Sobre el filo del inicio del ciclo lectivo 2019, CTERA resolvió llamar a paro nacional docente el 6 y 7 de marzo, y la adhesión al paro de mujeres del 8. El acatamiento a la medida fue dispar en todo el país, pese a que sólo 6 provincias (Mendoza, Misiones, Tucumán, Santiago del Estero, Neuquén y Chubut) habían acordado en paritarias previamente. La movilización a Plaza de Mayo, y en las capitales provinciales tampoco tuvo la contundencia de otros años. Sin embargo, el malestar en las escuelas es evidente.
A nivel nacional, el sector educativo tuvo un 2018 de gran movilización contra el ajuste. La dura huelga universitaria catalizó el conflicto en las provincias, y confluyeron en las calles, docentes y estudiantes de todos los niveles, y se extendieron las tomas de escuelas y terciarios. La explosión en una escuela de Moreno (Bs.As.) causando la muerte de Sandra y Rubén, expuso la dimensión del deterioro edilicio del sistema educativo y levantó a la docencia del distrito, así como el repudio nacional ante estos asesinatos laborales. En CABA, la lucha contra el cierre de escuelas nocturnas no se tomó vacaciones, y lograron hacer retroceder a Rodríguez Larreta. En febrero, las secundarias mendocinas dieron vuelta las jornadas institucionales, rechazando la implementación de la reforma educativa Secundaria 2030 y concentraron en Casa de Gobierno.
Este repaso breve, da cuenta que desde las bases hubo disposición a la lucha. Tanto en la segunda mitad del 2018, como en el verano caliente de 2019. Lo que está pesando son los desaciertos y fracasos de la burocracia celeste nacional y provinciales, para encabezar la lucha contra el ajuste de Cambiemos y los gobernadores. No sólo fue la ausencia de cualquier preparación del conflicto. El congreso de CTERA del día 28/2, no tuvo debate previo alguno en la base. Ni siquiera de parte de las seccionales y sindicatos dirigidos por la oposición multicolor. Tampoco hubo una perspectiva clara de continuidad del plan de lucha, y mucho menos de un pliego de reivindicaciones que dé cuenta de las demandas más sentidas en las escuelas.
Las direcciones sindicales ya se embarcaron hacia octubre, apostando a que un frente burgués opositor derrote a Cambiemos en las urnas.
LAS MULTICOLORES SE DESTIÑEN
La crisis de dirección que atraviesa a los sindicatos de base de CTERA, se agudiza al ritmo de la interna del peronismo, y la enorme presión que genera la lógica anti-macri en las direcciones multicolores. El debate nacional de la oposición antiburocrática está ausente. Cada seccional y sindicato recuperado, está replegado en su propia interna. Las agrupaciones ligadas al PCR, que gracias a los frentones multicolores tuvieron una sobrevida al frente de seccionales y sindicatos recuperados, volvieron a su vieja sociedad con la Celeste, expresando en los sindicatos, el acuerdo electoral del PTP con el peronismo y el kirchnerismo en varios distritos.
El PCR es consecuente con su concepción conciliadora. Lo inconsistente es el programa de las multicolores, carente de toda delimitación de clase. Tempraneros en su electoralismo, las tendencias del FIT vuelven a hablar de la importancia de la movilización independiente frente a las convocatorias contra el tarifazo. En la carrera electoral 2019, les preocupa que el kirchnerismo les dispute el voto docente descontento. Pero, hace pocos meses no tuvieron ningún problema en postular a la celeste como representante de los docentes en las juntas calificadores y de disciplina en Mendoza. Así vimos al FURS, frente multicolor que recuperó el SUTE, hacer un acuerdo con Maure y la celeste provincial para copar las juntas, públicamente militado por el PTS y el PO. Parece que para el FIT, en los sindicatos, la independencia de clase es un principio negociable.
El SUTE de Mendoza es el sindicato de base más grande dirigido por un frente multicolor cuyo único punto de acuerdo, era ser oposición a la celeste. Un año y medio después terminaron haciendo un acuerdo con la vieja burocracia, y militando la aceptación de la propuesta salarial miserable del gobierno del ítem aula. Se niegan a convencer en la base, y la suplantan con acuerdos de cúpula en el Frente de Unidad Estatal, un refrito de la fracasada intersindical.
UNA OPOSICIÓN A LA OFENSIVA
Creemos que la experiencia de las multicolores está agotada, y es necesario sacar lecciones urgentes para intervenir en la crisis de dirección de los estatales, con una perspectiva clara y superadora. Instamos a activistas, delegados y tendencias antiburocráticas que están al frente de seccionales y sindicatos recuperados, a debatir la necesidad de poner en pie una Oposición Sindical Revolucionaria, que dé lugar a la libertad de tendencias en base a un programa de independencia de clase y del Estado.
Una OSR puede reagrupar las fuerzas dispersas del activismo, y centralizarlas en una campaña que instale en las escuelas y reparticiones públicas la lucha por la reapertura inmediata de paritarias, y por salario igual a la canasta familiar indexado a la inflación. Que prepare la lucha contra el ítem aula y el presentismo, con métodos obreros de lucha. Que instale la necesidad de imponer una paritaria estatal única, con paritarios electos en plenario y revocables. Que rodee de solidaridad activa a los delegados y docentes sumariados por luchar. Una oposición sindical revolucionaria que de la pelea en la base de CTERA y las CTA por imponer un congreso de delegados de base mandatados, y la convocatoria a un paro nacional y un plan de lucha que derrote el ajuste y la reforma educativa y laboral.