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Otra derrota en medio de la crisis

Martes, 16 Noviembre 2021 20:31

El gobierno no pudo remontar los resultados de las PASO y volvió a sufrir una derrota en las elecciones del 14 de noviembre, donde perdió a nivel nacional contra Juntos por el Cambio, por más de 8 puntos. El oficialismo ya no tiene el quorum en el senado y se sigue discutiendo la cantidad de diputados en la cámara para cada fuerza. Donde hizo una remontada fue en la provincia de Buenos Aires, pero también perdió ante Juntos por 1 punto de diferencia.

Fue una de las elecciones con menor concurrencia de la historia y se expresó el llamado voto bronca, por fuera de las dos grandes coaliciones, recibiendo un mayor caudal de votos tanto la derecha, expresada por Milei y Espert, como la izquierda parlamentaria del FITU, que logró 4 diputados nacionales e hizo una gran elección en el conurbano bonaerense.

El gobierno, consciente de que iba a perder, lanzó en un discurso grabado del presidente un llamado a discutir en el Congreso el acuerdo con el FMI. En ese discurso reconoció que la ley de presupuesto, con el pomposo nombre de "plan plurianual", está consensuada con el FMI. A tan solo algunas horas de terminados los comicios, con los que llamaron a las masas a "cumplir con su deber democrático", mostraron el verdadero rostro de la democracia burguesa: cada dos años debes elegir a tus verdugos, en este caso, los representantes para subordinarse a la agenda del FMI. En el acuerdo con este organismo imperialista no hay diferencias entre las distintas fracciones burguesas y pequeño burguesas que conforman las coaliciones electorales, los matices son sólo sobre cómo deben aplicar las medidas que éste pretende imponer para el acuerdo.

Ante el escenario que ha quedado en las dos cámaras legislativas, donde la oposición tiene más peso de negociación y poder de veto para trabar algunas leyes, el gobierno ha definido buscar el consenso político para gobernar los próximos dos años imponiendo los mandatos del imperialismo y el FMI en organismo como el Consejo económico y social, donde puede acordar con los empresarios, los movimientos sociales y la burocracia sindical. De esa manera buscará debilitar el poder de la oposición burguesa en medio de una crisis económica, política, social y sanitaria que las elecciones no han despejado, sino que han acelerado.

Para que este plan de supervivencia del gobierno funcione, debe revitalizar al peronismo decadente, e intentar mostrar unidad dentro de las distintas alas. Alberto pretende apoyarse y dar más poder a los intendentes, gobernadores y, centralmente, a la burocracia sindical, a la que necesita para imponer la reforma laboral y jubilatoria que exige el FMI. A esto apunta el acto en Plaza de Mayo para el miércoles 17/11, convocado por la CGT. De esa forma tendría más poder de fuego para sentarse a negociar con la oposición burguesa los equilibrios de poder en un semi Estado.

Es evidente que en este plan no están contemplados los trabajadores y el pueblo pobre, somos sobre los que quieren descargar la crisis para garantizar el pago de la deuda externa con el FMI y sostener los negocios de quienes ellos representan, los grandes empresarios internacionales y nacionales de la industria y el campo.

Debemos organizarnos para enfrentar el ajuste y los planes de reformas que prepara el gobierno en alianza con la oposición burguesa, los empresarios, la iglesia y la burocracia sindical.  Este ataque a los trabajadores vendrá con represión y criminalización de la protesta, como lo podemos ver en la condena a los compañeros Arakaki y Ruiz, del PO y PSTU respectivamente, por luchar contra la reforma laboral del anterior gobierno. Aunque formalmente intenten mostrar que la pelea va a pasar por el Congreso, la lucha real va a estar en las calles, en los sindicatos y lugares de trabajo, es ahí donde podemos golpear con fuerza a nuestros enemigos de clase.

