En estas elecciones el FIT amplió su frente electoral aliándose con el MST. Con la idea de la unidad de la izquierda para tratar de revertir los magros resultados electorales del FIT en las elecciones provinciales, lanzaron la táctica de llamar a otras corrientes como AyL, de Zamora, el MST y al Nuevo MAS a integrar candidatos a las listas. Zamora se negó, el NMAS lo consideró como un ultimátum -con las candidaturas más importantes ya definidas- y el MST aceptó.
Si ya el FIT era un frente electoral donde los partidos que lo conforman -el PO, PTS e IS- lo demuestran en cada acción de la lucha de clase, la alianza con el MST consolida un giro centrista que los aleja más y más de la independencia de clase.
Todos los grupos que nombramos en esta nota llamaron a votar en el balotaje en Brasil a Haddad, el candidato del PT. Es la demostración en el plano internacional de la nula independencia de clase.
Porque insistimos en la necesidad de la independencia de clase, porque sostenemos que para desarrollar una vanguardia obrera es condición central reorganizar un sector de nuestra clase que rompa con la burguesía y pelee por la construcción de un partido revolucionario que prepare la toma del poder para destruir al Estado burgués.
Para el FIT-Unidad la independencia de clase debe ser una independencia política y la idea de política es que no vote a los partidos patronales. Esto puede ser un aspecto, pero la política para los revolucionarios es economía concentrada y, aunque suene pianta votos, la política de la dictadura del proletariado es la más concentrada de todas las políticas concebibles.
Y en donde más se expresa la negación de la independencia de clase es en el programa que acordó esta nueva coalición para disputar el voto en las elecciones.
El programa del FIT-Unidad es un programa estatista y redistribucionista. En su programa plantea una relación con el Estado burgués, que no lleva a su destrucción sino a que mejore su funcionamiento incorporando el control obrero y de usuarios. Es una concesión programática a un proceso histórico como fueron los Estados de bienestar, incorporan una indefinida categoría social de usuarios y sin tener en cuenta que el Estado es una firma burguesa. Eso llevado al programa es de conciliación de clase. El control obrero nada tiene que ver con estas visiones estatistas. En otra parte del programa desarrollan un sinfín de medidas con impuestos a los grandes capitales y otros impuestos. Acá nuevamente vuelven a caer en una incomprensión del concepto de Estado para los marxistas. Los impuestos son para mantener al Estado burgués. Y de forma increíble plantean que con el cobro de esos impuestos se podría distribuir para mejorar las condiciones de vida de la gente. Esa es la concepción redistribucionista, que nos dice que ataquemos las ganancias de los capitalistas en la distribución y no en la producción. La lucha de clases es la lucha por la plusvalía, si llevamos a los trabajadores a pelear por cómo se distribuye mejor nuestra explotación y no atacamos de raíz el sistema de explotación no hay ninguna posibilidad de independencia de clase.
El Programa de Transición que defendemos los revolucionarios es un sistema de reivindicaciones transitorias que es la expresión de las lecciones del proceso de transición que dio la Revolución Rusa. Lo que los marxistas denominamos la injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista o, como definía a las medidas transicionales la III internacional, son medidas que aun operan formalmente en el marco del régimen burgués. Pero en realidad, son ya intervenciones del poder estatal proletario. Esta mecánica del programa de transición nada tiene que ver con el programa del FIT-Unidad, cuyo programa expresa su adaptación a los fenómenos políticos que se desarrollaron en los últimos años donde la crisis de dirección revolucionaria ha impedido dar una respuesta revolucionaria a nuestra clase para enfrentar la descomposición del imperialismo y los procesos de asimilación de los ex Estados obreros.
Recuperar la dinámica del Programa de Transición es una tarea de primer orden para no caer en consignas vacías y mecánicas de sistemas de consignas que buscan dialogar con la opinión publica y no apuntan a desarrollar una vanguardia obrera. La crisis del PO expresa en gran parte esta incomprensión del Programa de Transición, de ese partido y del conjunto de sus aliados en el FIT-Unidad.