La pelea entre Fernández y Larreta por la supuesta autonomía que tienen los gobiernos para acatar los DNU esconde el desastre que fueron como dirección burguesa de la pandemia. Hace algunos días, en unidad, planteaban la necesidad de abrir las escuelas junto a la burocracia sindical. Esa apertura fue uno de los factores de la segunda ola, lo cual, como es obvio, no van a reconocer. Ahora, la pelea es por quién se adjudica la bandera de la “defensa de la educación”, cuando por décadas no han hecho más que arruinarla, y sin importarles en lo más mínimo el fallecimiento por covid de varios maestros y alumnos. Ellos aducirán que, si no hubieran hecho todo lo que acordaron el año pasado, hoy estaríamos peor. Ese argumento es muy poco creíble ante la evidencia de los contagiados y los muertos por covid. Lo que sucede es que es imposible enfrentar las consecuencias de una pandemia con los métodos del sistema capitalista, ya que la característica de este sistema es la búsqueda del lucro y la competencia, jamás la preservación de la vida, no está eso en sus objetivos. Por eso, encarar con esos métodos una pandemia indefectiblemente lleva al desastre. El comité de expertos del que se rodeó Alberto, a la larga, se demostró que eran lobbystas de los distintos laboratorios que estudiaban una posible vacuna. El consejo económico y social que iba a pensar la Argentina a mediano plazo eran distintas fracciones de clase que se disputaban quién iba a perder y quién iba a ganar en la crisis, con la complicidad de la burocracia sindical y piquetera para hacer pasar el ajuste dictado por el FMI.
La segunda ola ya es un hecho y mientras ellos dirimen sus diferencias en la justicia burguesa y muestran a las masas el verdadero rol del poder judicial, que es salvaguardar a la clase burguesa y sus instituciones. La gran mayoría de la población debe sufrir los embates del virus y de la política económica, con mayor inflación, tarifazos, suspensiones y despidos.
Han logrado en este año de pandemia que nos obliguen a debatir entre presencialidad y virtualidad, entre esenciales y no esenciales, mientras el Estado se mete en nuestras organizaciones impidiendo el funcionamiento de los sindicatos.
Debemos balancear este primer año de la pandemia y frenar el ataque a nuestra clase con nuestros métodos. La lucha de la docencia en varias provincias y en Ciudad de Buenos Aires ante el avance del virus, así como la lucha de los trabajadores de la salud en Neuquén muestran cómo un lucha dura y decidida genera simpatía en la población. La lucha de los trabajadores vitivinícolas en Mendoza que ha parado todas las bodegas, la lucha de los trabajadores de Danica Villa Mercedes, con piquetes, y otras luchas que se dieron en medio de la pandemia muestran que no estamos dispuestos a seguir cayendo en nuestras condiciones de vida. Son los liberales, en palabras de Lenin, los que dicen a los obreros “ustedes son fuertes cuando encuentran simpatía en la sociedad… el marxista dice: ustedes encuentran simpatía en la sociedad cuando son fuertes”.
Hay que preparar una gran deliberación al interior de nuestra clase peleando por la independencia de clase, no podemos caer en esta pelea entre fracciones burguesas. Hay que ajustar cuentas con la burocracia sindical cómplice de la situación en que nos encontramos, debemos expulsarla de nuestras filas. Por un paro nacional activo.
Ante la desorganización de la economía, debemos plantear el control obrero de la producción, el control obrero en la salud para poder quebrar la dirección burguesa de la pandemia. Expropiación sin pago bajo control obrero de los laboratorios, especialmente los que producen las vacunas. Éstas son medidas transicionales elementales para frenar a la burguesía y sus aliados.
Por un 1 de mayo de lucha e internacionalista que ponga de pie a la clase obrera mundial ante el desafío que nos plantea la crisis mundial y la pandemia.