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Frenemos la masacre sionista en la Franja de Gaza

Domingo, 15 Octubre 2023 16:27

La clase obrera internacional está llamada a intervenir con sus métodos

La respuesta de Israel a la ofensiva lanzada por Hamas el sábado 7/10 sobre su territorio no se hizo esperar. Los sionistas bombardearon sistemáticamente la Franja de Gaza, utilizando incluso armas prohibidas como el fósforo blanco, para aplicar un “castigo colectivo” a todos los palestinos por osar desafiar al ocupante. Utilizan un discurso racista, degradando a los palestinos a la condición de “bestias humanas”, para poder justificar el asedio que ha dejado a más de 2 millones de pobladores sin alimentos, agua ni energía eléctrica. Para completar su tarea asesina, los agentes israelíes del imperialismo se disponen en este momento (15/10) a invadir la mitad norte de la franja con toda su maquinaria bélica de punta.
Frente a esto, el viernes 13/10, las capitales europeas, ciudades de EEUU y de diversos países árabes y musulmanes vieron inundadas sus calles con movilizaciones en apoyo a la heroica resistencia palestina. En muchos de estos países, las manifestaciones fueron prohibidas o reprimidas, como en Roma, Berlín y París. Los gobiernos imperialistas temen la reacción de las masas frente a la muestra más cruda de la descomposición de su sistema social basado en la explotación de nuestra clase y la expoliación de colonias y semicolonias: la existencia de Israel sobre la expulsión de los palestinos de su territorio histórico hace 75 años.

Una situación explosiva

El actual enfrentamiento en tierra Palestina no es un rayo en cielo sereno. Israel viene acelerando su política de conquista territorial sobre los territorios palestinos, por lo menos desde la época de la administración Trump. Esto ha conllevado diferentes enfrentamientos en Jerusalén y en Cisjordania, sobre las que los sionistas y sus colonos (movimiento de ocupación paraestatal de tierras) vienen avanzando. La incursión sobre el campamento de refugiados de Yenín el pasado julio fue el anterior episodio de estos choques.  
El gobierno de Netanyahu debe responder a una situación frágil debido a la crisis en que han entrado los Estados árabes vecinos, como Siria y el Líbano, por los efectos de la pandemia y la crisis económica mundial. La salida utópica de dos Estados ha sido enterrada por la realidad, e Israel busca avanzar en acuerdos de “normalización de relaciones” con diversos gobiernos de la región. En 2020, con el auspicio de Trump, se firmaron en este sentido los acuerdos de Abraham con Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, y también Marruecos reconoció el enclave israelí en su pretendida condición de Estado.
Pero la crisis mundial transcurre ya una fase más aguda con la profundización de las tendencias guerreristas. La guerra entre Rusia y Ucrania tensiona a Israel, proveedor de ambos contendientes de armas y pertrechos. Ahora es Israel el principal foco de la ayuda bélica de EEUU, lo que ha llevado a Zelensky a protestar para que sus padrinos imperialistas no lo dejen relegado en los esfuerzos militares. Seguramente Israel priorice armar a su propio ejército. Se generan así nuevas contradicciones en la relación de Ucrania con la OTAN, empantanándose aun más la salida reaccionaria que tanto Rusia, de un lado, como el imperialismo del otro, pretenden dar a los Ex Estados obreros a través de su asimilación.

El enemigo no es invencible

Lo cierto es que la ofensiva palestina, desesperada por cierto y con métodos que no compartimos, se explica por el acorralamiento al cuál Israel pretendía llevar a la resistencia. El intento de firmar un entendimiento con el reino saudita ha quedado en suspenso ante la brutalidad sionista. El frente imperialista pro Israel aparenta ser más solido que nunca, pero al mismo tiempo se desarrollan las movilizaciones, integradas por contingentes enormes de inmigrantes árabes y musulmanes, en el corazón mismo de las metrópolis.
También el gobierno de la ocupación muestra una falsa imagen de “unidad nacional”, mientras miles de sus “ciudadanos” huyen a sus países de origen al ver que la ocupación no les garantiza seguridad en la “tierra prometida”. El gobierno de coalición ampliado, al cuál ha ingresado la oposición que venía denunciando las reformas institucionales de Netanyahu, no puede llamarse de unidad nacional, porque Israel no es un Estado, sino una ocupación militar con una población implantada sobre la limpieza étnica del pueblo palestino.
Por supuesto, la lucha es totalmente desigual si la restringimos a las fronteras de la Palestina histórica; una lucha heroica y vital, pero con pocas perspectivas. Los trotskistas ponemos la pelea en otro plano, donde los contingentes del proletariado internacional podemos poner en la balanza todo el peso de la clase capaz de liberar todas las fuerzas de la producción social de la humanidad de las ataduras a las que las someten las relaciones burguesas de propiedad y la putrefacción del imperialismo.

