En nuestro día en todo el mundo, los trabajadores debemos hacer escuchar nuestra voz contra la decadencia imperialista y mostrar el poder de la clase obrera.
En este día vuelven a flamear las banderas de la Comuna de París, de la Revolución Rusa, de los mártires de Chicago y de los dirigentes obreros que murieron o fueron asesinados enfrentando a este sistema capitalista. Por eso, a 135 años de aquel 1° de mayo en el que la burguesía norteamericana asesinaba a los trabajadores, a los mártires de Chicago, debemos reafirmar las tareas de los revolucionarios en la pelea contra el capitalismo y sus instituciones, como los Estados nación. Luchamos por la destrucción del Estado burgués y nos apoyamos en la experiencia de la Revolución Rusa y su sistema soviético.
Este 1° de mayo nos encuentra a los trabajadores luchando contra la segunda -y en algunos lugares la tercera- ola de covid y contra un parásito histórico, que es el capitalismo. La pandemia desnudó el carácter reaccionario del sistema capitalista, su método anárquico en la relación con la naturaleza y sus formas de dominación. El desarrollo de la pandemia agudizó aún más el proceso recesivo de la crisis del 2008, llevando al conjunto de la economía mundial a un estancamiento. En este salto en calidad de la crisis no se descarta la posibilidad de la ruptura de los equilibrios de clase en los Estados nación generando un sinfín de crisis política en los países imperialistas y semicoloniales con irrupción de procesos de masas que comienzan a sacar lecciones de la dirección burguesa de la pandemia y sus consecuencias en las condiciones de vida.
Asistimos a una descomposición de las instituciones creadas por el imperialismo en la posguerra, un gran ejemplo es la OMS con su lamentable actuación en la situación de la pandemia; la ruptura de los equilibrios interestatales, con la UE entrando en una situación caótica y una exacerbación de la competencia entre EEUU y China, que continua en la era post Trump con Biden.
A un año de la irrupción del coronavirus la respuesta por parte de la dirección capitalista para hacer frente al virus fue un mayor estatismo, es decir, un intento de economía dirigida, intervención con un festival de subsidios al capital, nacionalizaciones de empresas en crisis, como las aerolíneas de bandera, e impuestos a las riquezas o políticas fiscales agresivas. Para los trabajadores esto no es otra cosa que un ataque en todas las líneas, con despidos masivos, suspensiones, rebajas salariales y quita de conquistas, entre otras.
Esta distorsión que introduce la intervención del Estado en la esfera de la producción abre un sinfín de crisis políticas de las distintas fracciones burguesas y una relación diferente con los trabajadores, ya que actúa en la base misma de las relaciones sociales de producción. Resulta muy evidente la importancia de la fuerza de trabajo en la creación de valor y la dinámica del capitalismo y su relación con esta fuerza de trabajo. La parálisis que provocó el virus en algunas ramas de la producción desesperó a los capitalistas, porque quedó demostrado que las ganancias salen de la expropiación de los trabajadores y no de otro lado.
Esta política no puede ser más que reaccionaria porque busca preservar los intereses de la clase a quien representan y obviamente no les interesa en nada la suerte de los trabajadores, solo en preservarlos como explotados. Por eso todos los ensayos que practicaron en esta pandemia fracasaron y llevaron a una agudización de la crisis con miles de muertos y contagiados. Tanto las cuarentenas como la argentina, como la negación del virus al estilo Bolsonaro fueron políticas desesperadas para resguardar a los grandes capitales y su clase, desorganizar a nuestra clase con la complicidad de la burocracia sindical, para sostener sus Estados en descomposición. Una línea imperialista de resguardar las ramas de la producción haciendo descender el valor de la fuerza de trabajo.
La crisis acentuó aún más la desorganización de la economía, es por esta razón que ante el ataque de los capitalistas los trabajadores debemos atacar su capital. El ejemplo más notorio son las vacunas contra el covid: laboratorios que se llenan de ganancia; Estados como el de EEUU, que intenta vacunar a toda su población para sacar una ventaja en la reconstrucción de la economía y estar en mejores condiciones para competir; y gran parte del mundo sin una sola vacuna. Los trabajadores, ante el nivel de la crisis, debemos reforzar la idea de expropiar a los expropiadores.
En distintos lugares del planeta sectores de la clase obrera han retomado los métodos de nuestra clase, como lo demuestran la huelga italiana ante el colapso sanitario, las huelgas en EEUU, huelgas en Francia, un comienzo molecular aun de procesos de lucha en el proletariado brasilero, luchas duras de los trabajadores argentino, la lucha de los trabajadores de Myanmar ante el golpe militar, solo para enumerar algunos conflictos. Como sostenemos los marxistas, la unión creativa de lo consciente y lo inconsciente es lo que habitualmente llamamos inspiración. La revolución es la inspiración violenta de la historia.
Somos nosotros los que debemos paralizar todo, no sólo para enfrentar al virus, sino para organizarnos para enfrentar los ataques. Los métodos de la clase obrera, como el cese de actividades y paros para ir a una huelga general, son medidas que permiten preservarnos de forma organizada, mediante los sindicatos, ante el ataque centralizado de los burgueses y las fuertes tendencias destructivas de la economía capitalista en crisis.
Podemos decir que asistimos a un ensayo general reaccionario del sistema capitalista, en medio de un proceso más histórico de descomposición. Es un gran ensayo de conciliación de clases, de patrioterismo. Ante una dirección anárquica, como es el sistema capitalista, que depende de sus Estados mayores armados para garantizar la reproducción del capital, nosotros peleamos por una dirección colectiva consciente, que prepare las etapas de la dictadura del proletariado, ya que el sistema actual engendra las condiciones materiales y las formas sociales para la reconstrucción económica de la sociedad.
Los trabajadores debemos intervenir en esta crisis de forma independiente, preparando las condiciones para que surja una vanguardia revolucionaria que se constituya en partido como dirección revolucionaria en la necesidad de reconstruir la IV Internacional.
Publicado en TRCI-WEB