El pasado 4 de octubre apareció sin vida, colgado de una reja pública, el dirigente sindical de los pescadores y referente de movimientos ambientalistas de la V Región, Alejando Castro. Las circunstancias de su fallecimiento llaman la atención de todo el activismo y ponen en duda con total fundamento la hipótesis de un suicidio, toda vez que las manifestaciones contra la contaminación se han visto duramente reprimidas tanto por carabineros como por la armada.
Las protestas contra la contaminación se sucedieron luego de que más de 300 personas, en su mayoría ancianos y niños, llegaran con síntomas de intoxicación a los hospitales, episodio que desde entonces no ha parado de reiterarse, teniendo todos los días nuevos afectados.
El gobierno respondió con medidas administrativas, sin conocer ni investigar la fuente de la contaminación, con el cierre parcial de las plantas de propiedad estatal como la refinería de ENAP. Con este tipo de medidas se colocó directamente sobre la cabeza de los trabajadores la amenaza de la reducción de personal y desvinculaciones masivas.
Estas zonas industriales fueron definidas por los gobiernos burgueses de todos los colores como “zonas de sacrificio”. Es decir, lugares destinados al desarrollo de la explotación de los recursos naturales sin ningún tipo de obstáculo o regulación industrial como parte de la lógicas anárquicas del capitalismo mundial que concentra en distintos puntos centros productivos, lo que forma parte fundamental del “modelo chileno” ligado y subyugado al capital financiero internacional. Baste como ejemplo de vasallaje y pleitesía de este modelo la imagen de Piñera entregando a Trump una bandera norteamericana que tomaba una minúscula estrella representando la bandera de su “patria”. Algo que no hizo sentir incómodo a ninguno de los parlamentarios burgueses ya que ven como algo completamente natural la sujeción del país y sus destinos al imperialismo.
Esta es la verdadera democracia, la forma acaramelada con la que se cubre la dictadura del capital, la dominación imperialista y el régimen de la explotación del hombre por el hombre. De este modo, la “democracia” del sufragio universal periódico que sirve el juego de la charlatanería parlamentaria, complementa su esencia con sus cárceles, con sus fuerzas represivas, sus servicios de inteligencia, en defensa de la propiedad privada capitalista. Por ello es que no tienen el menor pudor a la hora de perseguir, reprimir y hasta aniquilar al activismo obrero y estudiantil.
El nombre de Alejandro Castro estuvo ausente en los discursos que tanto oficialismo como oposición hicieran con motivo de la conmemoración de los 30 años del plebiscito que iniciara la transición tutelada por el Estado de la dictadura de Pinochet a los gobiernos concertacionistas. Y es que Alejandro Castro es uno más de los tantos trabajadores y activistas populares que fueron ejecutados en la defensa de esta democracia para ricos. Cabe recordar a luchadores de nuestra clase como Rodrigo Cisternas, Juan Pablo Jimenez o Nelson Quichillao o también luchadores sociales como Matías Catrileo, Alex Lemún, Macarena Valdés y un largo etcétera que fueron asesinados en democracia.
No podemos dejar la investigación de estos sucesos en manos de los organismos del Estado. Es necesario levantar una comisión investigadora independiente dirigida e impulsada por los sindicatos de la región. Junto con esta investigación se vuelve primordial luchar por implementar un plan obrero de producción que se apropie de todos los recursos necesarios para eliminar la contaminación, enfrentar los despidos e imponer la escala móvil de horas de trabajo. Para ello será prioritario desarrollar el control obrero de los sindicatos sobre la producción a fin de impedir el boicot capitalista a estas medidas.
La lucha por la verdad y justicia para esclarecer el crimen de Alejando Castro debe estar en manos de la clase trabajadora, en lucha contra la democracia de los explotadores.