Apoyar a la resistencia palestina, una tarea internacionalista

Debemos tener en claro que no estamos ante un enfrentamiento “de siglos” (el sionismo comenzó a colonizar Palestina a principios del Siglo XX e Israel fue creado en 1948) entre dos pueblos, sino de una lucha entre una nación oprimida y el establecimiento de un enclave imperialista en el corazón de Medio Oriente para controlar sus intereses estratégicos y el petróleo. El sionismo es una ideología y un movimiento reaccionarios, que postularon una salida para el pueblo judío, perseguido durante siglos, basada en la colonización de un territorio habitado por otro pueblo y para defender los intereses del imperialismo. Por eso, decimos que Israel ni siquiera es un Estado burgués propiamente dicho, sino un engendro creado por el imperialismo en el momento de su mayor descomposición.
Los revolucionarios y la vanguardia de la clase obrera debemos intervenir en este conflicto del lado de los palestinos, con acciones que afecten al imperialismo y su maquinaria militar en la producción, como el paro en las industrias imperialistas y el bloqueo de los transportes, tomando el ejemplo de los portuarios de California, Durban y Livorno que en 2021 frenaron cargamentos con pertrechos militares destinados a Israel. Debemos sostener todas las movilizaciones por el fin de los ataques israelíes, por el fin del bloqueo y por la retirada inmediata del ejercito sionista de la Franja de Gaza, el derecho al retorno de los refugiados y desplazados y la libertad de todos los presos palestinos en las cárceles israelíes.
Los trabajadores de los países de la región, en primer lugar, sus batallones centrales de la rama petrolera, tienen la llave para avanzar en la expulsión del imperialismo de Siria, Líbano, Irak, Libia y, por supuesto, Palestina, luchando contra los gobiernos burgueses árabes, socios del imperialismo. Es fundamental llevar las acciones callejeras que se desarrollan en Europa y EEUU al corazón de la producción. La lucha internacional en apoyo a la liberación de Palestina permitirá colaborar con el surgimiento de una dirección obrera y revolucionaria en Medio Oriente, única vía para desbancar a las direcciones reaccionarias islámicas o del nacionalismo árabe como Hamas o Fatah que llevan la lucha palestina a un callejón sin salida.
La necesidad de saldar la crisis de dirección revolucionaria urge ante la situación de los palestinos, que muestra de forma desgarradora el significado de lo que llamamos descomposición imperialista. Pero es imposible plantearse la construcción de una dirección revolucionaria internacional a partir de una sumatoria de programas nacionales, que reflejan la adaptación a direcciones ajenas a la clase obrera en cada país. La cuestión palestina es un problema social e internacional, se trata de la lucha contra el imperialismo. Por ello, son impotentes los programas basados en cualquier salida nacional a partir de la constitución de un Estado burgués en la Palestina histórica, es decir, cuyos fundamentos estructurales sean la propiedad privada de los medios de producción. Existe una gradación que va desde una Palestina “laica, democrática y no racista” como plantean las corrientes morenistas, un Israel laico (el programa que comienzan a levantar los sectores antisionistas desmoralizados), hasta la salida de dos Estados que viene siendo la propuesta del imperialismo. Incluso plantear una Palestina Socialista a secas, sin considerar la dinámica internacional que el proceso histórico imprime al proceso revolucionario ni abordar programáticamente la extensión internacional de la dictadura de clase a partir de la idea de federaciones, es limitado y erróneo. Armados con la Teoría de la Revolución Permanente, y tras décadas de experiencia de las masas con las traiciones de las direcciones burguesas y pequeñoburguesas árabes e islamistas, debemos plantear claramente la necesidad de expropiar a los expropiadores para destruir las bases sociales de la dominación imperialista. Es en ese sentido que planteamos la consigna destrucción del Estado de Israel como condición necesaria para la toma del poder por la clase obrera de Medio Oriente, instaurando su dictadura de clase, cuya forma política será una Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente y el Magreb.

