Por una salida obrera a la crisis
Después del segundo acuerdo con el FMI, donde se aumentó el préstamo y se adelantaron los desembolsos para asegurar un 2019 supuestamente tranquilo, el ministro Dujovne llamó a “tener paciencia” y a prepararnos por meses duros y de fuerte recesión.
El acuerdo con el FMI terminó de sellar la nula independencia del gobierno y convirtió a Macri en un simple “empleado del mes” del imperialismo. Los empresarios y la oposición patronal del PJ (expresada en los gobernadores) sus variantes K y la burocracia sindical se han ubicado como garantes de la gobernabilidad. Esto quedó demostrado con el debate por el presupuesto, en donde -con matices- todo este arco ha definido apoyar el ajuste.
El ataque al conjunto de los trabajadores es descomunal. La caída del salario real, la inflación, los despidos y suspensiones nos obliga a responder para que no seamos nosotros los que paguemos la crisis.
Mientras, nos bombardean con millones de recetas económicas, unas apostando nuestro destino al capital extranjero y sus inversiones y otras haciendo demagogia sobre el “desarrollo industrial nacional” y el fortalecimiento del rol del estado y sus instituciones. Todas ellas comparten la misma idea, sean gradualismo o shock, sea inversiones extranjeras o desarrollo del mercado interno, todas parten de la idea de que hay que salvar el Estado y proponen a los trabajadores seguir a uno u otro capitalista, asegurando la dominación política sobre la única clase que produce valor, que es la clase obrera. En un “desarrollo de la industria nacional” los explotados vamos a seguir siendo explotados, sólo cambian de apellido los explotadores.
En estos últimos días hemos visto regresar a la arena pública a Massa, los cristinistas, los pejotistas y sus curas aliados, que durante 12 años sostuvieron el capitalismo de amigos del gobierno k y que hoy aprovechan el descontento con el macrismo para armar sus proyectos electorales de cara al 2019. Hablan de fortalecer las pymes “que dan trabajo” cuando fueron justamente los patroncitos nac and pop los que sostuvieron la red de precarización laboral de la “década ganada”. De repente les importan los pobres, cuando durante estos 12 años usufructuaron el precio de la soja con un 30% de pobreza y desocupación. Y ahora nos dicen que tenemos que rezar con Bergoglio para que se vaya Macri y venga….algún peronista con cara de bueno.
Los burócratas sindicales, ya sean los dinosaurios de la CGT, Moyano o la corriente federal, son correa de transmisión de esta ideología patronal entre los trabajadores. Mientras dejan pasar el ajuste sin pelear, nos dicen que hay que esperar al 2019 y “votar bien”. Todo dentro de la institucionalidad.
Los marxistas en cambio, decimos que la lucha de clases es en última instancia la lucha por la plusvalía, la lucha por el excedente que se apropia el sistema capitalista de nuestro trabajo. Eso es lo que timbean en los mercados los cráneos de la city, juega con nuestro sudor y sangre para garantizar su existencia parasitaria como clase. Por eso jamás puede haber una salida nacional a la crisis actual argentina sino unimos nuestros esfuerzos con los trabajadores en una primera instancia latinoamericanos que están sufriendo el ataque del FMI y sus gobiernos de turno.
Ante este escenario debemos intervenir de forma independiente, abriendo una deliberación al interior de nuestra clase en cuanto a la necesidad de mostrar por qué los trabajadores podemos dirigir los resortes de la economía y preparar los requisitos para la lucha por el poder.
Decimos abajo el macrismo, ya que, con la acción independiente de los trabajadores y nuestros métodos de lucha de clases, como los paros las huelgas, las ocupaciones debemos tirar a este gobierno, donde cada día que pasa en el poder implica más sufrimiento para nuestra clase. Por un gobierno obrero, que parta de la destrucción del estado capitalista, la expropiación y el control obrero de la producción, es decir la dictadura proletaria y su extensión internacional. Estos procesos implican la necesidad de levantar un programa de transición y la construcción del partido revolucionario internacional para el desarrollo y triunfo de la revolución y sus transiciones.