Los trabajadores enfrentamos las consecuencias de la pandemia, la guerra en Ucrania y la crisis económica, política y social. Asistimos a procesos inflacionarios a nivel mundial y un aumento en los alimentos y la energía producto de la guerra y las sanciones económicas impulsadas por el imperialismo contra Rusia. Todo esto golpea de lleno en las condiciones de vida de nuestra clase.
En nuestro país, el FMI tutela las política económica de un gobierno de Alberto en franca crisis. La burocracia sindical, golpeada por la descomposición histórica del PJ, toma nota y busca la unidad para prepararse de cara a la profundización del ajuste. El 11 de noviembre pasado, designaron al nuevo triunvirato en la conducción de la CGT nacional, Daer-Acuña-Pablo Moyano, de sanidad, estacioneros y camioneros respectivamente. Quieren ser un interlocutor válido en las negociaciones con el imperialismo, al tiempo que buscan solidificar sus estructuras ante el profundo malestar que la crisis económica atiza en las bases de todos los sindicatos, situación que ha generado sorpresas electorales en varios sindicatos como la UOMRA. La unidad que proclaman es contra nuestros intereses. No se trata de la unidad de las filas de nuestra clase, que solo puede lograrse con independencia de nuestros enemigos, las patronales, el Estado burgués y el imperialismo, todo lo contrario: es la unidad de los burócratas para someter a nuestras organizaciones a esos mismos enemigos; para permitirles aplicar el ajuste y descargar así la crisis sobre nuestras espaldas.
Luego de la unificación de la plana mayor nacional, la CGT encargó a su secretaría del interior bajar la línea de unidad burocrática a las regionales de todo el país. En el interín esta secretaría tuvo cambio de titular, porque justamente está en manos de la UOMRA: Caló, antes de su triste partida, la había obtenido como premio consuelo al no lograr ingresar al triunvirato. Furlán, el nuevo mandamás metalúrgico, tomó la posta en la tarea y designó a Horacio Otero como nuevo secretario del interior. Ya han logrado avanzar en varias regionales, como La Matanza, Salta, Jujuy, Gualeguaychú, Uruguay, entre otras. Pero queda un hueso duro de roer: Córdoba, cuya CGT viene fraccionada desde hace varios años entre diferentes sectores, con disputas más o menos permeados por la propia fragmentación del peronismo y las relaciones siempre tirantes con las conducciones nacionales del sindicalismo.
Por estos días, la burocracia local ha recibido a Otero, que vino de Bs . As. con un ultimátum bajo el poncho: de no conseguirse la unificación hasta el 31 de mayo, la CGT nacional intervendrá la regional. Obliga así a Pihén, cuyo mandato ya es dado por caduco, a alinearse bajo extorsión. Recordemos que la “oposición” a Pihén está integrada por la UOM Córdoba que dirige Rubén Urbano, uno de los artífices de la nueva lista que sacó a Caló del sindicato, es decir, un aliado de Furlán y Otero. Ya están conformando una comisión normalizadora y, por ahora, está participando gran parte de la burocracia. La vieja CGT Rodriguez Peña, una supuesta “ala combativa”, prácticamente ha dejado de existir, no sin antes haber capitulado en todos los ataques orquestados por Schiaretti y las patronales sobre las condiciones de trabajo de los sectores que representaban: municipales de capital, lucifuercistas y recolectores principalmente. Las CTAs se caen a pedazos con la salida de varios sindicatos, entre ellos el SUTNA y Judiciales Córdoba. El proyecto reformista de una “central social” ha llegado a su límite y la integración escandalosa al frente de todos a nivel nacional se paga caro.
Mientras, los trabajadores cordobeses venimos enfrentando todas las consecuencias del ajuste, la inflación y la crisis económica. La marcha federal piquetera del 11/5 fue ignorada por la CGT y las CTAs, con la excepción de algunos sindicatos como la UTA , ATE, el SUTNA y la UTS. Tampoco hizo nada la CGT para apoyar el paro de la UTA, planteando una lucha para evitar que las patronales descuenten el presentismo al resto de los trabajadores y exigiendo que el costo del transporte sea a cargo de las empresas como un item salarial, absorbiendo los aumentos de boleto. Ni hablar de la lucha más importante de los últimos años, la de salud en plena pandemia, donde dejaron a su suerte a los trabajadores de los hospitales y clínicas privadas.
La unidad, que se ha convertido en el slogan favorito de todo burócrata sindical cordobés, es la unidad con nuestros enemigos para hacer pasar el ajuste. Y además es falsa, porque en cada lucha se cuelan los intereses corporativos y los burócratas por abajo lanzan ataques contra los compañeros de otras ramas para defender a su propio sector patronal. Los trabajadores combativos debemos tener en claro que esa no es la unidad que queremos, porque va en contra de la independencia de la clase obrera.
Lo que necesitamos es la unidad de las filas obreras para enfrentar el ajuste y el plan de subordinación al FMI, que incluye la reforma laboral, educativa y previsional, entre otras, y todos los ataques que venimos sufriendo en las fábricas, con los premios y bonos atados a la productividad y el presentismo, los básicos por el suelo, el avance de las contrataciones precarias, los turnos “americanos” como impusieron en Toyota, los despidos y suspensiones, etc., etc. Esta unidad no podrá conquistarse si no enfrentamos a la burocracia sindical cómplice: pongamos en pie minorías en cada sindicato, que se propongan recuperarlos conformando oposiciones sindicales revolucionarias. Mocionemos en cada fábrica y lugar de trabajo el llamado a un congreso de delegados de base con mandato que unifique a los trabajadores de la industria, los servicios y estatales, sumando a los desocupados y trabajadores precarios, en un programa de salida a la crisis y un paro provincial activo como parte de un plan de lucha para pararle la mano a las patronales y al gobierno. Este puede ser un gran paso para avanzar nacionalmente en la organización del conjunto de las ramas, discutiendo un plan de salida a la crisis desde nuestros intereses y el plan de lucha para imponerlo. Por una Central Única de Trabajadores que nos permita unificar nuestras fuerzas, limpiando nuestras organizaciones de la lacra burocrática que nos ata al Estado y nos lleva a la derrota.