15/10/2023

Artículos Relacionados en Palestina Lucha antiimperialista Israel Franja de Gaza

  • Gaza para los palestinos, el imperialismo… al basurero de la historia

        Una ola de críticas sacude el mundo luego de las declaraciones de Donald Trump del 4/2, en las que propuso que EEUU se “haga cargo” de la Franja de Gaza. Esta “iniciativa” implicaría, lo dejó claro, la expulsión de ese territorio de los palestinos que vienen de enfrentar más de un año de bombardeos y asedio por parte de las Fuerzas de Defensa Israelíes. El imperialismo propone la limpieza étnica definitiva como “solución final” a la guerra genocida de su enclave israelí contra los palestinos, hoy en pausa a partir de una tregua impuesta a los sionistas por la resistencia.
        No es casual que esta propuesta nefasta, una muestra más de la barbarie que el sistema capitalista en descomposición ofrece a la humanidad, fuera vertida en la 1º recepción internacional de Trump luego de asumir como presidente por segunda vez. El honrado era justamente Benjamín Netanyahu, el primer ministro del ente de ocupación. Trump sale así al rescate del gobierno sionista, que tambalea al no encontrar salida no sólo al actual conflicto, sino a una crisis de magnitud histórica dado que Israel es producto de una institucionalidad imperialista propia del equilibrio de posguerra, que hoy cruje por todos lados. Trump propone, retomando la línea de su 1º presidencia, arrasar con toda esa vieja institucionalidad, y su propuesta para la Franja de Gaza, aún con lo poco viable que la podamos considerar, viene a poner en primer lugar la defensa yanqui a Israel como una premisa fundamental del pretendido nuevo orden mundial.
        Los hipócritas imperialistas que dirigen los gobiernos europeos, así como los cipayos de todo color en Medio Oriente y el resto del globo, salen a defender el derecho internacional, se rasgan las vestiduras contra la afrenta a los derechos humanos que implican las declaraciones de Trump, gritan la necesidad de mantener las instituciones del sistema de las Naciones Unidas, que pintan como garantes de la paz pero son, por el contrario, las instituciones que han permitido la reciente masacre en Gaza, la continuidad de la guerra en Ucrania, las limpiezas étnicas en África y Asia y todas las tropelías de las potencias imperialistas en los últimos años. Gobiernos como el del laborista británico Christy Cooney o el príncipe heredero Mohammed bin Salman, así como la ONU y los gobiernos de la UE, son cómplices de la expulsión del pueblo palestino de su tierra que se dirige a cumplir 80 años, así como del genocidio en curso, hoy sólo en pausa. Los señores demócratas, liberales y conservadores, defensores de la institucionalidad capitalista no tienen nada que ofrecer al proletariado y los pueblos oprimidos, más que una versión (en apariencia) un poquito menos brutal de la barbarie que sirven hoy a la mesa Trump y su gobierno de multimillonarios. Una versión que no deja de encuadrarse en la preparación militarista de los dirigentes burgueses del capitalismo en descomposición, que anuncia la propia presidenta de la comisión europea von der Leyen al solicitar la relajación de las reglas fiscales y de endeudamiento de la UE para aumentar los presupuestos de defensa; ni deja de regirse por el único eje claro que tiene el imperialismo, que es la necesidad de modificar la relación capital-trabajo a su favor, atacando a nuestra clase, tal como vienen aplicando en Polonia, Ucrania y demás países.  
        Como planteamos oportunamente, Trump sigue la idea de recuperar el liderazgo perdido en los últimos años y, en base a una política agresiva a nivel económico y poderío militar, se pone como objetivo recuperar la influencia perdida, especialmente ante China, en distintas regiones para intentar imponer una nueva hoja de ruta –en su decadencia- para la situación mundial. Sus primeras medidas han mostrado los límites de la maquinaria productiva y financiera yanqui, amenazando con una guerra de aranceles contra México y Canadá que tuvo que meter 30 días en el freezer por la resistencia de la propia burguesía imperialista que teme que semejantes medidas terminen por agrietar aún más la ya de por sí alicaída salud de la economía norteamericana. Sin embargo, tanto el gobierno de Trudeau, en vías de salida, como el gobierno mexicano de Sheinbaum debieron subordinarse y ceder al pedido de militarizar las fronteras de sus países. Sheinbaum muestra que Trump cuenta no sólo con Milei, Bukele y otros presidentes lamebotas en América Latina; también se ofrecen los servicios de un progresismo decadente, dispuesto a desplegar 10 mil tropas contra su propio pueblo para satisfacer al amo imperialista.

