A 49 años del golpe cívico-militar
El 24 de marzo conmemora un episodio histórico de lucha de clases en el que el imperialismo y la burguesía intentaron un cambio brutal del régimen para darle otro rumbo a la economía semicolonial argentina, en el escenario mundial convulsionado de la década de 1970. El objetivo principal fue asestar una derrota física a la clase obrera, que venía de importantes ascensos de lucha y organización e imponer el dominio del capital financiero sobre otros sectores burgueses. Las Fuerzas Armadas fueron los encargados de llevar adelante la tarea, con un nivel de crueldad que demuestra hasta dónde puede llegar esta clase para defender sus intereses. Hoy reivindicamos a esos más de 30.000 compañeros detenidos y desaparecidos por las fuerzas represivas del Estado y planteamos que debemos poner en pie una nueva generación obrera que retome las tareas de lucha y organización para avanzar en la destrucción del régimen burgués.
Este año estaremos nuevamente en las calles levantando bien en alto las banderas de la revolución obrera y socialista, porque luchamos por la destrucción del Estado y no nos comemos el verso del “Estado presente o el Estado ausente”. Ambas fórmulas procuran de igual manera garantizar, mediante el monopolio de la fuerza, los negocios de los grandes capitalistas. Milei y sus aliados niegan el genocidio y los otros sectores, como el PJ, UCR y Coalición Cívica, buscan reconciliar al ejército con las masas para garantizar el aparato burocrático militar que es el Estado burgués. Los trabajadores debemos organizarnos de forma revolucionaria para enfrentar el pacto que preparan junto al FMI y su subordinación a Trump.
Enfrentar al estafador Milei y sus cómplices es luchar por el poder de la clase obrera como caudillo de la nación oprimida. La política de marcha unitaria con los organismos de DDHH cooptados y el PJ que intentan llevar adelante desde el EMVyJ, el FIT-U (salvo el PO y otras organizaciones) es un gravísimo error. Para justificarse apelan a que estamos en un gobierno de características fascistas. Mezclar las banderas con un sector de la burocracia sindical y corrientes pequeñoburguesas que hace apenas unos años dirigían el Estado al servicio del FMI sólo contribuye a fortalecer la expectativa de que es posible derrotar la ofensiva de la clase dominante sin pelear la dirección a estos sectores. Esta línea significa liquidar la independencia de clase, que es una necesidad imperiosa de la clase trabajadora.
Por eso llamamos a participar de actos independientes en todo el país. Los revolucionarios marchamos, no para defender esta podrida democracia pequeñoburguesa, ni para organizarnos en “frentes anti Milei”, sino para reivindicar la lucha de la clase obrera, que fue bañada en sangre por la dictadura cívico-militar, retomando las banderas de la revolución.
Nuestros aliados son los trabajadores de América Latina y el mundo; la resistencia palestina; los que luchan para derrotar las políticas guerreristas de los países imperialistas y sus intentos de convertir todo territorio en su plaza comercial (como lo muestra la Guerra entre Ucrania y Rusia y todos los conflictos bélicos que hoy se desarrollan).