Dicen que Cristina es presente, y el futuro es con Axel. Pero la burocracia sindical peronista no quiere que las y los trabajadores discutamos el pasado reciente, para que no pongamos sobre la mesa todo lo que nos arrebató el ajuste y la aceleración inflacionaria de Alberto y Massa, ni la motosierra y la megadevaluación de Milei.
El gobierno nacional, todos los gobernadores y la burocracia sindical quieren cerrar la discusión salarial rápido, por plazos de 4 a 6 meses y porcentajes irrisorios, para dedicarse a las campañas electorales legislativas y sindicales. La paritaria bonaerense es el ejemplo más elocuente de que la burocracia quiere atar a la docencia al tren fantasma de un frente amplio que sostenga a un peronismo en crisis. Baradel y compañía, co-administran con Kicillof la reforma educativa y laboral, el ajuste salarial, y refuerzan la descomposición de la organización sindical docente a fuerza de estatización y colaboración de clases, que degrada la democracia sindical, los ámbitos de deliberación y decisión y causa profunda desconfianza de la base hacia la conducción.
En las provincias con gobernadores con peluca como Mendoza, la burocracia del SUTE se cruzó de brazos mientras Cornejo impuso una reforma laboral que barre con los convenios colectivos estatales, aumenta la jornada laboral, potencia el ítem aula e impone adicionales atados todos a criterios de productividad. En un ataque inédito en el país, Cornejo cerró y fusionó de un plumazo 120 escuelas de jóvenes y adultos, en un tendal de cierres de cursos y despidos, frente a la total inacción de la burocracia, que ahora se sienta a negociar migajas en paritarias sin decir una palabra al respecto.
No podemos seguir tolerando que los colaboracionistas se sienten a negociar en nuestro nombre. En las paritarias provinciales y en la paritaria nacional docente, tenemos que elegir y mandatar paritarios revocables. El criterio de independencia de clase debe orientar al activismo y la militancia antiburocrática para intervenir con todo en cada instancia, enfrentando a la burocracia podrida, estatizada y estatista hasta la médula.
Necesitamos recuperar la iniciativa
La colaboración de la burocracia con el gobierno nacional y provincial se da en todo el país. Los gobernadores de todo el arco político han avanzando en consolidar la pérdida salarial que nos hunde en la miseria y la indigencia, en imponer reformas profundas en las condiciones de trabajo, implementando adicionales por productividad, aumentando e intensificando la jornada laboral, y todo tipo de regulaciones y mecanismos de control y disciplinamiento que precarizan y debilitan nuestra capacidad de respuesta como trabajadores. Hay que ser muy claros, la burocracia peronista sólo ha sido garante del ajuste, la motosierra y el hundimiento del salario, allanando el camino para las ofensivas del Peluca y los gobernadores, culpando a la base y anhelando que el escarmiento se traduzca algún día en un voto favorable a un desdibujado proyecto político con los mismos que le votan todo a Milei.
La fundada desconfianza de la base docente hacia las conducciones, tendencia que atraviesa a la docencia de todo el país respecto de la Celeste Nacional y sus acólitos en los sindicatos de base de CTERA, ha sido bien aprovechada por los libertarios hasta ahora, para avanzar atacando toda idea de organización de clase y lucha colectiva. Sin embargo, en 2024 se desarrollaron experiencias que se sobrepusieron a la enorme confusión y crisis de dirección. Se encontró la forma de pasar a la ofensiva en Misiones, se pudo recuperar la seccional Capital en Córdoba, se pelea la conducción de ADEP en Jujuy, y se ha sostenido el pulso de conflicto en todo el país, pese y contra la burocracia. Ahora, el desafío de las agrupaciones antiburocráticas y el activismo es prepararse para dar respuesta a esa crisis de dirección, poniendo en pie oposiciones sindicales revolucionarias en los sindicatos. Oposiciones con libertad de tendencias sobre la base de un programa de independencia de clase, para enfrentar a las mediaciones que hoy son la principal contención de nuestras fuerzas.