    Unidad internacionalista contra el imperialismo

        Las reacciones de cólera y el enfrentamiento a la agresividad imperialista expresada por Trump ya se ha visto reflejada en las manifestaciones contras las deportaciones en el propio EEUU. Podemos esperar que la juventud retome allí, así como en Europa, la lucha en favor del pueblo palestino. Esas manifestaciones antiimperialistas son un toque de alarma para la clase obrera organizada y su vanguardia, que ha protagonizado acciones de solidaridad muy importantes, pero no ha logrado ponerse a la cabeza de estas expresiones de lucha. El proletariado tienen la capacidad de enfrentar al capitalismo en su base, imponiendo la paralización de la producción y su control para dejar en el aire a los burgueses y detonar las bases de sus Estados. Luchando contra la asimilación capitalista de los ex estados obreros y los gobiernos bonapartistas de Rusia y China que pretenden disputar la dirección del proceso de restauración al imperialismo, con toda la regresión social que eso implica. Peleando por la destrucción de Israel, ente de ocupación sionista en Medio Oriente, y contra todos los gobiernos burgueses de la región (árabes, túrquicos y el gobierno iraní) cómplices de la masacre contra el pueblo palestino, luchando por la Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente como forma política de la dictadura del proletariado. Para la consecución de todas esas enormes tareas que tenemos por delante, es necesario encarar la labor de saldar la crisis de dirección revolucionaria del proletariado, que muestra una vez más ser la crisis de la humanidad. A cada paso, la situación da nuevos elementos para impulsar de forma urgente el llamado a una Conferencia Internacional por la reconstrucción de la IV Internacional y sus secciones nacionales.

  • Tendencias a la desestabilización de Medio Oriente

    Publicado en TRCI

    En medio de la ofensiva del enclave de Israel sobre la Franja de Gaza, perpetrando un genocidio del pueblo palestino que resiste con gran heroísmo, un nuevo evento agudiza las tendencias a la desestabilización de la región. El sábado 13 de abril Irán lanzó más de 300 drones sobre Israel, a dos semanas del ataque de su embajada en Siria, que causó la muerte de 13 personas. Este es el primer ataque directo de Irán a Israel en la historia y los iraníes lo justifican como una respuesta al ataque recibido en Damasco, en el que murieron oficiales de la Guardia Revolucionaria Islámica. Aun así, se trata de una acción “limitada y en defensa propia”, tal como la propia diplomacia iraní manifestó abiertamente en Washington. Este aviso también permitió que el imperialismo coordinara con Israel acciones preventivas. Esta diplomacia se explica en el hecho de que Irán pretende evitar una guerra regional, pero a la vez “hacerse respetar” ante las fuerzas israelíes y advertirles que sus incursiones se encontrarán con represalias de la contraparte.

    Si bien no se puede descartar que esto provoque una escalada guerrerista, los gobiernos más bien han mostrado cautela. Estas intervenciones casi quirúrgicas de los gobiernos de Medio Oriente se explican por la enorme fragilidad del equilibrio político, no sólo porque tantos las burguesías árabes como el sionismo están viendo cómo negociar con un imperialismo en crisis que retacea el apoyo económico y no define una línea estratégica (tras el fracaso de innumerables intentos como los acuerdos de Oslo, la “hoja de ruta”, etc., y en medio de una crisis imperialista de magnitudes sin precedentes), sino también por el hecho de que existe un peligro real de una irrupción de las masas. Tanto el gobierno de Netanyahu, como el de Alí Jamenei han enfrentado cuestionamientos políticos internos con protestas masivas que han puesto en el centro al régimen. El frente interno convulsionado les quita base social para realizar cualquier acción agresiva que se pase de la relación de fuerzas, en un terreno regional altamente convulsionado e impredecible.

    Sin embargo, a pesar de la delicada situación del enclave de Israel, las burguesías árabes también son un factor contrarrevolucionario que aportan para evitar que las irrupciones de masas se desarrollen a un cuestionamiento efectivo al poder. Jugaron un rol contrarrevolucionario aplastando en sangre las semi insurrecciones espontáneas que estallaron en la región a partir de 2010, y hoy tienen en su cúspide regímenes bonapartistas con características de dictaduras policiales recostadas sobre el imperialismo, como el del General Al-Sisi en Egipto, que sostiene el flanco sur del cerco sionista de la Franja de Gaza. Arabia Saudita anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Irán tras siete años de desencuentros. A esto siguió el restablecimiento gradual de las relaciones entre Irán y los demás Estados del Golfo -Emiratos Árabes Unidos y Kuwait-, que el ex primer ministro israelí Naftali Bennett consideró “una victoria política para Irán” y “una amenaza para Israel”. Pero la indiferencia de estas direcciones nacionalistas ante la masacre de estos últimos meses en Gaza demuestra su carácter reaccionario y su incapacidad de dar una salida progresiva al pueblo palestino y a todos los pueblos oprimidos de la región. Aun así, la resistencia palestina sigue en pie y cada nueva generación es más fuerte y adherente al derecho al retorno y la voluntad de pagar el precio en la lucha por ello.