Debemos enfrentar el acuerdo con el FMI con los métodos de la clase obrera. Llamamos a un Congreso de delegados de base con mandato que prepare las condiciones para un Paro general, para recuperar todo lo perdido por la pandemia y desarrollar una vanguardia obrera que expulse a la burocracia de nuestros sindicatos y sea un embrión de la construcción de un partido revolucionario, como sección de la reconstrucción de la IV internacional.  

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  • Paro de la CTA-A Córdoba: Para enfrentar al FMI hay que romper con el gobierno

    ¡Basta de subordinarse al Frente de Todos!

    Este 16 de junio, la CTA Autónoma cordobesa llama a un paro provincial con la consigna “No al FMI”. Es una continuidad de la jornada de lucha nacional del 24 de mayo, aunque no del todo, porque esta vez la medida queda restringida a la provincia de Córdoba. No nos extraña luego de ver a Cachorro Godoy en segunda fila, detrás de los capos de la CGT, en el acto donde Guzmán y Alberto presentaban el impuesto a la renta inesperada… destinado a pagar al FMI! Nos recuerda a la posición que tomó la conducción de la CTA-A los dos días en que el acuerdo con este organismo imperialista se votó en las cámaras del Congreso. En esa oportunidad, la CTA Autónoma, ATE, la Fesprosa, la Conadu H y demás sindicatos que la componen, dirigidos por la burocracia Verde y sus aliados maoistas, actuaron como el kirchnerismo dentro del recinto, criticando, pero dejando pasar el acuerdo; a diferencia de las fuerzas de la izquierda, los sindicatos combativos y el movimiento piquetero independiente del gobierno, que desplegamos una campaña contra ese acuerdo semicolonial que firmaba el Frente de Todos. Es este gobierno el que está aplicando en los hechos el ajuste del FMI con la colaboración de Cambiemos y de la burocracia sindical, no el fantasma de la derecha que agitan para atarnos a nuestros enemigos.
    Sobran los motivos para parar, y por eso debemos impulsar esta medida convocada por la CTA local. Sin hacernos ilusiones: la verde llama a acciones ante las disputas dentro del Frente de Todos, para posicionarse del lado K de la grieta interna, pero no saca los pies del plato… igual que Cristina y su tropa. Y la conducción provincial, que crítica moderadamente la política obsecuente y genuflexa de Cachorro y Peidro frente al gobierno, se cuida de romper con la Verde nacional y enfrentarse al gobierno de Alberto y Cristina de manera frontal. Sin ir más lejos, Cachorro y la conducción nacional de ATE acaban de firmar junto a UPCN una paritaria de miseria para bancar el techo del 60% de Moroni sin que desde Córdoba salga ninguna crítica a este acuerdo a la baja y en cuotas, el gran servicio que las conducciones sindicales prestan al FMI.
    En esta convocatoria a paro y asamblea, los sectores opositores combativos debemos alzar nuestra voz y confluir en la necesidad de recuperar nuestros sindicatos de manos de la burocracia frentetodista. Impulsemos un Congreso de Emergencia de todos los estatales del país con delegados elegidos y mandatados en asamblea, para discutir el rumbo de la Central. Por supuesto, incluyendo a los docentes de CTERA y a los demás sindicatos agrupados en la otra CTA. Es escandaloso que las conducciones de las dos CTAs continúen formando parte del Frente de Todos, del gobierno que impone el ajuste que monitorea el FMI al servicio de las grandes patronales. Peor aún, pretenden meternos en la disputa interna entre cristinistas y albertistas, dividiendo las filas de la clase obrera tras intereses patronales como ya hicieron en 2010 cuando rompieron la CTA en dos por la 125. ¡La pelea entre las dos alas del gobierno del ajuste fondomonetarista no es nuestra pelea!
    Para enfrentar al FMI en serio no alcanza con medidas aisladas, votemos un programa de acción, un plan de lucha y una orientación para avanzar en la necesaria unidad con el conjunto de la clase obrera. Solo con la lucha conquistaremos todas nuestras demandas como el pase a planta, la reincorporación de los despedidos, el salario inicial igual a la canasta básica indexado a la inflación y el 82% móvil para los jubilados. ¡Por un Congreso de delegados de base de la industria, los servicios y estatales! ¡Por una Central Única de Trabajadores! ¡Por un paro nacional activo para derrotar el ajuste del gobierno de los Fernández y el FMI!