No podemos esperar tiempos electorales para discutir qué oposición necesitamos para recuperar los sindicatos y federaciones. Hay que superar los acuerdos por arriba poniendo en pie instancias de reorganización del activismo y de construcción de una oposición nacional capaz de ponerse a la cabeza de la lucha contra el plan motosierra de Milei, el FMI y los gobernadores.
Nuestra propuesta a las seccionales y sindicatos dirigidos por tendencias antiburocráticas, es que convoquen a un congreso nacional de delegados escolares con mandato con el objetivo central de preparar el NO INICIO DE CLASES, un PARO NACIONAL EDUCATIVO hasta recuperar todo lo que perdimos.
La burocracia no quiere que los procesos de deliberación y acción se desarrollen en los lugares de trabajo, porque buscan que el descontento con la situación se vuelque en las urnas, como ciudadanos enojados y no como trabajadores conscientes. Desde la oposición antiburocrática necesitamos desarrollar una campaña para convencer en cada escuela de salir a pelear con nuestros métodos de clase, por la reincorporación de todos los despedidos, el pase a planta de contratados, y una recomposición salarial que equipare el inicial de cualquier escalafón a la canasta familiar. Basta de salarios de pobreza e indigencia. Basta de adicionales en negro atados a productividad y presentismo. Abajo la esencialidad educativa, las reformas previsionales, laborales y educativas.
Vamos por un NO INICIO DE CLASES hasta derrotar las paritarias de ajuste y de reforma laboral, que impulse la lucha por la recuperación de nuestros sindicatos y federaciones.
Docentes de la COR
El último día de noviembre, la conducción de CTERA estampó su acuerdo con el techo salarial, reafirmando su rol garante del brutal ajuste que descarga Alberto y el conjunto de los gobernadores en pos de subsidiar a los empresarios, pagar la deuda externa y acordar con el FMI. De espaldas a los conflictos en las provincias, y abandonando a su suerte a la docencia que lidia con las condiciones impuestas para el cierre del año con una vuelta sin recursos ni condiciones a la presencialidad, la burocracia celeste de CTERA bajó la persiana hasta febrero. Serán felices vacaciones sólo para Alesso y Baradel.
210$ de material didáctico…
El monto por el ítem material didáctico, es insultante. Más aún si se considera que el 100% del gasto de conectividad que sostuvo la continuidad educativa en pandemia (en muchos casos, incluida la conectividad de los estudiantes), salió del bolsillo docente.
La paritaria nacional docente, vuelve a jugar el rol que tuvo bajo el gobierno del Cristina: imponer el techo paritario en las negociaciones provinciales. El acuerdo unánime firmado este 30/11, lleva de 25000 a 27500 el salario inicial docente de referencia, y extiende por 4 meses el pago de 1210 pesos mensuales de incentivo y 210 adicionales de material didáctico. Cifras congeladas desde el macrismo. La conducción de CTERA, sentencia así que los trabajadores nos resignemos a no ir por todo lo que perdimos en el período anterior, y carguemos, junto con los jubilados, el peso del recorte de partidas que comprometió el gobierno a los bonistas y al FMI.
Escuelas sin partido… docentes con tapabocas y mordaza
Acuña se embanderó en la campaña contra la militancia docente y ciertas ideologías en las escuelas, preparando el terreno para una nueva ofensiva sobre los institutos de formación docente en CABA. No es nuevo, ni exclusivo de Cambiemos, este recurso al macartismo en las escuelas como vía para perseguir al activismo docente y estudiantil. Precede, en todo el mundo, ataques estructurales que buscan introducir criterios de productividad, para atar la estabilidad docente a resultados, para limitar o eliminar la participación sindical en los mecanismos de ingreso y continuidad, y para introducir reformas educativas. En simultáneo, la corte suprema de Mendoza, convalidaba las ideologías religiosas y sus rituales en las escuelas públicas, buen refuerzo de las huestes macartistas.
