Elecciones en CABA
Las elecciones a legisladores del domingo 18/5 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires le dieron el triunfo a la lista que impulsaba Milei encabezada por Adorni. Los violeta le ganaron a la lista de Santoro, que buscó despegarse de la “constelación familiar política” de su pasado, pero no le alcanzó para ganar, en un escenario de división del espacio “conservador”, lo que profundizó aún más la debacle electoral de los sellos peronistas. El gran perdedor de las elecciones fue el PRO, que fue derrotado en su bastión electoral por la lista del gobierno nacional, que como hicieron los K con Duhalde, quieren jubilar a sus aliados. El FIT-U, aunque intente hacer un balance positivo, desde el punto de vista electoral retrocedió, ya que perdió un legislador. Sus análisis son más para moralizar a sus militantes, que en gran parte están formados dentro de la lógica de ala izquierda del régimen burgués.
El dato distintivo de estas elecciones, que se venía dando en elecciones este año en otras provincias, fue el nivel de abstención. En el caso de Capital fue de casi el 50%, lo que es, como mínimo, un elemento de crisis política del régimen burgués en su conjunto. Debemos tomar nota de esta tendencia de cierta apatía del electorado, o como dicen algunos, de la desconexión de la política con la población, que puede ser expresión de cierta bronca. Obviamente, debemos ver en el tiempo si esto es una tendencia de oposición de conjunto al gobierno, a los mecanismos democráticos de dominación o una respuesta pasiva ante una situación que sigue sin modificar para bien (o empeorando) las condiciones de vida. Otro elemento que dejó esta elección para el análisis es que entre los que fueron a votar, una parte transfirió su voto del PRO a Milei, en gran parte como retribución a que todavía pueden aprovechar el dólar barato, y los sectores más empobrecidos volvieron a votar al peronismo, descontentos por la caída de sus condiciones de vida con este gobierno. Esto refleja una expresión distorsionada de la tendencia más general a una mayor desigualdad social que plantea el esquema de gobierno de Milei.
Todo este análisis, que es licito desarrollarlo para entender un escenario burgués y cómo se reacomodan las tendencias burguesas y pequeñoburguesas mediante sus mecanismos institucionales para dirimir las relaciones de fuerza dentro de un régimen político, es un elemento secundario y distorsionado a la hora de comprender de conjunto las tareas de los revolucionarios. Primero, porque en una elección burguesa, nuestra clase interviene de forma diluida en la figura de “ciudadano”, con una igualdad formal, para votar a quienes serán los representantes de nuestros patrones, que votarán las leyes para explotarnos aún más. Y segundo, y muy importante, nos quieren imponer la maldita idea de que las relaciones de fuerza se dirimen en las instituciones del régimen y se legitiman con el voto. Las relaciones de fuerza se dirimen en la producción. La lucha de clases es en definitiva la lucha por la plusvalía, por el excedente que nos expropia una clase parásita que no produce nada.
Es parte de la actividad de una organización revolucionaria utilizar la tribuna electoral y los parlamentos para ampliar la propaganda de nuestro programa y el desarrollo de la movilización extraparlamentaria para destruir la envoltura democrática de una forma de dominación, como lo es el Estado burgués. Pero es una tarea secundaria dentro la tarea transicional de destruir el Estado burgués y de enfrentar a los gobiernos de turno, en este caso contra Milei sus aliados y el FMI.
El gobierno de Milei intentará avanzar aun más con su ajuste, ante un escenario complejo tanto en la economía doméstica como en la situación mundial, apoyándose en los triunfos módicos en las elecciones para llevar adelante su idea de pintar de violeta todo el país. Tenemos que preparar nuestra respuesta en las calles y en los lugares de trabajo para expulsar a la burocracia sindical, recuperar lo que nos robaron de nuestro salario, contra los despidos y la precarización de las condiciones laborales. Hay que salir en defensa de los jubilados y de todas las luchas en curso para que triunfen, como la lucha de los trabajadores de UTA contra el acuerdo salarial que firmó la burocracia con la patronal. Son tareas inmediatas que nos plantean la necesidad de reagrupar a la vanguardia y el activismo, para no sólo enfrentar al gobierno sino también a las mediaciones que intenta imponer el alicaído PJ con sus frentes anti Milei detrás de la figura de Kicillof.