    Estatales de la COR
    Regional Córdoba

     

  • El Ahora 12 del FMI

    El gobierno anunció un principio de acuerdo con el FMI con respecto al stand by que le habían dado a la administración anterior de Macri. Es decir, que legaliza la estafa de aquel crédito e hipoteca al pueblo argentino a pagar esa deuda. Queda demostrado cuáles son los intereses a los que responde el gobierno de los Fernández y sus aliados de la oposición burguesa como Juntos por el Cambio, así como la Sociedad Rural y todo el empresariado, quienes saludaron el “entendimiento” con el Fondo.

    El principio de acuerdo, donde aún debe definirse la letra chica, es un plan de ajuste gradual donde el FMI tendrá más injerencia directa en el desarrollo de la economía argentina. Se acordaron revisiones trimestrales del organismo con derecho a veto, para vigilar que se cumpla con los designios del imperialismo. En el trazo grueso del entendimiento, la Argentina se compromete a bajar la emisión monetaria, reducir subsidios, moderar la inflación y subir las tasas de intereses. A cambio de llevar a cabo ese plan, lo habilitan para tomar deuda ya no solo del FMI sino de otros países miembros del organismo como el Club de París, por ejemplo.

    El gobierno vende el pre acuerdo como un logro, ya que según dice, no se le exige un ajuste. Esto es, por supuesto, parte del “relato” ya que es sabido que el ajuste lo vienen realizando desde que asumieron, mediante el proceso inflacionario, las mini devaluaciones, el aumento en las tarifas, la caída en los salarios y el ajuste en las jubilaciones. Con su funcionario fiel, Martin Guzmán, el gobierno preparó el acuerdo con el FMI buscando no tener que poner la palabra “ajuste” por escrito, sobre todo luego de las fricciones dentro del PJ que generó la derrota electoral y el intento fallido de provocar un giro argumental con la carta de Cristina.

    La otra pata del relato es el argumento de que el FMI no habría pedido cambios estructurales, es decir reformas laborales, previsionales o tributarias, ya que este pre acuerdo se centra en equilibrar la política fiscal, y una vez encaminado ese objetivo vendrán por lo importante.

    Ante los sectores descontentos con los términos del acuerdo, el kircherismo hace lo que siempre hacen las fracciones burguesas y pequeño burguesas: echarles la culpa a las masas por haber votado a Macri. Esgrimiendo el ya desgastado argumento de que no les daban las fuerzas para otra cosa dado que venían de perder las elecciones y las masas no iban a salir a enfrentar al FMI. Lo que en realidad lograron es un poco de aire para seguir defendiendo sus intereses y evitar la idea de las masas en la calle, lo cual les da un verdadero terror.

    El principio de acuerdo plantea 2 años y medio de gracia donde no hay que pagar vencimientos de esta deuda y después se comienza a devolver el préstamo con otro préstamo del FMI a 10 años. De esta manera, al FMI le cierran las cuentas y la Argentina no sólo se queda con la deuda, sino que la acrecienta.

    Esta especie de “Ahora 12” del FMI, expresa el nivel de crisis mundial que aceleró la pandemia, ya que si Argentina entraba en default podía generar una crisis importante en la región y un cimbronazo mayor en la economía mundial, mostrando la debilidad histórica de un organismo en descomposición que no logra contener los efectos de la crisis económica mundial.