Profundicemos el repudio a estas avanzadas reaccionarias, unificando la lucha a nivel nacional por tirar abajo toda la legislación vigente, y reforzada en la dictadura, que instituye el control estatal del accionar, la opinión y la organización docente y estudiantil en las escuelas.
Unanimidad sin mandato de base
Este acuerdo nacional, firmado por UNANIMIDAD, por paritarios de la burocracia sindical de todos los gremios, y por los representantes del gobierno nacional y las provincias, enmarca los términos de la vuelta a la presencialidad masiva para 2021. Y deja en claro el amplio consenso que une al oficialismo y la oposición patronal, junto con todo el arco de la burocracia sindical, respecto a la política educativa/salarial/previsional y presupuestaria a tono con los compromisos asumidos de ajuste del gasto público a costa de los trabajadores.
El problema no solo es salarial. La cuarentena y el ASPO se tradujo en una ofensiva sobre las condiciones de trabajo docente, la extensión e intensificación de la jornada laboral impuestas de hecho, y que varios gobiernos provinciales pretenden imponerla de derecho –bimodalidad-, cristalizando estas imposiciones en modificaciones de los estatutos del docente y en reformas de las leyes de educación provincial como en Mendoza, donde logró posponerse por la férrea resistencia de la docencia. La sobre carga laboral tuvo su contracara en la alta desocupación docente, ante la negativa a llamar a suplencias en todo el país, como denuncian actualmente los docentes de San Luis, pero que fue una lucha constante este año en varias provincias. Las conducciones celestes de los sindicatos docentes provinciales colaboran abiertamente en la implementación de las reformas laborales y educativas, y sin mandato alguno, avanzan en negociar modificaciones en las condiciones de ingreso/titularización y continuidad, como en Córdoba.
Poner en pie una oposición sindical con independencia de clase
Las multicolores que recuperaron seccionales y sindicatos en el período anterior, se vieron tensionadas en sus acuerdos endebles, con tendencias que se integraron al Frente de Todos, como el PCR. La imposición de la cuarentena, el cierre de escuelas y la imposición del trabajo a distancia a los docentes, fue una medida unilateral del Estado burgués para preservar su sistema sanitario del colapso. A esta imposición se adaptaron las multicolores igual que la celeste, y la volvieron su postura frente a la crisis sanitaria, delegando en el gobierno la gestión de la pandemia. Esta postura, llevada al extremo del cierre de los sindicatos, y la aceptación pasiva del decreto de Moroni que restringió hasta febrero del 2021 la actividad sindical de base, desarmó al activismo frente a la ofensiva en las condiciones de trabajo y el deterioro salarial. La carencia en los frentes multicolores, de un programa basado en la independencia de clase, los desarmó para intervenir en la crisis con métodos de la clase obrera, tomando lecciones incluso de las experiencias de la docencia en otros países que recurrió a la huelga para definir el cierre de las escuelas.
La experiencia de lucha de la docencia de Misiones, que paró y cortó las rutas para romper el acuerdo miserable de la celeste de UDPM con Herrera Ahuad, la fuerte agitación de la docencia en el NOA, junto a la extendida movilización de Chubut, y la resistencia mendocina a la reforma educativa de Suárez, fueron muestras de la disposición a la lucha de las bases. Faltó una oposición nacional dispuesta a arraigar en esos procesos, para disputar la dirección del conflicto a la celeste.
La perspectiva de la recuperación de los sindicatos de base y de la CTERA, que varios ya discuten, tiene que sacar lecciones de esta etapa. Instamos a las tendencias antiburocráticas a preparar un plenario nacional para debatir un programa de independencia de clase, que forje una oposición sindical con libertad de tendencias, dispuesta a unificar al activismo y a disputar las bases, con un plan de lucha que rompa el acuerdo de CTERA con Trotta, e imponga paritarios revocables, electos y mandatados por un congreso de delegados de base. Que unifique una postura, desde los intereses y métodos de los trabajadores, respecto a las condiciones para la presencialidad. Que ponga a las escuelas en pie de lucha, preparando un paro nacional educativo contra el ajuste y la precarización.