Este 1ro de agosto nos movilizamos en todo el país, a un año de la represión de gendarmería a una protesta mapuche en Cushamen, que resultó en la muerte de Santiago Maldonado, desaparecido durante 78 días a partir de ese momento. Días después de la aparición del cuerpo de Santiago, la prefectura asesina al joven Rafael Nahuel, acribillado cobardemente por la espalda durante la represión a una protesta en Bariloche. El fenomenal despliegue de encubrimiento de los responsables y de justificación del accionar represivo del Estado no ha cesado. Al contrario, sólo se profundiza complementando la política de ajuste pactada por Macri y los gobernadores, bajo supervisión del FMI. A esto responden las últimas medidas de fortalecimiento del aparato burocrático-militar del Estado, disponiendo la mayor injerencia de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad interior. Cada gobierno desde 1983 accionó para recomponer y fortalecer el aparato burocrático militar intentando, con diferentes políticas, reconciliar a las fuerzas armadas con las masas y relegitimar el accionar de la justicia burguesa como “garante de derechos”. Parte de este accionar burgués, lo pagamos con Mariano Ferreyra, Jorge Julio López, Carlos Fuentealba, Luciano Arruga, y una larga lista de tantos compañeros asesinados, desaparecidos, reprimidos y perseguidos por luchar, a la que lamentablemente se agregaron Santiago y Rafael. Lograr verdad y justicia es una tarea que sólo puede resolverse desde la independencia de clase, con los métodos de la clase obrera. El ajuste en curso y el acuerdo con el FMI, anticipan un ataque mayor con la reforma laboral y nuevos avances sobre el sistema previsional. Requieren de gran centralidad del Estado para imponer a la clase obrera una nueva relación de fuerzas, como condición de posibilidad de un nuevo ciclo de crecimiento burgués. Derrotar este plan que apunta a descargar el peso de la crisis sobre la población trabajadora, nos exige prepararnos también para enfrentar al Estado como aparato burocrático-militar. Insistimos, no será con los métodos de la democracia burguesa y sus instituciones como prepararemos a la vanguardia obrera en su tarea de organizar una respuesta obrera a la altura del ataque. La burocracia sindical, otrora colaboradora de la eliminación física de la vanguardia obrera, confunde a los trabajadores al acusar de “dictadura” al gobierno por servirse del conjunto de leyes forjadas por el peronismo para encorsetar la lucha obrera en los marcos de la conciliación de clases tutelada por el Estado. Conciliación obligatoria, homologación del ministerio, etc, son todos mecanismos plasmados en la Ley de Asociaciones Sindicales y otras normativas que burocracias de todo color tienen como programa propio. Los revolucionarios tenemos la responsabilidad de combatir esta ideología conciliadora y desnudar el carácter de clase del Estado y sus leyes. Forjemos oposiciones sindicales revolucionarias por rama, disputando a la vanguardia con un programa obrero de salida a la crisis. Impulsemos asambleas en cada lugar de trabajo y estudio, para imponer desde las bases de los sindicatos y de las organizaciones estudiantiles un plan de lucha nacional que derrote el ajuste. Preparemos un paro general activo, con ocupaciones y piquetes apuntando a sembrar la desorganización en el aparato estatal. Así daremos pasos concretos en la tarea ineludible de los revolucionarios, que es forjar una vanguardia preparada para atacar en bloque ese aparato para destruirlo. VERDAD Y JUSTICIA PARA SANTIAGO MALDONADO Y RAFAEL NAHUEL