    En un país semicolonial como el nuestro, la burguesía no es independiente y por lo tanto debe poner su destino histórico en manos del imperialismo para enfrentar al proletariado de su país y de la región.  Es una clase parasita que no produce, es por eso que por más que se esfuercen en decir que no van a pagar con el hambre del pueblo, van a pagar con el hambre del pueblo porque el proletariado es el único que posee una fuerza de trabajo que puede crear valor y plusvalor y la razón de ser de los capitalistas es apropiarse del trabajo ajeno.  Es en la explotación de nuestra clase de donde saldrán los recursos para pagar la deuda, todo acuerdo de pago de deuda se basa en el canje por nuevos bonos, sus intereses y sus plazos están determinados por el nivel de ajuste a la clase trabajadora que está dispuesta a implementar nuestra clase enemiga. Es, en realidad, un derecho sobre el trabajo futuro que producirá supuestamente el plusvalor del que el interés (una retribución por la pura propiedad) será una parte.

    Nosotros levantamos el no pagar la deuda externa que significa una pelea por la destrucción del Estado burgués, atacando al régimen capitalista en su base, en la producción.

    Expropiar a las grandes empresas imperialistas, control obrero, escala móvil de salarios y de horas de trabajo, no son consignas para reformar al capital, es parte del programa transicional de la lucha por el poder, por la necesidad de un gobierno obrero para imponer las etapas de la dictadura del proletariado. 

    Es un debate que tenemos que llevar al interior de nuestra clase y desenmascarar a los enemigos en nuestras filas, como la burocracia sindical que salió a festejar el acuerdo, y ya anticipó que seguirán adecuando la discusión paritaria a la política de ajuste que ahora profundiza el gobierno como ofrenda al imperialismo.

    Debemos movilizarnos como hicimos en diciembre del año pasado en contra del FMI y el gobierno, en contra del acuerdo, pero siendo claros en nuestro programa de independencia de clase. Es peligroso confundir banderas con los descontentos del ala k, que plantean suspensión de la deuda o no al ajuste del FMI sin nombrar al gobierno, como lamentablemente hace un sector de la izquierda para buscar un diálogo que no existe. Parecen no entender, a pesar de tantos fracasos, que es imposible romper un ala del peronismo que vaya hacia una perspectiva revolucionaria mediante el método de diluirse programática y organizativamente en el estatismo pequeñoburgués.  Debemos movilizarnos de manera diferenciada de estos sectores kirchneristas y combatir su programa hasta el final, plantear mociones diferenciadas en las asambleas y dejar en claro que los trabajadores que salimos a luchar no tenemos que mostrarle nada a Alberto ni tenemos que “hacerle saber” nada en las calles, sino que tenemos que apuntar a derrotar a este gobierno sumiso al imperialismo e imponer nuestra propia perspectiva de clase.

     

     

  • De frente y con todo

    Después de la PASO

    El Frente de Todos recibió en las elecciones PASO del 12 de setiembre una de las peores derrotas del peronismo unido de los últimos años, perdiendo en 17 de las 24 provincias y, principalmente, siendo derrotado en la provincia de Buenos Aires por Juntos (nuevo nombre de Juntos por el Cambio, alianza del PRO y radicales).

    Si bien las elecciones PASO son internas abiertas, que no definen cargos electivos, delinean la situación de los partidos políticos. Ante la debilidad de éstos para organizar a sus afiliados, es la intervención del Estado la que permite dirimir las diferencias y proscribir a las minorías con un piso del 1,5% para participar de las elecciones, que este año se van a realizar el 14 de noviembre. Esta instancia se toma como un plebiscito de la gestión del gobierno de turno y sirve para conocer el humor social. Teniendo en cuenta esta característica, los resultados mostraron un fuerte castigo al gobierno de los Fernández, que se expresó en el voto a la oposición burguesa, en este caso los ex Cambiemos; a expresiones liberales, a la izquierda parlamentaria y también en el voto en blanco y en el 67% de participación, un numero bajo si se toman otras elecciones.

