Por COR Chile
Preparemos a nuestra clase en la lucha contra el capitalismo imperialista
El 8 de marzo es el día internacional de la mujer trabajadora. Conmemoración forjada con la lucha valerosa de cientos de miles de mujeres activistas y revolucionarias desde los inicios de la actual etapa de descomposición del capitalismo, el imperialismo. Ora por los derechos políticos, por los derechos reproductivos, por la igualdad social y contra la explotación del capital, fuente de esa doble opresión. Fue la revolución de febrero en Rusia (el 8 de marzo para el calendario gregoriano) la que coincidió con la conmemoración del día Internacional dela mujer trabajadora, que tuvo como protagonista indiscutible a las obreras rusas, cuyo impulso puso en marcha el derrocamiento del zar que inició el proceso que llevara a la victoria al proletariado, inaugurando la era de la revolución proletaria.
Durante decenios el capitalismo ha intentado cooptar, absorber, domesticar esta conmemoración, con el fin de confundir a la mujer trabajadora en las filas de la mujer burguesa. Los feminismos de conjunto, como una expresión pequeñoburguesa, han diluido el carácter de clase de la luchas de la mujer, levantando reivindicaciones propias del arribismo burgués (participación de la mujer en directorios de empresas o en instituciones burguesas) o con expresiones separatistas para fragmentar las filas obreras.
Cientos de organizaciones autodenominadas revolucionarias, abandonaron sus larvados programas para levantar la bandera “feminista”, provocando la disgregación de los programas y las luchas políticas, para sumarse a las agendas identitarias quitando el filo revolucionario a la lucha por la liberación de la mujer de toda forma de opresión.
El regreso de Trump a la presidencia de EEUU, con su línea de imponer un reordenamiento mundial, deja al descubierto el carácter del imperialismo que es reacción en toda línea. Una reacción que se juega a asestar duros golpes sobre el proletariado internacional, pauperizando a la clase de conjunto y empeorando las condiciones sociales de la mujer obrera.
Ante esto se levantan voces de que la lucha es “contra el fascismo” o contra una supuesta “restauración conservadora”. Estas consignas encubren el carácter reformista de su orientación, pretendiendo una vez más diluir la lucha contra la descomposición capitalista y la ofensiva imperialista en una lucha por maquillar el régimen burgués.
En Chile, luego de más de 3 años de un gobierno “feminista”, el carácter reaccionario de este bonapartismo pequeñoburgués, nos recuerda el apoyo dado de amplios sectores a esta farsa de “lucha contra el fascismo”. El balance vuelve a ser que se perdió la oportunidad de “conquistar derechos” con la derrota del proceso constituyente. Preparan un escenario preelectoral donde los actuales administradores, y parásitos menores, de los negocios capitalistas, posen de abanderados de los derechos democráticos. Los mismos que blindaron con impunidad a represores y asesinos, que encarcelaron a luchadores, que despojan a pobladores de sus viviendas, que militarizan el país ante cada oportunidad, que criminalizan la protesta y la pobreza, que encubre desapariciones como Julia Chuñil, volverán a mostrarse como la alternativa o “mal menor” ante el fortalecimiento electoral de tendencias ultrareaccionarias. Tendencias que, como la de Milei en Argentina, se van debilitando al calor de su propia decadencia y de las luchas obreras.
Es necesario recuperar el 8 de marzo como un día de lucha de la mujer trabajadora, un día de nuestra clase en su lucha por la emancipación.
Paso a la Mujer trabajadora
Recuperemos nuestras organizaciones para la lucha
Por un Congreso de delegados de base de la clase trabajadora
Luchemos por la aparición con vida de Julia Chuñil