El temporal del 7 de marzo provocó una catástrofe sin precedentes en el partido de Bahía Blanca, al sur de la provincia de Buenos Aires. Este es otro episodio trágico que se suma a una triste historia de destrucción y muerte, con el antecedente reciente de La Plata en 2013.
Como siempre ocurre en estos casos, las muestras de solidaridad no se han hecho esperar y los sindicatos, clubes deportivos y distintas organizaciones comenzaron a enviar ayuda de inmediato. Mientras las grandes empresas de bienes de consumo brillan por su ausencia y siguen facturando las mercancías que compran para ser donadas. Este cinismo de las empresas tiene que ser respondida con la expropiación de las mercancías que se necesiten para Bahía Blanca por parte del sindicato de comercio y Camioneros que garanticen su distribución.
Tampoco tardan los gobiernos en desligarse de las responsabilidades y culparse entre sí, el municipio contra la gobernación provincial, el gobernador contra el gobierno nacional y viceversa. La visita de Bullrich y funcionarios nacionales a la zona de catástrofe no fue más que un acto cínico de campaña y contó con el recibimiento que se merecía: el repudio de los afectados. Es que mientras el gobierno desembolsa ingentes sumas en pagarle al FMI y rifar los recursos naturales del país en las mesas de los buitres imperialistas, mientras ajusta a los trabajadores y monta enormes operativos para reprimir a los jubilados, declara que la plata para reconstruir las zonas destrozadas son responsabilidad de las jurisdicciones. Por su parte, las empresas defienden sus intereses y buscan sacar un buen negocio donde pueda, aunque sea a costa de la desesperación de la gente.
Las décadas de falta de planificación urbana, de anarquía capitalista, de desprecio por las necesidades sociales reales en función de la búsqueda del interés capitalista sólo se pueden combatir con organización obrera. El saldo de víctimas y pérdidas materiales es una muestra más de que no es la naturaleza, sino el capitalismo el que nos somete a estas calamidades sociales.
Redoblemos la organización y la deliberación en los lugares de trabajo no sólo para seguir desarrollando la solidaridad con los afectados, sino para ir más allá y arrebatar a los capitalistas el mando de la producción social. Peleemos por recuperar los sindicatos de manos de las burocracias cómplices. Es urgente que sean los sindicatos recuperados los que se pongan a la cabeza de la reconstrucción de Bahía Blanca mostrando que nuestras organizaciones pueden ampliar sus funciones y demostrar que pueden desarrollar tareas de dirección. Preparemos el control obrero de la producción como injerencia del Estado obrero en la sociedad capitalista hasta que logremos derribar este sistema e instaurar el gobierno de los trabajadores. ¡Abajo Milei! Los K y la burocracia sindical son cómplices. ¡Fuera el FMI y el imperialismo!