    Debemos decir que estas elecciones se dieron en medio de una pandemia y una crisis social, sanitaria y económica nunca vista, donde tanto el gobierno como la oposición burguesa tratan de mostrar un escenario post pandemia en medio de una posible tercera ola con la variante delta. La derrota del gobierno es la expresión distorsionada del balance de un sector de masas a la dirección política de la pandemia y sus consecuencias, con más de 120 mil muertos, un desmanejo del plan de vacunación, el “Olivos gate” y la imposición de un ajuste brutal a las condiciones de vida de la gran mayoría. Y otro sector votó en contra del gobierno porque no expresa a las fracciones de clase que ellos defienden, más aliados al capital extranjero y los grandes capitales del campo y la industria.

    Insistimos con la idea de que se trata de una “expresión distorsionada” porque, como marxistas, sostenemos que las derrotas a los gobiernos se dan en los procesos de la lucha de clases y no en los mecanismos burgueses como son las elecciones. Es decir, se expresó de forma pasiva un descontento social, que coyunturalmente puede capitalizar la oposición burguesa, pero el desarrollo de los elementos más estructurales de la crisis aún subsiste y pueden expresarse de forma convulsiva si la situación se sigue agravando.

    En este contexto, el FITU capitalizó parte de este descontento, suplantando la propaganda socialista por el marketing político. Quizás hemos presenciado una de las peores campañas desde que se fundó el FIT, allá por el 2011, pero que le dio frutos electorales como para que no se cuestionen nada de lo hecho.

    El gobierno ha quedado muy debilitado e intentará que la derrota sea más decorosa en noviembre, pero no tiene nada para mostrar ni dar. Debe acordar con el FMI y la oposición burguesa, continuar el ajuste y llevar al Congreso las reformas que exige este organismo imperialista, como la laboral y la previsional. En este aspecto no hay diferencias con la oposición. El problema es que debe hacerlo en su momento de mayor debilidad. Tendrá que apelar a la burocracia sindical, que sigue avanzando en su desprestigio en las filas obreras después de su actuación en la pandemia y su apoyo al ajuste a los salarios de los trabajadores activos y pasivos.

    Desde la oposición le sugieren que Massa sea el jefe de gabinete. Sueñan con una suerte de primer ministro a la europea y que el presidente sea un sello. Un sueño de los republicanos de una semicolonia, que olvidan que son una burguesía débil y que está sostenida por el imperialismo.

    La clase obrera debe tener en claro que nada bueno vendrá de nuestros verdugos, que cada dos años prometen solucionar todas nuestras demandas. Debemos abrir una deliberación al interior de nuestra clase en las fábricas, en los lugares de trabajo y de estudio, y en las organizaciones combativas de desocupados, sobre la necesidad de discutir un programa de salida a la crisis y un balance de la política del gobierno ante la pandemia. Organizarnos desde los delegados, comisiones internas, juntas internas y sindicatos recuperados en plenarios regionales que confluyan en un gran congreso de delegados de base con mandato, que prepare los requisitos para luchar contra la burocracia sindical e impulse un paro nacional para imponer, mediante nuestros métodos, la dirección de la pandemia y saldar la crisis económica sanitaria y social a la que nos han llevado. Unirnos a la lucha de los trabajadores y el pueblo pobre de América Latina que ha salido a enfrentar a sus gobiernos es otra de nuestras tareas inmediatas.

  • Organizarnos contra el ajuste, votar en blanco en las elecciones

    Mientras los efectos de la pandemia siguen desarrollándose en el mundo, y cuando en Argentina estamos por entrar en la tercera ola con la variante delta, con solo 20% de la población con 2 dosis de la vacuna, el régimen burgués se prepara para elecciones de medio término. Estas elecciones continúan el mecanismo de las primarias (PASO), que la burguesía estableció en 2009 para tener una mayor injerencia estatal en los partidos y proscribir a minorías.

    Los candidatos del FMI en sus distintas variantes

    A dos años del comienzo de la pandemia, con la desastrosa política del gobierno de los Fernández para enfrentar al virus, coronada con el “Olivos gate”, el oficialismo en campaña nos pide el voto aduciendo que “estamos saliendo” y que pensemos en el futuro. La oposición de Cambiemos nos dice que ahora estamos peor que en el periodo de Macri y que ellos son la salvación, mientras los libertarios tipo Milei nos dicen que hay que enfrentar a la casta política para que venga otra casta política.

