras en el marco de la movilización. También hay tomas de fabricas alimenticias (molinos, galletitas, ingenios azucareros), procesos en diferentes cordones y parques industriales, paros nacionales de los docentes universitarios, paros docentes en varias provincias, conflictos en los hospitales privados y estatales, en empresas de energía y del transporte. Chubut, hoy sólo un caso, puede ser el preanuncio de otras crisis provinciales y de la necesidad de la salida a lucha de esos sectores, porque muestra la caída en desgracia de las provincias, muchas de las cuáles venían beneficiadas por el pacto fiscal pero ahora sufren la devaluación debido al endeudamiento en dólares y la caída de al recaudación producto de la propia recesión. Los estatales están apuntados como la variable de ajuste por los gobernadores, sin excepciones, sean de cambiemos, del frente de todos o “neutrales” como Schiaretti (Córdoba). La lucha de Chubut está ahí como ejemplo, y también como lección de la necesidad de romper el aislamiento que impone la burocracia sindical a los sindicatos en lucha para que la crisis no la paguemos los trabajadores.

 Una salida obrera

Lamentablemente, las corrientes de la izquierda agrupadas en el FIT-U no están ofreciendo una salida revolucionaria a la vanguardia del proletariado. Su orientación electoralista, que comparten con el Nuevo MAS, llega a límites inaceptables como haber votado junto a todo el arco de diputados burgueses la llamada “emergencia alimentaria” en el congreso. Este proyecto era al mismo tiempo denunciado por los militantes de los movimientos piqueteros ligados a estas corrientes, como en el caso del Polo Obrero, pero escandalosamente la diputada Del Pla y Del Caño fueron parte de esa maniobra donde quedó plasmado el pacto entre macristas y peronistas, con la bendición de la Iglesia y el beneplácito de la burocracia sindical, para sacar a los trabajadores desocupados, y también al conjunto del movimiento obrero, de las calles. La diputada Schlotthauer se abstuvo, en una posición correcta, aunque de poco sirve si es parte del mismo acuerdo oportunista en el FIT-U. Este desbarranco tiene raíces más profundas en el programa de corte estatista que arropa al conjunto de las corrientes de la izquierda, un programa de medias anticrisis a llevarse a cabo desde el propio estado burgués, aunque bajo el gobierno de una Asamblea Constituyente. Tal programa de por si niega en los hechos la independencia de la clase obrera, abriendo paso a todo tipo de acuerdos con sectores de la burocracia en los sindicatos, como es el caso de la lista en las elecciones del Roca o la invitación al Secretario General de LyF Córdoba para ser parte del llamado Plenario del Sindicalismo Combativo.

Ante esta crisis, los trabajadores debemos intervenir con plena independencia de clase. Contra toda ilusión en salidas desde el parlamento o a través de las elecciones, debemos atacar a la burguesía en su base, es decir, en la producción. Ante el desorden de la economía debemos imponer el control obrero de la producción, de la banca y el comercio, y a partir de ahí desarrollar las escalas móviles de horas de trabajo y salarios y elevar de inmediato el nivel de vida general ante la debacle capitalista. La burocracia junto con el imperialismo ejercen una doble dominación sobre nuestra clase; debemos impulsar una gran deliberación al interior de movimiento obrero para enfrentar a esta burocracia imponiendo un paro general para que se exprese nuestra fuerza en esta crisis. Debemos reagrupar a la vanguardia obrera detrás de un programa de acción para intervenir de forma independiente a las variantes burguesas y pequeño burguesas, que prepare las condiciones para la lucha por el poder. Debemos impulsar asambleas en cada lugar de trabajo votar delegados para imponer un Congreso de delegados de base con mandato que vote un plan de lucha para imponer nuestras demandas.

Es imperioso intervenir en esta crisis, siendo consciente que esta lucha es una lucha internacional ya que este ataque también lo sufre el proletariado de todo Latinoamérica por parte del imperialismo. Se impone ganar la solidaridad activa del proletariado norteamericano y europeo para frenar las políticas imperialistas. Desarrollando esta pelea, sentaremos las bases para la construcción del Partido Revolucionario de la clase obrera.

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