Corresponsal
El sábado 22 de setiembre se realizó el plenario del sindicalismo combativo en Córdoba, continuidad del plenario de Lanus del mes de junio. Aún teniendo diferencias con el programa de convocatoria, que partía del programa votado en Lanus, donde prima una política de presión sobre el estado burgués para que aplique medidas anticrisis desde una concepción meramente nacional (no internacionalista), decidimos participar del mismo con una delegación de compañeros de la regional Córdoba de la COR. Asistimos con un material haciendo eje en la necesidad de garantizar un paro activo para el próximo 25 de septiembre y con una serie de mociones que permitieran darle una perspectiva al reagrupamiento hacia la conformación de una oposición revolucionaria por ramas y sindicatos. A diferencia de otras corrientes como el PTS que declinaron la posibilidad de dar una discusión programática, aun a sabiendas de que entre los convocantes a estos plenarios hay corrientes de conciliación de clases como el pro sojero y pro gendarmería MST, nuestra intención era dar la lucha política por nuestras ideas entre los sectores de vanguardia que asistieran a la cita.
Al momento del acto de apertura, se fueron ubicando en el palco dirigentes de las corrientes convocantes: PO, MST, IS y el Nuevo MAS. También fueron invitados sectores sindicales en lucha y estudiantes de la UNC. Los discursos de los dirigentes nacionales que habían asistido plantearon la necesidad de luchar contra la burocracia sindical. Esto se mostró un mero saludo a la bandera: al iniciar los discursos de los dirigentes provinciales, tomó la palabra Gabriel Suárez, secretario general del Sindicato de Luz y Fuerza Córdoba y secretario adjunto de la CGT “nacional y popular” Rodríguez Peña. Suárez es un burócrata sindical peronista que no reniega de sus posiciones: su apoyo al kirchnerismo y su programa de defensa de la industria nacional (un sector de la patronal). Cumplió un rol traidor en la lucha de las trolebuseras y colectiveros de UTA el año pasado en la que, luego de un inicial apoyo a la pelea contra el techo salarial de 8% y la intervención del sindicato, se retiró del conflicto y nunca llamó al paro en su rama ni peleó por imponer el paro provincial, única salida a una lucha que fue quebrada con la militarización de la ciudad a manos de gendarmería para imponer la voluntad de Mestre y los empresarios del transporte. Y en la actual lucha de Luz y Fuerza, que hemos definido como la principal línea de frente del ataque de Macri, Schiaretti y el FMI en Córdoba, deja pasar la tercerización sector por sector de la empresa, como ha sucedido en la toma de estado de medidores, Seguros, y últimamente en Automotores. Ante la aparición de este burócrata como orador privilegiado en el plenario supuestamente antiburocrático y combativo, nuestra delegación definió retirarse del encuentro.
Es grave que la izquierda esté haciendo de cobertura del flanco izquierdo a la conducción peronista de Luz y Fuerza, que nadie con un mínimo de conocimiento del sindicalismo cordobés podría argumentar que esté en ningún supuesto “giro a izquierda”. Además de engañar a la vanguardia obrera separando sus consignas de la realidad de los acuerdos oportunistas que está tejiendo, lo doblemente grave es que declina su tarea de constituir una dirección alternativa en Luz y Fuerza en el conflicto que se está desarrollando, dando la espalda a los delegados combativos que deben enfrentar cotidianamente las maniobras de la burocracia sindical.
La centralidad del programa
La contradicción entre la consigna de “una nueva dirección combativa y antiburocrática del movimiento obrero” y la presencia de la burocracia sindical peronista en la apertura del plenario es sólo un botón de muestra de las contradicciones que acarrea el acuerdo que impulsó el plenario de Lanus desde un inicio, al incorporar a corrientes como el MST que vienen de dirigir la CTA en alianza con la burocracia de la verde además de haber apoyado a un sinnúmero de sectores patronales, desde la Sociedad Rural y Luís Juez hasta el gobierno de Tsipras en Grecia.
Sin embargo, hay un aspecto más profundo en la concepción programática que sustenta este plenario que es su programa de neto corte estatista, lo que lo aproxima al programa de la propia burocracia sindical. Cuando decimos estatista, nos referimos a un programa basado en una serie de mediadas anticrisis como la nacionalización de la banca, el monopolio del comercio exterior, la redistribución de los impuestos, hasta llegar a la asamblea constituyente, hoy caballito de batalla de todas estas corrientes. Estas medidas están planteadas sin desarrollar la necesidad de la revolución y, por lo tanto, de la toma del poder por el proletariado, cuya dictadura podría quizás aplicar algunas de estas medidas de orden táctico, pero no como medidas para palear una crisis nacional sino como parte de la lucha de la extensión de la dictadura del proletariado a nivel internacional. Esta concepción nacional del programa es lo que aproxima peligrosamente a la izquierda a Suárez y el resto de la burocracia sindical, que son burócratas por las bases materiales que atan a los sindicatos al estado, no porque estén por principio en contra de las asambleas y la democracia sindical mal entendida. No por nada Guillermo Pacagnini de CICOP y el MST postuló en su discurso la necesidad de atraer a dirigentes que rompan con la burocracia a estos plenarios… sin explicar que entiende por “romper”. En momentos en que la CGT nacional, presionada por la magnitud de la crisis capitalista y el fracaso del proyecto Macri, se debate en una fuerte interna dentro del triunvirato, y entre este y el sector encabezado por el moyanismo y Palazzo de la bancaria, esta orientación se hace doblemente impotente y liquidadora de una verdadera oposición antiburocrática dentro de los sindicatos, que para serlo no puede dejar de plantear la independencia de los sindicatos del estado y la necesidad de enfrentar al estado burgués.
La cercanía de los programas de la izquierda y la burocracia sindical puede constatarse mejor en el ejemplo de la lucha del propio sindicato de Luz y Fuerza, donde la izquierda hace eje en la lucha popular contra la privatización, por una EPEC integrada y estatal, lo mismo que plantea Suarez. Niegan así la posibilidad de armar programáticamente a un sector de delegados combativos que vienen haciendo una experiencia con los métodos y la política conciliadora de la conducción del sindicato, pero cuya oposición debe avanzar en el desarrollo programático, luchando por el control obrero del servicio eléctrico y de la rama de la energía en su conjunto, política que se opone por el vértice a la idea del estado burgués como árbitro imparcial y “regulador” de la sed de lucro capitalista que defiende Suárez… y la izquierda.
Por una oposición sindical revolucionaria
La experiencia del plenario de Lanus viene dando muestras de ser un nuevo experimento de la izquierda para confluir entre sí y tratar de sumar alas díscolas de la burocracia sindical. Su resultado práctico ha sido listas de unidad con corrientes que vienen de frentes con la burocracia de la CTA como el MST. En particular el plenario cordobés fracasó en permitir a un sector de vanguardia del sindicato de Luz y Fuerza sacar lecciones frente a la política conciliadora de su dirección burocrática, algo central dada la importancia de esa lucha.
Desde la COR seguiremos batallando por el agrupamiento de la vanguardia en una Oposición Sindical Revolucionaria con libertad de tendencias a su interior, unificando en las diferentes ramas de producción a los agrupamientos y tendencias antiburocráticas, combativas y de izquierda. Llamamos a los activistas, delegados y dirigentes antiburocráticos a pelear por esta perspectiva. La tarea es echar a la burocracia sindical de nuestras organizaciones, y desnudar a aquellos que se disfrazan de compañeros de ruta para consolidar su posición en tanto garantes del régimen burgués. Sólo a partir de esa clarificación política y programática podremos desarrollar las condiciones para construir el partido revolucionario.