    La clase obrera internacional debe intervenir del lado del pueblo palestino impulsando medidas que afecten la maquinaria imperialista en la producción; asimismo, el proletariado de la región debe impulsar la necesidad de la derrota y destrucción del enclave de Israel, derrotando a las burguesías nacionales, mediante los métodos de la clase obrera, como la huelga general y la insurrección consciente de las masas. Luchando por la revolución socialista, por una Federación Republicas Socialistas del Medio Oriente y el Magreb.


    Milei a la zaga de lo más rancio del sionismo y el imperialismo yanki

    Mientras se desarrollaban estos eventos, el presidente argentino se encontraba en una gira que incluía un encuentro con una secta judía religiosa en Miami y, luego de su documentado encuentro con Elon Musk, tenía planeado dirigirse a Dinamarca para cerrar la compra de aviones F16. En todos sus posicionamientos ha declarado ser un férreo aliado de Estados Unidos e Israel, lo que pone nuevamente a la semicolonia argentina como un actor de reparto en este proceso guerrerista. Es por esto que decidió suspender su gira y llamar a un “comité de crisis” ante la posibilidad de ser nuevamente blanco de atentados.

    Esto es una muestra más de por qué los trabajadores tenemos que pelear por expulsar al imperialismo de América Latina y derribar a sus gobiernos títeres. Llamamos a la más amplia solidaridad con el pueblo palestino y a que la clase obrera, con sus métodos, desarrolle el internacionalismo proletario. ¡Por el triunfo de la resistencia palestina! ¡Fuera el imperialismo de América Latina!

  • Complaciendo al capital

    En la reunión del G20, en la cual participó la Argentina, el presidente Fernández llevó el mandato del Frente de Todos de “no pagar la deuda externa”. Pero en los fundamentos de su moción decía “vamos a pagar, pero primero déjennos crecer”, con esa tarea Alberto se dedicó a buscar sacarse fotos con los líderes de los países imperialistas suplicando afecto y, mientras tanto, Guzmán negociaba la letra chica de la sumisión de la Argentina a los designios del FMI.

    En medio de estas negociaciones estamos llegando a los últimos días de la campaña electoral donde el gobierno se ve como perdedor y con pocas chances de revertir la derrota de las PASO. Es por eso que intentan, dentro del caos que es la coalición de gobierno, pensar una transición con lo que le queda de mandato, para salvaguardar al régimen político y evitar una crisis mayor en su relación con las masas.

    Quizás la mayor crisis que debe afrontar es la del peronismo como movimiento histórico, que fue una formación política que se conformó en el periodo de posguerra como un frente popular en forma de partido para contener los procesos revolucionarios que se estaban desarrollando al interior de la clase obrera de esa época y, mediante concesiones estatales, reforzar al semi estado burgués.

    Hoy esa dirección contrarrevolucionaria ha perdido gran parte de su base social, y aquella idea de un estado de bienestar a lo Latinoamérica no podía prosperar por su relación con el imperialismo lo que ha generado una mayor descomposición de los semi estados y con ello la descomposición de las capas privilegiadas que viven del poder estatal.

    El festejo por el 17 de octubre fue la expresión de una encrucijada histórica de un movimiento sin rumbo, reivindicando un periodo histórico que no volverá y una situación mundial que los lleva a tener poco margen para negociar las migajas que se le caen de la mesa al imperialismo.

    Quizás por desesperación a que el PJ la traicione y la vuelva a dejar en el llano, Cristina fue de las pocas que en la efeméride del 17 esbozó una idea, obvio no de ella, pero que intenta dialogar con la época. En una disertación que hizo en la ex ESMA planteó que debían ir a un nuevo pacto entre el capital y el trabajo. Esto se estaba discutiendo antes de la pandemia, ya que el imperialismo considera que deben ir contra las conquistas que tuvieron que conceder en el periodo de posguerra ante el fantasma del comunismo y cuando aún existía la URSS, porque ese escenario ya no existe. Es significativo que mientras en Europa se desmonta ese famoso Estado de bienestar, en EEUU algunos procesos huelguísticos que se formaron en plena pandemia levantan algunas ideas de relaciones laborales que existían en los Estados de bienestar.  

    La traducción, a lo Cristina, es intentar una reforma laboral que quite conquistas a los trabajadores, no de forma burda como lo plantea Juntos por el Cambio, sino buscando legalizar la flexibilización laboral en las empresas. Plantea que hay que abaratar el costo laboral a las empresas e incorporar una mano de obra barata mediante la transformación de los planes sociales en planes de empleo, centralmente en los sectores de jóvenes, subsidiando el salario a los empresarios, como estamos viendo en la UOCRA, o modificando los tiempos de trabajo como vemos en Toyota. Y este plan requiere fortalecer a la burocracia sindical, aunque su idea es que sea su movimiento, La Cámpora, la que cope los sindicatos, cuestión de difícil resolución, ya que la gran mayoría de ese movimiento son parásitos del Estado.

