El sábado 1 de febrero se van a realizar manifestaciones en todo el país para repudiar el discurso reaccionario de Milei en el Foro de Davos, relacionando a los gays con la pedofilia para ponerse a tono con la era Trump en los ataques a reivindicaciones sociales.
Después de Davos, Milei anunció que iba a presentar leyes en el Congreso para quitar la figura de femicidio, el cupo trans y otras medidas, tratando de mostrar, con el argumento de que somos todos iguales ante la ley, que no debe haber diferencias ni privilegios para ningún sector. Este discurso, que alimenta falsas divisiones entre la clase trabajadora y enmascara la real desigualdad de clases, busca legitimar medidas que refuercen los mecanismos con que cuenta la clase capitalista para disponer de la mano de obra para su explotación, sin condicionamientos limitantes.
Desde la COR nos solidarizamos y defendemos a los sectores del movimiento de mujeres y las disidencias sexuales que están siendo atacados y estigmatizados y que consideran que esas conquistas parciales ganadas, algunas con importantes luchas en las calles, deben ser preservadas por su aspecto progresivo. Pero advertimos que la pelea no es contra el “fascismo” de Milei. Consideramos que ésta es una definición equivocada, ya que es imposible que se desarrolle un régimen fascista en una semicolonia, sino que planteamos que el enfrentamiento debe ser contra el Estado burgués y luchamos por su destrucción. Es imposible que las reivindicaciones sociales perduren en el tiempo bajo el capitalismo, y aún más en un semi Estado, por lo que, para garantizar estas reivindicaciones se tienen que unir a la necesidad de la revolución obrera y socialista, a la destrucción del Estado, a la construcción del partido revolucionario como sección de la IV Internacional reconstruida.
En una semicolonia, por su relación con el imperialismo, se plantea una forma de poder especial de Estado, que los revolucionarios llamamos bonapartismo sui generis, en algunos casos los gobiernos de turno dan concesiones a las masas, dependiendo el nivel de crisis económica o política, que no modifiquen la sumisión al capital. Ante la magnitud de la crisis económica y por la relación que pretende entablar con el imperialismo yanki, Milei quiere avanzar en consolidar un Estado despojado que cualquier careta “social”, en el que la dictadura del capital se manifieste sin concesiones ni tapujos. El estatismo de Milei es de un tipo diferente al que, por ejemplo, ejercieron los K. Éstos últimos impulsaron políticas para contener a los movimientos dando concesiones, mientras que el de Milei apunta a fortalecer vía dictadura policial los negocios de los grandes capitales. Ambos coinciden en defender al Estado burgués como garante de los negocios de los capitalistas.
Es importante para los revolucionarios dar el debate al interior de estos movimientos con respecto al carácter de clase del Estado y cuáles son las tareas, ya que la dirección de los mismos es policlasista y busca diluir a la clase obrera en reivindicaciones “posibles” dentro de la “democracia” burguesa. Caer en la disyuntiva entre democracia o fascismo, o encaminar la orientación hacia la formación de frentes anti-Milei de cara a las elecciones legislativas, como ya vienen anunciando los K, las CTAs o los Grabois de la vida, aleja a la vanguardia de la clase del horizonte de la lucha contra todas las formas de dominación de la burguesía, mientras sigue pasando el ajuste y siguen en caída las condiciones de vida de la población.
Este límite de la marcha federal y sus direcciones debe ser discutido. La izquierda que se reivindica revolucionaria no puede dejar de dar la lucha política y adaptarse a un programa democrático que nos aleja de la perspectiva de unir las reivindicaciones parciales a la necesidad de enfrentar al Estado y no sólo al gobierno. Toda lucha antiimperialista parte de afectar los intereses económicos de estos capitales en nuestro país. Tenemos que preparar las condiciones para imponer un paro general que derrote el plan de ajuste de Milei, sus aliados y el FMI.