    Más de 110 mil muertos por covid, 50 % de pobreza, 51% de inflación, pérdida del salario real del 25%, desocupación de más del 10%, miles de despidos y suspensiones y una caída de las condiciones de vida muestran no solo números de la coyuntura, sino un problema estructural del semi Estado argentino, que los distintos partidos burgueses, junto a la burocracia sindical y los empresarios, a través de los años, no solo no pudieron solucionar, sino que empeoraron, para favorecer a los grandes empresarios extranjeros y nacionales a costa de nuestra superexplotación.

    Y ahora todas esas fracciones se preparan para garantizar el ajuste que hicieron en medio de la pandemia y llevarla a leyes que voten en el Congreso, para garantizar los requisitos que pide el FMI. El saqueo a los jubilados debe traducirse en una reforma previsional, los ataques a las condiciones laborales que sufrimos, en una reforma laboral, entre otras reformas que pide el FMI para renegociar la deuda externa.

    Como marxistas no nos da lo mismo que los trabajadores voten en las elecciones a sus verdugos, por eso debemos abrir una deliberación al interior de nuestra clase en las fábricas, en los lugares de trabajo y en las organizaciones combativas de desocupados sobre la necesidad de discutir un programa de salida a la crisis y un balance de la política del gobierno ante la pandemia. Debemos organizarnos con delegados de base, comisiones internas, juntas internas y sindicatos recuperados en plenarios regionales que confluyan en un gran Congreso de delegados de base con mandato, que prepare los requisitos para luchar contra la burocracia sindical e impulse un paro nacional para imponer, mediante nuestros métodos, la dirección de la pandemia y saldar la crisis económica, sanitaria y social a la que nos han llevado. Es aquí donde se debe dar el Frente Único de la Izquierda, debemos poner en pie Oposiciones Sindicales Revolucionarias, con libertad de tendencia en su interior, para disputar la dirección del movimiento obrero a nuestros enemigos de clase en nuestras propias filas. También estamos llamados a unirnos a la lucha de los trabajadores y el pueblo pobre de América Latina, que ha salido a enfrentar a sus gobiernos.

    La adaptación de la izquierda

    Hay corrientes que se reivindican del trotskismo que se presentan a las PASO: el FITU, que presenta distintas listas internas entre los partidos que lo conforman, y el NMAS y Política Obrera. En primer lugar, es una política errada dirimir las diferencias entre organizaciones de izquierda a través de este mecanismo electoral en lugar de apelar a un Congreso Obrero para discutir de cara a la vanguardia. Además, consideramos que su política hacia las elecciones no expresa una condición mínima en el programa de los marxistas, que es la de la independencia de clase. En las filas del FITU conviven corrientes que apoyaron a las entidades del campo, fueron en alianzas electorales con políticos burgueses y en los sindicatos co dirigen, en algunos casos, con la burocracia sindical. Todas estas listas que se presentan tienen una característica en común, que es su estatismo, es decir, considerar que el Estado burgués, en esta época actual de descomposición, aún tiene posibilidades de cumplir un rol progresivo. Esto quedó bastante claro en la pandemia, cuando se le exigió al Estado (que, hemos de recordar, tiene una condición de clase, que es burgués) un sinfín de medidas estatales, como sistema único de salud, declarar de utilidad pública un laboratorio que produce vacunas, etc. Todos ellos naturalizaron la política reaccionaria de la cuarentena, que se impuso con los métodos del Estado y represión. No apelar a los métodos obreros para imponer nuestras demandas genera confusión en los sectores combativos, ya que no los llaman a confiar en sus propias fuerzas, sino en depositar ilusiones en instituciones que no son las nuestras.

    En el plano internacional, sus organizaciones hermanas han llamado a votar a Haddad del PT en Brasil, a Arce en Bolivia, o a Pedro Castillo en Perú, es decir, a nuestros verdugos, en nombre de que no gane la derecha, definición que expresa su adaptación a la opinión pública y no una política revolucionaria.