    Con todos los límites que tiene esa idea contrarrevolucionaria, es un intento de hacer sobrevivir a una fracción del peronismo intentando recrear una nueva base social en los movimientos piqueteros y en una nueva generación que ingresa a la producción sin el verso de que Perón te dio todo.

    Esta crisis, que el FITU pretende canalizar mediante los votos, es una visión parlamentaria de las relaciones de fuerza dentro de un Estado, pero las relaciones de fuerza se miden en la producción, es ahí donde está el poder real de la burguesía y sus aliados.

    La coalición gobernante se prepara para acordar con el FMI y llevar a cabo el plan que le dicten. Reforma laboral, fiscal, previsional y un mayor ajuste son parte de la hoja de ruta para los próximos dos años de gobierno. Para eso el FMI pidió unidad burguesa detrás de este plan, es obvio que esa unidad es contra los trabajadores y el pueblo pobre, pero podemos ser los que hagamos saltar por los aires el acuerdo con el FMI y el ajuste.

     

  • La guerra más larga, la retirada más humillante

    El Talibán infestando todo y adueñándose de todo el país es algo altamente improbable” declaró solemne Joe Biden el 8 de julio de 2021 en la East Room de la Casa Blanca. Apenas un mes y escasos días después, el Talibán entraba en la capital afgana Kabul, tras la retirada del grueso de las tropas imperialistas y de la huida del presidente-títere, Ashraf Ghani. Biden apostaba a que el ejército afgano de 300.000 hombres pertrechado por el imperialismo controlara la situación, pero se desmoronó en semanas. Y dejó expuesto a su gobierno a una operación de evacuación nunca antes vista, “el puente aéreo más grande de la historia” según el propio Biden, que se ha convertido en la más humillante retirada jamás vista. Una nueva declaración alucinada del presidente yanqui, que dijo que EEUU había ido a Afganistán no a construir una nación democrática (nation Building) sino a desactivar la amenaza terrorista, fue respondida por una rama del ISIS con un atentado en el propio aeropuerto de Kabul con el saldo de más de 170 muertos, entre los que se cuentan 13 soldados de EEUU. El atentado del jueves 26 de agosto empujó a los aliados de la OTAN con tropas en el terreno a dar por finalizadas las operaciones de evacuación, dejando sola a aquella nación “líder del mundo libre” que había logrado organizar en torno a la ocupación a una coalición de 42 países. Los yanquis tienen plazo hasta el 31 de agosto para terminar la evacuación, plazo en el que solo esperan nuevos atentados e imágenes desesperadas de refugiados tratando de huir del caos que dejan tras de sí después de 20 años de ocupación militar.

    El imperialismo y su sombra

    La retirada de Afganistán es un botón de muestra de la situación complicada en que se encuentra el imperialismo norteamericano en la profundización histórica de su descomposición y en las dificultades cada vez más grandes que tiene para intentar saldar la crisis capitalista mundial. No solo es parte de las dificultades para dar una idea de salida a la pandemia, con la discusión de la pospandemia y un supuesto y anhelado auge de la economía mundial, que se choca con una perspectiva de pequeños rebotes y nuevas caídas que configuran más bien una tendencia a la depresión y a la agudización de los desequilibrios en todos los planos. Llegan a discusiones tan delirantes como que “gracias” a la variante Delta se están conteniendo las tendencias inflacionarias (!!). El gobierno de Biden y su coalición de gobierno, que apareció como un recambio frente al fracaso del cambio de orientación imperialista que significó la administración Trump, en muy poco tiempo ha chocado con todas las contradicciones que minan la hegemonía mundial de EEUU. Y se ve obligado a tomar decisiones en el plano de la retirada menos costosa, para un supuesto reordenamiento de fuerzas que nadie cree. Sobre todo los rivales estratégicos como China y Rusia, que toman posición. Los acuerdos entre China y el Talibán para consolidar el dominio territorial de ambos Estados y al mismo tiempo integrar al nuevo “gobierno” afgano en el cuadro del cinturón y ruta de la seda chinos es un ejemplo. La necesidad de EEUU de negociar con Rusia una red antiterrorista en el país es otro. Pero la principal debilidad del imperialismo norteamericano no es el desafío de los rivales sino la descomposición estructural, la destrucción económica y social, que su propio accionar siembra a cada paso. Guantea con su sombra, y está perdiendo. El problema es que ese avance de la descomposición destruye las condiciones de vida de nuestra clase y de los pueblos oprimidos del mundo.

