El primer mes del año arrancó con una inflación del 6% y el ataque a las condiciones de vida de los trabajadores se siente cada vez más. Luego de un 2022 en el que no sólo no recuperamos lo perdido en la “emergencia sanitaria”, sino que nuestra situación es cada vez más ajustada, en el 2023 continúa la tendencia. En este contexto, el sindicato bancario llama a un paro nacional, ante el empantanamiento de las negociaciones paritarias con las cámaras de banqueros.
En los últimos años, ante la escalada inflacionaria, los acuerdos paritarios bancarios, si bien siguen siendo anuales, contienen cláusulas de revisión, por periodos cada vez más cortos de tiempo. Si analizamos con detenimiento, encontramos que los porcentajes anunciados en los acuerdos son engañosos, ya que no reflejan el neto salarial luego de descontado el impuesto a las ganancias. Este año Palazzo y cía. pretendían un “acuerdo corto” por el primer trimestre, más el porcentaje de diciembre que quedó por debajo de la inflación. Sin embargo, la negociación se empantanó por el efecto distorsivo del impuesto al salario. El año pasado esta consigna había caído en el olvido de la conducción bancaria, que priorizó la vía parlamentaria para desarrollar la discusión del impuesto, pero ahora, ante la posibilidad de que un aumento salarial implique un neto salarial menor al previo, no tiene más remedio que reflotar la discusión. Correctamente, denuncian las maniobras financieras de los bancos, la “timba de los bonos” y las enormes ganancias que han tenido recientemente. El diputado Palazzo reconoce que el dinero descontado de nuestros salarios se destina a subsidiar a las patronales del transporte, de la generación (totalmente deficiente) de energía, de las exportaciones de productos como la soja. ¿Entonces por qué nuestra conducción sindical tiene que estar alineada con este gobierno que solo está favoreciendo al FMI y a las patronales?
Además de la cuestión salarial, las condiciones de trabajo se han ido transformando vertiginosamente, cosa que la conducción se limita a señalar, pero no plantea cómo enfrentar la ofensiva patronal. En los últimos 3 años se han perdido más de 7 mil puestos de trabajo en el sistema bancario, las tercerizaciones se han multiplicado, se han cerrado muchísimas sucursales en todo el país y los trabajadores han sido forzados a ritmos de trabajo más intensos, polifuncionalidad, etc. El trabajo bancario hoy es más productivo, pero los bancos dicen que “sobra gente”, porque han automatizado procesos a través de la tecnología. La conclusión es que los bancos están ganando más, tomando como variable de ajuste a los trabajadores. Por lo tanto, lo que está en juego en esta paritaria no es sólo el porcentaje de aumento salarial, sino los lineamientos que definirán las condiciones de trabajo a futuro. El proyecto de reforma laboral de las patronales apunta claramente a precarización laboral, intensificación de los ritmos de trabajo y socavar el poder de negociación colectiva que da una organización sindical fuerte para pasar a negociar individualmente, con “el palo y la zanahoria”.
Ante este panorama, la conducción del sindicato se ve obligada a salir a la lucha, a pesar de que su prioridad es llevar todas las discusiones que nos importan a los trabajadores a las instituciones burguesas, como por ejemplo el fallido proyecto de modificación del impuesto al salario que presentaron en el Congreso. Pero la conciliación de clases de Palazzo colapsa con la ofensiva patronal, que quiere imponer sus condiciones de explotación a toda costa, sin transigencias y a velocidad récord, aprovechando el impulso de la pandemia (momento crítico en el que la burocracia sindical se quedó en la casa). Es por esto que se avizora en el horizonte próximo un periodo decisivo en el que se definirán los lineamientos de las futuras condiciones de trabajo. Es tanto lo que hay en juego, que las medias tintas de la burocracia no alcanzan, las patronales quieren jugar a todo o nada y los trabajadores tenemos que presentar batalla. Solo lograremos estar a la altura con un sindicato que tenga total independencia de clase.
Este 23 de febrero vayamos al paro no solo para conquistar aumento salarial, también para parar la ofensiva de los bancos. No al impuesto al salario, no a las tercerizaciones, no a los despidos encubiertos. Impongamos nuestras demandas, con un plan de lucha acorde a las necesidades actuales. Elijamos delegados de base con mandato en cada sector. Seamos punta de lanza de un llamamiento a todo el movimiento obrero para enfrentar las condiciones de pauperización que nos imponen las patronales y sus partidos políticos, el gobierno y el FMI. Empecemos a construir, desde cada lugar de trabajo, la organización de base necesaria para darle a nuestro sindicato una orientación obrera que cuestione los cimientos del sistema capitalista. Vamos por una oposición sindical revolucionaria para recuperar los sindicatos y desplegar un programa de transición que prepare el futuro sistema de trabajo dirigido por la clase obrera.