    Para nosotros la participación en las elecciones es una cuestión secundaria y subordinada a la necesidad de intervenir en ese escenario para dar una lucha política y que no sea la burguesía la que influencie a los trabajadores y los lleve a la conciliación de clase. No vemos en las listas de izquierda que se presentan un combate consecuente con esta orientación. “Ser tercera fuerza”, “renovar a la izquierda”, “revolucionar a la izquierda” y demás consignas por el estilo son eslóganes electorales que nada tienen que ver con nuestro objetivo revolucionario. Organicémonos contra el ajuste, votemos en blanco.

     

  • IMPSA: otra vez rescatando al capital

    En medio del debate que recorre a las diferentes variantes burguesas y pequeño burguesas por la propiedad privada, el salvataje a las empresas y la función del estado, el rescate anunciado estas semanas a la empresa IMPSA (industrias metalúrgicas Pescarmona S.A.) fue noticia en todos lados. El Estado nacional quiso mostrar iniciativa ante un contexto económico en crisis con muchas deudas y pagos por afrontar ante organismos internacionales. Esta medida de incisión estatista es una muestra más de la intervención del Estado en la economía ante el descalabro de la crisis en curso donde el gobierno de Fernández aporta 15 millones de dólares y 5 millones el gobierno radical de Mendoza. Empresa que de igual manera seguirá funcionando como sociedad anónima. Medida que no soluciona los problemas estructurales de la economía argentina como pretenden hacernos creer y mucho menos los problemas del sistema capitalista.

    Impsa es una empresa mendocina asociada con el capital extranjero que hizo su fortuna durante más de 100 años con diferentes gobiernos (Yrigoyen, Perón, la dictadura militar, el menemismo y diferentes gobiernos extranjeros como Brasil y Venezuela). Si hay un denominador común en Impsa es el siempre presente rescate por parte del estado bajo distintas administraciones. En su momento lo hizo los K con subsidios al salario y repros mientras renegociaba deuda. En 2015 con el gobierno de Macri se ve beneficiada con el blanqueo de capitales por $ 108 millones terminando en el 2018 con la formación de un fideicomiso hasta la reciente anunciada “estatización” que no es otra cosa que el desembolso de capital para rescatar a los mismos bancos y burgueses que venían siendo solventados para asegurar sus negocios agregando ahora la formalización como capitalización de la empresa.

    La realidad que esto es un mecanismo burgués para socializar las pérdidas donde los trabajadores volverán a ser quienes paguemos las deudas continuando un proceso de garantizar el pago a través del Estado a los acreedores privados y eventualmente traspasar las operaciones de Impsa a otros grupos económicos en un contexto internacional que con los cambios en matrices energéticas especula con posibles jugosos negocios.

    Resguardando al capital

    Destaquemos que detrás de esta operatoria hay una disputa política y económica por los negocios que puede traer aparejado a los capitalistas de turno y un resguardo de la propiedad asemejando el proceso a lo que se quiso hacer con la empresa Vicentin (1). La grave crisis de Impsa tiene que ver en gran medida con el descalabro que significaron los bonapartismos sui generis en Latinoamérica (Chávez, Lula, Fernández) apostando al desarrollo de una burguesía nacional y su expresión en la industria. Proyectos políticos que fracasaron y que terminaron en un festival de guita, coimas y el guantazo de la brasilera Odebrecht. Hoy, una coalición de gobierno que se referencia en aquella apuesta burguesa pretende rememorar aquella ilusión que los terminó condenando. Y es que no se pude dar un desarrollo de un capital nacional para la industria en los países industrialmente atrasados donde el capital extranjero e internacional juega un rol decisivo y más aún en un Estado semi colonial como lo es Argentina dentro de un capitalismo en descomposición. Se ha demostrado que un Estado dirigido por una fracción burguesa no puede dar ningún beneficio a los trabajadores.