    “Nation building”, detonación de naciones

    Quizás sea verdad la declaración de Biden en cuanto a que el verdadero objetivo de EEUU en Afganistán y, agreguemos, en Irak, no fue “construir una nación” o, mejor dicho, construir desde afuera un Estado burgués semicolonial, moderno y democrático, a su imagen y semejanza. Quizás eso haya sido solo una excusa, y hayan seguido más bien la doctrina militar elaborada luego de la victoria yanqui en la guerra fría del “Shock and Awe” (Shock y pavor) que vociferaban los comandantes militares de Bush hijo cuando se llevaron adelante aquellas invasiones en 2001 y 2003, con el nefasto Donald Rumsfeld a la cabeza. Básicamente, se trataba de una táctica de terrorismo imperialista, que se desmoronó frente a la resistencia de grupos armados y de las masas iraquíes y afganas al poco tiempo de la llegada norteamericana, marcando muy tempranamente la derrota de las invasiones, aunque las tropas se quedaron en lo que llamaron un “empantanamiento”. La tesis del Imperio ejerciendo ese terrorismo de estado a escala global, igual que su contracara progre, el Imperio vs. la multitud de los autonomistas como Negri y Holloway, se vinieron abajo con la resistencia nacional de los pueblos oprimidos, que se desarrolló en Medio Oriente y más allá, y se sigue desarrollando a la fecha. ¿Será esta falacia la que nos quiere volver a vender Biden?
    La contradicción entre la forma estatal de la dominación burguesa y la internacionalización de las fuerzas productivas, entre la socialización de la producción y la acumulación privada del capital, no puede resolverse en un supraestado burgués. Esto está quedando más claro con la decadencia de la hegemonía norteamericana. Pero no es menos utópica la idea de la creación de nuevos estados burgueses modernos en la época de las crisis, guerras y revoluciones. Y los intentos por llevarlo adelante han chocado una y otra vez con las contradicciones de las bases materiales engendradas (descompuestas) por el capitalismo. Esta discusión no sólo explica las utopías imperialistas, sino que nos mete en el debate de las propias fuerzas proletarias. La derrota del imperialismo en Afganistán tiene sabor a muerte, porque el talibán toma el poder. Esto solo puede explicarse por la crisis de dirección revolucionaria de nuestra clase.

    La IV Internacional

    Así, vemos como muchas corrientes del trotskismo centrista empiezan el clásico juego de encontrar el mal menor, algunas festejando la toma de Kabul por el Talibán, otras haciendo campaña por la democracia en Afganistán contra la persecución de las mujeres. Debemos ser claros: este momento de derrota del imperialismo no podrá ser capitalizado sin la intervención decidida del proletariado mundial del lado de los pueblos oprimidos de Medio Oriente. Debemos desplegar una campaña en los sindicatos por el retiro de todas las bases imperialistas de Medio Oriente y de todos los países oprimidos. Asimismo, es necesario que en los países imperialistas los sindicatos luchen por el ingreso sin restricciones de los refugiados, por igualdad de derechos laborales y por su integración a las filas de nuestros sindicatos según la rama. Los sindicatos de todos los países deben recurrir a todos los medios necesarios para ayudar a fortalecer y eventualmente reconstruir las organizaciones obreras en Afganistán, enviando fondos, víveres y defendiéndolas de los ataques del Talibán y los señores de la guerra. Es en esta pelea, donde los mejores y más decididos combatientes antiimperialistas de nuestra clase podrán actuar en conjunto y debatir el programa para enfrentar a los Estados imperialistas y sus lugartenientes en nuestras filas, la burocracia sindical, para sentar las bases de la reconstrucción de la dirección revolucionaria de la clase obrera, la IV Internacional y sus secciones nacionales. De ese modo, podremos colaborar en fortalecer a la vanguardia obrera en Afganistán y Medio Oriente, para dar la pelea por una Federación de Repúblicas Socialistas en la región sobre la destrucción de Israel, como forma política de la dictadura del proletariado. No puede existir ninguna otra salida para Afganistán, porque cualquier idea de Estado democrático nacional (la utopía estatista que siempre persigue el centrismo) carece de bases materiales por la dinámica misma de la descomposición del capitalismo.
    La catástrofe de la retirada de Kabul es una advertencia también para las filas revolucionarias: nunca se estuvo tan cerca de que la consecución de una consigna progresiva como la retirada de las tropas yanquis de Afganistán esté tan lejos de hacer avanzar las posiciones del proletariado mundial. Debemos actuar con seriedad, rapidez y decisión. La lucha de clases no tiene piedad con los indecisos y los confundidos. Proponemos a las corrientes trotskistas que defienden el programa de la dictadura del proletariado realizar una Conferencia Internacional que prepare los pre requisitos para la reconstrucción de la IV internacional.

