La crisis internacional y su agravamiento producto de la pandemia hizo que varias industrias atraviesen importantes cambios a nivel internacional tales como: cambios en las condiciones de trabajo y los protocolos de seguridad e higiene; cambios en las tareas, tiempos y ritmos de trabajo; divisiones erradas entre los que son y los que no son esenciales; empresas que cierran y despiden trabajadores, pero hay otras que sacaron provecho llevándose superganancias como las farmacéuticas o las industrias alimenticias. La industria del vidrio y en particular el sector referido a envases para la industria alimenticia no escapa a esta realidad atravesando varios cambios no solo a nivel regional sino internacional.
Esta rama de la economía esta experimentando actualmente un problema global que es el faltante de envases de vidrio principalmente a causa de la pandemia de Covid-19. Durante el 2020 se registraron importantes aumentos en el consumo de alimentos y bebidas, lo que ocasionó una disminución de stocks de envases de vidrio en góndola. A eso se le sumó el hecho de que muchas industrias no pudieron trabajar al 100% de su capacidad por las diferentes restricciones sanitarias. Eso hizo que se consumieran los stocks de reserva en casi todas las plantas a nivel mundial. Además, que las materias primas con las que se elabora el vidrio pueden ser costosas o escasas.
Ahora vayamos al caso argentino, el país concentra la mayor parte de su producción de vidrio en tres empresas: Cattorini que produce el 60% del total de botellas para vinos, Verallia que produce el 35%, y Cristalerías Rosario con el 5%. El 75% de lo producido está dirigido al mercado interno, y el 25% restante es destinado al mercado de exportación de vinos y espumantes. En dicho periodo estas empresas han tenido enormes ingresos por un aumento de productividad (entre 2016 y 2019, la industria vitivinícola utilizó aproximadamente entre 800 y 900 millones de botellas por año, un número que aumentó en 2020).
Así mismo, las empresas contaron con un aliado imprescindible: la burocracia de Valdez. Ellos garantizaron en lo que va de la pandemia que se no dieran aumentos de sueldos y en donde se dieron, como vienen haciendo cada año, se firmaron en cuotas y a la baja (una de las ramas que menor porcentaje de aumento tuvo). Dicen hablar en nombre de cuidar a la “familia vidriera” pero ante los casos de despidos y suspensiones se posicionaron como si fueran empleados de recursos humanos de las empresas. No nos olvidemos que nada se hizo por las muertes de compañeros y las condiciones de seguridad e higiene en lo que va del periodo.
Mientras se registraba todo esto y se hacia la vista a un lado en los constantes avasallamiento hacia las y los trabajadores; el 19 de septiembre se produjo un incendio en la planta de Verallia en la localidad de Rodeo de la Cruz, Mendoza, que afectó el área de los hornos y dejó a varias líneas fuera de funcionamiento. Por suerte no hay que lamentar ninguna perdida de operarios. De hecho, gracias a ellos no se quemó el resto de la planta.
Esta situación provocó un cimbronazo en la industria vitivinícola, principalmente en las bodegas de Mendoza y San Juan, que temen por las exportaciones de vino ya pactadas. Claramente este incendio se debe a la sed de ganancias de esta empresa y por la falta de mantenimiento o la deficitaria inversión en infraestructura contra siniestros de este tipo. Rápidamente los productores y bodegueros advirtieron sobre el problema que podría atraer dicho incendio y presentaron sus quejas al Estado mendocino y nacional para que les vuelva a garantizar una vez más la producción de botellas necesarias y las consecuencias no afecte los dividendos empresariales. “Los que estamos en este negocio sabemos que el mes de octubre es el mes del despacho al exterior. Acá la única solución de corto plazo es que Verallia rápidamente pueda poner en funcionamiento sus hornos afectados. Y en eso tiene que estar el Estado al lado, acompañando” (Martín Hinojosa, presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura). Se fueron brindado las líneas de financiación que se necesiten, aunque la empresa por el momento no ha solicitado nada y se ha colaborado en la entrada rápida de los técnicos de Brasil para que puedan resolver los problemas ocasionados por el siniestro. Y para coronar todo esto la burocracia del vidrio y sus delegados no hicieron ni siquiera una declaración frente al siniestro que podría haber sido evitado. Están tratando de garantizar que no haya ningún tipo de organización ante el esquema que se presenta.
Acá vemos cómo el Estado, su maquinaria, funcionarios y burocracia se ponen a disposición para lo que fueron elegidos: garantizar al capital su ganancia. Una clara contradicción ya que en esta pandemia no se podía ni siquiera andar en la calle, pero para garantizar la producción a las empresas se abren todas las fronteras y se dan todos los subsidios posibles.
Incluso se habla de importar botellas de otros países. Pero esto no es tan fácil como se dice. En primer lugar, el rubro de importación de envases de vidrio es uno que cuenta con licencias automáticas, lo que significa que pueden realizar importaciones sin ningún tipo de limitación. Practica a la que recurre Verallia desde hace años con su par chilena y luego cobra más caro a sus clientes. Pero como sabemos, el problema es más amplio y responde a una coyuntura global. Por otro lado, aunque a nivel mundial existieran stocks disponibles, organizar la logística para lograr importar los envases necesarios que cubran la demanda supone otros problemas. Hay también una escasez mundial en el comercio internacional de contenedores. Otra de las consecuencias de la pandemia fue un desajuste en el comercio mundial, que implicó un retraso de los buques de seis días en promedio, lo que ocasionó un faltante de contenedores en puertos.
Pero regresemos al vidrio, no tenemos que dejar que las verdaderas consecuencias afecten a los trabajadores y paguemos su crisis como ya se están viendo en las principales bodegas suspendiendo a personal tercerizado. Debemos tener en cuenta todas las presiones que tuvimos como rama y por empresa que pesan sobre nuestras espaldas: paritarias que fueron suspendidas por la pandemia o superadas constantemente por la inflación como lo vivieron las y los trabajadores de viñas y vitivinícolas reflejado en un aumento del costo de vida; protocolos y condiciones de higiene y seguridad deficitarias y que en la mayoría de los casos no se respetan o los aumentos de productividad en las líneas de producción garantizado solo por el mínimo personal para tales tareas. Además, debemos contar las vacaciones adelantadas, suspensiones y o despidos que están a la orden del día según el nivel de productividad que desee el empresariado.
Empresas del vidrio, el sector vitivinícolas y talleres que trabajan para dichas industrias tenemos que pensar en las situaciones que nos hace vivir en esta precariedad y las implicancias que tuvieron la cuarentena en ramas y fabricas como las nuestras que nunca pararon durante la pandemia para poder transformar esta ofensiva patronal en organización de los trabajadores.
Debemos tratar de hacer asambleas por sector y o general para que las implicancias de la falta de planificación de la patronales y recientemente la falta de botellas en el sector no recaiga sobre nuestras espaldas. Nosotros no tenemos que ser el primer factor en la ecuación de reducir costos patronales. No podemos confiar y dejar en manos de la empresa nuestra seguridad e higiene. Tenemos que presionar a los delegados que nada están haciendo para que se haga un relevamiento de las condiciones de higiene y seguridad en la infraestructura, elementos de protección personal, etc. y exigir que se respeten, mejoren o creen donde no las haya. Es tarea fundamental sacar a los delegados traidores de nuestras filas o elegir donde no los haya. Para ello debemos confiar en nuestras propias fuerzas.
Como perspectiva debemos convocar un congreso de delegados de base mandatados de la rama para pensar de conjunto una salida a la crisis y un programa de lucha para poder pelear por todas estas reivindicaciones.
Dante Oliveira