    Un capítulo en esta novela lo merece el gobierno radical de Suárez donde no paran de criticar al gobierno nacional por el mal manejo de la pandemia y de la economía, pero no tuvo ningún problema a la hora de sentarse junto a Fernández para rescatar el capital y sacar una tajada para el empresariado mendocino. Pero no podía ser menos teniendo en su gabinete de economía a ex gerentes de Impsa como Emilio Guiñazú y Daniel Chicahuala (ex gerente de Impsa y Oderbrecht) quienes aseguraron negocios por ejemplo para la cuestionada construcción de la represa Portezuelo del Viento en el sur mendocino. No solo han participado ayudando a Pescarmona (cuya caída ya arrastró a muchas otras empresas), sino que ante cada conflicto que se generó, el Estado provincial garantizó, junto con la burocracia de la UOM, despidos, suspensiones y hasta desalojos con policía incluida.

     La burocracia ayudando a socializar las pérdidas

    Otro de los que celebró la “capitalización” de Impsa fue Antonio Caló (secretario general de la UOM nacional) que tuvo participación estelar en la mesa principal del acto de relanzamiento de la firma. Este y muchos otros burócratas más fueron una de las partes que participaron activamente en el acuerdo. Hay que advertir en este caso que la burocracia de la UOM funciona como agente político de los capitalistas y el Estado para que todo marche sobre ruedas. La misma burocracia que firma paritarias a la baja por 35,2 % en cómodas cuotas sin discutir con los metalúrgicos y con delegados que no fueron elegidos por las bases, que garantiza los despidos y suspensiones en diferentes puntos del país frente a la crisis y la que nada hizo frente a los protocolos de higiene y seguridad durante la pandemia. Los trabajadores para nada estamos contentos con esta situación donde no solo no se va a crear empleo, sino que cada día nuestras condiciones de vida empeoran.

    La CGT Mendoza con su titular Luis Márquez también festejó con alegría esta intervención estatal. De nuevo jugando para el capital como lo hizo durante toda su gestión al frente de la UOM Mendoza, poniendo su firma en los despidos que se produjeron a lo largo de los años en Impsa y en toda la industria metalúrgica mendocina, incentivando y generando división entre los trabajadores. Tomemos como tarea primordial recuperar la dirección de los sindicatos, de manos de la burocracia traidora.

    Por una salida obrera ante la crisis

    Los trabajadores, y los metalúrgicos en particular, no podemos poner expectativas en este tipo de maniobras como la estatización para salvataje de nuestros verdugos. La disyuntiva no es el capital privado o Estado, sino entre un programa de conciliación de clases o un programa que oriente la acción independiente de los trabajadores. La UOM debe llamar de forma urgente a asamblea en Impsa y convocar a un congreso de delegados para debatir cómo podemos dar una salida a la grave crisis que atraviesa la empresa empezando por la reincorporación de los despedidos y suba de salarios. Pensamos que para llevar adelante estas tareas y reivindicaciones es necesario formar al interior de la UOM una oposición sindical revolucionaria que sea capaz de luchar por los intereses de los trabajadores con los métodos obreros. Los metalúrgicos debemos unirnos e intercambiar experiencias con otros sectores del proletariado que estén en lucha como los trabajadores de Bimbo (San Fernando), así como el activismo antiburocrático de los vitivinícolas, para poder organizar un plan de salida a la crisis y la pandemia y actuar unidas ante el gobierno y los planes de los empresarios por cambiar las condiciones de vida de la clase obrera.

    Los trabajadores tenemos que empezar a tener el ejercicio de como intervenir en la crisis que se desarrolla ante nosotros y discutir cuales son las tareas de los trabajadores. Así mismo es imperioso que abramos un debate al interior de nuestra clase sobre la importancia del control obrero como forma de intervención independiente ante la desorganización de la economía y mostrar la capacidad de la clase obrera para la planificación y administración de la producción.

     

    1 ver nota Vicentin: rescatando al capital http://cor-digital.org/nacionales/item/292-vicent%C3%ADn.html

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