  • Sumemos la UNCuyo a la lucha contra la agresión colonialista a Palestina

    La reciente escalada de agresión de Israel contra Gaza y Palestina en general es la más violenta desde 2014. Los bombardeos sionistas efectuados durante el transcurso de las últimas semanas sobre Gaza han dejado 248 muertos, de los cuales 66 son menores de edad, hasta el momento hay 2.000 heridos. El pueblo palestino ha resistido estos ataques que han destruido sus ciudades, profundizado la crisis sanitaria y la migración masiva, en respuesta a la ofensiva han realizado manifestaciones, destacándose la huelga general convocada en las ciudades con población árabe de Cisjordania e Israel, expresando una tendencia más general de las acciones de masas ante el nivel de crisis.

    Al mismo tiempo se han realizado masivas manifestaciones de solidaridad internacionalista en Inglaterra, Irak, Líbano, Siria, EE.UU., Japón, Francia y América Latina etc. La clase obrera ha manifestado su apoyo a la lucha palestina como los trabajadores portuarios de Génova que frenaron un cargamento armamentístico dirigido a Israel, al igual que los portuarios sudafricanos se negaron a descargar cargamento israelí, a estas acciones podemos añadir la ocupación de la empresa de armas Elbit Systems en Reino Unido por manifestantes con el apoyo de trabajares de la planta.

     

    ABAJO EL LOBBY SIONISTA EN LA UNCUYO

    Como denunciamos en ese momento (¡Abajo el Lobby Sionista en la UNCuyo! - Corriente Obrera Revolucionaria (cor-digital.org)), el 19 de Agosto de 2020 el rector de la Universidad Nacional de Cuyo Daniel Pizzi emitió una resolución que adopta la definición de ¨antisemitismo¨ aprobada por la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA) que establece: ¨El antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos. Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto". Esta definición ha sido adoptada por las principales potencias imperialistas y los gobiernos latinoamericanos, en Argentina esta disposición está en consonancia con la resolución N°114/2020 del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de la Nación.

    Con esta definición de antisemitismo se acusa y persigue Juan Carlos Giordano, militante de Izquierda Socialista quien ha manifestado su apoyo a la causa palestina, desde la COR repudiamos enérgicamente la persecución realizada por grupos reaccionarios ligados a Israel. Querer endilgar el antisemitismo a quienes cuestionen a las “instituciones de las comunidades judías” es la forma predilecta que el sionismo ha encontrado para encubrir las atrocidades cometidas por sus “instituciones”, principalmente el Estado de Israel. No podemos permitir de ninguna manera que a través de una definición engañosa y su implementación en la legalidad burguesa nos persigan y pretendan hacernos creer que somos nosotros quienes incurrimos en la discriminación, cuando los sionistas tienen en sus manos la sangre de miles de palestinos, a los cuales desde 1948 han sometido a todas las penurias y violaciones que conlleva el colonialismo.

    Debemos convertir en acciones concretas, tanto en las calles como en las escuelas, facultades y los lugares de trabajo, nuestra solidaridad internacionalista. Levantamos las banderas de la lucha palestina, sostenemos la necesidad de la destrucción del Estado de Israel, este enclave imperialista debe desaparecer al igual que los demás gobiernos reaccionarios de medio oriente, luchamos por una nueva forma de organización social y económica con la dirección de la clase obrera, con la perspectiva de la construcción de la Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente y el Magreb. Seguiremos denunciando el accionar genocida de Israel, instamos a realizar campañas públicas, movilizaciones y acciones de solidaridad proletaria.

    Retomamos nuestro llamado a las organizaciones de izquierda para luchar en contra de la resolución de Pizzi que apoya al sionismo, otorgando la posibilidad de sancionar a quienes luchamos en contra del genocidio que realiza Israel en Franja de Gaza y los demás territorios palestinos. Preparemos asambleas por facultades e interfacultades de manera presencial con las medidas sanitarias correspondientes. Exijamos a los centros de estudiantes, a la FUC y a la FUA la lucha por la derogación de dicha resolución. Instamos a los sindicatos docentes y no docentes a posicionarse en este sentido y unificar acciones concretas por la anulación de esta resolución.  

    • ¡Abajo la resolución de Pizzi y el lobby sionista, y los convenios Israel- UNCuyo!
    • ¡Por la Destrucción del Estado de Israel!
    • ¡Por una Federación de Repúblicas Socialistas de Medio Oriente y el Magreb!
    • ¡Fuera el imperialismo de Medio Oriente!
    • ¡Por el triunfo de la lucha del pueblo palestino!

    Rama Universitaria de la COR

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